Ideas Claras
DE INTERES PARA HOY martes, 28 de febrero de 2023
Indice:
El Papa Francisco: no se dialoga ni negocia con el diablo que busca solo dividir
El Papa y la Curia Romana iniciaron los Ejercicios Espirituales de Cuaresma
El Papa a Magistrados del Vaticano: sean conciencia de la paz en el mundo
LA AYUDA DE LOS ÁNGELES CUSTODIOS : Francisco Fernandez Carbajal
Evangelio del martes: las intenciones por las que rezaba Jesús
“Fuertes y pacientes: serenos” : San Josemaria
Hacer del mundo un hogar: la parábola del buen samaritano
Encuentro de Reflexión CARF: Naprotecnología, la solución ética a la infertilidad : Marta Santín
El sacerdote, psicología de una vocación : Don Wenceslao Vial
¿Somos gente de bien? : Jorge Hernandez
VIVIR LA CUARESMA EN LO COTIDIANO : Silvia Del Valle
«El daño que el aborto inflige a las mujeres debería bastar para hacernos pro-vida» : Maria José Atienza
Cuaresma 2023 : Josefa Romo
Cita semanal en pareja, previene el divorcio : LaFamilia.info
¿Un chistoso? : José Morales Martín
Lo que es naturalmente un asesinato : José Morales Martín
En tiempos de crisis de la democracia : Pedro García
Una crisis de salud mental sin precedentes : Domingo Martínez Madrid
Deforma el cerebro : JD Mez Madrid
Belleza, ternura y gratuidad de Dios : Eduardo Sanz de Miguel
El Papa Francisco: no se dialoga ni negocia con el diablo que busca solo dividir
En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Papa Francisco recordó el Evangelio de hoy, que habla de las tentaciones que sufrió Jesús por parte del diablo en el desierto. Al respecto, el Papa dijo que al diablo “no se le vence tratando con él, sino oponiéndole con fe la Palabra divina. De este modo, Jesús nos enseña a defender la unidad con Dios y entre nosotros, de los ataques del que divide”.
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
"El Evangelio de este primer Domingo de Cuaresma nos presenta a Jesús en el desierto tentado por el diablo (cfr. Mt 4,1-11). Diablo significa “el que divide”. Su nombre nos dice lo que hace: divide. Eso es lo que se propone también tentando a Jesús. Veamos ahora de quién lo quiere dividir, y de qué modo". Con estas palabras el Papa Francisco dio inicio a su alocución previa al rezo mariano, y recuerda que antes de ser tentado, Jesús, al recibir el Bautismo de Juan en el Jordán, el Padre le llama "mi Hijo amado", y el Espíritu desciende sobre Él en forma de paloma. De esta manera, afirmó el Papa, el Evangelio nos presenta las tres Personas divinas unidas en el amor. Y Jesús dirá, agregó Bergoglio, que ha venido al mundo a hacernos partícipes de la unidad que existe entre Él y el Padre. El diablo quiere separar a Jesús del Padre, quiere apartarlo de su misión de unidad para nosotros, señala el Pontífice.
Los tres venenos del diablo: apego, desconfiaza y poder
En su alocución Francisco dijo que el diablo, aprovechando la "condición humana de Jesús, que se encuentra débil porque ha ayunado durante cuarenta días y tiene hambre, intenta instilar en Él tres “venenos” potentes, para paralizar su misión de unidad": Estos venenos son el apego, la desconfianza y el poder.
El diablo, afirmó, trata de sugestionar a Jesús con razonamientos persuasivos sobre el apego de las cosas y las necesidades, la desconfianza al Padre y sobre el poder.
“Tienes hambre, ¿por qué tienes que ayunar? Escucha tu necesidad y satisfácela, tienes el derecho y el poder para ello: transforma las piedras en pan. Después, el segundo veneno, la desconfianza: “¿Estás seguro de que el Padre quiere tu bien? -insinúa el maligno-. ¡Ponlo a prueba, chantajéalo! Tírate desde el punto más alto del templo y haz que haga lo que tú quieres”. Por último, el poder: “¡No necesitas a tu Padre! ¿Por qué esperar sus dones? ¡Sigue los criterios del mundo, logra todo tú solo y serás poderoso!”. Terrible, ¿no es cierto? Pero es así, también para nosotros:"
26/02/2023Dolor del Papa por violencia en Tierra Santa, Burkina Faso y Ucrania
El diablo intenta instilar tres venenos en nosotros
El Santo Padre, nos recuerda, que el diablo trata de envenenarnos a cada uno con el apego a las cosas, la desconfianza y la sed de poder. Tres "tentaciones frecuentes y peligrosas que el diablo emplea con el fin de dividirnos del Padre", y que trata de dividirnos, que no nos sintamos más hermanos entre nosotros, para llevarnos a la soledad y a la desesperación, dijo Francisco.
"¡Esto es lo que quiere hacer con Jesús, esto es lo que quiere hacernos a nosotros! Pero Jesús vence las tentaciones. ¿Cómo? Evitando discutir con el diablo y respondiendo con la Palabra de Dios".
Vencer al diablo con la Palabra de Dios
Jesús, dijo el Papa, no dialoga con el diablo, no negocia con él, rechaza sus insinuaciones con "las Palabras benéficas de las Escrituras". Citando tres frases que hablan dijo Francisco, de libertad respecto a las cosas, de confianza y de servicio a Dios. Tres frases opuestas a las tentaciones.
"Esto supone una invitación para nosotros: ¡con el diablo no se discute! No se le vence tratando con él, sino oponiéndole con fe la Palabra divina. De este modo, Jesús nos enseña a defender la unidad con Dios y entre nosotros, de los ataques del que divide. ¡Y necesitamos unidad!Esto es importante: con el diablo no se discute, con el diablo no se dialoga. Jesús se enfrenta a él con la Palabra de Dios".
¿Qué lugar tiene en mi vida la Palabra de Dios?
Por último, el Pontífice nos cuestiona, qué lugar tiene en nuestras vidas la Palabra de Dios, nos pregunta si recurrimos a ella en nuestras luchas espirituales.
"Si tengo un vicio o una tentación que se repite, ¿por qué no busco, con la ayuda oportuna, un versículo de la Palabra de Dios que responda a ese vicio? Luego, cuando llegue la tentación, lo recito, lo rezo confiando en la gracia de Cristo. Probemos, nos ayudará en las tentaciones, porque, entre las voces que se agitan dentro de nosotros, resonará la voz benéfica de la Palabra de Dios".
Por último, una súplica a la Virgen María, que "ha acogido la Palabra de Dios y con su humildad ha derrotado la soberbia del que divide", que nos acompañe en la lucha espiritual de la Cuaresma.
El Papa y la Curia Romana iniciaron los Ejercicios Espirituales de Cuaresma
La tarde de este domingo, 26 de febrero, se dio inicio a los ejercicios espirituales para el Papa y la Curia Romana, los mismos que concluirán el viernes 3 de marzo. Este año, al igual que en 2022, no se celebrará la tradicional cita cuaresmal en la Casa Divino Maestro de Ariccia. El Pontífice invitó a los colaboradores residentes en Roma a retirarse personalmente en oración.
Vatican News
Tal como lo anunció la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el pasado 20 de enero, este año los Ejercicios Espirituales de Cuaresma para el Papa y la Curia Romana se realizarán de la tarde del domingo 26 de febrero al viernes 3 de marzo de 2023. Durante esta I semana de Cuaresma, el Papa Francisco ha invitado a los Cardenales residentes en Roma, a los Jefes de Dicasterio y a los Superiores de la Curia Romana que "vivan un período de Ejercicios Espirituales de modo personal, suspendiendo sus actividades laborales y recogiéndose en oración”.
Se suspenden los compromisos del Papa
Asimismo, en el Comunicado de la Oficina de Prensa del Vaticano se informó que, durante todo este periodo “quedarán suspendidos todos los compromisos del Papa, incluida la Audiencia General del miércoles 1 de marzo”.
Los Ejercicios Espirituales de la Curia Romana
Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco había elegido la Casa Divino Maestro regentada por los Paulinos en Ariccia, localidad ubicada en la Región italiana del Lacio, como lugar de retiro junto a la Curia para los Ejercicios Espirituales. La pandemia del Covid-19 ha condicionado la cita cuaresmal de los dos últimos años. Incluso el año pasado, debido a la continua emergencia epidemiológica, no había sido posible vivir los Ejercicios Espirituales de forma comunitaria. En el Ángelus del 6 de marzo de 2022, el Pontífice había pedido a los fieles que le acompañaran espiritualmente a él y a la Curia Romana durante estos días en los que -dijo- "llevamos en nuestras oraciones todas las necesidades de la Iglesia y de la familia humana".
El Papa a Magistrados del Vaticano: sean conciencia de la paz en el mundo
Con ocasión de la inauguración del 94 año judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, el Papa Francisco recibe a Magistrados: “Aquí hay que ser claros y evitar el riesgo de confundir el dedo con la luna: el problema no son los pleitos, sino los hechos y conductas que los originan y los hacen dolorosamente necesarios”.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Esta mañana el Papa Francisco ha recibido en audiencia a los Magistrados del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, entre los que han estado presentes también varios representantes de los más altos tribunales del Estado italiano. El objetivo de este encuentro ha sido el de “contribuir a favorecer el conocimiento y el diálogo entre personas comprometidas en el mundo de las instituciones y, en particular, de la justicia”.
Francisco les recuerda que el tiempo transcurrido desde su último encuentro ha estado desgraciadamente marcado por graves e imprevistos acontecimientos, que han provocado profundas laceraciones: “Tras la terrible prueba de la pandemia, con su pesada secuela de luto y crisis, esperábamos una pronta recuperación, alimentada y sostenida por un amplio espíritu de solidaridad. Esperábamos y nos esforzábamos por dejar a un lado el egoísmo y el afán de lucro para intentar empezar de nuevo juntos, a escala nacional y supranacional, demostrando sentido de la responsabilidad y capacidad de colaboración” explica el Papa, subrayando que, gracias a Dios, “en muchas partes del planeta y en muchas iniciativas, esta esperanza y este deseo han encontrado una realización concreta, con creyentes y no creyentes trabajando codo con codo”.
Los cristianos estamos llamados a ser la conciencia de la paz en el mundo
Y continúa – “desgraciadamente, justo cuando se avanzaba en este camino de recuperación gradual, el estallido del conflicto en Ucrania y su trágica evolución volvieron a sumir al mundo entero en una profunda crisis, agravada por los múltiples brotes de guerra que siguen estallando también en otras naciones”. El Pontífice asegura ante los Magistrados que, ante estos escenarios, “crece en nosotros el anhelo de paz y justicia. Refuerza en nuestra conciencia, hasta hacerse imperativa, la necesidad de dar testimonio para ayudar a construir la paz y la justicia” y les recuerda las palabras que pronunció durante su reciente viaje a la República Democrática del Congo: "en un mundo desalentado por la violencia y la guerra, los cristianos hacen como Jesús. Él, casi con insistencia, repetía a los discípulos: ¡Paz, paz a vosotros! (cf. Jn 20,19.21); y nosotros estamos llamados a hacer nuestro y decir al mundo este anuncio profético e inesperado del Señor, un anuncio de paz. [...] Sí, los cristianos, enviados por Cristo, estamos llamados por definición a ser la conciencia de la paz en el mundo".
Todo compromiso con la paz implica y exige un compromiso con la justicia
“La paz sin justicia no es verdadera paz, no tiene fundamento sólido ni posibilidad de futuro. Y la justicia no es una abstracción ni una utopía”. Francisco explica que, en la Biblia, la justicia “es el cumplimiento honesto y fiel de todo deber para con Dios, es hacer su voluntad”. “No es sólo el fruto de un conjunto de normas que hay que aplicar con pericia técnica – dice – sino que es la virtud por la que damos a cada uno lo suyo, indispensable para el buen funcionamiento de todas las esferas de la vida común y para que todos lleven una vida serena. Una virtud que debe cultivarse mediante un compromiso de conversión personal y ejercitarse junto con las otras virtudes cardinales de la prudencia, la fortaleza y la templanza”. Es por ello – subraya el Papa – que “esta virtud se confía de manera eminente a la responsabilidad de quienes se dedican al ámbito judicial, para hacer posible el restablecimiento de la paz violada entre los distintos sujetos de la comunidad en litigio entre sí y dentro de la comunidad”.
Evitar el riesgo de "confundir el dedo con la luna"
El Santo Padre también ha expuesto como operan los Tribunales del Estado de la Ciudad del Vaticano, que desempeñan un valioso papel en beneficio de la Santa Sede cuando se trata de resolver litigios civiles o penales. “Se trata de litigios que, por su propia naturaleza, quedan fuera de la jurisdicción de los Tribunales de la Santa Sede y de los tribunales canónicos, y que deben juzgarse sobre la base de un complejo entramado de fuentes canónicas y civiles, como el previsto por el sistema vaticano, cuya aplicación requiere conocimientos específicos”. En este sentido, asegura que, en los últimos años, estas disputas legales y los juicios relacionados con ellas “han aumentado”, al igual que, en no pocos casos, “la gravedad de las conductas que salen a la luz, especialmente en el ámbito de la gestión patrimonial y financiera”.
“Aquí hay que ser claros y evitar el riesgo de "confundir el dedo con la luna": el problema no son los pleitos, sino los hechos y conductas que los originan y los hacen dolorosamente necesarios” explica el Papa. En efecto – continúa – “tales comportamientos por parte de los miembros de la Iglesia perjudican gravemente su eficacia para reflejar la luz divina”. Pero la “gracias a Dios” porque, sin embargo, "no disminuyen ni el deseo profundo de esta luz ni la disponibilidad de la Iglesia para acogerla y compartirla [...] porque los discípulos de Cristo están "llamados a ser la luz del mundo" y así es como la Iglesia “refleja el amor salvífico de Cristo, que es la Luz del mundo".
Misericordia y justicia no son alternativas, sino que caminan juntas
Por último, el Papa recuerda a los Magistrados que la Iglesia "cumple su mandato sobre todo cuando da testimonio, con palabras y obras, de la misericordia que ella misma ha recibido gratuitamente" y les invita a, con esta actitud de misericordia y cercanía, “mirar a los hermanos y hermanas, especialmente cuando se encuentran en dificultades, cuando cometen errores, cuando están sometidos a la prueba del juicio”. Una prueba – señala – “que a veces es necesaria, cuando se trata de constatar conductas que empañan el rostro de la Iglesia y suscitan escándalo en la comunidad de los fieles”.
Para ello, Francisco les pide realizar un “discernimiento riguroso”, que "impida el desarrollo de una moral fría de escritorio en el tratamiento de las cuestiones más delicadas"; así como el “recurso prudente al canon de equidad”, que puede ayudar a encontrar el necesario equilibrio entre justicia y misericordia. Pues – concluye – “la misericordia no es la suspensión de la justicia, sino su cumplimiento”.
LA AYUDA DE LOS ÁNGELES CUSTODIOS
— Existencia de los ángeles custodios. Devoción de los primeros cristianos.
— Ayudas que pueden prestarnos.
— Amistad y devoción a los ángeles custodios.
I. San Mateo termina la narración de las tentaciones de Nuestro Señor con este versículo: Entonces lo dejó el diablo, y los ángeles vinieron y le servían1.
«Contemplemos un poco esta intervención de los ángeles en la vida de Jesús, porque así entenderemos mejor su papel –la misión angélica– en toda vida humana. La tradición cristiana describe a los Ángeles Custodios como a unos grandes amigos, puestos por Dios al lado de cada hombre, para que le acompañen en sus caminos. Y por eso nos invita a tratarlos, a acudir a ellos.
»La Iglesia, al hacernos meditar estos pasajes de la vida de Cristo, nos recuerda que, en el tiempo de Cuaresma, en el que nos reconocemos pecadores, llenos de miserias, necesitados de purificación, también cabe la alegría. Porque la Cuaresma es simultáneamente tiempo de fortaleza y de gozo: hemos de llenarnos de aliento ya que la gracia del Señor no nos faltará, porque Dios estará a nuestro lado y enviará a sus Ángeles, para que sean nuestros compañeros de viaje, nuestros prudentes consejeros a lo largo del camino, nuestros colaboradores en todas nuestras empresas»2.
«La Sagrada Escritura y la Tradición llaman propiamente ángeles a aquellos espíritus puros que en la prueba fundamental de libertad han elegido a Dios, su gloria y su reino»3. A ellos les está encomendada la tutela de los hombres. ¿Por ventura –se lee en la Epístola a los Hebreos– no son todos ellos unos espíritus que hacen el oficio de servidores o ministros en favor de aquellos que deben ser los herederos de la salud?4.
Es doctrina común que todos y cada uno de los hombres, bautizados o no, tienen su Ángel Custodio. Su misión comienza en el momento de la concepción del hombre y se prolonga hasta el momento de su muerte. San Juan Crisóstomo afirma que todos los ángeles custodios concurrirán al juicio universal para «dar testimonio ellos mismos del ministerio que ejercieron por orden de Dios para la salvación de cada hombre»5.
En los Hechos de los Apóstoles encontramos numerosos pasajes en que se manifiesta la intervención de estos santos ángeles, y también la confianza con que eran tratados por los primeros cristianos6.
Esta veneración y confianza en los ángeles por parte de nuestros primeros hermanos en la fe, se pone especialmente de relieve en la liberación de San Pedro de la cárcel: Un ángel del Señor se presentó en el calabozo de Pedro, que quedó iluminado; y golpeando a Pedro en el costado, le despertó diciendo: «Levántate pronto»; y se cayeron las cadenas de sus manos. El ángel añadió: «Cíñete y cálzate las sandalias». Hízolo así. Y agregó: «Envuélvete en tu manto y sígueme»7.
Y Pedro, libre ya, se encaminó a casa de María, madre de Marcos, donde muchos estaban congregados en oración.
Golpeó la puerta del vestíbulo y salió una sierva llamada Rode, que, luego que conoció la voz de Pedro, fuera de sí de alegría, sin abrir la puerta, corrió a anunciar que Pedro estaba en el vestíbulo. Ellos dijeron: «Estás loca». Insistía ella en que era así: y entonces dijeron: «será su ángel»8. Este relato nos muestra el gran cariño que sentían por Pedro y la naturalidad de la fe en los ángeles custodios que tenían los primeros fieles. «Mira con qué confianza trataban a sus Custodios los primeros cristianos.
»—¿Y tú?»9.
Nosotros hemos de tratarles también con naturalidad y confianza, y nos asombraremos muchas veces del auxilio que nos prestan, para vencer en las luchas contra el maligno. «Estamos bien ayudados por los ángeles buenos, mensajeros del amor de Dios, a los cuales, enseñados por la tradición de la Iglesia, dirigimos nuestra oración: “Ángel de Dios, que eres mi custodio, ilumíname, custódiame, rígeme y gobiérname, ya que he sido confiado a tu piedad celeste. Amén”»10.
II. «... Y los ángeles vinieron y le servían». Los ángeles custodios tienen la misión de ayudar a cada hombre a alcanzar su fin sobrenatural. Yo mandaré a un ángel delante de ti -dice el Señor a Moisés- para que te defienda en el camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto11. Y el Catecismo Romano comenta: «Porque así como los padres, cuando los hijos precisan viajar por caminos malos y peligrosos, hacen que les acompañen personas que les cuiden y defiendan de los peligros, de igual manera nuestro celestial Padre, en este viaje que emprendemos para la celeste Patria, a cada uno de nosotros nos da ángeles para que, fortificados con su poder y auxilio, nos libremos de los lazos furtivamente preparados por nuestros enemigos y rechacemos las terribles acometidas que nos hacen; y para que con tales guías sigamos por el camino recto, sin que ningún error interpuesto por el enemigo sea capaz de separarnos del camino que conduce al cielo»12.
Misión de los ángeles custodios, por tanto, es auxiliar al hombre contra todas las tentaciones y peligros, y traer a su corazón buenas inspiraciones. Son nuestros intercesores, nuestros custodios, y nos prestan su ayuda cuando los invocamos. «Los Santos interceden por los hombres, mientras los Ángeles Custodios no solo ruegan por los hombres, sino que actúan alrededor de ellos. Si por parte de los bienaventurados se da una intercesión, por parte de los ángeles hay una intercesión y una intervención directa: son al mismo tiempo abogados de los hombres cerca de Dios y ministros de Dios cerca de los hombres»13.
El Ángel Custodio nos puede prestar también ayudas materiales, si son convenientes para nuestro fin sobrenatural o para el de los demás. No tengamos reparos en pedirle su favor en las pequeñas cosas materiales que necesitamos cada día: encontrar aparcamiento para el coche, no perder el autobús, ayuda en un examen que hemos estudiado, etc. Especialmente pueden colaborar con nosotros en el apostolado, en la lucha contra las tentaciones y contra el demonio, y en la oración. «Los ángeles, además de llevar a Dios nuestras noticias, traen los auxilios de Dios a nuestras almas y las apacientan como buenos pastores, con comunicaciones dulces e inspiraciones divinas. Los ángeles nos defienden de los lobos, que son los demonios, y nos amparan»14.
Al Ángel Custodio hemos de tratarle como a un entrañable amigo. Él está siempre en vela, constantemente dispuesto a prestarnos su concurso, si se lo pedimos. Es una gran pena cuando, por olvido, por tibieza o por ignorancia, no nos sentimos acompañados por tan fiel compañero, o no le pedimos ayuda en tantas ocasiones en que la necesitamos. Nunca estamos solos en la tentación o en la dificultad, nuestro Ángel nos asiste; estará a nuestro lado hasta el mismo momento en que abandonemos este mundo.
Al final de la vida, el Ángel Custodio nos acompañará ante el tribunal de Dios, como manifiesta la liturgia de la Iglesia en las oraciones para la recomendación del alma en el momento de la muerte.
III. «Ten confianza con tu Ángel Custodio. —Trátalo como un entrañable amigo –lo es– y él sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día»15.
