Ideas Claras
DE INTERES PARA HOY sábado, 18 de marzo de 2023
Indice:
El Papa: “La sed de Jesús no es sólo física: sino sed de nuestro amor”
¡Que no decaiga nuestra confianza, que no vacile nuestra esperanza!
Campaña de oración con motivo del 10º Aniversario de pontificado del Papa Francisco
Papa Francisco: Revisar el celibato sacerdotal no aumentaría las vocaciones
EL FARISEO Y EL PUBLICANO : Francisco Fernandez Carbajal
Evangelio del sábado: la oración del cristiano, oración del corazón
“¡Dios y audacia!” : San Josemaria
¿Quién fue San José, el padre de Jesús?
El sacramento de la confesión en el cristianismo primitivo
La semilla de la paz : Ana Teresa López de Llergo
Los niños también pueden vivir el estrés : Lucía Legorreta
ESCUELA PARA PADRES La importancia de la familia en la sociedad, sus virtudes y valores humanos : Francisco Gras
Por qué me convertí al catolicismo, Chesterton : G. K. Chesterton
Ideología de género: La ideología de la confusión : Monseñor Juan Antonio Reig
¿Por qué impulsamos la formación de sacerdotes? : Fundacion CARF
Carlos Chiclana: “Los sacerdotes se deben cuidar para poder cuidar a los demás” :
Jornada por la Vida 2023 : Josefa Romo
La democracia no es el rodillo : Juan García.
Vivir la Cuaresma : José Morales Martín
MOCIÓN DE CENSURA. : Amparo Tos Boix, Valencia.
El legado teológico pastoral del Papa Francisco tras 10 años de pontificado : Mariano Fazio
ROME REPORTS
El Papa: “La sed de Jesús no es sólo física: sino sed de nuestro amor”
Palabras del Santo Padre antes del Ángelus
Ángelus 12 marzo 2023 © Vatican Media
Alas 12 del mediodía de hoy, domingo 12 de marzo 2023, el Santo Padre Francisco se asomó a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa al introducir la oración mariana:
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Palabras del Papa
Queridos hermanos y hermanas, buenos días, ¡feliz domingo!
Este domingo el Evangelio nos presenta uno de los encuentros más hermosos y fascinantes de Jesús, con la mujer samaritana (cf. Jn 4,5-42). Jesús y los discípulos hacen una parada junto a un pozo en Samaria. Llega una mujer y Jesús le dice: «Dame de beber» (v. 7). Quisiera detenerme precisamente en esta expresión: Dame de beber.
La escena nos muestra a Jesús sediento y cansado, que se encuentra en el pozo de la samaritana en la hora más calurosa a mediodía, y como un mendigo pide algo fresco. Es una imagen del abajamiento de Dios: Dios se abaja en Jesucristo por la redención, viene a nosotros. En Jesús, Dios se hizo uno de nosotros, se abajó; sediento como nosotros, sufre nuestra misma canícula. Contemplando esta escena, cada uno de nosotros puede decir: el Señor, el Maestro, «me pide beber. Tiene, por lo tanto, sed como yo. Tiene mi sed. ¡Estas cerca de mí realmente, Señor! Estas vinculado a mi pobreza – ¡no puedo creerlo! – me has tomado desde abajo, desde lo más bajo de mí mismo, donde nadie puede alcanzarme» (P. Mazzolari, La Samaritana, Bolonia 2022, 55-56). Y tú viniste a mí, desde abajo, y me tomaste desde allí, porque tenías, y tienes, sed de mí. La sed de Jesús, de hecho, no es solo física, expresa las sequedades más profundas de nuestra vida: es sobre todo la sed de nuestro amor. Es más que un mendigo, está sediento de nuestro amor. Y emergerá en el momento culminante de la pasión, en la cruz; allí, antes de morir, Jesús dirá: «Tengo sed» (Jn 19,28). Aquella sed de amor que lo llevó a descender, a abajarse, a ser uno de nosotros.
Pero el Señor, que pide beber, es Aquel que da de beber: al encontrarse con la samaritana le habla del agua viva del Espíritu Santo y desde la cruz derrama sangre y agua desde su costado atravesado (cf. Jn 19,34). Jesús, sediento de amor, sacia nuestra sed con amor. Y hace con nosotros como con la samaritana: se acerca a nosotros en lo cotidiano, comparte nuestra sed, nos promete el agua viva que hace brotar en nosotros la vida eterna (cf. Jn 4,14).
Dame de beber. Hay un segundo aspecto. Estas palabras no son solo la petición de Jesús a la samaritana, sino un llamamiento – a veces silencioso – que cada día se eleva hacia nosotros y nos pide que nos hagamos cargo de la sed ajena. Dame de beber nos dicen quienes – en la familia, en el lugar de trabajo, en el resto de lugares que frecuentamos – tienen sed de cercanía, de atención, de escucha; nos lo dice quien tiene sed de la Palabra de Dios y necesita encontrar en la Iglesia un oasis donde beber. Dame de beber es el llamamiento de nuestra sociedad, donde la prisa, la carrera por el consumo y, sobre todo, la indiferencia, esta cultura de la indiferencia, generan aridez y vacío interior. Y – no lo olvidemos – dame de beber es el grito interior de tantos hermanos y hermanas a los que les falta el agua para vivir, mientras se sigue contaminando y estropeando nuestra casa común; y también esta, agotada y reseca, “tiene sed”.
Frente a estos desafíos, el Evangelio de hoy nos ofrece a cada uno de nosotros el agua viva que puede hacer que nos convirtamos en fuente de refrigerio para los demás. Y entonces, como la samaritana, que dejó su ánfora en el pozo y fue a llamar a la gente del pueblo (cf. v. 28), tampoco nosotros pensaremos solo en saciar nuestra sed, nuestra sed material, intelectual o cultural, sino que, con la alegría de haber encontrado al Señor, podremos saciar la sed de los demás: dar sentido a la vida de los demás, no como amos sino como servidores de esta Palabra de dios que nos ha dado sed, que nos da sed continuamente; podremos entender su sed y compartir el amor que Él nos dio a nosotros. Se me ocurre hacer esta pregunta, a mí y a vosotros: ¿Somos capaces de entender la sed de los demás? ¿La sed de la gente, la sed de tantos en mi familia, en mi barrio? Hoy podemos preguntarnos: ¿Yo tengo sed de Dios, me doy cuenta de que necesito su amor como el agua para vivir? Y después, yo que estoy sediento, ¿me preocupo de la sed de los demás, la sed espiritual, la sed material?
Que la Virgen interceda por nosotros y nos sostenga en el camino.
¡Que no decaiga nuestra confianza, que no vacile nuestra esperanza!
Palabras del Santo Padre después de la oración mariana
Ángelus 12 marzo 2023 © Vatican Media
Al final del Ángelus, de este domingo 12 de marzo de 2023. Francisco recordó el acto de consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María e hizo un llamamiento a la solidaridad con los que sufren la guerra, sin olvidar a los mártires ucranianos.
Estas fueron las palabras del Papa después de la oración mariana, ofrecidas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
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Palabras del Papa
¡Queridos hermanos y hermanas!
Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de tantos países, en particular a los fieles llegados de Madrid y de Spalato.
Saludo a los grupos parroquiales de Padova, Caerano San Marco, Bagolino, Formia y Sant’Ireneo en Roma.
El viernes próximo, 17 de marzo y el sábado 18 se renovará en toda la Iglesia la iniciativa “24 horas para el Señor”: un tiempo dedicado a la oración de adoración y al sacramento de la Reconciliación. En la tarde del viernes me dirigiré a una parroquia romana para la celebración penitencial. Hace un año, en este contexto, llevamos a cabo el solemne Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María, invocando el don de la paz. Que nuestra encomienda no decaiga, que no vacile nuestra esperanza. El Señor escucha siempre las súplicas que su pueblo le dirige por la intercesión de la Virgen Madre. Permanecemos unidos en la fe y en la solidaridad con nuestros hermanos que sufren a causa de la guerra; sobre todo no olvidamos al martirizado pueblo ucraniano.
Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
Campaña de oración con motivo del 10º Aniversario de pontificado del Papa Francisco
(C) Vatican Media
La iniciativa de acompañar el 10º Aniversario del Pontificado del Papa Francisco de esta forma partió de los jóvenes del “Sínodo Digital”. Un grupo de evangelizadores digitales que participan de la etapa continental del Sínodo, después de haber realizado la etapa de la escucha en muchas partes del mundo.
La propuesta surgió del intercambio que ellos han tenido al reflexionar sobre lo que se le podía regalar a Papa Francisco por su aniversario. Allí se recordó el primer día de su Pontificado cuando antes de dar la primera bendición a los que estaban reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa pidió un momento de silencio para que todo el Pueblo de Dios rezara por él. Desde entonces lo hemos escuchado repetir en diversas ocasiones esta petición: “no se olviden de rezar por mí”.
De allí que pensaron que “rezar por él” sería el mejor regalo que se podía hacer, realizándolo de la manera propia es esta realizad digital, por medio de un sistema web promovido en las redes digitales.
En qué consiste
Consiste en un sitio web https://www.decimus-annus.org/ donde se accede y se coloca el número de avemarías que deseen ofrecer por el Papa. Si la persona lo desea, puede encender una “vela virtual”, que representa su oración y que se verá reflejada en un mapamundi juntamente con las otras velas que fueron encendidas alrededor del mundo representando las avemarías ofrecidas por todas las personas que se sumaron a esta campaña de oración.
Qué busca significar
Esta iniciativa busca expresar la unidad de la Iglesia en torno a Pedro. Una fecha significativa como esa nos brinda una oportunidad para recordar en el corazón lo que significa ser Iglesia que peregrina con Pedro, y por ello, agradecer a Dios por el don de tener el Papa que, como Vicario de Cristo, nos acompaña en la historia.
Quiénes lo promueven
Los primeros promotores de esta campaña son los influencers/Evangelizadores digitales que a través de las redes quieren llevar esta iniciativa a todo el mundo. Pero la invitación es que todos sean transmisores de esta iniciativa para que nadie quede excluido.
Quiénes pueden participar
La campaña es una invitación abierta para que todas las personas se unan en oración con el fin de celebrar el pontificado del Papa Francisco, agradeciendo a Dios y pidiendo para Dios lo asista y acompañe.
A cuántos busca llegar
Se espera que esta iniciativa pueda ser compartida por todos y llegar así al mayor número posible de personas a través de los medios digitales.
El desafío será en que cada uno de los que se sumen a esta campaña se transforme en promotor de la misma, compartiéndolo de cualquier manera posible.
Hasta cuándo será la campaña
Concluye el 13 de marzo, día en que celebramos el 10º. Aniversario del Pontificado del Papa Francisco.
Cómo se hará el regalo al Papa
Deseamos hacerle llegar el día 13 de marzo, que es su aniversario, un mapa impreso con todas las velas encendidas de tal manera que se vea reflejado gráficamente el “mapa de oraciones” ofrecidas por las personas que se sumaron a esta campaña desde todas las partes del mundo.
Papa Francisco: Revisar el celibato sacerdotal no aumentaría las vocaciones
“El problema es cultural. No debemos ser ingenuos y pensar que los cambios programáticos traerán la solución”
El Papa Francisco con sacerdotes formadores, 10 noviembre 2022 © Vatican Media
El Papa Francisco considera que, aunque la cuestión del celibato obligatorio podría ser revisable, esto no es algo que aumentaría el número de vocaciones al sacerdocio. Igualmente, manifiesta que respeta “la tradición de la Iglesia de occidente” del celibato obligatorio, y “en todo caso”, un eventual cambio lo dispondría, “si lo cree conveniente, el papa que me suceda”.
A lo largo de sus 10 años de pontificado, el Santo Padre ha aportado prácticamente la misma respuesta en torno a la cuestión del celibato para los sacerdotes del rito latino dentro de la Iglesia Católica.
Entrevista del Santo Padre a Infobae
El pasado 10 de marzo de 2023 Francisco concedió una entrevista al fundador de Infobae, Daniel Hadad, donde abordó su primera década de papado, y entre otros diversos temas la cuestión del celibato sacerdotal.
A continuación, reproducimos literalmente el fragmento en el que el Papa se refiere a ello:
Daniel Hadad: Le dije que era la última de algo teológico o vinculado a la Iglesia y me equivoqué, no le mentí. Pero en estos tiempos se habla, y no sé los números, de que no hay tantas vocaciones. O quizás sí y no trascienden. Pero independientemente de eso, en el caso que el celibato no fuese obligatorio —no que desaparezca el celibato, que no fuese obligatorio— ¿usted imagina que la existencia de sacerdotes con la posibilidad de estar casados, como hay en otras iglesias, podría colaborar para que más gente se sume al sacerdocio?
Papa Francisco: No creo. De hecho, en la iglesia católica hay sacerdotes casados: todo el rito oriental es casado. Todo. Todo el rito oriental. Acá en la Curia tenemos uno —hoy mismo me lo crucé— que tiene su señora, su hijo. No hay ninguna contradicción para que un sacerdote se pueda casar. El celibato en la Iglesia Occidental es una prescripción temporal: no sé si se resuelve de un modo o de otro, pero es provisoria en este sentido; no es eterna como la ordenación sacerdotal, que es para siempre, te guste o no te guste. Que dejes o no dejes es otro tema, pero es para siempre. En cambio, el celibato es una disciplina.
Daniel Hadad: O sea que podría revisarse.
Papa Francisco: Sí. Sí. De hecho, todos los de la Iglesia Oriental están casados. O los que quieren. Ahí hacen una opción. Antes de la ordenación la opción por casarse o por ser célibes.
Con estas palabras Su Santidad, expone, en primer lugar, que no cree que el hecho de que exista la posibilidad de permitir que los sacerdotes no tengan que ser célibes y puedan estar casados aumente el número de vocaciones al sacerdocio.
En segundo lugar, explica que en la Iglesia Católica de rito oriental, en comunión con el Papa, hay hombres casados ordenados sacerdotes. Esto es algo que, por otra parte, en la Iglesia Católica de rito latino solo ocurre con los diáconos permanentes.
Después recuerda que, efectivamente, el celibato no es un dogma de fe, sino una medida de disciplina revisable. Esto significa que, en un futuro, la Iglesia Católica de rito latino podría estudiar el celibato sacerdotal opcional.
Asimismo, el Obispo de Roma destaca que, de acuerdo a la teología católica, “la ordenación sacerdotal es para siempre, te guste o no te guste. Que dejes o no dejes es otro tema, pero es para siempre. En cambio, el celibato es una disciplina”. Esto significa que, si bien los sacerdotes ordenados dentro de la Iglesia Católica pueden pedir una dispensa para dejar de ejercer su ministerio, teológicamente siguen siendo sacerdotes.
Un eventual cambio sería realizado por “el papa que me suceda”
Por otro lado, recientemente, en el libro El Pastor, publicado en Argentina por Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, se recoge un diálogo en el que el Pontífice manifiesta que respeta “la tradición de la Iglesia de occidente” del celibato obligatorio, y “en todo caso”, un eventual cambio lo dispondría, “si lo cree conveniente, el papa que me suceda”.
