Ideas Claras
DE INTERES PARA HOY jueves, 10 de agosto de 2023
Indice:
El Papa: confiemos Ucrania a Edith Stein para que recupere pronto la paz
El Papa: en Fátima recé por la paz sin hacer publicidad
Motu proprio del Papa modifica cánones relativos a las Prelaturas Personales
TÚ ERES EL CRISTO : Francisco Fernandez Carbajal
La única libertad que salva es cristiana” : San Josemaria
“ Acerca del motu proprio relativo a las prelaturas personales
Libro electrónico “Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023”
Retiro de agosto #DesdeCasa (2023)
Mensaje del Prelado (7 agosto 2023)
La ternura de Dios (VI): Una serena atención: las obras de misericordia espirituales
La JMJ es una ráfaga de aire limpio y fresco en un mundo tan viciado de violencia e incomprensión : Jorge Hernández Mollar
La cara oculta de la Revolución Francesa : Roberto Celemín
La «ley trans», a debate en una jornada de la Cátedra de la Mujer de la UCV
La Federación Mundial de Atletismo prohíbe participar a mujeres trans en competiciones femeninas : Julio Tudela, Ester Bosch
El silencio de la naturaleza : Juan García.
La sexualidad y la felicidad : Jesús Domingo Martínez
Violencia de género, feminismo y política : JD Mez Madrid
Vacaciones y reflexión : José Morales Martín
¿Qué ha cambiado en las prelaturas personales? : Luis Felipe Navarro
ROME REPORTS
El Papa: confiemos Ucrania a Edith Stein para que recupere pronto la paz
Al final de la audiencia general, Francisco invocó la intercesión de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, copatrona de Europa, por la población del atormentado país: "Que su testimonio estimule el compromiso contra toda forma de violencia y discriminación". Llamamiento a los fieles polacos en peregrinación a los santuarios marianos: "Pidan a la Virgen el don inestimable de la paz, especialmente para la querida Ucrania ". Saludo a los participantes en la cumbre de Brasil sobre la Amazonia.
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Invocó de ella, Santa Teresa Benedicta de la Cruz, el don de la paz para Europa de la que es copatrona. "A su intercesión confiamos a la querida población de Ucrania, para que pronto reencuentre la paz", dijo el Papa Francisco al final de la audiencia general en el Aula Pablo VI, recordando a Edith Stein, la monja carmelita víctima de la Shoah, cuya memoria litúrgica la Iglesia celebra hoy, 9 de agosto.
"Que su testimonio estimule el compromiso en favor del diálogo y la fraternidad entre los pueblos y contra toda forma de violencia y discriminación".
La intercesión de Edith Stein
Filósofa de origen judío, convertida al cristianismo en su juventud e ingresada más tarde en la Orden de las Carmelitas Descalzas, fue capturada con su hermana en el convento de Echt, Holanda, y deportada al campo de concentración de Auschwitz. Allí encontró la muerte en una cámara de gas el 9 de agosto de 1942. Cincuenta y siete años después, el 1 de octubre de 1999, Juan Pablo II quiso proclamarla copatrona de Europa para levantar, dijo, "en el horizonte del viejo continente un estandarte de respeto,de tolerancia, de acogida" y "formar una sociedad verdaderamente fraterna".
Hoy de nuevo un Papa, Francisco, se confía a ella para hacer reencontrar la paz a una Europa que parece haber perdido el camino del diálogo y de la fraternidad. La misma Europa que el Pontífice, durante la catequesis, dijo haber confiado al Corazón Inmaculado de María, renovando la consagración.Il dono inestimabile della pace
El don inestimable de la paz
Y de nuevo de paz, con un pensamiento especial para Ucrania, habló el Papa durante su saludo a los fieles polacos presentes en la audiencia general. Dirigiéndose a quienes peregrinan estos días a Jasna Góra y a otros santuarios marianos, Francisco -recordando sus propias palabras en el Ángelus conclusivo de la JMJ de Lisboa- quiso compartir "un deseo que llevo en el corazón, el deseo de paz en todo el mundo".
"Preséntenlo a Ella, que es la Reina de la Paz. Pídanle este don inestimable, especialmente para la querida y martirizada Ucrania".
Renovar el compromiso de cuidar la Creación
Ampliando la mirada, el pensamiento del Obispo de Roma llegó hasta Brasil, donde, en Belém do Pará, se inauguró ayer, 8 de agosto, la cumbre entre los países miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (Otca), organismo creado en 1995 por las naciones que albergan en sus territorios la selva pluvial: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. "Aseguro mis oraciones por el éxito del encuentro", dijo el Papa Francisco, expresando un deseo concreto:
"Que se renueve el compromiso de todos por el cuidado de la Creación y el desarrollo sostenible".
El Papa: en Fátima recé por la paz sin hacer publicidad
En el vuelo de regreso de Lisboa, Francisco explica a los periodistas por qué eligió rezar en silencio en el santuario y por qué ante los jóvenes prefirió dejar los discursos preparados y hablarles con más eficacia. Reitera su "tolerancia cero" hacia el abuso de menores. Explica los motivos del viaje a Marsella. Repite que la Iglesia está abierta a todos, incluso para aquellos que no pueden recibir ciertos sacramentos. "Mi salud está bien".
VATICAN NEWS
Matteo Bruni:
Buenas noches Santidad volvemos rejuvenecidos y alegres de esta JMJ en la que hemos podido confrontarnos con las preguntas y las expectativas de los jóvenes, con respecto a la Iglesia, a la fe, y también al mundo. Y hemos podido escuchar su respuesta en sus palabras, en su presencia. Ahora hay algunas preguntas de los periodistas, pero antes usted quería decir unas palabras:
Papa Francisco:
Buenas noches y muchas gracias por esta experiencia, hoy hay un cumpleaños: (Bruni: de Rita CRUZ) ¡Feliz cumpleaños! ¡Luego viene la tarta!
Aura María Vistas Miguel (Rádio Renascença):
Su Santidad, en primer lugar, gracias por su visita a Portugal. Todo el mundo la considera ya un éxito. Todos están muy contentos. Gracias por haber venido. Encontré a un gran jefe de policía que me dijo que nunca había visto una multitud tan obediente y pacífica. Fue hermoso.
Mi pregunta es sobre Fátima. Sabemos que usted fue allí y rezó en silencio en la capillita. Pero había una gran expectación, en el mismo lugar donde Nuestra Señora había hecho una petición para rezar por el fin de la guerra (y estamos en guerra en este momento, por desgracia) para tener una renovación del Santo Padre, rezando públicamente por la paz... Los ojos del mundo entero estaban fijos en usted ayer por la mañana en Fátima. ¿Por qué no lo hizo?
Papa Francisco:
Recé, recé. Recé a la Virgen y recé por la paz. No he hecho publicidad. Pero he rezado. Y debemos repetir continuamente esta oración por la paz. Ella había pedido esto en la Primera Guerra Mundial. Y esta vez (ésta) se lo he pedido a la Virgen. Y he rezado. No he hecho publicidad.
João Francisco Gonçalves Gomes (El Observador):
Muchas gracias, Santo Padre. Yo voy a hablar en español, creo que es más fácil para mí y, si puede responder en español, mejor, que es más fácil para los portugueses, para que lo comprendan. Me gustaría preguntarle sobre los abusos de niños en la Iglesia, en Portugal. En febrero de este año se ha publicado un informe sobre la realidad de los abusos en Portugal. Casi 5000 niños han sido víctimas en las últimas décadas. Le pregunto: ¿ha leído, conoce este informe que ha sido entregado a los obispos? Y también, ¿qué piensa que debe suceder con los obispos que han sabido de casos de abuso y no los han comunicado a las autoridades?
Papa Francisco:
Como ustedes saben, de manera muy reservada, recibí a un grupo de personas que fueron abusadas. Como siempre hago en estos casos, dialogamos sobre esta peste, esta tremenda peste, ¿no? En la Iglesia, se seguía más o menos la conducta que se sigue actualmente en las familias y en los barrios: se cubre, ¿no? El… Pensar que el 42% de los abusos, más o menos, se da en las familias o en los barrios. Todavía hay que madurar y ayudar a que se descubran esas cosas hasta el escándalo de Boston. Y ahí la Iglesia tomó conciencia de que no se podía ir por caminos aleatorios, sino que había que tomar el toro por las astas. Hace dos años y medio tuvimos la reunión de Presidentes de las Conferencias Episcopales, ahí también se dieron estadísticas oficiales sobre los abusos. Y es grave, la situación es muy grave. En la Iglesia, hay una frase que la estamos usando continuamente: tolerancia cero, tolerancia cero. Y los pastores que, de alguna manera, no se hicieron cargo tienen que hacerse cargo de esa irresponsabilidad, se verá el modo en cada uno de ellos. Pero es muy duro el mundo de los abusos. Y en eso, yo exhorto a que estemos muy abiertos en todo esto. Sobre lo que me preguntás de cómo va el proceso en la Iglesia portuguesa, va bien. Va bien y con serenidad, se busca la seriedad en los casos abusados. Los números, a veces, terminan siendo agrandados, un poco por los comentarios que siempre nos gusta, pero lo que es la realidad, se está llevando bien y eso a mí me da cierta tranquilidad.
Yo quisiera tocar un punto, y ustedes, como periodistas, les pido que colaboren en esto. Hoy día, ¿tienen telefonino ustedes? Teléfono. Bueno, en cualquiera de estos teléfonos, pagando algo y con alguna clave, se tiene acceso al abuso sexual con menores. Esto entra en nuestras casas y el abuso sexual con menores se filma en vivo. ¿Dónde se filma? ¿Quiénes son los responsables? Esta es una de las pestes más graves, junto a todo el mundo, pero quiero subrayar esto porque, por ahí, no se nos ocurre que las cosas son tan radicales. Cuando vos usás un nene para hacer un espectáculo de abuso, llama la atención. El abuso es como “comerse” a la víctima, ¿no? O peor, herirla y dejarla viva. Hablar con personas abusadas es una experiencia muy dolorosa, que también a mí me hace bien, no porque me guste escuchar, sino me ayuda a hacerme cargo de ese drama. O sea, yo les diría, respecto a tu pregunta, lo que dije: el proceso va bien, estoy notificado de cómo van las cosas. Por ahí las noticias lo agrandaron, pero la cosa está andando bien en cuanto a esto. Pero también, con esto, les digo, de alguna manera, ayuden, ayuden a que todo tipo de abuso sea solucionado el abuso sexual, pero no es el único. También están otros tipos de abusos que claman al Cielo: el abuso del trabajo con niños, el abuso laboral en los niños, y se usa; el abuso en las mujeres, ¿no? Todavía hoy, en muchos países, se tiene como método la operación quirúrgica de las niñas: les quitan el clítoris y eso es hoy y se hace con una navaja, y chau… Crueldad… Y el abuso laboral, o sea, dentro del abuso sexual, que es grave y todo esto, hay una cultura del abuso que la humanidad tiene que revisar y convertirse.
El Papa Francisco durante el vuelo de regreso a Lisboa.
Jean-Marie Guénois (Le Figaro):
Santo Padre, ¿cómo está, su salud, cómo va su convalecencia? No ha leído o sólo pequeñas partes de cinco discursos. No hay precedentes en los viajes: ¿por qué? ¿Ha tenido problemas de vista, cansancio? ¿Textos demasiado largos? ¿Cómo se siente? Y si me permite una pequeña pregunta sobre Francia. Usted viene a Marsella, pero nunca visita Francia. El pueblo no lo entiende, ¿quizás es demasiado pequeña o tiene algo en contra de Francia?
Papa Francisco:
Mi salud está bien. Me quitaron los puntos, hago vida normal, llevo un vendaje que tengo que llevar durante dos, tres meses para evitar un eventual “eventración" (en lenguaje médico: salida de las vísceras abdominales, ed.) hasta que los músculos estén más fuertes. La vista. En esa parroquia corté el discurso porque había una luz delante y no podía leer, me daba la luz y por eso lo corté. Algunos, a través de Mateo, preguntaron por qué acorté las homilías que ustedes tienen. Yo cuando hablo, no las homilías académicas, intento hacerlo los más claro posible. Pero siempre cuando hablo busco la comunicación. Ustedes han visto que incluso en la homilía académica hago algunas bromas, algunas sonrisas las hago para controlar la comunicación. Con los jóvenes los discursos largos tenían lo esencial del mensaje y yo lo tomaba de allí en función de cómo sentía la comunicación.
Vieron que yo hacía alguna pregunta e inmediatamente el eco me decía por dónde iba la cuestión, si era errado o no. Los jóvenes no tienen mucho tiempo de atención. Piensen que, si haces un discurso claro, con una idea, una imagen, un afecto, te pueden seguir ocho minutos. Entre paréntesis, en la Evangelii Gaudium, la primera exhortación que hice, hice, escribí un largo capítulo sobre la homilía. Porque aquí hay un párroco (se refiere a don Benito Giorgetta, párroco de Termoli ed.) que sabe que las homilías son a veces una tortura, una tortura, que se habla bla, bla, y la gente... En algún pueblo pequeño, no sé si en Termoli, los hombres salen a fumarse un cigarrillo y vuelven. La Iglesia debe convertirse a este aspecto de la homilía: breve, clara, con un mensaje claro, y afectuosa. Por eso compruebo cómo va con los jóvenes y les hago decir. Pero yo acorté porque... me hace falta la idea con los jóvenes. Y pasamos a Francia. Fui a Estrasburgo, iré a Marsella, pero no a Francia. Es un problema que me preocupa, que es el problema Mediterráneo. Por eso voy a Francia. La explotación de los migrantes es criminal. Aquí en Europa no, porque va, somos más cultos, pero en los lagers del norte de África... Yo recomiendo una lectura. Hay un librito, pequeñito, que escribió un emigrante que tardó creo que tres años en venir de Guinea a España porque le capturaron, le torturaron, le esclavizaron. Los migrantes en esos lagers del Norte: es terrible. En este momento -la semana pasada- la asociación Mediterránea Saving Human, estaba haciendo un trabajo de rescate de migrantes que estaban en el desierto entre Túnez y Libia, porque los habían dejado allí a morir. Ese libro se llama "Hermanito" -en italiano tiene el subtítulo de "Fratellino"-, pero se lee en dos horas, merece la pena. Léanlo y verán el drama de los migrantes antes de embarcarse. Los obispos del Mediterráneo harán este encuentro, también con algunos políticos, para reflexionar seriamente sobre el drama de los migrantes. El Mediterráneo es un cementerio, pero no es el mayor cementerio. El mayor cementerio es el norte de África. Esto es terrible, léanlo. Voy a Marsella por esto. La semana pasada, el presidente Macron me dijo que es su intención ir a Marsella y estaré un día y medio: llegaré por la tarde y al día siguiente estaré todo el día.
Matteo Bruni:
No tiene nada contra Francia (repitiendo pregunta).
Papa Francisco:
No. No sobre eso es una política. Yo visito los países pequeños de Europa. Los países grandes, España, Francia, Inglaterra, los dejo para más adelante, eventualmente. Pero como opción empecé con Albania y así los pequeños. No es nada. Francia, dos ciudades, Estrasburgo y Marsella.
Anita Hirschbeck (KNA):
El Santo Padre en Lisboa nos dijo que en la Iglesia hay sitio para todos, para todos. La Iglesia está abierta para todos, pero al mismo tiempo no todos tienen los mismos derechos, oportunidades, en el sentido de que por ejemplo las mujeres, los homosexuales no pueden recibir todos los sacramentos. Santo Padre, ¿cómo explica esta incoherencia entre Iglesia abierta e Iglesia no igual para todos? Gracias.
Papa Francisco:
Usted me hace una pregunta sobre dos puntos de vista diferentes, la Iglesia es abierta para todos, luego hay legislaciones que regulan la vida dentro de la Iglesia. El que está dentro está según la legislación, lo que dices es una simplificación: 'no puede hacer los sacramentos'. Eso no quiere decir que la Iglesia esté cerrada, cada uno encuentra a Dios en su camino dentro de la Iglesia, y la Iglesia es madre y guía a cada uno en su camino. Por eso no me gusta decir: vienen todos, pero tú, éste, pero el otro... Cada uno, cada uno en la oración, en el diálogo interior, en el diálogo pastoral, busca el camino a seguir. Por eso haciendo una pregunta: por qué los homosexuales no... ¡Todos! Y el Señor es claro: enfermos. Sanos, viejos y jóvenes, feos y guapos... ¡buenos y malos! Hay como una mirada que no entiende esta inserción de la Iglesia como Madre y piensa en ella como una especie de empresa que para entrar hay que hacer esto, hacerlo de esta manera y no de aquella... Otra cosa es la ministerialidad de la Iglesia, que es la manera de sacar adelante el rebaño y una de las cosas importantes es la paciencia, en la ministerialidad: acompañar a las personas paso a paso en su camino hacia la madurez. Cada uno de nosotros tiene esta experiencia: que la Iglesia Madre nos ha acompañado y nos acompaña en nuestro propio camino de maduración. No me gusta la reducción, esto no es eclesial, esto es gnóstico. Es como una herejía gnóstica que hoy está un poco de moda. Un cierto gnosticismo que reduce la realidad eclesial y esto no ayuda. La Iglesia es Madre, recibe a todos, y cada uno hace su camino dentro de la Iglesia, sin publicidad, y esto es muy importante. Gracias por el valor de hacer esta pregunta. Gracias.
Paolo Ruffini:
El Papa desea compartir un pensamiento sobre la JMJ.
Papa Francisco:
Cómo he vivido la JMJ. Esta es la cuarta que vivo. La primera fue en Río de Janeiro, allá brasileira. La segunda fue en Cracovia, la tercera en Panamá. Esta es la cuarta. Esta es la más numerosa. Según los datos concretos reales, hubo más de un millón de participantes. Más. De hecho, en la Vigilia se estimó que había un millón cuatrocientos y un millón seiscientos mil.
Impresionante la cantidad. Bien preparada. De las que he visto esta es la mejor preparada. Los jóvenes son una sorpresa. Los jóvenes son jóvenes. Hacen chiquilladas, la vida es así. Pero intentan seguir adelante. Y son el futuro. El asunto (el propósito) es acompañarlos. El problema es saber acompañarlos. Y que no se desprendan de sus raíces. Por eso insisto tanto en el diálogo mayores-jóvenes, abuelos con nietos. Este diálogo es importante, más importante que el diálogo entre padres e hijos. Los abuelos, las raíces.
Los jóvenes son religiosos. Buscan la fe, no lo artificial. Buscan el encuentro con Jesús. Algunos dicen que los jóvenes no siempre viven según la moral. Pero quién de nosotros no ha cometido errores morales en su vida. Todos. También de los mandamientos. Cada uno de nosotros tiene sus propias caídas en su historia. La vida es así. Pero el Señor siempre nos espera porque es misericordioso y padre y la misericordia va más allá de todo. Esto es lo que quería decir sobre la JMJ.
Justin McLellan – CNS
Hablando sobre la JMJ, hemos escuchado en estos días testimonios de jóvenes que han luchado con la salud mental, con la depresión. ¿Ha luchado alguna vez por esto? Y si alguien decide suicidarse, ¿qué diría a los familiares de esa persona que, debido a la enseñanza católica sobre el suicidio, sufren pensando que se ha ido al infierno?
Papa Francisco:
El suicidio juvenil es importante hoy, el número es importante. Existen. Los medios de comunicación no dicen tanto porque no se informa a través de los medios de comunicación. Yo me quedé en diálogo con los jóvenes -no en la Confesión- aproveché para dialogar. Un joven simpático me dijo: “¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Qué piensa del suicidio?”. No hablaba nuestro idioma, pero le entendí bien y empezamos a hablar del suicidio. Y al final me dijo: “Gracias, porque el año pasado estaba indeciso sobre si hacerlo o no”. Tantos jóvenes están ansiosos, deprimidos, pero no solo psicológicamente... Además, en algunos países que son muy, muy exigentes en la universidad, los jóvenes que no pueden conseguir un título o encontrar un trabajo se suicidan, porque sienten una vergüenza muy grande. No digo que sea algo cotidiano, pero es un problema. Es un problema actual. Es algo que ocurre.
Matteo Bruni:
Gracias, su Santidad, por las respuestas.
Papa Francisco:
Gracias a ustedes por lo que han hecho y mi consejo: no os olvidéis "Hermanito", "Fratellino", el libro del migrante. Gracias.
(Transcripción no oficial de los medios de comunicación vaticanos)
Motu proprio del Papa modifica cánones relativos a las Prelaturas Personales
La única Prelatura Personal existente por ahora es la del Opus Dei, ya reformada con el Motu Proprio de julio de 2022 "Ad charisma tuendum". Una nueva adaptación de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium.
Vatican News
Con un nuevo Motu Proprio dividido en tres artículos, el Papa Francisco ha modificado, este martes 8 de agosto, los cánones relativos a las Prelaturas personales, que ahora se asimilan a las asociaciones clericales públicas con facultad para incardinar clérigos. Se trata de un ajuste más a la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, que transfería la competencia sobre las Prelaturas personales al Dicasterio para el Clero, del que dependen también las asociaciones clericales públicas con facultad para incardinar clérigos.
De momento, la única Prelatura Personal existente es la del Opus Dei, erigida hace 40 años con la Constitución Apostólica Ut sit de Juan Pablo II, modificada en algunos aspectos por Francisco con el Motu Proprio Ad charisma tuendum promulgado el 14 de julio de 2022 con el fin de "salvaguardar el carisma" y "promover la acción evangelizadora que sus miembros llevan a cabo en el mundo".
Y es precisamente a partir del canon 265 y del artículo 6 de Ad charisma tuendum que el Santo Padre señala que el canon 295, § 1, relativo a los estatutos y al prelado, añade que la Prelatura personal se "asimila a las asociaciones clericales públicas de derecho pontificio con la facultad de incardinar clérigos" y que sus estatutos pueden ser "aprobados o emanados por la Sede Apostólica". También reitera que el prelado actúa "como Moderador, dotado de las facultades de un Ordinario".
El mismo canon fue formulado anteriormente de la siguiente manera en el párrafo 1: "La Prelatura personal se rige por estatutos expedidos por la Sede Apostólica y se le nombra un prelado como Ordinario propio, que tiene derecho a erigir un seminario nacional o internacional, así como a incardinar estudiantes y promoverlos a las órdenes bajo el título de servicio de la Prelatura".
En el apartado 2, relativo a las responsabilidades del Prelado respecto a la formación y sustento de los clérigos incardinados de la Prelatura, se especifica que "actúa como Moderador, dotado de las facultades de un Ordinario", formulándose el mismo canon de la siguiente manera: "El Prelado debe proveer tanto a la formación espiritual de los que ha promovido con el mencionado título, como a su decoroso sustento".
También con el nuevo Motu Proprio se modifica el canon 296, relativo a la participación de los laicos en las actividades apostólicas de la Prelatura Personal. Se añade al canon la referencia al canon 107, que dice: “Los laicos pueden dedicarse a las obras apostólicas de una Prelatura personal por medio de convenciones estipuladas con la misma Prelatura; el modo de esta cooperación orgánica y los principales deberes y derechos relacionados con ella han de determinarse precisamente en los estatutos”.
— Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo: confesar así la divinidad de Jesucristo.
— Cristo, perfecto Dios, perfecto Hombre.
— Cristo: Camino, Verdad y Vida.
I. Se encuentra Jesús en Cesarea de Filipo, al Norte, en los confines del territorio judío, entre una población pagana en su mayoría. Allí preguntó a sus discípulos con toda confianza: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?1. Los Apóstoles se hacen eco de las opiniones que existían en torno a Jesús; le contestaron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o alguno de los profetas... Muchos de los que le oyen tienen un concepto alto de Jesús, pero no saben quién es en realidad. El Maestro se volvió a ellos y ahora, con tono amable, les pregunta: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Parece exigir a los suyos, a quienes le siguen muy de cerca, una confesión de fe clara y sin paliativos; ellos no deben limitarse a seguir una opinión pública superficial y cambiante: deben conocer y proclamar a Aquel por quien lo han dejado todo para vivir una vida nueva.
Pedro contestó categóricamente: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Es una afirmación clara de su divinidad, como lo confirman las palabras siguientes de Jesús: Bienaventurado eres, Simón hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Pedro debió de sentirse profundamente conmovido por las palabras del Maestro.
También hay ahora opiniones discordantes y erróneas en torno a Jesús, existe una gran ignorancia sobre su Persona y su misión. A pesar de veinte siglos de predicación y de apostolado de la Santa Iglesia, muchas mentes no han descubierto la verdadera identidad de Jesús, que vive en medio de nosotros y nos pregunta: Vosotros, ¿quién decís que soy yo? Nosotros, ayudados por la gracia de Dios, que nunca falta, hemos de proclamar con firmeza, con la firmeza sobrenatural de la fe: Tú eres, Señor, mi Dios y mi Rey, perfecto Dios y Hombre perfecto, «centro del cosmos y de la historia»2, centro de mi vida y razón de ser de todas mis obras.
En los duros momentos de la Pasión, cuando está a punto de culminar su misión en la tierra, el Sumo Sacerdote preguntará a Jesús: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito? Y Jesús declarará: Yo soy, y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Padre, y venir sobre las nubes del cielo3. En esta respuesta, no solo da testimonio de ser el Mesías esperado, sino que aclara la trascendencia divina de su mesianismo, al aplicarse a Sí mismo la profecía del Hijo del Hombre del Profeta Daniel4. El Señor utiliza para aquellos oyentes las palabras más fuertes de todas las expresiones bíblicas para declarar la divinidad de su Persona. Entonces le condenaron por blasfemo.
