Ideas Claras
DE INTERES PARA HOY sábado, 07 de enero de 2023
Indice:
Nuestras inquietudes, los caminos espirituales….deben converger en la adoración del Señor.
Don de la llamada, del discernimiento y de la sorpresa, dones recibidos
El Papa Francisco despide a Benedicto XVI, “fiel amigo” del Señor
Benedicto XVI: Mi testamento espiritual
LA HUIDA A EGIPTO. VIRTUDES DE SAN JOSÉ : Francisco Fernandez Carbajal
Evangelio del 7 de enero: la fuerza del Evangelio
“La riqueza de la fe” : San Josemaria
Mons. Ocáriz: “Demos gracias a Dios por Benedicto XVI, un humilde trabajador de la viña del Señor”
Mensaje del Prelado (7 enero 2023)
Carta de san Josemaría sobre la caridad en la transmisión de la fe
Diez maneras de conocer mejor a san Josemaría
EL SENTIDO DE LA NAVIDAD. LAS ENSEÑANZAS DEL PESEBRE : José Martínez Colín
LA EPIFANÍA, TIEMPO DE MANIFESTAR A JESÚS CON NUESTRO TESTIMONIO : Silvia Del Valle
La rebeldía de los jóvenes: ¿Defecto o virtud? : Gerardo Castillo Ceballos
Las diferencias entre ricos y pobres no son solo de dinero : David Hermoza
Varón y mujer los creó: Vaticano se pronuncia sobre ideología de género en educación : Aciprensa
Agricultores y ganaderos en números rojos : Jesús Domingo Martínez
Vive Benedicto XVI : Josefa Romo
Benedicto XVI, un profeta en Israel : Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz
Preghiera a Nostra Signora di She Shandi Papa Benedetto XVI
Nuestras inquietudes, los caminos espirituales….deben converger en la adoración del Señor.
Homilía del Papa Francisco en la Misa por la Epifanía del Señor
Epifanía del Señor
El Papa Francisco presidió este 6 de enero de 2023, la Misa en el Vaticano por la Solemnidad de la Epifanía del Señor, fiesta de los Reyes Magos.
“Nuestras inquietudes, nuestras preguntas, los caminos espirituales y las prácticas de la fe deben converger en la adoración del Señor”, dijo el Papa en la Homilía.
“Nosotros rezamos muchas veces, pedimos cosas, reflexionamos, pero a menudo nos falta la oración de la adoración, hemos perdido el sentido del adorar, por qué hemos perdido el sentido del adorar, porque hemos perdido el entender la inquietud y hemos perdido la valentía para ir hacia adelante con los riesgos del camino”, añadió el Papa Francisco.
Finalmente el Santo Padre exhortó, “Hoy, el Señor nos invita a hacer como los Magos, postrémonos, rindámonos ante Dios en el asombro de la adoración. Adoremos a Dios y no a nuestro yo; adoremos a Dios y no a los falsos ídolos que nos seducen con la fascinación del prestigio y del poder, con la fascinación de las falsas noticias, adoremos a Dios, para no inclinarnos ante las cosas que pasan ni ante las lógicas seductoras y vacías del mal”.
Publicamos a continuación el texto de la homilía que el Papa pronunció tras la proclamación del Santo Evangelio:
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Homilía del Santo Padre
Jesús, como una estrella que se eleva (cf. Nm 24,17), viene a iluminar a todos los pueblos y a alumbrar las noches de la humanidad. Junto con los Magos, hoy también nosotros, alzando la mirada al cielo, nos preguntamos: “¿Dónde está el […] que acaba de nacer?” (Mt 2,2). Es decir, ¿cuál es el lugar en el que podemos encontrar a nuestro Señor?
De la experiencia de los Magos, comprendemos que el primer “lugar” donde Él quiere ser buscado es en la inquietud de las preguntas. La fascinante aventura de estos sabios de Oriente nos enseña que la fe no nace de nuestros méritos o de razonamientos teóricos, sino que es don de Dios. Su gracia nos ayuda a despertarnos de la apatía y a hacer espacio a las preguntas importantes de la vida, preguntas que nos hacen salir de la presunción de estar bien y nos abren a aquello que nos supera. Lo que vemos en los Magos, al comienzo, es esto: la inquietud de quien se interroga. Llenos de una ardiente nostalgia de infinito, escrutan el cielo y se dejan asombrar por el fulgor de una estrella, representando así la tensión hacia lo trascendente, que anima el camino de la civilización y la búsqueda incesante de nuestro corazón. De hecho, aquella estrella deja en sus corazones precisamente una pregunta: ¿Dónde está el que acaba de nacer?