Para que el Ángel Custodio nos preste su ayuda es necesario darle a conocer, de alguna manera, nuestras intenciones y nuestros deseos. A pesar de la gran perfección de su naturaleza, los ángeles no tienen el poder de Dios ni su sabiduría infinita, de modo que no pueden leer el interior de las conciencias. Basta con que le hablemos mentalmente para que nos entienda, e incluso para que llegue a deducir de nuestro interior más de lo que nosotros mismos somos capaces de expresar. Por eso es tan importante tener un trato de amistad con el Ángel de la Guarda.
Además de nuestra amistad, al Ángel Custodio le debemos veneración, como a quien está siempre en la presencia de Dios, contemplándole cara a cara, y, a la vez, junto a nosotros.
La devoción a nuestro Ángel Custodio será una eficaz ayuda en nuestras relaciones con Dios en el trabajo, en el trato con las personas que nos rodean, en los pequeños y en los grandes conflictos que se pueden presentar a lo largo de nuestros días. En este tiempo de Cuaresma podemos tener especialmente presente, y nos debe conmover, la escena en el Huerto de Getsemaní, en que la Humanidad Santísima del Señor es confortada por un Ángel del Cielo.
«Hay que saber tratar a los Ángeles. Acudir a ellos ahora, decir a tu Ángel Custodio que estas aguas sobrenaturales de la Cuaresma no han resbalado sobre tu alma, sino que han penetrado hasta lo hondo, porque tienes el corazón contrito. Pídeles que lleven al Señor esa buena voluntad, que la gracia ha hecho germinar de nuestra miseria, como un lirio nacido en el estercolero. Sancti Angeli, Custodes nostri: defendite nos in proelio, ut non pereamus in tremendo iudicio. Santos Ángeles Custodios: defendednos en la batalla, para que no perezcamos en el tremendo juicio»16. A la Virgen, Regina Angelorum, le rogamos que nos enseñe a tratar a los Ángeles, particularmente en esta Cuaresma.
1 Mt 4, 11. — 2 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 63 — 3 Juan Pablo II, Audiencia general, 6-VIII-1986. — 4 Heb 1, 14. — 5 San Juan Crisóstomo, en Catena Aurea, vol. III, p. 238. — 6 Cfr. Hech 5, 19-20; 8, 26; 10, 3-6. — 7 Hech 12, 7-11. — 8 Hech 12, 13-17. — 9 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 570. — 10 Juan Pablo II, Audiencia general, 20-VIII-1986. — 11 Ex 23, 20. — 12 Catecismo Romano, p. 4, cap. IX, n. 4. — 13 G. Huber, Mi ángel marchará delante de ti, Ed. Palabra, Madrid 1980, 6ª ed., p. 43. — 14 San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 2, 3. — 15 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 562. — 16 ídem, Es Cristo que pasa, 63.
Evangelio del martes: las intenciones por las que rezaba Jesús
Comentario del martes de la 1.ª semana de Cuaresma. “Al orar no empleéis muchas palabras como los gentiles, que piensan que por su locuacidad van a ser escuchados”. El Señor nos abre su intimidad y nos revela con el Padre Nuestro la confianza con la que debemos dirigirnos al Padre y qué es lo que conviene pedir.
28/02/2023
Evangelio (Mt 6, 7-15)
Y al orar no empleéis muchas palabras como los gentiles, que piensan que por su locuacidad van a ser escuchados. Así pues, no seáis como ellos, porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis. Vosotros, en cambio, orad así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra; danos hoy nuestro pan cotidiano; y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos pongas en tentación, sino líbranos del mal. Porque si les perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados.
Comentario
Volvemos a escuchar hoy el Padre nuestro, la oración que Jesús enseñó a sus discípulos. Estas palabras, tan repetidas por los cristianos de todas las épocas, son muy significativas y encierran una enseñanza de gran profundidad.
Para escucharlas con oídos atentos es necesario caer en la cuenta de que las intenciones que la componen son un resumen de lo que Jesús llevaba en su corazón. El Padre nuestro es como una ventana a la intimidad del Señor, que nos permite entender cuál era el contenido de su diálogo con su Padre Dios, cuáles eran sus motivaciones, qué obstáculos se le presentaban.
Jesús nos enseña que todas nuestras peticiones, sean las que sean, tienen que dirigirse al “Padre nuestro”. Nos muestra así que nuestra oración puede descansar en la confianza en que nos dirigimos a un padre que quiere nuestro bien.
La liturgia del día de hoy nos invita, por tanto, a confrontar nuestra oración con la oración del Señor y aprender poco a poco a tener sus mismos deseos: de que todos conozcan el nombre Dios, de que su Reino sea una realidad, de conseguir el verdadero alimento, de pedir la fuerza para luchar contra la tentación y el pecado, y en caso de que hayamos sufrido algún mal, saber perdonar.
Estas eran las cosas importantes para el Señor. Pidamos ayuda al Espíritu Santo para que también lo sean para nosotros y que tengamos sus mismos sentimientos, con un corazón más conforme al corazón divino, y que sobre todo sepamos dialogar y dirigirnos con confianza al Padre nuestro que está en los cielos.
“Fuertes y pacientes: serenos”
Si –por tener fija la mirada en Dios– sabes mantenerte sereno ante las preocupaciones, si aprendes a olvidar las pequeñeces, los rencores y las envidias, te ahorrarás la pérdida de muchas energías, que te hacen falta para trabajar con eficacia, en servicio de los hombres (Surco, 856).
28 de febrero
El que sabe ser fuerte no se mueve por la prisa de cobrar el fruto de su virtud; es paciente. La fortaleza nos conduce a saborear esa virtud humana y divina de la paciencia. Mediante la paciencia vuestra, poseeréis vuestras almas (Lc XXI, 19). La posesión del alma es puesta en la paciencia que, en efecto, es raíz y custodia de todas las virtudes. Nosotros poseemos el alma con la paciencia porque, aprendiendo a dominarnos a nosotros mismos, comenzamos a poseer aquello que somos. Y es esta paciencia la que nos impulsa a ser comprensivos con los demás, persuadidos de que las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo.
Fuertes y pacientes: serenos. Pero no con la serenidad del que compra la propia tranquilidad a costa de desinteresarse de sus hermanos o de la gran tarea, que a todos corresponde, de difundir sin tasa el bien por el mundo entero. Serenos porque siempre hay perdón, porque todo encuentra remedio, menos la muerte y, para los hijos de Dios, la muerte es vida. Serenos, aunque sólo fuese para poder actuar con inteligencia: quien conserva la calma está en condiciones de pensar, de estudiar los pros y los contras, de examinar juiciosamente los resultados de las acciones previstas. Y después, sosegadamente, interviene con decisión. (Amigos de Dios, 79)
Via Crucis de san Josemaría
Texto y audio de las catorce estaciones. Como fruto de su contemplación de las escenas del Calvario, el Fundador del Opus Dei preparó este Via Crucis para ayudar a hacer oración y crecer en dolor de amor y agradecimiento al Señor, que nos ha rescatado con el precio de su sangre.
10/04/2022
Libro escrito por el Fundador del Opus Dei (33ª ed, 2008. Editorial Rialp). La edición sonora fue producida por la Fundación Beta Films (29:45 min).
∙ Más recursos para la Semana Santa.
Señor mío y Dios mío, bajo la mirada amorosa de nuestra Madre, nos disponemos a acompañarte por el camino de dolor, que fue precio de nuestro rescate. Queremos sufrir todo lo que Tú sufriste, ofrecerte nuestro pobre corazón, contrito, porque eres inocente y vas a morir por nosotros, que somos los únicos culpables. Madre mía, Virgen dolorosa, ayúdame a revivir aquellas horas amargas que tu Hijo quiso pasar en la tierra, para que nosotros, hechos de un puñado de lodo, viviésemos al fin in libertatem gloriae filiorum Dei, en la libertad y gloria de los hijos de Dios.
I Estación. Condenan a muerte a Jesús.
– Han pasado ya las diez de la mañana. El proceso está llegando a su fin. No ha habido pruebas concluyentes. El juez sabe que sus enemigos se lo han entregado por envidia, e intenta un recurso absurdo: la elección entre Barrabás, un malhechor acusado de robo con homicidio, y Jesús, que se dice Cristo. El pueblo elige a Barrabás. Pilatos exclama: – Qué he de hacer, pues, de Jesús? (Mt XXVII,22). – Contestan todos: – Crucifícale! – El juez insiste: -Pero ¿qué mal ha hecho? – Y de nuevo responden a gritos: – Crucifícale!, crucifícale! – Se asusta Pilatos ante el creciente tumulto. Manda entonces traer agua, y se lava las manos a la vista del pueblo, mientras dice: – Inocente soy de la sangre de este justo; vosotros veréis (Mt XXVII, 24) – Y después de haber hecho azotar a Jesús, lo entrega para que lo crucifiquen. Se hace el silencio en aquellas gargantas embravecidas y posesas. Como si Dios estuviese ya vencido. – Jesús está solo. Quedan lejanos aquellos días en que la palabra del Hombre-Dios ponía luz y esperanza en los corazones, aquellas largas procesiones de enfermos que eran curados, los clamores triunfales de Jerusalén cuando llegó el Señor montado en un manso pollino. Si los hombres hubieran querido dar otro curso al amor de Dios! Si tú y yo hubiésemos conocido el día del Señor!
Via Crucis, 1.ª Estación. n. 1 – Jesús ora en el huerto: Pater mi (Mt XXVI,39), Abba, Pater! (Mc XIV,36). Dios es mi Padre, aunque me envíe sufrimiento. Me ama con ternura, aun hiriéndome. Jesús sufre, por cumplir la Voluntad del Padre… Y yo, que quiero también cumplir la Santísima Voluntad de Dios, siguiendo los pasos del Maestro, ¿podré quejarme, si encuentro por compañero de camino al sufrimiento? – Constituirá una señal cierta de mi filiación, porque me trata como a su Divino Hijo. Y, entonces, como El, podré gemir y llorar a solas en mi Getsemaní, pero, postrado en tierra, reconociendo mi nada, subirá hasta el Señor un grito salido de lo íntimo de mi alma: Pater mi, Abba, Pater,…fiat!
Via Crucis, 1.ª Estación, n. 2. – El Prendimiento: … venit hora: ecce Filius hominis tradetur in manus peccatorum (Mc XIV,41)… Luego, ¿el hombre pecador tiene su hora? Sí, y Dios su eternidad!… – Cadenas de Jesús! Cadenas, que voluntariamente se dejó El poner, atadme, hacedme sufrir con mi Señor, para que este cuerpo de muerte se humille… Porque -no hay término medio- o le aniquilo o me envilece. Más vale ser esclavo de mi Dios que esclavo de mi carne.
Via Crucis, 1.ª Estación, n. 3. – Durante el simulacro de proceso, el Señor calla. Iesus autem tacebat (Mt XXVI,63). Luego, responde a las preguntas de Caifás y de Pilatos… Con Herodes, veleidoso e impuro, ni una palabra (cfr. Lc XXIII,9): tanto deprava el pecado de lujuria que ni aun la voz del Salvador escucha. – Si se resisten a la verdad en tantos ambientes, calla y reza, mortifícate… y espera. También en las almas que parecen más perdidas queda, hasta el final, la capacidad de volver a amar a Dios.
Via Crucis, 1.ª Estación, n. 4. – Está para pronunciarse la sentencia. Pilatos se burla: ecce rex vester! (Ioh XIX,l4). Los pontífices responden enfurecidos: no tenemos rey, sino a César (Ioh XIX,l5). – Señor!, ¿dónde están tus amigos?, ¿dónde, tus súbditos? Te han dejado. Es una desbandada que dura veinte siglos… Huimos todos de la Cruz, de tu Santa Cruz. – Sangre, congoja, soledad y una insaciable hambre de almas… son el cortejo de tu realeza.
Via Crucis, 1.ª Estación, n. 5. – Ecce homo! (Ioh XIX,5). El corazón se estremece al contemplar la Santísima Humanidad del Señor hecha una llaga. – Y entonces le preguntarán: ¿qué heridas son esas que llevas en tus manos? Y él responderá: son las que recibí en la casa de los que me aman (Zach XIII,6). – Mira a Jesús. Cada desgarrón es un reproche; cada azote, un motivo de dolor por tus ofensas y las mías.
II Estación. Jesús carga con la Cruz
– Fuera de la ciudad, al noroeste de Jerusalén, hay un pequeño collado: Gólgota se llama en arameo; locus Calvariae, en latín: lugar de de las Calaveras o Calvario. – Jesús se entrega inerme a la ejecución de la condena. No se le ha de ahorrar nada, y cae sobre sus hombros el peso de la cruz infamante. Pero la Cruz será, por obra de amor, el trono de su realeza. – Las gentes de Jerusalén y los forasteros venidos para la Pascua se agolpan por las calles de la ciudad, para ver pasar a Jesús Nazareno, el Rey de los judíos. Hay un tumulto de voces; y a intervalos, cortos silencios: tal vez cuando Cristo fija los ojos en alguien: – Si alguno quiere venir en pos de mí, tome su cruz de cada día y sígame (Mt XVI,24). – Con qué amor se abraza Jesús al leño que ha de darle muerte! – ¿No es verdad que en cuanto dejas de tener miedo a la Cruz, a eso que la gente llama cruz, cuando pones tu voluntad en aceptar la Voluntad divina, eres feliz, y se pasan todas las preocupaciones, los sufrimientos físicos o morales? – Es verdaderamente suave y amable la Cruz de Jesús. Ahí no cuentan las penas; sólo la alegría de saberse corredentores con El.
Via Crucis, 2.ª Estación.n.1 – La comitiva se prepara… Jesús, escarnecido, es blanco de las burlas de cuantos le rodean. El!, que pasó por el mundo haciendo el bien y sanando a todos de sus dolencias (cfr. Act X,38). – A El, al Maestro bueno, a Jesús, que vino al encuentro de los que estábamos lejos, lo van a llevar al patíbulo.
Via Crucis, 2.ª Estación, n. 2. – Como para una fiesta, han preparado un cortejo, una larga procesión. Los jueces quieren saborear su victoria con un suplicio lento y despiadado. – Jesús no encontrará la muerte en un abrir y cerrar de ojos… Le es dado un tiempo para que el dolor y el amor se sigan identificando con la Voluntad amabilísima del Padre. Ut facerem voluntatem tuam, Deus meus, volui, et legem tuam in medio cordis mei (Ps XXXIX,9): en cumplir tu Voluntad, Dios mío, tengo mi complacencia, y dentro de mi corazón está tu ley.
Via Crucis, 2.ª Estación, n. 3. – Cuanto más seas de Cristo, mayor gracia tendrás para tu eficacia en la tierra y para la felicidad eterna. – Pero has de decidirte a seguir el camino de la entrega: la Cruz a cuestas, con una sonrisa en tus labios, con una luz en tu alma.
Via Crucis, 2.ª Estación, n. 4. – Oyes dentro de ti: " cómo pesa ese yugo que tomaste libremente!"… Es la voz del diablo; el fardo… de tu soberbia. – Pide al Señor humildad, y entenderás tú también aquellas palabras de Jesús: iugum enim meum suave est et onus meum leve (Mt XI,3O), que a mí me gusta traducir libremente así: mi yugo es la libertad, mi yugo es el amor, mi yugo es la unidad, mi yugo es la vida, mi yugo es la eficacia.
Via Crucis, 2.ª Estación, n. 5. – Hay en el ambiente una especie de miedo a la Cruz, a la Cruz del Señor. Y es que han empezado a llamar cruces a todas las cosas desagradables que suceden en la vida, y no saben llevarlas con sentido de hijos de Dios, con visión sobrenatural. Hasta quitan las cruces que plantaron nuestros abuelos en los caminos…! – En la Pasión, la Cruz dejó de ser símbolo de castigo para convertirse en señal de victoria. La Cruz es el emblema del Redentor: in quo est salus, vita et resurrectio nostra: allí está nuestra salud, nuestra vida y nuestra resurrección.
III Estación. Cae Jesús por primera vez
– La Cruz hiende, destroza con su peso los hombros del Señor. – Las turbamulta ha ido agigantándose. Los legionarios apenas pueden contener la encrespada, enfurecida muchedumbre que, como río fuera de cauce, afluye por las callejuelas de Jerusalén. – El cuerpo extenuado de Jesús se tambalea ya bajo la Cruz enorme. De su Corazón amorosísimo llega apenas un aliento de vida a sus miembros llagados. – A derecha e izquierda, el Señor ve esa multitud que anda como ovejas sin pastor. Podría llamarlos uno a uno, por sus nombres, por nuestros nombres. Ahí están los que se alimentaron en la multiplicación de los panes y de los peces, los que fueron curados de sus dolencias, los que adoctrinó junto al lago y en la montaña y en los pórticos del Templo. – Un dolor agudo penetra en el alma de Jesús, y el Señor se desploma extenuado. – Tú y yo no podemos decir nada: ahora ya sabemos por qué pesa tanto la Cruz de Jesús. Y lloramos nuestras miserias y también la ingratitud tremenda del corazón humano. Del fondo del alma nace un acto de contrición verdadera, que nos saca de la postración del pecado. Jesús ha caído para que nosotros nos levantemos: una vez y siempre.
Via Crucis, 3.ª Estación.n.1 – ¿Triste?… ¿Porque has caído en esa pequeña batalla?. – No! Alegre! Porque en la próxima, con la gracia de Dios y con tu humillación de ahora, vencerás!
Via Crucis, 3.ª Estación, n. 2. – Mientras hay lucha, lucha ascética, hay vida interior. Eso es lo que nos pide el Señor: la voluntad de querer amarle con obras, en las cosas pequeñas de cada día. – Si has vencido en lo pequeño, vencerás en lo grande.
Via Crucis, 3.ª Estación, n. 3. – "Este hombre se muere. Ya no hay nada que hacer…" – Fue hace años, en un hospital de Madrid. – Después de confesarse, cuando el sacerdote le daba a besar su crucifijo, aquel gitano decía a gritos, sin que lograsen hacerle callar: – Con esta boca mía podrida no puedo besar al Señor! – Pero, si le vas a dar un abrazo y un beso muy fuerte en seguida, en el Cielo! – …¿Has visto una manera más hermosamente tremenda de manifestar la contrición?
Via Crucis, 3.ª Estación, n. 4. – Hablas y no te escuchan. Y si te escuchan, no te entienden. Eres un incomprendido!… De acuerdo. En cualquier caso, para que tu cruz tenga todo el relieve de la Cruz de Cristo, es preciso que trabajes ahora así, sin que te tengan en cuenta. Otros te entenderán.
Via Crucis, 3.ª Estación, n. 5. – Cuántos, con la soberbia y la imaginación, se meten en unos calvarios que no son de Cristo! -La Cruz que debes llevar es divina. No quieras llevar ninguna humana. Si alguna vez cayeras en este lazo, rectifica enseguida: te bastará pensar que El ha sufrido infinitamente más por amor nuestro.
IV Estación. Jesus encuentra a María, su Santísima Madre
– Apenas se ha levantado Jesús de su primera caída, cuando encuentra a su Madre Santísima, junto al camino por donde El pasa.
– Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor. El alma de María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo. Oh vosotros cuantos pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor! (Lam I,12). – Pero nadie se da cuenta, nadie se fija; sólo Jesús. – Se ha cumplido la profecía de Simeón: una espada traspasará tu alma (Lc II,35). – En la oscura soledad de la Pasión, Nuestra Señora ofrece a su Hijo un bálsamo de ternura, de unión, de fidelidad; un sí a la voluntad divina. – De la mano de María, tú y yo queremos también consolar a Jesús, aceptando siempre y en todo la Voluntad de su Padre, de nuestro Padre. – Sólo así gustaremos de la dulzura de la Cruz de Cristo, y la abrazaremos con la fuerza del amor, llevándola en triunfo por todos los caminos de la tierra.
Via Crucis, 4.ª Estación.n.1 – ¿Qué hombre no lloraría, si viera a la Madre de Cristo en tan atroz suplicio? – Si su Hijo herido… Y nosotros lejos, cobardes, resistiéndonos a la Voluntad divina. – Madre y Señora mía, enséñame a pronunciar un sí que, como el tuyo, se identifique con el clamor de Jesús ante su Padre: non mea voluntas… (Lc XXII,42): no se haga mi voluntad, sino la de Dios.
Via Crucis, 4.ª Estación, n. 2. – Cuánta miseria! Cuántas ofensas! Las mías, las tuyas, las de la humanidad entera… – Et in peccatis concepit me mater mea! (Ps L,7). Nací, como todos los hombres, manchado con la culpa de nuestros primeros padres. Después…, mis pecados personales: rebeldías pensadas, deseadas, cometidas… – Para purificarnos de esa podredumbre, Jesús quiso humillarse y tomar la forma de siervo (cfr. Phil II,7), encarnándose en las entrañas sin mancilla de Nuestra Señora, su Madre, y Madre tuya y mía. Pasó treinta años de oscuridad, trabajando como uno de tantos, junto a José. Predicó. Hizo milagros… Y nosotros le pagamos con una Cruz. – ¿Necesitas más motivos para la contrición?
Via Crucis, 4.ª Estación, n. 3. – Ha esperado Jesús este encuentro con su Madre. Cuántos recuerdos de infancia!: Belén, el lejano Egipto, la aldea de Nazaret. Ahora, también la quiere junto a sí, en el Calvario. – La necesitamos!… En la oscuridad de la noche, cuando un niño pequeño tiene miedo, grita: mamá! – Así tengo yo que clamar muchas veces con el corazón: Madre!, mamá!, no me dejes.
Via Crucis, 4.ª Estación, n. 4. – Hasta llegar al abandono hay un poquito de camino que recorrer. Si aún no lo has conseguido, no te preocupes: sigue esforzándote. Llegará el día en que no verás otro camino más que El – Jesús- , su Madre Santísima, y los medios sobrenaturales que nos ha dejado el Maestro.