Del mismo modo, en el libro, y como indicó a Infobae, el Sucesor de Pedro remarca que no considera que la no obligatoriedad del celibato sea la solución a la crisis de vocaciones: “No comparto esos razonamientos. Los sacerdotes luteranos pueden estar casados, pero aún así no consiguen aumentar el número de ministros”. Para él, “el problema es cultural. No debemos ser ingenuos y pensar que los cambios programáticos traerán la solución”.
“Prefiero dar la vida antes que cambiar la ley del celibato”
Por otra parte, conviene rememorar que el 27 de enero de 2019, en la rueda de prensa en el vuelo de vuelta de la JMJ de Panamá, el Santo Padre respondió de manera parecida a la cuestión “¿Es posible pensar que la Iglesia católica, siguiendo el rito oriental, permitirá que los hombres casados sean sacerdotes?”: “En la Iglesia católica, en el rito oriental, pueden hacerlo, y se toma la opción, del celibato o como esposo, antes del diaconado”.
Con respecto al el rito latino, expuso: “me viene a la mente una frase de san Pablo VI: ‘Prefiero dar la vida antes que cambiar la ley del celibato’. Me ha venido a la mente y quiero decirla, porque es una frase valiente. En un momento más difícil que ese, se estaba en los años 68-70”.
“Personalmente, creo que el celibato es un don para la Iglesia. En segundo lugar, digo que no estoy de acuerdo con permitir el celibato opcional, no. Solamente quedaría alguna posibilidad en los sitios más remotos, pienso en las islas del Pacífico… Pero una cosa es pensar cuando hay una necesidad pastoral, ahí, el pastor debe pensar en los fieles”, añadió.
“(…) Esto es algo que están discutiendo los teólogos; pero no hay una decisión mía. Mi decisión es: el celibato opcional antes del diaconado no. Es algo mío, personal; yo no lo haré, esto está claro. ¿Soy un ‘cerrado”? Tal vez, pero no me siento capaz de ponerme frente a Dios con esta decisión”, subrayó el Papa.
— Necesidad de la humildad. La soberbia lo pervierte todo.
— La hipocresía de los fariseos. Manifestaciones de la soberbia.
— Aprender del publicano de la parábola. Pedir la humildad.
I. Misericordia, Dios mío... Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias1. El Señor se conmueve y derrocha sus gracias ante un corazón humilde.
Nos presenta San Lucas en el Evangelio de la Misa de hoy2 a dos hombres que subieron al Templo a orar: uno fariseo y publicano el otro. Los fariseos se consideraban a sí mismos como puros y perfectos cumplidores de la ley; los publicanos se encargaban de recaudar las contribuciones, y eran tenidos por hombres más amantes de sus negocios que de cumplir con la ley. Antes de narrar la parábola, el Evangelista se preocupa de señalar que Jesús se dirigía a ciertos hombres que presumían de ser justos y despreciaban a los demás.
En seguida se pone de manifiesto en la parábola que el fariseo ha entrado al Templo sin humildad y sin amor. Él es el centro de sus propios pensamientos y el objeto de su aprecio: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo. En vez de alabar a Dios, ha comenzado, quizá de modo sutil, a alabarse a sí mismo. Todo lo que hacía eran cosas buenas: ayunar, pagar el diezmo...; la bondad de estas obras quedó destruida, sin embargo, por la soberbia: se atribuye a sí mismo el mérito, y desprecia a los demás. Faltan la humildad y la caridad, y sin ellas no hay ninguna virtud ni obra buena.
El fariseo está de pie. Ora, da gracias por lo que hace. Pero hay mucha autocomplacencia, está «satisfecho». Se compara con los demás y se considera superior, más justo, mejor cumplidor de la ley. La soberbia es el mayor obstáculo que el hombre pone a la gracia divina. Y es el vicio capital más peligroso: se insinúa y tiende a infiltrarse hasta en las buenas obras, haciéndoles perder su condición y su mérito sobrenatural; su raíz está en lo más profundo del hombre (en el amor propio desordenado), y nada hay tan difícil de desarraigar e incluso de llegar a reconocer con claridad.
«“A mí mismo, con la admiración que me debo”. —Esto escribió en la primera página de un libro. Y lo mismo podrían estampar muchos otros pobrecitos, en la última hoja de su vida.
»¡Qué pena, si tú y yo vivimos o terminamos así! —Vamos a hacer un examen serio»3. Pedimos al Señor que tenga siempre compasión de nosotros y no nos deje caer en ese estado. Imploremos cada día la virtud de la humildad y hagamos hoy el propósito de estar atentos a las diversas y variadas expresiones en que se pone de manifiesto el pecado capital de la soberbia, y a rectificar la intención en nuestras obras cuantas veces sea necesario.
II. Algunos fariseos se convirtieron, y fueron amigos y fieles discípulos del Señor, pero muchos otros no supieron reconocer al Mesías, que pasaba por sus calles y plazas. La soberbia hizo que perdieran el norte de su existencia y que su vida religiosa, de la que tanto alardeaban, quedara hueca y vacía. Sus prácticas de piedad se consumían en formalismos y meras apariencias, realizadas de cara a la galería. Cuando ayunan, demudan su rostro para que los demás lo sepan4; cuando oran, gustan de hacerlo de pie y con ostentación en las sinagogas o en medio de las plazas5; cuando dan limosna, lo pregonan con trompetas6.
El Señor recomendará a sus discípulos: No hagáis como los fariseos. Y les explica por qué no deben seguir su ejemplo: Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres7. Con palabra fuerte, para que reaccionen, les llama hipócritas, semejantes a sepulcros blanqueados: vistosos por fuera, repletos de podredumbre por dentro8.
La vanagloria «fue la que los apartó de Dios; ella les hizo buscar otro teatro para sus luchas y los perdió. Porque, como se procura agradar a los espectadores que cada uno tiene, según son los espectadores, tales son los combates que se realizan»9. Para ser humildes no podemos olvidar jamás que quien presencia nuestra vida y nuestras obras es el Señor, a quien hemos de procurar agradar en todo momento.
Los fariseos, por la soberbia, se volvieron duros, inflexibles y exigentes con sus semejantes, y débiles y comprensivos consigo mismos: Atan pesadas cargas a los demás y ellos ni siquiera ponen un dedo para moverlas10. A nosotros el Señor nos dice: El mayor entre vosotros ha de ser vuestro servidor11. Y el Espíritu Santo, por medio de San Pablo: llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo12. Una de las manifestaciones más claras de la humildad es el servir y ayudar a los demás, no ya en acciones aisladas sino de modo constante.
Quizá uno de los reproches más duros que les hace el Señor es este: Vosotros no habéis entrado y a los que iban a entrar se lo habéis impedido13. Han cerrado el camino a aquellos a quienes tenían que guiar. ¡Guías ciegos!14 les llamará en otro lugar. La soberbia hace perder la luz sobrenatural para uno mismo y para los demás.
La soberbia tiene manifestaciones en todos los aspectos de la vida. «En las relaciones con el prójimo, el amor propio nos hace susceptibles, inflexibles, soberbios, impacientes, exagerados en la afirmación del propio yo y de los propios derechos, fríos, indiferentes, injustos en nuestros juicios y en nuestras palabras. Se deleita en hablar de las propias acciones, de las luces y experiencias interiores, de las dificultades, de los sufrimientos, aun sin necesidad de hacerlo. En las prácticas de piedad se complace en mirar a los demás, observarlos y juzgarlos; se inclina a compararse y a creerse mejor que ellos, a verles defectos solamente y negarles las buenas cualidades, a atribuirles deseos e intenciones poco nobles, llegando incluso a desearles el mal. El amor propio (...) hace que nos sintamos ofendidos cuando somos humillados, insultados o postergados, o no nos vemos considerados, estimados y obsequiados como esperábamos»15.
Nosotros hemos de alejarnos del ejemplo y de la oración del fariseo y aprender del publicano: Dios mío, ten misericordia de mí, que soy un pecador. Es una jaculatoria para repetirla mucha veces, que fomenta en el alma el amor a la humildad, también a la hora de rezar.
III. El Señor está cerca de aquellos que tienen el corazón contrito, y a los humillados de espíritu los salvará16. El publicano dirige a Dios una oración humilde, y confía, no en sus méritos, sino en la misericordia divina: quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios, ten compasión de mí que soy un pecador.
El Señor, que resiste a los soberbios pero a los humildes da su gracia17, lo perdona y justifica. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no.
El publicano «se quedó lejos, y por eso Dios se acercó más fácilmente... Que esté lejos o que no lo esté, depende de ti. Ama y se acercará; ama y morará en ti»18.
También podemos aprender de este publicano cómo ha de ser nuestra oración: humilde, atenta, confiada. Procurando que no sea un monólogo en el que nos damos vueltas a nosotros mismos, a las virtudes que creemos poseer.
En el fondo de toda la parábola late una idea que el Señor quiere inculcarnos: la necesidad de la humildad como fundamento de toda nuestra relación con Dios y con los demás. Es la primera piedra de este edificio en construcción que es nuestra vida interior. «No quieras ser como aquella veleta dorada del gran edificio: por mucho que brille y por alta que esté, no importa para la solidez de la obra.
»—Ojalá seas como un viejo sillar oculto en los cimientos, bajo tierra, donde nadie te vea: por ti no se derrumbará la casa»19.
Cuando una persona se siente postergada, herida en detalles pequeñísimos, debe pensar que todavía no es humilde de verdad: es la ocasión de aceptar la propia pequeñez y ser menos soberbios: «no eres humilde cuando te humillas, sino cuando te humillan y lo llevas por Cristo»20.
La ayuda de la Virgen Santísima es nuestra mejor garantía para ir adelante en esta virtud. «María es, al mismo tiempo, una Madre de misericordia y de ternura, a la que nadie ha recurrido en vano; abandónate lleno de confianza en el seno materno, pídele que te alcance esta virtud (de la humildad) que Ella tanto apreció; no tengas miedo de no ser atendido, María la pedirá para ti de ese Dios que ensalza a los humildes y reduce a la nada a los soberbios; y como María es omnipotente cerca de su Hijo, será con toda seguridad oída»21. Después de considerar las enseñanzas del Señor, y de contemplar el ejemplo humilde de Santa María, podemos acabar nuestra oración con esta petición: «Señor, quita la soberbia de mi vida; quebranta mi amor propio, este querer afirmarme yo e imponerme a los demás. Haz que el fundamento de mi personalidad sea la identificación contigo»22.
1 Salmo responsorial. — 2 Lc 18, 9-14. — 3 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 719. — 4 Cfr. Mt 6, 16. — 5 Cfr. Mt 6, 5. — 6 Cfr. Mt 6, 2. — 7 Mt 23, 5. — 8 Cfr. Mt 23, 27. — 9 San Juan Crisóstomo, Hom. sobre San Mateo, 72, 1. — 10 Lc 11, 46. — 11 Mt 23, 11. — 12 Gal 6, 2. — 13 Lc 11, 53. — 14 Mt 15, 14. — 15 B. Baur, En la intimidad con Dios, p. 89. — 16 Sal 33. — 17 Sant 4, 6. — 18 San Agustín, Sermón 9, 21. — 19 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 590. — 20 Ibídem, n. 594. — 21 J. Pecci -León XIII-, Práctica de la humildad, 56. — 22 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 31.
Evangelio del sábado: la oración del cristiano, oración del corazón
Comentario del sábado de la 3.ª semana de Cuaresma. “Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador”. El publicano nos enseña que Dios no busca nuestra elocuencia ni nuestros méritos. Dios le concede su misericordia al hombre de corazón sencillo y humilde.
18/03/2023
Evangelio (Lc 18, 9-14)
Dijo también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los demás:
Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros: «Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo».
Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador».
Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado.
Comentario
Dos hombres suben al templo a orar.
El primero parece que reza a Dios, su oración quiere ser una acción de gracias dirigida a Dios, pero en realidad es una exhibición de sus propios méritos. Se mira a sí mismo, se reza a sí mismo.
Encontrándose incluso en el templo, no siente la necesidad de postrarse ante la majestad de Dios; está de pie, se siente seguro.
Encerrado en sí mismo, desprecia a todos los que no son como él.
Es incapaz de rezar desde el corazón, incapaz de examinarlo para evaluar sus pensamientos, sus sentimientos, y dejar que Dios le quite toda arrogancia e hipocresía.
El publicano en cambio, el otro, se presenta en el templo con espíritu humilde y arrepentido.
Su oración es muy breve: «¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador!». Nada más.
Si el fariseo no pedía nada porque ya lo tenía todo, el publicano sólo puede mendigar la misericordia de Dios.
Busca la intimidad y el silencio para encontrarse con Dios.
Presentándose con las manos vacías, con el corazón desnudo y reconociéndose pecador, el publicano nos muestra la condición necesaria para recibir el perdón del Señor.
El camino de la oración es así el camino hacia nuestro corazón, allí donde Dios nos encuentra y nos habla.
No seáis almas de vía estrecha, hombres o mujeres menores de edad, cortos de vista, incapaces de abarcar nuestro horizonte sobrenatural cristiano de hijos de Dios. ¡Dios y audacia! (Surco, 96)
18 de marzo
A lo largo de los años, se presentarán -quizá antes de lo que pensamos- situaciones particularmente costosas, que exigirán mucho espíritu de sacrificio y un mayor olvido de sí mismo. Fomenta entonces la virtud de la esperanza y, con audacia, haz tuyo el grito del Apóstol: en verdad, yo estoy persuadido de que los sufrimientos de la vida presente no son de comparar con aquella gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros; medita con seguridad y con paz: ¡qué será el Amor infinito de Dios vertido sobre esta pobre criatura!
Ha llegado la hora, en medio de tus ocupaciones ordinarias, de ejercitar la fe, de despertar la esperanza, de avivar el amor; es decir, de activar las tres virtudes teologales, que nos impulsan a desterrar enseguida, sin disimulos, sin tapujos, sin rodeos, los equívocos en nuestra conducta profesional y en nuestra vida interior. (Amigos de Dios, 71)
“Ten piedad de mí, que soy un pecador”, es el lema de las 24 horas para el Señor (2023), iniciativa de oración y reflexión que este año se inspira en el Evangelio de San Lucas (18,13).
15/03/2023
La jornada comenzará con la celebración Penitencial presidida por el Papa Francisco este viernes 17 de marzo, a las 16:30 de la tarde, en la parroquia de Santa Maria delle Grazie al Trionfale. Este día, anuncia el Dicasterio para la Evangelización, estará marcado por la oración de adoración eucarística, reflexión e invitación a la conversión personal.
Redescubrir el sacramento de la Reconciliación
Asimismo, este Dicasterio Vaticano recuerda que el acto “24 horas para el Señor” está estrechamente relacionado con el tiempo litúrgico de la Cuaresma, y en particular con el IV Domingo de Cuaresma, antiguamente conocido como Laetare.
La alegría que se celebra en este día brota de la conversión personal, de la reconciliación con Dios y de la gracia recibida en el Sacramento del Perdón.