Hermanos y hermanas, el camino de la fe comienza cuando, con la gracia de Dios, damos espacio a la inquietud que nos mantiene despiertos; cuando nos dejamos interrogar, cuando no nos conformamos con la tranquilidad de nuestros hábitos, sino que nos la jugamos, nos arriesgamos en los desafíos de cada día; cuando dejamos de mantenernos en un espacio neutral y nos decidimos a vivir en los espacios incómodos de la vida, hechos de relaciones con los demás, de sorpresas, de imprevistos, de proyectos que sacar adelante, de sueños que realizar, de miedos que afrontar, de sufrimientos que hieren la carne. Es en estos momentos que surgen de nuestro corazón las preguntas irreprimibles, que nos abren a la búsqueda de Dios: ¿Dónde está la felicidad para mí? ¿Dónde está la vida plena a la que aspiro? ¿Dónde se encuentra ese amor que no pasa, que no tiene ocaso, que no se rompe ni siquiera ante la fragilidad, los fracasos o las traiciones? ¿Cuáles son las oportunidades escondidas dentro de mis crisis y mis sufrimientos?
Pero sucede que el clima que respiramos cada día ofrece “tranquilizantes del alma”, sustitutos para sedar, para sedar nuestra inquietud y apagar esas preguntas, desde los productos del consumismo a las seducciones del placer, desde los debates sensacionalistas hasta la idolatría del bienestar; todo parece decirnos: no pienses mucho, deja que pasen, disfruta la vida. Frecuentemente buscamos acomodar el corazón en la caja fuerte de la comodidad —buscamos acomodar el corazón en la caja fuerte de la comodidad—, pero si los Magos hubiesen hecho esto no habrían encontrado nunca al Señor. Este es el peligro, sedar el corazón, sedar el alma para que ya no haya inquietud. Dios, sin embargo, vive en nuestras preguntas inquietas; en ellas nosotros “lo buscamos como la noche busca a la aurora […]. Él está en el silencio que nos turba ante la muerte y al final de toda grandeza humana; está en la necesidad de justicia y de amor que llevamos dentro; es el Misterio santo del Totalmente Otro, nostalgia de justicia perfecta y consumada, de reconciliación, de paz” (C.M. Martini, El jardín interior. Un camino para creyentes y no creyentes, Santander 2017, 26). Por tanto, este es el primer lugar: la inquietud de las preguntas. No tengamos miedo de entrar en esta inquietud de las preguntas, son precisamente los caminos que nos llevan a Jesús.
El segundo lugar donde podemos encontrar al Señor es el riesgo del camino. Los interrogantes, incluso espirituales, si no nos ponemos en camino, si no dirigimos nuestro movimiento interior hacia el rostro de Dios y la belleza de su Palabra, pueden inducirnos a la frustración y a la desolación. El peregrinar de los Magos, “su peregrinación exterior —ha dicho Benedicto XVI— era expresión de su estar interiormente en camino, de la peregrinación interior de sus corazones” (Homilía en la Epifanía del Señor, 6 enero 2013). Los Magos, en realidad, no se detuvieron a mirar el cielo o a contemplar la luz de la estrella, sino que se aventuraron en un viaje arriesgado, que no preveía caminos seguros ni mapas definidos con antelación. Querían descubrir quién era el Rey de los Judíos, dónde había nacido, dónde podían encontrarlo. Por esto preguntaron a Herodes, quien a su vez convocó a los jefes del pueblo y a los escribas que examinaban las Escrituras. Los Magos estaban en camino; la mayor parte de los verbos que describen sus acciones son verbos de movimiento.
Lo mismo sucede con nuestra fe, sin un camino continuo y un diálogo constante con el Señor, sin la escucha de la Palabra, sin la perseverancia, no se puede crecer. Una mera noción de Dios y alguna oración que calma la conciencia no son suficientes; es necesario hacerse discípulos que siguen a Jesús y su Evangelio, hablarlo todo con Él en la oración, buscarlo en las situaciones cotidianas y en el rostro de los hermanos. Desde Abrahán —que se puso en camino hacia una tierra desconocida— hasta los Magos —que siguieron una estrella—, la fe es un camino, la fe es una peregrinación, la fe es una historia en la que hay que comenzar siempre de nuevo. No lo olvidemos nunca, la fe es un camino, una peregrinación, una historia de comenzar y recomenzar siempre. Recordemos esto: la fe, si permanece estática, no crece; no podemos reducirla a una mera devoción personal o confinarla entre los muros de los templos, sino que es necesario manifestarla, vivirla marchando de forma constante hacia Dios y hacia los hermanos. Preguntémonos hoy: ¿Estoy en camino hacia el Señor de la vida, para que sea el Señor de mi vida? ¿Jesús, quién eres para mí? ¿Dónde quieres que vaya, qué es lo que me pides? ¿Cuáles son las decisiones que me estás invitando a tomar en favor de los demás?