Via Crucis, 4.ª Estación, n. 5. – Si somos almas de fe, a los sucesos de esta tierra les daremos una importancia muy relativa, como se la dieron los santos… El Señor y su Madre no nos dejan y, siempre que sea necesario, se harán presentes para llenar de paz y de seguridad el corazón de los suyos.
V Estación. Simón ayuda a llevar la Cruz de Jesús
– Jesús está extenuado. Su paso se hace más y más torpe, y la soldadesca tiene prisa por acabar; de modo que, cuando salen de la ciudad por la puerta Judiciaria, requieren a un hombre que venía de una granja, llamado Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y le fuerzan a que lleve la cruz de Jesús (cfr. Mc XV,21). – En el conjunto de la Pasión, es bien poca cosa lo que supone esta ayuda. Pero a Jesús le basta una sonrisa, una palabra, un gesto, un poco de amor para derramar copiosamente su gracia sobre el alma del amigo. Años más tarde, los hijos de Simón, ya cristianos, serán conocidos y estimados entre sus hermanos en la fe. Todo empezó por un encuentro inopinado con la Cruz. – Me presenté a los que no preguntaban por mí, me hallaron los que no me buscaban (Is LXV,1). – A veces la Cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso ante esa Cruz inesperada, y tal vez por eso más oscura, el corazón mostrara repugnancia… no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: corazón, corazón en la Cruz!, corazón en la Cruz!
Via Crucis, 5.ª Estación, n. 1 – ¿Quieres saber cómo agradecer al Señor lo que ha hecho por nosotros?… Con amor! No hay otro camino. – Amor con amor se paga. Pero la certeza del cariño la da el sacrificio. De modo que ánimo!: niégate y toma su Cruz. Entonces estarás seguro de devolverle amor por amor.
Via Crucis, 5.ª Estación, n. 2. – No es tarde, ni todo está perdido… Aunque te lo parezca. Aunque lo repitan mil voces agoreras. Aunque te asedien miradas burlonas e incrédulas… Has llegado en un buen momento para cargar con la Cruz: la Redención se está haciendo – ahora!- , y Jesús necesita muchos cirineos.
Via Crucis, 5.ª Estación, n. 3. – Por ver feliz a la persona que ama, un corazón noble no vacila ante el sacrificio. Por aliviar un rostro doliente, un alma grande vence la repugnancia y se da sin remilgos… Y Dios ¿merece menos que un trozo de carne, que un puñado de barro? – Aprende a mortificar tus caprichos. Acepta la contrariedad sin exagerarla, sin aspavientos, sin… histerismos. Y harás más ligera la Cruz de Jesús.
Via Crucis, 5.ª Estación, n. 4. – Ciertamente que el día de hoy ha sido de salvación para esta casa, pues que también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que había perecido (Lc XIX,9- 10). – Zaqueo, Simón de Cirene, Dimas, el centurión… – Ahora ya sabes por qué te ha buscado el Señor. Agradéceselo!… Pero opere et veritate, con obras y de verdad.
Via Crucis, 5.ª Estación, n. 5. -¿Cómo amar de veras la Cruz Santa de Jesús?… Deséala!… Pide fuerzas al Señor para implantarla en todos los corazones, y a lo largo y a lo ancho de este mundo! Y luego… desagráviale con alegría; trata de amarle también con el latir de todos los corazones que aún no le aman.
VI Estación. Una piadosa mujer enjuga el rostro de Jesus
– No hay en él parecer, no hay hermosura que atraiga las miradas, ni belleza que agrade. Despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro, menospreciado, estimado en nada (Is LIII,2- 3). – Y es el Hijo de Dios que pasa, loco… loco de amor! – Una mujer, Verónica de nombre, se abre paso entre la muchedumbre, llevando un lienzo blanco plegado, con el que limpia piadosamente el rostro de Jesús. El Señor deja grabada su Santa Faz en las tres partes de ese velo. – El rostro bienamado de Jesús, que había sonreído a los niños y se transfiguró de gloria en el Tabor, está ahora como oculto por el dolor. Pero este dolor es nuestra purificación; ese sudor y esa sangre que empañan y desdibujan sus facciones, nuestra limpieza. – Señor, que yo me decida a arrancar, mediante la penitencia, la triste careta que me he forjado con mis miserias… Entonces, sólo entonces, por el camino de la contemplación y de la expiación, mi vida irá copiando fielmente los rasgos de tu vida. Nos iremos pareciendo más y más a Ti. – Seremos otros Cristos, el mismo Cristo, ipse Christus.
Via Crucis, 6.ª Estación, n.1 – Nuestros pecados fueron la causa de la Pasión: de aquella tortura que deformaba el semblante amabilísimo de Jesús, perfectus Deus, perfectus homo. Y son también nuestras miserias las que ahora nos impiden contemplar al Señor, y nos presentan opaca y contrahecha su figura. – Cuando tenemos turbia la vista, cuando los ojos se nublan, necesitamos ir a la luz. Y Cristo ha dicho: ego sum lux mundi! (Ioh VIII,12), yo soy la luz del mundo. Y añade: el que me sigue no camina a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida.
Via Crucis, 6.ª Estación, n. 2. – Trata a la Humanidad Santísima de Jesús… Y El pondrá en tu alma un hambre insaciable, un deseo "disparatado" de contemplar su Faz. – En esa ansia – que no es posible aplacar en la tierra- , hallará muchas veces tu consuelo.
Via Crucis, 6.ª Estación, n. 3. – Escribe San Pedro: por Jesucristo, Dios nos ha dado las grandes y preciosas gracias que había prometido, para haceros partícipes de la naturaleza divina (2 Pet I,4). – Esa divinización nuestra no significa que dejemos de ser humanos… Hombres, sí, pero con horror al pecado grave. Hombres que abominan de las faltas veniales, y que, si experimentan cada día su flaqueza, saben también de la fortaleza de Dios. – Así nada podrá detenernos: ni los respetos humanos, ni las pasiones, ni esta carne que se rebela porque somos unos bellacos, ni la soberbia, ni… la soledad. – Un cristiano nunca está solo. Si te sientes abandonado, es porque no quieres mirar a ese Cristo que pasa tan cerca… quizá con la Cruz.
Via Crucis, 6.ª Estación, n. 4. – Ut in gratiarum semper actione maneamus! Dios mío, gracias, gracias por todo: por lo que me contraría, por lo que no entiendo, por lo que me hace sufrir. – Los golpes son necesarios para arrancar lo que sobra del gran bloque de mármol. Así esculpe Dios en las almas la imagen de su Hijo. Agradece al Señor esas delicadezas!
Via Crucis, 6.ª Estación, n. 5. -Cuando los cristianos lo pasamos mal, es porque no damos a esta vida todo su sentido divino. Donde la mano siente el pinchazo de las espinas, los ojos descubren un ramo de rosas espléndidas, llenas de aroma.
VII Estación. Cae Jesús por segunda vez
– Ya fuera de la muralla, el cuerpo de Jesús vuelve a abatirse a causa de la flaqueza, cayendo por segunda vez, entre el griterío de la muchedumbre y los empellones de los soldados. – La debilidad del cuerpo y la amargura del alma han hecho que Jesús caiga de nuevo. Todos los pecados de los hombres – los míos también- pesan sobre su Humanidad Santísima. – Fue él quien tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por castigado, herido de Dios y humillado. Fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra salvación pesó sobre él, y en sus llagas hemos sido curados (Is LIII,4- 5). – Desfallece Jesús, pero su caída nos levanta, su muerte nos resucita. – A nuestra reincidencia en el mal, responde Jesús con su insistencia en redimirnos, con abundancia de perdón. Y, para que nadie desespere, vuelve a alzarse fatigosamente abrazado a la Cruz.- Que los tropiezos y derrotas no nos aparten ya más de El. Como el niño débil se arroja compungido en los brazos recios de su padre, tú y yo nos asiremos al yugo de Jesús. Sólo esa contrición y esa humildad transformarán nuestra flaqueza humana en fortaleza divina.
Via Crucis, 7.ª Estación.n. 1. – Cae Jesús por el peso del madero… Nosotros, por la atracción de las cosas de la tierra. Prefiere venirse abajo antes que soltar la Cruz. Así sana Cristo el desamor que a nosotros nos derriba.
Via Crucis, 7.ª Estación, n. 2. – Ese desaliento, ¿por qué? ¿Por tus miserias? ¿Por tus derrotas, a veces continuas? ¿Por un bache grande, grande, que no esperabas? – Sé sencillo. Abre el corazón. Mira que todavía nada se ha perdido. Aún puedes seguir adelante, y con más amor, con más cariño, con más fortaleza. – Refúgiate en la filiación divina: Dios es tu Padre amantísimo. Esta es tu seguridad, el fondeadero donde echar el ancla, pase lo que pase en la superficie de este mar de la vida. Y encontrarás alegría, reciedumbre, optimismo, victoria!
Via Crucis, 7.ª Estación, n. 3. – Me has dicho: Padre, lo estoy pasando muy mal. – Y te he respondido al oído: toma sobre tus hombros una partecica de esa cruz, sólo una parte pequeña. Y si ni siquiera así puedes con ella,… déjala toda entera sobre los hombros fuertes de Cristo. Y ya desde ahora, repite conmigo: Señor, Dios mío: en tus manos abandono lo pasado y lo presente y lo futuro, lo pequeño y lo grande, lo poco y lo mucho, lo temporal y lo eterno. – Y quédate tranquilo.
Via Crucis, 7.ª Estación, n. 4 – En alguna ocasión me he preguntado qué martirio es mayor: el del que recibe la muerte por la fe, de manos de los enemigos de Dios; o el del que gasta sus años trabajando sin otra mira que servir a la Iglesia y a las almas, y envejece sonriendo, y pasa inadvertido… – Para mí, el martirio sin espectáculo es más heroico… Ese es el camino tuyo.
Via Crucis, 7.ª Estación, n. 5. – Para seguir al Señor, para tratarle, hemos de patearnos por la humildad como se pisa la uva en el lagar. – Si pisoteamos la miseria nuestra – que eso somos- , entonces El se aposenta a sus anchas en el alma. Como en Betania, nos habla y le hablamos, en conversación confiada de amigo.
VIII Estación. Jesús consuela a las hijas de Jerusalén
– Entre las gentes que contemplan el paso del Señor, hay unas cuantas mujeres que no pueden contener su compasión y prorrumpen en lágrimas, recordando acaso aquellas jornadas gloriosas de Jesucristo, cuando todos exclamaban maravillados: bene omnia fecit (Mc VII,37), todo lo ha hecho bien. – Pero el Señor quiere enderezar ese llanto hacia un motivo más sobrenatural, y las invita a llorar por los pecados, que son la causa de la Pasión y que atraerán el rigor de la justicia divina: – Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos… Pues si al árbol verde le tratan de esta manera, ¿en el seco qué se hará? (Lc XXIII,28,31). – Tus pecados, los míos, los de todos los hombres, se ponen en pie. Todo el mal que hemos hecho y el bien que hemos dejado de hacer. El panorama desolador de los delitos e infamias sin cuento, que habríamos cometido, si El, Jesús, no nos hubiera confortado con la luz de su mirada amabilísima. – Qué poco es una vida para reparar!
Via Crucis, 8.ª Estación, n. 1.
– Los santos -me dices- estallaban en lágrimas de dolor al pensar en la Pasión de Nuestro Señor. Yo, en cambio… – Quizá es que tú y yo presenciamos las escenas, pero no las "vivimos".
Via Crucis, 8.ª Estación, n. 2. – Vino a su propia casa y los suyos no le recibieron (Ioh I,11). Más aún, lo arrastran fuera de la ciudad para crucificarle. – Jesús responde con una invitación al arrepentimiento, ahora, cuando el alma está en camino y todavía es tiempo. – Contrición profunda por nuestros pecados. Dolor por la malicia inagotable de los hombres que se apresta a dar muerte al Señor. Reparación por los que todavía se obstinan en hacer estéril el sacrificio de Cristo en la Cruz.
Via Crucis, 8.ª Estación, n. 3. – Hay que unir, hay que comprender, hay que disculpar. – No levantes jamás una cruz sólo para recordar que unos han matado a otros. Sería el estandarte del diablo. – La Cruz de Cristo es callar, perdonar y rezar por unos y por otros, para que todos alcancen la paz.
Via Crucis, 8.ª Estación, n. 4. – El Maestro pasa, una y otra vez, muy cerca de nosotros. Nos mira… Y si le miras, si le escuchas, si no le rechazas, El te enseñará cómo dar sentido sobrenatural a todas tus acciones… Y entonces tú también sembrarás, donde te encuentres, consuelo y paz y alegría.
Via Crucis, 8.ª Estación, n. 5. – Por mucho que ames, nunca querrás bastante. – El corazón humano tiene un coeficiente de dilatación enorme. Cuando ama, se ensancha en un crescendo de cariño que supera todas las barreras. – Si amas al Señor, no habrá criatura que no encuentre sitio en tu corazón.
IX Estación. Jesús cae por tercera vez
– El Señor cae por tercera vez, en la ladera del Calvario, cuando quedan sólo cuarenta o cincuenta pasos para llegar a la cumbre. Jesús no se sostiene en pie: le faltan las fuerzas, y yace agotado en tierra. – Se entregó porque quiso; maltratado, no abrió boca, como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores (Is LIII,7). – Todos contra El…: los de la ciudad y los extranjeros, y los fariseos y los soldados y los príncipes de los sacerdotes… Todos verdugos. Su Madre – mi Madre- , María, llora. – Jesús cumple la voluntad de su Padre! Pobre: desnudo. Generoso: ¿qué le falta por entregar? Dilexit me, et tradidit semetipsum pro me (Gal II,20), me amó y se entregó hasta la muerte por mí. – Dios mío!, que odie el pecado, y me una a Ti, abrazándome a la Santa Cruz, para cumplir a mi vez tu Voluntad amabilísima…, desnudo de todo afecto terreno, sin más miras que tu gloria…, generosamente, no reservándome nada, ofreciéndome contigo en perfecto holocausto.
Via Crucis, 9.ª Estación.n.1. – Ya no puede el Señor levantarse: tan gravoso es el peso de nuestra miseria. Como un saco lo llevan hasta el patíbulo. El deja hacer, en silencio. – Humildad de Jesús. Anonadamiento de Dios que nos levanta y ensalza. ¿Entiendes ahora por qué te aconsejé que pusieras tu corazón en el suelo para que los demás pisen blando?
Via Crucis, 9.ª Estación, n. 2. – Cuánto cuesta llegar hasta el Calvario! – Tú también has de vencerte para no abandonar el camino… Esa pelea es una maravilla, una auténtica muestra del amor de Dios, que nos quiere fuertes, porque virtus in infirmitate perficitur (2 Cor XII,9), la virtud se fortalece en la debilidad. – El Señor sabe que, cuando nos sentimos flojos, nos acercamos a El, rezamos mejor, nos mortificamos más, intensificamos el amor al prójimo. Así nos hacemos santos. – Da muchas gracias a Dios porque permite que haya tentaciones,… y porque luchas.-
Via Crucis, 9.ª Estación, n. 3. – ¿Quieres acompañar de cerca, muy de cerca, a Jesús?… Abre el Santo Evangelio y lee la Pasión del Señor. Pero leer sólo, no: vivir. La diferencia es grande. Leer es recordar una cosa que pasó; vivir es hallarse presente en un acontecimiento que está sucediendo ahora mismo, ser uno más en aquellas escenas. – Entonces, deja que tu corazón se expansione, que se ponga junto al Señor. Y cuando notes que se escapa -que eres cobarde, como los otros-, pide perdón por tus cobardías y las mías.
Via Crucis, 9.ª Estación, n. 4. – Parece que el mundo se te viene encima. A tu alrededor no se vislumbra una salida. Imposible, esta vez, superar las dificultades. – Pero, ¿me has vuelto a olvidar que Dios es tu Padre?: omnipotente, infinitamente sabio, misericordioso. El no puede enviarte nada malo. Eso que te preocupa, te conviene, aunque los ojos tuyos de carne estén ahora ciegos. – Omnia in bonum! Señor, que otra vez y siempre se cumpla tu sapientísima Voluntad!
Via Crucis, 9.ª Estación, n. 5. – Ahora comprendes cuánto has hecho sufrir a Jesús, y te llenas de dolor: qué sencillo pedirle perdón, y llorar tus traiciones pasadas! No te caben en el pecho las ansias de reparar! – Bien. Pero no olvides que el espíritu de penitencia está principalmente en cumplir, cueste lo que cueste, el deber de cada instante.
X Estación. Despojan a Jesús de sus vestiduras
– Al llegar el Señor al Calvario, le dan a beber un poco de vino mezclado con hiel, como un narcótico, que disminuya en algo el dolor de la crucifixión. Pero Jesús, habiéndolo gustado para agradecer ese piadoso servicio, no ha querido beberlo (cfr. Mt XXVII,34). Se entrega a la muerte con la plena libertad del amor. – Luego, los soldados despojan a Cristo de sus vestidos. – Desde la planta de los pies hasta la cabeza, no hay en él nada sano. Heridas, hinchazones, llagas podridas, ni curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite (Is I,6). – Los verdugos toman sus vestidos y los dividen en cuatro partes. Pero la túnica es sin costura, por lo que dicen: – No la dividamos; mas echemos suertes para ver de quién será (Ioh XIX,24). – De este modo se ha vuelto a cumplir la Escritura: partieron entre sí mis vestidos y sortearon mi túnica (Ps XXI,19). – Es el expolio, el despojo, la pobreza más absoluta. Nada ha quedado al Señor, sino un madero. – Para llegar a Dios, Cristo es el camino; pero Cristo está en la Cruz, y para subir a la Cruz hay que tener el corazón libre, desasido de las cosas de la tierra.
Via Crucis, 10.ª Estación.n.1. – Del pretorio al Calvario han llovido sobre Jesús los insultos de la plebe enloquecida, el rigor de los soldados, las burlas del sanedrín… Escarnios y blasfemias… Ni una queja, ni una palabra de protesta. Tampoco cuando, sin contemplaciones, arrancan de su piel los vestidos. – Aquí veo la insensatez mía de excusarme, y de tantas palabras vanas. Propósito firme: trabajar y sufrir por mi Señor, en silencio.
Via Crucis, 10.ª Estación, n. 2. – El cuerpo llagado de Jesús es verdaderamente un retablo de dolores… – Por contraste, vienen a la memoria tanta comodidad, tanto capricho, tanta dejadez, tanta cicatería… Y esa falsa compasión con que trato mi carne. – Señor!, por tu Pasión y por tu Cruz, dame fuerza para vivir la mortificación de los sentidos y arrancar todo lo que me aparte de Ti.
Via Crucis, 10.ª Estación, n. 3. – A ti que desmoralizas, te repetiré una cosa muy consoladora: al que hace lo que puede, Dios no le niega su gracia. Nuestro Señor es Padre, y si un hijo le dice en la quietud de su corazón: Padre mío del Cielo, aquí estoy yo, ayúdame… Si acude a la Madre de Dios, que es Madre nuestra, sale adelante. Pero Dios es exigente. Pide amor de verdad; no quiere traidores. Hay que ser fieles a esa pelea sobrenatural, que es ser feliz en la tierra a fuerza de sacrificio.
Via Crucis, 10.ª Estación, n. 4. – Los verdaderos obstáculos que te separan de Cristo – la soberbia, la sensualidad…- , se superan con oración y penitencia. Y rezar y mortificarse es también ocuparse de los demás y olvidarse de sí mismo. Si vives así, verás cómo la mayor parte de los contratiempos que tienes, desaparecen.
Via Crucis, 10.ª Estación, n. 5. – Cuando luchamos por ser verdaderamente ipse Christus, el mismo Cristo, entonces en la propia vida se entrelaza lo humano con lo divino. Todos nuestros esfuerzos – aun los más insignificantes- adquieren un alcance eterno, porque van unidos al sacrificio de Jesús en la Cruz.
XI Estación. Jesús es clavado en la Cruz – Ahora crucifican al Señor, y junto a El a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. Entretanto Jesús dice: – Padre, perdónales porque no saben lo que hacen (Lc XXIII,34). – Es el Amor lo que ha llevado a Jesús al Calvario. Y ya en la Cruz, todos sus gestos y todas sus palabras son de amor, de amor sereno y fuerte. – Con ademán de Sacerdote Eterno, sin padre ni madre, sin genealogía (cfr. Heb VII,3), abre sus brazos a la humanidad entera. – Junto a los martillazos que enclavan a Jesús, resuenan las palabras proféticas de la Escritura Santa: han taladrado mis manos y mis pies. Puedo contar todos mis huesos, y ellos me miran y contemplan (Ps XXI,17- 18). – Pueblo mío! ¿Qué te hice o en qué te he contristado? Respóndeme! (Mich VI,3). – Y nosotros, rota el alma de dolor, decimos sinceramente a Jesús: soy tuyo, y me entrego a Ti, y me clavo en la Cruz gustosamente, siendo en las encrucijadas del mundo un alma entregada a Ti, a tu gloria, a la Redención, a la corredención de la humanidad entera.
Via Crucis, 11.ª Estación.n. 1. – Ya han cosido a Jesús al madero. Los verdugos han ejecutado despiadadamente la sentencia. El Señor ha dejado hacer, con mansedumbre infinita. – No era necesario tanto tormento. El pudo haber evitado aquellas amarguras, aquellas humillaciones, aquellos malos tratos, aquel juicio inicuo, y la verg÷enza del patíbulo, y los clavos, y la lanzada… Pero quiso sufrir todo eso por ti y por mí. Y nosotros, ¿no vamos a saber corresponder? – Es muy posible que en alguna ocasión, a solas con un crucifijo, se te vengan las lágrimas a los ojos. No te domines… Pero procura que ese llanto acabe en un propósito.