Enlaces con recursos para participar y difundir #24horasparaelSeñor
∙ Página oficial de la iniciativa 24 horas para el Señor (Dicasterio para la Evangelización).
∙ La confesión, en 10 frases del Papa Francisco.
∙ RESET: es un reportaje multimedia sobre la Confesión, con un documental y cinco vídeos, más una explicación del sacramento y exámenes de conciencia para adultos, jóvenes y niños para descargar en PDF.
∙ La Confesión: una guía paso a paso.
· ¿Por qué confesarnos?: Explicación con textos del Evangelio, el Catecismo, el Papa Francisco y san Josemaría.
∙ Torreciudad, un hospital del corazón (reportaje multimedia).
∙ Descargar los infográficos sobre la Confesión en otros idiomas.
El 19 de marzo -este año la fiesta litúrgica se ha trasladado al 20 de marzo- la Iglesia celebra la fiesta del Santo Patriarca, patrono de la Iglesia y de la Obra, fecha en la que en el Opus Dei renovamos el compromiso de amor que nos une al Señor.
San José. Fuente: Cathopic.
14/03/2023
¿Cómo imaginaba san Josemaría a san José?
“Yo me lo imagino joven, fuerte, quizá con algunos años más que Nuestra Señora, pero en la plenitud de la edad y de la energía humana. Sabemos que no era una persona rica: era un trabajador, como millones de otros hombres en todo el mundo; ejercía el oficio fatigoso y humilde que Dios había escogido para sí, al tomar nuestra carne y al querer vivir treinta años como uno más entre nosotros.
La Sagrada Escritura dice que José era artesano. Varios Padres añaden que fue carpintero. De las narraciones evangélicas se desprende la gran personalidad humana de José: en ningún momento se nos aparece como un hombre apocado o asustado ante la vida; al contrario, sabe enfrentarse con los problemas, salir adelante en las situaciones difíciles, asumir con responsabilidad e iniciativa las tareas que se le encomiendan”. (Es Cristo que pasa, n. 40).
1. Textos y audios sobre San José
• Homilía de san Josemaría: En el taller de José (texto y audio)
• Libro electrónico ‘Con corazón de padre’ (‘Patris corde’).
• San José, en palabras de san Josemaría. Audio que recoge distintas intervenciones de san Josemaría, en encuentros con personas de América y España.
• Meditaciones: Solemnidad de San José. Los temas propuestos son: la oración de José anima sus acciones; una oración que pone la mirada en Jesús; el patriarca se mueve con la libertad y la confianza que da el amor.
• Rezar con el beato Álvaro del Portillo: en la fiesta de san José y Responder con alegría al querer de Dios.
• Audio del prelado (19 marzo 2020): San José y la seguridad de lo imposible. Meditación predicada en la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz.
2. Textos para meditar sobre la fiesta de San José
Imagen de la Sagrada Familia, del retablo del Santuario de Torreciudad (Huesca, España).
• Libro electrónico de las Catequesis del Papa Francisco sobre San José.
• Exhortación Redemptoris Custos, sobre la figura y la misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia. (San Juan Pablo II, 15 de agosto de 1989)
• Una fidelidad que se renueva: La fiesta de San José pone ante nuestra mirada la belleza de una vida fiel. José se fiaba de Dios: por eso pudo ser su hombre de confianza en la tierra para cuidar de María y de Jesús, y es desde el cielo un padre bueno que cuida de nuestra fidelidad.
• ¿Qué tiene de grande alguien tan corriente como san José?
• Aprender a ser fiel: La fidelidad a una persona, a un amor, a una vocación, es un camino en el que se alternan momentos de felicidad con periodos de oscuridad y duda.
• Relato sobre un episodio de la vida de San Josemaría que acrecentó su devoción al Santo Patriarca (marzo de 1935).
3. Oraciones a san José
• Oraciones a san José. Oraciones a san José mencionadas en ‘Patris corde’ (‘Con corazón de padre’) y en el decreto con el que se concede el don de indulgencias especiales con ocasión del Año de San José.
4. Vídeos sobre San José
• La «locura» del amor a san José: En este breve vídeo, san Josemaría habla de san José, padre del Señor y esposo de la Virgen. "Enseñó tantas cosas a Jesús y le protegió cuando fue Niño (...). ¡Cuántas pruebas le envió el Señor y con qué delicadeza las llevó adelante!".
• Devoción del Papa Francisco a San José: “Yo quisiera también decirles una cosa muy personal. Yo quiero mucho a san José. Porque es un hombre fuerte y de silencio. Y tengo en mi escritorio una imagen de san José durmiendo. Y durmiendo cuida a la Iglesia. Sí, puede hacerlo. Nosotros no. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de san José para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema”.
¿Quién fue San José, el padre de Jesús?
José de Nazaret
A San José, Dios le encomendó la enorme responsabilidad y privilegio de ser el esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Por eso es el santo que más cerca está de Jesús y de la Santísima Virgen María.
Su fiesta es el 19 de marzo y el Papa Francisco nos ha invitado a que nos fijemos de forma especial en la figura de San José. Para eso, ha señalado cuáles son las dos virtudes principales que definen al padre de Jesús: “José es el hombre que sabe acompañar en silencio” y es “el hombre de los sueños”.
Biografía de San José
Tanto San Mateo como San Lucas nos hablan de San José como de un varón que descendía de una estirpe ilustre: la de David y Salomón, reyes de Israel. Los detalles de esta ascendencia son históricamente algo confusos: no sabemos cuál de las dos genealogías, que traen los evangelistas, corresponde a María y cuál a San José, que era su padre según la ley judía. No sabemos si su ciudad natal fue Belén, a donde se dirigió a empadronarse, o Nazaret, donde vivía y trabajaba.
Sabemos, en cambio, que no era una persona rica: era un trabajador, como millones de otros hombres en todo el mundo; ejercía el oficio fatigoso y humilde que Dios había escogido para sí, al tomar nuestra carne y al querer vivir treinta años como uno más entre nosotros.
La Sagrada Escritura dice que José era artesano. Varios Padres añaden que fue carpintero. San Justino, hablando de la vida de trabajo de Jesús, afirma que hacía arados y yugos (S. Justino, Dialogus cum Tryphone, 88, 2, 8 (PG 6, 687).); quizá, basándose en esas palabras, San Isidoro de Sevilla concluye que José era herrero. En todo caso, un obrero que trabajaba en servicio de sus conciudadanos, que tenía una habilidad manual, fruto de años de esfuerzo y de sudor.
De las narraciones evangélicas se desprende la gran personalidad humana de José: en ningún momento se nos aparece como un hombre apocado o asustado ante la vida; al contrario, sabe enfrentarse con los problemas, salir adelante en las situaciones difíciles, asumir con responsabilidad e iniciativa las tareas que se le encomiendan.
Quién fue San José de Nazaret en la Iglesia Católica
La Iglesia entera reconoce en San José a su protector y patrono. A lo largo de los siglos se ha hablado de él, subrayando diversos aspectos de su vida, continuamente fiel a la misión que Dios le había confiado.
- En el siglo XVII, el Papa Gregorio XV instituyó por primera vez una fiesta litúrgica en su nombre.
- Durante 1870, el santo Papa Pío IX nombró a san José patrono universal de la Iglesia.
- A partir de entonces, León XIII dedicó una encíclica al santo patriarca
- A los 100 años de este documento, San Juan Pablo II escribió la exhortación apostólica Redemptoris custos.
- El papa Francisco publicó también una carta sobre san José en 2020, bajo el título «Patris corde», «Corazon de padre»
En palabras de San Josemaría, San José es realmente Padre y Señor, que protege y acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús mientras crecía y se hacía hombre. Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además, Maestro de vida interior: porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con El, a sabernos parte de la familia de Dios. Este Santo nos da esas lecciones siendo, como fue, un hombre corriente, un padre de familia, un trabajador que se ganaba la vida con el esfuerzo de sus manos.
Las virtudes de José de Nazaret
José obrero era un artesano de Galilea, un hombre como tantos otros. En su día solo había paternidad y trabajo, todos los días, siempre con el mismo esfuerzo. Y, al acabar la jornada, una casa pobre y pequeña, para reponer las fuerzas y recomenzar.
Pero el nombre de José significa, en hebreo, Dios añadirá. Dios añade, a la vida santa de los que cumplen su voluntad, dimensiones insospechadas: lo importante, lo que da su valor a todo, lo divino. Dios, a la vida humilde y santa de José, añadió la vida de la Virgen María y la de Jesús, Señor Nuestro.
Vivir de la fe, estas palabras se ven realizadas con creces en San José. Su cumplimiento de la voluntad de Dios es espontáneo y profundo.
Porque la historia del Santo Patriarca fue una vida sencilla, pero no una vida fácil. Después de momentos angustiosos, sabe que el Hijo de María ha sido concebido por obra del Espíritu Santo. Y ese Niño, Hijo de Dios, descendiente de David según la carne, nace en una cueva. Ángeles celebran su nacimiento y personalidades de tierras lejanas vienen a adorarle, pero el Rey de Judea desea su muerte y se hace necesario huir. El hijo de Dios es, en la apariencia, un niño indefenso, que vivirá en Egipto.
En su Evangelio, San Mateo pone constantemente de relieve la fidelidad de José, que cumple los mandatos de Dios sin vacilaciones, aunque a veces el sentido de esos mandatos le pudiera parecer oscuro o se le ocultara su conexión con el resto de los planes divinos.
Fe, amor y esperanza
En muchas ocasiones los Padres de la Iglesia hacen resaltar esta firmeza de la fe de San José. La fe de José no vacila, su obediencia es siempre estricta y rápida.
Para comprender mejor esta lección que nos da aquí el Santo Patriarca, es bueno que consideremos que su fe es activa. Porque la fe cristiana es lo más opuesto al conformismo, o a la falta de actividad y de energía interiores. En las diversas circunstancias de su vida, el Patriarca no renuncia a pensar, ni hace dejación de su responsabilidad. Al contrario: coloca al servicio de la fe toda su experiencia humana.
Fe, amor, esperanza: estos son los ejes de la vida del Santo y los de toda vida cristiana. La entrega de José de Nazaret aparece tejida de ese entrecruzarse de amor fiel, de fe amorosa, de esperanza confiada. Eso nos enseña la vida de San José: sencilla, normal y ordinaria, hecha de años de trabajo siempre igual, de días humanamente monótonos, que se suceden los unos a los otros.
San José el padre de Jesús
A través del ángel, Dios mismo le confía a José cuáles son sus planes y cómo cuenta con él para llevarlos adelante. José está llamado a ser padre de Jesús; esa va a ser su vocación, su misión.
José ha sido, en lo humano, maestro de Jesús; le ha tratado diariamente, con cariño delicado, y ha cuidado de El con abnegación alegre.
Con San José, aprendemos lo que es ser de Dios y estar plenamente entre los hombres, santificando el mundo. Tratad a José y encontraréis a Jesús. Tratad a José y encontraréis a María, que llenó siempre de paz el amable taller de Nazaret.
José de Nazaret cuidó del Hijo de Dios y, en cuanto a hombre, le introdujo en la esperanza del pueblo de Israel. Y eso mismo hace con nosotros: con su poderosa intercesión nos lleva hacia Jesús. San Josemaría, cuya devoción a san José fue creciendo a lo largo de su vida, decía que Él es realmente Padre y Señor, que protege y acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús mientras crecía y se hacía hombre.
Dios exige continuamente más, y sus caminos no son nuestros humanos caminos. San José, como ningún hombre antes o después de él, ha aprendido de Jesús a estar atento para reconocer las maravillas de Dios, a tener el alma y el corazón abiertos.
La fiesta de San José
La fiesta de San José pone ante nuestra mirada la belleza de una vida fiel. José se fiaba de Dios: por eso pudo ser su hombre de confianza en la tierra para cuidar de María y de Jesús, y es desde el cielo un padre bueno que cuida de la fidelidad cristiana.
La solemnidad de San José es el 19 de marzo y la fiesta de San José obrero (Día Internacional del trabajo) es el 1 de mayo. También está incluido en la Fiesta de la Sagrada Familia (30 de diciembre) y sin duda forma parte de la historia de la Navidad.
Los siete domingos de san José
Son una costumbre de la Iglesia para preparar la fiesta del 19 de marzo. Dedicando al Santo Patriarca los siete domingos anteriores a esa fiesta en recuerdo de los principales gozos y dolores de su vida.
La meditación de los “dolores y gozos de san José” ayuda a conocer mejor al santo Patriarca y a recordar que también él afrontó alegrías y dificultades
Fue el Papa Gregorio XVI quien fomentó la devoción de los siete domingos de san José, concediéndole muchas indulgencias; pero S.S. Pío IX les dio actualidad perenne con su deseo de que se acudiera al Santo, para aliviar la entonces aflictiva situación de la Iglesia universal.
Un día, alguien preguntó a san Josemaría cómo acercarse más a Jesús: «Piensa en aquel hombre maravilloso, escogido por Dios para hacerle de padre en la tierra; piensa en sus dolores y en sus gozos. ¿Haces los siete domingos? Si no, te aconsejo que los hagas».
«¡Qué grandeza adquiere la figura silenciosa y oculta de san José –decía san Juan XXIII– por el espíritu con que cumplió la misión que le fue confiada por Dios. Pues la verdadera dignidad del hombre no se mide por el oropel de los resultados llamativos, sino por las disposiciones interiores de orden y de buena voluntad»
Devoción del Papa Francisco
“Yo quisiera también decirles una cosa muy personal. Yo quiero mucho a san José. Porque es un hombre fuerte y de silencio. Y tengo en mi escritorio tengo una imagen de san José durmiendo. Y durmiendo cuida a la Iglesia. Sí, puede hacerlo. Nosotros no. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de la figura del Santo para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema”.
El «Santo del silencio»
No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección. Él protegió a la Inmaculada Madre de Dios y fue el padre de Jesús en la tierra. Sin embargo, no hay ninguna cita de él en los Evangelios. Más bien, fue un silencioso y humilde servidor de Dios que desempeñó su rol cabalmente.
“Guardián del Señor”
Uno de los primeros títulos que utilizaron para honrarlo fue “nutritor Domini”, se remonta al menos al siglo IX.
San José tiene múltiples patronazgos
Es el patrón de la Iglesia Universal, la buena muerte, las familias, los padres, las mujeres embarazadas, viajeros, inmigrantes, artesanos, ingenieros y trabajadores. Es también el patrón de las Américas, Canadá, China, Croacia, México, Corea, Austria, Bélgica, Perú, Filipinas y Vietnam.
Oración mencionada en ‘Patris corde’ con el que se concede el don de indulgencias especiales con ocasión del Año de San José
El sacramento de la confesión en el cristianismo primitivo
El sacramento de la confesión, parte esencial de la vida de los cristianos de los primeros siglos
Con estas citas de algunos Padres de la Iglesia, se pone de manifiesto la importancia que tenía el sacramento de la confesión para los primeros cristianos
LA DIDACHÉ
“Confiesa tus pecados en la iglesia, y no te eleves a la oración con mala conciencia. Esta es la forma de vida. . . . En el día del Señor reuníos, partid el pan y dad gracias, después de confesar vuestras transgresiones para que vuestro sacrificio sea puro” ( Didaché 4:14, 14:1 [70 d. C.]).