Solo la claridad de la fe sobrenatural nos hace conocer que Jesucristo es infinitamente superior a toda criatura: es el «Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre...»5. Salió del Padre6, pero sigue estando en plena comunión con Él, pues tiene idéntica naturaleza divina. Junto con el Padre, será Quien envíe al Espíritu Santo7, el cual tomará de lo que Él guarda, pues tiene y posee como propio cuanto es del Padre8.
Se presenta como supremo Legislador: Antes fue dicho a los antiguos... Pero Yo ahora os digo9. En la Antigua Ley se decía: Así habla Yahvé, pero Jesús no transmite ni promulga en nombre de nadie: Yo os digo... En su propio nombre imparte una enseñanza divina y señala unos preceptos que afectan a lo más esencial del hombre. Ejerce el poder de perdonar los pecados, cualquier pecado10, poder que, como todo judío sabe, es propio y exclusivo de Dios. Y no solo absuelve personalmente, sino que da el poder de las llaves, el poder de regir y de perdonar, a Pedro y a los Doce Apóstoles, y a sus sucesores11. Promete sentarse al fin del mundo como único juez de vivos y muertos12. Nadie se arrogó nunca tales atribuciones.
Jesús exigió –exige– a sus discípulos una fe inquebrantable en su Persona, hasta tomar la cruz sobre sus espaldas: el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de Mí13; lo que pide para su Padre celestial lo exige también para sí mismo: una fe sin fisuras, un amor sin medida14.
Nosotros, que queremos seguirle muy de cerca, cuando estamos delante del Sagrario le decimos también, como Pedro: Señor, Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Verdaderamente, «el que halla a Jesús, halla un tesoro bueno, y de verdad bueno sobre todo bien. Y el que pierde a Jesús pierde muy mucho y más que todo el mundo. Paupérrimo el que vive sin Jesús y riquísimo el que está con Jesús»15. No le dejemos jamás nosotros; afiancemos nuestro amor con muchos actos de fe, con la valentía de dar a conocer en cualquier ambiente nuestra fe y nuestro amor a Cristo vivo.
II. Al cabo de tanto tiempo, Jesús sigue siendo para muchos, que aún no tienen el don sobrenatural de la fe o viven apoltronados en la tibieza, una figura desdibujada, inconcreta. Como respondieron los Apóstoles a Jesús aquel día en Cesarea de Filipo, también nosotros podíamos decirle: unos dicen que fuiste un hombre de grandes ideales, otros... Verdaderamente, siguen siendo actuales las palabras del Bautista: En medio de vosotros está uno a quien no conocéis16.
Solo el don divino de la fe nos hace proclamar a una con el Magisterio de la Iglesia: «Creemos en Nuestro Señor Jesucristo, que es el Hijo de Dios. Él es el Verbo eterno, nacido del Padre antes de todos los siglos y consustancial al Padre...»17. Creemos que en Jesucristo existen dos naturalezas: una divina y otra humana, distintas e inseparables, y una única Persona, la Segunda de la Trinidad Beatísima, que es increada y eterna, que se encarnó por obra del Espíritu Santo en el seno purísimo de María. Nace en la mayor indigencia, aclamado por ángeles del Cielo; padece hambre y sed; se cansa y tiene que recostarse en ocasiones sobre una piedra o sobre el brocal de un pozo; se queda dormido mientras navega con aquellos pescadores, ¡tan rendido se encuentra!; llora junto al sepulcro de su amigo Lázaro; tiene miedo y pavor a la muerte antes de padecer los ultrajes de la crucifixión.
Jesús es también Hombre perfecto. Y esta Humanidad Santísima de Jesús, igual a la nuestra en todo menos en el pecado, se nos ha hecho camino hacia el Padre. Él vive hoy –¿por qué buscáis al que vive entre los muertos?18– y sigue siendo el mismo. «Iesus Christus heri, et hodie, ipse et in saecula (Hebr 13, 8). ¡Cuánto me gusta recordarlo!: Jesucristo, el mismo que fue ayer para los Apóstoles y las gentes que le buscaban, vive hoy para nosotros, y vivirá por los siglos. Somos los hombres los que a veces no alcanzamos a descubrir su rostro, perennemente actual, porque miramos con ojos cansados o turbios»19; con una mirada poco penetrante porque nos falta amor.
III. La vida cristiana consiste en amar a Cristo, en imitarle, en servirle... Y el corazón tiene un lugar importante en este seguimiento. De tal manera es así que cuando por tibieza o por una oculta soberbia se descuida la piedad, el trato de amistad con Jesús, es imposible ir adelante. Seguir a Cristo de cerca es ser sus amigos. Y esa unión amistosa conduce a poner en práctica hasta el menor de sus preceptos; es un amor con obras. San Agustín, después de tantos intentos vanos por seguir al Señor, nos cuenta su experiencia: «andaba buscando la fuerza idónea para gozar de Vos y no la hallaba, hasta que hube abrazado al Mediador entre Dios y los hombres: el Hombre Cristo Jesús, que es sobre todas las cosas bendito por los siglos, que nos llama y nos dice: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6)»20. ¡Amar al Hombre Cristo Jesús!
Jesucristo es el único Camino. Nadie puede ir al Padre sino por Él21. Solo por Él, con Él y en Él podremos alcanzar nuestro destino sobrenatural. La Iglesia nos lo recuerda todos los días en la Santa Misa: Por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria... Únicamente a través de Cristo, su Hijo muy amado, acepta el Padre nuestro amor y nuestro homenaje.
Cristo es también la Verdad. La verdad absoluta y total, Sabiduría increada, que se nos revela en su Humanidad Santísima. Sin Cristo, nuestra vida es una gran mentira.
Narra el Antiguo Testamento que Moisés, por mandato de Dios, levantó su mano y golpeó por dos veces la roca, y brotó agua tan abundante que bebió todo aquel pueblo sediento22. Aquel agua era figura de la Vida que sale a torrentes de Cristo y que saltará hasta la vida eterna23. Y es nuestra Vida: porque nos mereció la gracia, vida sobrenatural del alma; porque esa vida brota de Él, de modo especial en los sacramentos; y porque nos la comunica a nosotros. Toda la gracia que poseemos, la de toda la humanidad caída y reparada, es gracia de Dios a través de Cristo. Esta gracia se nos comunica a nosotros de muchas maneras; pero el manantial es único: el mismo Cristo, su Humanidad Santísima unida a la Persona del Verbo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.
Cuando el Señor nos pregunte en la intimidad de nuestro corazón: «y tú, ¿quién dices que soy Yo?», que sepamos responderle con la fe de Pedro: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Camino, la Verdad y la Vida... Aquel sin el cual mi vida está completamente perdida.
1 Mt 16, 13-23. — 2 Juan Pablo II, Enc. Redemptor hominis, 4-III-1979, 1. — 3 Mc 14, 61-62. — 4 Cfr. Dan 7, 13-14. — 5 Misal Romano, Credo niceno-constantinopolitano. — 6 Cfr. Jn 8, 42. — 7 Cfr. Jn 15, 26. — 8 Cfr. Jn 16, 11-15. — 9 Mt 5, 21-48. — 10 Cfr. Mt 11, 28. — 11 Cfr. Mt 18, 18. — 12 Cfr. Mc 15, 62. — 13 Mt 18, 32. — 14 Cfr. K. Adams, Jesucristo, p. 171. — 15 T. Kempis, Imitación de Cristo, II, 8, 2. — 16 Jn 1, 26. — 17 Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 30-VI-1968. — 18 Cfr. Lc 24, 5. — 19 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 127. — 20 San Agustín, Confesiones, 7, 18. — 21 Cfr. Jn 14, 6. — 22 Cfr. Primera lectura. Año I. Num 20, 1-13. — 23 Cfr. Jn 4, 14; 7, 38.
Comentario de la fiesta de san Lorenzo. “Os aseguro que si el grano de trigo cae en la tierra y no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto”. Dar la vida por amor, en esto radica nuestra felicidad diaria y eterna.
10/08/2023
Evangelio (Jn 12, 24-26)
En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no muere al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto. El que ama su vida la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna. Si alguien me sirve, que me siga, y donde yo estoy allí estará también mi servidor. Si alguien me sirve, el Padre le honrará.
Comentario
El Papa Sixto II fue decapitado en el año 258 durante la persecución de Valeriano. Uno de sus diáconos, Lorenzo, se salvó temporalmente porque estaba a cargo de los bienes de la Iglesia: le dieron cuatro días para traerlos. Lorenzo distribuyó entonces esos bienes a los pobres. Una vez transcurrido el plazo, se presentó ante el magistrado acompañado de pobres y enfermos. “Estas son las riquezas de la Iglesia”, habría dicho. Los pobres y los enfermos son un tesoro. Hay una misteriosa presencia de Dios en sus sufrimientos. Se asocian especialmente a la cruz de Jesús.
Lorenzo fue sometido al tormento del fuego en una parrilla. El cristiano no busca su propio martirio: no hay necesidad de precipitar los acontecimientos; pero es coherente con su fe y está dispuesto a dar su vida por Cristo. El grano de trigo debe morir para dar fruto (cf. Jn 12,24). Cuando san Agustín recuerda el martirio de san Lorenzo, compara la Iglesia con un jardín del Señor, con las rosas de los mártires; pero en este jardín hay toda clase de flores, añade. Depende de cada uno de nosotros saber dar nuestra vida como Dios se lo pide: eso es amar. A menudo, será de forma discreta y oculta, en el desempeño diario del trabajo bien hecho, en la atención a la familia, en la fidelidad a los amigos, en la cercanía con pobres y enfermos. Sería imprudente acelerar la llegada de un martirio sangriento, cuando es posible transformar el mundo desde dentro con una vida anclada en Dios y volcada al servicio de los demás.
El testimonio de san Lorenzo no carece de sentido del humor. "Dios ama al que da con alegría" (2 Cor 9,7). El sentido del humor muestra la humildad y una cierta distancia con un mundo que pasa, pero que nos gusta amar y reconducir a Dios. A través de su trabajo diario hecho santo, el bautizado une la creación con la redención. Al acercarse la solemnidad del 15 de agosto, que la Virgen María, Madre de la esperanza, nos ayude a realizar esta tarea con buen humor, con un corazón firme y confiado (cf. Sal 112 [111],7-8).
“La única libertad que salva es cristiana”
No es verdad que haya oposición entre ser buen católico y servir fielmente a la sociedad civil. Como no tienen por qué chocar la Iglesia y el Estado, en el ejercicio legítimo de su autoridad respectiva, cara a la misión que Dios les ha confiado. Mienten –¡así: mienten!– los que afirman lo contrario. Son los mismos que, en aras de una falsa libertad, querrían “amablemente” que los católicos volviéramos a las catacumbas. (Surco, 301)
10 de agosto
Esclavitud por esclavitud -si, de todos modos, hemos de servir, pues, admitiéndolo o no, ésa es la condición humana-, nada hay mejor que saberse, por Amor, esclavos de Dios. Porque en ese momento perdemos lsituación de esclavos, para convertirnos en amigos, en hijos. Y aquí se manifiesta la diferencia: afrontamos las honestas ocupaciones del mundo con la misma pasión, con el mismo afán que los demás, pero con paz en el fondo del alma; con alegría y serenidad, también en las contradicciones: que no depositamos nuestra confianza en lo que pasa, sino en lo que permanece para siempre, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
¿De dónde nos viene esta libertad? De Cristo, Señor Nuestro. Esta es la libertad con la que Él nos ha redimido. Por eso enseña: si el hijo os alcanza la libertad, seréis verdaderamente libres. Los cristianos no tenemos que pedir prestado a nadie el verdadero sentido de este don, porque la única libertad que salva al hombre es cristiana.
Me gusta hablar de aventura de la libertad, porque así se desenvuelve vuestra vida y la mía.
Libremente -como hijos, insisto, no como esclavos-, seguimos el sendero que el Señor ha señalado para cada uno de nosotros. Saboreamos esta soltura de movimientos como un regalo de Dios.
(…) Somos responsables ante Dios de todas las acciones que realizamos libremente. No caben aquí anonimatos; el hombre se encuentra frente a su Señor, y en su voluntad está resolverse a vivir como amigo o como enemigo. Así empieza el camino de la lucha interior, que es empresa para toda la vida, porque mientras dura nuestro paso por la tierra ninguno ha alcanzado la plenitud de su libertad. (Amigos de Dios, 35-36)
Acerca del motu proprio relativo a las prelaturas personales
Sobre la modificación de los cánones 295-296 relativos a las prelaturas personales.
08/08/2023
Con fecha de hoy el Santo Padre Francisco, a través de una Carta Apostólica en forma de “Motu Proprio” (traducción no oficial) ha introducido modificaciones en los cánones 295-296 relativos a las prelaturas personales. Se trata de una aplicación de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, con la que se procedía a la reorganización de la curia romana.
Estudiaremos qué consecuencias puedan tener estas modificaciones para la configuración jurídica del Opus Dei, también en el marco de los trabajos que se están realizando con el Dicasterio del Clero sobre la adaptación de los Estatutos requerida en el Motu proprio Ad charisma tuendum, en un clima de comunión con el Santo Padre.
Carta apostólica en forma de Motu Proprio del Sumo Pontífice Francisco con la cual se modifican los cánones 295-296 sobre las prelaturas personales
[Traducción no oficial del original en latín e italiano]
Las prelaturas personales son mencionadas por primera vez por el Concilio Vaticano II en el Decreto Presbyterorum Ordinis, n. 10, a propósito de la distribución de los presbíteros, en el contexto de la solicitud por todas las Iglesias.
Este espíritu es retomado por el mismo Concilio en el Decreto Ad gentes, que afirma: «donde, para facilitar determinadas obras pastorales referidas a diversos grupos sociales, se prevé la erección de prelaturas personales, según lo exija el recto ejercicio del apostolado» (nota 105).
El Motu Proprio Ecclesiae Sanctae (6 de agosto de 1966), en el artículo dedicado a la «Distribución del clero y ayudas que se han de prestar a las diócesis», a propósito de las Prelaturas recuerda: «para favorecer iniciativas pastorales o misioneras especiales en favor de determinadas regiones o grupos sociales, necesitados de una ayuda especial, pueden ser erigidas con provecho por la Sede Apostólica Prelaturas compuestas por sacerdotes del clero secular, poseedores de una formación particular, dotados de estatutos propios y bajo la dirección de su propio Prelado» (I,4).
En el Código de Derecho Canónico de 1983, en línea con este punto de vista, las Prelaturas personales se sitúan en el Libro II, en el Título IV de la Parte I, donde tratan de «los fieles cristianos», entre los «ministros sagrados o clérigos» (Título III) y las «asociaciones de fieles» (Título V).
Considerando que con la Constitución Apostólica Praedicate evangelium (19 de marzo de 2022), art. 117, la competencia sobre las prelaturas personales fue transferida al Dicasterio para el Clero, del que dependen también las asociaciones clericales públicas con facultad de incardinar clérigos (art. 118, 2);
Considerando el canon 265 y el art. 6 del M.P. Ad charisma tuendum (14 de julio de 2022)
Establezco lo siguiente:
Art. 1
Al canon 295, § 1, relativo a los estatutos y al Prelado, se añade que la Prelatura personal se «asimila a las asociaciones clericales públicas de derecho pontificio con facultad de incardinar clérigos», que sus estatutos pueden ser «aprobados o emanados por la Sede Apostólica» y que el Prelado actúa «como Moderador, dotado de las facultades de un Ordinario», resultando que el canon en cuestión queda formulado como sigue:
Can. 295, § 1. Praelatura personalis, quae consociationibus publicis clericalibus iuris pontificii cum facultate incardinandi clericos assimilatur, regitur statutis ab Apostolica Sede probatis vel emanatis eique praeficitur Praelatus veluti Moderator, facultatibus Ordinarii praeditus, cui ius est nationale vel internationale seminarum erigere necnon alumnos incardinare, eosque titulo servitii praelaturae ad ordines promovere.
[Can. 295, § 1. La prelatura personal, que se asimila a las asociaciones clericales públicas de derecho pontificio con capacidad para incardinar clérigos, se rige por estatutos aprobados o emanados por la Sede Apostólica y su gobierno se confía a un Prelado como Moderador, dotado de las facultades de un Ordinario, que tiene el derecho de establecer seminarios nacionales o internacionales e incardinar alumnos, y promoverlos a las órdenes con el título de servicio de la prelatura.]
Art. 2
El canon 295 § 2, relativo a las responsabilidades del Prelado en la formación y sostenimiento de los clérigos incardinados en la prelatura, se especifica que actúa «como Moderador, dotado de las facultades de un Ordinario», dando lugar al canon formulado del siguiente modo:
Can. 295, § 2. Utpote Moderator facultatibus Ordinarii praeditus, Praelatus prospicere debet sive spirituali institutioni illorum, quos titulo praedicto promoverit, sive eorundem decorae sustentationi.
[Can. 295, § 2. Como Moderador dotado de las facultades de un Ordinario, el Prelado debe cuidar de la formación espiritual de los ordenados con el mencionado título así como de su conveniente sustento.]
Art. 3
Al canon 296, relativo a la participación de los laicos en las actividades apostólicas de la prelatura personal, se añade la referencia al canon 107, resultando el canon formulado así:
Can. 296. Servatis can. 107 praescriptis, conventionibus cum praelatura initis, laici operibus apostolicis praelaturae personalis sese dedicare possunt; modus vero huius organicae cooperationis atque praecipua officia et iura cum illa coniuncta in statutis apte determinentur.
[Can. 296. Respetando el can. 107, mediante acuerdos establecidos con la prelatura, los laicos pueden dedicarse a las obras apostólicas de la prelatura personal; pero ha de determinarse adecuadamente en los estatutos el modo de esta cooperación orgánica y los principales deberes y derechos anejos a ella.]
Lo establecido por esta Carta Apostólica en forma de Motu Proprio, ordeno que sea firme y estable en su vigencia, no obstante cualquier cosa en contrario, aunque merezca especial mención, y que sea promulgada en L’Osservatore Romano, entrando en vigor el día de su publicación, e incluida después en el comentario oficial de las Acta Apostolicae Sedis.
Dado en Roma, junto a San Pedro, en la memoria de Santo Domingo, el día 8 de agosto de 2023, undécimo del Pontificado.
FRANCISCO
Libro electrónico “Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023”
Publicamos el libro electrónico con las intervenciones y homilías del Papa Francisco durante la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa 2023.
08/08/2023
ePub ► Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023
PDF ► Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023
Google Play Books ► Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023
Apple Books ► Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023
Especial Jornada Mundial de la Juventud: Un kit con todo lo que necesitas para preparar y vivir mejor la JMJ, tanto si viajas a Lisboa, como si la sigues desde casa.
Miércoles, 2 de agosto de 2023
Jueves, 3 de agosto de 2023
—Encuentro con los jóvenes universitarios en la Universidad Católica Portuguesa.
—Encuentro con los jóvenes de Scholas Occurrentes en la Sede de Scholas Occurrentes de Cascais.
—Ceremonia de acogida en el Parque Eduardo VII.
Viernes, 4 de agosto de 2023
—Vía Crucis con los jóvenes en el Parque Eduardo VII.
Sábado, 5 de agosto de 2023
—Vigilia con los jóvenes en el Parque Tejo.
Domingo, 6 de agosto de 2023
—Santa Misa para la Jornada Mundial de la Juventud en el Parque Tejo. Ángelus.
—Encuentro con los voluntarios de la JMJ en el Paseo marítimo de Algés.
Jornada Mundial de la Juventud, 2 de agosto de 2023
Encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático en el Centro Cultural de Belém
Señor Presidente de la República,
señor Presidente de la Asamblea de la República,
señor Primer Ministro,
miembros del Gobierno y del Cuerpo diplomático,
autoridades, representantes de la sociedad civil y del mundo de la cultura,
señoras y señores:
Saludo cordialmente a todos ustedes y agradezco al señor Presidente la bienvenida y las cordiales palabras que me ha dirigido —es muy acogedor el Presidente, ¡gracias! Me siento contento de estar en Lisboa, ciudad de encuentro que abraza diferentes pueblos y culturas, y que en estos días se vuelve todavía más universal; se transforma, de alguna manera, en la capital del mundo, la capital del futuro, porque los jóvenes son el futuro. Esto se ajusta bien a su carácter multiétnico y multicultural ―pienso en el barrio Mouraria, donde viven en armonía personas provenientes de más de sesenta países―, y descubre el rasgo cosmopolita de Portugal, que ahonda sus raíces en el deseo de abrirse al mundo y explorarlo, navegando hacia horizontes nuevos y más amplios.
No lejos de este lugar, en Cabo da Roca, hay un monumento con una lápida que lleva esculpida una frase de un gran poeta de esta ciudad: «Aqui… onde a terra se acaba e o mar começa» (L. Vaz de Camões, Os Lusíadas, III, 20). Durante siglos se creyó que allí terminaba el mundo, y en cierto modo es verdad; estamos en el fin del mundo porque este país limita con el océano, que delimita los continentes. Lisboa lleva el abrazo y la fragancia de este océano, por eso también yo me uno a este canto que aman los portugueses: «Lisboa tem cheiro de flores e de mar» (A. Rodrigues, Cheira bem, cheira a Lisboa, 1972). Un mar que es mucho más que un elemento paisajístico, es una vocación impresa en el alma de cada portugués: «mar sonoro, mar sem fundo, mar sem fin» como lo llamó una de vuestras poetisas (S. de Mello Breyner Andresen, Mar sonoro). Frente al océano, los portugueses reflexionan sobre los inmensos espacios del alma y el sentido de la vida en el mundo. Y yo también, dejándome llevar por la imagen del océano, quisiera compartir algunos pensamientos.
Según la mitología clásica, Océano es hijo del cielo (Urano); su inmensidad mueve a los mortales a mirar hacia lo alto y a elevarse hacia el infinito. Pero Océano también es hijo de la tierra (Gea) que abraza, invitándonos, de esta manera, a arropar con la ternura a todo el mundo habitado. Es así, el océano no une solamente pueblos y países, sino también tierras y continentes; por eso Lisboa, ciudad del océano, nos recuerda la importancia del conjunto, el valor de las fronteras como zonas de contacto, no como barreras que separan. Sabemos que los grandes problemas de hoy en día son globales, pero a menudo experimentamos nuestra insuficiencia a la hora de responder a ellos, precisamente porque cuando nos enfrentamos a problemas comunes el mundo está dividido, o al menos no lo suficientemente cohesionado, incapaz de crear un único frente contra lo que nos perjudica a todos. Parece que las injusticias planetarias, las guerras, las crisis climáticas y migratorias corren más rápido que la capacidad, y a menudo la voluntad, de afrontar juntos estos retos.
Lisboa puede sugerirnos un cambio de ritmo. Aquí, en el 2007, se firmó el homónimo Tratado de reforma de la Unión Europea. Este afirma que «la Unión tiene como finalidad promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos» (Tratado de Lisboa por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea y el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea, art. 1,4/2.1); pero va más allá, al afirmar que «en sus relaciones con el resto del mundo […] contribuirá a la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible del planeta, la solidaridad y el respeto mutuo entre los pueblos, el comercio libre y justo, la erradicación de la pobreza y la protección de los derechos humanos» (art. 1,4/2.5). No son sólo palabras, sino hitos fundamentales para el camino de la comunidad europea, esculpidos en la memoria de esta ciudad. Este es el espíritu del conjunto, animado por el sueño europeo de un multilateralismo más amplio que el mero contexto occidental.
Según una etimología controvertida, el nombre de Europa derivaría de una palabra que indicaba la dirección hacia el oeste. Sin embargo, lo cierto es que Lisboa es la capital más occidental de Europa continental. Recuerda, por tanto, la necesidad de abrir vías de encuentro más amplias, como ya lo hace Portugal, especialmente en países de otros continentes que comparten la misma lengua. Espero que la Jornada Mundial de la Juventud sea, para el “viejo continente” —podemos decir el “anciano” continente—, un impulso de apertura universal, es decir, un impulso de apertura que lo haga más joven. Porque el mundo necesita a Europa, a la verdadera Europa; necesita de su papel de constructora de puentes y de paz en su parte oriental, en el Mediterráneo, en África y en Oriente Medio. De ese modo, Europa podrá aportar, dentro del escenario internacional, su originalidad específica, esbozada en el siglo pasado cuando, desde el crisol de los conflictos mundiales, encendió la chispa de la reconciliación, haciendo posible el sueño de construir el mañana con el enemigo de ayer, de abrir caminos de diálogo, itinerarios de inclusión, desarrollando una diplomacia de paz que apague los conflictos y alivie las tensiones, capaz de captar los más tenues signos de distensión y de leer entre las líneas más torcidas.