Via Crucis, 11.ª Estación, n. 2. – Amo tanto a Cristo en la Cruz, que cada crucifijo es como un reproche cariñoso de mi Dios: …Yo sufriendo, y tú… cobarde. Yo amándote, y tú olvidándome. Yo pidiéndote, y tú… negándome. Yo, aquí, con gesto de Sacerdote Eterno, padeciendo todo lo que cabe por amor tuyo… y tú te quejas ante la menor incomprensión, ante la humillación más pequeña…
Via Crucis, 11.ª Estación, n. 3. – Qué hermosas esas cruces en la cumbre de los montes, en lo alto de los grandes monumentos, en el pináculo de las catedrales!… Pero la Cruz hay que insertarla también en las entrañas del mundo. – Jesús quiere ser levantado en alto, ahí: en el ruido de las fábricas y de los talleres, en el silencio de las bibliotecas, en el fragor de las calles, en la quietud de los campos, en la intimidad de las familias, en las asambleas, en los estadios… Allí donde un cristiano gaste su vida honradamente, debe poner con su amor la Cruz de Cristo, que atrae a Sí todas las cosas.
Via Crucis, 11.ª Estación, n. 4. – Después de tantos años, aquel sacerdote hizo un descubrimiento maravilloso: comprendió que la Santa Misa es verdadero trabajo: operatio Dei, trabajo de Dios. Y ese día, al celebrarla, experimentó dolor, alegría y cansancio. Sintió en su carne el agotamiento de una labor divina. – A Cristo también le costó esfuerzo la primera Misa: la Cruz.
Via Crucis, 11.ª Estación, n. 5. – Antes de empezar a trabajar, pon sobre tu mesa o junto a los útiles de tu labor, un crucifijo. De cuando en cuando, échale una mirada… Cuando llegue la fatiga, los ojos se te irán hacia Jesús, y hallarás nueva fuerza para proseguir en tu empeño. – Porque ese crucifijo es más que el retrato de una persona querida – los padres, los hijos, la mujer, la novia…- ; El es todo: tu Padre, tu Hermano, tu Amigo, tu Dios, y el Amor de tus amores.
XII Estación. Muerte de Jesús en la Cruz
– En la parte alta de la Cruz está escrita la causa de la condena: Jesús Nazareno Rey de los judíos (Ioh XIX,19). Y todos los que pasan por allí, le injurian y se mofan de El. – Si es el rey de Israel, baje ahora de la cruz (Mt XXVII, 42). – Uno de los ladrones sale en su defensa: – Este ningún mal ha hecho… (Lc XXIII,41). – Luego dirige a Jesús una petición humilde, llena de fe: – Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino (Lc XXIII,42).– – En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso (Lc XXIII,43). – Junto a la Cruz está su Madre, María, con otras santas mujeres. Jesús la mira, y mira después al discípulo que el ama, y dice a su Madre: – Mujer, ahí tienes a tu hijo. – Luego dice al discípulo: – Ahí tienes a tu madre (Ioh XIX, 26- 27). – Se apaga la luminaria del cielo, y la tierra queda sumida en tinieblas. Son cerca de las tres, cuando Jesús exclama: – Elí, Elí, lamma sabachtani?! Esto es: Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt XXVII,46). – Después, sabiendo que todas las cosas están a punto de ser consumadas, para que se cumpla la Escritura, dice: – Tengo sed (Ioh XIX,28). – Los soldados empapan en vinagre una esponja, y poniéndola en una caña de hisopo se la acercan a la boca. Jesús sorbe el vinagre, y exclama: – Todo está cumplido (Ioh XIX,30). – El velo del templo se rasga, y tiembla la tierra, cuando clama el Señor con una gran voz: – Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc XXIII,46). – Y expira. – Ama el sacrificio, que es fuente de vida interior. Ama la Cruz, que es altar del sacrificio. Ama el dolor, hasta beber, como Cristo, las heces del cáliz.
Via Crucis, 12.ª Estación.n1. – Et inclinato capite, tradidit spiritum (Ioh XIX,30). – Ha exhalado el Señor su último aliento. Los discípulos le habían oído decir muchas veces: meus cibus est…, mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y dar cumplimiento a su obra (Ioh IV,34). Lo ha hecho hasta el fin, con paciencia, con humildad, sin reservarse nada… Oboediens usque ad mortem (Phil II,8): obedeció hasta la muerte, y muerte de Cruz!
Via Crucis, 12.ª Estación, n. 2. – Una Cruz. Un cuerpo cosido con clavos al madero. El costado abierto… Con Jesús quedan sólo su Madre, unas mujeres y un adolescente. Los apóstoles, ¿dónde están? ¿Y los que fueron curados de sus enfermedades: los cojos, los ciegos, los leprosos?… ¿Y los que le aclamaron?… Nadie responde! Cristo, rodeado de silencio. – También tú puedes sentir algún día la soledad del Señor en la Cruz. Busca entonces el apoyo del que ha muerto y resucitado. Procúrate cobijo en las llagas de sus manos, de sus pies, de su costado. Y se renovará tu voluntad de recomenzar, y reemprenderás el camino con mayor decisión y eficacia.
Via Crucis, 12.ª Estación, n. 3. – Hay una falsa ascética que presenta al Señor en la Cruz rabioso, rebelde. Un cuerpo retorcido que parece amenazar a los hombres: me habéis quebrantado, pero yo arrojaré sobre vosotros mis clavos, mi cruz y mis espinas. – Esos no conocen el espíritu de Cristo. Sufrió todo lo que pudo – y por ser Dios, podía tanto!- ; pero amaba más de lo que padecía… Y después de muerto, consintió que una lanza abriera otra llaga, para que tú y yo encontrásemos refugio junto a su Corazón amabilísimo.
Via Crucis, 12.ª Estación, n. 4. – He repetido muchas veces aquel verso del himno eucarístico: peto quod petivit latro poenitens, y siempre me conmuevo: pedir como el ladrón arrepentido! – Reconoció que él sí merecía aquel castigo atroz… Y con una palabra robó el corazón a Cristo y se abrió las puertas del Cielo.
Via Crucis, 12.ª Estación, n. 5. – De la Cruz pende el cuerpo – ya sin vida- del Señor. La gente, considerando lo que había pasado, se vuelve dándose golpes de pecho (Lc XXIII,48). – Ahora que estás arrepentido, promete a Jesús que – con su ayuda- no vas a crucificarle más. Dilo con fe. Repite una y otra vez: te amaré, Dios mío, porque desde que naciste, desde que eras niño, te abandonaste en mis brazos, inerme, fiado de mi lealtad.
XIII Estación. Desclavan a Jesús y lo entregan a su Madre
– Anegada en dolor, está María junto a la Cruz. Y Juan, con Ella. Pero se hace tarde, y los judíos instan para que se quite al Señor de allí. – Después de haber obtenido de Pilatos el permiso que la ley romana exige para sepultar a los condenados, llega al Calvario un senador llamado José, varón virtuoso y justo, oriundo de Arimatea. El no ha consentido en la condena, ni en lo que los otros han ejecutado. Al contrario, es de los que esperan en el reino de Dios (Lc XXIII,50- 51). Con él viene también Nicodemo, aquel mismo que en otra ocasión había ido de noche a encontrar a Jesús, y trae consigo una confección de mirra y áloe, cosa de cien libras (Ioh XIX,39). – Ellos no eran conocidos públicamente como discípulos del Maestro; no se habían hallado en los grandes milagros, ni le acompañaron en su entrada triunfal en Jerusalén. Ahora, en el momento malo, cuando los demás han huido, no temen dar la cara por su Señor. – Entre los dos toman el cuerpo de Jesús y lo dejan en brazos de su Santísima Madre. Se renueva el dolor de María. – ¿A dónde se fue tu amado, oh la más hermosa de las mujeres? ¿A dónde se marchó el que tú quieres, y le buscaremos contigo? (Cant V,17). – La Virgen Santísima es nuestra Madre, y no queremos ni podemos dejarla sola.
Via Crucis, 13.ª Estación.n. 1. – Vino a salvar al mundo, y los suyos le han negado ante Pilatos. – Nos enseñó el camino del bien, y lo arrastran por la vía del Calvario. – Ha dado ejemplo en todo, y prefieren a un ladrón homicida. – Nació para perdonar, y – sin motivo- le condenan al suplicio. – Llegó por senderos de paz, y le declaran la guerra. – Era la Luz, y lo entregan en poder de las tinieblas. – Traía Amor, y le pagan con odio. – Vino para ser Rey, le coronan de espinas. – Se hizo siervo para liberarnos del pecado, y le clavan en la Cruz. – Tomó carne para darnos la Vida, y nosotros le recompensamos con la muerte.
Via Crucis, 13.ª Estación, n. 2. – No me explico tu concepto de cristiano. – ¿Crees que es justo que el Señor haya muerto crucificado y que tú te conformes con "ir tirando"? – Ese "ir tirando" ¿es el camino áspero y estrecho de que hablaba Jesús?
Via Crucis, 13.ª Estación, n. 3. – No admitas el desaliento en tu apostolado. No fracasaste, como tampoco Cristo fracasó en la Cruz. Animo!… Continúa contra corriente, protegido por el Corazón Materno y Purísimo de la Señora: Sancta Maria, refugium nostrum et virtus!, eres mi refugio y mi fortaleza. – Tranquilo. Sereno… Dios tiene muy pocos amigos en la tierra. No desees salir de este mundo. No rehúyas el peso de los días, aunque a veces se nos hagan muy largos.
Via Crucis, 13.ª Estación, n. 4. – Si quieres ser fiel, sé muy mariano. – Nuestra Madre -desde la embajada del Angel, hasta su agonía al pie de la Cruz- no tuvo más corazón ni más vida que la de Jesús. – Acude a María con tierna devoción de hijo, y Ella te alcanzará esa lealtad y abnegación que deseas.
Via Crucis, 13.ª Estación, n. 5. – "No valgo nada, no puedo nada, no tengo nada, no soy nada…" – Pero Tú has subido a la Cruz para que pueda apropiarme de tus méritos infinitos. Y allí recojo también – son míos, porque soy su hijo- los merecimientos de la Madre de Dios, y los de San José. Y me adueño de las virtudes de los santos y de tantas almas entregadas… – Luego, echo una miradica a la vida mía, y digo: ay, Dios mío, esto es una noche llena de oscuridad! Sólo de vez en cuando brillan unos puntos luminosos, por tu gran misericordia y por mi poca correspondencia… Todo esto te ofrezco, Señor; no tengo otra cosa.
XIV Estación. Dan sepultura al cuerpo de Jesús
– Muy cerca del Calvario, en un huerto, José de Arimatea se había hecho labrar en la peña un sepulcro nuevo. Y por ser la víspera de la gran Pascua de los judíos, ponen a Jesús allí. Luego, José, arrimando una gran piedra, cierra la puerta del sepulcro y se va (Mt XXVII,60). – Sin nada vino Jesús al mundo, y sin nada -ni siquiera el lugar donde reposa- se nos ha ido. – La Madre del Señor -mi Madre- y las mujeres que han seguido al Maestro desde Galilea, después de observar todo atentamente, se marchan también. Cae la noche. – Ahora ha pasado todo. Se ha cumplido la obra de nuestra Redención. Ya somos hijos de Dios, porque Jesús ha muerto por nosotros y su muerte nos ha rescatado. – Empti enim estis pretio magno! (1 Cor VI,20), tú y yo hemos sido comprados a gran precio. – Hemos de hacer vida nuestra la vida y la muerte de Cristo. Morir por la mortificación y la penitencia, para que Cristo viva en nosotros por el Amor. Y seguir entonces los pasos de Cristo, con afán de corredimir a todas las almas. – Dar la vida por los demás. Sólo así se vive la vida de Jesucristo y nos hacemos una misma cosa con El.
Via Crucis, 14.ª Estación.n.1. – Nicodemo y José de Arimatea – discípulos ocultos de Cristo- interceden por el desde los altos cargos que ocupan. En la hora de la soledad, del abandono total y del desprecio…, entonces dan la cara audacter (Mc XV,43)…: valentía heroica! – Yo subiré con ellos al pie de la Cruz, me apretaré al Cuerpo frío, cadáver de Cristo, con el fuego de mi amor…, lo desclavaré con mis desagravios y mortificaciones…, lo envolveré con el lienzo nuevo de mi vida limpia, y lo enterraré en mi pecho de roca viva, de donde nadie me lo podrá arrancar, y ahí, Señor, descansad! – Cuando todo el mundo os abandone y desprecie…, serviam!, os serviré, Señor.
Via Crucis, 14.ª Estación, n. 2. – Sabed que fuisteis rescatados de vuestra vana conducta…, no con plata u oro, que son cosas perecederas, sino con la sangre preciosa de Cristo (1 Pet I,18- 19). – No nos pertenecemos. Jesucristo nos ha comprado con su Pasión y con su Muerte. Somos vida suya. Ya sólo hay un único modo de vivir en la tierra: morir con Cristo para resucitar con El, hasta que podamos decir con el Apóstol: no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí (Gal II,20).
Via Crucis, 14.ª Estación, n. 3. – Manantial inagotable de vida es la Pasión de Jesús. – Unas veces renovamos el gozoso impulso que llevó al Señor a Jerusalén. Otras, el dolor de la agonía que concluyó en el Calvario… O la gloria de su triunfo sobre la muerte y el pecado. Pero, siempre!, el amor – gozoso, doloroso, glorioso- del Corazón de Jesucristo.
Via Crucis, 14.ª Estación, n. 4. – Piensa primero en los demás. Así pasarás por la tierra, con errores sí – que son inevitables- , pero dejando un rastro de bien. – Y cuando llegue la hora de la muerte, que vendrá inexorable, la acogerás con gozo, como Cristo, porque como El también resucitaremos para recibir el premio de su Amor.
Via Crucis, 14.ª Estación, n. 5. – Cuando me siento capaz de todos los horrores y de todos los errores que han cometido las personas más ruines, comprendo bien que puedo no ser fiel… Pero esa incertidumbre es una de las bondades del Amor de Dios, que me lleva a estar, como un niño, agarrado a los brazos de mi Padre, luchando cada día un poco para no apartarme de El. – Entonces estoy seguro de que Dios no me dejará de su mano. ¿Puede la mujer olvidarse del fruto de su vientre, no compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré (Is XLIX, 15).
¿Cuándo empieza y termina el tiempo de Cuaresma? ¿Qué es el miércoles de Ceniza? ¿Qué obligaciones tiene un católico en Cuaresma? Respondemos a nueve preguntas sobre este tiempo litúrgico.
Preguntas y respuestas sobre la Cuaresma
04/02/2023
Sumario
1. ¿Qué es la Cuaresma? ¿Desde cuándo se vive la Cuaresma? ¿Cuál es el sentido de la Cuaresma?
2. ¿Cuándo empieza y termina el tiempo de Cuaresma? ¿Cuáles son los días y tiempos penitenciales? ¿Qué se debe vivir los viernes de cuaresma?
3. ¿Qué es el miércoles de Ceniza? ¿Cuándo empezó la práctica de la imposición de la ceniza? ¿Cuándo se bendice y se impone? ¿De dónde proviene la ceniza? ¿Qué simboliza la ceniza?
4. ¿A qué invita la Iglesia en Cuaresma?
5. ¿Qué es la penitencia? ¿De qué modos se expresa la penitencia en la vida cristiana?
6. ¿Qué es la conversión? ¿Por qué tienen que convertirse los cristianos ya bautizados?
7. ¿Cómo puedo concretar mi deseo de conversión?
8. ¿Qué obligaciones tiene un católico en Cuaresma? ¿En qué consiste el ayuno y la abstinencia? ¿A quién obligan? ¿Puede cambiarse la práctica del ayuno y de la abstinencia?
9. ¿Cuál es el sentido de practicar el ayuno y la abstinencia?
Te puede interesar • Explicación de los ritos de las ceremonias de la Semana Santa • Seis preguntas clave para entender la Semana Santa • 50 preguntas sobre Jesucristo y la Iglesia • ¿Cuáles son y en qué consisten las bienaventuranzas? • ¿Cuáles son las obras de misericordia? • Libro electrónico gratuito: el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica • Devocionario online • Versión digital gratuita de los Evangelios
1. ¿Qué es la Cuaresma? ¿Desde cuándo se vive la Cuaresma? ¿Cuál es el sentido de la Cuaresma?
Llamamos Cuaresma al período de cuarenta días (cuadragésima) reservado a la preparación de la Pascua. Desde el siglo IV se manifiesta la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia.
"La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto" (Catecismo de la Iglesia Católica, 540). Proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales, con la purificación del corazón, una práctica perfecta de la vida cristiana y una actitud penitencial.
Textos de san Josemaría para meditar
No podemos considerar esta Cuaresma como una época más, repetición cíclica del tiempo litúrgico. Este momento es único; es una ayuda divina que hay que acoger. Jesús pasa a nuestro lado y espera de nosotros —hoy, ahora— una gran mudanza. Es Cristo que pasa, 59
2. ¿Cuándo empieza y cuándo termina el tiempo de Cuaresma? ¿Cuáles son los días y tiempos penitenciales? ¿Qué se debe vivir los viernes de cuaresma?
La Cuaresma comienza el Miércoles de ceniza y concluye inmediatamente antes de la Misa Vespertina in Coena Domini. (jueves santo). "En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año (en memoria de la muerte del Señor) y el tiempo de cuaresma". (Código de Derecho Canónico, cánon 1250).
Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras). Catecismo de la Iglesia Católica, 1438
En recuerdo del día en que murió Jesucristo en la Santa Cruz, "todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo" (Código de Derecho Canónico, canon 1251).
Textos de san Josemaría para meditar
La llamada del buen Pastor llega hasta nosotros: ego vocavi te nomine tuo, te he llamado a ti, por tu nombre. Hay que contestar —amor con amor se paga— diciendo: ecce ego quia vocasti me, me has llamado y aquí estoy. Estoy decidido a que no pase este tiempo de Cuaresma como pasa el agua sobre las piedras, sin dejar rastro. Me dejaré empapar, transformar; me convertiré, me dirigiré de nuevo al Señor, queriéndole como Él desea ser querido. Es Cristo que pasa, 59
3. ¿Qué es el miércoles de Ceniza? ¿Cuándo empezó la práctica de la imposición de la ceniza? ¿Cuándo se bendice y se impone? ¿De dónde proviene la ceniza? ¿Qué simboliza la ceniza?
El miércoles de Ceniza es el principio de la Cuaresma; un día especialmente penitencial, en el que los cristianos manifiestan el deseo personal de conversión a Dios.
La imposición de la ceniza es una invitación a recorrer el tiempo de Cuaresma como una inmersión más consciente y más intensa en el misterio pascual de Jesús, en su muerte y resurrección, mediante la participación en la Eucaristía y en la vida de caridad.
El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X.
La liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso. La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar dentro de la Misa, después de la homilía; aunque en circunstancias especiales, se puede hacer dentro de una celebración de la Palabra. Las fórmulas de imposición de la ceniza se inspiran en la Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1,15.
La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán. Simboliza la condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte; su situación pecadora; la oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda; la Resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo.
Textos de san Josemaría para meditar
Cuanto más seas de Cristo, mayor gracia tendrás para tu eficacia en la tierra y para la felicidad eterna. Pero has de decidirte a seguir el camino de la entrega: la Cruz a cuestas, con una sonrisa en tus labios, con una luz en tu alma. Via Crucis, II Estación: Jesús carga con la cruz.
4. ¿A qué invita la Iglesia en Cuaresma?
La Iglesia invita a sus fieles a hacer de este tiempo como un retiro espiritual en el que el esfuerzo de meditación y de oración debe estar sostenido por un esfuerzo de mortificación personal cuya medida, a partir de este mínimo, es dejada a la libertad y a la generosidad de cada uno. Bien vivida, la Cuaresma prepara para una auténtica y profunda conversión personal, para participar en la fiesta más grande del año: el Domingo de la Resurrección del Señor.
Textos de san Josemaría para meditar
Hay en el ambiente una especie de miedo a la Cruz, a la Cruz del Señor. Y es que han empezado a llamar cruces a todas las cosas desagradables que suceden en la vida, y no saben llevarlas con sentido de hijos de Dios, con visión sobrenatural. ¡Hasta quitan las cruces que plantaron nuestros abuelos en los caminos...! En la Pasión, la Cruz dejó de ser símbolo de castigo para convertirse en señal de victoria. La Cruz es el emblema del Redentor: in quo est salus, vita et resurrectio nostra: allí está nuestra salud, nuestra vida y nuestra resurrección. Via Crucis, II Estación: Jesús carga con la cruz
5. ¿Qué es la penitencia? ¿De qué modos se expresa la penitencia en la vida cristiana?
La penitencia, traducción latina de la palabra griega metanoia que en la Biblia significa la conversión (cambio espiritual) del pecador. Designa todo un conjunto de actos interiores y exteriores dirigidos a la reparación del pecado cometido, y el estado de cosas que resulta de ello para el pecador. Literalmente cambio de vida, se dice del acto del pecador que vuelve a Dios después de haber estado alejado de Él, o del incrédulo que alcanza la fe.
"La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oración, la limosna, que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo, la intercesión de los santos y la práctica de la caridad "que cubre multitud de pecados" (1 Pedro, 4,8.)". Catecismo Iglesia Católica, n. 1434
Estas y otras muchas formas de penitencia pueden ser practicadas en la vida cotidiana del cristiano, en particular en tiempo de Cuaresma y el viernes, día penitencial. Compendio del Catecismo 301.
Textos de san Josemaría para meditar
La conversión es cosa de un instante; la santificación es tarea para toda la vida. La semilla divina de la caridad, que Dios ha puesto en nuestras almas, aspira a crecer, a manifestarse en obras, a dar frutos que respondan en cada momento a lo que es agradable al Señor. Es indispensable por eso estar dispuestos a recomenzar, a reencontrar —en las nuevas situaciones de nuestra vida— la luz, el impulso de la primera conversión. Y ésta es la razón por la que hemos de prepararnos con un examen hondo, pidiendo ayuda al Señor, para que podamos conocerle mejor y nos conozcamos mejor a nosotros mismos. No hay otro camino, si hemos de convertirnos de nuevo. Es Cristo que pasa, 58
6. ¿Qué es la conversión? ¿Por qué tienen que convertirse los cristianos ya bautizados?