Finalmente, después de la inquietud de las preguntas y el riesgo del camino, el tercer lugar donde hallamos al Señor es el asombro de la adoración. Al final de un largo viaje y de una fatigosa búsqueda, los Magos entraron en la casa, “encontraron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron” (Mt 2,11). Este es el punto decisivo. Nuestras inquietudes, nuestras preguntas, los caminos espirituales y las prácticas de la fe deben converger en la adoración del Señor. Allí encuentran la fuente esencial de la que todo nace, porque es el Señor quien suscita en nosotros el sentir, el actuar y el obrar. Todo nace y todo culmina allí, porque el final de cada cosa no es alcanzar una meta personal y recibir gloria para nosotros mismos, sino encontrar a Dios y dejarnos abrazar por su amor, que es lo que da fundamento a nuestra esperanza, nos libra del mal, nos abre al amor a los demás y nos hace personas capaces de construir un mundo más justo y más fraterno. De nada sirve activarnos pastoralmente si no ponemos a Jesús en el centro y lo adoramos. El asombro de la adoración. Allí aprendemos a estar delante de Dios no tanto para pedir o para hacer algo, sino sólo para permanecer en silencio y abandonarnos a su amor, para dejarnos aferrar y regenerar por su misericordia. Nosotros muchas veces rezamos, pedimos cosas, reflexionamos, pero por lo general nos falta la oración de adoración. Hemos perdido el sentido de adorar, porque hemos perdido la inquietud de las preguntas y el valor de ir adelante en los riesgos del camino. Hoy el Señor nos invita a hacer como los Magos, como los Magos, postrémonos, rindámonos ante Dios en el asombro de la adoración. Adoremos a Dios y no a nuestro yo; adoremos a Dios y no a los falsos ídolos que nos seducen con la fascinación del prestigio y del poder, con la fascinación de las falsas noticias; adoremos a Dios para no inclinarnos ante las cosas que pasan ni ante las lógicas seductoras y vacías del mal.
Hermanos, hermanas, ¡abramos el corazón a la inquietud, pidamos el valor para avanzar en el camino y finalicemos en la adoración! No tenemos miedo, es el recorrido de los Magos, es el recorrido de todos los santos de la historia, recibir las inquietudes, ponerse en camino y adorar. Hermanos y hermanas, no dejemos que se apague en nosotros la inquietud de las preguntas, no detengamos nuestro caminar cediendo a la apatía o a la comodidad; y rindámonos, encontrándonos con el Señor, al asombro de la adoración. Entonces descubriremos que una luz ilumina también las noches más oscuras, es Jesús, la estrella radiante de la mañana, el sol de justicia, el fulgor misericordioso de Dios, que ama a todos los hombres y a todos los pueblos de la tierra.
Don de la llamada, del discernimiento y de la sorpresa, dones recibidos
Palabras del Santo Padre antes del Ángelus
© Vatican Media
Al final de la Santa Misa celebrada en la Basílica Vaticana con motivo de la Solemnidad de la Epifanía del Señor este 6 de enero de 2023, el Papa Francisco se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro para la cita habitual de los domingos.
Estas fueron las palabras del Papa al introducir la oración mariana:
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Palabras del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz fiesta!
Hoy, solemnidad de la Epifanía, el Evangelio nos habla de los Magos que, llegados a Belén, abren sus cofres y ofrecen a Jesús oro, incienso y mirra (cf. Mt 2, 11). Estos sabios de Oriente son famosos por los regalos que hicieron; pero pensando en su historia, podríamos decir que, ante todo, recibieron tres regalos, tres preciosos regalos que también nos conciernen a nosotros. Dan oro, incienso y mirra, pero ¿cuáles son los tres regalos que recibieron?
El primer don es el de la llamada. Los Magos no lo sintieron al leer las Escrituras o tener una visión de ángeles, sino al estudiar las estrellas. Esto nos dice algo importante: Dios nos llama a través de nuestras mayores aspiraciones y deseos. Los Magos, asombrados y turbados por la novedad de la estrella, se pusieron en camino hacia lo que no conocían. Educados y sabios, les fascinaba más lo que no sabían que lo que ya sabían: se abrían a lo que no conocían. Se sentían llamados a ir más lejos, no se sentían felices quedándose allí, sino sintiéndose llamados a ir más lejos. Y esto también es importante para nosotros: estamos llamados a no contentarnos, a buscar al Señor saliendo de nuestras zonas de confort, caminando hacia Él con los demás, sumergiéndonos en la realidad. Porque Dios llama cada día, aquí y hoy. Dios nos llama, nos llama a cada uno de nosotros, cada día, nos llama aquí y nos llama hoy, en nuestro mundo.
Pero los Magos nos hablan a continuación de un segundo don: el discernimiento. Como buscan un rey, van a Jerusalén para hablar con el rey Herodes, que, sin embargo, es un hombre sediento de poder y quiere utilizarlos para eliminar al niño Mesías. Pero los Magos no se dejan engañar por Herodes. Saben distinguir entre la meta del viaje y las tentaciones que encuentran en el camino. Podrían quedarse allí, en la corte de Herodes, tranquilamente: no, siguen adelante. Salen del palacio de Herodes y, atentos a la señal de Dios, no pasarán más, sino que volverán por otro camino (cf. v. 12). ¡Qué importante es, hermanos, saber distinguir la meta de la vida de las tentaciones del camino! Una cosa es el objetivo de la vida y otra muy distinta las tentaciones del camino. ¡Saber renunciar a lo que seduce, pero lleva por mal camino, para comprender y elegir los caminos de Dios! El discernimiento es un gran don; nunca hay que cansarse de pedirlo en la oración. ¡Pidamos esta gracia! Señor, danos la capacidad de discernir el bien del mal, lo mejor de lo que no lo es.