En el océano de la historia, estamos navegando en circunstancias críticas y tempestuosas, y percibimos la falta de rumbos valientes hacia la paz. Mirando con cariño sincero a Europa, en el espíritu de diálogo que la caracteriza, nos saldría espontáneo preguntarle: ¿hacia dónde navegas, si no ofreces procesos de paz, caminos creativos para poner fin a la guerra en Ucrania y a tantos conflictos que ensangrientan el mundo? Y de nuevo, ampliando el campo: ¿qué camino sigues, Occidente? Tu tecnología, que ha marcado el progreso y globalizado el mundo, por sí sola no es suficiente; menos aún las armas más sofisticadas, que no representan inversiones de futuro, sino el empobrecimiento del verdadero capital humano, el de la educación, la sanidad, el estado de bienestar. Es preocupante cuando uno lee que en muchos lugares se invierte continuamente en armamento, en lugar de hacerlo en el futuro de los hijos. Y esto es verdad. Me decía el ecónomo, hace algunos días, que la mejor rentabilidad de las inversiones está en la fabricación de armas. Se invierte más en las armas que en el futuro de los hijos. Sueño con una Europa, corazón de Occidente, que utilice su ingenio para apagar focos de guerra y encender luces de esperanza; una Europa que sepa reencontrar su alma joven, soñando con la grandeza del conjunto y yendo más allá de las necesidades de lo inmediato; una Europa que incluya a los pueblos y a las personas con su propia cultura, sin perseguir teorías ni colonizaciones ideológicas. Y esto nos ayudará a pensar en los sueños de los padres fundadores de la Unión europea, ¡ellos soñaban en grande!
El océano, inmensa extensión de agua, recuerda los orígenes de la vida. En el mundo desarrollado de hoy, paradójicamente, se ha convertido en una prioridad la defensa de la vida humana, puesta en peligro por las derivas utilitaristas que la usan y la desechan: la cultura del descarte de la vida. Pienso en tantos niños no nacidos y ancianos abandonados a su suerte; en la dificultad por acoger, proteger, promover e integrar a los que vienen de lejos y llaman a las puertas; en la soledad de muchas familias que luchan por traer al mundo y criar a sus hijos. También aquí se podría decir: ¿hacia dónde navegan, Europa y Occidente, con el descarte de los ancianos, los muros de alambre espigado, las tragedias en el mar y las cunas vacías? ¿Hacia dónde navegan? ¿Hacia dónde van si, ante el dolor de vivir, ofrecen remedios superficiales y equivocados, como el fácil acceso a la muerte, una solución de conveniencia que parece dulce, pero que en realidad es más amarga que las aguas del mar? Y pienso en tantas leyes rebuscadas sobre la eutanasia.
Lisboa, abrazada por el océano, nos da, sin embargo, motivos de esperanza, es ciudad de la esperanza. Un océano de jóvenes está inundando esta acogedora ciudad; y quisiera agradecer el gran trabajo y el generoso compromiso de Portugal para acoger un evento tan complejo de gestionar, pero fecundo en esperanza. Como se dice por estos lares: «Junto a la juventud, uno no envejece». Jóvenes de todo el mundo, que cultivan deseos de unidad, de paz y de fraternidad, jóvenes que sueñan nos desafían a hacer realidad sus sueños de bien. No están en las calles para gritar de rabia, sino para compartir la esperanza del Evangelio, la esperanza de la vida. Y si desde muchos sectores se respira hoy un clima de protesta e insatisfacción, terreno fértil para el populismo y las teorías conspirativas, la Jornada Mundial de la Juventud es una oportunidad para construir juntos. Reaviva el deseo de crear novedad, de hacerse a la mar y navegar juntos hacia el futuro. Me vienen a la mente unas palabras audaces de Pessoa: «Navegar es preciso; vivir no es preciso […]; lo que es necesario es crear» (Navegar é preciso). Pongámonos a trabajar, pues, con creatividad para construir juntos. Imagino tres laboratorios de esperanza en los que todos podemos trabajar juntos: el medio ambiente, el futuro y la fraternidad.
El medio ambiente. Portugal comparte con Europa muchos esfuerzos ejemplares para la protección de la creación. Pero el problema global sigue siendo extremadamente grave: los océanos se están calentando y sus profundidades sacan a la superficie la fealdad con la que hemos contaminado nuestra casa común. Estamos convirtiendo las grandes reservas de vida en vertederos de plástico. El océano nos recuerda que la vida humana está llamada a armonizarse con un entorno más grande que nosotros, que hay que cuidar, hay que cuidar con esmero, pensando en las generaciones más jóvenes. ¿Cómo podemos decir que creemos en los jóvenes, si no les damos un espacio sano para construir el futuro?
El segundo laboratorio es el futuro. Y el futuro son los jóvenes. Pero hay muchos factores que los desaniman, como la falta de trabajo, los ritmos frenéticos en los que están inmersos, el aumento del coste de la vida, la dificultad para encontrar vivienda y, lo que es aún más preocupante, el miedo a formar una familia y traer hijos al mundo. En Europa y, más en general, en Occidente, asistimos a una triste fase descendente de la curva demográfica. El progreso parece ser una cuestión de avances técnicos y de comodidades individuales, mientras que el futuro exige contrarrestar la disminución de la natalidad y el declive de las ganas de vivir. La buena política puede hacer mucho en este sentido, puede ser generadora de esperanza. No está llamada a detentar el poder, sino a dar a la gente la posibilidad de esperar. Está llamada, hoy más que nunca, a corregir los desequilibrios económicos de un mercado que produce riqueza, pero no la distribuye, empobreciendo a los individuos de recursos y certezas. Está llamada a redescubrirse como generadora de vida y de cuidado, a invertir con clarividencia en el futuro, en las familias y en los hijos, a promover alianzas intergeneracionales, en las que no se borre el pasado de un plumazo, sino que se fomenten los vínculos entre jóvenes y mayores. Esto lo debemos retomar: el diálogo entre jóvenes y mayores. A esto se refiere el sentimiento portugués de la saudade, que expresa una nostalgia, un deseo de bien ausente, que sólo renace en contacto con las propias raíces. Los jóvenes deben encontrar sus propias raíces en los ancianos. En este sentido es importante la educación, que no sólo puede impartir nociones técnicas para progresar económicamente, sino que está destinada a entrar en una historia, a transmitir una tradición, a valorar la necesidad religiosa del hombre y a fomentar la amistad social.
El último laboratorio de esperanza es la fraternidad, que nosotros cristianos aprendemos de Nuestro Señor Jesucristo. En muchas partes de Portugal, el sentido de vecindario y solidaridad están muy vivos. Sin embargo, en el contexto general de una globalización que nos acerca, pero sin darnos proximidad fraterna, todos estamos llamados a cultivar el sentido de la comunidad, empezando por la búsqueda de quienes viven a nuestro lado. Porque, como señaló Saramago, «lo que da verdadero sentido al encuentro es la búsqueda y es preciso andar mucho para alcanzar lo que está cerca» (Todos os nomes, 1997). ¡Qué hermoso es redescubrirnos como hermanos y hermanas, trabajar por el bien común, dejando atrás contrastes y diferencias de puntos de vista! También aquí tenemos a los jóvenes que, con su grito de paz y su deseo de vivir, nos llevan a derribar las rígidas barreras de pertenencia erigidas en nombre de opiniones y creencias diferentes. He sabido que aquí hay muchos jóvenes que cultivan el deseo de hacerse prójimos; pienso en la iniciativa Missão País, que lleva a miles de chicos y chicas a vivir en el espíritu del Evangelio experiencias de solidaridad misionera en zonas periféricas, especialmente en aldeas del interior del país, donde visitan a muchos ancianos que están solos, y esto es una “unción” para la juventud. Quisiera agradecer y animar, junto a las muchas personas de la sociedad portuguesa que se preocupan por los demás, a la Iglesia local, que hace tanto bien, sin protagonismos.
Hermanos y hermanas, sintámonos todos llamados, fraternalmente, a dar esperanza al mundo en que vivimos y a este magnífico país. Deus abençoe Portugal!
Vísperas con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, consagradas, seminaristas y agentes pastorales en el Monasterio de los Jerónimos
Queridos hermanos obispos,
queridos sacerdotes, diáconos, consagradas, consagrados, seminaristas,
queridos agentes pastorales, hermanos y hermanas: Boa tarde!
Me siento feliz de estar entre ustedes para vivir junto a tantos jóvenes la Jornada Mundial de la Juventud, pero también para compartir vuestro camino eclesial, vuestros cansancios y esperanzas. Agradezco a Mons. José Ornelas Carvalho las palabras que me ha dirigido; deseo rezar con ustedes para que, como ha dicho, podamos ser, junto con los jóvenes, audaces en abrazar "el sueño de Dios y encontrar caminos para una participación alegre, generosa y transformadora, para la Iglesia y la humanidad". Y esto no es chiste, es un programa.
Me rodea la belleza de este país, tierra de paso entre el pasado y el futuro, lugar de antiguas tradiciones y de grandes cambios, adornado por valles exuberantes, playas doradas que se asoman a la hermosura sin límites del océano, que bordea Portugal. Esto me evoca el entorno de la llamada de Jesús a los primeros discípulos, a orillas del mar de Galilea. Quisiera detenerme en esta llamada, que pone de manifiesto lo que acabamos de escuchar en la Lectura breve de Vísperas: el Señor nos ha salvado, nos ha llamado no por nuestras obras, sino por su gracia (cf. 2 Tm 1,9). Esto sucedió en la vida de los primeros discípulos cuando Jesús, pasando, «vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban lavando las redes» (Lc 5,2). Entonces Jesús subió a la barca de Simón y, después de haber hablado a la multitud, cambió la vida de aquellos pescadores invitándolos a remar mar adentro y a echar las redes. Vemos inmediatamente un contraste: por una parte, los pescadores bajan de la barca para lavar las redes, es decir, para limpiarlas, conservarlas bien y volver a casa; por otra parte, Jesús sube a la barca e invita a echar de nuevo las redes para la pesca. Resaltan las diferencias: los discípulos bajan, Jesús sube; ellos quieren guardar las redes, Él quiere que se echen nuevamente al mar para la pesca.
En primer lugar, están los pescadores que bajan de la barca para lavar las redes. Esta es la escena que se presenta ante los ojos de Jesús y Él se detiene precisamente allí. Hacía poco que había comenzado su predicación en la sinagoga de Nazaret, pero sus compatriotas lo habían empujado fuera de la ciudad e incluso habían intentado matarlo (cf. Lc 4,28-30). Entonces Él salió del lugar sagrado y comenzó a predicar la Palabra entre la gente, en las calles donde las mujeres y los hombres de su tiempo se afanaban cada día. A Cristo lo que le interesa es llevar la cercanía de Dios, precisamente a los lugares y las situaciones donde las personas viven, luchan, esperan, a veces teniendo entre las manos fracasos y frustraciones, justamente como esos pescadores que durante la noche no habían sacado nada. Jesús mira con ternura a Simón y a sus compañeros que, cansados y amargados, lavan sus redes, realizando un gesto repetitivo, automático, pero también lleno de fatiga y resignación: no quedaba más que volver a casa con las manos vacías.
A veces, en nuestro camino eclesial, podemos experimentar un cansancio similar. Cansancio. Alguien decía: "Temo al cansancio de los buenos". Un cansancio cuando nos parece que entre las manos sólo tenemos redes vacías. Es un sentimiento bastante difundido en los países de antigua tradición cristiana, afectados por muchos cambios sociales y culturales, y cada vez más marcados por el secularismo, por la indiferencia hacia Dios y por un creciente distanciamiento de la práctica de la fe. Y aquí está el peligro que entra la mundanidad. Y esto a menudo se acentúa por la desilusión o la rabia que algunos alimentan en relación a la Iglesia, en algunos casos por nuestro mal testimonio y por los escándalos que han desfigurado su rostro, y que llaman a una purificación humilde, constante, partiendo del grito de dolor de las víctimas, que siempre han de ser acogidas y escuchadas. Pero, cuando uno se siente desanimado —y cada uno de ustedes piense en qué momento han sentido el desánimo—, el riesgo es bajar de la barca y quedar atrapado en las redes de la resignación y del pesimismo. En cambio, confiemos en que Jesús continúa tendiendo la mano, sosteniendo a su amada Esposa. Llevemos al Señor nuestras fatigas y nuestras lágrimas, para poder afrontar las situaciones pastorales y espirituales, dialogando entre nosotros con apertura de corazón para experimentar nuevos caminos a seguir. Cuando estamos desanimados, conscientes o no del todo conscientes, nos "jubilamos", nos "jubilamos" del celo apostólico, lo vamos perdiendo, y nos transformamos en "funcionarios de lo sagrado". Es muy triste cuando una persona que ha consagrado su vida a Dios se transforma en "funcionario", en mero administrador de las cosas. Es muy triste.
En efecto, apenas los apóstoles bajan a lavar los instrumentos utilizados, Jesús sube a la barca y luego los invita a echar nuevamente las redes. En el momento del desánimo, momento de la "jubilación", dejemos que Jesús suba a la barca de nuevo, con la ilusión del primer tiempo, esa ilusión que debe ser revivida, reconquistada, re-editada. Él viene a buscarnos en nuestras soledades, en nuestras crisis, para ayudarnos a recomenzar. La espiritualidad del recomienzo. No le tengan miedo. Así es la vida: caer y recomenzar, aburrirse y recibir de nuevo la alegría. Recibir esa mano de Jesús. También hoy pasa por las orillas de la existencia para reavivar la esperanza y decirnos también a nosotros, como a Simón y a los otros: «Navega mar adentro y echen las redes» (Lc 5,4). Y cuando se pierde la ilusión, nos salen mil justificativos para no echar las redes, pero sobre todo esa resignación amarga, que es como un gusano que corroe el alma. Hermanos y hermanas, lo que vivimos es ciertamente un tiempo difícil, lo sabemos, pero el Señor hoy pregunta a esta Iglesia: "¿Quieres bajar de la barca y hundirte en la desilusión, o dejarme subir y permitir que sea una vez más la novedad de mi Palabra la que lleve el timón? A ti, sacerdote, consagrado, consagrada, obispo: ¿te conformas sólo con el pasado que tienes detrás o te atreves a echar nuevamente con entusiasmo las redes para la pesca?". Esto es lo que nos pide el Señor: que reavivemos la inquietud por el Evangelio.
Cuando uno se va acostumbrando y se va aburriendo y la misión se transforma en una especie de "empleo", es el momento de dejar lugar a esa segunda llamada de Jesús, que nos llama de nuevo, siempre. Nos llama para hacernos caminar, nos llama para rehacernos.No le tengan miedo a esa segunda llamada de Jesús. No es ilusión, es Él que vuelve a golpear la puerta. Y podemos decir que esta es la inquietud "buena", cuando nos dejamos seducir por la segunda llamada de Jesús, esa es la inquietud buena, que la inmensidad del océano les entrega a ustedes portugueses: ir más allá de la orilla, no para conquistar el mundo —ni para pescar bacalaos—, sino para animarlo con la consolación y la alegría del Evangelio. En esta óptica se pueden leer las palabras de uno de sus grandes misioneros, el Padre António Vieira, llamado "Paiaçu", padre grande. Él decía que Dios les ha dado una pequeña tierra para nacer; pero, haciéndolos asomarse al océano, les ha dado el mundo entero para morir: «Para nacer, poca tierra; para morir, toda la tierra; para nacer, Portugal; para morir, el mundo» (A. Vieira, Homilías, Vol. III, Tomo VII, Porto 1959, p. 69). Echar de nuevo las redes y abrazar al mundo con la esperanza del Evangelio: ¡a esto estamos llamados! No es tiempo de detenerse, no es tiempo de rendirse, no es tiempo de amarrar la barca en tierra o de mirar atrás; no tenemos que evadir este tiempo porque nos da miedo y refugiarnos en formas y estilos del pasado. No, este es el tiempo de gracia que el Señor nos da para aventurarnos en el mar de la evangelización y de la misión.
Pero, para poder hacerlo, también necesitamos tomar decisiones. Quisiera indicarles tres decisiones, inspiradas en el Evangelio.
En primer lugar, navegar mar adentro. Esa magnanimidad. ¡No sean pusilánimes! Navegar mar adentro, para echar nuevamente las redes al mar, es necesario dejar la orilla de las desilusiones y del inmovilismo, tomar distancia de esa tristeza dulzona y de ese cinismo irónico que tantas veces nos asaltan frente a las dificultades. Tristeza dulzona, cinismo irónico. Examinemos la conciencia sobre esto. Recuperar la ilusión, pero en una segunda edición de la ilusión, la ilusión ya madura, la ilusión que viene de fracaso o aburrimiento. No es fácil recuperar la ilusión adulta. Es necesario hacerlo para pasar del derrotismo a la fe, como Simón que, aun habiendo trabajado en vano toda la noche, afirmó: «Si tú lo dices, echaré las redes» (Lc 5,5). Pero, para confiar cada día en el Señor y en su Palabra, no son suficientes las palabras, se necesita mucha oración. Yo quisiera aquí hacer una pregunta, pero cada uno se la responde adentro: ¿cómo rezo yo? ¿Como un loro, bla, bla, bla, o durmiendo la siesta adelante del Sagrario porque no sé cómo hablar con el Señor? ¿Rezo? ¿Cómo rezo? Sólo en adoración, sólo ante el Señor se recuperan el gusto y la pasión por la evangelización. Y curiosamente, la oración de adoración la hemos perdido; y todos, sacerdotes, obispos, consagradas, consagrados, tienen que recuperarla, ese estar en silencio delante del Señor. La Madre Teresa, metida en tantas cosas de la vida, nunca dejó la adoración, aun en los momentos en que su fe tambaleaba y se preguntaba si era todo verdad o no. Momento de la oscuridad, que también lo pasó Teresita del Niño Jesús. Entonces, en la oración se supera la tentación de llevar adelante una "pastoral de la nostalgia y de los lamentos". En un convento había una monja —esto es histórico— que se lamentaba de todo, y no sé qué nombre tenía, pero las monjas le cambiaron el nombre y la llamaban "Sor Lamentela". ¡Cuántas veces nuestras impotencias, nuestras desilusiones las transformamos en lamentelas! Y dejando esas lamentelas, se toma otra vez la fuerza para navegar mar adentro, sin ideologías, sin mundanidad. La mundanidad espiritual que se nos mete y de la cual se engendra el clericalismo. Clericalismo no solo de los curas: los laicos clericalizados son peores que los curas. Ese clericalismo que nos arruina. Y como decía un gran maestro espiritual, esa mundanidad espiritual —que provoca el clericalismo— es uno de los males más graves que puede suceder a la Iglesia. Superar esas dificultades sin ideologías, sin mundanidad, animados por un único deseo: que el Evangelio llegue a todos. Ustedes tienen muchos ejemplos en este camino y, visto que estamos rodeados de jóvenes, quisiera recordar a un joven de Lisboa, san Juan de Brito, era un muchacho de aquí, que hace siglos, en medio de muchas dificultades, se fue para la India y empezó a hablar y a vestirse del mismo modo de los que encontraba con tal de anunciar a Jesús. También nosotros estamos llamados a sumergir nuestras redes en el tiempo en que vivimos, a dialogar con todos, a hacer comprensible el Evangelio, aun cuando para hacerlo podamos correr el riesgo de alguna tormenta. Como los jóvenes que vienen aquí de todo el mundo para desafiar las olas gigantes, también nosotros vayamos mar adentro sin miedo; no tengamos miedo de afrontar el mar abierto, porque en medio de la tormenta y de los vientos contrarios, Jesús viene y viene a nuestro encuentro y nos dice: «Tranquilícense, soy yo; no teman» (Mt 14,27). ¿Cuántas veces hemos tenido esa experiencia? Cada uno se contesta adentro. Y si no la hemos tenido, es porque algo falló durante la tormenta.
Una segunda decisión: llevar adelante juntos la pastoral, todos juntos. En el texto Jesús confía a Pedro la tarea de navegar mar adentro, pero después habla en plural, diciendo «echen las redes» (Lc 5,4). Pedro guía la barca, pero en la barca están todos y todos están llamados a echar las redes. Todos. Y cuando recogen una gran cantidad de peces, no creen que pudieran hacerlo solos, no administran el don como posesión y propiedad privada, sino que —dice el Evangelio— «hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos» (Lc 5,7). Y así llenaron dos barcas de peces. Uno significa soledad, cerrazón, pretensión de autosuficiencia, dos significa relación. La Iglesia es sinodal, es comunión, ayuda recíproca, camino común. A esto tiende el Sínodo en curso, que tendrá su primer momento asambleario en el próximo mes de octubre. En la barca de la Iglesia tiene que haber lugar para todos: todos los bautizados están llamados a subir en ella y a echar las redes, comprometiéndose personalmente en el anuncio del Evangelio. Y no olviden esta palabra: todos, todos, todos. A mí me toca mucho el corazón cuando tengo que decir como abrir perspectivas apostólicas, aquel pasaje del Evangelio en el que no van a la fiesta de bodas del hijo y está todo preparado. ¿Y qué dice el señor, el señor de la fiesta qué dice? "Vayan a los confines y traigan a todos, todos, todos, todos: sanos, enfermos, chicos y grandes, buenos y pecadores. Todos". Que la Iglesia no sea una aduana para seleccionar a quienes entran y no. Todos, cada uno con su vida a cuestas, con sus pecados, pero como está, delante de Dios, como está, delante de la vida… Todos. Todos. No pongamos aduanas en la Iglesia. Todos. Y es un gran desafío, especialmente en los contextos en que los sacerdotes y los consagrados están cansados porque, mientras las exigencias pastorales aumentan, ellos son cada vez menos. Sin embargo, en esta situación podemos ver una ocasión para involucrar, con impulso fraterno y sana creatividad pastoral, a los laicos. Las redes de los primeros discípulos, entonces, se convierten en una imagen de la Iglesia, que es una "red de relaciones" humanas, espirituales y pastorales. Si no hay diálogo, si no hay corresponsabilidad, si no hay participación, la Iglesia envejece. Quisiera decirlo así: jamás un obispo sin su presbiterio y el Pueblo de Dios; jamás un sacerdote sin sus compañeros; y todos unidos como Iglesia —sacerdotes, religiosas, religiosos y fieles laicos—, nunca sin los otros, nunca sin el mundo. Sin mundanidad, eso sí, pero no sin el mundo. En la Iglesia nos ayudamos, nos sostenemos mutuamente y estamos llamados a difundir también fuera un clima constructivo de fraternidad. Por otra parte, san Pedro escribe que somos las piedras vivas empleadas para la construcción de un edificio espiritual (cf. 1 P 2,5). Quisiera agregar: ustedes, fieles portugueses, son también una "calçada", son las piedras valiosas de ese suelo acogedor y resplandeciente sobre el cual el Evangelio necesita caminar; ni una piedra puede faltar, de lo contrario se nota inmediatamente. ¡Esta es la Iglesia que, con la ayuda de Dios, estamos llamados a construir!
Por último, la tercera decisión: ser pescadores de hombres. No tengan miedo. Eso no es hacer proselitismo, es anunciar el Evangelio que provoca. En esta imagen tan linda de Jesús, ser pescadores de hombres, Jesús confía a los discípulos la misión de navegar en el mar del mundo. Con frecuencia el mar, en la Escritura, está asociado al lugar del mal y de las fuerzas desfavorables que los hombres no logran dominar. Por eso, pescar personas y sacarlas del agua significa ayudarlas a salir del abismo donde se habían hundido, salvarlas del mal que amenaza con ahogarlas, resucitarlas de toda forma de muerte. Pero esto sin proselitismo, sino con amor. Y una de las señales de algunos movimientos eclesiales que están andando mal es el proselitismo. Cuando un movimiento eclesial o una diócesis, o un obispo, o un cura, o una monja o un laico hace proselitismo, eso no es cristiano. Cristiano es invitar, acoger, ayudar, pero sin proselitismo. El Evangelio, en efecto, es un anuncio de vida en el mar de la muerte, de libertad en los torbellinos de la esclavitud, de luz en el abismo de las tinieblas. Como afirma san Ambrosio, «los instrumentos de la pesca apostólica son como las redes; en efecto, las redes no causan la muerte del que queda atrapado, sino que lo guardan con vida, lo sacan de los abismos a la luz» (Exp. Luc. IV, 68-79). Hay muchos abismos en la sociedad de hoy, también aquí en Portugal, en todas partes. Tenemos la sensación de que falta el entusiasmo, la valentía de soñar, la fuerza de afrontar los desafíos, la confianza en el futuro; y, mientras tanto, navegamos en la incertidumbre, en la precariedad, sobre todo económica, en la pobreza de amistad social, en la falta de esperanza. A nosotros, como Iglesia, se nos ha confiado la tarea de sumergirnos en las aguas de este mar echando la red del Evangelio, sin señalar con el dedo, sin acusar, sino llevando a las personas de nuestro tiempo una propuesta de vida, la de Jesús: llevar la acogida del Evangelio, invitarlos a la fiesta, a una sociedad multicultural; llevar la cercanía del Padre a las situaciones de precariedad, de pobreza que aumentan, sobre todo entre los jóvenes; llevar el amor de Cristo allí donde la familia es frágil y las relaciones están heridas; transmitir la alegría del Espíritu allí donde reinan la desmoralización y el fatalismo. Uno de vuestros poetas escribió: «Para llegar al infinito, y creo que se puede llegar allí, es preciso que tengamos un puerto, uno sólo, firme, y partir de él hacia lo Indefinido» (F. Pessoa, Livro do Desassossego, Lisboa 1998, 247).¡Soñamos la Iglesia portuguesa como un "puerto seguro" para quienes afrontan las travesías, los naufragios y las tormentas de la vida!