Convertirse es reconciliarse con Dios, apartarse del mal, para establecer la amistad con el Creador. Supone arrepentirse y confesar todos y cada uno de nuestros pecados. Una vez en gracia (sin conciencia de pecado mortal), hemos de proponernos cambiar desde dentro (en actitudes) todo aquello que no agrada a Dios.
La llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos. Esta segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que "recibe en su propio seno a los pecadores" y que siendo "santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación" (LG 8).
Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana. Es el movimiento del "corazón contrito" (Sal 51,19), atraído y movido por la gracia (cf Jn 6,44; 12,32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero (cf 1 Jn 4,10). Catecismo de la Iglesia Católica, 1428
Textos de san Josemaría para meditar
Hemos entrado en el tiempo de Cuaresma: tiempo de penitencia, de purificación, de conversión. No es tarea fácil. El cristianismo no es camino cómodo: no basta estar en la Iglesia y dejar que pasen los años. En la vida nuestra, en la vida de los cristianos, la conversión primera —ese momento único, que cada uno recuerda, en el que se advierte claramente todo lo que el Señor nos pide— es importante; pero más importantes aún, y más difíciles, son las sucesivas conversiones. Y para facilitar la labor de la gracia divina con estas conversiones sucesivas, hace falta mantener el alma joven, invocar al Señor, saber oír, haber descubierto lo que va mal, pedir perdón. Es Cristo que pasa, 57.
Hay que estar persuadidos de que Dios nos oye, de que está pendiente de nosotros: así se llenará de paz nuestro corazón. Pero vivir con Dios es indudablemente correr un riesgo, porque el Señor no se contenta compartiendo: lo quiere todo. Y acercarse un poco más a Él quiere decir estar dispuesto a una nueva conversión, a una nueva rectificación, a escuchar más atentamente sus inspiraciones, los santos deseos que hace brotar en nuestra alma, y a ponerlos por obra. Es Cristo que pasa, 58
7. ¿Cómo puedo concretar mi deseo de conversión?
De diversas maneras, pero siempre realizando obras de conversión, como son, por ejemplo: Acudir al Sacramento de la Reconciliación (Sacramento de la Penitencia o Confesión); superar las divisiones, perdonando y crecer en espíritu fraterno; practicando las Obras de Misericordia.
Textos de san Josemaría para meditar
Te aconsejo que intentes alguna vez volver... al comienzo de tu "primera conversión", cosa que, si no es hacerse como niños, se le parece mucho: en la vida espiritual, hay que dejarse llevar con entera confianza, sin miedos ni dobleces; hay que hablar con absoluta claridad de lo que se tiene en la cabeza y en el alma. Surco, 145
8. ¿Qué obligaciones tiene un católico en Cuaresma? ¿En qué consiste el ayuno y la abstinencia? ¿A quién obligan? ¿Puede cambiarse la práctica del ayuno y de la abstinencia?
Los católicos tienen que cumplir el precepto de la Iglesia del ayuno y la abstinencia de carne (Compendio del Catecismo 432: en los días establecidos por la Iglesia), así como con el de la confesión y Comunión anual.
El ayuno consiste en hacer una sola comida al día, aunque se puede comer algo menos de lo acostumbrado por la mañana y la noche. Salvo caso de enfermedad. Obliga vivir la ley del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que tengan cumplido cincuenta y nueve años. (cfr. CIC, c. 1252).
Se llama abstinencia a privarse de comer carne (roja o blanca y sus derivados). La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años (cfr. CIC, c. 1252).
"La Conferencia Episcopal de cada País puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad". (Código de Derecho Canónico, cánon 1253).
Textos de san Josemaría para meditar
Hay que decidirse. No es lícito vivir manteniendo encendidas esas dos velas que, según el dicho popular, todo hombre se procura: una a San Miguel y otra al diablo. Hay que apagar la vela del diablo. Hemos de consumir nuestra vida haciendo que arda toda entera al servicio del Señor. Si nuestro afán de santidad es sincero, si tenemos la docilidad de ponernos en las manos de Dios, todo irá bien. Porque Él está siempre dispuesto a darnos su gracia, y, especialmente en este tiempo, la gracia para una nueva conversión, para una mejora de nuestra vida de cristianos. Es Cristo que pasa, 59
9. ¿Cuál es el sentido de practicar el ayuno y la abstinencia?
Es una manera concreta que nos sugiere la Iglesia, como Madre, para crecer en el espíritu de penitencia. Como ya en los profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras exteriores "el saco y la ceniza", los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior.
Sin ella, las obras de penitencia permanecen estériles y engañosas; por el contrario, la conversión interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de signos visibles, gestos y obras de penitencia (cf Jl 2,12-13; Is 1,16-17; Mt 6,1-6. 16-18). CEC, 1430.
En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban escrupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que “ve en lo secreto y te recompensará” (Mt 6,18).
Hacer del mundo un hogar: la parábola del buen samaritano
El Señor quiso dar respuesta a la pregunta «¿quién es mi prójimo?» con una parábola que tiene tres protagonistas: un posadero, un samaritano y un judío. Una historia que invita a transformar el hotel de este mundo en un verdadero hogar.
22/03/2022
Pocos edificios expresan de forma más certera la globalización de la sociedad contemporánea como un hotel. Si se reduce a sus componentes fundamentales, se trata de un techo y unos servicios para acoger a los clientes. Ahí estriba también su condición paradójica, ya que es un sitio anónimo y en cierto sentido despersonalizado que intenta suplir aquellos elementos que nos resultan más íntimos y necesarios; en definitiva, el propio hogar.
Por eso no puede dejar de llamar la atención que una parábola que pretende dar una respuesta a la pregunta «¿quién es mi prójimo?» (Lc 10, 29) tenga como escenario una posada, un modesto hotel de pueblo. Parecería más lógico hablar de una familia o de la relación entre amigos para ejemplificar el amor genuino. Sin embargo, el Señor prefiere describir la relación entre tres desconocidos: un posadero, un samaritano y un herido. Aunque el relato de Cristo no ofrece todos los detalles del suceso, algo como lo que sigue quizá podría haber sucedido.
La mirada del posadero
Podemos imaginar que el día estaba transcurriendo con la normalidad de siempre. Clientes que iban y clientes que llegaban. Preparar la comida y ordenar las habitaciones. No es muy dado a preguntar a los forasteros sobre sus vidas. Si algo ha aprendido en estos años de posadero ha sido que no hay nada como la discreción. Lo considera parte de su oficio, como dar de comer, ofrecer un techo bajo el que dormir y un fuego en el que calentarse.
Pero esa aparente normalidad se desvanece cuando ve llegar a un samaritano acompañado de un judío malherido. Y no solo eso: le sorprende la delicadeza extrema con que trata al enfermo. Sus heridas estaban vendadas y curadas; el jumento, preparado para un viaje rutinario, había terminado portando el peso inerte de una persona casi muerta. El posadero entiende de primeras lo que ha ocurrido: «El milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa»[1].
AL POSADERO LE SORPRENDE LA DELICADEZA EXTREMA CON QUE TRATA AL ENFERMO
Entre los dos llevan al judío a una habitación. Quizá el dueño del albergue se acerca a su pecho y comprueba que, efectivamente, sigue respirando. No puede evitar soltar un suspiro de alivio. Después de dejar al herido en la cama, baja las escaleras y se encuentra al samaritano contemplando, cansado, las llamas del fuego. Siente necesidad de acercarse a él para preguntarle por lo que había ocurrido. Es extraño, porque si algo respeta en su oficio es la discreción. Pero es tanto el cariño que ha visto en este extranjero que no se contiene. Se sienta a su lado y, mientras mira el mismo fuego, escucha con atención el relato del samaritano.
La emoción del samaritano
Imaginamos al forastero contando sus vivencias del día embargado por la emoción, pero con toda sencillez. Mientras el viento golpea ligeramente las débiles paredes del hostal, acepta el brebaje caliente que le ha ofrecido el posadero para reponer fuerzas. Las necesita, porque desde que había visto al herido tendido sin fuerzas en la vera del camino hacia Jericó no ha parado. No podía negar que, cuando lo vio, «se conmovió profundamente» (Lc 10,33) y que sintió como «un rayo de compasión que le llegó al alma»[2].
EL SAMARITANO SINTIÓ COMO «UN RAYO DE COMPASIÓN QUE LE LLEGÓ AL ALMA»
Había decidido entonces detenerse sin importarle demasiado sus negocios pendientes. Convirtió el alimento de su viaje, un poco de aceite y de vino, en el ungüento con el que curó las heridas aún sangrantes. Después, con un jirón de su manto, improvisó un vendaje y montó al desdichado sobre su cabalgadura. De las palabras entrecortadas del herido le había parecido entender que, poco antes de su llegada, un sacerdote que «bajaba por el mismo camino, lo vio, dio un rodeo y pasó de largo» (Lc 10,31), y que igual hizo un levita. Cuando el samaritano acaba el relato se percata de la cara de admiración de su anfitrión. Pero los dos se dan cuenta de que se ha hecho tarde. Se desean un feliz descanso y se dirigen a sus respectivas habitaciones.
Los recuerdos del judío
En medio del silencio de la noche, el pobre judío parece despertarse. No sabe dónde se encuentra. Lo único que puede afirmar con certeza es que todo el cuerpo le duele y, al mismo tiempo, siente en su alma un dolor más profundo que el de sus heridas y magulladuras. Tal vez la cabeza se va rápidamente a sus seres queridos, preocupados al no tener noticias de él. Por eso intenta levantarse para volver a casa, pero comprueba que es imposible.
Quizá el judío empieza a repasar mentalmente todo lo que había sucedido en esa jornada. Recuerda bien «los salteadores que, después de haberlo despojado, le cubrieron de heridas y se marcharon, dejándolo medio muerto» (Lc 10,30). Lo que ocurrió después no lo tiene claro. En su cabeza tiene aquellas personas que lo vieron y pasaron de largo mientras él, como podía, suplicaba una ayuda.
LA CARIDAD HA DE IR DENTRO Y AL LADO, PORQUE LO DULCIFICA TODO, LO DEIFICA: DIOS ES AMOR
Una imagen, la del samaritano, le asalta, y entiende que ha sido él quien le ha curado y llevado a este lugar. No sabe cómo expresar su agradecimiento a este extranjero. Nadie le había llamado a complicarse la vida de esta manera. En cambio, ahí estaba. «Cuando se hace justicia a secas, no os extrañéis si la gente se queda herida: pide mucho más la dignidad del hombre, que es hijo de Dios. La caridad ha de ir dentro y al lado, porque lo dulcifica todo, lo deifica: Dios es amor. Hemos de movernos siempre por amor de Dios, que torna más fácil querer al prójimo, y purifica y eleva los amores terrenos»[3].
* * *
A la mañana siguiente, el samaritano, «sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más te lo daré a mi vuelta”» (Lc 10,35). No se trataba de una petición corriente. Aunque el samaritano lo estaba invitando a realizar una tarea que estaba relacionada con su trabajo profesional, claramente iba más allá de lo que se le podía exigir. ¿Desde cuándo una posada era un sitio para cuidar a los heridos? Además, el posadero tendría otros trabajos, su propia familia, planes pendientes. Pero entre ellos ya se había despertado la confianza que surge del verdadero cariño hacia los más necesitados. El día anterior, el posadero había descubierto que todos los hombres «estamos invitados a convocar y encontrarnos en un ‘nosotros’ que sea más fuerte que la suma de pequeñas individualidades»[4]. El amor desinteresado del extranjero le había abierto los ojos para percibir la caridad y el servicio que se esconde en cualquier trabajo bien hecho, también en el suyo, porque «cada uno en su tarea, en el lugar que ocupa en la sociedad ha de sentir la obligación de hacer un trabajo de Dios, que siembre en todas partes la paz y la alegría del Señor»[5]. El techo de su posada era ahora más que un mero techo, porque había cobijado a un herido; el sudor de su frente con el que luchaba por conseguir el sustento necesario para su familia había confortado también a un necesitado.
JESÚS NOS INVITA A TRANSFORMAR EL HOTEL DE ESTE MUNDO GLOBALIZADO EN UN VERDADERO HOGAR
En este sentido, Jesús nos invita a través de la parábola sobre el buen samaritano a transformar el hotel de este mundo globalizado en un verdadero hogar para todos los hombres y mujeres; en un sitio en el que «se universaliza el concepto de prójimo, pero permaneciendo concreto»[6], siguiendo el ejemplo de Cristo que, siendo Dios, ha querido hacerse hombre para estar muy cerca de cada uno de nosotros. Él mismo nos dirige las palabras con las que concluye la explicación de esta parábola: «Pues anda, y haz tú lo mismo».
[1] Francisco, Fratelli tutti, n. 224.
[2] J. Ratzinger, Jesús de Nazaret I, p. 238.
[3] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 172
[4] Francisco, Fratelli tutti, n. 78.
[5] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 70.
[6] Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 15.
Encuentro de Reflexión CARF: Naprotecnología, la solución ética a la infertilidad
Álvaro Ortega ha sido el último invitado de los Encuentros de Reflexión online que organiza CARF. Es presidente de la Fundación +Vida y socio-director de la clínica Fertilitas, un centro pionero en España que aplica la Naprotecnología, la solución ética a la infertilidad.
Alvaro Ortega, nos ha explicado en este Encuentro de Reflexión organizado por CARF, que la misión de la Clinica Fertitas es ayudar a matrimonios con problemas para ser padres. Y lo hace por medio de una técnica ética y natural que pone la salud en primer lugar: se conoce como Naprotecnología, derivada de Natural Procreative Technology, una nueva ciencia reproductiva que está revolucionando el mundo de la fertilidad.
Como explicó Álvaro Ortega, este método es una alternativa a las técnicas artificiales como la fecundación in vitro, el sistema que ofrecen la mayoría de clínicas y profesionales para concebir un hijo. La FIV, además de provocar no pocos riesgos para la salud y ser muy costosa, es contraria a los principios éticos y católicos de muchos matrimonios. Con la Naprotecnología se ha abierto en ellos una gran esperanza.
Aumento de la infertilidad
Actualmente se calcula que el 17% de las parejas tiene problemas de fertilidad, un hecho que va en aumento por distintos factores, entre ellos, un estilo de vida poco saludable y la edad: “Muchas parejas retrasan la edad a la hora de buscar un embarazo y, cuando quieren, en muchas ocasiones, ya es tarde”, advierte Ortega.
Por lo tanto, hay dos formas de solucionar este problema: bien con técnicas artificiales como son las fecundaciones in vitro -que conlleva pruebas como la hiperestimulación ovárica de la mujer, extraer ovocitos y espermatozoides, además de generar los embriones extrauterinamente-, o bien, abordar el problema de raíz e investigar las causas por las que esa pareja no concibe un hijo.
Riesgos de la FIV
“No hay que olvidar, algo que muy pocos expertos lo advierten, que la FIV conlleva grandes riesgos de salud en la mujer que se somete a este tipo de técnica. En ocasiones, este tipo de fecundación puede desencadenar patologías orgánicas futuras. Incluso el niño concebido también puede desarrollar enfermedades congénitas”, aclara el director de Fertilitas.
Por estas razones, Álvaro Ortega se ha comprometido con la Naprotecnología como solución ética a la infertilidad. “Se trata de un procedimiento médico desarrollado en Estados Unidos que consiste en identificar todo aquello que afecta a la fertilidad del hombre y de la mujer, y lo trata de una manera médica y natural. Y es ética porque no hay intervención humana en la creación de esa vida, ni manipulación embrionaria ni se aplican técnicas artificiales como ocurre en la fecundación in vitro”, explica.
Diagnóstico y abordaje médico
Ortega añade cómo se aplica esta técnica: “Un equipo de ginecólogos expertos realizan un diagnóstico y abordaje médico muy exhaustivo con un registro ginecológico completo y una monitorización que permite identificar la fertilidad en la mujer y su ciclo en días concretos.
Además, la Naprotecnología también aborda todas las patologías que vamos encontrando tanto en el hombre como en la mujer: tubáricos, ovulatorios, hormonales, alimenticios, clínicos, etc. Una vez realizado el diagnóstico, aplica técnicas quirúrgicas para sanar ciertas patologías orgánicas en la mujer (también en el hombre) como pueden ser endometriosis, adherencias o miomas, que tendrán como fin limpiar todas esas patologías para recuperar la capacidad reproductora”, concreta Álvaro Ortega.
Naprotecnología: Cooperar con la salud
Con esta técnica, por tanto, se coopera con la salud del hombre y de la mujer, y se diagnostica todo aquello que afecte a su fertilidad. En definitiva, se consigue sanar a ese matrimonio.
“De esta manera, el embarazo vendrá de forma natural como consecuencia de haber reparado esos problemas de salud que estaban impidiendo la concepción natural. Es verdadera medicina”, incide el director de Fertilitas.
Con la Naprotecnología se acompaña al matrimonio, se le escucha, se le guía y se le da una solución conforme a su moral personal. Además, esta técnica es saludable, ecológica, y muchísimo más económica que las técnicas artificiales.
El acompañamiento es fundamental
“El acompañamiento es fundamental. En Fertilitas todo el equipo escucha al matrimonio porque las parejas llegan con muchas heridas. Desde los ginecólogos cirujanos hasta la monitora de fertilidad especialista en el método Creighton (para conocer el ciclo de la mujer) se ponen al servicio de ellos”, apunta Ortega.
Y acompaña tanto a la mujer como al hombre, porque la Naprotecnología también diagnostica algunas patologías del varón. “Acabamos de llegar a un acuerdo con uno de los mejores andrólogos, especialista en fertilidad masculina de Italia, que colaborará con nosotros en reconocer las causas más complejas de la infertilidad masculina”, anuncia.
Este encuentro de Reflexión de CARF se puede volver a ver pinchando en el enlace
¿Qué porcentaje de éxito tiene la Naprotecnología?
Esta es la pregunta que se hacen muchos matrimonios, que desean ser padres y tienen dificultades.
“En primer lugar, me gustaría resaltar que además del éxito en nacimientos, este método se presenta como un verdadero sistema de salud. Según un estudio realizado en Irlanda, el 99,5% de matrimonios que se someten a la Naprotecnología llegan a un diagnóstico certero y se consigue encontrar las causas que afectan a su fertilidad. Cuando la pareja conoce las causas, la ansiedad baja exponencialmente”, matiza el director de Fertilitas.
Una vez realizado el diagnóstico y curadas las posibles patologías, la eficacia de embarazos se sitúa en un 52%. Algunos lo consiguen en seis meses y otros en dos años. Y el precio de esta técnica es asequible e infinitamente más económica que la FIV.
“Fertilitas no tiene fines lucrativos. Debo decir que en España tenemos muy buenos resultados. Vamos a presentar nuestros logros en breve de la mano de la Universidad Francisco de Vitoria”, anuncia Ortega.
Negocio de la FIV
A pesar de todas las ventajas de la Naprotecnología, ni la sanidad pública ni los médicos la promueven. Y es que, como recuerda Álvaro Ortega, las técnicas artificiales junto con el aborto y lo anticonceptivos, representan el cuarto mayor negocio de todo mundo.
Para ofrecer alternativas distintas a la FIV, el Dr. Thomas W. Hilgers, norteamericano y católico, investigó un sistema que ayudara a los matrimonios a ser padres. Así desarrolló la Naprotecnología que, como él ha declarado en varias ocasiones, es hija de la Humanae Vitae, la encíclica de san Pablo VI.
“El doctor Hilgers vio en la Huamanae Vitae un camino de la ciencia, ir al origen del problema y explicando bien lo que significa la sexualidad. Este doctor sacrificó una carrera profesional brillante y, sin embargo, le han ninguneado y vetado en las grandes revistas científicas”, denuncia Ortega.
En la sanidad pública de Polonia
Sin embargo, países como Irlanda y Polonia han comprendido las ventajas de la Naprotecnología y la han introducido en su sistema público de salud. Algunos de estos médicos expertos en esta técnica de fertilidad han sido formados por el doctor Hilgers.
Según Álvaro Ortega, “muchos matrimonios se sienten engañados con la FIV. Por eso, los grandes embajadores y difusores de la Naprotecnología son los matrimonios que, tras años de ansiedad y preocupación, y algunos de ellos habiéndose sometidos a la FIV sin éxito y con el desgaste emocional que supone, han sido padres con la Naprotecnología . Ellos son los que se animan a dar testimonio, incluso en las redes sociales.
El sacerdote, psicología de una vocación
Vocación y sacerdocio
En este nuevo libro publicado por la editorial Palabra, Wenceslao Vial, sacerdote y médico, profesor de psicología en la facultad de Teología de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma, profundiza en la vocación cristiana y la figura del sacerdote.
¿Sigue siendo atractiva la figura del sacerdote católico? ¿Puede ser feliz una persona que renuncia al matrimonio? ¿Cuándo desaconsejar el sacerdocio u otros caminos específicos de entrega cristiana? Estas y otras preguntas encuentran útiles respuestas, salpicadas de vivencias reales y experiencia pastoral.
El libro presenta de modo práctico el «mundo interior» de un ser humano que, llamado por Dios, se pone al servicio de los demás hombres.
El autor de Madurez psicológica y espiritual aborda el luminoso panorama de la vocación cristiana, a partir del sacerdocio. La identidad y misión del sacerdote, como de otras vocaciones dentro de la Iglesia, se comprenden con la luz de Jesucristo, que vino a la tierra para servir y no ser servido.
El sacerdote –se explica en el libro– ha de ver lo sagrado en los demás, confirmándolos en su valor; y, al mismo tiempo, traer lo divino, lo sagrado, a cada persona. Esta es la misión que lo caracteriza y de la cual proviene su dignidad y gran responsabilidad ante Dios, ante cada persona y ante la sociedad entera.