Por último, los Reyes Magos nos hablan de un tercer regalo: la sorpresa. Tras un largo viaje, ¿qué encuentran estos hombres de alta posición social? Un bebé con su madre (cf. v. 11): una escena ciertamente tierna, ¡pero no asombrosa! No ven ángeles como los pastores, sino que encuentran a Dios en la pobreza. Tal vez esperaban un Mesías poderoso y prodigioso, y se encuentran con un bebé. Sin embargo, no creen haberse equivocado, saben reconocerlo. Acogen la sorpresa de Dios y viven su encuentro con Él maravillados, adorándole: en la pequeñez reconocen el rostro de Dios. Humanamente todos estamos inclinados a buscar la grandeza, pero es un don saber encontrarla de verdad: saber encontrar la grandeza en la pequeñez que Dios tanto ama. Porque así es como se encuentra al Señor: en la humildad, en el silencio, en la adoración, en los pequeños, en los pobres.
Hermanos y hermanas, todos somos llamados -primer don, la llamada- por Jesús; todos podemos discernir -segundo don, el discernimiento-, discernir su presencia; todos podemos experimentar sus sorpresas -tercer don, la sorpresa-. Hoy estaría bien recordar estos dones: la llamada, el discernimiento y la sorpresa, dones que ya hemos recibido: recordar cuando hemos sentido una llamada de Dios en nuestra vida; o cuando, quizá después de mucho esfuerzo, hemos sido capaces de discernir su voz; o de nuevo, una sorpresa inolvidable que Él nos ha dado, sorprendiéndonos. Que la Virgen nos ayude a recordar y valorar los dones recibidos.
El Papa Francisco despide a Benedicto XVI, “fiel amigo” del Señor
Homilía del Santo Padre en el funeral del papa emérito
Funeral de Benedicto XVI, 5 enero 2023 © Vatican Media
El Papa Francisco despide al papa emérito: “Benedicto, fiel amigo del Esposo (del Señor, ndr), que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz”.
El Santo Padre presidió hoy, 5 de enero de 2022, la Misa del funeral del papa emérito Benedicto XVI en una plaza San Pedro repleta de fieles procedentes de diferentes partes del mundo.
En torno a las 8:50, un grupo de 12 sediarios, antiguos portadores de la Silla Gestatoria de los papas, trasladaron a hombros el féretro de Benedicto XVI hasta el altar preparado en la plaza de San Pedro. El secretario personal del papa emérito, Georg Gänswein y el maestro de ceremonias Litúrgicas Pontificias, Diego Giovanni Ravelli, colocaron el Evangelio encima del ataúd mientras los fieles rezaban el Rosario.
A las 9:30, comenzó la Misa exequial por el Papa Benedicto XVI, que presidió el actual Pontífice y ofició el cardenal decano Giovanni Battista Re.
“Como las mujeres del Evangelio en el sepulcro, estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años. Queremos decir juntos: ‘Padre, en tus manos encomendamos su espíritu’. Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz”, dijo el Papa en su homilía.
Tras la celebración de la Misa, se impartió la Ultima Commendatio y la Valedictio, las bendiciones que preceden a la sepultura. Antes de que el féretro del papa emérito fuese trasladado a la cripta de la basílica para su entierro, en la tumba que perteneció a Juan Pablo II, Francisco ha rezado unos segundos tocando el ataúd de su predecesor.
A continuación, sigue el texto completo de la homilía del Papa Francisco.
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Homilía del Santo Padre
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46). Son las últimas palabras que el Señor pronunció en la cruz; su último suspiro —podríamos decir— capaz de confirmar lo que selló toda su vida: un continuo entregarse en las manos de su Padre. Manos de perdón y de compasión, de curación y de misericordia, manos de unción y bendición que lo impulsaron a entregarse también en las manos de sus hermanos.
El Señor, abierto a las historias que encontraba en el camino, se dejó cincelar por la voluntad de Dios, cargando sobre sus hombros todas las consecuencias y dificultades del Evangelio, hasta ver sus manos llagadas por amor: “Aquí están mis manos” (Jn 20,27), le dijo a Tomás, y lo dice a cada uno de nosotros. Mira mis manos. Manos llagadas que salen al encuentro y no cesan de ofrecerse para que conozcamos el amor que Dios nos tiene y creamos en él (cf. 1 Jn 4,16).[1]
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” es la invitación y el programa de vida que inspira y quiere moldear como un alfarero (cf. Is 29,16) el corazón del pastor, hasta que latan en él los mismos sentimientos de Cristo Jesús (cf. Flp 2, 5).
Entrega agradecida de servicio al Señor y a su Pueblo, que nace por haber acogido un don totalmente gratuito: “Tú me perteneces… tú les perteneces”, susurra el Señor; “tú estás bajo la protección de mis manos, bajo la protección de mi corazón. Permanece en el hueco de mis manos y dame las tuyas”.[2] Es la condescendencia de Dios y su cercanía, capaz de ponerse en las manos frágiles de sus discípulos para alimentar a su pueblo y decir con Él: tomen y coman, tomen y beban, esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes (cf. Lc 22,19).