Queridos hermanos y hermanas: a todos, laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes, obispos, a todos, a todos: no tengan miedo, echen las redes. No vivan acusando "esto es pecado" esto aquí que no es pecado. Vengan todos, después hablamos, pero que sientan primero la invitación de Jesús y después viene el arrepentimiento, después viene esa cercanía de Jesús. Por favor, no conviertan a la Iglesia en una aduana: acá se entra, los justos, los que están bien, los que están bien casados y ahí afuera todos los demás. No. La Iglesia no es eso. Justos y pecadores, buenos y malos, todos, todos, todos. Y después, que el Señor nos ayude a arreglar ese asunto. Pero todos. Les agradezco de corazón, hermanos y hermanas, esta escucha —que por ahí fue aburrida—; les agradezco todo lo que hacen, el ejemplo, sobre todo el ejemplo escondido, y la constancia, ese levantarse todos los días para empezar de nuevo o para continuar lo empezado. Como dicen ustedes: Muito obrigado! Por lo que hacen… Y los encomiendo a la Virgen de Fátima, a la custodia del ángel de Portugal y a la protección de sus grandes santos; especialmente, aquí en Lisboa, de san Antonio, apóstol incansable —que se lo roban los de Padua—, predicador inspirado, discípulo del Evangelio atento a los males de la sociedad y lleno de compasión por los pobres; que San Antonio interceda por ustedes y les alcance la alegría de una nueva pesca milagrosa. Después me cuentan. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.
Jornada Mundial de la Juventud, 2 de agosto de 2023
Encuentro con los jóvenes universitarios en la Universidad Católica Portuguesa
Queridos hermanos y hermanas: Bom dia!
Gracias, señora Rectora, por sus palabras. Obrigado. Ha dicho que todos nos sentimos “peregrinos”. Es una hermosa palabra, cuyo significado merece ser reflexionado. Literalmente significa dejar de lado la rutina cotidiana y ponernos en camino con un propósito, moviéndonos “a través de los campos” o “más allá de los confines”, es decir, fuera de la propia zona de confort, hacia un horizonte de sentido. En el término “peregrino” vemos reflejada la conducta humana, porque cada uno está llamado a confrontarse con grandes preguntas que no tienen respuesta, [no tienen] una respuesta simplista o inmediata, sino que invitan a emprender un viaje, a superarse a sí mismos, a ir más allá. Es un proceso que un universitario comprende bien, porque así nace la ciencia. Y así crece también la búsqueda espiritual. Peregrino es caminar hacia una meta o buscando una meta. Siempre está el peligro de caminar en un laberinto, donde no hay meta. Tampoco hay salida. Desconfiemos de las fórmulas prefabricadas —son laberínticas—, desconfiemos de las respuestas que parecen estar al alcance de la mano, de esas respuestas sacadas de la manga como cartas de juego trucadas; desconfiemos de esas propuestas que parece que lo dan todo sin pedir nada. Desconfiemos. La desconfianza es un arma para poder caminar adelante y no seguir dando vueltas. Una de las parábolas de Jesús dice que el que encuentra la perla de gran valor es aquel que la busca con inteligencia y con espíritu de iniciativa, y lo da todo, arriesga todo lo que tiene para obtenerla (cf. Mt 13,45-46). Buscar y arriesgar: estos son los dos verbos del peregrino. Buscar y arriesgar.
Pessoa dijo, de un modo atribulado pero acertado, que «estar insatisfecho es ser hombre» (O Quinto Império, en Mensagem). No debemos tener miedo de sentirnos inquietos, de pensar que lo que hemos hecho no basta. Estar insatisfechos —en este sentido y en su justa medida—, es un buen antídoto contra la presunción de autosuficiencia y contra el narcisismo. El carácter incompleto define nuestra condición de buscadores y peregrinos, como dice Jesús, “estamos en el mundo, pero no somos del mundo” (cf. Jn 17,16). Estamos caminando “hacia”. Estamos llamados a algo más, a un despegue sin el cual no hay vuelo. No nos alarmemos, entonces, si nos encontramos interiormente sedientos, inquietos, incompletos, deseosos de sentido y de futuro, com saudades do futuro! Y aquí, junto a las saudades de futuro no se olviden de mantener viva esa memoria del futuro. ¡No estamos enfermos, estamos vivos! Preocupémonos más bien cuando estamos dispuestos a sustituir el camino a recorrer por el detenernos en cualquier oasis —aunque esa comodidad sea un espejismo—; cuando sustituimos los rostros por las pantallas, lo real por lo virtual; cuando, en lugar de las preguntas que desgarran, preferimos las respuestas fáciles que anestesian; y las podemos encontrar en cualquier manual de trato social, de cómo comportarse bien. Las respuestas fáciles anestesian.
Amigos, permítanme decirles: busquen y arriesguen. En este momento histórico los desafíos son enormes, los quejidos dolorosos —estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedacitos—, pero abrazamos el riesgo de pensar que no estamos en una agonía, sino en un parto; no en el final, sino al comienzo de un gran espectáculo. Y hace falta coraje para pensar esto. Sean, por tanto, protagonistas de una “nueva coreografía” que coloque en el centro a la persona humana, sean coreógrafos de la danza de la vida. Las palabras de la señora Rectora han sido inspiradoras para mí, en particular cuando ha dicho que “la universidad no existe para preservarse como institución, sino para responder con valentía a los desafíos del presente y del futuro”. La autopreservación es una tentación, es un reflejo condicionado del miedo, que hace mirar la existencia de un modo distorsionado. Si las semillas se preservaran a sí mismas, desperdiciarían completamente su potencia generadora y nos condenarían al hambre; si los inviernos se preservaran a sí mismos, no existiría la maravilla de la primavera. Tengan, por tanto, la valentía de sustituir los miedos por los sueños; sustituyan los miedos por los sueños, ¡no sean administradores de miedos, sino emprendedores de sueños!
Sería un desperdicio pensar en una universidad comprometida en formar a las nuevas generaciones sólo para perpetuar el actual sistema elitista y desigual del mundo, en el que la instrucción superior es un privilegio para unos pocos. Si el conocimiento no es acogido como responsabilidad, se vuelve estéril. Si el que ha recibido una instrucción superior —que hoy, en Portugal y en el mundo, sigue siendo un privilegio— no se esfuerza por restituir algo de aquello con lo que ha sido beneficiado, en el fondo no ha comprendido lo que se le ha ofrecido. Me gusta pensar que en el Génesis las primeras preguntas que Dios hace al hombre son: «¿Dónde estás?» (3,9) y «¿Dónde está tu hermano?» (4,9). Nos hará bien preguntarnos, preguntémonos: ¿dónde estoy? ¿Estoy encerrado en mi burbuja o corro el riesgo de salir de mis seguridades para ser un cristiano practicante, un artesano de la justicia, un artesano de la belleza? Y también: ¿dónde está mi hermano? Experiencias de servicio fraterno como la Missão País, y tantas otras que nacen en el ámbito académico, deberían ser consideradas indispensables para quien pasa por la universidad. El título de estudio, en efecto, no puede ser visto sólo como una licencia para construir el bienestar personal, no, sino como un mandato para dedicarse a una sociedad más justa, una sociedad más inclusiva, es decir, más desarrollada. Me han dicho que una de vuestras grandes poetisas, Sophia de Mello Breyner Andresen, en una entrevista que es una especie de testamento, a la pregunta: “¿Qué le gustaría ver realizado en Portugal en este nuevo siglo?”, respondió sin vacilar: “Me gustaría que se realizase la justicia social, la disminución de las diferencias entre ricos y pobres” (Entrevista de Joaci Oliveira, en Cidade Nova, 3/2001). Les remito a ustedes esta pregunta. Ustedes, queridos estudiantes, peregrinos del saber, ¿qué quisieran ver realizado en Portugal y en el mundo? ¿Qué cambios, qué transformación? ¿Y de qué manera la universidad, sobre todo la católica, puede contribuir a esto?
Beatriz, Mahoor, Mariana, Tomás, les agradezco sus testimonios; tenían todos un tono de esperanza, una carga de entusiasmo realista, no había en ellos quejas ni tampoco ilusorias fugas hacia adelante. Ustedes quieren ser protagonistas, “protagonistas del cambio”, como ha dicho Mariana. Escuchándolos, he pensado en una frase que tal vez les es familiar, del escritor José de Almada Negreiros: «Soñé con un país donde todos llegaban a maestros» (A Invenção do Dia Claro). También este anciano que les habla —porque ya estoy viejo— sueña que vuestra generación sea una generación de maestros: maestros en humanidad, maestros en compasión, maestros en nuevas oportunidades para el planeta y sus habitantes, maestros de esperanza. Y maestros que defiendan la vida del planeta amenazada en este momento por una grave destrucción ecológica.
Como algunos de ustedes han evidenciado, debemos reconocer la urgencia dramática de hacernos cargo de la casa común. Sin embargo, esto no se puede hacer sin una conversión del corazón y un cambio en la visión antropológica que está en la base de la economía y de la política. No nos podemos conformar con simples medidas paliativas o con compromisos tímidos y ambiguos. En este caso, «los términos medios son sólo una pequeña demora en el derrumbe» (Carta enc. Laudato si’, 194). No olviden esto. Los términos medios son sólo una pequeña demora en el derrumbe. Se trata más bien de hacerse cargo de lo que, lamentablemente, sigue siendo postergado, es decir: la necesidad de redefinir lo que llamamos progreso y evolución. Porque, en nombre del progreso, se ha abierto el camino a una gran regresión. Estudien bien esto que les digo. En nombre del progreso, se ha abierto el camino hacia una gran regresión. Ustedes son la generación que puede vencer este desafío, tienen los instrumentos científicos y tecnológicos más avanzados, pero, por favor, no caigan en la trampa de visiones parciales. No olviden que necesitamos de una ecología integral; necesitamos escuchar el sufrimiento del planeta junto al de los pobres; necesitamos poner el drama de la desertificación en paralelo al de los refugiados, el tema de las migraciones junto al del descenso de la natalidad; necesitamos ocuparnos de la dimensión material de la vida dentro de una dimensión espiritual. No crear polarizaciones sino visiones de conjunto.
Gracias, Tomás, por haber dicho que “no es posible una auténtica ecología integral sin Dios”, que “no puede haber futuro en un mundo sin Dios”. Quisiera decirles que hagan creíble la fe a través de las decisiones. Porque si la fe no genera estilos de vida convincentes, no hace fermentar la masa del mundo. No basta con que un cristiano esté convencido, debe ser convincente. Nuestras acciones están llamadas a reflejar la belleza —a la vez alegre y radical— del Evangelio. Además, el cristianismo no puede plantearse como una fortaleza rodeada de muros, que alza sus bastiones frente al mundo. Por eso me pareció muy incisivo el testimonio de Beatriz, cuando dijo que precisamente “partiendo del ámbito de la cultura” se siente llamada a vivir las bienaventuranzas. En cada época, una de las tareas más importantes de los cristianos es recuperar el sentido de la encarnación. Sin la encarnación, el cristianismo se convierte en una ideología y la tentación de las ideologías cristianas, entre comillas, es muy actual; es la encarnación la que nos permite asombrarnos por la belleza que Cristo revela a través de cada hermano y hermana, de cada hombre y mujer.
A este propósito, es interesante que en la nueva cátedra dedicada a la “Economía de Francisco” ustedes hayan unido la figura de Clara. En efecto, la contribución femenina es indispensable. En el inconsciente colectivo cuántas veces está pensar que las mujeres son de segunda, son suplentes, no juegan de titulares. Y eso existe en el inconsciente colectivo. La contribución femenina es indispensable. Por lo demás, en la Biblia se ve cómo la economía de la familia está en buena parte en manos de la mujer. Ella, con su sabiduría, es la verdadera “regenta” de la casa, que no tiene como objetivo exclusivamente el beneficio, sino el cuidado, la convivencia, el bienestar físico y espiritual de todos, y además el poder compartir con los pobres y los forasteros. Y es apasionante emprender los estudios económicos desde esta perspectiva, con la intención de restituir a la economía la dignidad que le corresponde, para que no esté en manos del mercado salvaje y de la especulación.
La iniciativa del Pacto Educativo Global, y los siete principios que establecen su arquitectura, incluyen muchos de estos temas, desde el cuidado de la casa común hasta la plena participación de las mujeres, para llegar a la necesidad de encontrar nuevos modos de entender la economía, la política, el desarrollo y el progreso. Los invito a estudiar el Pacto Educativo Global, apasionarse por él. Uno de los puntos que trata es el de la educación en la acogida y la inclusión. Y no podemos fingir no haber oído las palabras de Jesús en el capítulo 25 de Mateo: «estaba de paso, y me alojaron» (v. 35). He seguido con emoción el testimonio de Mahoor, cuando ha evocado lo que significa vivir con “el sentimiento constante de la falta de un hogar, de una familia, de unos amigos […], de haber quedado sin casa, sin universidad, sin dinero […], cansada y exhausta y abatida por el dolor y las pérdidas”. Nos ha dicho que recuperó la esperanza porque algunos creyeron en el impacto transformador de la cultura del encuentro. Cada vez que alguien practica un gesto de hospitalidad, provoca una transformación.
Amigos, estoy muy contento de verlos como una comunidad educativa viva, abierta a la realidad, y conscientes de que el Evangelio no es un mero adorno, sino que anima las partes y el conjunto. Sé que vuestro itinerario comprende distintos ámbitos: el estudio, la amistad, el servicio social, la responsabilidad civil y política, el cuidado de la casa común y las expresiones artísticas. Ser una universidad católica quiere decir sobre todo esto: que cada elemento está en relación con el todo y que el todo se encuentra en las partes. De ese modo, mientras se adquieren las competencias científicas, se madura como personas, en el conocimiento de sí mismos y en el discernimiento del propio camino. Camino sí, laberinto no. Entonces, ¡adelante! Una tradición medieval cuenta que cuando los peregrinos del Camino de Santiago se cruzaban, uno saludaba al otro exclamando: “Ultreia”, y el otro respondía: “et Suseia”. Son expresiones de aliento para continuar la búsqueda y el riesgo de caminar, diciéndonos mutuamente: “¡Vamos, ánimo, sigue adelante!”. Y esto es lo que yo también deseo para todos ustedes con todo mi corazón. Gracias.
Encuentro con los jóvenes de Scholas Occurrentes en la Sede de Scholas Occurrentes de Cascais
Pregunta 1 (POR)
Bom dia! Scholas! Scholas! Scholas!
Quando me foi apresentado, não tive dúvidas em aceitar e abraçar porque é um espaço onde todos partilham as suas emoções e sentimentos. É um espaço onde cada um contribui com aquilo que tem, de valores éticos e morais para o bem estar da comunidade. Independentemente da sua religião ou origem. Sou guineense, da Guiné Bissau, e sou muçulmano. Mas sinto, sinto-me neste espaço. E, como sendo muçulmano, sinto obrigação e dever de me juntar e fazer parte deste movimento. Porque o que o islão também apela é a boa convivência entre as crenças, entre as diferentes crenças. E apela e zela pelo bem estar da comunidade. Apela para aquilo que devemos fazer, pelo cuidado que devemos ter com o próximo. E, por essa razão, gostaria de perguntar, o por que do Scholas ser um espaço onde todos se identificam e o por que de tanta diversidade para ter uma obra de arte? Obrigado.
Respuesta PAPA (ESP)
Scholas posibilita esto, que cada uno se sienta interpretado por el gran respeto, pero es un respeto no estático, dinámico, que pone en marcha para hacer cosas, para expresarse haciendo, como es esta pintura que, como me decía Del Corral, es una “Capilla Sixtina” pintada por ustedes.
(Aplausos)
Scholas te pone en marcha, Scholas te hace respetar al otro y escuchar al otro que tiene algo que decirte y escucharte a vos porque tenés algo que decirle. Scholas te muestra el camino hacia adelante y, si por ahí te quedás, te levanta y te hace ir adelante. Scholas es un encuentro, caminando. Todos, del país que seas, de la religión que seas, solo mirar adelante y caminar juntos. Y eso es constructivo como los tres kilómetros y medio de mural que ustedes han hecho para llegar acá.
(Aplausos)
Pregunta 2 (POR)
Eu queria seguir um pouco na direção da diversidade pra entrar no tema que foi a base dos nossos dois meses de trabalho que é o caos. Nós, enquanto grupo, e eu também individualmente, tivemos a oportunidade de visitar várias comunidades diferentes, várias pessoas diferentes, que são de religiões diferentes, são de culturas diferentes, e isso nos deu uma oportunidade grandiosa de aprofundar cada vez mais, não só dentro da própria pessoa, mas também de toda a comunidade que é descobrir o sentimento verdadeiro que elas tinham; as verdadeiras dores que elas sentiam; e, com isso, dar a oportunidade a elas de representarem tudo isso com uma pincelada, com uma linha no mural. Dar a oportunidade de se expressarem! E isso, querendo ou não, afeta a nós, toca o nosso coração, pra pensarmos: será que temos esse sentimento? Será que essas dores fazem parte de nós, do nosso convívio? Então, eu queria perguntar: o que seria da nossa existência sem o caos original? Obrigado.
Respuesta PAPA (ESP)
Vos decís “caos”. Está bien, es la crisis… ¿Sabés de dónde viene la palabra? Cuando se cosechaba el trigo, se va pasaba por una zaranda, se “cribaba”. Crisis – cribar. Y la crisis, en las personas, es eso: situaciones de la vida, acontecimientos, problemas orgánicos tuyos, o malhumor, o buen humor. Te hace cribar y vos tenés que elegir. Una vida sin crisis es una vida aséptica. ¿A vos te gusta tomar agua? ¿Te gusta? Si yo te doy agua destilada, vas a decir: “Es un asco”. Una vida sin crisis es como el agua destilada, no tiene sabor a nada, no sirve para nada, sino para guardarla en el ropero y cerrar la puerta.
Las crisis hay que asumirlas, hay que asumirlas y resolverlas, porque quedarse en la crisis tampoco es bueno porque es un suicidio continuo. Es como un estar girando y girando, ¿no? Las crisis hay que caminarlas, hay que asumirlas y raramente solo. Y eso también es importante en el grupo de Scholas: caminar juntos para enfrentar crisis juntos, resolver cosas juntos y seguir adelante, crecer juntos… Y bueno, ¡adelante! Aunque sea para comer una feijoada…
(Aplausos)
Pregunta 3 (POR)
Nestes dois últimos meses, trabalhamos muito para conseguir fazer o mural que viu lá fora. Mas, este mural, realmente representa o caos. O caos que, muitas vezes, quando o vivemos, e quando o vivemos de perto, não compreendemos e é uma grande confusão. Aparecem só linhas aleatórias. Mas, na verdade, é que chega um ponto em que nós nos distanciamos. E, nessa distância, começamos a conseguir ver formas, cores; começamos a conseguir ter um sentido neste caos, a conseguir a pensar mais do que aquilo que muitas vezes apenas vemos ou apenas sentimos, mas, sim, conseguimos expressá-lo. E, para mim, por exemplo, foi uma experiência muito grande porque também já vivi momentos de muito caos na minha vida – e acho que todos nós vivemos – e, a verdade é que, ao ouvir a história dos outros, estar verdadeiramente aberta para ouvir, para partilhar, para acolher todas estas pessoas que fizeram parte deste mural foi um privilégio para nós, acho que mais do que pra eles, pra nós que estamos aqui e facilitamos isso ter acontecido. E tudo isto porque buscamos esse sentido, e todos nós buscamos esse sentido profundo de perceber que é algo maior do que simplesmente estar aqui. E, então, queríamos perguntar-lhe […] enquanto passou, neste mural; o que sentiu, o que passou durante esta experiência até chegar aqui, ao coração, deste mural, e que realmente é simplesmente pra nós ou início ou o fim. Não sabemos.
E, antes de responder, queríamos também, em nome de todos, oferecer-lhe um pincel. Este pincel que representa todos nós.
Respuesta PAPA (ESP)
Es lindo lo que decís del caos. Había alguien que decía que la vida del hombre, nuestra vida humana, es hacer del caos un cosmos, o sea, de lo que no tiene sentido, de lo desordenado, lo caótico, hacer un cosmos, con sentido, abierto, invitador, complessivo. Yo no quiero ponerme acá catequista, ¿no?, pero si vemos la estructura del relato de la Creación, que es un relato mítico, ¿no es cierto? En el sentido verdadero de la palabra “mito”, porque “mito” es un modo de conocimiento. Entonces, usa esa historia, el que escribió el relato de la Creación. Entre paréntesis, eso se escribió mucho después que el pueblo judío tuvo la experiencia de su liberación. O sea, primero es toda la experiencia del éxodo del pueblo judío y después miran hacia atrás. ¿Y cómo empezó la historia? ¿Cómo se transformó el caos en cosmos? Y ahí está en un lenguaje poético cómo Dios, del caos un día hace la luz, otro día hace el hombre y va como creando cosas y transformando el caos en cosmos. Y en nuestra vida sucede lo mismo, eh: hay momentos de crisis -vuelvo a tomar la palabra-, que son caóticos, que vos no sabés dónde estás parado, y todos pasamos esos momentos, oscuros. Caos. Y ahí el trabajo personal de las personas que nos acompañan, de un grupo así, es transformar el cosmos. A mí me cuesta trabajo, en este caos de la Sixtina (risas), pensar que hay detrás un cosmos, porque el cosmos, ¿cuál es? Lo están armando ustedes en el mensaje que están llevando adelante, en el camino… No se olviden nunca esto: de un caos, transformar un cosmos. Y ese es el camino de cada uno, ¿no? Una vida que se queda en lo caótico es una vida fracasada y una vida que nunca sintió el caos es una vida destilada, todo perfecto, ¿no? Y las vidas destiladas no dan vida, se mueren en sí mismas. Es una vida que sintió la crisis como caos, que no entiende nada, y lentamente dentro de sí, y en la comunidad, fue transformando la vida personal o la vida relacional en un cosmos…Chapeau!
Una de las jóvenes de Scholas Ocurrentes, en español:
Muchas gracias, Papa Francisco, por tus palabras. Gracias.
Una joven en portugués: É uma alegria para nós concluir assim este caminho. Mas, apesar desta experiência terminar, gostaríamos de pensar que a obra realmente nunca termina. Por isso, hoje, vamos concluir, começando. E, assim, quando um caminho se fecha, um novo caminho se abre. Decidimos chamar este projeto 'Vida Entre Mundos'. De fato, todo o mural é uma experiência e uma expressão de vida que nasce do encontro de tantas realidades diferentes. Por isso, hoje, vamos dar um salto e reunir um mundo físico com um mundo virtual.
Una joven, en español: Vamos a pedirte, querido Francisco, que nos acompañes hasta la pared que tenés atrás, y nos regales la última pincelada de este mural, pero con un pincel muy particular, capaz de iniciar, al mismo tiempo, una misma obra virtual que va a conseguir reunir las diferentes comunidades de Scholas en todo el mundo.
José María del Corral [Presidente de Scholas Ocurrentes]: Papa, Papa Francisco, el video, el pincel este, virtual, del que hablaba Eugenia, es un arma para la paz. Parece una pistola porque vas a gatillar acá, pero, en vez de matar, con esta pincelada que vas a dar en la pared, también vas a estar dándola en el mundo virtual. En estos momentos, hay chicos de Scholas en Mozambique, que tienen puesto un artefacto, en Mozambique, en Tofo, para ver tu pincelada, que vas a hacer ahora, y seguirla en el mundo virtual, porque los jóvenes quieren que seas vos el que una el mundo físico con el mundo virtual para que el mundo virtual nunca deje de ser concreto y comprometido con la realidad.
(Aplausos)
Pintamos la pared.
PAPA: Este es el buen samaritano, y ninguno de nosotros está eximido de ser un buen samaritano. Es una obligación que todos tenemos. Cada uno tiene que buscarla en la vida, pero uno que termina su vida […] perdió como en la guerra. Resulta que el buen samaritano se encuentra a este tirado en el suelo, pero antes pasó un levita, pasó un sacerdote, y estaban apurados. No le dieron bolilla. Pero, además de que estaban apurados, no podían tocarlo porque había sangre […] Y, según la legislación de ese tiempo, el que tocaba la sangre quedaba impuro. No sé por cuánto tiempo se tenía que purificar, entonces eso le impedía cumplir sus deberes, no tocar… Morite, pero yo no te toco, impuro no me quedo. Morite, pero yo impuro no me quedo. No se olviden eso. ¡Cuántas veces puede pasar por nuestra mente: “Morite, pero yo impuro no me quedo”! ¡Cuántas veces se prefiere la “pureza ritual” a la cercanía humana! […] Los samaritanos, en la mentalidad de esa época, eran atorrantes, eran todos atorrantes y negociantes, no eran puros de mente, de corazón, eran marginados. Y este se para y lo ve y dice la historia que sintió compasión. “Morite, yo cuido mi pureza”. Sintió compasión. Les dejo la pregunta: ¿qué cosas a mí me hacen sentir compasión? ¿O vos tenés un corazón tan seco que ya no tiene compasión? Cada uno se responde. Y entonces, ¿qué sucede? Lo lleva a una posada y le consigue, en el hotel ahí, del pueblo ese, le consigue una pieza y le dice: “Mirá, yo voy a pasar dentro de tres días de vuelta”, le dice al hotelero. “Tomá, te pago esto y, si hace falta más, a la vuelta te lo pago”. Este atorrante era un buen pagador. Entonces, tenemos los ladrones que matan, el buen samaritano que lo cuida, el levita y el sacerdote que se van para no quedar impuros. Y Jesús dice: “En el Reino de los Cielos, este entra”, porque se movió a compasión. Piensen un poco en esta historia. ¿Dónde estoy yo acá? ¿Haciendo daño a la gente? ¿Dónde estoy yo acá? ¿Sacándole el cuerpo a las dificultades reales o me ensucio las manos? A veces, en la vida, hay que ensuciarse las manos para no ensuciar el corazón.