Se introduce en las dinámicas psicológicas, en sus conflictos y desafíos, en sus fuentes de paz y de armonía. Ser sacerdote implica dar luz, dar consuelo y esperanza, en la medida en que se esfuerza por identificarse con Jesús, Dios hecho hombre.
Muchas de las ideas expuestas se aplican a otras formas de vocación dentro de la Iglesia, en especial si asumen el don del celibato.
«La vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a otros».
Documento de Aparecida, 2007, cit. en Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 24 de noviembre 2013, n. 10.
Cristo es el modelo común
En el primer capítulo se expone el proceso de madurez, subrayando la libertad y los momentos de crisis a lo largo del desarrollo. Se definen las notas de una personalidad madura, para acoger y hacer fructificar el don gratuito de una llamada divina.
Cómo discernir esa llamada, con los tipos de vocación, el examen de las aptitudes y de la intención de la persona son el tema del segundo capítulo. Se menciona también cuándo es necesario recurrir a los psicólogos, siguiendo las orientaciones de la Ratio para la formación de los sacerdotes, de la Congregación del Clero: El don de la vocación presbiteral, de 2016.
Armonía de la vida cotidiana
El tercer capítulo lleva por título Armonía de la vida cotidiana. Aquí se distinguen y explican los conceptos de soledad buena y soledad perjudicial. Se profundiza en la importancia psicológica de la oración, y la necesidad de un sano equilibrio entre actividad y descanso. Los hábitos y aficiones saludables forman un apartado especial, que muestra en su desarrolló la unidad de las tres dimensiones humanas: física, psíquica y espiritual.
Una dimensión de particular fuerza en la persona es la sexualidad.
El cuarto capítulo explica cómo puede ser una fuente de alegría o de tormento, dependiendo de si está integrada o no, de si vive humanamente o no. Se aborda el tema del amor humano, cuya comprensión es la base para entender el amor divino y la donación. Se tocan los obstáculos psicológicos y conductuales, en particular la pornografía y la actividad homosexual, que dificultan un avance sereno en la vocación; y se termina con algunas notas de la paternidad espiritual y la defensa de un carisma: el celibato.
Burnout en la pastoral
En el quinto capítulo se analiza un fenómeno frecuente entre muchas profesiones de servicio o de las que dependen otras personas: el agotamiento o burnout, con referencia a la práctica pastoral. Aparecen las formas de presentación, las personas de riesgo y cómo afrontarlo y prevenirlo. Todo con la intención de comprender mejor este cuadro, similar a la depresión, que hace sufrir a muchas personas de distintos ambientes, también sacerdotes y personas entregadas en apostolados de la Iglesia.
El último capítulo presenta una serie de actitudes de prevención de la sintomatología psíquica. Se trata del mindfulness o conciencia focalizada en lo importante, y su relación con la meditación cristiana y la presencia de Dios. La autotrascendencia como característica esencial del ser humano se pone en relación con la misión apostólica y los desafíos pastorales. Se termina con una referencia a la Juventud y fuerza del espíritu, capaz de sobreponerse a muchas dificultades y guiar por caminos de paz y de alegría. Al final se incluye una lista de libros recomendados y de páginas web útiles.
En varios idiomas
El libro El sacerdote, psicología de una vocación se encuentra publicado también en italiano (Il sacerdote, psicologia di una vocazione, Edusc 2021) y en Portugués (A Psicologia de uma Vocaçao, Quadrante 2021). Se está preparando su edición en inglés.
Puede leer la introducción del libro aquí.
Don Wenceslao Vial, sacerdote y médico
Profesor de Psicología
Facultad de Teología
Universidad Pontificia de la Santa Cruz
La bondad o maldad de las personas nada tiene que ver con las ideologías
Ser articulista o columnista de un medio de comunicación supone asumir una arriesgada responsabilidad en la medida que las opiniones o reflexiones que difundes, tienen una cierta capacidad de crear un estado de opinión en el lector y por extensión en el entorno social al que se dirigen.
Es por eso que en algunas ocasiones son los propios lectores los que te sugieren los temas sobre los que desearían conocer tu parecer. A lo largo de esta semana he recibido algunas recomendaciones sobre cuestiones que hoy son especialmente sensibles: el incremento de la tensión belicista en Ucrania, los efectos nocivos de las leyes infectadas por la ideología de género o los reiterados ultrajes a nuestra bandera, que en esta ocasión se ha producido en la propia sede de la soberanía nacional y con el cómplice silencio de su presidenta, la catalana y socialista Meritxell Batet.
Pero entre alguna de esas recomendaciones, me ha llamado la atención, la de quien me sugería que esta columna se la dedicara a la “gente de bien”. En el último cara a cara en el Senado entre Sánchez y Feijóo, este último remató su intervención espetando al presidente con esta frase lapidaria: “Deje de molestar a la gente de bien”. A continuación toda la izquierda progresista, populista y mediática salió en tromba para acusarle de “elitista”, “antiguo”, “despreciativo” etc…
Lo cierto es que la bondad o maldad de las personas nada tiene que ver con las ideologías. Para ser gente de bien lo único que se necesita es tener un sentido positivo de la vida, cultivar la amistad, el respeto al contrario y cooperar al bien común.
En España afortunadamente hay millones de personas que son gente de bien. Son gente de bien los españoles que saben amar y respetar a sus mujeres, formar una familia y educar a sus hijos con libertad; los empresarios que crean riqueza, la reparten justamente con sus trabajadores y contribuyen a la prosperidad de la sociedad; los profesores que enseñan a sus alumnos la verdad histórica, cultural y científica sin manipulaciones ideológicas; los jóvenes que anhelan el conocimiento y que no hacen del sexo, el alcohol y la droga la evasión de sus frustraciones; los españoles que respetan la naturaleza y los animales y que lo que necesitan es la ayuda de los poderes públicos para su mejor cuidado y protección y no leyes disparatadas que se lo impidan.
Son también gente de bien los que defienden la vida entre las ruinas de un terremoto, en el quirófano de un hospital o rezan por la paz amenazada hoy en el mundo. Lo que molesta y preocupa es que no se respeten sus convicciones morales o religiosas, se ofenda y agravie a los símbolos e instituciones del Estado y se legisle a favor de los delincuentes. Decía Ernest Hemingway que “la gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre”. El día 28 celebraremos que Andalucía es también tierra de gente buena y alegre.
VIVIR LA CUARESMA EN LO COTIDIANO
Silvia Del Valle
Estamos comenzando el tiempo de cuaresma y con esto llegan muchas opciones para prepararnos para vivirla al máximo. Podemos ayudarnos de los cuaresmarios que nos ofrecen en la parroquia o en las redes sociales; los videos de cápsulas diarias que nos ayudan a reflexionar y ofrecer algo a diario y también lo que nos va naciendo del corazón.
No importa cual opción tomemos, lo importante es que la podamos hacer nuestra y si lo podemos realizar en el día a día, en lo cotidiano, sería mucho mejor y si es en familia, mucho mejor. Por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograrlo.
PRIMERO. Haz una lista de los deberes cotidianos.
Estamos en perfecto tiempo de revisar lo que debemos hacer de forma cotidiana para cooperar en la familia, con los deberes de la casa, la escuela, el trabajo, etc.
Siempre es más fácil que tomemos conciencia si hacemos una lista, ya que podemos ver gráficamente cuantos y cuáles son y tratar de priorizarlos.
Es bueno que hagamos lo que nos toca y que evitemos buscarnos actividades que vayan en contra de nosotros mismos, de nuestra integridad o salud. Estoy segura que es más agradable para Dios que hagamos lo que nos toca hacer, sin renegar y a la primera.
SEGUNDO. Revisa cuales te cuestan más trabajo para que los escojas.
Como te comentaba es bueno ponerles prioridad a nuestras labores, deberes y trabajos para que podamos realizarlas en orden y nos cuente menos hacerlas.
Podemos ayudar a nuestros hijos a que también ubiquen sus prioridades para que puedan tomar la decisión de realizar cada uno de sus deberes con alegría y en orden.
También podríamos hacer un tablero para que vayamos poniendo las que ya realizamos y que nos demos cuenta de nuestro avance y podamos también irlas ofreciendo a Dios conforme las terminamos.
Para los pequeños podemos buscar material didáctico como las cápsulas de cuaresma para niños que les orienten y les marquen la pauta de cómo realizar sus tareas con alegría y sin renegar.
TERCERO. Busca hacerlos con Amor.
Ese es el ingrediente secreto y es el que le da razón a todo esto de hacer las cosas bien y a la primera.
Cuando buscamos hacer las cosas con amor, entonces ponemos lo mejor de nosotros para que todo salga bien.
Si todos en la familia lo aplicamos entonces el ambiente familiar se vuelve mejor, más lleno de amor y de ganas de hacer las cosas lo mejor posible, de esta forma la cuaresma toma un rumbo más en positivo y sobre todo logramos que sea más fácil medir nuestros avances.
Que el motor de todos nuestros actos sea el amor y por amor hagamos lo mejor.
CUARTO. Revisa como vas cada semana.
Tenemos 5 semanas de cuaresma, por lo que es bueno que vayamos haciendo revisiones constantes para ver si vamos bien o si cambiamos de estrategia.
Nuestros hijos necesitan ver con claridad que van avanzando para que no pierdan el impulso y para que puedan vivir una cuaresma más intensa, claro, siempre a su nivel y conforme a su madurez.
Para esta revisión podemos hacerlo en lo personal, en familia, frente al Santísimo, en la misa, haciendo un examen de conciencia un poco más consciente, etc. No importa cual opción escojamos, lo importante es que sigamos trabajando para que nuestro corazón esté apto para acompañar a Jesús en Semana Santa.
Y QUINTO. No busques hacer sacrificios, mejor busca hacer actos de Amor.
A veces pensamos que si no hacemos sacrificios muy pesados y difíciles de cumplir no valen en la cuaresma, sin darnos cuenta de que no debemos hacer lo que nosotros nos buscamos o tratamos de imponernos, sino lo que de cotidiano nos toca y que es lo que Dios quiere para nosotros.
Así como la Santísima Virgen María hacia todo por Amor y acompañó a Jesús durante toda su vida, incluyendo el camino del Calvario; así también nosotros debemos prepararnos para acompañarle en el acto más grande de Amor que Dios ha tenido por nosotros, el máximo sacrificio de Amor, la ofrenda de su vida para la salvación de nuestra alma.
La Palabra de Dios nos dice que a Él no le gustan los sacrificios sino los actos de Amor salidos del corazón, por eso sería genial que esta cuaresma decidiéramos vivirla desde el Amor, por Amor y para el Amor.
«El daño que el aborto inflige a las mujeres debería bastar para hacernos pro-vida»
Isabel Vaughan-Spruce, la mujer que fue detenida en Birmingham por "rezar en su mente" ante una clínica abortista ha hablado con Omnes de este momento y de la tarea en favor de las mujeres y la vida que desarrolla desde hace años en Reino Unido.
Maria José Atienza·23 de febrero de 2023·Tiempo de lectura: 7 minutos
Foto: Isabel Vaughan-Spruce, OSV News photo/Simon Caldwell
Como si de una película de ciencia ficción se tratara, Isabel Vaughan-Spruce sufrió, el pasado diciembre, un arresto por «un pensamiento».
El 6 de diciembre, Isabel, Codirectora de la Marcha por la Vida en el Reino Unido y conocida por su trabajo en favor de las mujeres que deciden seguir adelante con su embarazo, se encontraba en actitud recogida frente a una clínica abortista de Birmingham. Pocos minutos más tarde era detenida bajo «sospecha» que la mujer se encontraba «rezando mentalmente».
Dos meses más tarde, la justicia retiró los cargos contra Isabel Vaughan-Spruce que, en esta entrevista que ha concedido a Omnes, califica de surrealista el momento vivido.
Vaughan-Spruce, ha visto «el terrible daño que hace el aborto en hombres y mujeres» y reclama el derecho de las mujeres a conocer «alternativas al aborto» y, de todos, a un ejercicio de libertades básicas como el derecho a orar.
¿Cómo vivió su arresto y el proceso hasta que se retiraron los cargos?
– Comparo esta experiencia de ser detenida por rezar en silencio cerca del centro abortista, con mi primera experiencia fuera de un centro abortista. Recuerdo que hace unos 20 años asistí por primera vez a una vigilia ante un centro abortista en Birmingham. El centro abortista ante el que recé en aquella ocasión practicaba unos 10.000 abortos al año.
Fue una experiencia surrealista contemplar aquel gran edificio situado en una hermosa calle, al lado de casas privadas increíblemente caras, y saber que cada año se ponía fin intencionadamente a la vida de 10.000 niños en aquel edificio. Sin embargo, a pesar del horror de la realidad, sentí una sensación de paz, claramente, no ante la situación, sino en mi interior, de que estaba donde debía estar.
Del mismo modo, cuando me detuvieron, me sentí surrealista: no había llevado carteles ni ofrecido folletos, no había abierto la boca para hablar con nadie, el centro abortista ni siquiera estaba abierto, y cuando la policía me preguntó si estaba rezando, yo sólo había dicho «puede que esté rezando en silencio» y, sin embargo, me estaban deteniendo por lo que «puede» que estuviera pensando.
Mientras me registraban en la vía pública, sabiendo que me llevaban para interrogarme, me pareció totalmente surrealista, pero tengo que admitir que me sentí en paz sabiendo que era allí donde debía estar.
¿Hemos llegado a un sistema de coacción de las libertades personales que intenta criminalizar hasta «un pensamiento»?
– Por mis oraciones silenciosas me acusaron de «participar en un acto intimidatorio para los usuarios del servicio». El centro abortista estaba cerrado cuando estuve allí, por lo que no había usuarios de los servicios. Sin embargo, me detuvieron, me registraron, me encerraron en una celda policial, me interrogaron, me pusieron en libertad bajo fianza y posteriormente me acusaron de cuatro cargos.
¿Cómo es posible que mis pensamientos privados, que no se manifestaban de ninguna manera -por ejemplo, no llevaba rosarios ni una biblia, etc.-, pudieran intimidar a nadie, y menos aún a un grupo de personas que ni siquiera estaban allí?
Nuestras libertades básicas están siendo calificadas de delitos. Esto debería preocupar a todo el mundo, sea cual sea su posición en el debate sobre el aborto.
Si queremos hablar de los derechos de las mujeres, ¿qué ocurre con su derecho a que se les presenten alternativas al aborto y su derecho a saber cómo puede afectarles realmente el aborto a largo plazo?
Isabel Vaughan-Spruce
¿Qué diría a quienes «venden» el aborto como un «derecho de la mujer»?
– El daño que el aborto inflige a las mujeres debería bastar por sí solo para hacernos pro-vida. Muchos partidarios del aborto piensan erróneamente que quienes se oponen al aborto lo hacen únicamente porque se preocupan por los derechos del niño antes de nacer.
Está claro que nos importan, y mucho, los derechos del niño antes de nacer, pero ¿cómo puede ser una solución a las dificultades o angustias de una mujer durante el embarazo ayudarla a acabar con la vida de su hijo? Esto nunca puede ser una solución. El aborto no resuelve los problemas, los crea.
Trabajo muy estrechamente con la organización post-aborto Rachel’s Vineyard, que realiza una labor increíble ayudando a cualquier persona herida por el aborto, directa o indirectamente, a encontrar la curación.
He visto el terrible daño que el aborto causa a las mujeres -y a los hombres-: física, mental, emocional, psicológica y espiritualmente. Las mujeres tienen derecho a saberlo. Si queremos hablar de los derechos de las mujeres, ¿qué ocurre con su derecho a que se les presenten alternativas al aborto y su derecho a saber cómo puede afectarles realmente el aborto a largo plazo?
En España, por ejemplo, se acaba de aprobar una ley en la que no se informa a las mujeres de las ayudas para tener un hijo y se elimina el «periodo de decisión». ¿Realmente quienes acuden al aborto no tienen nada que pensar?
– Es un error común pensar que quienes entran en los centros abortistas ya han tomado una decisión.
He conocido a muchas mujeres que estaban claramente indecisas sobre lo que debían hacer. Muchas me han dicho que, hasta el último momento, estaban «buscando una señal» para decidir si se quedaban con su hijo o no.
Las que han «tomado una decisión» lo han hecho, a menudo, basándose en las limitadas opciones que se les presentaban.
Suelo decir a las mujeres que hay una razón por la que el embarazo dura 9 meses: lleva mucho tiempo hacerse a la idea de lo que está ocurriendo, incluso con un embarazo planificado y muy deseado.
Todos necesitamos tiempo para asimilar situaciones que nos cambian la vida, como el embarazo, y sin embargo las mujeres a menudo toman una decisión que les cambia la vida, el aborto, en un arrebato de pánico. Esto no está a favor de la mujer.
Una vez que te involucras en el trabajo provida te das cuenta de que incluso los esfuerzos más pequeños pueden tener un gran impacto
Isabel Vaughan-Spruce
Hay quién piensa que «la batalla está perdida», pero ¿piensa que no podemos hacer nada?
– Creo que quienes piensan así son, a veces, los que no están implicados en el trabajo provida. Es tentador contemplar un problema desde fuera y limitarse a ver la magnitud de las dificultades. Una vez que te involucras en el trabajo provida te das cuenta de que incluso los esfuerzos más pequeños pueden tener un gran impacto, como cuando una mujer salió de un centro abortista y le dijo a la persona que estaba fuera, que ni siquiera había hablado con ella: «He decidido quedarme con mi bebé porque he sentido que rezabas por mí», o la joven pareja que iba a abortar y se detuvo cuando vio a alguien fuera, o la chica que nos contó que sus padres se dirigían al centro abortista para abortar a su hermano, pero vieron a alguien rezando fuera, lo que les llevó a tener una última conversación en la que decidieron que podían tener otro hijo, así que dieron la vuelta al coche y se marcharon.
Una vez salió del centro una trabajadora del aborto y se burló de lo que yo hacía, despreciando a los que habían cambiado de opinión y hablándome de cuántas personas no habían aceptado mi ayuda. Le recordé que para mí no se trata de números, sino de individuos. Si ayudamos a una mujer a reconocer el valor de su hijo y le proporcionamos el apoyo que necesita para seguir adelante con su embarazo (y más allá), el efecto dominó es incalculable.
La batalla no está perdida, de hecho, ya está ganada. Sólo tenemos que decidir de qué lado estamos, ¿de la vida o de la muerte?
El sacerdote Sean Gough junto a Isabel Vaughan-Spruce, tras ser absueltos de los cargos de «coacción a las clientas de la clínica abortista ©OSV News photo/Simon Caldwell
¿Tenemos el reto de educar a los jóvenes en la dignidad fundamental de la vida?
– Es una tarea ingente, pero debemos asumirla. Los padres deben recordar que son los primeros educadores de sus hijos y ser conscientes de lo que se les puede estar enseñando en otros lugares, fuera de casa o incluso en casa, a través de la televisión, las redes sociales, etc.
No podemos ser ingenuos, debemos estar alerta.
Un niño naturalmente rechaza el aborto, la posición por defecto es estar a favor de la vida – el aborto tiene que ser enseñado pero los que apoyan el aborto han hecho un «buen» trabajo enseñándolo.
Los que se oponen al aborto han dicho que no es un asunto de hombres y han silenciado a los hombres y necesitamos hombres fuertes que estén dispuestos a enfrentarse al ridículo o a la ira de otros y aun así hablar con la verdad y la caridad.
Otros han dicho que no es algo de lo que la Iglesia deba hablar y demasiados en la Iglesia han permanecido en silencio por miedo a ser objeto de burla. Cristo mismo fue objeto de burla y no deberíamos tener miedo de seguir sus pasos. Necesitamos una Iglesia que reconozca su papel en la educación sobre esta cuestión fundamental.
¿Qué podemos hacer para ayudar a las mujeres «antes» de que lleguen a la clínica abortista?
– La mayoría de nosotros estamos familiarizados con el mandamiento bíblico: ama a tu prójimo como a ti mismo. Es la segunda parte la que quiero analizar: «como a ti mismo».
El problema que veo hoy en día es mucha gente que realmente no se ama a sí misma. ¿Cómo podemos esperar que las mujeres amen al niño que llevan dentro si ni siquiera se aman a sí mismas? Si ellas aman a su prójimo como a sí mismas, será un amor muy débil y condicional, porque ése es el valor que dan a su propia existencia.
Si una mujer sólo se siente amada, sólo se siente valiosa, por su novio, y ese novio la amenaza con marcharse si se queda con el bebé, ¿adivina qué elegirá? Si una joven se siente valiosa, únicamente por su carrera y su bebé puede poner en peligro esa carrera, ¿adivina qué elegirá?
Hay muchas personas que nunca han experimentado el amor de verdad (no me refiero a algo necesariamente romántico, sino a un amor desinteresado que no intenta obtener algo a cambio, sino que se preocupa de verdad y reconoce el valor de alguien).
Aproximadamente una de cada cuatro mujeres de mi país ha abortado y muchísimas más se lo han planteado, algunas se lo están planteando ahora mismo. Lo más probable es que en algún momento te hayas sentado al lado de una de ellas en el autobús, te haya atendido una de ellas en una tienda, hayas comentado una de sus publicaciones en las redes sociales o tal vez sea un miembro de tu propia familia. Intenta asegurarte de que esa interacción las deja sabiendo algo de su verdadero valor.
A los hombres les digo que no tengan miedo de hacer cumplidos a las mujeres. Sus palabras tienen poder si se usan de la manera correcta, así que no me refiero a coquetear inapropiadamente con las mujeres y actuar de manera espeluznante, sino a palabras genuinas de afirmación a las mujeres – ya sea su amiga, hermana o compañera de trabajo. Hazle saber que sabe escuchar, que tiene un corazón generoso, que da buenos consejos o que es una gran compañía. Y la mujer que realmente necesita oír eso no lo va a llevar escrito en la frente.