LA CARTA DE BERNABÉ
“Juzgarás con justicia. No harás cisma, sino que pacificarás a los que contienden reuniéndolos. Confesarás tus pecados. No irás a la oración con mala conciencia. Este es el camino de la luz” ( Carta de Bernabé 19 [AD 74]).
IGNACIO DE ANTIOQUÍA
“Porque todos los que son de Dios y de Jesucristo, también están con el obispo. Y todos los que, en el ejercicio de la penitencia, vuelvan a la unidad de la Iglesia, éstos también serán de Dios, para que puedan vivir según Jesucristo” ( Carta a los Filadelfianos 3 [AD 110]).
“Porque donde hay división e ira, Dios no habita. A todos los que se arrepienten, el Señor les concede el perdón, si se vuelven penitenciales a la unidad de Dios ya la comunión con el obispo” (ibid., 8).
“[Los discípulos gnósticos] han engañado a muchas mujeres. . . . Sus conciencias han sido marcadas como con hierro candente. Algunas de estas mujeres hacen una confesión pública, pero otras se avergüenzan de hacerlo, y en silencio, como si se privaran de sí mismas la esperanza de la vida de Dios, o apostatan por completo o dudan entre los dos caminos” ( Contra las herejías 1: 22 [189 d. C.]).
TERTULIANO
“[Respecto a la confesión, algunos] huyen de este trabajo como una exposición de sí mismos, o lo posponen día a día. Supongo que son más conscientes de la modestia que de la salvación, como los que contraen una enfermedad en las partes más vergonzosas del cuerpo y rehúyen darse a conocer a los médicos; y así perecen con su propia timidez” ( Arrepentimiento 10:1 [AD 203]).
HIPÓLITO
“[El obispo que dirige la ordenación del nuevo obispo orará:] Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. . . . Derrama ahora ese poder que viene de ti, de tu Espíritu real, que diste a tu amado Hijo, Jesucristo, y que él otorgó a sus santos apóstoles. . . y concédele a este tu siervo, a quien has escogido para el episcopado, [el poder] de apacentar tu santo rebaño y de servir sin mancha como tu sumo sacerdote, ministrando día y noche para propiciar sin cesar delante de ti y para ofrecerte los dones de tu santa Iglesia, y por el Espíritu del sumo sacerdocio para tener autoridad para perdonar los pecados, según tu mandato” ( Tradición Apostólica 3 [215 d. C.]).
ORÍGENES
“[Un último método de perdón], aunque duro y laborioso [es] la remisión de los pecados a través de la penitencia, cuando el pecador . . . no rehuye declarar su pecado a un sacerdote del Señor y buscar medicina, a la manera de quien dice: ‘Dije: “Ante el Señor me acusaré de mi iniquidad”‘” ( Homilías sobre Levítico 2: 4 [248 d. C.]).
“El apóstol [Pablo] igualmente da testimonio y dice: ‘ . . . Cualquiera que comiere el pan o bebiere la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor’ [1 Cor. 11:27]. Pero [los impenitentes] rechazan y desprecian todas estas advertencias; antes de que sus pecados sean expiados, antes de que hayan hecho una confesión de su crimen, antes de que su conciencia haya sido purgada en la ceremonia y de la mano del sacerdote. . . ultrajan el cuerpo y la sangre [del Señor], y con las manos y la boca pecan contra el Señor más que cuando lo niegan” ( Los caducos 15:1–3 (251 d. C.)).
“De cuánto mayor fe y saludable temor son los que . . . confesar sus pecados a los sacerdotes de Dios con sinceridad y con dolor, haciendo abierta declaración de conciencia. . . . Os suplico, hermanos, que todo aquel que ha pecado, confiese su pecado mientras esté en este mundo, mientras su confesión sea aún admisible, mientras la satisfacción y la remisión hechas por medio de los sacerdotes sean aún agradables ante el Señor” (ibid., 28). ).
“Los pecadores pueden hacer penitencia por un tiempo determinado, y de acuerdo con las reglas de disciplina venir a la confesión pública, y por imposición de la mano del obispo y el clero recibir el derecho a la Comunión.
[Pero ahora algunos] con su tiempo [de penitencia] aún incumplido. . . son admitidos a la Comunión y se presenta su nombre; y mientras aún no se ha hecho la penitencia, aún no se ha hecho la confesión, aún no se les imponen las manos del obispo y del clero, se les da la Eucaristía; aunque está escrito: ‘Cualquiera que comiere el pan o bebiere la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor’ [1 Cor. 11:27]” ( Cartas 9:2 [253 d. C.]).
“Y no pienses, queridísimo hermano, que o el valor de los hermanos disminuirá, o que los martirios fracasarán por esta causa, que la penitencia se relaja a los caídos, y que se ofrece la esperanza de la paz [es decir, la absolución] al penitente. . . . Porque a los adúlteros les es concedido incluso un tiempo de arrepentimiento, y les es dada la paz” (ibid., 51[55]:20).
“Pero me asombra que algunos sean tan obstinados como para pensar que no se debe conceder el arrepentimiento a los caídos, o suponer que se debe negar el perdón al penitente, cuando está escrito: ‘Recuerda de dónde has caído, y arrepiéntete. , y hacer las primeras obras’ [Ap. 2, 5], lo que ciertamente se dice al que evidentemente ha caído, ya quien el Señor exhorta a levantarse con sus obras [de penitencia], porque está escrito: ‘La limosna libra de la muerte’ [Tob. 12:9]” (ibíd., 51[55]:22).
AFRAAHAT EL SABIO PERSA
“Vosotros [sacerdotes], pues, que sois discípulos de nuestro ilustre médico [Cristo], no debéis negar un curativo a los que necesitan curación. Y si alguno descubre su herida delante de ti, dale el remedio del arrepentimiento. Y al que se avergüenza de dar a conocer su debilidad, anímalo para que no te la oculte. Y cuando os lo haya revelado, no lo hagáis público, no sea que por ello los inocentes sean tenidos por culpables por nuestros enemigos y por los que nos odian” ( Tratados 7:3 [AD 340]).
BASILIO EL GRANDE
“Es necesario confesar nuestros pecados a aquellos a quienes está confiada la dispensación de los misterios de Dios. Se encuentra que aquellos que hacían penitencia en la antigüedad lo hicieron antes que los santos. Está escrito en el Evangelio que confesaron sus pecados a Juan el Bautista [Mat. 3:6], pero en Hechos [19:18] se confesaron a los apóstoles” ( Reglas Brevemente Tratadas 288 [AD 374]).
JUAN CRISÓSTOMO
“Los sacerdotes han recibido un poder que Dios no ha dado ni a los ángeles ni a los arcángeles. Se les dijo: ‘Todo lo que atéis en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares, será desatado. Los gobernantes temporales tienen ciertamente el poder de obligar; pero sólo pueden atar el cuerpo. Los sacerdotes, en cambio, pueden atar con un lazo que pertenece al alma misma y trasciende los mismos cielos.
¿No les dio [Dios] todos los poderes del cielo? ‘A quienes perdonéis los pecados’, dice, ‘les son perdonados; cuyos pecados se los retuviereis, les quedan retenidos.‘ ¿Qué mayor poder hay que este? El Padre ha dado todo el juicio al Hijo. Y ahora veo al Hijo poniendo todo este poder en manos de los hombres [Mat. 10:40; Juan 20:21–23]. Son elevados a esta dignidad como si ya fueran recogidos en el cielo” (El sacerdocio 3:5 [387 d. C.]).
AMBROSIO DE MILÁN
“Para aquellos a quienes se les ha otorgado [el derecho de atar y desatar], está claro que o ambos están permitidos, o está claro que ninguno está permitido. Ambos están permitidos a la Iglesia, ninguno está permitido a la herejía. Porque este derecho se ha concedido sólo a los sacerdotes” ( Penitencia 1:1 [AD 388]).
JERÓNIMO
“Si la serpiente, el diablo, muerde a alguien en secreto, infecta a esa persona con el veneno del pecado. Y si el que ha sido mordido guarda silencio y no hace penitencia, y no quiere confesar su herida. . . entonces su hermano y su maestro, que tienen la palabra [de la absolución] que lo curará, no podrán ayudarlo muy bien” ( Comentario sobre Eclesiastés 10:11 [AD 388]).
AGUSTÍN
“Cuando hayas sido bautizado, guarda una buena vida en los mandamientos de Dios para que puedas conservar tu bautismo hasta el final. No os digo que viviréis aquí sin pecado, pero son pecados veniales de los que esta vida nunca carece. El bautismo fue instituido por todos los pecados.
Para los pecados leves, sin los cuales no podemos vivir, se instituyó la oración. . . . Pero no cometáis aquellos pecados por los que tendríais que ser separados del cuerpo de Cristo. ¡Dios nos libre! Porque aquellos a quienes ves haciendo penitencia han cometido delitos, ya sea adulterio o alguna otra enormidad.
Por eso están haciendo penitencia. Si sus pecados fueran leves, bastaría la oración diaria para borrarlos. . . . En la Iglesia, por tanto, hay tres modos de perdonar los pecados: en el bautismo, en la oración y en la mayor humildad de la penitencia” (Sermón a los catecúmenos sobre el Credo 7:15, 8:16 [AD 395]).
La primera experiencia del contacto con otras personas la tenemos en la familia. Así nos familiarizamos con la presencia de las mismas personas y comprendemos las diferencias entre ellas. Este aprendizaje es natural y sumamente importante por la huella que deja. No es el tema de este artículo revisar la huella negativa de quienes carecen de una familia, pero lo hemos de pensar ahora que se destruyen fácilmente las familias o no las quieren formar.
En la familia se imita y se manifiesta la intimidad, así como el modo de relacionarse. Inicialmente es imitación y poco a poco van apareciendo las características personales. La huella de esas experiencias en la infancia es enorme. Todo es por primera vez, se asume sin objeción, no hay punto de comparación. Eso vendrá después, cuando aumente el radio de acción.
La responsabilidad de los padres y de otros adultos presentes en el hogar es inédita. Esto explica la nítida remembranza de esos acontecimientos en la ancianidad. Fueron las primeros y se grabaron para permanecer sin confrontación con otros. Por eso los recientes se olvidan, son sucesos compartidos con los de toda una vida y se difuminan, reaparecen los primeros.
Por supuesto, la paz que todos anhelamos, tiene sus raíces en esos primeros años. Gracias a la libertad las personas con malas experiencias en la infancia no están determinados a excluirse de la paz, pero tendrán dificultades de las cuales pudieron ahorrarse si los adultos con quienes convivieron hubieran estado más preparados para dar buen ejemplo.
Cuando las familias logran mantener la paz, el amor y la solidaridad, hay una repercusión en la sociedad. Recordemos que los miembros de la familia también son miembros de la sociedad civil, y a ella transfieren sus valores y vivencias, o sus problemas, crisis y tensiones. Por otro lado, tampoco podemos culpar a la familia de toda la violencia que vivimos. Para construir la paz se requiere el interés y el trabajo de todos: gobierno, instituciones, empresas, sociedad y familias.
En muchas ocasiones encontramos consejos para cultivar la paz. Son ayudas para tomar en cuenta, pues a otros les ha dado resultado. Tampoco son sugerencias mágicas. Ninguna persona cambia de la noche a la mañana. Todos tenemos defectos y muchas veces ocasionan problemas. Esa realidad es la nuestra y sin esperar la total perfección, hemos de actuar para el bien y a continuación tenemos consejos para ello.
Procurar actividades divertidas con los miembros de nuestra familia. Promover la inventiva de todos y secundar aquello que se decida. Esto es básico para la unidad y para fortalecer las costumbres domésticas como: arreglos en el hogar, festejos, revivir historias familiares, etc. De este modo, indirectamente se contrarresta el individualismo y aislamiento provocado por el uso de la tecnología.
Los adultos, principalmente los cónyuges han de evitar las discusiones sorpresivas que fácilmente provocan controversias apasionadas y sin solución. Pero frente a los hijos es natural que haya confrontaciones, si éstas son respetuosas son auténticos ejemplos para aprenda a dialogar. Los adultos han de poner todos los medios para eliminar la violencia al expresarse o al discutir.
Periódicamente se ha de promover la exposición de los contenidos de las conversaciones con los amigos, de las propuestas de las redes sociales, del cine, la televisión, el teatro, las lecturas, u opiniones sobre los acontecimientos. En algún momento convendrá exponer las opiniones sobre pornografía, drogas, videojuegos, etc. Será un modo de enseñar a escuchar con serenidad a otros e ir dominando los propios impulsos.
Evitar las palabras hirientes, los insultos y las faltas de respeto entre la pareja y entre los hermanos. Recordar que los hijos observan todo el tiempo a sus padres y la forma en que se relacionan. Estas formas son las que después utilizarán en su vida adulta. Algunas veces los padres fallarán, pero si se piden disculpas y siguen unidos será doblemente valioso el ejemplo.
Perdonar y pedir perdón. Es bueno que los hijos lo vean, entenderán que los apasionamientos o el mal humos tiene remedio. Y si surgen conflictos entre hermanos, los padres tendrán autoridad para corregir. Estas experiencias ayudan a los padres a conocer mejor las tendencias de los hijos y a ejemplificar problemas que pueden provocar si no aprenden a controlarse. También estas tendencias pueden dar ocasión de una posible elección profesional.
Esta confianza facilita llegar a conocer a tiempo las influencias ideológicas tan nocivas que se han adoptado en los planes de estudio y en los medios de entretenimiento. Los padres deben prepararse para neutralizar los errores e incluso dar argumentos para que los jóvenes sean auténticas barreras de esas falsedades, y salven a sus conocidos.
Cuando los hijos crecen, pueden impulsarse actividades para influir en la sociedad, después de haber propuesto la observación del entorno y descubrir carencias. Cada uno o como familia, ver qué pueden hacer por los demás y hacerlo. A su vez, estas actividades retroalimentan los diálogos familiares. A la vez, se pueden integrar a esas actividades otras personas.
Estas iniciativas familiares renovadas, sostienen la cordialidad entre los miembros de la familia y al incluir a personas cercanas hacen posible la real influencia de la familia en la sociedad porque todos dan su tiempo y su trabajo en sitios con carencias.
Estos hechos concretos mejoran las relaciones humanas, el agradecimiento por la oportunidad de dar o recibir, según el caso. Y todas estas actividades promueven la paz.
Los niños también pueden vivir el estrés
Como adultos tenemos estresores diarios: deudas, trabajos demandantes, correos y mensajes constantes, por mencionar algunos. Y mientras nosotros estamos inmersos en nuestras preocupaciones, los miembros pequeños de la familia también pueden tener sus propios motivos de estrés.
¿Has pensado en esto? Para la mayoría de los niños la infancia es una época de inocencia, juegos y diversiones. Sin embargo, existen estadísticas que nos dicen que poco más de uno de cada 20 niños entre los 6 y los 17 años de edad sufren de ansiedad o depresión, dos condiciones que son producto del estrés.