(Aplausos)
Una de las jóvenes, en español: Muchas gracias, querido Francisco, por tu regalo, una verdadera seña para seguir caminando juntos.
PAPA: Ahora les voy a dar la bendición, pero ustedes me prometen desearme bendición a mí después, y rezar y desear para que el Señor los bendiga.
(Bendición en portugués)
PAPA: Recen por mí, y el que de ustedes no reza porque no puede o porque no se siente, mándeme buena onda, eso sí…
(Aplausos)
Ceremonia de acogida en el Parque Eduardo VII
Queridos jóvenes: Boa tarde!
Bem-vindos! Bienvenidos y gracias por estar aquí, ¡me alegra verlos! Me alegra escuchar el simpático alboroto que hacen y poderme contagiar de su alegría. Es hermoso estar juntos en Lisboa; fueron llamados por mí, por el Patriarca —a quien agradezco sus palabras—, por sus obispos, sacerdotes, catequistas, animadores. ¡Vamos a agradecerles a todos los que los llamaron y a todos los que trabajaron para posibilitar esta reunión, y lo hacemos con un fuerte aplauso! Pero, sobre todo, es Jesús quien los llamó, agradezcámosle a Jesús con otro fuerte aplauso.
Ustedes no están aquí por casualidad. El Señor los llamó, no sólo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas. A todos nos llamó desde el comienzo de la vida. Él los llamó por sus nombres. Escuchamos la Palabra de Dios que nos llamó por sus nombres. Intenten imaginar estas palabras escritas en letras grandes; y después piensen que están escritas dentro de cada uno de ustedes, en sus corazones, como formando el título de tu vida, el sentido de lo que sos: has sido llamado por tu nombre: vos, vos, vos, vos, acá, todos nosotros, yo, todos fuimos llamados por nuestro nombre. No fuimos llamados automáticamente, fuimos llamados por el nombre. Pensemos esto: Jesús me llamó por mi nombre. Son palabras escritas en el corazón, y después pensemos que están escritas dentro de cada uno de nosotros, en nuestros corazones, y forman una especie del título de tu vida, el sentido de lo que somos, el sentido de lo que sos. Has sido llamado por tu nombre. Ninguno de nosotros es cristiano por casualidad, todos fuimos llamados por nuestro nombre. Al principio de la trama de la vida, antes de los talentos que tenemos, antes de las sombras de las heridas que llevamos dentro, hemos sido llamados. Hemos sido llamados, ¿por qué? Porque somos amados. Hemos sido llamados porque somos amados. Es lindo. A los ojos de Dios somos hijos valiosos, que Él llama cada día para abrazar, para animar, para hacer de cada uno de nosotros una obra maestra única, original. Cada uno de nosotros es único y es original, y la belleza de todo esto no la podemos vislumbrar.
Queridos jóvenes: en esta Jornada Mundial de la Juventud, ayudémonos a reconocer esta realidad; que estos días sean ecos vibrantes de la llamada amorosa de Dios, porque somos valiosos a los ojos de Dios, a pesar de aquello que a veces ven nuestros ojos, a veces nuestros ojos están empañados por la negatividad y deslumbrados por tantas distracciones. Que estos sean días en los que mi nombre, tu nombre, por medio de hermanos y hermanas de tantas lenguas, tantas naciones
—veíamos tantas banderas— que lo pronuncian amistosamente, resuena como una noticia única en la historia, porque único es el latido de Dios por ti. Que sean días en los que grabemos en el corazón que somos amados como somos. No como quisiéramos ser, como somos ahora. Y este es el punto de partida de la JMJ, pero sobre todo el punto de partida de la vida. Chicos y chicas, somos amados como somos, sin maquillaje. ¿Entienden esto? Y somos llamados por el nombre de cada uno de nosotros.
No es un modo de decir, es Palabra de Dios (cf. Is 43,1; 2 Tm 1,9). Amigo, amiga, si Dios te llama por tu nombre significa que para Dios ninguno de nosotros es un número. Es un rostro, es una cara, es un corazón. Quisiera que cada uno vea una cosa: muchos hoy saben tu nombre, pero no te llaman por tu nombre. De hecho, tu nombre es conocido, aparece en las redes sociales, se elabora por algoritmos que le asocian gustos y preferencias. Pero todo esto no interpela tu unicidad, sino tu utilidad para los estudios de mercado. Cuántos lobos se esconden detrás de sonrisas de falsa bondad, diciendo que saben quién sos, pero que no te quieren; insinúan que creen en ti y prometen que llegarás a ser alguien, para después dejarte solo cuando ya no les interesas más. Y estas son las ilusiones de lo virtual y debemos estar atentos para no dejarnos engañar, porque muchas realidades que hoy nos atraen y prometen felicidad después se muestran por aquello de lo que son: cosas vanas, pompas de jabón, cosas superfluas, cosas que no sirven y que nos dejan vacíos por dentro. Les digo una cosa: Jesús no es así, no es así; Él confía en ti, confía en cada uno de ustedes, en cada uno de nosotros, porque para Jesús cada uno de nosotros le importamos, cada uno de ustedes le importa. Y ese es Jesús.
Y es por eso [que] nosotros, su Iglesia, somos la comunidad de los que son llamados; no somos la comunidad de los mejores, no, somos todos pecadores, pero somos llamados así como somos. Pensemos un poquito esto en el corazón: somos llamados como somos, con los problemas que tenemos, con las limitaciones que tenemos, con nuestra alegría desbordante, con nuestras ganas de ser mejores, con nuestras ganas de triunfar. Somos llamados como somos. Piensen esto: Jesús me llama como soy, no como quisiera ser. Somos comunidad de hermanos y hermanas de Jesús, hijos e hijas del mismo Padre.
Amigos, quisiera ser claro con ustedes, que son alérgicos a la falsedad y a las palabras vacías: en la Iglesia, hay espacio para todos. Para todos. En la Iglesia, ninguno sobra. Ninguno está de más. Hay espacio para todos. Así como somos. Todos. Y eso Jesús lo dice claramente. Cuando manda a los apóstoles a llamar para el banquete de ese señor que lo había preparado, dice: "Vayan y traigan a todos", jóvenes y viejos, sanos, enfermos, justos y pecadores. ¡Todos, todos, todos! En la Iglesia hay lugar para todos. "Padre, pero yo soy un desgraciado, soy una desgraciada, ¿hay lugar para mí?". ¡Hay lugar para todos! Todos juntos, cada uno, en su lengua repita conmigo: Todos, todos, todos. No se oye, ¡otra vez! Todos. Todos. Todos. Y esa es la Iglesia, la Madre de todos. Hay lugar para todos. El Señor no señala con el dedo, sino que abre sus brazos. Es curioso: el Señor no sabe hacer esto [indica con el dedo], sino que hace esto [hace el gesto de abrazar]. Nos abraza a todos. Nos muestra a Jesús en la cruz, que tanto abrió sus brazos para ser crucificado y morir por nosotros.
Jesús nunca cierra la puerta, nunca, sino que te invita a entrar; entrá y ve. Jesús recibe, Jesús acoge. En estos días cada uno de nosotros transmite el lenguaje de amor de Jesús. Dios te ama, Dios te llama. ¡Qué lindo es esto! Dios me ama, Dios me llama. Quiere que esté cerca de Él.
También ustedes, esta tarde, me hicieron preguntas, muchas preguntas. Nunca se cansen de preguntar. No se cansen de preguntar. Hacer preguntas es bueno; es más, a menudo es mejor que dar respuestas, porque quien pregunta permanece "inquieto" y la inquietud es el mejor remedio para la rutina, a veces una especie de normalidad que anestesia el alma. Cada uno de nosotros tiene sus interrogantes dentro. Llevemos esos interrogantes con nosotros y llevemos en el diálogo común entre nosotros. Llevémoslos cuando rezamos delante de Dios. Esas preguntas que con la vida se van haciendo respuestas, que solamente tenemos que esperarlas. Y una cosa muy interesante: Dios ama por sorpresa. No está programado. El amor de Dios es sorpresa. Es sorpresa. Siempre sorprende. Siempre nos mantiene alertas y nos sorprende.
Queridos chicos y chicas, los invito a pensar esto tan hermoso: que Dios nos ama, Dios nos ama como somos, no como quisiéramos ser o como la sociedad quisiera que seamos. ¡Como somos! Nos llama con los defectos que tenemos, con las limitaciones que tenemos y con las ganas que tenemos de seguir adelante en la vida. Dios nos llama así. Confíen, porque Dios es Padre y es Padre que nos quiere y Padre que nos ama. Esto no es muy fácil. Y para esto tenemos una gran ayuda, la Madre del Señor. Ella es nuestra Madre también, Ella es nuestra Madre.
Solamente era esto lo que les quería decir: no tengan miedo, tengan coraje, vayan adelante, sabiendo que estamos "amortizados" por el amor que Dios nos tiene. Dios nos ama. Digámoslo juntos todos: Dios nos ama. Más fuerte, que no oigo. No se oye acá. Gracias. Adiós.
Viernes, 4 de agosto de 2023
Encuentro con los representantes de algunos centros de asistencia y caridad en el Centro Parroquial de Serafina
Queridos hermanos y hermanas: Bom dia!
Le agradezco al párroco sus palabras y los saludo a todos ustedes, en particular a los amigos del Centro Paroquial da Serafina, de la Casa Famiglia Ajuda de Berço y de la Asociación Acreditar. Y agradezco las palabras de ustedes que han mostrado el trabajo que se hace. Gracias. Es lindo estar juntos, en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud, mientras contemplamos a la Virgen que se levanta para ir a ayudar (cf. Lc 1,39). La caridad, de hecho, es el origen y la meta del camino cristiano, y la presencia de ustedes, realidad concreta de "amor en acción", nos ayuda a no olvidar la ruta, el sentido de lo que estamos haciendo siempre. Gracias por sus testimonios, de los que quisiera subrayar tres aspectos: hacer el bien juntos, actuar concretamente y estar cerca de los más frágiles. O sea, hacer el bien juntos, actuar concretamente —no sólo con ideas, sino concretamente— y estar cerca de los más frágiles.
Primero: hacer el bien juntos. "Juntos" es la palabra clave, que se ha repetido muchas veces en las intervenciones. Vivir, ayudar y amar juntos; jóvenes y adultos, sanos y enfermos, juntos. João nos ha dicho algo muy importante, que uno no se debe dejar "definir" por la enfermedad, sino hacerla parte viva del aporte que nosotros damos al conjunto de la comunidad. Es verdad, no debemos dejarnos "definir" por la enfermedad, o por los problemas, porque no somos nosotros una enfermedad, no somos un problema. Cada uno de nosotros es un regalo, es un don, un don único —con sus límites—, pero un don, un don valioso y sagrado para Dios, para la comunidad cristiana y para la comunidad humana. Entonces, así como somos, enriquezcamos el conjunto y dejémonos enriquecer por el conjunto.
Segundo: actuar concretamente. También esto es importante. Como nos ha recordado don Francisco, citando a san Juan XXIII, la Iglesia «no es un museo de arqueología —algunos la piensan así, pero no es—, es la antigua fuente del pueblo que suministra el agua a las generaciones actuales» (Homilía después de la Misa eslavo bizantina, 13 noviembre 1960) igual que a las futuras. La fuente sirve para apagar la sed de las personas que llegan, con el peso del viaje o de la vida. Y son concreción, por tanto, atención al "aquí y ahora", como ya están haciendo ustedes con un esmero en los detalles y un sentido práctico, hermosas virtudes típicas del pueblo portugués.
Cuando no se pierde tiempo en lamentarse de la realidad, sino que nos preocupamos por afrontar las necesidades concretas, con alegría y confianza en la Providencia, ocurren cosas maravillosas. Lo atestigua vuestra historia. Del cruce de miradas con un anciano en la calle nace un centro de caridad integral, como este en el que nos encontramos; de un desafío moral y social, la "campaña por la vida", nace una asociación que ayuda a las madres y a las familias que esperan un bebé, así como a niños, adolescentes y jóvenes en dificultad, para que, como nos ha dicho Sandra, encuentren un proyecto de vida seguro; de la experiencia de la enfermedad nace una comunidad de apoyo a quien afronta la batalla contra el cáncer, especialmente los niños, para que, como nos ha dicho João, "el progreso del tratamiento y una mejor calidad de vida sean para ellos una realidad". Gracias por todo lo que hacen. Con mansedumbre y amabilidad, sigan dejándose interpelar por la realidad, con sus pobrezas antiguas y nuevas, y respondan de manera concreta, con creatividad y valentía.
El tercer aspecto: estar cerca de los más frágiles. Todos somos frágiles y menesterosos, pero la mirada de compasión del Evangelio nos lleva a ver lo que le falta a quien más necesita. Y a servir a los pobres, los predilectos de Dios, que se hizo pobre por nosotros (cf. 2 Co 8,9), a los excluidos, los marginados, los descartados, los pequeños, los indefensos. Ellos son el tesoro de la Iglesia, son los preferidos de Dios. Y, entre ellos, recordemos que no debemos hacer distinciones. Para un cristiano, en efecto, no hay preferencias ante el necesitado que llama a nuestra puerta, ya sean connacionales o extranjeros, pertenecientes a un grupo o a otro, jóvenes o ancianos, simpáticos o antipáticos.
Y, a propósito de caridad, quisiera contarles ahora una historia, especialmente a ustedes los más pequeños, que puede que no la conozcan. Es la historia real de un joven portugués que vivió hace mucho tiempo. Se llamaba Juan Ciudad y habitaba en Montemor-o-Novo. Soñaba con una vida de aventuras y por eso, siendo un muchacho, se fue de casa buscando la felicidad. La encontró después de muchos años y peripecias, cuando halló a Jesús. Y se alegró tanto de ese descubrimiento que decidió incluso cambiarse el nombre y no llamarse más Juan Ciudad, sino Juan de Dios. E hizo una cosa audaz, fue a la ciudad y se puso a pedir limosna por la calle, diciendo a la gente: "Hermanos, haced bien a vosotros mismos". ¿Entienden? Pedía caridad, y a quienes le daban les decía que, ayudándolo a él, en realidad se ayudaban ante todo a ellos mismos. Es decir, explicaba que los gestos de amor son, en primer lugar, un don para el que los hace, antes incluso que para quien los recibe; porque todo lo que se acapara para uno mismo se perderá, mientras que lo que se da por amor no se desperdiciará nunca, sino que será nuestro tesoro en el cielo.
Por eso decía: "Hermanos, haced bien a vosotros mismos". Pero el amor no nos hará felices sólo cuando estemos en el cielo, sino que lo hace ya aquí en la tierra, porque dilata el corazón y nos permite abrazar el sentido de la existencia. Si queremos ser verdaderamente felices, aprendamos a trasformar todo en amor, ofreciendo a los demás nuestro trabajo y nuestro tiempo, pronunciando palabras y realizando gestos buenos; incluso con una sonrisa, con un abrazo, con la escucha, con una mirada. Queridos chicos, hermanos y hermanas, vivamos de ese modo. Todos podemos hacerlo y todos lo necesitamos, aquí y en cualquier parte del mundo.
¿Saben lo que le sucedió a Juan? Que no lo entendieron. Pensaban que estaba loco y lo encerraron en un manicomio. Pero él no se desmoralizó, porque el amor no se rinde, porque quien sigue a Jesús no pierde la paz ni se lamenta. Y precisamente allí, en el manicomio, llevando la cruz, llegó la inspiración de Dios. Juan se dio cuenta de las necesidades que tenían los enfermos y, cuando finalmente lo dejaron salir, después de algunos meses, comenzó a hacerse cargo de ellos con otros compañeros, fundando una orden religiosa: los Hermanos Hospitalarios. Pero algunos empezaron a llamarlos de otro modo, con las palabras que aquel joven repetía a todos, "Hermanos, haced bien". Nosotros en Roma los llamamos así: Fatebenefratelli. Qué hermoso nombre, qué enseñanza importante. Ayudar a los demás es un don para uno mismo y hace bien a todos.
Sí, amar es un don para todos. Recordemos que "o amor é um presente para todos!". Repitámoslo juntos: o amor é um presente para todos!
Amémonos así. Sigan haciendo de sus vidas un regalo de amor y de alegría. Les agradezco y los animo a todos, especialmente a los niños, a seguir adelante y a rezar por mí. Obrigado!
[Palabras espontáneas después de entregar el discurso]
Son muchas las cosas que quisiera decirles ahora, pero sucede que no me están funcionando los "reflectores". Y no puedo leer bien, y así que se los voy a dar para que lo hagan público esto después, y no forzar la vista y leer mal. Eso no se puede hacer.
Solamente quiero detenerme ya en algo que no está escrito, pero está en el espíritu del encuentro: lo concreto. No hay amor abstracto, no existe. El amor platónico está en órbita, no está en la realidad. El amor concreto, ese que se ensucia las manos, y cada uno de nosotros puede preguntar: ¿el amor que yo siento a todos los de aquí, lo que siento sobre los demás, es concreto o abstracto? Yo, cuando le doy la mano a una persona necesitada, a un enfermo, a un marginado, después de dar la mano, ¿hago así enseguida, para que no se me "contagie"? ¿Le tengo asco a la pobreza, a la pobreza de los demás? ¿Busco siempre la vida destilada, esa que existe en mi fantasía, pero no existe en la realidad? ¡Cuántas vidas destiladas, inútiles, que pasan por la vida sin dejar huella, porque su vida no tiene peso!
Y aquí tenemos una realidad que deja huella, una realidad de tantos años, que está dejando una huella que es de inspiración a los demás. No podría existir una Jornada Mundial de la Juventud sin tener en cuenta esta realidad, porque esto también es juventud, en el sentido de que ustedes generan vida nueva continuamente. Ustedes, con esta conducta de ustedes, con el compromiso de ustedes, con el ensuciarse las manos de ustedes por tocar la realidad y la miseria de los demás, están generando inspiración, están generando vida, y gracias por eso. Se los agradezco de todo corazón. ¡Sigan adelante y no se desanimen! Y si se desaniman, tomen un vaso de agua y sigan para adelante.
Vía Crucis con los jóvenes en el Parque Eduardo VII
Queridas hermanas y hermanos: ¡buenas tardes!
Ustedes hoy van a caminar con Jesús. Jesús es el Camino y vamos a caminar con Él, porque Él caminó. Cuando estuvo entre nosotros, Jesús caminó. Caminó, curando a los enfermos, atendiendo a los pobres, haciendo justicia, caminó predicando, enseñándonos. Jesús camina, pero el camino que más está grabado en nuestro corazón es el camino del Calvario, el camino de la Cruz. Y hoy ustedes van con la oración, nosotros, yo también, con la oración van a renovar el camino de la Cruz. Y miremos a Jesús que pasa y caminemos con Él.
El camino de Jesús es Dios que sale de sí mismo, sale de sí mismo para caminar entre nosotros. Eso que escuchamos tantas veces en la Misa: "El Verbo se hizo carne y caminó entre nosotros". ¿Se acuerdan? Y el Verbo se hizo hombre y caminó entre nosotros. Y eso lo hace por amor. Y eso lo hace por amor. Y la Cruz que acompaña cada Jornada Mundial de la Juventud es el ícono, es la figura de este camino. La Cruz es el sentido más grande del amor más grande, ese amor con que Jesús quiere abrazar nuestra vida. ¿Nuestra? Sí, pero la tuya, la tuya, la tuya, la de cada uno de nosotros. Jesús camina por mí. Lo tenemos que decir todos. Jesús empieza este camino por mí, para dar su vida por mí. Y nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos, el que da la vida por los demás. No se olviden esto. Nadie tiene más amor que el que da la vida, y esto lo enseñó Jesús. Por eso, cuando miramos al Crucificado, que es tan doloroso, una cosa tan dura, vemos la belleza del amor que da su vida por cada uno de nosotros. Decía una persona muy creyente una frase que a mí me tocó mucho. Decía así: "Señor, por tu inefable agonía, puedo creer en el amor". Señor, por tu inefable agonía, puedo creer en el amor.
Jesús camina, pero espera algo, espera nuestra compañía, espera que miremos… No sé, espera abrir ventanas de mi alma, de tu alma, del alma de cada uno de nosotros. ¡Qué feas son las almas cerradas, que siembran para adentro, sonríen para adentro! No tienen sentido. Jesús camina y espera con su amor, espera con su ternura, darnos consuelo, enjugar nuestras lágrimas.
Yo les hago una pregunta ahora, pero no la contesten en voz alta, cada uno se la contesta a sí mismo: ¿yo lloro de vez en cuando? ¿Hay cosas en la vida que me hacen llorar? Todos en la vida hemos llorado, y lloramos todavía. Y ahí está Jesús con nosotros, Él llora con nosotros, porque nos acompaña en la oscuridad que nos lleva al llanto.
Voy a hacer un poquito de silencio y cada uno le diga a Jesús por qué llora en la vida, cada uno de nosotros se lo dice ahora, en silencio.
[Momento de silencio]
Jesús, con su ternura, enjuga nuestras lágrimas escondidas. Jesús espera colmar, con su cercanía, nuestra soledad. ¡Qué tristes son los momentos de soledad! Él está ahí, Él quiere colmar esa soledad. Jesús quiere colmar nuestro miedo, tu miedo, mi miedo, esos miedos oscuros los quiere colmar con su consolación. Y Él espera a empujarnos a abrazar el riesgo de amar. Porque ustedes lo saben, lo saben mejor que yo: amar es riesgoso. Hay que correr el riesgo de amar. Es un riesgo, pero vale la pena correrlo, y Él nos acompaña en esto. Siempre nos acompaña. Siempre camina. Siempre, a lo largo de la vida, está junto a nosotros.
Yo no quisiera abundar más cosas. Hoy vamos a hacer el camino con Él, el camino de su sufrimiento, el camino de nuestras ansiedades, el camino de nuestras soledades.
Ahora, un segundito de silencio, y cada uno de nosotros piense en el propio sufrimiento, piense en la propia ansiedad, piense en las propias miserias. No tengan miedo, piénsenlas. Y piensen en las ganas de que el alma vuelva a sonreír.
[Minuto de silencio]
Y Jesús camina a la Cruz, muere en la Cruz, para que nuestra alma pueda sonreír. Amén.
Sábado, 5 de agosto de 2023
Rezo del Rosario con los jóvenes enfermos en la Capilla de las Apariciones del Santuario de Nuestra Señora de Fátima
Queridas hermanas y hermanos: Bom dia!
Gracias, Mons. Ornelas, por sus palabras y gracias a todos ustedes por la presencia y la oración. Hemos rezado el Rosario, una oración bella y llena de vida, porque nos pone en contacto con la vida de Jesús y de María. Y hemos meditado los misterios gozosos, que nos recuerdan que la Iglesia puede solamente ser un hogar lleno de gozo. La pequeña capilla en la que nos encontramos es como una hermosa imagen de la Iglesia: acogedora, sin puertas. La Iglesia no tiene puertas, para que todos puedan entrar. Y aquí también podemos insistir en que todos puedan entrar, porque esta es la casa de la Madre, y una madre siempre tiene el corazón abierto para todos sus hijos, todos, todos, todos, sin exclusión.
Y estamos aquí, bajo la mirada maternal de María, estamos aquí como Iglesia, Iglesia Madre. Y la peregrinación es un rasgo mariano, porque la primera en hacer una peregrinación después de la anunciación de Jesús fue María. Apenas se enteró que su prima estaba embarazada, ya muy mayor la prima, salió corriendo. Es una traducción un poco libre, pero el Evangelio dice, "salió con apuro", nosotros diríamos, salió corriendo, salió corriendo con ese afán de ayudar, de estar presente.
Hay tantas advocaciones de María, pero una que podemos decir, también pensando, es esta: la Virgen que sale corriendo, cada vez que hay un problema, cada vez que la invocamos, no tarda, viene, se apura, "Nuestra Señora apurada", ¿les gusta eso? Lo digamos todos juntos: Nuestra Señora apurada. Se apura para estar cerca de nosotros, se apura porque es Madre. "Apressada", en portugués se dice: apressada —me dice Mons. Ornelas—, Nuestra Señora apressada. Y así acompaña la vida de Jesús, y no se esconde después de la Resurrección, acompaña a los discípulos, esperando el Espíritu Santo, y acompaña a la Iglesia que empieza a crecer después de Pentecostés. Nuestra Señora apressada y Nuestra Señora que acompaña, siempre acompaña. ¡Nunca es protagonista! El gesto de María Madre de acoger es doble, primero acoge y después señala a Jesús. María en su vida no hace otra cosa que señalar a Jesús. "Hagan lo que Él les diga", sigan a Jesús.
Estos son los dos gestos de María, pensémoslo bien: nos acoge a todos y señala a Jesús, y esto lo hace un poco apurada, apressada. Nuestra Señora apressada, que nos acoge a todos y nos señala a Jesús. Y cada vez que venimos aquí, recordamos esto: María aquí se hizo presente de una manera especial, para que la incredulidad de tantos corazones se abriera a Jesús, con su presencia nos señala a Jesús, siempre señala a Jesús. Y hoy está aquí entre nosotros, está siempre entre nosotros, pero hoy la sentimos mucho más cerca. María apurada.