El origen de la Cuaresma se remonta al siglo II. En el IV, se configuró en cuarenta días, a semejanza del tiempo de peregrinaje del Pueblo de Israel con Moisés, y del que pasó, Jesús, en el desierto. Comienza el Miércoles de ceniza y se prolonga hasta el Jueves Santo (este año, desde el 22 de febrero hasta el 6 de abril). Es uno de los tiempos fuertes de la Iglesia, para prepararnos a la Pascua, lo más importante en el cristianismo. La cruz y la muerte de Jesucristo impresionan vivamente nuestra sensibilidad, y nos mueve a amar a quien, por nuestra Salvación, se entregó tan generosamente; pero el cristianismo no se queda en el sufrimiento y la muerte: lanza su mirada hacia la felicidad eterna que nos espera tras la resurrección de nuestra carne, si vivimos como debemos.
Tres palabras identifican la Cuaresma: ayuno, oración y limosna. Pese a ser laboral, el Miércoles de Ceniza, siempre, las iglesias se llenan de fieles y se nos recuerda nuestro origen ( "Dios formó al hombre con polvo de la tierra"), nuestro final terreno ( "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho") y la vanidad de las aspiraciones terrenas ( riquezas, títulos, poder...). En el Antiguo Testamento, cubrirse con ceniza era símbolo de arrepentimiento de los pecados (Jonás, 3, 6, por ejemplo). En el Nuevo, aparecen lamentos (los “ayes” de Jesús sobre ciudades impenitentes: Mt 11, 21; Lc 10,13). No sólo a nivel personal; también, a nivel social y político, debemos reconocer nuestro pecado y arrepentirnos si queremos evitar que la ira divina descargue su justicia. No es bobada: si se es responsable, la conciencia nos espolea, y sabemos que, con nuestro asentimiento o el voto, podemos estar a favor de los verdaderos derechos humanos, o colaborar en crímenes nefandos que claman venganza al Cielo.
Josefa Romo
Cita semanal en pareja, previene el divorcio
LaFamilia.info
Foto: Freepik
Una cita semanal a solas con el cónyuge fortalece el matrimonio. Este consejo que miles de parejas lo han comprobado, lo reafirma un estudio de la Universidad de Virginia, el cual dice que los matrimonios que tienen como regla de oro, tener una cita a solas aunque sea una vez a la semana, mejora el matrimonio, y por tanto ven reducido el riesgo de divorcio casi por la mitad.
No es la primera vez que los expertos hacen hincapié en la necesidad de convenir entre los esposos un tiempo a solas para disfrutar de la compañía mutua, sin la presión del horario laboral, las quejas de los niños o las cuentas por pagar. Este tiempo es definitivo para que la relación se fortalezca y logre la vitalidad que tal vez la rutina ha ido apagando.
Los autores del estudio explican que las palabras clave son “solo con la pareja” (no valen las salidas con amigos, parientes ni los niños) y “compartir”, entendida como la calidad del tiempo que se toman los esposos para comunicarse, para conectarse y para que disfruten el uno del otro, cosa que no es fácil cuando existen múltiples ocupaciones.
Más citas menos divorcios: pocos minutos hacen la diferencia
Las citas con la pareja tienen un la capacidad de lograr muchos beneficios en la relación, los sociólogos encuentran los siguientes:
Mejoran la comunicación
Al poder hablar sin la distracción de los niños y el trabajo, la cita les permite hablar de las cosas que les importan y motivan: sus sueños, aspiraciones, también temores... Si hablan de sueños, pueden compartirlos, buscar objetivos comunes. Si hablan de problemas, lo hacen de forma constructiva y tranquila, proactiva, que es mejor que reaccionar por instinto y con prisas rodeado de niños o agobios.
(Te puede interesar también: Elementos indispensables para la buena comunicación de pareja)
Es recomendable que las citas sean agradables, y no se usen para hablar de problemas, pero en cualquier caso debe primar siempre la necesidad de compartir entre cónyuges. Una mejor comunicación es clave del éxito matrimonial.
Disfrutar de la novedad
Las parejas con años de relación tienden a "acomodarse" y perder la emoción. Los estudios demuestran que hacer juntos cosas novedosas (montar a caballo, hacer una caminada, pasear por la montaña, bailar o ver puestas de sol) borra la rutina, y une a los cónyuges en un reto compartido, divertido y emocionante.
Mejora la relación romántica y sexual
Las citas añaden creatividad y emoción, y al permitir el diálogo, puede ayudar también en este campo, animar a probar cosas nuevas, nuevos ambientes, etc... Todo ello fortalece el matrimonio.
Mejora el compromiso
Si al menos hay un día destinado para la cita semanal y se asume como un compromiso inalterable, queda claro que se marca una prioridad. Lo que refuerza la sensación de unidad y la importancia de trabajar por la relación. En otras palabras, queda claro que para cada cónyuge, el otro es una prioridad.
Se aligera el estrés
Salir a divertirse en pareja, o meramente relajarse juntos, quita estrés, y eso es bueno para el matrimonio, siempre amenazado por enfermedades, problemas de dinero, conflictos en el trabajo, entre otros... Permite ver al otro sin cargas de irritabilidad o cansancio o agobio, y eso ayuda a mantener el amor conyugal.
(Te puede interesar también: La etapa más retadora del matrimonio: cuando los hijos son pequeños)
Algunas recomendaciones
Los expertos recomiendan que algunas de esas citas a solas sean por fuera de casa para cambiar de ambiente y lograr abstraerse del entorno cotidiano, pues es posible que cuando uno de los dos esté cansado y ya se haya acomodado en casa, el plan se eche para atrás. Por eso, es mejor salir y tener una cita con antelación.
Sin embargo, algunos esposos se niegan este tiempo juntos porque dicen no tener dinero para este fin, pero en realidad para pasarla bien con la pareja no hay que gastar una fortuna. Los buenos momentos pueden vivirse dentro de la simpleza y la sencillez, tal como es el amor. Es cuestión de proponerse, de “querer querer”.
Aunque si se decide hacer actividades que impliquen dinero, éste debe ser tomado como una inversión y no como un gasto. Hay que invertir en la relación matrimonial, que al final es la única riqueza y lo que verdaderamente merece la pena en la vida.
Como seguramente Sánchez ignora, Apocalypsis, a la que ha acudido alguna vez, en griego, significa revelación y con el chiste ese, de mitin de fin de semana, de que “no ha llegado el Apocalipsis que auguraban la derecha y la extrema derecha”, Sánchez se revela como un chistoso insoportable, por más que se desternille con sus propia jocosidad y el auditorio se ría cuando Bolaños -una vez más, en el ejercicio de las funciones propias de su cargo en La Moncloa- saca el cartel en el que dice eso tan televisivo de “risas”, y los extras, van y se ríen.
Lo cierto es que Sánchez con lo de los chistes ha ido a transitar uno de los muchos caminos en los que la naturaleza no se ha mostrado generosa con él. Es alto y guapo y jacarandoso de andares (y si no que lo diga Tezanos) pero muy soso, muy malaje y muy poco dotado para la “chistosidad”.
O sea que ni hace gracia y ni siquiera tiene gracia para mentir y cuando riéndose dice lo del Apocalipsis y da las cifras de la situación económica que le pasa también riendo Calviño, las familias, una de cada tres que no llega a fin de mes, dicen aquello de maldita la gracia.
Y si van a la RAE a mirar la definición de malaje y se encuentran con desagradable, que tiene mala sombra y es malintencionado o la lista de sinónimos como poco simpático, escasamente alegre, esquinado… seguro que a esas familias se les ocurren un montón más de epítetos y no precisamente chistosos.
José Morales Martín
Lo que es naturalmente un asesinato
Pero parece que hoy son pocos quienes quieran alabar al Creador, que estén dispuestos a defender lo que siempre ha sido la voz de Dios, expresada en las Escrituras y defendidas por los cristianos. En la predicación de Navidad del arzobispo Becket, manifiesta el contraste presente en la liturgia: “Mi sermón en esta mañana de Navidad será muy breve. Tan solo desearía que meditarais en vuestros corazones el profundo significado y misterio de nuestras Misas de Navidad. Porque cada vez que decimos la Santa Misa nos representamos la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, y en este día de Navidad la decimos en celebración de su Nacimiento, de modo que a la vez que nos regocijamos por su venida para la salvación de los hombres, de nuevo ofrecemos a Dios su cuerpo y su sangre en sacrificio, oblación y expiación de los pecados de todo el mundo”.
Impresionante contraste que, de alguna manera, podemos vivir en el día a día en esta sociedad nuestra en la que muchos cristianos se sienten felices de celebrar la Navidad, al mismo tiempo que otros muchos, mayoría, se suman a la fiesta negando de echo la existencia de Dios en sus vidas. Les da igual celebrar la Navidad que la Semana Santa, solo quieren vacaciones.
No hemos llegado en nuestra sociedad a matar al obispo porque nos molesta, pero hemos llegado a matar a miles y miles de niños, simplemente porque estorban, y admitimos como políticamente correcto, lo que es naturalmente un asesinato.
José Morales Martín
En tiempos de crisis de la democracia
Está en juego la confianza de los ciudadanos en sus dirigentes. La investiga, por ejemplo, un centro de investigación francés inserto en la institución conocida popularmente como Sciences Po. En el barómetro de 2022, el 75% de los encuestados considera que los políticos están "desconectados de la realidad": no es que mientan, sino que están como ciegos, incapaces de hacerse cargo de los auténticos problemas y de aplicar medidas beneficiosas. Por otra parte, para el 65%, los cargos electos y los dirigentes políticos franceses son antes corruptos que honrados, es decir, mantienen una relación deliberadamente ambivalente con los valores de sinceridad, honradez y verdad.
No se trata de aplicar a la acción política criterios filosóficos, entre otras razones, porque la misión del líder es proyectar la sociedad hacia el futuro, necesariamente con incertidumbres y riesgos. De ahí la importancia de las reglas de juego, de la ética de los procedimientos, garantía moral de acierto y justicia en la acción pública. Justamente porque nadie tiene monopolio de la verdad, no se puede desoír a cualquiera que tenga un legítimo interés en cada cuestión: hoy, toda soberanía es compartida; en democracia, pasó el tiempo de las soberanías absolutas, también de las autocalificadas como populares.
En la política no hay verdades absolutas; tampoco, por tanto, mentiras absolutas. El juicio político es distinto del discernimiento ético. Pero, en la estela de Hannah Arendt, conviene mucho estar prevenidos contra tendencias que abocan a los totalitarismos, al perder el sentido de la diferencia entre verdad y mentira.
Baste como ejemplo la jurisprudencia del Tribunal Constitucional español sobre el derecho del art. 20, 1 d): comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. Propiamente es una tautología: la veracidad es un elemento de la información; sin verdad comprobable, sería error, desinformación, manipulación, propaganda. Pero, a efectos jurídicos, basta haber puesto los medios para averiguar la verdad, y las fronteras pueden ser distintas cuando se trata de gente común o de personas con responsabilidad pública en el plano público o, simplemente, “popular” (en las acepciones clásicas propias de publicaciones deportivas o revistas del corazón, como en las novísimas figuras influyentes nacidas en las redes digitales).
Ha entrado en crisis el dogma de que los hechos son sagrados, las opiniones, libres. Porque no siempre es fácil comprobar lo sucedido, mucho menos en tiempos de guerra (militar, como en Ucrania; cultural, en tantos campus universitarios); y las opiniones pueden estar predeterminadas por criterios o prejuicios ideológicos, políticos, empresariales, publicitarios, incluso religiosos.
Como decía hace muchos años un gran periodista europeo, la plena objetividad no es posible; pero la voluntad de ser objetivo puede darse, o no. De ahí depende muy probablemente la consolidación de la democracia en tiempos de crisis.
Pedro García
Una crisis de salud mental sin precedentes
Los psiquiatras y psicólogos asisten a una crisis de salud mental sin precedentes. Entre las cifras que han ofrecido estos días distintos medios de comunicación, una de cada diez muertes de personas jóvenes en España es por suicidio. Y debe considerarse que, por cada suicidio, hay decenas de intentos y centenares de depresiones. Hay múltiples factores y circunstancias detrás de esta epidemia, pero llama la atención una casuística hasta hace poco silenciada por no ser políticamente correcta: la hipersexualización del ambiente y el acceso a determinados contenidos vía pantalla.
Sus aristas no caben en estas líneas, tampoco su gravedad, pero sí pueden enunciarse algunas trampas en las que hemos caído como moscas. Una es el analfabetismo emocional de los niños con una educación a base de emoticonos. Otra, la revolución que arrancó en París en mayo del 68, que distorsionó el concepto de amor y convirtió la sexualidad en un producto. Relacionado con ello está el hecho de que la industria se adelanta desde hace un tiempo a la demanda, ofreciendo en las redes sociales contenidos sexuales antes de que sean buscados, además, con programas diseñados para crear adicción. Esto explica que las imágenes sean cada vez más perversas, pues conforme pasa el tiempo se necesitan estímulos mayores (pedofilia, abusos, violaciones) para producir el mismo efecto y seguir haciendo caja.
El problema es que, si bien cualquier conducta adictiva entraña riesgos para la salud mental, con la pornografía la cosa se ha ido de madre. La explicación que dan algunos expertos es que, a los riesgos comunes a otras adicciones (compulsión, efecto escalada, trastorno de la personalidad…) se suma la frustración de tratar de reproducir una ficción (el sexo no es lo que se ve en los portales) y la neurosis de normalizar en las relaciones personales lo que precisamente las anula, como son la tiranía y la violencia.
Domingo Martínez Madrid
Ya hay evidencias de que la pornografía deforma el cerebro a nivel funcional y morfológico, según explica el epidemiólogo Miguel Ángel Martínez en su nuevo libro, Salmones, hormonas y pantallas (Planeta, 2023). Otro hecho importante es también que: este negocio oculto está arruinando vidas y familias (en un estudio, Enrique Rojas señala que la pornografía juega un papel importante en el 70% de los divorcios).
Llegados a este punto, demos un salto, o un paso atrás, según se mire. Si reconocemos que una persona se rompe, por este u otro motivo, intuimos que tiene una construcción previa, una estructura dada cuyas piezas dejan de encajar. La crisis de salud mental lleva, por tanto, a preguntarnos por esta naturaleza humana. ¿Somos sólo físicos y psíquicos? Si es así, ¿cómo se explica que nos quebremos cuando la corporeidad, las emociones, los sentimientos, el afán de sentido y la trascendencia no van en la misma dirección? Cuántos sufrimientos se están dando por desintegrar estas dimensiones. Y cuántas esclavitudes.
Antes me refería a algunas trampas, pero la más grande ha sido negar el alma y el bien propio que es cada hombre que trasciende, a su vez, la naturaleza de las cosas. El timo empieza allí. El resto es un efecto en cadena.
JD Mez Madrid
Belleza, ternura y gratuidad de Dios
Eduardo Sanz de Miguel
1. Introducción
Adolf Loos, el precursor de la arquitectura moderna, explicaba: "Escribo para hombres que poseen una sensibilidad moderna. Para hombres que se consumen en la añoranza del Renacimiento o del Rococó, para esos no escribo". Y todo el sueño de la gran arquitectura moderna ha sido el poner al hombre en "hábitats" de aluminio y cristal para una vida nueva y el nacimiento de un hombre nuevo... En buena parte, el propósito de esta arquitectura ha sido un largo fracaso» (José Jiménez Lozano)
A lo largo del pasado siglo XX hemos asistido a una evolución radical en las costumbres, las relaciones, los valores y las creencias de nuestra sociedad. Naturalmente, esto ha tenido también su reflejo en el Arte. Los poderes políticos, los museos, los medios de comunicación social... han dado su apoyo incondicional a las vanguardias que separaban la creación artística de los cánones de belleza. Estaba vetada toda referencia al realismo, a la tradición, a la permanencia, a la mesura. Para ser modernos había que romper con lo anterior e inventarlo todo cada día. Una corriente de pensamiento, una escuela, una moda, quedaban anticuadas en pocos años. El arte ya no se entendía como un reflejo de la belleza eterna ni como una búsqueda de la armonía; debía manifestar la descomposición de nuestra sociedad y de sus estructuras.
Se pasó de habitar en casas familiares, normalmente heredadas de los mayores, a apartamentos anónimos y funcionales, despojados de toda pretensión estética. En las viejas casas, la distribución de los espacios, las paredes irregulares y los mismos muebles proclamaban la estética de lo hecho a mano, reflejaban las huellas de la historia (de la gran Historia y de las pequeñas historias familiares). En los nuevos «pisos» no había espacio para los viejos muebles. Los objetos de conglomerado, plástico, aluminio o cristal ocupan menos espacio y son más fáciles de limpiar. Pero no hablan de los esfuerzos de quienes los realizaron ni van asociados a recuerdos, por lo que no se reparan cuando se estropean o pasan de moda, sino que se cambian por otros. Algo similar se vivió en la Iglesia: los nuevos templos copiaban las naves industriales, se retiraron los santos a las sacristías, los ornamentos bordados en seda fueron sustituidos por otros de nailon o poliéster, los cálices labrados en plata por otros lisos de barro o de metales oscuros (todos iguales, todos realizados en serie, todos sin alma). Curiosamente, la mayoría vivió este proceso como una liberación.
A pesar de todo, en el corazón humano anida una obstinada nostalgia por los lugares y los objetos relacionados con nuestra infancia o que conservan la huella de las manos que los realizaron o los utilizaron. En las nuevas viviendas se ha regresado al ladrillo cara vista, a los acabados en madera, a las decoraciones tradicionales. Incluso los apartamentos comprados en los años 60-70 se han ido llenando de maderas torneadas, cerámicas, piezas de artesanía, objetos provenientes de anticuarios, curiosidades adquiridas en bazares... No es nada extraño encontrar en viviendas privadas un incensario, la columna de un retablo, o unas sacras retiradas de alguna iglesia.
Todo este proceso al que hemos hecho referencia ha influido en nuestra vida más de lo que a veces pensamos. El tipo de viviendas y los objetos con los que nos relacionamos han cambiado nuestra percepción del entorno y las relaciones inter-generacionales. Por poner sólo un par de ejemplos: Los abuelos o los familiares que llegan de visita ya no caben en nuestras casas; un cuadro o una imagen de la Virgen ya no tienen valor por lo que representan, sino por su condición de antigüedad, por su precio en el mercado. Muchas manifestaciones tradicionales de piedad han pasado a un desuso casi generalizado (las 40 horas, los 7 domingos de S. José, triduos y novenas, la música del órgano, el incienso, las capas pluviales...). Algunas veces han sido sustituidas por clases de Biblia o por el rezo de la Liturgia de las Horas. En otras ocasiones han dejado un vacío que se ha ocupado con telenovelas o paseos al Corte Inglés.
Hay que reconocer que las viejas fórmulas del culto y los antiguos espacios sagrados, aunque recubiertos por un polvo de siglos y necesitados de una revisión, mantenían el sentido del misterio, hacían tomar conciencia de lo sagrado, de los valores eternos e inmutables. Se necesitaba una reforma radical que simplificara el culto y la vida, aunque a veces se hayan producido tensiones y el resultado final no ha sido siempre el deseado. Curiosamente, hoy son los jóvenes los que recuperan el canto gregoriano y restauran lo que la generación anterior había condenado al olvido. Si hace unos años se insistía en la necesidad de odres nuevos para el vino nuevo (Mt 9, 17), hoy se subraya que el Reino de los Cielos es «como el padre de familia que sabe sacar del arcón lo viejo y lo nuevo» (Mt 13, 52), según conviene en cada momento.
Las disciplinas humanísticas, incluida la Teología, también han sufrido una enorme evolución en los años pasados. Las facultades de Teología han entrado en la dinámica de las especializaciones y hoy se puede realizar una licencia en Moral, Antropología Teológica, Liturgia o Mariología. El legítimo deseo de actualizar la vida y la reflexión de los creyentes nos ha hecho profundizar en las fuentes bíblicas y patrísticas y ha relegado al olvido muchas cuestiones que antes eran consideradas fundamentales, subrayando otras que anteriormente sólo se trataban de pasada. Por ejemplo: Hoy podemos encontrar una abundantísima bibliografía sobre la doctrina social de la Iglesia, pero apenas algunos volúmenes sobre los novísimos o sobre el pecado. Una cosa es cierta: nuestra fe se ha hecho más intelectual. Cada día nos resulta más difícil aceptar algo sólo porque lo dice la Iglesia. Las «rationes» han desplazado definitivamente a las «auctoritates».
Unos textos tomados de dos importantes pensadores de tiempos recientes pueden ayudarnos a situar el tema que pretendo desarrollar. El primero es de Unamuno:
«Perdí mi fe pensando en los dogmas, en los misterios en cuanto dogmas; la he recobrado pensando en los misterios, en los dogmas en cuanto misterios». A veces hemos presentado nuestra fe como un conjunto de enunciados que aprender de memoria. Pero Dios no es «algo» que se puede definir, medir o pesar, sino «Alguien» que sale a nuestro encuentro porque quiere entrar en relación con nosotros. En este venir a nuestro encuentro nos ha manifestado su belleza, ternura y generosidad. La experiencia de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), patrona de Europa, puede servirnos de ilustración. Mujer de capacidades sorprendentes: Filósofa, feminista, políglota, escritora, conferenciante... fue una incansable buscadora de la verdad. Cuando se convirtió, después de leer el Libro de la Vida de Santa Teresa de Jesús, exclamó: «Ésta es la verdad. Yo he creído siempre que la verdad era algo intelectual, comprensible con el poder de la mente, y he descubierto que la verdad es algo vital, relacional: Dios mismo que sale a nuestro encuentro y nos ilumina».