Ahora bien, no solo están enfrentando situaciones de estrés, sino que no saben cómo hacerlo: la falta de experiencia hace que pierdan la perspectiva de lo que están viviendo y magnifiquen sus emociones.
Nosotros como adultos, sabemos que gran cantidad de situaciones tensas o difíciles van a pasar, y que no serán catastróficas; sin embargo, un niño lo percibe como si fuera el fin del mundo, ¡así es como se siente!
La parte del cerebro que se desarrolla más tarde es la que ayuda a la persona a enfrentar situaciones y a tomar decisiones, razón por la cual algunos niños y adolescentes se sienten sobrepasados ante una determinada situación.
Algunas fuentes de estrés en estas edades provienen de:
– Efectos de papá y mamá: nuestros hijos constantemente están viviendo la forma en que nosotros resolvemos conflictos, enfrentamos situaciones de dinero, trabajo, relaciones con otros. Son esponjas a las cuales nuestro estrés les puede llegar a afectar.
– El mundo exterior: noticias alarmantes del mundo (un niño pequeño no sabe distinguir si ocurre cerca de él o en países lejanos); la presión y competencia entre sus compañeros de escuela; la exigencia a veces indebida de sus padres.
– Demasiado trabajo… juego insuficiente: vemos a niños de diez años agobiados por sus calificaciones, horarios o trabajos. Tienen que jugar, divertirse y por lo menos estar una hora del día al aire libre.
Si estás preocupado/a de si tu hijo vive más estrés del que realmente puede manejar, los expertos sugieren que pongas atención en dos factores:
– Que tanto está teniendo actitudes o emociones negativas en su vida diaria.
– Qué tanto dura esta situación. Si dura más de dos semanas, entonces es una señal de alarma.
Y lo más importante, como papás no debemos enfocarnos únicamente en sus resultados académicas, sino en su desarrollo integral: estados de ánimo, amigos, deportes, juegos y relaciones dentro de su familia.
Esto hará que tu hijo o hija no viva con estrés.
La importancia de la familia en la sociedad, sus virtudes y valores humanos
La familia siempre ha sido y es, el principal pilar de la sociedad. Es el lugar donde los miembros nacen, aprenden, se educan y desarrollan. Debe ser refugio, orgullo y alegría de todos sus miembros. Cuando la familia tiene problemas, alegrías o tristezas internas, repercuten en todos los familiares, sufriéndolos o disfrutándolos, debido a su total interrelación. Todas las legislaciones del mundo, tienen que tener leyes, que protejan el concepto de la familiar y facilitar lo más posible su unión y continuidad. La familia se convierte en un castillo, que además de servir de refugio de sus componentes, estos tienen que defenderla a ultranza, de todos los ataques que le hagan. No pueden permitir que lo dañino pase sus puertas. Todos tienen que formar un solo cuerpo, para defender su propia vida presente y futura.
La familia está fundada en el matrimonio, que es exclusivamente la unión estable, por amor del hombre y de la mujer, para complementarse mutuamente y para transmitir la vida y la educación a los hijos. Es mucho más que una unidad legal, social o económica. Es una comunidad de amor y solidaridad, para trasmitir e instalar en las mentes las virtudes y valores humanos, culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos, así como los principios de convivencia, tanto internos como externos, que tan esenciales son para el desarrollo y el bienestar de sus miembros y de la sociedad. La educación y conocimientos que se adquieren en la familia, perduran para siempre.
En las clásicas y tradicionales familias de algunos países, existía y todavía existe, la norma imborrable aunque no escrita, que todos los miembros de una familia, tienen asegurada su permanencia en el hogar de la misma, hasta el ultimo día de su vida. Nadie mandaba a los ancianos o discapacitados al asilo. La garantía de cuidados familiares, era sin límites de edad, ni de circunstancias. Por eso en algunas familias convivían dos, tres o hasta cuatro generaciones, lo que permitía transmitir las enseñanzas religiosas y sociales, así como educar mejor a todas las generaciones, además de cuidarse unos a otros. Ahora es normal, que cuando los hijos cumplen 18 años les fuercen, recomienden o persuadan, para que abandonen el hogar familiar y se vayan a vivir su vida a otro sitio. Eso origina que el despego a la familia, se queda incrustado en sus mentes y cuando los padres llegan, a una edad en la cual no pueden mantenerse solos, los mandan a un asilo para que allí otros les cuiden, no sus familiares que previamente, han sido cuidados por ellos.
Que confortable es disfrutar de la familia. Tener una buena familia, es un privilegio que no tiene precio. Sentirla como refugio en las angustias, peligros o incertidumbres y percibirla como receptora, para compartir las alegrías y logros alcanzados. Es también una gran satisfacción, poder presentar con orgullo a terceras personas a sus componentes, máxime si están unidos entre si. Que triste es, que debido a su mal comportamiento y ejemplo y en la sociedad, sentir vergüenza de presentar la familia a otras personas.
Qué orgullo familiar sienten los padres:
Cuando perciben muestras de unión familiar, por ejemplo, cuando son invitados a las celebraciones civiles o religiosas del resto de la familia o simplemente a visitarles en sus respectivas casas.
Cuando voluntariamente se reúne los Domingos todos los hijos con sus respectivas esposas o esposos y sus hijos, alrededor de la mesa de la casa de los padres, para almorzar, merendar o cenar y estar de tertulia, compartiendo las alegrías y las penas.
Cuando reciben invitaciones, incluyendo los gastos de viaje, para ir a visitar a los hijos que viven fuera.
Cuando los hijos les ofrecen ayuda monetaria, emocional o de acompañamiento, aunque no la necesiten.
Cuando se reúnen para celebrar el éxito escolar, profesional o social de uno de los familiares.
Cuando comprueban el buen comportamiento de todos y cada uno de los miembros.
Cuando nace o se incorpora un nuevo miembro familiar.
Los padres deben saber, que detrás de cada niño o joven mal educado, suele haber una familia disfuncional, bien sea por la composición de ella o porque no cumple las obligaciones ineludibles de unidad, formación y entrega a los compromisos adquiridos al formarla. No se puede echar la culpa a los niños, ni a los jóvenes, por algunos de sus malos comportamientos, hay que buscar su origen, para corregirlo. Normalmente es que ha habido mal funcionamiento, de sus familias en conjunto o que han recibido mal ejemplo, de algunos familiares.
La familia es una unidad de destino religioso, social y político. Tiene que defenderse de los ataques de sus innumerables enemigos, algunas veces incluso de los que tiene dentro, debido al mal ejemplo que se dan unos a otros. Otras veces sus enemigos están fuera, intentando que la familia no tenga la unidad necesaria para sobrevivir. Estos enemigos lo hacen a través del mal ejemplo, de las amistades familiares, de los medios de comunicación y de los sistemas modernos electrónicos. Todos tenemos la obligación de intentar que la familia, sea una realidad de unión y perfecta convivencia, empezando por la propia y haciendo lo posible, para que la ajena también lo sea.
La familia en su unidad, es la única institución que ofrece a los niños, todo el amor centrado en éllos. Las demás instituciones que cuidan a los niños, escuelas, guarderías, etc. no tienen la misma intensidad de ofrecimiento de amor. Las instituciones son únicamente responsables, de instruir en conocimientos y cuidar físicamente, durante las horas de permanencia en ellas.
La familia educa dando ejemplo y exigiendo a todos sus miembros: orden en las cosas, obediencia, colaboración y ayuda en la casa, responsabilidad en los encargos, horarios de estudios, etc. y sobre todo, reconociendo los esfuerzos que hacen todos los componentes por ser mejores.
Los padres tienen que inculcar a sus hijos, la grandeza de la familia presente y la de los ancestros. Algunos padres no le dan importancia a la transmisión de los apellidos, títulos, escudos y señas de identidad que todos llevamos. Esto suele estar ligado, al desarraigo de las sociedades e incluso al materialismo o consumismo, que impide que las persones sientan un sano orgullo de quienes son y de donde provienen. Que bonito, constructivo y ejemplar es ver a los padres enseñando a realizar el árbol genealógico de la familia de la madre y la del padre, empleando todos los medios a su alcance, hasta llegar lo más lejos posible en la antigüedad. Este ejercicio de búsqueda en los orígenes, es una herramienta más para amar, comprender y unir mejor a la familia. La familia es también vínculo y dedicación permanente de generaciones pasadas, presentes y futuras y la base que sostiene unida a la sociedad.
Prosperar en medio de las crisis económicas o de salud, es el privilegio de las familias que están unidas como piñas y con objetivos comunes, bien definidos por los padres y aceptados por todos.
Donde todos los familiares, hombro con hombro, han empujado en la misma dirección, hacia solventar los problemas, ellos tendrán muchas probabilidad de éxito.
Donde no importaban los sacrificios individuales, por conseguir los objetivos comunes.
Donde cada uno pone lo mejor de si, en beneficio de los demás.
Donde todos forman un escudo humano, ante los problemas que llegan del exterior.
Donde se unen todos los miembros de la familia, para defender o proteger a cada uno de los componentes, cuando son agredidos desde el exterior, y así poder superar las dificultades personales o para que salgan de algún peligro o mala situación.
Donde todos los miembros de la familia, se sacrifican en beneficio de uno solo, porque es el mejor dotado inteligente o físicamente, para que consiga llegar a una meta y después pueda desarrollar sus mejores cualidades y cuando triunfe, les pueda ayudar a los demás (emigración, becas, estudiar en lugar de trabajar, negocios, etc.).
Que bonitas y ejemplares aquellas viejas costumbres, de que los hijos mientras estén bajo el mismo techo familiar, pero trabajan fuera de la familia, entreguen todo o parte de sus ingresos, unidos por el bien común, para el fondo familiar, sin importar cuánto ganan o gastan los otros componentes de la familia. Los hijos ya saben que los padres, se encargarán de hacer justicia y entregar a cada hijo, lo que consideren que puedan necesitar. Esa costumbres desgraciadamente está arrinconada y sustituida, por la de mandar a los hijos, a que trabajen fuera de la casa en cuanto cumplen la edad legal de poder hacerlo, incluso cuando no tienen necesidad de esos ingresos familiares y los hijos destinan el dinero obtenido en comprarse cosas, muchas veces inútiles. Mientras los padres tienen que seguir manteniendo la casa familiar, además de hacerlo a cada uno de los hijos, aunque trabajen fuera. Otra mala costumbre de los padres, que no tienen necesidad urgente de ingresos, es que autoricen a los hijos a que durante las vacaciones escolares, vayan a trabajar a otros sitios, incluso muy mal pagados, en lugar de seguir estudiando, descansando y divirtiéndose durante las vacaciones, con el pretexto de que así aprenden a conocer lo que es trabajar y a administrar su dinero. Eso es robarles el precioso tiempo de su juventud, que tendrían que emplear en cosas de mayor formación académica y social, no en conseguir dinero para comprarse los caprichos, más insospechados e inútiles.
Además de la familia tradicional reconocida, como la formada por el padre y la madre, unidos en matrimonio con sus hijos, existen otros tipos, que también les llaman familias, como los que forman parejas en unión libre, las de homosexuales y lesbianas y las monoparentales, donde el padre o la madre, cuidan los hijos propios o ajenos, de otras uniones anteriores.
El problema más grande que tiene la familia, es su descomposición, principalmente motivada por el divorcio de los padres. En ese caso la familia, queda contaminada de esa desgracia para siempre e incluso, perneada para las sucesivas generaciones. Las cuales ven como el concepto de unidad y continuidad, que habían aprendido, se ve roto por una decisión de los padres, en perjuicio de los demás componentes de la familia. La mayoría de los problemas que tiene la sociedad, tienen su origen en esa descomposición de la familia. No se puede tener una sociedad fuerte y bien formada, con el porcentaje tan grande de familias divorciadas una o varias veces y otros tipos también llamados familias. Los hijos y siguientes generaciones, que se han educado en esas graves situaciones, tienen muchas probabilidades de continuar con las mismas actitudes de descomposición familiar, pues lo que han visto y sufrido, llega un momento que lo ven normal, ya que la misma familia disfuncional, se encarga de transmitirlo de generación en generación. Es muy difícil que una persona que se ha criado así, tenga la fortaleza de rechazar esas situaciones y haga el esfuerzo por no repetir las mismas andanzas. Máxime cuando está rodeado de personas, que consideran normal a esas familias contaminadoras socialmente de su situación, pues esas familias se encargan continuamente y con muchos subterfugios, de pregonar a sus hijos, descendientes, familiares y amigos que su situación familiar irregular, es normal en los tiempos actuales.
Los padres tienen que enseñar a sus hijos con su ejemplo y con sus palabras, la belleza de una familia bien unida, las ventajas de mantenerse unidos y los inconvenientes, en el caso que esa familia se destruya, y a sentir un sano y enorme orgullo por ser miembros de la familia y de los ancestros a la que pertenecen.
Por qué me convertí al catolicismo, Chesterton
Gilbert Keith Chesterton (1874 – 1936), escritor británico que cultivó entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes. Se han referido a él como el «príncipe de las paradojas». Su personaje más famoso es el Padre Brown, un sacerdote católico de apariencia ingenua cuya agudeza psicológica lo vuelve un formidable detective. Se convirtió a la Iglesia Católica Romana en 1922.
Aunque sólo hace algunos años que soy católico, sé sin embargo que el problema «por qué soy católico» es muy distinto del problema «por qué me convertí al catolicismo». Tantas cosas han motivado mi conversión y tantas otras siguen surgiendo después… Todas ellas se ponen en evidencia solamente cuando la primera nos da el empujón que conduce a la conversión misma.
Todas son también tan numerosas y tan distintas las unas de las otras, que, al cabo, el motivo originario y primordial puede llegar a parecernos casi insignificante y secundario. La «confirmación» de la fe, vale decir, su fortalecimiento y afirmación, puede venir, tanto en el sentido real como en el sentido ritual, después de la conversión. El convertido no suele recordar más tarde de qué modo aquellas razones se sucedían las unas a las otras. Pues pronto, muy pronto, este sinnúmero de motivos llega a fundirse para él en una sola y única razón.
Existe entre los hombres una curiosa especie de agnósticos, ávidos escudriñadores del arte, que averiguan con sumo cuidado todo lo que en una catedral es antiguo y todo lo que en ella es nuevo. Los católicos, por el contrario, otorgan más importancia al hecho de si la catedral ha sido reconstruida para volver a servir como lo que es, es decir, como catedral.
¡Una catedral! A ella se parece todo el edificio de mi fe; de esta fe mía que es demasiado grande para una descripción detallada; y de la que, sólo con gran esfuerzo, puedo determinar las edades de sus distintas piedras.
A pesar de todo, estoy seguro de que lo primero que me atrajo hacia el catolicismo, era algo que, en el fondo, debería más bien haberme apartado de él. Estoy convencido también de que varios católicos deben sus primeros pasos hacia Roma a la amabilidad del difunto señor Kensit.