Amigos, Jesús nos ama hasta tal punto de identificarse con nosotros, y nos pide que colaboremos con Él, y María nos señala esto que nos pide Jesús, caminar en la vida colaborando con Él. Quisiera que hoy miremos la imagen de María, y cada uno piense: ¿qué me dice María como Madre?, ¿qué me está señalando con el dedo? Nos señala a Jesús, a veces nos señala también alguna cosita que en el corazón no funciona bien, pero siempre señala. Madre, ¿qué me estás señalando a mí? Hagamos un pequeño instante de silencio, y cada uno en su corazón diga: Madre, ¿qué me estás señalando a mí? ¿Qué hay en mi vida que te preocupa? ¿Qué hay en mi vida que te conmueve? ¿Qué hay en mi vida que te interesa? Y tú lo señalas. Y ahí nos señala el corazón para que Jesús venga, y así como a nosotros nos señala a Jesús, a Jesús le señala el corazón de cada uno de nosotros.
Queridos hermanos, sintamos hoy esa presencia de María Madre, la Madre que siempre dirá "hagan lo que Jesús les diga". Nos señala a Jesús, pero la Madre que le dice a Jesús: hacé lo que éste te está pidiendo. Esa es María. Esa es nuestra Madre, Nuestra Señora apressada para estar cerca de nosotros, que ella nos bendiga a todos. Amén.
Vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud con los jóvenes en el Parque Tejo
Queridos hermanos y hermanas: Boa noite!
Me da mucha alegría verlos. ¡Gracias por haber viajado, por haber caminado, gracias por estar aquí! Y pienso que también la Virgen María tuvo que viajar para ver a Isabel: «partió y fue sin demora» (Lc 1,39). Uno se pregunta: ¿por qué María se levanta y va deprisa a ver a su prima? Claro, acaba de enterarse de que la prima está embarazada, pero ella también lo está. ¿Por qué entonces va a ir si nadie se lo pidió? María realiza un gesto no pedido, no obligatorio, María va porque ama, y «el que ama, vuela, corre y se alegra» (Imitación de Cristo, III, 5). Eso es lo que nos hace el amor.
La alegría de María es doble: ella acaba de recibir el anuncio del ángel que iba a recibir al Redentor y también la noticia de que su prima está embarazada. Entonces, es curioso: en vez de pensar en ella, piensa en la otra. ¿Por qué? Porque la alegría es misionera, la alegría no es para uno, es para llevar algo. Yo les pregunto a ustedes: ustedes, que están aquí, que han venido a encontrarse, a buscar el mensaje de Cristo, a buscar un sentido lindo a la vida, ¿esto se lo van a quedar para ustedes o lo van a llevar a los otros? ¿Qué opinan? ¡Es para llevarlo a los otros porque la alegría es misionera! Repitamos todos juntos: ¡la alegría es misionera! Y entonces yo tengo que llevar esa alegría a los demás.
Pero esa alegría que nosotros tenemos, también otros nos prepararon para recibirla. Ahora miremos para atrás, todo lo que hemos recibido, lo que hemos recibido y han preparado, todo eso, ha preparado nuestro corazón para la alegría. Todos, si miramos hacia atrás, tenemos personas que fueron un rayo de luz para la vida: padres, abuelos, amigos, sacerdotes, religiosos, catequistas, animadores, maestros. Ellos son como las raíces de nuestra alegría. Ahora hacemos un segundo de silencio y cada uno piensa en aquellos que nos dieron algo en la vida, que son como las raíces de la alegría.
[Momento de silencio]
¿Encontraron? ¿Encontraron rostros, encontraron historias? Esa alegría que vino por esas raíces es la que nosotros tenemos que dar, porque nosotros tenemos raíces de alegría. Y también nosotros podemos ser, para los demás, raíces de alegría. No se trata de llevar una alegría pasajera, una alegría de momento. Se trata de llevar una alegría que cree raíces. Y me pregunto: ¿cómo podemos convertirnos en raíces de alegría?
La alegría no está en la biblioteca, encerrada, aunque hay que estudiar, pero está en otro lado. No está guardada bajo llave, la alegría hay que buscarla, hay que descubrirla. Hay que descubrirla en nuestro diálogo con los demás, donde tenemos que dar esas raíces de alegría que nosotros hemos recibido. Y eso, a veces, cansa. Yo les hago una pregunta: ¿ustedes se cansaron alguna vez? Piensen lo que sucede cuando uno está cansado: no tiene ganas de hacer nada, como decimos en español, uno tira la esponja porque no tiene ganas de seguir y entonces uno se abandona, deja de caminar y cae. ¿Ustedes creen que una persona que cae en la vida, que tiene un fracaso, que incluso comete errores pesados, fuertes, ya está terminada? No. ¿Qué es lo que hay que hacer? Levantarse. Y hay una cosa muy linda que quisiera que hoy se la llevaran como recuerdo: los alpinos, que les gusta subir montañas, tienen un cantito muy lindo que dice así: "En el arte de ascender —la montaña—, lo que importa no es no caer, sino no permanecer caído". ¡Cosa linda!
El que permanece caído se "jubiló" de la vida ya, cerró, cerró la esperanza, clausuró la ilusión y ahí queda caído. Y cuando vemos alguno —amigos nuestros que están caídos—, ¿qué tenemos que hacer? Levantarlo. Fíjense cuando uno tiene que levantar o ayudar a levantar a una persona qué gesto hace: lo mira de arriba hacia abajo. La única oportunidad, el único momento que es lícito mirar a una persona de arriba abajo es para ayudar a levantarse. ¡Cuántas veces vemos gente que nos mira así, por sobre el hombro, de arriba para abajo! Es triste. La única manera en que es lícito, la única situación en que es lícito mirar a una persona de arriba para abajo es —lo digan ustedes— para ayudar a levantarse.
Bueno, esto es un poco el camino, la constancia en caminar. Y en la vida, para lograr las cosas hay que entrenarse en el camino. A veces no tenemos ganas de caminar, no tenemos ganas de hacer esfuerzos, nos copiamos en los exámenes porque no queremos estudiar y no llegamos al éxito. No sé si a algunos les gusta el fútbol. A mí me gusta. Detrás de un gol, ¿qué hay? Mucho entrenamiento. Detrás de un éxito, ¿qué hay? Mucho entrenamiento. Y en la vida, no siempre uno puede hacer lo que quiere, sino aquello que la vocación que tengo dentro —cada uno tiene su vocación— nos lleva a hacer. Caminar; si me caigo, levantarme o que me ayuden a levantarme; no permanecer caído; y entrenarme, entrenarme en el camino. Y todo esto es posible, no porque hagamos cursos sobre el camino —no hay ningún curso para enseñarnos a caminar en la vida—. Eso se aprende, se aprende de los padres, se aprende de los abuelos, se aprende de los amigos, llevándose de la mano mutuamente. En la vida se aprende, y eso es entrenamiento en el camino.
Yo los dejo con esta idea nomás: caminar y, si uno se cae, levantarse; caminar con una meta; entrenarse todos los días en la vida. En la vida, nada es gratis. Todo se paga. Sólo hay una cosa gratis: el amor de Jesús. Entonces, con esto gratis que tenemos —el amor de Jesús— y con las ganas de caminar, caminemos en esperanza, miremos nuestras raíces y vayamos adelante, sin miedo. No tengan miedo. ¡Gracias! ¡Chau!
Domingo, 6 de agosto de 2023
Santa Misa para la Jornada Mundial de la Juventud en el Parque Tejo.
«Señor, ¡qué bien estamos aquí!» (Mt 17,4). Estas palabras, le dijo el apóstol Pedro a Jesús en el monte de la Transfiguración, y también las queremos hacer nuestras después de estos días intensos. Es hermoso lo que estamos experimentando con Jesús, lo que hemos vivido juntos y es hermoso cómo hemos rezado, y con tanta alegría de corazón. Y entonces nos podemos preguntar: ¿qué nos llevamos con nosotros volviendo a la vida cotidiana?
Quisiera responder a este interrogante con tres verbos, siguiendo el Evangelio que hemos escuchado. ¿Qué nos llevamos? Resplandecer, escuchar y no tener miedo. ¿Qué nos llevamos?, respondo con estas tres palabras: Resplandecer, escuchar y no tener miedo.
Primera, resplandecer. Jesús se transfigura, el Evangelio dice que «su rostro resplandecía como el sol» (Mt 17,2). Hacía poco que había anunciado su pasión y su muerte en la cruz, y con esto rompía la imagen de un Mesías poderoso, mundano, y frustra las expectativas de los discípulos. Ahora, para ayudarlos a acoger el proyecto de amor de Dios sobre cada uno de nosotros, Jesús toma a tres de ellos —Pedro, Santiago y Juan—, los conduce a un monte y se transfigura. Y este "baño de luz" los prepara para la noche de la pasión.
Amigos, queridos jóvenes, también hoy nosotros necesitamos algo de luz, un destello de luz que sea esperanza para afrontar tantas oscuridades que nos asaltan en la vida, tantas derrotas cotidianas para afrontarlas con la luz de la resurrección de Jesús, porque Él es la luz que no se apaga, es la luz que brilla aun en la noche. «Nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos» (Esd 9,8), dice el sacerdote Esdras. Nuestro Dios ilumina. Ilumina nuestra mirada, ilumina nuestro corazón, ilumina nuestra mente, ilumina nuestras ganas de hacer algo en la vida, siempre con la luz del Señor.
Pero quisiera decirles que no nos volvemos luminosos cuando nos ponemos debajo de los reflectores, no, eso encandila. No nos volvemos luminosos cuando mostramos una imagen perfecta, bien prolijitos, bien terminaditos; no, no, aunque nos sintamos fuertes y exitosos. Fuertes y exitosos, pero no luminosos. Nos volvemos luminosos, brillamos, cuando, acogiendo a Jesús, aprendemos a amar como Él. Amar como Jesús, eso nos hace luminosos, eso nos lleva a hacer obras de amor. No te engañes, amiga, amigo, vas a ser luz el día que hagas obras de amor. Pero cuando en vez de hacer obras de amor hacia afuera, mirás a vos mismo, como un egoísta, ahí la luz se apaga.
El segundo verbo es escuchar. En el monte, una nube luminosa cubrió a los discípulos, y esa nube desde la cual habla el Padre, ¿qué dice? «Escúchenlo» (Mt 17,5). Este es mi Hijo amado, escúchenlo. Está todo aquí, y todo eso que hay que hacer en la vida está en esta palabra: : Escúchenlo. Escuchar a Jesús, todo secreto está ahí. Escuchás qué te dice Jesús. "Yo no sé qué me dice". Agarrá el Evangelio y leé lo que dice Jesús y lo que dice en tu corazón. Porque Él tiene palabras de vida eterna para nosotros;Él revela que Dios es Padre, es amor. Él nos enseña el camino del amor, escúchalo a Jesús. Porque, por ahí nosotros con buena voluntad emprendemos caminos que parecen ser del amor, pero en definitiva son egoísmos disfrazados de amor. Tené cuidado con los egoísmos disfrazados de amor. Escúchalo, porque Él te va a decir cuál es el camino del amor. Escúchalo.
Resplandecer, la primera palabra, sean luminosos, escuchar, para no equivocarse el camino, y al final, la tercera palabra, no tener miedo. "No tengan miedo". Una palabra que en la Biblia se repite tanto, en los Evangelios, "no tengan miedo". Estas fueron las últimas palabras que en este momento de la transfiguración Jesús dijo a los discípulos: "No tengan miedo".
A ustedes, jóvenes, que han vivido este gozo, estaba por decir esta gloria —bueno, algo de gloria es—, este encuentro con nosotros; a ustedes que cultivan sueños grandes pero a veces ofuscados por el temor de no verlos realizarse; a ustedes, que a veces piensan que no serán capaces, un poco de pesimismo se nos mete a veces; a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo por el desánimo, por juzgarse quizás fracasados o por intentar esconder el dolor disfrazándolo con una sonrisa; a ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo —y está bien que quieran cambiar el mundo— y que quieren luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad a la vida, pero que les parece que no es suficiente; a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan [como] la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, [Jesús] hoy les dice: "No tengan miedo".
En un pequeño silencio, cada uno repita para sí mismo, en su corazón, estas palabras: No tengan miedo.
Queridos jóvenes, quisiera mirar a los ojos a cada uno de ustedes y decirles: no tengan miedo. No tengan miedo. Es más, les digo algo muy hermoso, ya no soy yo, es Jesús mismo quien los está mirando en este momento. Nos está mirando. Él los conoce, conoce el corazón de cada uno de ustedes, conoce la vida de cada uno de ustedes, conoce las alegrías, conoce las tristezas, los éxitos y los fracasos, conoce el corazón de ustedes. Lee vuestros corazones y Él hoy les dice, aquí, en Lisboa, en esta Jornada Mundial de la Juventud: "No tengan miedo". Anímense, "no tengan miedo".
Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Una palabra ha resonado muchas veces en estos días, y es: "gracias", mejor dicho, "obrigado". Es hermoso lo que el Patriarca de Lisboa nos acaba de explicar, que obrigado no sólo expresa la gratitud por lo que se ha recibido, sino también el deseo de corresponder al bien. En este acontecimiento de gracia, todos nosotros hemos recibido, y ahora, que nos preparamos para regresar a casa, el Señor nos hace sentir la necesidad de compartir también con los otros, testimoniando con alegría la gratuidad de Dios y lo que Dios puso en nuestros corazones.
Sin embargo, antes de despedirnos yo también quiero decir obrigado. En primer lugar, al Cardenal Clemente, y con él a la Iglesia y a todo el pueblo portugués: obrigado. Obrigado al señor Presidente, que nos ha acompañado en los eventos de estos días; obrigado a las instituciones nacionales y locales por el apoyo y la asistencia que nos han brindado; obrigado a los obispos, sacerdotes, consagrados y laicos; y obrigado a ti, Lisboa, que permanecerás en la memoria de estos jóvenes como "casa de fraternidad" y "ciudad de los sueños". Expreso también mi gratitud al Cardenal Farrell —que ha rejuvenecido en estas Jornadas— y a quienes han preparado estas Jornadas, así como a cuantos las han acompañado con la oración. ¡Obrigado a los voluntarios, a ellos este aplauso de corazón por su gran servicio! Y un agradecimiento especial a quienes desde el cielo han velado por la JMJ, es decir, a los santos patronos del evento, y a uno en particular: a Juan Pablo II, que dio vida a las Jornadas Mundiales de la Juventud.
¡Y obrigado a todos ustedes, queridos jóvenes! Dios ve todo lo bueno que ustedes son, y sólo Él conoce lo que ha sembrado en sus corazones. Ustedes se van de aquí con lo que Dios sembró en el corazón, háganlo crecer, cuídenlo con esmero. Quisiera hacerles una recomendación: mantengan presentes en su mente y en su corazón los momentos más hermosos. Para que así, cuando lleguen los momentos de cansancio y de desánimo —que son inevitables—, y tal vez la tentación de dejar de caminar o encerrarse en ustedes mismos, con el recuerdo reaviven las experiencias y la gracia de estos días, porque ―no lo olviden nunca― esta es la realidad, esto son ustedes: ¡el santo Pueblo fiel de Dios que camina con la alegría del Evangelio! Me gustaría también enviar un saludo a los jóvenes que no han podido estar aquí presentes, pero que han participado en las iniciativas organizadas por sus países, por las Conferencias episcopales, por las Diócesis; y pienso, por ejemplo, en los hermanos y hermanas subsaharianos reunidos en Tánger. A todos gracias, gracias.
Y de manera particular, acompañamos con el afecto y la oración a quienes no han podido venir a causa de conflictos y guerras. En el mundo son muchas las guerras, son muchos los conflictos. Pensando en este continente, siento un gran dolor por la querida Ucrania, que sigue sufriendo tanto. Amigos, permítanme también yo, ya viejo, comparta con ustedes, jóvenes, un sueño que llevo en el corazón: el sueño de la paz, el sueño de los jóvenes que rezan por la paz, viven en paz y construyen un futuro de paz. Por medio del Ángelus pongamos el futuro de la humanidad en manos de María, Reina de la Paz. Y hay un último obrigado que quisiera subrayar al final: obrigado a nuestras raíces, a nuestros abuelos, que nos trasmitieron la fe, que nos trasmitieron el horizonte de una vida. Son nuestras raíces. Y de regreso a casa, sigan rezando por la paz. Ustedes son un signo de paz para el mundo, un testimonio de cómo las diversas nacionalidades, las lenguas y las historias pueden unir en lugar de dividir. Ustedes son esperanza para un mundo diferente. Gracias. ¡Sigan adelante!
Y al final, hay un momento que todos esperan: el anuncio de la próxima etapa del camino. Pero antes de decirles cuál será la sede de la cuadragésima primera Jornada Mundial de la Juventud, quisiera hacerles una invitación. Doy cita a los jóvenes de todo el mundo para el 2025, en Roma, ¡para celebrar juntos el Jubileo de los Jóvenes! Y los espero aquí el 25 para celebrar juntos el Jubileo de los Jóvenes. Y la próxima Jornada Mundial de la Juventud tendrá lugar en Asia: ¡será en Corea del Sur, en Seúl! Y así, en el 2027, desde la frontera occidental de Europa se trasladará al Lejano Oriente: ¡este es un hermoso signo de la universalidad de la Iglesia y del sueño de unidad del que ustedes son testigos!
Y finalmente un último obrigado, se lo dirigimos a dos personas especiales, a dos protagonistas principales de este encuentro. Ellos estuvieron aquí con nosotros, y siguen estando siempre con nosotros; nunca pierden de vista nuestras vidas, aman nuestras vidas como ninguno podría hacerlo. Obrigado a Ti, Señor Jesús. Obrigado a ti, María, Madre nuestra; y ahora recemos.
Encuentro con los voluntarios de la JMJ en el Paseo marítimo de Algés
Queridos amigos: Bom dia e obrigado!
Gracias al Patriarca de Lisboa por sus palabras, a Mons. Aguiar y a todos ustedes por haber trabajado tanto y tan bien, hicieron posible estos días inolvidables. Han trabajado durante meses, discretamente, sin ruido ni protagonismos, para que todos pudiéramos estar aquí cantando juntos: “Jesús vive y no nos deja solos: ya no dejaremos de amar”. No sólo eso, han sido un ejemplo de equipo trabajando juntos. Y ustedes, más que un trabajo, ha sido un servicio, gracias. El servicio que hizo la Virgen María, que «se levantó y partió sin demora» (Lc 1,39) a servir a su prima Isabel, sintiendo la urgencia de compartir la alegría en el servicio, compartir la alegría en el servicio. La alegría en el servicio. Pensemos en Zaqueo, que se subió en un árbol para ver a Jesús y se bajó rápido, algo lo había tocado, y quería encontrar a Jesús y recibirlo en su casa (cf. Lc 19,6). Pensemos en las mujeres y en los discípulos, que en Pascua corrieron del cenáculo a la tumba, y luego volvieron para anunciarles a los demás que Cristo había resucitado (cf. Jn 20,1-18). Quien ama no se queda de brazos cruzados, quien ama sirve y quien ama corre a servir, corre a entregarse en el servicio de los demás. Y ustedes corrieron, corrieron bastante en estos meses. Yo pude ver el final nomás, en estos días, ver mientras respondían a mil necesidades. A veces con la cara marcada por el cansancio. Otras veces, un poco abrumados por las urgencias del momento. Pero siempre noté una cosa: que tenían los ojos luminosos, luminosos por la alegría del servicio, gracias. Ustedes posibilitaron este encuentro mundial de la juventud. Hicieron grandes cosas pero con gestos pequeños, como ofrecer una botella de agua a un desconocido, y eso crea amistad. Ustedes corrieron mucho pero no con la carrera frenética y sin rumbo que a veces es la que nos pide este mundo, no, ustedes corrieron de otro modo. Corrieron una carrera que lleva al encuentro con los demás para servirlos a los demás en el nombre de Jesús. Y ustedes vinieron a Lisboa para servir y no para ser servidos. ¡Gracias! ¡Muchas gracias!
Y ahora quisiera ser yo el amplificador, para que resuene lo que nos han dicho los testimonios, los testimonios de Chiara, Francisco y Felipe. Los tres nos hablaron de un encuentro especial con Jesús. Nos han recordado que el encuentro más hermoso, el motor de todos los demás, el que nos hace caminar en serio, que lleva adelante la vida, es con Jesús, es el encuentro más importante de nuestra vida. Renovar cada día el encuentro personal con Jesús es el centro de la vida cristiana. Y hay que renovarlo cada día para mantenerlo fresco, no solo en la cabeza sino en el corazón. Experimentamos que un pequeño “sí” a Jesús puede cambiar la vida. Pero también los “sí” dichos a los demás hacen bien; cuando son para el servicio. Ustedes en el momento del cansancio se animaron y siguieron diciendo sí para servir a los demás. Gracias por esto.
Y tú, Francisco, dijiste que aquí has encontrado algo que necesitabas y que ni siquiera buscabas. Caminando, trabajando, rezando con los demás, entendiste que no te podías dejar encarcelar por el caos, por las “camas deshechas” del pasado, ni vivir con el corazón atormentado por los sentimientos de imperfección, sino que, con la ayuda de Jesús y de los hermanos, se te daba la oportunidad de reordenar “la habitación de tu vida”. Y esto es muy hermoso, esta jornada sirve, ayuda tanto para reordenar nuestra vida. ¿Por qué, por la jornada? No, por Jesús que está acá en medio de nosotros y se nos muestra.
Para poner orden en la propia vida no sirven las cosas, no sirven las distracciones, no sirve el dinero, es necesario dilatar el corazón; y si ustedes dilatan el corazón van a poner en orden la vida de ustedes. No tengan miedo, dilaten el corazón.
Finalmente tú, Felipe, entre las muchas experiencias hermosas que has compartido, has dicho una que quiero subrayar, has dicho que has vivido aquí un doble encuentro: un encuentro con Jesús y un encuentro con los demás. Encontrarte con Jesús y encontrarte con los demás. Y esto es muy importante. El encuentro con Jesús es un momento personal, único, que se puede describir y contar sólo hasta cierto punto, pero siempre llega gracias a un camino recorrido en compañía, realizado gracias a la ayuda de los demás. Encontrar a Jesús y encontrarlo en el servicio a los demás.
Amigos, para finalizar, quisiera dejar una imagen. Como muchos de nosotros sabemos, al norte de Lisboa hay una localidad, Nazaré, donde se pueden admirar olas que llegan hasta treinta metros de altura y son una atracción mundial, especialmente para los surfistas que las desafían. En estos días también ustedes han afrontado una verdadera ola; no de agua, sino de jóvenes, jóvenes como ustedes que han inundado esta ciudad. Pero, con la ayuda de Dios, con mucha generosidad y apoyándose mutuamente, ustedes han desafiado la gran ola. Ustedes han desafiado esta gran ola, fíjense que son valientes, ¿eh? Fíjense. Gracias, obrigado.
Quiero decirles que sigan así, síganse manteniendo en las olas del amor en las olas de la caridad, sean surfistas del amor, sean surfistas del amor, y eso es como una tarea que les encomiendo en este momento: que el servicio, que el servicio que han hecho a esta Jornada Mundial de la Juventud sea la primera de muchas olas de bien y cada vez serán llevados más alto, más cerca de Dios, y esto les va a permitir, desde una mejor perspectiva, ver el camino de ustedes. Gracias a todos ustedes. ¡Buen camino! Y les pido que recen por mí.
Retiro de agosto #DesdeCasa (2023)
Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
01/08/2023
∙ Descarga el retiro mensual #DesdeCasa (PDF)
1. Introducción.
2. Meditación I. La Transfiguración del Señor.
3. Meditación II. Jesús camina sobre las aguas.
4. Charla.
5. Lectura espiritual.
6. Examen de conciencia.
Retiro de agosto #DesdeCasa (2023) from Opus Dei
Introducción. La manifestación del poder de Dios: luz y esperanza para el hombre
El poder de Dios se manifiesta en la vida cotidiana de cada uno de nosotros, trayendo luz y esperanza en cada situación. Es una fuerza que transfigura nuestras vidas y, a la vez, nos impulsa a ser agentes de cambio en el mundo que nos rodea.
Los días de verano, que para muchos es un tiempo de descanso y renovación, son en algún sentido como un anticipo del cielo, una promesa de la alegría eterna que nos espera junto a Cristo. Reflexionemos sobre la Transfiguración del Señor, cuando sus discípulos exclamaron: «¡Qué bien se está aquí!». Es importante que compartamos esta alegría y paz con quienes nos rodean, principalmente con familiares y amigos, llevando la luz de Cristo a sus vidas.
Nuestro descanso físico brinda ocasión para que nuestro trabajo espiritual se enriquezca. Nunca faltan dificultades en nuestro camino hacia el Cielo. San Josemaría nos avisaba de que “la felicidad del Cielo es para los que saben ser felices en la tierra”, pero a la vez nos recordaba que “la auténtica alegría tiene sus raíces en forma de Cruz”. Incluso en las vacaciones, la cruz no es una carga, sino una fuente de paz y esperanza.