Entrega orante que se forja y acrisola silenciosamente entre las encrucijadas y contradicciones que el pastor debe afrontar (cf. 1 P 1,6-7) y la confiada invitación a apacentar el rebaño (cf. Jn 21,17). Como el Maestro, lleva sobre sus hombros el cansancio de la intercesión y el desgaste de la unción por su pueblo, especialmente allí donde la bondad está en lucha y sus hermanos ven peligrar su dignidad (cf. Hb 5,7-9). En este encuentro de intercesión donde el Señor va gestando esa mansedumbre capaz de comprender, recibir, esperar y apostar más allá de las incomprensiones que esto puede generar. Fecundidad invisible e inaferrable, que nace de saber en qué manos se ha puesto la confianza (cf. 2 Tm 1,12). Confianza orante y adoradora, capaz de interpretar las acciones del pastor y ajustar su corazón y sus decisiones a los tiempos de Dios (cf. Jn 21,18): “Apacentar quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir. Amar significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios; el alimento de su presencia”.[3]
Y también en la entrega sostenida por la consolación del Espíritu, que lo espera siempre en la misión: en la búsqueda apasionada por comunicar la hermosura y la alegría el Evangelio (cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 57), en el testimonio fecundo de aquellos que, como María, permanecen de muchas maneras al pie de la cruz, en esa dolorosa pero recia paz que no agrede ni avasalla; y en la obstinada pero paciente esperanza en que el Señor cumplirá su promesa, como lo había prometido a nuestros padres y a su descendencia por siempre (cf. Lc 1,54-55).
También nosotros, aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida (cf. Mt 25,6-7).
San Gregorio Magno, al finalizar la Regla pastoral, invitaba y exhortaba a un amigo a ofrecerle esta compañía espiritual, y dice así: “En medio de las tempestades de mi vida, me alienta la confianza de que tú me mantendrás a flote en la tabla de tus oraciones, y que, si el peso de mis faltas me abaja y humilla, tú me prestarás el auxilio de tus méritos para levantarme”. Es la conciencia del Pastor que no puede llevar solo lo que, en realidad, nunca podría soportar solo y, por eso, es capaz de abandonarse a la oración y al cuidado del pueblo que le fue confiado.[4] Es el Pueblo fiel de Dios que, reunido, acompaña y confía la vida de quien fuera su pastor.
Como las mujeres del Evangelio en el sepulcro, estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años. Queremos decir juntos: “Padre, en tus manos encomendamos su espíritu”.
Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz.
[1] Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est, 1.
[2] Cf. Íd., Homilía en la Misa Crismal, 13 de abril de 2006.
[3] Íd., Homilía en la Misa de inicio del pontificado, 24 de abril de 2005.
[4] Cf. ibíd.
Puede ver el video del Rezo del Rosario y Misa Exequial por el Papa Emérito Benedicto XVI
Benedicto XVI: Mi testamento espiritual
Publicado el documento redactado por el papa emérito el 29 de agosto de 2006
Papa emérito Benedicto XVI © Vatican Media
El testamento espiritual escrito por el propio Benedicto XVI el 29 de agosto de 2006, ha sido difundido la Oficina de Prensa de la Santa Sede en el día de su fallecimiento.
En él, hace un repaso de su vida, agradeciendo a todos los que le han acompañado. Tras las palabras de agradecimiento, el papa emérito también pidió perdón a todos aquellos que hubiera podido ofender a lo largo de su vida: “A todos aquellos a los que he agraviado de alguna manera, les pido perdón de todo corazón”.
Asimismo, Benedicto se dirige a “todos los que en la Iglesia han sido confiados a mi servicio” y les manda un mensaje: “¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir!”.
A continuación, sigue el texto completo del testamento espiritual del papa emérito Benedicto XVI.
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Testamento espiritual de Benedicto XVI
Benedicto PP XVI
Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás, hacia las décadas que he vivido, veo en primer lugar cuántas razones tengo para dar gracias. Ante todo, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me ha dado la vida y me ha guiado en diversos momentos de confusión; siempre me ha levantado cuando empezaba a resbalar y siempre me ha devuelto la luz de su semblante. En retrospectiva, veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y agotadores de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien.
Doy las gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor prepararon para mí un magnífico hogar que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. La clara fe de mi padre nos enseñó a nosotros los hijos a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente. Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la claridad de su juicio, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin su constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta.
De corazón doy gracias a Dios por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado; por los colaboradores en todas las etapas de mi camino; por los profesores y alumnos que me ha dado. Con gratitud los encomiendo todos a Su bondad. Y quiero dar gracias al Señor por mi hermosa patria en los Prealpes bávaros, en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo. Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y les ruego, queridos compatriotas: no se dejen apartar de la fe. Y, por último, doy gracias a Dios por toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria.
A todos aquellos a los que he agraviado de alguna manera, les pido perdón de todo corazón.
Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia han sido confiados a mi servicio: ¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir! A menudo parece como si la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica. He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he visto cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas que sólo parecen ser competencia de la ciencia. Desde hace sesenta años acompaño el camino de la teología, especialmente de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones, he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles y resultar meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la confusión de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo.
Por último, pido humildemente: recen por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados y defectos, me reciba en la morada eterna. A todos los que me han sido confiados, van mis oraciones de todo corazón, día a día.
(Traducción no oficial ofrecida por Vatican News)
LA HUIDA A EGIPTO. VIRTUDES DE SAN JOSÉ
— Un viaje duro y difícil. Obediencia y fortaleza de José. Confianza en Dios.
— En Egipto. Otras virtudes que hemos de imitar del Santo Patriarca.
— Fortaleza en nuestra vida ordinaria.
I. Los Magos se habían marchado. La Virgen y San José comentarían gozosos los acontecimientos de aquella jornada. Después, en medio de la noche, se despertó María a la llamada de José. Este le comunicó la orden del Ángel: Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y estate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo1. Era la señal de la Cruz al término de un día repleto de felicidad.
María y José salieron de Belén apresuradamente, abandonando muchas cosas necesarias que no podían llevar consigo en un largo y difícil viaje, con el sobresalto además de una huida ante la amenaza de muerte. Es un profundo misterio, asombrosamente real, que el Hijo de Dios hecho hombre buscó refugio, lloró y durmió en brazos de María y de José.
No pudo ser cómodo el viaje: varias jornadas de andadura por caminos inhóspitos, con el temor de ser alcanzados en la fuga, y el cansancio y la sed. La frontera de Egipto, tras la cual Herodes ya nada podía hacer, estaba aproximadamente a una semana de distancia al paso que ellos podían avanzar, sobre todo si siguieron, como es lo más seguro, los caminos menos frecuentados. Fue un viaje extenuante, a través de regiones desérticas. Dios Padre no quiso ahorrar fatigas a los seres que más quería. Quizá, para que también nosotros entendiéramos que de las dificultades podemos sacar mucho bien. Y para que supiéramos que estar cerca de Dios no significa ausencia de dolor y de dificultades. Dios solo nos ha prometido serenidad y fortaleza para afrontarlas.
Con prisa siguieron el camino que el Ángel les había indicado, cumpliendo en todas las circunstancias la voluntad de Dios. «José no se escandalizó ni dijo: eso parece un enigma. Tú mismo hacías saber no ha mucho que Él salvaría a su pueblo, y ahora no es capaz ni de salvarse a sí mismo, sino que tenemos necesidad de huir, de emprender un viaje y sufrir un largo desplazamiento: eso es contrario a tu promesa. José no discurre de este modo, porque es un varón fiel»2.
Obedeció sin más, con fortaleza para hacerse cargo de la situación y para poner los medios a su alcance, confiando plenamente en que Dios no le dejaría solo. Así hemos de hacer nosotros en situaciones difíciles, quizá extremas, cuando nos cueste ver la mano providente de Dios Padre en nuestra vida o en la de quienes más apreciamos. O se nos pide algo que pensamos que no somos capaces de dar. Al día siguiente de su elección como Papa, decía Juan Pablo I: «Ayer por la mañana yo fui a la Sixtina a votar tranquilamente. Jamás hubiera imaginado lo que iba a suceder. Apenas había comenzado el peligro para mí, los dos colegas que estaban a mi lado me susurraron palabras de aliento. Uno dijo: “¡Animo!, si el Señor da un peso, da también la ayuda para llevarlo”»3.
II. Tras una larga y penosa travesía llegaron María y José con el Niño a su nuevo país. Por aquel tiempo residían en Egipto muchos israelitas, formando pequeñas comunidades; se dedicaban principalmente al comercio. Es de suponer que José se incorporó con su Familia a una de estas comunidades, dispuesto a rehacer una vez más su vida con lo poco que había podido traer desde Belén. Con todo, llevaba consigo lo más importante: a Jesús, a María, y su laboriosidad y empeño por sacarles adelante a costa de todos los sacrificios del mundo. Aunque aquellos judíos fueran de su patria, nunca llegaron a saber la inmensa suerte que habían tenido. Estaba con ellos el soberano de la casa de Israel, el verdadero Redentor, que libertaba no solo de la esclavitud de Egipto, sino también de algo inmensamente peor que toda esclavitud humana: el pecado. En Él confluía toda la historia de su pueblo.
San José es para nosotros ejemplo de muchas virtudes: de obediencia inteligente y rápida, de fe, de esperanza, de laboriosidad... También de fortaleza, tanto en medio de grandes dificultades como en situaciones ordinarias por las que pasa un buen padre de familia. En Egipto comenzó como pudo, pasando estrecheces, realizando al principio todo tipo de trabajos, procurando a María y a Jesús un hogar y sosteniéndolos, como siempre, con el trabajo de sus manos, con una laboriosidad incansable.