El señor Kensit, un pequeño librero de la City, conocido como protestante fanático, organizó en 1898 una banda que, sistemáticamente, asaltaba las iglesias ritualistas y perturbaba seriamente los oficios. El señor Kensit murió en 1902 a causa de heridas recibidas durante uno de esos asaltos. Pronto la opinión pública se volvió contra él, clasificando como «Kensitite Press» a los peores panfletos antirreligiosos publicados en Inglaterra contra Roma, panfletos carentes de todo juicio sano y de toda buena voluntad.
Recuerdo especialmente ahora estos dos casos: unos autores serios lanzaban graves acusaciones contra el catolicismo, y, cosa curiosa, lo que ellos condenaban me pareció algo precioso y deseable.
En el primer caso -creo que se trataba de Horton y Hocking- se mencionaba con estremecido pavor, una terrible blasfemia sobre la Santísima Virgen de un místico católico que escribía: «Todas las criaturas deben todo a Dios; pero a Ella, hasta Dios mismo le debe algún agradecimiento». Esto me sobresaltó como un son de trompeta y me dije casi en alta voz: «¡Qué maravillosamente dicho!» Me parecía como si el inimaginable hecho de la Encarnación pudiera con dificultad hallar expresión mejor y más clara que la sugerida por aquel místico, siempre que se la sepa entender.
En el segundo caso, alguien del diario «Daily News» (entonces yo mismo era todavía alguien del «Daily News»), como ejemplo típico del «formulismo muerto» de los oficios católicos, citó lo siguiente: un obispo francés se había dirigido a unos soldados y obreros cuyo cansancio físico les volvía dura la asistencia a Misa, diciéndoles que Dios se contentaría con su sola presencia, y que les perdonaría sin duda su cansancio y su distracción. Entonces yo me dije otra vez a mi mismo: «¡Qué sensata es esa gente! Si alguien corriera diez leguas para hacerme un gusto a mi, yo le agradecería muchísimo, también, que se durmiera enseguida en mi presencia».
Junto con estos dos ejemplos, podría citar aún muchos otros procedentes de aquella primera época en que los inciertos amagos de mi fe católica se nutrieron casi con exclusividad de publicaciones anticatólicas.
Tengo un claro recuerdo de lo que siguió a estos primeros amagos. Es algo de lo cual me doy tanta más cuenta cuanto más desearía que no hubiese sucedido. Empecé a marchar hacia el catolicismo mucho antes de conocer a aquellas dos personas excelentísimas a quienes, a este respecto, debo y agradezco tanto: al reverendo Padre John O\\’Connor de Bradford y al señor Hilaire Belloc; pero lo hice bajo la influencia de mi acostumbrado liberalismo político; lo hice hasta en la madriguera del «Daily News».
Este primer empuje, después de debérselo a Dios, se lo debo a la historia y a la actitud del pueblo irlandés, a pesar de que no hay en mí ni una sola gota de sangre irlandesa. Estuve solamente dos veces en Irlanda y no tengo ni intereses allí ni sé gran cosa del país. Pero ello no me impidió reconocer que la unión existente entre los diferentes partidos de Irlanda se debe en el fondo a una realidad religiosa; y que es por esta realidad que todo mi interés se concentraba en ese aspecto de la política liberal.
Fui descubriendo cada vez con mayor nitidez, enterándome por la historia y por mis propias experiencias, cómo, durante largo tiempo se persiguió por motivos inexplicables a un pueblo cristiano, y todavía sigue odiándosele. Reconocí luego que no podía ser de otra manera, porque esos cristianos eran profundos e incómodos como aquellos que Nerón hizo echar a los leones.
Creo que estas mis revelaciones personales evidencian con claridad la razón de mi catolicismo, razón que luego fue fortificándose. Podría añadir ahora cómo seguí reconociendo después, que a todos los grandes imperios, una vez que se apartaban de Roma, les sucedía precisamente lo mismo que a todos aquellos seres que desprecian las leyes o la naturaleza: tenían un leve éxito momentáneo, pero pronto experimentaban la sensación de estar enlazados por un nudo corredizo, en una situación de la que ellos mismos no podían librarse. En Prusia hay tan poca perspectiva para el prusianismo, como en Manchester para el individualismo manchesteriano.
Todo el mundo sabe que a un viejo pueblo agrario, arraigado en la fe y en las tradiciones de sus antepasados, le espera un futuro más grande o por lo menos más sencillo y más directo que a los pueblos que no tienen por base la tradición y la fe. Si este concepto se aplicase a una autobiografía, resultaría mucho más fácil escribirla que si se escudriñasen sus distintas evoluciones; pero el sistema sería egoísta. Yo prefiero elegir otro método para explicar breve pero completamente el contenido esencial de mi convicción: no es por falta de material que actúo así, sino por la dificultad de elegir lo más apropiado entre todo ese material numeroso. Sin embargo trataré de insinuar uno o dos puntos que me causaron una especial impresión.
Hay en el mundo miles de modos de misticismo capaces de enloquecer al hombre. Pero hay una sola manera entre todas de poner al hombre en un estado normal. Es cierto que la humanidad jamás pudo vivir un largo tiempo sin misticismo. Hasta los primeros sones agudos de la voz helada de Voltaire encontraron eco en Cagliostro. Ahora la superstición y la credulidad han vuelto a expandirse con tan vertiginosa rapidez, que dentro de poco el católico y el agnóstico se encontrarán lado a lado. Los católicos serán los únicos que, con razón, podrán llamarse racionalistas. El mismo culto idolátrico por el misterio empezó con la decadencia de la Roma pagana a pesar de los «intermezzos» de un Lucrecio o de un Lucano.
No es natural ser materialista ni tampoco el serlo da una impresión de naturalidad. Tampoco es natural contentarse únicamente con la naturaleza. El hombre, por lo contrario, es místico. Nacido como místico, muere también como místico, sobre todo si en vida ha sido un agnóstico. Mientras que todas las sociedades humanas consideran la inclinación al misticismo como algo extraordinario, tengo yo que objetar, sin embargo, que una sola sociedad entre ellas, el catolicismo, tiene en cuenta las cosas cotidianas. Todas las otras las dejan de lado y las menosprecian.
Un célebre autor publicó una vez una novela sobre la contraposición que existe entre el convento y la familia (The Cloister and the hearth). En aquel tiempo, hace 50 años, era realmente posible en Inglaterra imaginar una contradicción entre esas dos cosas. Hoy en día, la así llamada contradicción, llega a ser casi un estrecho parentesco. Aquellos que en otro tiempo exigían a gritos la anulación de los conventos, destruyen hoy sin disimulo la familia. Este es uno de los tantos hechos que testimonian la verdad siguiente: que en la religión católica, los votos y las profesiones más altas y «menos razonables» -por decirlo así- son, sin embargo, los que protegen las cosas mejores de la vida diaria.
Muchas señales místicas han sacudido el mundo. Pero una sola revolución mística lo ha conservado: el santo está al lado de lo superior, es el mejor amigo de lo bueno. Toda otra aparente revelación se desvía al fin hacia una u otra filosofía indigna de la humanidad; a simplificaciones destructoras; al pesimismo, al optimismo, al fatalismo, a la nada y otra vez a la nada; al «nonsense», a la insensatez.
Es cierto que todas las religiones contienen algo bueno. Pero lo bueno, la quinta esencia de lo bueno, la humildad, el amor y el fervoroso agradecimiento «realmente existente» hacia Dios, no se hallan en ellas. Por más que las penetremos, por más respeto que les demostremos, con mayor claridad aún reconoceremos también esto: en lo más hondo de ellas hay algo distinto de lo puramente bueno; hay a veces dudas metafísicas sobre la materia, a veces habla en ellas la voz fuerte de la naturaleza; otras, y esto en el mejor de los casos, existe un miedo a la Ley y al Señor.
Si se exagera todo esto, nace en las religiones una deformación que llega hasta el diabolismo. Sólo pueden soportarse mientras se mantengan razonables y medidas. Mientras se estén tranquilas, pueden llegar a ser estimadas, como sucedió con el protestantismo victoriano. Por el contrario, la más alta exaltación por la Santísima Virgen o la más extraña imitación de San Francisco de Asís, seguirían siendo, en su quintaesencia, una cosa sana y sólida. Nadie negará por ello su humanismo, ni despreciará a su prójimo. Lo que es bueno, jamás podrá llegar a ser DEMASIADO bueno. Esta es una de las características del catolicismo que me parece singular y universal a la vez. Esta otra la sigue:
Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo. El otro día, Bernard Shaw expresó el nostálgico deseo de que todos los hombres vivieran trescientos años en civilizaciones más felices. Tal frase nos demuestra cómo los santurrones sólo desean -como ellos mismos dicen- reformas prácticas y objetivas.
Ahora bien: esto se dice con facilidad; pero estoy absolutamente convencido de lo siguiente: si Bernard Shaw hubiera vivido durante los últimos trescientos años, se habría convertido hace ya mucho tiempo al catolicismo. Habría comprendido que el mundo gira siempre en la misma órbita y que poco se puede confiar en su así llamado progreso. Habría visto también cómo la Iglesia fue sacrificada por una superstición bíblica, y la Biblia por una superstición darwinista. Y uno de los primeros en combatir estos hechos hubiera sido él. Sea como fuere, Bernard Shaw deseaba para cada uno una experiencia de trescientos años. Y los católicos, muy al contrario de todos los otros hombres, tienen una experiencia de diecinueve siglos. Una persona que se convierte al catolicismo, llega, pues, a tener de repente dos mil años.
Esto significa, si lo precisamos todavía más, que una persona, al convertirse, crece y se eleva hacia el pleno humanismo. Juzga las cosas del modo como ellas conmueven a la humanidad, y a todos los países y en todos los tiempos; y no sólo según las últimas noticias de los diarios. Si un hombre moderno dice que su religión es el espiritualismo o el socialismo, ese hombre vive íntegramente en el mundo más moderno posible, es decir, en el mundo de los partidos.
El socialismo es la reacción contra el capitalismo, contra la insana acumulación de riquezas en la propia nación. Su política resultaría del todo distinta si se viviera en Esparta o en el Tíbet. El espiritualismo no atraería tampoco tanto la atención si no estuviese en contradicción deslumbrante con el materialismo extendido en todas partes. Tampoco tendría tanto poder si se reconocieran más los valores sobrenaturales.
Jamás la superstición ha revolucionado tanto el mundo como ahora. Sólo después que toda una generación declaró dogmáticamente y una vez por todas, la IMPOSIBILIDAD de que haya espíritus, la misma generación se dejó asustar por un pobre, pequeño espíritu. Estas supersticiones son invenciones de su tiempo -podría decirse en su excusa-. Hace ya mucho, sin embargo, que la Iglesia Católica probó no ser ella una invención de su tiempo: es la obra de su Creador, y sigue siendo capaz de vivir lo mismo en su vejez que en su primera juventud: y sus enemigos, en lo más profundo de sus almas, han perdido ya la esperanza de verla morir algún día.
G. K. Chesterton
Ideología de género: La ideología de la confusión
La ideología de la confusión
La persona entera es varón o mujer, la masculinidad o feminidad se extiende a todos los ámbitos de su ser y se manifiesta en todas sus dimensiones
Cada vez está más difundido el uso de la expresión género, en vez de la palabra sexo, con la encubierta pretensión de eliminar la idea de que los seres humanos nos dividimos en dos sexos. Existen –se afirma–, al menos, cinco géneros: heterosexual masculino, heterosexual femenino, homosexual, lesbiana, bisexual. Desde la IV Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer, realizada en septiembre de 1995 en Pekín, esta perspectiva de género ha venido extendiéndose vertiginosamente. Esta peligrosa ideología, surgida de la llamada revolución sexual, de finales de 1960, está unida al feminismo de género, o feminismo radical. Nos encontramos ante una nueva revolución cultural: sea cual sea su sexo, el ser humano podría elegir su género: podría decidirse por la heterosexualidad, la homosexualidad, el lesbianismo. Podría hasta decidir ser transexual, cambiar de sexo.
Las feministas de género denuncian la urgencia de deconstruir los roles socialmente construidos del hombre y de la mujer, porque esta socialización –dicen– afecta a la mujer negativa e injustamente. Pretenden liberarse, sobre todo, del matrimonio y de la maternidad. Están, por tanto, a favor del aborto y de la promoción de la homosexualidad, el lesbianismo y todas las demás formas de sexualidad fuera del matrimonio. Se trata de una revolución cuyo objetivo es alcanzar una nueva cultura, un mundo nuevo y arbitrario, verdaderamente libre, que excluya el matrimonio, la maternidad, la familia, y acepte todo tipo posible e imaginable de práctica sexual.
El feminismo de género ha encontrado favorable acogida en un buen número de importantes instituciones internacionales, entre las que se encuentran algunos organismos de la Organización de las Naciones Unidas. Además, numerosas series televisivas difunden abiertamente esta ideología. El término feministas de género fue acuñado por Christina Hoff Sommers, en su libro Who Stole Feminism? (¿Quién robó el feminismo?), con el fin de distinguir el feminismo de ideología radical surgido hacia fines de 1960, del anterior movimiento feminista de paridad (que cree en la igualdad legal y moral de los sexos). Este feminismo de género, que exige el derecho a determinar la propia identidad sexual, tuvo una fuerte presencia en la Cumbre de Pekín. Las artífices de la nueva perspectiva de género apuntaron la necesidad de deconstruir los roles socialmente construidos, que, según ellas, pueden ser divididos en tres categorías: masculinidad y feminidad; relaciones familiares (padre, madre, marido y mujer); y ocupaciones o profesiones.
Estas feministas radicales abogaron, también, por la promoción de la libre elección en asuntos de reproducción y de estilo de vida. Con la expresión libre elección de reproducción, se referían al aborto libre; mientras que estilo de vida apunta a promover la homosexualidad, el lesbianismo y toda otra forma de sexualidad fuera del matrimonio.
Contra la familia y la religión
Las feministas de género consideran la familia y el trabajo del hogar como carga, que afecta negativamente los proyectos profesionales de la mujer. Para evitarlo, urge, especialmente, desconstruir la educación. Así lo expresó en su discurso la Presidenta de Islandia, Vigdis Finnbogadottir, en una conferencia preparatoria a la Conferencia de Pekín: «La educación es una estrategia importante para cambiar los prejuicios sobre los roles del hombre y la mujer en la sociedad, para asegurar así que niñas y niños hagan una selección profesional informada, y no en base a los tradicionales prejuicios sobre el género». Todos los demás defensores de la perspectiva de género sostienen, también, que las niñas deben ser orientadas hacia áreas no tradicionales, y no se las debe exponer a la imagen de la mujer como esposa o madre, ni se les debe involucrar en actividades femeninas tradicionales. En la misma línea, incluyen la promoción de la libre elección en asuntos de reproducción y de estilo de vida. En su agenda figura como prioritario, no sólo los derechos reproductivos de la mujer lesbiana, sino el derecho de las parejas lesbianas a concebir hijos a través de la inseminación artificial, y de adoptar legalmente a los hijos de sus compañeras.