La segunda cita es de Hermann Hesse: «Hay una teología que es arte y otra que es ciencia -o que se esfuerza en serlo-. Y los científicos siempre se han olvidado del vino antiguo en odres nuevos, mientras que los artistas, manteniendo despreocupados algún error externo, han traído consuelo y alegría a muchos. Es la eterna y desigual lucha entre crítica y creación, ciencia y arte, en la que siempre tiene razón aquélla sin que eso le sirva a nadie para nada; ésta, sin embargo, siembra una y otra vez la simiente de la fe, del amor, del consuelo, de la belleza y de la esperanza eterna, y encuentra siempre buen suelo. Porque la vida es más fuerte que la muerte y la fe más poderosa que la duda». Como podéis imaginar, yo abogo por una teología que tiene mucho de experiencia vital, arte, poesía y música, porque estoy convencido de que las palabras ordinarias son insuficientes e inapropiadas para hablar del misterio de Dios. S. Juan de la Cruz utilizó siempre esta manera de hacer teología, y lo justificaba porque así lo hizo Dios mismo: «En la Escritura Divina, no pudiendo el Espíritu Santo dar a entender la abundancia de su sentido por términos vulgares y usados, habla misterios en extrañas figuras y semejanzas».
2. Dios deja su huella en lo que hace
Todos los libros bíblicos utilizan narraciones llenas de imágenes, símbolos, juegos de números y palabras, para transmitirnos el mensaje de la Revelación. De manera especial lo hacen el Génesis y el Apocalipsis; aquellos que quieren reflexionar sobre el misterio de nuestro origen y de nuestro destino último (en definitiva, sobre el sentido de nuestra existencia). Nos acercaremos brevemente a los dos primeros capítulos del Génesis para profundizar en esta afirmación.
Génesis 1 narra de manera poética y solemne la obra creadora de Dios. Durante siete días Dios «habla» y con la fuerza de su Palabra todo llega a existir. Al principio, todo es desorden, tinieblas. Pero Dios va realizando una compleja obra, que corresponde a un plan perfectamente programado, para que del «caos» surja el «cosmos». Separa la luz de las tinieblas, el cielo de la tierra, los mares de los continentes, crea los distintos astros para iluminar el día y la noche, hace que surjan las plantas y los animales según sus especies... Después de cada operación, Dios contempla su obra y ve que es buena, que le ha salido bien. Como artista, se goza ante un proyecto largamente deseado y, finalmente, realizado. Después de crear a los seres humanos bendice su obra recién terminada y se alegra porque «era muy buena». Por último, crea y bendice el «sábado»: el día del descanso, de la contemplación, de la bendición, del gozo, de la comunión.
Génesis 2 presenta el mismo argumento de manera distinta. Es una narración mucho más antigua, con un lenguaje más popular, menos teológico, aunque no menos profundo. Habla de Dios como de un artesano, un «alfarero» que hace las cosas con sus propias manos, que se mancha con el barro, que cultiva un jardín, que pasea entre los árboles al atardecer... El Salmo 8 dice: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado...». Nos habla de la obra de «los dedos» de Dios, lo que hace una referencia más directa al contacto personal con el barro, al trabajo minucioso para crear piezas únicas. Todo lo contrario de las obras en serie. En la Escritura se utiliza muchas veces el verbo «modelar» para hablar del obrar de Dios. Se llega incluso a afirmar que Dios «modeló la luz». Así se indica que él se compromete con lo que hace, como el trabajador que se esfuerza para que su obra le salga bien.
Después de modelar al ser humano, Dios se nos presenta como el primer jardinero, ya que él mismo «planta un jardín». El jardín ocupa un lugar simbólico en toda la historia de la humanidad, porque es la naturaleza transformada por el hombre. El ser humano no puede sobrevivir en la selva, donde no hay sendas por las que desplazarse, ni espacios que cultivar y los animales salvajes suponen un peligro. Pero el jardín es la naturaleza «humanizada», imagen de nuestra propia vida, en la que la cultura y el espíritu transforman los instintos. Pues bien, Dios mismo nos regala un jardín, un espacio a medida humana, habitable, ameno, seguro. Con el pecado, el hombre se exiliará del jardín y volverá a la selva, a los instintos, a la violencia, al mundo animal.
«El Señor Dios plantó un huerto en Edén, y en él puso al hombre que había formado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos para comer... De Edén salía un río que regaba el huerto, y desde allí se dividía en cuatro. El primero se llama Pisón; es el que bordea la región de Evilá. En él hay oro. El oro de esta región es finísimo; y también hay allí resinas olorosas y piedras de ónice» (Gn 2, 8ss). En este jardín de las maravillas que Dios nos regala, deja su impronta. Aquí podemos descubrir claramente las ideas que vamos a desarrollar:
La belleza. Dios deja en sus obras un rastro de su ser. Por eso, los árboles que crea son «bellos» y «buenos» y en el jardín hay oro, piedras preciosas y perfumes. Todo ello nos produce sensaciones profundamente gratificantes.
La ternura. Dios no sólo crea lo necesario para la alimentación. Nos manifiesta su ternura en la creación de elementos totalmente innecesarios, como el oro, las gemas o el incienso, pero que hacen la vida humana más agradable.
La gratuidad. El hombre no puede presentar ningún derecho ante su hacedor. La misma vida es un don. Y todo lo que la acompaña, también. Además, Dios no da con medida, sino generosamente, desbordando cualquier cálculo humano. No nos da una tierra cualquiera, sino un jardín. No un río, sino cuatro. Incluso él mismo se hace compañero del hombre al atardecer, a la hora de la brisa.
Estos elementos se repetirán en cada una de las intervenciones de Dios a favor del pueblo o de los individuos. Coloca una túnica de piel sobre Adán, que se siente desnudo y una señal sobre Caín, que se siente amenazado. No sólo libera a Israel de la esclavitud, sino que lo enriquece con las joyas de los egipcios. No sólo libra del hambre al pueblo en el desierto, sino que le permite saciarse de codornices, etc. Un canto pascual de los israelitas nos servirá para tomar conciencia de lo dicho:
«¡Cuántos bienes nos ha dado el Señor! Si sólo nos hubiera sacado de la esclavitud de Egipto, nos habría bastado. Pero, además, nos ha regalado las riquezas de los egipcios. Si sólo nos hubiera regalado las riquezas de los egipcios, nos habría bastado. Pero, además, nos ha guiado por el desierto. Si sólo nos hubiera guiado por el desierto, nos habría bastado. Pero, además, nos ha hecho cruzar a pie enjuto el mar rojo...». A continuación se van nombrando otras gracias recibidas del Señor: nos ha dado el maná, las codornices, el agua que manaba de la roca, ha hecho alianza con nosotros, nos ha librado de los enemigos, nos ha dado la tierra, etc. A Israel sólo le queda «dar gracias al Señor, porque es eterna su misericordia» (Sal 136).
3. La belleza de Dios
Los clásicos griegos y los Padres de la Iglesia invitaban a descubrir una huella de la belleza de Dios en su obra: la armonía de las esferas celestes, la interrelación entre las especies, la grandeza de la naturaleza... les hablaba de una belleza infinitamente mayor y mejor. S. Agustín de Hipona justifica, en parte, su propio extravío y el de sus contemporáneos, por la hermosura de la creación: «La belleza de tus criaturas me atraía y cautivaba mi corazón; y no sabía descubrir que era sólo un reflejo de tu infinita hermosura». Después de su conversión, la contemplación de la naturaleza le servía para acercarse a Dios. En su búsqueda del amado, S. Juan de la Cruz también pregunta a las criaturas, que le responden: «Mil gracias derramando / pasó por estos sotos con presura / y yéndolos mirando / con sola su figura / vestidos los dejó de su hermosura». Todas las obras de Dios están revestidas de «mil» gracias, son un reflejo de la hermosura de su Creador. Pero, insiste él, son una huella ambigua y, a veces, confusa, ya que han sido realizadas «de paso», mientras que «las obras en las que más se detuvo son las de la Encarnación de su Hijo y los misterios de nuestra religión». En estas obras sí que se manifiesta plenamente la belleza del Creador. Hasta el punto de que el conocimiento que adquirimos de Dios a partir de las criaturas es «vespertino» (es decir, entre sombras), mientras que el conocimiento que nos produce la persona y obra de Jesús es «matutino» (es decir, claro y radiante). S. Juan de la Cruz insiste en que es a partir de la belleza del Señor Jesús, de su obra salvadora, de su revelación, como podemos conocer plenamente la hermosura de Dios y participar en ella.
«El estudio sobre los trascendentales (verum, bonum y pulchrum) ha ido unido desde los clásicos griegos. Se les considera inseparables, conscientes de que el descuido de uno de ellos repercute catastróficamente en los otros» (Hans Urs von Balthasar). A lo largo del s. XX se produjo una ruptura que, efectivamente, se ha demostrado fatal. Se consideraba que verdad, bondad y belleza no tenían por qué ir juntas. La belleza separada de la verdad se ha convertido en modas pasajeras. La verdad al margen de la bondad nos parece inalcanzable o inútil. La bondad sin la verdad se ha transformado en sinónimo de debilidad.
La separación entre verdad, bondad y belleza ya había comenzado con la reforma protestante, en el s. XVI. Mientras en la Iglesia Católica se consideraba el arte como una emanación de la belleza divina y se utilizaba en la transmisión de la fe, Lutero y Calvino insistieron en la vanidad e incluso en la maldad de todas las obras humanas y en la radical incapacidad del hombre de decir o representar algo sensato sobre Dios. De hecho, él mismo se ha manifestado en la fealdad de su contrario: en el dolor y en la muerte de Jesús. Ambos afirman que sólo se nos permitirá gozar de la belleza y de la gloria de Dios en la vida eterna.
«Todo aquel a quien le importen la amplitud universal, los espacios conformados, la humanidad heroica... se sentirá repelido por el Protestantismo. Lutero destruyó las áureas habitaciones del mito y puso en su lugar la estrecha choza del fundador. El que ama lo bello sentirá, como Winckelmann, frío en la buhardilla de la Reforma y marchará a Roma» (Gerhard Nebel, «El acontecimiento de lo bello»). El protestantismo mantiene una actitud polémica hacia todas las formas externas de la religión, a favor de la interioridad de la fe. Se comienza rechazando las ceremonias litúrgicas, las expresiones artísticas, la decoración en el templo, para pasar a poner en tela de juicio el valor de la razón, la analogía y las obras morales del ser humano y se termina eliminando la ejemplaridad de los Santos y persiguiendo la alegría, el goce y la complacencia de la vida. Si el hombre es un pozo de maldad, todo él está deformado por el pecado y todas sus obras son feas y malas, marcadas por el pecado. Precisamente, para salvarnos de nuestra postración, el Hijo de Dios «se ha hecho pecado por nosotros», cargando sobre sus espaldas nuestras miserias.
Pero el hecho de subrayar una teología de la cruz no nos puede hacer olvidar la teología de la gloria. En nuestra pobre historia y en nuestra realidad de pecado se ha revelado el hermoso designio de nuestro Dios, escondido durante siglos y ahora manifestado. Es verdad que la plenitud del Reino no llegará hasta la consumación de los tiempos, pero su presencia entre nosotros ya se ha inaugurado. Es verdad que Cristo se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pero su humanidad transfigurada no puede dejar de manifestar su gloria, así como un frasco de perfume exhala el olor de la esencia que lleva dentro. La escena bíblica de la Transfiguración nos permite entender algo de este misterio: En la humanidad de Jesús se manifiesta su divinidad; en su pobreza, la gloria; en su aparente fracaso (no olvidemos que se produce de camino hacia Jerusalén, después del primer anuncio de la Pasión), un anticipo de su triunfo. La belleza de la creación, del arte, de la liturgia, de la vida entregada de los Santos... nos ayuda a intuir algo de la belleza del Señor y de la gloria del cielo. «El alma quiere hacerse semejante con su Amado, saboreando sus gozos y dulzuras y viviendo su misma vida para actuar como Él. Por medio del ejercicio del amor, absorta en su hermosura, quiere transformarse en su hermosura y hacerse semejante en hermosura para empezar a vivir y a gozar aquella hermosura que se le dará sin límites en la vida eterna» (S. Juan de la Cruz. «Cántico Espiritual»).
4. La ternura de Dios
«Levántate, amada mía, preciosa mía, ven. Que ya ha pasado el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. Las flores brotan en el campo y se oye el arrullo de la tórtola» (Ct 2, 10ss). El Cantar de los Cantares celebra el amor emocionado, bello, permanente, de un varón y una mujer que gozan y valoran la vida al encontrarse. Aventura de búsqueda y belleza, de gozo y libertad, de entrega y canto. Su introducción en el canon bíblico sirvió para que judíos y cristianos se sirvieran de él a lo largo de los siglos para hablar de la relación de Dios con su pueblo y con cada creyente. No tanto para hacer reflexiones filosóficas sobre el ser de Dios, cuanto para cantar experiencias de encuentro con él.
Oseas y los profetas posteriores a él ya nos habían acostumbrado a hablar de Dios como de un esposo lleno de paciencia y de ternura, siempre dispuesto a acoger y a perdonar: «Yo sanaré su infidelidad, la amaré gratuitamente» (Os 14, 5). Usaron incluso la imagen de una madre amorosa: «¿Acaso olvida una madre a su hijo y no se apiada del fruto de sus entrañas? Pues aunque ella lo hiciera, yo nunca te olvidaré.
Fíjate en mis manos, te tengo tatuada en mi palma» (Is 49, 15-16).
En la historia de la salvación y especialmente en Jesucristo se nos ha manifestado el amor, la paciencia, la fidelidad de un Dios que nos ama sin medida. Basta recordar la predilección de Jesús por todos los que no contaban entre sus contemporáneos: las mujeres, los niños, los enfermos, los pecadores, los excluidos... y las parábolas de la misericordia. Jesús come con los publicanos, tiene amistades de dudosa moralidad, se acompaña incluso de prostitutas. Ante quienes le reprochan su comportamiento, se justificará afirmando que ésa es la manera de actuar de Dios, que hace llover sobre buenos y malos y hace salir el sol sobre justos e injustos, que hace fiesta en el cielo por cada pecador arrepentido, que está siempre dispuesto a buscar la oveja descarriada, que no nos trata como merecen nuestras culpas ni nos paga con forme a nuestros pecados. Efectivamente, «Dios es más tierno que una madre» (Sta. Teresita). La misma Escritura nos recuerda que «como un padre siente ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por sus fieles» (Sal 103, 13).
No podemos olvidar las numerosas veces que la Biblia afirma que «Dios es compasivo y misericordioso». Pues bien, «misericordioso» en hebreo se dice «Rahum», que es una derivación de «Rehem», que significa «seno, útero materno». Lo que quiere decir que Dios nos ama con la ternura de una madre que nos hubiera generado y dado a luz. «Comunícase Dios con tantas veras de amor, que no hay afición de madre que con tanta ternura acaricie a sus hijos, ni amor de hermano, ni amistad de amigo que se le compare. ¡Tan profunda es la dulzura de nuestro Dios! Él se emplea en regalar al alma como la madre en servir y regalar a su hijo, criándole a sus mismos pechos» (S. Juan de la Cruz. «Cántico Espiritual»).
5. La gratuidad de Dios
«El informe EDIS, editado por Cruz Roja Española, revela que la libertad es el valor más altamente calificado por los consumidores de drogas. El estudio llama la atención sobre lo paradójico de la situación, ya que la brutal dependencia que originan algunas drogas, hace que en numerosos casos se pierda por completo la libertad. Si ponemos la libertad en la cumbre de los valores, no encontraremos ningún otro valor que justifique las limitaciones de la libertad, lo que resulta disparatado o criminal. Conviene subrayar que el supremo valor es la autonomía, la capacidad para elegir los propios fines, evaluarlos, justificar nuestra decisión, y tener energía para realizarlos» (José Antonio Marina, «Crónicas de la ultra-modernidad»). Si reducimos la libertad al libre albedrío, a la capacidad de optar entre varias posibilidades, ni Dios es libre (no puede elegir el mal, no puede odiar), ni el hombre tampoco (no puede decidir cuándo o dónde nacer, ni en qué familia).
Según la revelación, la libertad en Dios es la capacidad que constituye su ser, elegido y definido por él mismo, como Padre e Hijo en la unidad del Espíritu Santo, la capacidad que Dios tiene de ser él mismo y de actuar conforme a su propia esencia.
Toda la Sagrada Escritura es un testimonio de la absoluta libertad de Dios. Abrahán no fue elegido por sus méritos, sino por la generosidad de Dios. El pueblo no podía exigir a Dios que le ayudara a liberarse de la esclavitud. La Encarnación del Hijo de Dios no es un premio a nuestro buen comportamiento. «El Dios de Abrahán, Isaac y Jacob» no ha sido ideado, forjado o exaltado por el hombre, no ha sido elegido por Israel. Es él quien se elige, decide y define a favor del pueblo y a favor del hombre. Es él quien ha enviado a su Hijo al mundo para hacernos partícipes de su misma vida.
Y la libertad de Dios, que se manifiesta en la historia de la salvación, es anterior al tiempo. Se manifiesta, en primer lugar, en el mismo acto de la creación. Él no era un ser solitario, que creó otros seres para tener compañía. Él es encuentro y comunión desde siempre. Plenitud de gozo. Vida desbordante. Crea otros seres para hacerles partícipes de su misma vida, su propio ser. «En la libertad de su gracia, Dios se manifiesta a favor del hombre. A pesar de su insignificancia, está con él. Pese al carácter corruptible y transitorio de su ser en la carne, está con él. Pese a su pecado y desobediencia, está con él... Dios nos dice, por el hecho de que su Hijo se hizo y es hermano nuestro, que quiso amarnos precisamente a nosotros, que nos ha amado, nos ama y nos seguirá amando, que ha elegido y decidido ser precisamente nuestro Dios» (Karl Barth, «El don de la libertad»).
S. Pablo se sentía desbordado por el amor de Dios, que nos ha amado primero, no por nuestros méritos, sino por su generosidad; no porque somos buenos o dignos de ser amados, sino porque él es bueno y lleno de amor. Dios nos ama de una manera gratuita por su parte e inmerecida por la nuestra: «Por la fe en Cristo hemos llegado a alcanzar esta situación de gracia en la que nos encontramos... Eramos incapaces de alcanzar la salvación... Dios nos ha mostrado su amor haciendo morir a Cristo por nosotros cuando aún éramos pecadores... Cuando éramos sus enemigos, Dios nos reconcilió consigo por la muerte de su Hijo... ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de gracia hay en Dios! ¡Qué insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿Quién conoció el pensamiento del Señor? O ¿quién le dio primero para que tenga derecho a recompensa?» (Rm 5, 2.6.10; Rm 11, 33-35). «El piadoso y omnipotente Padre, es tan generoso y dadivoso cuanto poderoso y rico. Con la libertad de su generosa gracia sale a nuestro encuentro y nos busca» (S. Juan de la Cruz. «Llama de amor viva»).
6. Conclusión
«Llevo tanto tiempo contigo, ¿y aún no me conoces? Quien me ve a mí, ve al Padre» (Jn 14, 9). En el rostro, en la vida y en las palabras de Jesús de Nazaret se nos ha manifestado en plenitud el misterio del Dios vivo, que antes sólo se nos revelaba de manera parcial, incompleta. La continua –y, a veces, tortuosa- búsqueda de la Verdad, la Bondad y la Belleza por parte del ser humano, encuentra su respuesta cumplida en la revelación de Jesucristo, "Palabra única y definitiva del Padre". En la contemplación del más bello de los hijos hombres (Sal 45, 3) y de su amor sin límites han hallado los cristianos de cada generación la fuerza y el consuelo necesarios en su caminar. En él nos disponemos nosotros a encontrar las energías necesarias para enfrentarnos a los retos que la sociedad contemporánea nos presenta. «Cristo es el resplandor de la gloria de Dios e imagen perfecta de su ser» (Hb 1, 3). Con los ojos fijos en él descubrimos que la belleza, la ternura y la gratuidad de Dios se han hecho presentes en nuestra historia y se nos ha dado ya la oportunidad de contemplar en él un anticipo de la gloria futura.
7. Preguntas para el diálogo
Comenta: «La belleza no es sólo la perfecta disposición del rostro o del cuerpo. Cuando se conoce a una persona, la mirada no se detiene en la percepción de su aspecto morfológico corporal, sino que alcanza a la persona en su condición verdadera, única. Entonces la visión del rostro amigo, el sonido de sus palabras, se muestran dotados de la hermosura de la persona con la que se comunica en un amor de amistad» (Antonio Ruiz Retegui. «Pulchrum. Reflexiones sobre la belleza desde la antropología cristiana»).
Los psicólogos de todas las escuelas están de acuerdo en la importancia del sentirse amado y acogido en la primera infancia. Las experiencias de ternura o desafecto van modelando nuestro carácter. Los niños que crecen en un ambiente afectuoso y que se sienten valorados suelen tener una buena autoestima, un rendimiento escolar satisfactorio y maduran más rápido. Un número enorme de personas agredidas sexualmente en la infancia son violentas, tienen dificultades en los estudios y las relaciones y, en la edad adulta, hacen violencia sexual a menores.
¿Puedes compartir algún recuerdo de tu infancia o juventud que despierte en ti ternura y satisfacción?, ¿y alguna experiencia negativa?
«En esto consiste el amor: en que Dios nos amó primero» (1Jn 4, 10). El primer paso en la vida espiritual es caer en la cuenta del amor de Dios que me precede y acompaña. Porque él me ama y me perdona, me siento con fuerzas para amar y perdonar. Yo no merezco el amor de Dios, ¿tengo paciencia y com-pasión hacia aquellos que no merecen mi amor? Fuera de los tiempos de oración que prescriben mis constituciones o se acostumbra en mi comunidad, ¿Cuánto tiempo de «gratuidad» regalo a Dios? Fuera de mis tareas y obligaciones, ¿Cuánto tiempo libre regalo a quien me lo pide, sin esperar nada a cambio?
Éstas son sólo algunas pistas para el diálogo. Se puede compartir aquellas ideas que más nos han llamado la atención u otras reflexiones nuevas sobre el tema.
Eduardo Sanz de Miguel
- Inicie sesión para enviar comentarios