Ante las contrariedades que podamos padecer, si el Señor las permite, hemos de contemplar la figura llena de fortaleza de San José y encomendarnos a Él como han hecho muchos santos. De su intercesión eficaz dice Santa Teresa: «No me acuerdo hasta ahora haberle encomendado cosa alguna que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, ansí de cuerpo como de alma; que a otros santos parece le dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que ansí como le fue sujeto en tierra –que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía mandar– ansí en el cielo hace cuanto le pide. Esto han visto otras algunas personas –a quien yo decía se encomendasen a él– también por experiencia, y ansí muchas que le son devotas, de nuevo han experimentado esta verdad»4.
III. Después de un tiempo, pasado el peligro, nada retenía ya a José en aquella tierra extraña, pero allí permaneció todo el tiempo sin otra razón que el cumplimiento fiel del mandato del Ángel: Estate allí hasta que yo te diga5. Y en Egipto permaneció sin disgusto ni protestas, paciente, realizando su trabajo como si jamás hubiera de salir de aquel lugar. ¡Qué importante es saber estar, permanecer donde se debe, ocupado en lo que a cada uno le compete, sin ceder a la tentación de cambiar continuamente de sitio! Para esto también se requiere fortaleza, que «nos conduce a saborear esa virtud humana y divina de la paciencia»6. «Es fuerte el que persevera en el cumplimiento de lo que entiende que debe hacer, según su conciencia; el que no mide el valor de una tarea exclusivamente por los beneficios que recibe, sino por el servicio que presta a los demás»7.
Hemos de pedir a San José que nos enseñe a ser fuertes no solo en casos extraordinarios y difíciles, como son la persecución, el martirio, o una gravísima y dolorosa enfermedad, sino también en los asuntos ordinarios de cada día: en la constancia en el trabajo, al sonreír cuando estamos serios, o en tener una palabra amable y cordial para todos. Necesitamos echar mano de la fortaleza para no ceder ante el cansancio, o la comodidad o la tranquilidad, para vencer el miedo a cumplir deberes que cuestan, etcétera.
«El hombre por naturaleza teme el peligro, las molestias, el sufrimiento. Por ello es necesario buscar hombres valientes no solamente en los campos de batalla, sino también en los pasillos de los hospitales o junto al lecho del dolor»8, en la tarea de cada día.
Un aspecto importante de esta virtud de la fortaleza es la firmeza interior para superar obstáculos más sutiles, como son la vanidad, la impaciencia, la timidez y los respetos humanos. También son manifestaciones de fortaleza: el olvido de sí, el no dar excesivas vueltas a los problemas personales para no desorbitarlos, el pasar ocultos y el servir a los demás sin hacerse notar.
En el apostolado esta virtud tiene muchas manifestaciones: hablar de Dios sin miedo al qué dirán, a cómo quedaré ante esas personas; comportarse siempre de modo cristiano, aunque choque con un ambiente paganizado; correr el riesgo de tener iniciativas para llegar a más gente, y esforzarse por llevarlas a la práctica.
Las madres de familia deberán ejercitar con frecuencia esta fortaleza de modo discreto y ordinariamente amable y paciente. Serán entonces la verdadera roca firme en la que se apoya toda la casa. «La Biblia no alaba a la mujer débil, sino a la mujer fuerte, cuando dice en el libro de los Proverbios: La ley de la dulzura está en su lengua (31, 6). Porque la dulzura es el punto más alto de la fortaleza.
»La mujer maternal tiene por privilegio esta función discreta y capital: saber atender, saber callarse, ser capaz, ante una injusticia o una debilidad, de cerrar los ojos, de excusar, de cubrir –obra de misericordia no menos bienhechora que cubrir la desnudez del cuerpo– (...)»9.
Aprendamos hoy de San José a sacar adelante, con reciedumbre y fortaleza, todo lo que, de modo ordinario, el Señor nos encomienda: familia, trabajo, apostolado, etc., contando con que lo habitual será que encontremos obstáculos, superables siempre con la ayuda de la gracia.
1 Mt 2, 13. — 2 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 8, 3. — 3 Juan Pablo I, Angelus, 27-VIII-1978. — 4 Santa Teresa, Vida, 6. — 5 Cfr. Mt 2, 13. — 6 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 78. — 7 Ibídem, 77. — 8 Juan Pablo II, Sobre la fortaleza, 15-XI-1978. — 9 Gertrud von le Fort, La mujer eterna, p. 128.
Evangelio del 7 de enero: la fuerza del Evangelio
Comentario del 7 de enero. “Ha visto una gran luz; para los que yacían en región y sombra de muerte una luz ha amanecido”. Los sabios de Oriente estuvieron atentos a los signos y encontraron a Jesús. Sólo un corazón limpio y lleno de nobles deseos puede escuchar la Palabra de Dios y encontrarse con la luz del mundo.
07/01/2023
Evangelio (Mt 4,12-17.23-25)
Cuando oyó que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea. Y dejando Nazaret se fue a vivir a Cafarnaún, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí
en el camino del mar,
al otro lado del Jordán,
la Galilea de los gentiles,
el pueblo que yacía en tinieblas
ha visto una gran luz;
para los que yacían en región
y sombra de muerte
una luz ha amanecido.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir:
—Convertíos, porque está al llegar el Reino de los Cielos.