Este ataque declarado contra la familia se extiende también a la religión. Para el feminismo de género la religión es un invento de hombres para oprimir a las mujeres. Numerosas ONG acreditadas ante la ONU se han empeñado en criticar a quienes ellos denominan fundamentalistas (cristianos católicos, evangélicos y ortodoxos, judíos y musulmanes). Pero es el cristianismo, sobre todo el catolicismo (y más concretamente el Vaticano), a quien hay que atacar frontalmente. Para ello, las feministas radicales postulan la reimagen de Dios como Sophia: Sabiduría femenina. Estas teólogas del feminismo de género atacan directamente al cristianismo como propulsor del abuso infantil, y proponen descubrir y adorar no a Dios, sino a la Diosa, siendo ésta la mujer misma.
La extensión de esta ideología de género ha producido multitud de dramas: ruptura de matrimonios, violencia doméstica, abusos y violencias sexuales (intra y extra familiares), pederastia, esterilizaciones quirúrgicas masivas de jóvenes, abortos, etc. En España, cada cuatro minutos se produce una ruptura matrimonial; y cada siete, un aborto. Asimismo, la presión mediática de los colectivos homosexuales ha llegado a provocar una cultura gay, con la injusta equiparación de las parejas de hecho con el matrimonio y la posibilidad de adopción por parejas de homosexuales.
Cuanto llevamos dicho se manifiesta, desgraciadamente, en nuestro contorno político-cultural. El Gobierno español comparte todas y cada una de las tesis defendidas por la ideología de género y las promueve. La presión mediática del colectivo homosexual es, sobre todo en ciertos medios, asfixiante. Se anuncia, para el próximo curso escolar, una nueva asignatura obligatoria sobre educación sexual basada en esta ideología de género. El Gobierno español pretende, además, modificar la legislación actual para sacar adelante leyes contrarias al matrimonio y la familia, con la injusta equiparación de las uniones de homosexuales con el matrimonio y la posibilidad de adopción por parejas de homosexuales, etc.
La diferencia sexual
Comprender la verdad y el significado de la sexualidad humana, y el Evangelio del matrimonio y la familia, sólo será posible si partimos de una antropología adecuada. Como la persona entera es varón o mujer, la masculinidad o feminidad se extiende a todos los ámbitos de su ser y se manifiesta en todas sus dimensiones: fisiológicas, psicológicas y espirituales.
Cada hombre viene al mundo como ser sexuado (nace varón o mujer). En efecto, masculinidad y feminidad son los dos únicos modos de vivir la existencia, de ser persona humana. Sus diferencias reclaman la unión y la entrega del uno al otro para poder cumplir su propia vocación (el amor) mediante una vida en común.
En contra de cuanto afirma la ideología de género, la sexualidad es una dimensión esencial. La sexualidad define el modo de ser, de manifestarse y comunicarse; de sentir, expresar y vivir el amor humano, y se refleja necesariamente en la relación social. Es, además, un hecho biológico que sólo la mujer puede ser madre, y sólo el varón puede ser padre. La procreación se vincula indisolublemente al amor (a la comunión esponsal), como labor conjunta de los dos sexos.
Utilizar la palabra género en nuestro lenguaje no es simplemente un signo de moda. Detrás de ese término se esconde una ideología malévola que busca abrirse paso en las conciencias para instalarse en nuestra cultura, cada vez más andrógina o unisex. Se trata, en definitiva, de una revolución extrema: lograr una cultura nueva, o contracultura, que excluya el matrimonio, la maternidad, la familia, y acepte todo tipo posible e imaginable de práctica sexual. En España estamos sufriendo, cada vez más, las consecuencias de esta perversa ideología. Se refleja en el talante de nuestros gobernantes y en las reformas legislativas que pretenden aprobar en contra del matrimonio, la familia, la educación, la transmisión de la vida, etc.
No obstante, la conducta humana tiene su base en la naturaleza y no puede desvincularse de ella. Por ello, la pretendida ruptura con la biología (con la propia naturaleza) no libera a la mujer ni al varón; es más bien un camino de perversión que conduce a lo patológico.
Esta peligrosa ideología, surgida de la llamada revolución sexual, está unida al feminismo de género, o feminismo radical: sea cual sea su sexo, el ser humano podría elegir su género: heterosexualidad, homosexualidad, lesbianismo, hasta decidir cambiar de sexo.
Como la persona entera es varón o mujer, la masculinidad o feminidad se extiende a todos los ámbitos de su ser y se manifiesta en todas sus dimensiones: fisiológicas, psicológicas y espirituales.
La palabra género esconde una ideología malévola que busca instalarse en nuestra cultura, cada vez más andrógina o unisex. Se trata, en definitiva, de lograr una contracultura, que excluya el matrimonio, a maternidad, la familia. En España estamos sufriendo, cada vez más, las consecuencias de esta perversa ideología.
Por Monseñor Juan Antonio Reig, obispo de Segorbe-Castellón y Presidente de la Subcomisión episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, en el Congreso Internacional de la Familia organizado recientemente por la Universidad Católica San Antonio, de Murcia.
¿Por qué impulsamos la formación de sacerdotes?
Sin sacerdotes no hay Eucaristía. Como cristianos tenemos el deber de apoyar a los sacerdotes. De manera especial, impidiendo que se pierdan vocaciones por falta de medios económicos.
Todos conocemos la importancia de cuidar con esmero la etapa de formación para que, luego, redunde en el beneficio de los fieles, en el ejercicio de la labor pastoral.
CARF y el desafío de la formación sacerdotal
El Centro Académico Romano Fundación, CARF, nació en 1989 y desde entonces actúa de enlace entre miles de almas generosas, dispuestas a contribuir económicamente con ayudas y becas de estudio para que sacerdotes y seminaristas de todo el mundo reciban una sólida preparación teológica, humana y espiritual.
Más de 800 obispos de los cinco continentes solicitan anualmente plazas, en las diferentes facultades de Pamplona y Roma, y ayudas al estudio para sus candidatos.
Cada año académico asistimos con becas directas e indirectas aproximadamente a:
- 400 seminaristas.
- 1.120 sacerdotes diocesanos.
- 80 miembros de instituciones religiosas.
¿Dónde se forman los candidatos enviados por sus obispos?
Seminarios internacionales
Seminario Internacional Sedes Sapientiae
Erigido en Roma por la Santa Sede en 1991. Tiene capacidad para 85 seminaristas residentes y sus formadores. Ocupa el antiguo Conservatorio de san Pascual Baylon, en Trastevere, muy cerca de san Pedro y la Universidad Pontificia.
Seminario Internacional Bidasoa
Fundado en Pamplona por la Santa Sede en 1988. Cuenta con capacidad para 100 residentes y 10 formadores. En la actualidad ocupa una moderna construcción en Cizur Menor, cerca del Campus de la Universidad de Navarra.
Universidades Pontificias
Universidad Pontificia de la Santa Cruz
San Josemaría Escrivá siempre tuvo el deseo de crear en Roma un centro de enseñanza superior de ciencias eclesiásticas. El beato Álvaro del Portillo lo puso en marcha en 1984 como Centro Académico. Dispone de cuatro facultades eclesiásticas: Teología, Filosofía, Derecho Canónico y Comunicación Social Institucional, y de un Instituto Superior de Ciencias Religiosas.
Facultades Eclesiásticas de la Universidad de Navarra
Fueron erigidas por la Santa Sede en 1988 y sus títulos académicos tienen plena validez canónica. Hoy dispone de las facultades de Teología, Filosofía, Derecho Canónico, y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas.
Colegios Sacerdotales y convictorios
Colegios Sacerdotales en Roma
Altomonte y Tiberino son dos colegios sacerdotales que cuentan con unas modernas instalaciones y más de 100 plazas para sacerdotes que estudian en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
Colegios mayores y residencias en Pamplona
Echalar, Aralar y Albáizar, junto con la residencia Los Tilos, poseen plazas para más de 130 estudiantes que llegan de todo el mundo para estudiar en las Facultades Eclesiásticas de la Universidad de Navarra.
¿Qué estudios sacerdotales pueden cursar?
Áreas principales de estudios sacerdotales de las universidades eclesiásticas:
1
Teología
Abarcando diversidad de contextos culturales incluidos en la sociedad actual. Ofrece un proyecto formativo asentado en la convicción de entender que el Misterio de Cristo es fundamental.
2
Filosofía
Fomenta la conciliación entre el conocimiento de diferentes culturas, y entre la razón y fe. Se estudia el entendimiento de la verdad en su contexto antropológico e histórico-cultural.
3
Derecho canónico
Estudio de la ciencia que ahonda en el sistema jurídico teórico y practico de la Iglesia católica en el mundo, combinando la formación jurídica con la sensibilidad pastoral.
4
Comunicación
institucional
Tiene como objetivo formar profesionales en el campo de la comunicación para servir a las instituciones eclesiásticas.
Grados de formación dentro de los estudios sacerdotales y programas específicos:
Todos los estudios eclesiásticos cursados en Instituciones Pontificias habilitan para el ministerio sacerdotal en cualquier lugar del mundo si se cuenta con la debida licencia.
Primer ciclo - Licenciaturas
Formación de carácter específico con una duración de 3 años.
Licenciatura en Teología
Licenciatura en Filosofía
Bachillerato en Ciencias religiosas
Ciclo institucional en comunicación
Segundo ciclo - Especialización
Tercer ciclo - Doctorado
Otros programas - Diplomas
¿Cómo optar a la formación de sacerdotes?
Cada diócesis solicita las plazas que necesita para sus candidatos de forma directa a la institución correspondiente.
Finalizado el período de admisiones, las instituciones hacen sus peticiones de fondos a CARF para cubrir las becas otorgadas.
2.860.000 €
fondos aportados por CARF a becas en 2021
2.435.000 €
fondos aportados a docencia y gastos estructurales en 2021
«Para mí lo más emocionante de la enseñanza en la Universidad de la Santa Croce es ver, en los rostros y detrás de las caras de mis alumnos, a las almas cuyas vidas van a tocar. Las almas que yo probablemente nunca conoceré de India, África, América Latina, Europa y América del Norte; ese es el futuro de la Iglesia que veo en mis alumnos. Soy profundamente consciente cuando estoy enseñando en mi clase que estoy hablando con personas que serán profesores, tal vez incluso obispos, mártires y santos del siglo XXI».
Padre John Wauck · Profesor de Liturgia
Servir a la iglesia en los cinco continentes
Conoce los frutos de esta labor gracias al mapa interactivo y descubre la incesante labor de CARF por servir la iglesia -a más de 800 obispos-, en 131 países.
Colabora con un donativo
Cada año más de 800 obispos de todo el mundo solicitan ayudas al estudio para sus candidatos, que necesitan personas generosas que les ayuden a completar su formación eclesiástica. Desde CARF queremos poder atender todas las solicitudes.
Dios tiene un plan para cada uno de nosotros y se muere de ganas por llevarlo a cabo, literalmente✝️. Este plan pasa por los *109.895 seminaristas* que hay en el mundo🌎, por que, una vez se ordenen sacerdotes, hagan realidad *el sueño de Dios*, administrando los *sacramentos*. ¿Nos ayudas a cuidarlos?
❤️🔥 _19 de marzo | Día del seminario_
No dejes que ninguna vocación se pierda. *¡Dona ahora para formar seminaristas diocesanos!*
Carlos Chiclana: “Los sacerdotes se deben cuidar para poder cuidar a los demás”
¿Qué sacerdotes necesita la Iglesia hoy? ¿Cómo ha de ser su formación humana y espiritual? ¿Echan de menos algo en esta formación? Estas son algunas de las preguntas tratadas en el Foro Omnes del 15 de marzo, sobre la vida afectiva y la personalidad sacerdotal.
María José Atienza / Paloma López·15 de marzo de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
Los ponentes del Foro Omnes con el director de la revista (Foto: María José Atienza)
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Joan Enric Vives, arzobispo y presidente de la Comisión episcopal para el Clero y Seminarios de la Conferencia Episcopal Española, y el doctor Carlos Chiclana, psiquiatra y autor de “Retos, riesgos y oportunidades de la vida afectiva del sacerdote”, fueron los ponentes del último Foro Omnes centrado en la Vida afectiva y personalidad sacerdotal. Claves para la formación, organizado junto a la Fundación CARF y con la colaboración del banco Sabadell.
Decenas de personas se dieron cita en la sede de la Fundación Carlos de Amberes (Madrid, España), el miércoles 15 de marzo para este Foro en el que se pusieron de relieve la necesidad de formación clara y adecuada en el tiempo del seminario y durante la vida sacerdotal, así como las principales conclusiones que el equipo del doctor Chiclana ha extraído de su estudio “Retos, riesgos y oportunidades de la vida afectiva del sacerdote”, en el que participaron más de un centenar de sacerdotes y seminaristas.
El director de Omnes, Alfonso Riobó, dio la bienvenida a ponentes y asistentes destacando que “la afectividad y la felicidad están muy relacionadas”, pues a través de una buena formación se puede integrar “la afectividad en el conjunto de la personalidad”, un aspecto necesario para la plenitud de cualquier persona.
“La formación sacerdotal es un único gran camino”
Joan Enric Vives, arzobispo y presidente de la Comisión episcopal para el Clero y Seminarios de la Conferencia Episcopal Española y obispo de Urgell, fue el primero en tomar la palabra. En su intervención se refirió a “Formar pastores misioneros, el Plan de Formación sacerdotal de la Iglesia en España, un documento que obtuvo total unanimidad por parte de todos los obispos españoles”, esencial para comprender el proceso formativo de los sacerdotes y seminaristas. En dicho texto, se puede apreciar que “la formación sacerdotal es un único gran camino”.
Vives quiso partir de la idea de que el sacramento del orden consiste en “hacer llegar la gracia de la paternidad de Dios a todos”. El sacerdote, explicó el obispo, es “portador las 24 horas del día, toda su vida, hasta que muera, de la gracia del orden sacerdotal para la Iglesia y para el mundo”. Precisamente por ello, es importante que “el proceso formativo dure toda la vida, no solo durante la época del seminario”.
En este sentido, el obispo de Urgell destacó que “psiquiatría y formación sacerdotal tienen que ir juntos, tienen que buscar juntos el bienestar de nuestros sacerdotes y seminaristas”. Especialmente importante es “la colaboración con la psiquiatría y la psicología en el periodo de discernimiento vocacional”.
Todo ello sin olvidar que “uno se forma también a sí mismo, acogiendo el don de Dios, dejando que te forme el Espíritu Santo en la Iglesia y en los caminos que la vida nos abra”.
La importancia de cuidar el corazón
Vives señaló que “los sacerdotes, como hombres que son, no dejan de tener unas necesidades y unas carencias”. Por ello, es bueno que “tengan como lema para toda la vida la importancia de dejarse ayudar”.
La ayuda que puedan obtener se dirige a cuidar el corazón, algo de lo que se ha hecho eco multitud de veces el Papa Francisco y es que, como recalcó el arzobispo, “en la Escritura se destaca el papel del corazón” constantemente.
Pero, ¿por qué es importante cuidar el corazón? Como afirmó Vives, porque esa atención permite “formar el corazón del hombre para que pueda amar como Cristo ama a su Iglesia”.