Muy a cuento viene entonces ese otro pasaje evangélico que meditamos este mes. Vemos a Jesús caminando sobre las aguas y el clamor de sus discípulos: «Señor, socórreme». En medio de las dificultades, las inquietudes, los temores y las inseguridades, nuestro clamor ha de ser el mismo. La fe y la esperanza nos invitan a agarrarnos firmemente a la mano del Señor, que nunca deja de extendernos su amor y su gracia.
Aprovechemos el retiro en estos días de descanso para aprender a aceptar con alegría nuestras limitaciones, buscando la fortaleza y la perseverancia en Dios. No importa las circunstancias en que nos encontremos: ya sea que estemos en la plenitud de la juventud o enfrentando las limitaciones de la edad avanzada, en robustez o debilidad, disfrutando de días llenos o escasos de tiempo, la manifestación del poder de Dios nos da la capacidad para vivir con alegría y aceptación llena de esperanza.
Primera meditación
Opción 1. Meditación: La Transfiguración del Señor.
Opción 2. San Juan Pablo II, Homilía en el monte de la Transfiguración
Segunda meditación
Opción 1. Meditación 2: Jesús camina sobre las aguas.
Opción 2: ¿Por qué tenéis miedo? (Papa Francisco, 27 de marzo de 2020, durante la pandemia)
Charla
Fiarse de Dios (Audio y texto). En nuestra debilidad, reside la llamada constante a la conversión: Jesucristo nos invita a seguirle, identificándonos con Él, nuestro Camino, Verdad y Vida.
Lectura
La virtud de la esperanza en algunos escritos de san Josemaría. Paul O'Callaghan, en Romana.
Examen de conciencia
Acto de presencia de Dios
1. «Jesús se llevó con él a Pedro, a Santiago y a Juan (…) y se transfiguró ante ellos» (Mc 9, 2). Mirar y contemplar a Cristo, ¿me llena de esperanza? ¿Qué desánimos y tristezas podría abandonar en el Señor para que los convierta en gozo y fuente de nueva vida?
2. «Maestro, qué bien estamos aquí; hagamos tres tiendas» (Mc 9, 5). Estar con Jesús es fuente de alegría. ¿Cómo procuro compartirla con mi familia y mis amigos?
3. «La alegría tiene sus raíces en forma de cruz» (Forja, n. 28). Cuando me encuentro con dificultades y contrariedades en mis tareas ordinarias, ¿sé descubrir ahí a Cristo que me espera abrazado a la cruz, y me pide que la lleve con él?
4. «Y, después de despedirla [a la gente] subió al monte a orar a solas» (Mt 14, 23). ¿Busco, en lo posible, momentos para mi oración personal? Y al mismo tiempo, en mis ocupaciones diarias, en mi trabajo y en mi familia, ¿intento que mi vida esté transformada por mi relación con Dios?
5. ¿De qué manera insisto en pedir al Señor, sabiendo que «la oración es omnipotente» (Camino, n. 83) y «es siempre fecunda» (Camino, n.101)?
6. «Al ver que el viento era muy fuerte se atemorizó y, al empezar a hundirse, se puso a gritar: “¡Señor, sálvame!”. Al instante Jesús alargó la mano, lo sujetó y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”» (Mt 14, 30-31). ¿En qué momentos necesito aumentar la confianza en que el Señor está a mi lado, aun cuando las razones humanas parecen fallar?
7. «Tened confianza, soy yo, no tengáis miedo» (Mt 14, 27). ¿Frente a las inseguridades de la vida, intento abandonarme en el Señor sabiendo que quien está en las manos de Dios está en las mejores manos?
Acto de contrición
Mensaje del Prelado (7 agosto 2023)
El prelado del Opus Dei agradece la oración por los frutos de su viaje pastoral a Filipinas e Indonesia e invita a seguir rezando por los de su inminente estancia en Australia y Nueva Zelanda y por la JMJ.
07/08/2023
Queridísimos, ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Ya al final de la estancia en Filipinas e Indonesia, os envío estas pocas líneas para agradeceros el apoyo de vuestra oración por el trabajo apostólico en estas tierras de Asia. A la vez, os pido que sigáis rezando por este viaje, que proseguirá de modo inminente, en Australia y Nueva Zelanda.
En todas las regiones de la Obra, dentro de las diversas culturas y costumbres que enriquecen el conjunto, se experimenta –gracias a Dios y a la fidelidad de nuestro Padre y a la vuestra- una unidad magnífica de espíritu y de familia. Esta unidad procuramos vivirla como don y responsabilidad de cada una y de cada uno; en su origen está la caridad, que se expande en fraternidad y en afán apostólico.
No dejéis de rezar por los frutos de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, como una expresión más de unión con el Romano Pontífice. Pongamos a los jóvenes, que son el presente y el futuro de la Iglesia, bajo el manto maternal de Nuestra Señora de Fátima.
Con todo cariño, os bendice
Vuestro Padre
Yakarta, 7 de agosto de 2023
La ternura de Dios (VI): Una serena atención: las obras de misericordia espirituales
Las obras de misericordia espirituales atienden al hambre y a la sed, a la desnudez y al desamparo, a la enfermedad y a la cautividad que experimenta, en tantas formas diversas, el corazón humano.
02/09/2016
La Iglesia tiene la sabiduría de una buena madre, que sabe lo que necesitan sus hijos para crecer sanos y fuertes, en el cuerpo y en el espíritu. Con las obras de misericordia, nos invita a descubrir siempre de nuevo que tanto el cuerpo como el alma de nuestros hermanos los hombres necesitan de cuidados, y que Dios nos confía a cada uno esa custodia atenta. «El objeto de la misericordia es la misma vida humana en su totalidad. Nuestra vida misma en cuanto “carne” está hambrienta y sedienta, necesitada de vestido, casa y visitas, así como de un entierro digno, cosa que nadie puede darse a sí mismo (…). Nuestra vida misma, en cuanto “espíritu”, necesita ser educada, corregida, animada, consolada (…). Necesitamos que otros nos aconsejen, nos perdonen, nos aguanten y recen por nosotros»[1].
AUN CON EL PESO QUE LLEVEMOS A NUESTRAS ESPALDAS, DIOS ESPERA QUE NUESTRO CORAZÓN SE CONMUEVA COMO EL SUYO, QUE NO SE INSENSIBILICE ANTE LAS NECESIDADES DE LOS DEMÁS.
Vamos a considerar ahora las obras espirituales, que atienden al hambre y a la sed, a la desnudez y al desamparo, a la enfermedad y a la cautividad que experimenta, en tantas formas diversas, el corazón humano: formas de mendicidad espiritual que a todos nos aquejan, y que descubrimos también, si no nos dormimos, a nuestro alrededor[2]. Aun con el peso que llevemos a nuestras espaldas, Dios espera que nuestro corazón se conmueva como el suyo, que no se insensibilice ante las necesidades de los demás. «En medio de tanto egoísmo, de tanta indiferencia –¡cada uno a lo suyo!–, recuerdo aquellos borriquitos de madera, fuertes, robustos, trotando sobre una mesa... –Uno perdió una pata. Pero seguía adelante, porque se apoyaba en los otros»[3].
La misericordia de todos los días
San Josemaría recordaba en una ocasión su alegre experiencia de generosidad cristiana, confirmada a lo largo de los años: «conozco miles de estudiantes (…) que han renunciado a construirse su pequeño mundo privado, dándose a los demás mediante un trabajo profesional, que procuran hacer con perfección humana, en obras de enseñanza, de asistencia, sociales, etc., con un espíritu siempre joven y lleno de alegría»[4]. Donde hay un cristiano que se reconoce «como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar», encontramos «la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás. Pero si uno separa la tarea por una parte y la propia privacidad por otra, todo se vuelve gris y estará permanentemente buscando reconocimientos o defendiendo sus propias necesidades»[5]. «Hombres todos, y todos hijos de Dios, no podemos concebir nuestra vida como la afanosa preparación de un brillante curriculum, de una lucida carrera»[6]. Es lógico que nos ilusionemos con los horizontes que se abren ante nosotros en nuestro trabajo; pero esa ilusión, si no quiere ser delirio –«vanidad de vanidades» (Qo 1,2)–, debe estar inspirada por la pasión de iluminar las inteligencias, pacificar las tensiones, confortar los corazones.
Todos incidimos de un modo u otro en la cultura y en la opinión pública: no solo los escritores, los profesores o los profesionales de la comunicación. Cada uno a su modo puede hacer mucho por «enseñar al que no sabe», «dar buen consejo al que lo necesita» y «corregir al que se equivoca»: a quienes son víctimas, aun sin saberlo, de la superficialidad o de las ideologías; a quienes tienen sed de saber, de beber de las fuentes de la sabiduría humana y divina; a quienes no conocen a Cristo, «ni han visto la belleza de su rostro, ni saben la maravilla de su doctrina»[7] El esfuerzo por pensar la fe, de modo que se perciba el resplandor de la verdad; la disposición a complicarse la vida organizando medios de formación en los contextos más diversos; la ilusión por dar forma cristiana a la propia profesión, purificándola de abusos y abriéndole horizontes; el interés de los profesores por hacer crecer a sus alumnos; la iniciativa para orientar con nuestra experiencia a quienes se abren paso en el mundo profesional; la disposición a ayudar o aconsejar a los colegas en sus dificultades; el apoyo a los jóvenes que no se deciden a formar una familia a causa de la precariedad de sus condiciones de trabajo; la nobleza y la valentía de «corregir al que se equivoca»… Estas, y otras actitudes que van mucho más allá de éticas minimalistas, dan forma a la misericordia ordinaria que Dios pide a los cristianos de la calle.
EL TERRENO HABITUAL DE LA MISERICORDIA ES UN DÍA A DÍA DEL TRABAJO REGIDO POR LA PASIÓN DE AYUDAR: ¿QUÉ MÁS PUEDO HACER? ¿A QUIÉN MÁS PUEDO IMPLICAR?
Aunque sin duda conviene dar vida a proyectos allí donde tengamos posibilidad de dar una mano, el terreno habitual de la misericordia es un día a día del trabajo regido por la pasión de ayudar: ¿qué más puedo hacer? ¿a quién más puedo implicar? Todo esto es misericordia en acto, sin horarios, sin cálculos: «una misericordia dinámica, no como un sustantivo cosificado y definido, ni como adjetivo que decora un poco la vida, sino como verbo –misericordiar y ser misericordiados–»[8].
Arropar la debilidad del otro
Este binomio –misericordiar y ser misericordiados– se hace eco de la bienaventuranza más específica de este año jubilar: «bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia» (Mt 5,7): se abrirá paso en ellos la misericordia, porque al darla la recibirán de lo alto. El genio de Shakespeare lo sintetizó así: «La misericordia no es obligatoria; cae como la dulce lluvia del cielo sobre la tierra que está bajo ella. Es una doble bendición: bendice al que la concede y al que la recibe»[9].
A los misericordiosos, pues, el Señor no les promete solo clemencia y comprensión al final de sus días, sino también una medida generosa de dones –el ciento por uno (Mt 19, 29)– para esta vida: el misericordioso percibe más intensamente cómo Dios le perdona y le comprende; se alegra a su vez perdonando y comprendiendo, aunque duela; y experimenta también la alegría de ver cómo la misericordia de Dios se contagia, a través de él, a los demás. «Porque lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres» (1 Co 1,25). Cuando ahogamos el mal con abundancia de bien; cuando evitamos que la dureza de los demás nos endurezca el corazón, y no respondemos a la frialdad con más frialdad; cuando nos resistimos a volcar sobre quienes nos rodean nuestras dificultades; cuando nos esforzamos por sobreponernos a nuestra susceptibilidad y a nuestro amor propio, entonces libramos «las batallas de Dios (…). No hay más remedio que tomarse con empeño esta hermosísima guerra de amor, si de verdad queremos conseguir la paz interior, y la serenidad de Dios para la Iglesia y para las almas»[10].
Otra de las obras de misericordia espirituales consiste en «sufrir con paciencia los defectos de los demás». No se trata solo de no poner en evidencia al otro, de no señalarle con el dedo: la misericordia arropa la debilidad del otro, como los hijos de Noé[11], aunque al arroparle note el «olor» de sus defectos. Una misericordia distante no sería misericordia. El «olor a oveja»[12] –porque todos en la Iglesia somos «oveja y pastor»[13]– no suele ser agradable, pero exponerse a él es un sacrificio que, realizado sin aspavientos, sin que se note, tiene un aroma muy agradable a Dios: el bonus odor Christi[14]. «Cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara, para que no adviertan los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo oculto» (Mt 6,17-18)
LA MISERICORDIA INVIERTE UNA FÁCIL TENDENCIA A SER EXIGENTES CON LOS DEMÁS, Y TRANSIGENTES CON NOSOTROS MISMOS.
La misericordia invierte una fácil tendencia a ser exigentes con los demás, y transigentes con nosotros mismos. Descubrimos entonces con frecuencia que lo que nos parecía un defecto era simplemente una etiqueta que habíamos puesto al otro, quizá por un episodio aislado, o por una impresión a la que habíamos dado demasiada importancia; un «juicio sumario» que cristalizó, y que nos impide verle como es, porque percibimos solo esa cara negativa, ese rasgo hinchado por nuestro amor propio. La misericordia de Dios nos ayuda a evitar y, en su caso, a levantar esos dictámenes severos, de los que a veces no somos demasiado conscientes. También aquí rige aquella sentencia tan sabia de Tertuliano de que «dejan de odiar quienes dejan de ignorar, desinunt odisse qui desinunt ignorare»[15]. Un reto de la misericordia ordinaria, pues, es conocer mejor a quienes nos rodean, y evitar etiquetarles: padres, hijos, hermanos; vecinos, colegas... Además, cuando comprendemos a una persona, cuando no desesperamos de ella, la ayudamos a crecer; y en cambio, la fijación en las insuficiencias produce una tensión, un agarrotamiento con el que difícilmente brota lo mejor de cada uno. Toda nuestra relación con los demás, especialmente en la familia, debe ser «un “pastoreo” misericordioso»: sin paternalismos, «cada uno, con cuidado, pinta y escribe en la vida del otro»[16]
Hace falta también misericordia para llevar sin resentimiento la dureza con la que los demás a veces puedan tratarnos. No es fácil querer cuando uno recibe coces o indiferencia, pero «si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen eso también los paganos?» (Mt 5,47). El aire cristiano no se caracteriza solo por la mutua comprensión sino también por la disposición a reconciliarse cuando fallamos o cuando nos tratan con desdén. La actitud sincera de «perdonar las ofensas» es la única vía para romper las espirales de incomprensión que vemos alzarse a nuestro alrededor y que son, casi siempre, espirales de desconocimiento mutuo. No es esta una actitud idealista para ingenuos que no están en contacto con la mezquindad o con el cinismo, sino «fuerza de Dios» (1 Co 1, 19): una brisa suave, capaz de derrumbar las estructuras más imponentes.
Enviados a consolar
«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros seamos capaces de consolar a los que se encuentran en cualquier tribulación, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios» (2 Co 1,3-4). El cristiano sufre como los demás hombres; sufre a veces más por las incomprensiones o por las dificultades que le crea su fidelidad a Dios[17]; pero a la vez los sufrimientos se le hacen más ligeros, porque tiene el consuelo de su Padre. «Esta es tu seguridad, el fondeadero donde echar el ancla, pase lo que pase en la superficie de este mar de la vida. Y encontrarás alegría, reciedumbre, optimismo, ¡victoria!»[18] El consuelo que Dios nos da nos hace capaces de consolar; nos envía al mundo a consolar, porque «nuestra tristeza infinita sólo se cura con un infinito amor»[19].
UNA DE NUESTRAS ALEGRÍAS EN EL CIELO SERÁ DESCUBRIR EL BIEN QUE HIZO A TANTAS PERSONAS UNA BREVÍSIMA ORACIÓN EN MEDIO DEL AJETREO DEL TRÁFICO O DEL TRANSPORTE PÚBLICO.
Para «consolar al que está triste» es necesario aprender a leer las necesidades de los demás. Hay personas que están tristes porque experimentan la «amargura que proviene de la soledad o de la indiferencia»[20]; otras porque están sometidas a mucha tensión y necesitan descansar: se tratará de acompañarles y, a veces, de enseñarles a descansar, porque nunca aprendieron ese arte. Un buen hijo de Dios procura emular la tarea discreta del verdadero Consolador, «descanso en el trabajo, alivio en el calor, consuelo en el llanto»[21]: atender a los demás sin hacerles notar que les estamos dedicando tiempo, sin que tengan la impresión de que les concedemos audiencia, o de que les gestionamos. «Estamos hablando de una actitud del corazón, que vive todo con serena atención, que sabe estar plenamente presente ante alguien sin estar pensando en lo que viene después, que se entrega a cada momento como don divino que debe ser plenamente vivido»[22] Un hijo de Dios camina por la existencia con la convicción profunda de que «cada persona es digna de nuestra entrega»[23]: la sonrisa, la disposición a ayudar, el interés verdadero por los demás, también por aquellos a quienes ni siquiera conocemos, pueden cambiarles el día, y a veces la vida.
Con todos, conocidos y desconocidos, nuestra misericordia encontrará un «cauce ancho, manso y seguro»[24] en la oración: «Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios»[25]. Por eso la Iglesia nos alienta a «rogar a Dios por vivos y difuntos». Una de nuestras alegrías en el cielo será descubrir el bien que hizo a tantas personas una brevísima oración en medio del ajetreo del tráfico o del transporte público, a veces quizá como respuesta misericordiosa a un gesto poco amable; la esperanza que Dios inspiró, por nuestra intercesión, a quienes sufrían por cualquier motivo; el consuelo que recibieron vivos y difuntos por nuestro recuerdo –memento– en la Santa Misa, metidos en la oración de Jesús al Padre, en el Espíritu Santo.
Acabamos así este breve recorrido por las obras de misericordia, que son en realidad «infinitas, cada una con su sello personal, con la historia de cada rostro. No son solamente las siete corporales y las siete espirituales en general. O más bien, estas, así numeradas, son como las materias primas –las de la vida misma–: cuando las manos de la misericordia las tocan y las moldean, se convierten cada una de ellas en una obra artesanal. Una obra que se multiplica como el pan en las canastas, que crece desmesuradamente como la semilla de mostaza»[26].
Carlos Ayxelá
[1] Francisco, 3ª meditación en el Jubileo de los sacerdotes, 2-VI-2016.
[2] El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica las enumera así: enseñar al que no sabe; dar buen consejo al que lo necesita; corregir al que yerra; perdonar las injurias; consolar al triste; sufrir con paciencia los defectos de los demás; rogar a Dios por vivos y difuntos.
[3] San Josemaría, Forja, 563.
[4] San Josemaría, Conversaciones, 75.
[5] Francisco, Ex. Ap. Evangelii gaudium (24-XI-2013), 273.
[6] San Josemaría, Amigos de Dios, 76.
[7] San Josemaría, Es Cristo que pasa, 179.
[8] Francisco, 1ª meditación en el Jubileo de los sacerdotes, 2-VI-2016.
[9] W. Shakespeare, El mercader de Venecia, Acto IV, Escena I. Cfr. Francisco, Mensaje para la 50 Jornada mundial de las comunicaciones sociales, 24-I-2016.
[10] San Josemaría, Apuntes tomados de una meditación, II-1972, citado en Es Cristo que pasa, Edición crítico-histórica preparada por Antonio Aranda, Rialp 2013, 8d.
[11] Cfr. Gn 9,22-23.
[12] Francisco, Homilía, 28-III-2013.
[13] Cfr. Javier Echevarría, Carta Pastoral, 1-VIII-2007.
[14] Cfr. 2 Cor 2,15.
[15] Tertuliano, ad Nationes, 1, 1. También San Agustín aborda esta cuestión en In Evangelium Ioannis Tractatus, 89 y 90.
[16] Francisco, Ex. Ap. Amoris Laetitia (19-III-2016), 322.
[17] Los salmos se hacen eco con frecuencia de esta dificultad del creyente. Cfr. p.ej. Sal 42 (41),10-12; 44 (43),10-26; 73 (72).
[18] Via Crucis, VII estación, 3.
[19] Francisco, Evangelii Gaudium, 265.
[20] San Josemaría, Discurso en el Centro ELIS, con motivo de su inauguración, 21-XI-1965 (en Josemaría Escrivá de Balaguer y la universidad, Pamplona, Eunsa 1993, 84).
[21] Misal Romano, Pentecostés, Secuencia Veni Sancte Spiritus
[22] Francisco, Enc. Laudato si’ (24-V-2015), 226
[23] Francisco, Evangelii Gaudium, 274.
[24] Amigos de Dios, 306.
[25] Catecismo de la Iglesia Católica, 2635.
[26] Francisco, 3ª meditación en el Jubileo de los sacerdotes, 2-VI-2016. Cfr. Mt 13,31-32; 14,19-20.
La JMJ es una ráfaga de aire limpio y fresco en un mundo tan viciado de violencia e incomprensión
Una de las diversiones de los jóvenes de hoy es asistir a los masivos conciertos de los cantantes o grupos musicales de moda. Lo cierto es que no resulta fácil atraerlos con personajes que se muevan en una órbita más intelectual o comprometida. Sin embargo, las Jornadas Mundiales de la Juventud que organiza la Iglesia Católica y que este año se celebran en Lisboa, sí son capaces de concentrar a millones de jóvenes alrededor de los Papas que las vienen convocando desde 1984. Decía Albert Camus que “indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo, pero su tarea es quizás mucho mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga”
¿Se está deshaciendo el mundo? El nuevo milenio, cuanto menos, está siendo inquietante: guerras y conflictos en casi todos los continentes, epidemias, sequías o dramáticas inundaciones y hasta trágicos movimientos migratorios en todo el planeta .No es que estemos ante un escenario apocalíptico, pero sí, al menos, en el que los líderes y las instituciones mundiales, se deban sentir concernidas y aportar soluciones inmediatas.
La JMJ es como una ráfaga de aire limpio y fresco que se está colando en este clima tan viciado de violencia e incomprensión que padece la humanidad. Los millones de jóvenes que desde 1984 se concentran en distintas capitales del mundo: Roma, Buenos Aires, Manila, Río Janeiro, Madrid etc acuden atraídos por un sentido religioso y espiritual de la vida que para ellos los lidera Jesucristo, a quien hoy desde esta sociedad tan relativista y endiosada por su poder tecnológico y creador, quiere suplir y silenciar.
El Papa Francisco en el relevante discurso que pronunció en el encuentro con las autoridades, sociedad civil y cuerpo diplomático el miércoles 2 de Agosto en Belem dijo: “Sueño con una Europa, corazón de Occidente, que utilice su ingenio para apagar focos de guerra; una Europa que sepa reencontrar su alma joven…una Europa que incluya a los pueblos y a las personas con su propia cultura, sin perseguir teorías ni colonizaciones ideológicas”. Una apasionante tarea que incumbe hoy a todos los jóvenes de nuestro mundo más cercano que es Europa y a quienes debemos ayudar que acometan.
En el encuentro con los jóvenes universitarios les dirigió este esperanzador mensaje: “Amigos, permítanme decirles: busquen y arriesguen…estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedacitos, pero abrazamos el riesgo de pensar que no estamos en una agonía, sino en un parto: no en el final, sino al comienzo de un gran espectáculo.” Esta multitud de jóvenes que al finalizar la 38 edición de esta Jornada Mundial de la Juventud de la Iglesia Católica regresen a sus hogares, lugares de trabajo o universidades deben encontrar en la sociedad a la que pertenecen, el impulso para “buscar y arriesgar” en su pequeño mundo, el comienzo del gran espectáculo que acaban de vivir en Lisboa,
Jorge Hernández Mollar
La cara oculta de la Revolución Francesa
Roberto Celemín
La Revolución Francesa es conocida como uno de los períodos más tumultuosos y sangrientos de la historia de Francia y de Europa, que abarcó desde 1789 hasta finales del siglo XVIII. Durante este tiempo, Francia experimentó una transformación completa en su organización política, social y cultural. En medio de esta efervescencia revolucionaria, muchos revolucionarios se opusieron a las instituciones y creencias tradicionales, incluyendo la Iglesia Católica, a la que veían como un obstáculo para los ideales revolucionarios. Como resultado, se desató un ambiente anticatólico que impactó profundamente la sociedad y la cultura francesa.
Fue un enfrentamiento entre dos cosmovisiones: una republicana y antirreligiosa que buscaba la secularización del Estado y la sociedad, y otra católica y monárquica que defendía la preservación de la civilización cristiana en la sociedad francesa. La Revolución comenzó con una fase moderada, pero posteriormente se produjo una radicalización que llevó a una feroz persecución anticatólica.
La región de Vendée, en el oeste de Francia, fue particularmente afectada por la persecución religiosa durante la Revolución Francesa. Los habitantes de Vendée eran en su mayoría campesinos y fieles católicos que se opusieron a la secularización de la sociedad y a la abolición de la Iglesia Católica, y también resistieron a la conscripción forzada y a la confiscación de sus propiedades que se llevó a cabo en nombre de la revolución.
Antes de la Revolución, esta región era conocida por su fuerte tradición católica, en gran parte gracias a la profunda evangelización que San Luis María Grignion de Montfort y sus discípulos llevaron a cabo allí durante todo el siglo XVIII. Los habitantes de Vendée eran un pueblo con una fe sólida, alimentada por devociones al Sagrado Corazón, la Cruz, la Sagrada Eucaristía, la Santísima Virgen y su Rosario, promoviendo la renovación espiritual y la resistencia al racionalismo y la secularización que se estaban propagando en la Francia de la época.