Claves para la formación en la caridad pastoral
Joan Enric Vives finalizó su ponencia concretando cinco claves para la formación en la caridad pastoral, con el fin de ayudar tanto a seminaristas como a sacerdotes. Los puntos mencionados por el obispo fueron:
- Adquirir los sentimientos del Hijo de Dios
- Sentir con el Pueblo de Dios, sentirlo como propio
- Dar consistencia a la personalidad
- Vivir la fraternidad
- Acoger la simplicidad de vida, la pobreza y la infancia espiritual
- Fomentar el espíritu evangelizador o misionero
La vida espiritual como centro de todo
En segundo lugar, tomó la palabra el médico psiquiatra Carlos Chiclana, que centró su ponencia en los resultados del estudio anteriormente citado. En este estudio participaron 128 sacerdotes y seminaristas, con una media de edad de 50 y 20 años de vida sacerdotal, aproximadamente.
Explicó el doctor Chiclana que dicho estudio se basó en “cinco preguntas abiertas sobre qué retos parecían más significativos para la vida afectiva de un sacerdote, qué riesgos apreciaban, qué oportunidades veían, qué les ayudó en particular en su formación sobre la afectividad y qué echaron de menos en la formación”.
Los resultados demostraron que “las áreas de mayor interés son la vida espiritual, la soledad, las relaciones interpersonales y la formación”, sin embargo, Chiclana aclaró que entre los participantes “no se muestra que hayan echado en falta formación en relación a la soledad, tanto física como afectiva”.
Las conclusiones del estudio
Carlos Chiclana afirmó que, teniendo en cuenta los datos aportados por el estudio, es importante “potenciar en los sacerdotes todo lo relacional, la amistad”, de tal modo que “puedan vivir las relaciones humanas con normalidad, intimidad, libertad afectiva y compromiso”.
Además, el psiquiatra propuso “que todos los seminaristas sean evaluados psicológicamente para ayudarles”. Con el fin de conocerlos mejor y ayudarlos “a poner todos los medios necesarios para madurar en su vocación personal”. Y, junto a todo esto, reforzar la idea de que “los sacerdotes se tienen que cuidar para poder cuidar a los demás”.
Antídotos contra la soledad
El doctor Chiclana, al igual que Vives, quiso concretar algunos puntos y, en su caso, estos se refirieron a la lucha contra la soledad que puedo aquejar a los sacerdotes y seminaristas:
- Apego ordenado que aporte seguridad y protección
- Integración social
- Nutrirse de relaciones con los demás
- Reafirmación de la valía
- Alianza fiable con otros
- Orientación a través de alguien de confianza y con experiencia
Responsabilidad e integración
Tras las ponencias, se dio paso a un turno de preguntas en el que emergieron cuestiones como el acompañamiento a los sacerdotes de las familias en las comunidades cristianas. A lo que respondió el doctor Chiclana que “lo primero y más sencillo es en lo material”. Si se ayuda a los sacerdotes en cosas del día a día, los pastores pueden dedicar más tiempo a la administración de los sacramentos y a su vida espiritual.
Por su parte, Vives explicó que “hay una responsabilidad mutua” que debe llevarnos a “fomentar diversas formas de fraternidad”, con el fin de cuidar unos de otros.
También trataron la idea de excluir una vía, ya sea la espiritual o la psicológica, cuando el sacerdote o seminarista tiene algún tipo de malestar, haciendo que el problema intente resolverse desde un punto de vista muy limitado. En este aspecto, el doctor Chiclana recalcó la importancia de fomentar la integridad en todos los aspectos de la persona, de tal modo que se trabaje cada cuestión del modo más adecuado, logrando así “integrar los aspectos tanto espirituales como humanos”.
El 25 de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor, la Iglesia celebra la Jornada por la Vida. El lema de este año: «Contigo por la vida, siempre»; o sea, “tomar conciencia del valor de “la vida de cada persona, en todas las fases de su existencia”. Los obispos “ invitan a acompañar la vida y a aumentar los cuidados cuando es más vulnerable”. Afirman que “plantear que eliminar una vida humana pueda ser solución para algún problema es una grave equivocación; por eso, las leyes que promueven y amplían el supuesto «derecho al aborto» son absolutamente injustas porque “legalizan la muerte de personas inocentes e indefensas”. Reclaman ir a “las raíces del problema y buscar alternativas reales al aborto”. Los Prelados proponen, para esta Jornada, “promover la oración por la defensa de la vida humana”; “testimonio de amor con palabras y obras”, y piden a la Virgen,“Madre de la Vida”, que nos infunda un “amor creativo” para” instaurar la cultura de la vida” (web de la Conferencia Episcopal Española).
Muy bien por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos: “alienta a los católicos de todo el país a participar en la Vigilia Nacional de Oración por la Vida, para orar por el fin del aborto”. En algunas diócesis españolas, es tradicional, el 25 de marzo, la “Vigilia de Oración por la Vida”.
Vaya mi felicitación para los Obispos españoles que promueven y celebran la Jornada del 25 de marzo con la “Vigilia de Oración por la Vida”; algunos incluyen la “bendición especial a las madres embarazadas”.
Josefa Romo
La democracia no es el rodillo
Lo estamos viviendo a diario, la crispación, la algarada callejera en el Parlamento, el recurso a los métodos más rastreros para la consecución de objetivos no menos censurables, dominan los quehaceres habituales de los que tienen la responsabilidad de liderar la sociedad.
Las sesiones del Congreso y del Senado han llegado a un punto de dudoso retroceso, entre la histeria, el tono tabernario y las continuas amenazas.
La historia, y hasta el pasado de unos y otros, es un arma más, que se emplea con un nulo sentido de la verdad o de la responsabilidad, por quienes hacen del pasado un feudo propio para el reproche indiscriminado o se apoderan de él de manera impúdica.
El bochorno se enseñorea de la cosa pública con declaraciones agrias, razonamientos chulescos y propuestas procaces.
Se hace urgente en las próximas elecciones la desaparición de ciertos individuos que pululan por la política y que -con independencia de ideologías- están en la mente de todos porque siempre son los mismos y con el mismo talante, en los cuales se hace imposible encontrar un ápice de ideología serena, razonada y de utilidad.
En esta situación es muy difícil que los ciudadanos se persuadan de que se intenta reforzar las instituciones, los altos tribunales, mejorar la sanidad, racionalizar la enseñanza, conseguir una fiscalidad más justa, propiciar una economía más próspera, mejorar la convivencia social o prestigiar el país en el concierto internacional.
Palabras como conservador o progresista han perdido su sentido porque se han convertido en insultos o en coartadas falaces. Las apelaciones a la historia, lejos de servir de enseñanza, se convierten en piedras que se arrojan sobre el adversario.
Ni la democracia es el rodillo de las mayorías, ni el voto de los ciudadanos asegura la equidad y el recto gobierno. La democracia es una ética común basada en el respeto a las instituciones y en el acatamiento de las leyes que todos hacen y que todos están obligados a cumplir.
Juan García.
Hemos pasado el ecuador de la Cuaresma, el tiempo litúrgico, entre los que divide el año la Iglesia, con peor prensa. Asociada a las privaciones, sacrificios, al ayuno o la limosna, el Papa la compara con la subida a un monte, y más concretamente con la relatada en el evangelio de la Transfiguración. El camino es arduo, solo al llegar a la cima es posible disfrutar del paisaje. Los discípulos obtienen la inesperada recompensa de la visión divina de Jesús, un anticipo de la Pascua, que compensa con creces cualquier penalidad anterior. Vivamos los días de Cuaresma que nos quedan esperando la Pascua.
Recuerdo que al vivir la Cuaresma, no se trata del esfuerzo por el esfuerzo. La Cuaresma es una invitación a buscar momentos de retiro, a poner distancia frente a las mediocridades, y ponerse a la escucha de Jesús. Mediante la oración y la liturgia, en primer lugar, y aprendiendo también a verle tanto en quienes necesitan nuestra ayuda como en el resto de las personas que conforman la sociedad y especialmente la Iglesia.
José Morales Martín
VOX le ha dado “vox” a Don Ramón Tamames. No es que Don Ramón necesite de nadie para hablar, pero sí según en qué sitio…
Millones de españoles (vox populi) nos preguntamos por qué VOX ha puesto a Don Ramón en el centro de atención de toda España y de gran parte de la Unión Europea.
El señor Abascal no es tonto, y no espera que Don Ramón haga un canto a las excelencias de su partido, ¡no, no!; espera que lance una diatriba contra el Presidente por sus leyes antinaturales, sabiendo que la moción no prosperará, y le otorgará un balón de oxígeno al Presidente.
Entonces, ¿dónde espera su ganancia el señor Abascal?: en incrementar sus votos a costa del PP, porque si éste se abstiene o vota en contra, le acusará de apoyar a Don Pedro; si vota a favor, intentará erigirse en cabeza de la oposición.
VOX no es “vox populi”, y “vox populi” le dice, señor Abascal, que espere a las elecciones.
Amparo Tos Boix, Valencia.
El legado teológico pastoral del Papa Francisco tras 10 años de pontificado
10 mensajes de Francisco de sus 10 años de Pontificado. Así resume Mons. Mariano Fazio, vicario auxiliar del Opus Dei, el legado que el Papa ha dejado a la Iglesia y a la sociedad desde 2013 hasta hoy. Estas ideas fueron presentadas en un evento organizado recientemente por la Academia de líderes católicos y la Pontificia Comisión para América Latina.
Mariano Fazio·13 de marzo de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
Foto: El Papa Francisco saluda a Mariano Fazio durante una audiencia en noviembre de 2021
Me gustaría subrayar algunos puntos del Magisterio de Papa Francisco, que están ayudando a renovar la fe de la Iglesia siempre dentro de la tradición.
Diez años son muchos, por lo que se trata necesariamente de una selección de ideas.
“El nombre de Dios es misericordia”.
Al recordarnos que Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre, Francisco plantea una realidad en la que tanto insistió san Juan Pablo II: nos dice que el anuncio del kerigma salvífico es el mensaje fundamental de la fe cristiana. Dios se encarnó para salvarnos, muriendo en la Cruz y abriéndonos las puertas de su perdón a través de su infinita misericordia.
Las bienaventuranzas, corazón del Evangelio.
Tanto las bienaventuranzas como el capítulo 25 del Evangelio de san Mateo -donde se habla de las vírgenes necias y prudentes, de la parábola de los talentos y del juicio final- son el corazón del Evangelio, porque esos textos ponen de manifiesto la misericordia divina y su acogida en el corazón de cada persona.
El matrimonio, participación del amor de Dios.
En Amoris laetitiae, el Papa hace una relectura del himno del amor de la carta de san Pablo a los Corintios que permite comprender que el amor de los esposos es participación del amor de Dios: “Podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada”, dice san Pablo.
Y el Papa añade en su exhortación apostólica: “No podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar”. Propone, en concreto, que en la familia se usen tres palabras para estimular ese amor: gracias, perdón, permiso.
El buen samaritano, inspiración para acoger al otro.
En la encíclica Fratelli tutti, el Papa sugiere una relectura de la parábola del buen samaritano. Rastrea sus antecedentes en el Antiguo Testamento e interpela al lector preguntando con qué personaje se identifica.
Mirando al mundo de hoy e incluso a la Iglesia, afirma: “Todavía hay quienes parecen sentirse alentados o al menos autorizados por su fe para sostener diversas formas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecios e incluso maltratos hacia los que son diferentes”. Francisco invita a que en la catequesis y la predicación se tenga más presente hablar dignidad de cada persona.
La santidad “de la puerta de al lado”.
En Gaudete et exsultate, Francisco acerca la santidad a la vida ordinaria, rememorando aquellos gestos cotidianos que podemos llevar a plenitud con la presencia de Dios. Dice así: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad de la puerta de al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, ‘la clase media de la santidad’”.
A los jóvenes: Dios es Amor. Cristo salva. Vive.
Estas tres realidades componen el anuncio kerigmático vivencial que Francisco quiere transmitirles. “No conocerás la verdadera plenitud de ser joven -dice en Christus vivit-, si no encuentras cada día al gran amigo, si no vives en amistad con Jesús”. Y añade que los amigos nos ayudan a madurar y son, al mismo tiempo, un reflejo del cariño del Señor.
Tener amigos nos enseña a abrirnos, a comprender, a cuidar a otros, a salir de nuestra comodidad. Por eso, la amistad con Jesús transforma, porque él “los quiere como sus instrumentos para derramar luz y esperanza, porque quiere contar con vuestra valentía, frescura y entusiasmo”. El Señor invita a todos al anuncio misionero en “cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente”.
Contagiarnos de la alegría del Evangelio.
El Papa invita a vivir y transmitir la alegría evangélica, y lo recuerda con expresiones como: “No tener cara de Cuaresma sin Pascua”. Es decir, el cristiano tiene que renovar la esperanza -en ocasiones, tantas veces al día- porque “Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos”. El pesimismo no es cristiano. Quien se entrega a Dios por amor será fecundo.
“Tal fecundidad es muchas veces invisible, inaferrable, no puede ser contabilizada. Uno sabe bien que su vida dará frutos, pero sin pretender saber cómo, ni dónde, ni cuándo”. Nada hecho por amor se pierde: ningún trabajo, ninguna preocupación sincera, ningún acto de amor a Dios, ningún cansancio generoso… Pero esa espera no implica inactividad o una actitud pasiva ya que, en el misterio de una aparente esterilidad, “sólo sabemos que nuestra entrega es necesaria”.
Cuidar y proteger la casa común.
Tomando como inspiración las palabras del santo de Asís –“Laudato si’”-, papa Francisco recuerda la necesidad de cuidar la tierra, que nos ha sido confiada por Dios. “Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”.
El Papa subraya la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, con la convicción de que en el mundo todo está conectado. Además, denuncia la cultura del descarte y propone una base para desarrollar una nueva ecología humana.
La fe, luz para vernos y para ver como Cristo.
El Papa dedicó su primera encíclica a la fe. Lumen fidei explica que la fe nos ayuda a participar de la visión de Jesús. “Para la fe, Cristo no es sólo aquel en quien creemos, la manifestación máxima del amor de Dios, sino también aquel con quien nos unimos para poder creer. La fe no sólo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver”.
Señalaba, además, que es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe, “pues cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo”. La fe, dice el Papa, nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor, “un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida”.
La piedad y la revolución de la ternura.
El Papa ha hecho numerosas referencias a devociones cristianas que pueden provocar una revolución en la vida de los cristianos si se viven con ternura: nos ha invitado a poner el belén en Navidad para acoger a Dios (Admirabile Signum), ha escrito sobre san José para que aprendamos a ser custodios de los demás (Patris Corde) y sabemos que acude a saludar a la Virgen a la basílica romana de Santa María la Mayor cada vez que regresa de un viaje. Son gestos de hijo del que aprendemos a ser hijos del Padre.
EL AUTORMariano Fazio
Sacerdote, historiador y profesor. Actual vicario auxiliar del Opus Dei.
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