En marzo de 1793, los campesinos de la Vendée se rebelaron contra la autoridad revolucionaria y formaron un ejército de insurgentes conocidos como "Chouans". Este grupo estaba compuesto principalmente por campesinos y nobles locales que se unieron para luchar contra la Revolución. Los Chouans capturaron rápidamente varias ciudades y pueblos en la Vendée y establecieron su propio gobierno.
Sin embargo, la respuesta de los revolucionarios fue brutal. Lo que comenzó como una operación militar para sofocar la rebelión se convirtió rápidamente en una campaña brutal contra los insurgentes y la población civil. La represión fue particularmente violenta en la Vendée, donde se estima que murieron decenas de miles de personas. Los revolucionarios veían a la Vendée como un símbolo de la resistencia contra la Revolución, y la campaña militar que llevaron a cabo allí se convirtió en una de las más sangrientas de la Revolución Francesa.
Además de la violencia directa, los revolucionarios también intentaron eliminar la religión mediante medidas más sutiles, como la confiscación de propiedades de la iglesia y la imposición del culto a la razón. La guerra en Vendée continuó durante varios años y resultó en la muerte de un gran número de personas. Se estima que alrededor de 170.000 personas fueron asesinadas en Vendée, incluyendo mujeres y niños, mientras que al menos 200 sacerdotes fueron ejecutados en la región.
A nivel nacional, la persecución religiosa también fue generalizada durante la Revolución Francesa. Se estima que unos 30.000 sacerdotes y religiosos fueron perseguidos y muchos fueron ejecutados o encarcelados. Además, se calcula que al menos 300.000 personas fueron arrestadas y alrededor de 40.000 fueron ejecutadas en toda Francia durante la Revolución.
La violencia y represión en la Vendée causaron una gran conmoción en Francia y en el resto de Europa. Muchos cristianos se sintieron profundamente indignados por la persecución religiosa y la brutalidad de los revolucionarios. Como resultado de la Revolución, la Iglesia Católica francesa sufrió un gran impacto.
A pesar de la represión, muchos cristianos se mantuvieron firmes en su fe y continuaron practicando en secreto durante la Revolución. Los sacerdotes que lograron escapar de la persecución establecieron iglesias clandestinas y llevaron a cabo misas y otros servicios religiosos en lugares ocultos.
La Revolución Francesa tuvo un impacto duradero en la Iglesia Católica francesa y en la sociedad en general. La Iglesia perdió gran parte de su influencia en la sociedad, y muchos sacerdotes y religiosos fueron ejecutados o forzados a huir del país. Sin embargo, la Iglesia Católica sobrevivió a la Revolución y se recuperó gradualmente en las décadas siguientes, gracias en parte al liderazgo de figuras como el Papa Pío VII y a la restauración de la monarquía.
El legado de la Guerra de la Vendée sigue siendo significativo en la actualidad, tanto en Francia como en otros países donde se ha estudiado este conflicto. La lucha entre la visión tradicional y religiosa y la visión secular y revolucionaria sigue siendo relevante hoy en día en muchos contextos sociales y políticos.
La «ley trans», a debate en una jornada de la Cátedra de la Mujer de la UCV
Por OBSERVATORIO DE BIOETICA UCV|29 junio, 2023|BIOÉTICA PRESS, Informes, Transexualidad
Académicos, juristas, criminólogos y científicos de distintas universidades coinciden en mostrar el grave problema sociológico y cultural que subyace tras las últimas leyes del Ministerio de Igualdad.
La Cátedra de la Mujer de la Universidad Católica de Valencia (UCV) celebró ayer una jornada, enmarcada en los Cursos de Verano, en la que académicos, juristas, criminólogos y científicos de distintas universidades revisaron las implicaciones de las últimas leyes del Ministerio de Igualdad, conocidas como ‘ley del solo sí es sí’ y ‘ley trans’.
Especialistas como Ana Paz Garibo, profesora de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia, Elena Iñigo, profesora titular de Derecho Penal en la Universidad de Navarra (UNAV), Giorgio Cerina, profesor de Derecho Penal en la Universidad de Extremadura, y Raquel Campos, criminóloga y jurista especialista en Victimología y Mediación Penal, protagonizaron la primera parte de la Jornada que analizó la ‘ley del solo sí es sí’, y que se centró en mostrar el grave problema sociológico y cultural que subyace detrás de esta normativa .
Ley trans, aprobada “de espaldas a la evidencia”
En la segunda mesa redonda no sólo se hizo un análisis de opinión sobre la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, sino que se trató de argumentar su “profundo calado, pues de ella depende la vida y la salud de mucha gente, ahora y en un futuro”, según afirmó el director del Observatorio de Bioética de la UCV, Julio Tudela: “Estamos empezando a cosechar los frutos catastróficos de medidas y posiciones que se han ido tomando de espaldas a la evidencia”.
Tudela, que ejerció como moderador, dio la palabra a Pilar Castañón, directora y fundadora de la revista Woman Essentia, que reparó en un problema más grave que la propia ley, y es «la crisis social y cultural que ha puesto en entredicho la identidad del ser humano». «La ley es todo menos natural”, aseguró. Además, “evidencia un cambio antropológico que lleva a una disociación de la persona. Llevamos años separando el cuerpo del alma y de la inteligencia, el sexo del amor y el hombre de la mujer, buscando el enfrentamiento permanente. En el fondo, lo que nos están quitando es la trascendencia”, ha afirmado la economista.
Con Castañón departieron Francisca Pérez-Madrid, catedrática de Derecho Eclesiástico del Estado en la Universidad de Barcelona, que contempló los conflictos que la ‘ley trans’ puede plantear con la libertad de creencias y de conciencia; y Vicente Bellver, catedrático de Filosofía del Derecho y Filosofía Política en la Universidad de Valencia, que planteó sus efectos secundarios en el conjunto de la sociedad, pues “afecta a todos los seres humanos en el aspecto más nuclear que es su identidad”.
La Cátedra de la Mujer es un nuevo espacio de la Universidad Católica de Valencia en torno a la identidad de la mujer desde distintos ámbitos, el significado de su feminidad y la consideración sobre su dignidad y misión en el mundo actual.
La jornada puede volver a verse pinchando en el siguiente enlace.
La Federación Mundial de Atletismo prohíbe participar a mujeres trans en competiciones femeninas
Por OBSERVATORIO DE BIOETICA UCV|5 junio, 2023|BIOÉTICA PRESS, Informes, Transexualidad
La Federación Mundial de Atletismo prohibió el 31 de marzo de 2023 participar a las mujeres trans en competiciones femeninas, excluyendo de esta manera a los atletas transgénero que hubieran pasado la pubertad masculina antes de participar en las competiciones femeninas en la clasificación mundial.
En cuanto a los atletas DSD (Disorders of Sex Developement, por sus siglas en inglés), en español ADS (Anomalías de la Diferenciación Sexual), la nueva regulación establece que los atletas tienen que reducir su nivel de testosterona por debajo de 2,5 nml/L durante un mínimo de 24 meses para competir en cualquier evento de categoría femenina, no sólo los restringidos en la norma anterior (400 metros a una milla).
Se han introducido disposiciones provisionales para atletas relevantes que ya estaban compitiendo en los eventos que no estaban restringidos (menos de 400 metros y mayores de una milla y eventos de campo). En ellas se incluye el requisito de suprimir los niveles de testosterona por debajo de 2,5 nmol durante al menos seis meses antes de que puedan volver a competir.
Cabe recordar que en la regulación anterior, el nivel de testosterona máximo requerido para permitir la participación era de 5 nmol/L durante, al menos, seis meses para los atletas que competían en los eventos restringidos.
Las disposiciones adicionales no se aplican a los eventos previamente restringidos, en los que se requiere dos años de supresión de testosterona para que el atleta sea elegible para competir.
La Federación Mundial de Atletismo realizó un periodo de consultas con las principales partes interesadas, incluidas las federaciones miembros, la Academia Mundial de Entrenadores de Atletismo, la Comisión de Atletas, el Comité Olímpico Internacional y grupos representativos de los derechos humanos y de los transexuales.
En el mundo del deporte no apoyaron la primera opción que se presentó a las partes interesadas: permitir que los atletas trans mantuvieran sus niveles de testosterona por debajo de 2,5 nmol/L durante 24 meses para poder competir internacionalmente en categoría femenina.
Actualmente no hay atletas trans compitiendo en categoría femenina, por lo que no hay evidencias del impacto que producirían estos atletas en las competiciones femeninas. En este sentido, el Consejo priorizó la equidad de la competición femenina por encima de la integración.
También se ha acordado establecer un grupo de trabajo durante 12 meses para seguir considerando la inclusión de las atletas trans en competiciones femeninas. Su función será consultar con atletas trans para conocer sus puntos de vista sobre la competición de atletismo femenino.
El presidente de la Federación (World Athletics), según afirma Sebastian Coe, ha declarado que “las decisiones siempre son difíciles cuando involucran necesidades y derechos en conflicto entre diferentes grupos, pero seguimos considerando que debemos mantener la equidad para las mujeres atletas por encima de todas las demás consideraciones. Nos guiaremos en esto por la ciencia en torno al rendimiento físico y la ventaja masculina que inevitablemente se desarrollará en los próximos años. A medida que haya más evidencia disponible, revisaremos nuestra posición, pero creemos que la integridad de la categoría femenina en el atletismo es primordial».
Valoración bioética
Los procesos de transición de género plantean problemas de difícil solución. Las evidentes diferencias genéticas, anatómicas, constitucionales, endocrinas o psicológicas entre los sexos masculino y femenino, confieren capacidades distintas condicionadas por estas diferencias. La instauración de las terapias de transición de género, farmacológicas o quirúrgicas, no consigue anularlas hasta el punto de convertir lo masculino en femenino y viceversa. La evaluación de la testosterona como único indicador para permitir o no la competición conjunta con atletas trans se revela como un indicador insuficiente, dado que el mantenimiento de valores bajos de esta hormona durante un tiempo no evita el desarrollo corporal, muscular, cardiovascular, etc. que se produce previamente a la administración de los tratamientos farmacológicos o quirúrgicos.
Promover la igualdad en dignidad y derechos, que constituye un deber ineludible para todos, no debe confundirse con anular las diferencias, porque pretender hacerlo constituye, de hecho, una forma de discriminación, como hemos informado previamente en los casos que se han producido en otros deportes.
Los problemas asociados al fenómeno de la transexualidad, en el campo de la competición y otros, tienen su origen en la pretensión de anular la biología y su trascendencia en la identidad del ser humano. Ser sexuado afecta a toda la persona, es constitutivo de su identidad, determinado genéticamente desde la concepción, y condiciona las aptitudes, la conducta, y el rendimiento en distintas áreas. Los procesos de transición de género no anulan estas diferencias, aunque las modifican, subyaciendo en todo caso en mayor o menor grado el fenotipo masculino o femenino determinado por la genética.
Julio Tudela
Ester Bosch
El silencio de la naturaleza
Con el silencio del cuerpo, también se hace en ocasiones apremiante la añoranza del silencio de la naturaleza. Es una añoranza salvadora. El hombre echa en falta el silencio del bosque, el silencio de los arrullos del mar y de la brisa del amanecer; el silencio del alborear y del atardecer. Cualquier ser humano necesita sumergirse en ese silencio vivo -¡qué bien lo cantó García Lorca!: "El silencio profundo de la vida en la tierra/ nos lo enseña la rosa/abierta en el rosal"- para llegar a redescubrirse hijo de Dios en Cristo Nuestro Señor, hermano de las restantes criaturas que con él pueblan la tierra, y de quienes ha de cuidar, en quienes se ha de gozar, a quienes ha de ayudar y proteger, de quienes ha de servirse y con quienes ha de compartir las alegrías y los sinsabores de cada día, amor y sufrimiento.
La grandeza del hombre, y su misterio, es tanta, que ni el silencio del cuerpo ni el de la naturaleza son suficientes para que su alma y su espíritu alcancen a descubrir la verdadera dimensión para la que han sido creados por Dios. El hombre añora, de cuando en cuando, el silencio de los acontecimientos en los que participa y por los que está envuelto.
Silencio que le permite saborear la soledad necesaria para reconquistar el sentido profundo del vivir, y que le devuelve la conciencia de sí mismo, de su propio caminar, de no ser un número, ni siquiera uno más, dentro de un masa, de un conjunto de sus semejantes; y de no estar arrastrado por un rio de información, de acontecimientos que él no puede ni dominar ni dirigir, en los que ni siquiera está capacitado para intervenir de alguna manera, y que se limita pasivamente a soportar sin encontrar una salida adecuada.
En silencio ante lo que le rodea, el hombre comienza a saborear el aroma del silencio de su alma, anhelante de vivir en la eternidad para la que ha sido creado, y escucha el silencio del cielo estrellado, que le invita a descubrir la ciencia de su existir, y a desentrañar lo que está oculto por el silencio de vida y el silencio de muerte; por el silencio de paz y el silencio de guerra; en el silencio de alegría y en el silencio de tristeza: porque sólo en el silencio se descubre el sacrificio, y se llega incluso a amarlo.
Juan García.
En estos momentos, en pleno desarrollo de las JMJ, me parece importante hace una reflexión sobre el amor y sobre la sexualidad. Nuestra felicidad, como personas, tiene mucho que ver con el modo de vivir las dimensiones esenciales de nuestra naturaleza humana. Por ejemplo, el modo de cultivar nuestra inteligencia y nuestra voluntad, la afectividad, la fe y también la sexualidad. En estas líneas me voy a referir a esta última cualidad.
Hemos sido creados como hombre o como mujer, igual dignidad y complementarios en nuestra sexualidad. para la subsistencia de la especie humana. Pero como somos seres racionales no nos debemos regir por el mero instinto o atracción sexual, como los animales, seres irracionales.
Nuestra razón, bien ordenada, nos debe hacer ver que en la persona humana la procreación solo debe ser fruto del amor, pero de un amor estable y fiel, comprometido previamente para toda la vida en el matrimonio, porque el ser humano, por su dignidad debe ser fruto del amor y porque ese hijo tiene derecho a tener un padre y una madre que lo amen, lo cuiden, lo formen...
Este modo de vivir la sexualidad es fuente de alegría y de satisfacción, como demuestra la experiencia de tantos matrimonios. La sexualidad vivida así fortalece el amor mutuo, el respeto y la delicadeza, y favorece vivir la paternidad responsable, que lleva a formar una familia numerosa cuando no hay circunstancias objetivas importantes que lo dificultan.
Cuando se trata del noviazgo, el modo correcto de manifestar el cariño será el que corresponda a esa situación, en la que aún no se han entregado el uno al otro en el matrimonio, y por tanto sabrán privarse de las relaciones propias del matrimonio, sin "quemar etapas", que podrían "quemar el amor", como decía Benedicto XVI.
Jesús Domingo Martínez
Violencia de género, feminismo y política
La vida política se ha embarrado de tal manera durante los cinco años de sanchismo, que resulta hasta natural el choque semántico entre el Partido Popular y Vox que está impidiendo un acuerdo para cambiar de signo el Gobierno de Extremadura. El Gobierno de Sánchez ha impuesto, desde su mayoría parlamentaria, los postulados de la llamada "ideología de género", con un claro afán adoctrinador a través de las leyes, de la escuela y del discurso oficial.
En ese marco se ha hecho habitual la denominación "violencia de género" para referirse a la lacra de la violencia contra las mujeres, que es un verdadero desafío ético y político. Se puede discutir si la denominación es la más apropiada, pero no que la violencia contra las mujeres es un problema objetivo que requiere todos los esfuerzos para ser combatida, educativos y legislativos. Es cierto que muchas políticas contra esta lacra, inspiradas por cierto feminismo ideológico, han sido un verdadero fracaso, y no viene mal poner en cuestión ciertos eslóganes, pero lo que no se puede es negar el problema ni disminuir su alcance.
No parece lógico que se llegue al paroxismo de impedir el cambio político en una Comunidad, demandado por los electores del PP y de VOX, por una cuestión semántica en la que unos y otros se están enredando. Luchar sin descanso contra la violencia machista y criticar con razones sólidas la ideología de género y su adoctrinamiento son cosas perfectamente compatibles.
JD Mez Madrid
Quien más quien menos, en estos días está pensando y/o pasando sus vacaciones. Unos porque están muy cansados, otros porque están deseando estar más con los hijos, otros porque tiene un recuerdo espléndido del año anterior. En fin, en general las necesitamos, nos viene bien. Y, sin embargo, luego se encuentra uno a ciertas personas, a veces muchas, que no saben disfrutar, que no saben cambiar, que no saben hacer cosas que no harían durante el curso.
Elizabeth von Arnim escribió a principios del siglo pasado una novela sobre las vacaciones: “Abril encantado”. Se reeditó en España en 2014 y ha vuelto a tener más ediciones recientes. Trata de las reacciones de cuatro mujeres muy distintas que coinciden en un mes de abril en Italia en un castillo medieval. Las situaciones que se dan son complejas, simpáticas, pero manifestando como en el interior de cada uno puede haber egoísmos e ignorancias grandes sobre la psicología de las personas.
Seguramente en algunas vacaciones pueden ocurrir cosas como las que se narran en esta historia. Aburrimientos, egoísmos, comparaciones y, casi sin pretenderlo, un encuentro con la propia conciencia. Realmente si nos
De una de las protagonistas de la novela se cuenta, en los primeros días de tranquilidad: “Lo que le preocupaba era que ese día había sido totalmente incapaz de centrar su atención en algo, y no había hecho nada más que vagar inquieta desde el cuarto de estar hasta las almenas y de vuelta otra vez. Hoy había sido un día desperdiciado, y cómo le desagradaba el desperdicio”. De esa manera, esa mujer ya mayor, de la que se podría esperar una cierta experiencia, ha conseguido aprender algo nuevo. Si se lo hubieran dicho antes no se lo habría creído.
José Morales Martín
¿Qué ha cambiado en las prelaturas personales?
En fecha 8 de agosto de 2023 el Papa Francisco ha promulgado un motu proprio con el que se modifican algunas normas del Código de Derecho canónico de 1983 referentes a las prelaturas personales. ¿Qué cambia en esa figura, y qué significado tiene la reforma?
Luis Felipe Navarro·8 de agosto de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
Foto: El Papa Francisco en el avión de vuelta de la JMJ ©CNS photo/Lola Gomez
RELACIONADASLa Santa Sede modifica el marco legal de las prelaturas personalesAlgunas preguntas habituales sobre el Opus DeiEl Opus Dei adecuará sus estatutos a las indicaciones de "Ad charisma tuendum"
Siguiendo en la dirección marcada por la Constitución Apostólica “Praedicate Evangelium”, artículo 117, con la que se reformó la Curia Romana, se confirma la dependencia de las prelaturas personales del Dicasterio para el Clero. Cabe recordar que desde la ley que regulaba la Curia Romana en 1967 (Constitución Apostólica “Regimini Ecclesiae Universae”, de san Pablo VI, artículo 49, § 1) hasta la reciente reforma de la Curia Romana (19 marzo 2022), las prelaturas dependían del Dicasterio para Obispos.
Las principales novedades de este motu proprio son dos: se dispone que las prelaturas personales se asimilan, sin identificarse, a las asociaciones clericales de Derecho pontificio dotadas de facultad de incardinar; y se recuerda que los laicos obtienen el párroco propio y el Ordinario proprio mediante el domicilio y cuasidomicilio.
Veamos en sus líneas generales ambos aspectos.
Asociaciones clericales con facultad de incardinar
1. Las asociaciones clericales están reguladas en el Código de Derecho Canónico de 1983 (CIC) únicamente por el canon 302. Se trata de un canon muy breve, único sobreviviente de un conjunto de cánones proyectados durante algunas etapas de la elaboración del Código de Derecho Canónico de 1983. Ese canon dice así: “Se llaman clericales aquellas asociaciones de fieles que están bajo la dirección de clérigos, hacen suyo el ejercicio del orden sagrado y son reconocidas como tales por la autoridad competente”.
Ese canon residual no explica todo lo que son, o querían ser, las asociaciones clericales. En él se forja un concepto técnico de asociación clerical que se distingue de las asociaciones de clérigos (can. 278). En el proyecto se pensó que algunas de esas asociaciones tendrían la facultad de incardinar clérigos, que entre sus miembros habría fieles laicos, y que tendrían frecuentemente una función de evangelización en lugares donde la Iglesia no estuviera todavía presente. Eran unas asociaciones dotadas de un fuerte carácter misional que exigía el ejercicio del Orden sagrado para llevar a cabo esa misión de evangelización. Por ello debían tener un carácter público en la Iglesia (no caben asociaciones que hagan suyo el Orden sagrado y sean de naturaleza privada). Teniendo en cuenta el papel del ministerio ordenado se previó que el gobierno recayera en sacerdotes (cfr. mi Comentario al canon 302, en Instituto Martin de Azpilicueta, Facultad de Derecho Canónico, Universidad de Navarra, Comentario exegético al Código de Derecho canónico, Vol. II/1, Pamplona, tercera edición, 2002, p. 443-445).
Pasados algunos años, algunas asociaciones clericales sintieron la exigencia de poder incardinar algunos o todos sus miembros, según los casos, para asegurar la estabilidad de su carisma y la eficacia operativa de sus estructuras. Para responder a esta exigencia, el 11 de enero de 2008, el Papa Benedicto XVI concedió a la Congregación para el Clero el privilegio de conceder a algunas asociaciones clericales la facultad de incardinar a los miembros que lo soliciten. Posteriormente, en el motu proprio “Competentias quasdam decernere” de 11 de febrero de 2022, estas asociaciones clericales se incluyen entre los entes incardinantes (cfr. el nuevo canon 265).
Actualmente hay varias asociaciones clericales con facultad de incardinar: algunas son muy autónomas, como la Comunidad San Martín (“Communauté Saint Martin”) o la Sociedad Juan María Vianney (“Société Jean-Marie Vianney”). Aunque ya antes eran asociaciones clericales, solo en 2008 recibieron la facultad de incardinar. También se encuentra entre las asociaciones clericales la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos (erigida como asociación clerical en 2008, aunque antes tenía otra configuración jurídica).
Hay tres que nacen y están ligadas con mayor o menor intensidad a un movimiento: la Asociación clerical del Comunidad del Emmanuel (2017), ligada a la Comunidad del Emmanuel; la asociación clerical “Obra de Jesús Sumo Sacerdote” (2008), del movimiento “Pro Deo et Fratribus – Familia di María” (“Opera di Gesù Sommo Sacerdote” Pro Deo et Fratribus – Famiglia di Maria, aprobada en 2002), y la Fraternidad Misionaria de San Egidio, aprobada en 2019 (actualmente el Moderador es un sacerdote: cfr. Anuario Pontificio 2023, p. 1692; antes era un Obispo, Mons. Vincenzo Paglia: cfr. Anuario Pontificio 2021, p. 1657). En estos casos, al Moderador o Responsable se le atribuyen las facultades de Ordinario, como hace este motu proprio (artículos 1 y 2).
Atención pastoral a los laicos
2. Otra novedad de este motu proprio es que se confirma que a los fieles laicos ligados a las prelaturas se les aplica el canon 107, § 1: “Tanto por el domicilio como por el cuasidomicilio corresponde a cada persona su propio párroco y Ordinario”, también a quien pertenece a las prelaturas y a otros entes, jerárquicos o agregativos (en cambio, esta disposición tiene una escasa relevancia respecto a los clérigos: el vínculo jurídico fundamental del clérigo es la incardinación).
En este punto, el nuevo canon hace explícito lo que ya existía y se aplicaba antes. Los laicos de la prelatura eran y son fieles también de las diócesis a las que pertenecen por su domicilio o cuasidomicilio. Se trata de una disposición de carácter general cuya finalidad es garantizar que cada fiel tenga a quien acudir para recibir los sacramentos y la Palabra de Dios.
En efecto, en su modo de atender pastoralmente a los fieles, la Iglesia quiere garantizar que cada fiel tenga un párroco propio y un Ordinario.
El primer criterio empleado es muy sencillo: el domicilio, es decir, el lugar de residencia habitual. Como la organización de la Iglesia sigue fundamentalmente un criterio territorial, se dispone que por la residencia habitual el fiel tiene a quien acudir: pertenece a una parroquia o a una diócesis.
De gran interés es que la Iglesia y su derecho se preocupan de atribuir no solo un Ordinario, sino que puede un fiel tener varios Ordinarios y párrocos propios al mismo tiempo, según el lugar de residencia (entra en juego una residencia menos estable: el cuasidomicilio, que se adquiere con tres meses de residencia: cfr. canon 102, § 2). Cabe incluso que una persona tenga un Ordinario o párroco por criterios no territoriales (un militar tendrá el Ordinario del Ordinariato militar; o, si un fiel es de una parroquia personal, tendrá como párroco el párroco de esa estructura personal). Pero ese Ordinario y párroco personales se añaden al Ordinario y párroco por el territorio.
En este ámbito es claro que el fiel goza de gran libertad. Él puede elegir para la celebración de algunos sacramentos el párroco o el Ordinario entre las distintas posibilidades que le ofrece el Derecho
EL AUTORLuis Felipe Navarro
Rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, Profesor de Derecho de la Persona, Consultor del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
- Inicie sesión para enviar comentarios