Recorría Jesús toda la Galilea enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia del pueblo.
Su fama se extendió por toda Siria; y le traían a todos los que se sentían mal, aquejados de diversas enfermedades y dolores, a los endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curaba. Y le seguían grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán.
Comentario
Ayer celebrábamos la Epifanía del Señor. Unos sabios de Oriente, habiendo advertido la estrella del Rey de los judíos, se decidieron a salir en busca de la Luz del mundo. La encontraron en un humilde lugar: Belén. Y supieron reconocerla. El profeta Isaías había hablado mucho de esa Luz que disiparía toda tiniebla y haría realidad las esperanzas más profundas que anidan en todo corazón humano. El evangelio de la misa de hoy nos vuelve a hablar de esa Luz, Jesús, que se establece en la Galilea de los gentiles, en Cafarnaún, para iluminar así a los que yacían en tierra de muerte.
La luz es condición de vida. Y esa constatación natural nos habla de una realidad que va más allá de lo meramente natural. En Galilea se había adorado a dioses paganos. Pero esos dioses eran incapaces de dar la vida, de traer luz, de saciar los corazones. La ausencia del Dios verdadero, del Dios vivo, siempre sumerge en una oscuridad que, aunque tenga apariencia de luz, en realidad lo que hace en encerrar en uno mismo. Cristo vino a mostrarnos el camino de la vida, y lo hizo con signos y palabras, con las curaciones, símbolo de una nueva vida que deja atrás las limitaciones de la enfermedad y la muerte, y con la fuerza del Evangelio.
Navidad es un tiempo especialmente adecuado para enfocar lo determinante, la Luz que vemos en Belén, y a relativizar todo lo demás, a apagarlo, como cuando en una iglesia la luz más importante se proyecta sobre el sagrario. Allí está el alimento que transforma, que da la Vida. En la Palabra proclamada en la Santa Misa experimentamos la fuerza del Evangelio, que abre los corazones, que ilumina las mentes, que fortalece la voluntad, que llena de esperanza, que nos empuja a la caridad. Se trata de una Palabra que, con apariencia humilde, encierra toda la fuerza divina. Los sabios de Oriente estuvieron atentos a los signos y encontraron la Luz. Y atención es conversión. A eso se nos invita hoy. Sólo un corazón limpio y lleno de deseos puede, al escuchar la Palabra, encontrarse con la Luz que en ella le sale al encuentro.
No seas pesimista. -¿No sabes que todo cuanto sucede o puede suceder es para bien? -Tu optimismo será necesaria consecuencia de tu Fe. (Camino, 378)
7 de enero
En medio de las limitaciones inseparables de nuestra situación presente, porque el pecado habita todavía de algún modo en nosotros, el cristiano percibe con claridad nueva toda la riqueza de su filiación divina, cuando se reconoce plenamente libre porque trabaja en las cosas de su Padre, cuando su alegría se hace constante porque nada es capaz de destruir su esperanza.
Es en esa hora, además y al mismo tiempo, cuando es capaz de admirar todas las bellezas y maravillas de la tierra, de apreciar toda la riqueza y toda la bondad, de amar con toda la entereza y toda la pureza para las que está hecho el corazón humano. Cuando el dolor ante el pecado no degenera nunca en un gesto amargo, desesperado o altanero, porque la compunción y el conocimiento de la humana flaqueza le encaminan a identificarse de nuevo con las ansias redentoras de Cristo, y a sentir más hondamente la solidaridad con todos los hombres.
Cuando, en fin, el cristiano experimenta en sí con seguridad la fuerza del Espíritu Santo, de manera que las propias caídas no le abaten: porque son una invitación a recomenzar, y a continuar siendo testigo fiel de Cristo en todas las encrucijadas de la tierra, a pesar de las miserias personales, que en estos casos suelen ser faltas leves, que enturbian apenas el alma; y, aunque fuesen graves, acudiendo al Sacramento de la Penitencia con compunción, se vuelve a la paz de Dios y a ser de nuevo un buen testigo de sus misericordias.
Tal es, en un resumen breve, que apenas consigue traducir en pobres palabras humanas, la riqueza de la fe, la vida del cristiano, si se deja guiar por el Espíritu Santo. (Es Cristo que pasa, 138)
Mons. Ocáriz: “Demos gracias a Dios por Benedicto XVI, un humilde trabajador de la viña del Señor”
El prelado del Opus Dei colaboró con el cardenal Ratzinger desde que, en 1986, fue nombrado consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe
Con el fallecimiento de Benedicto XVI nos deja un sacerdote, un teólogo, un obispo, un cardenal y un Papa que se veía a sí mismo como “un humilde trabajador de la viña del Señor”. Junto al dolor, es natural que demos gracias a Dios por su vida y sus enseñanzas. La última lección del pontífice alemán ha sido la discreción y sobriedad con que ha vivido desde 2013, en actitud de oración.
Desde que le conocí personalmente en 1986, cuando comencé a colaborar como consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, me llamó la atención su disponibilidad para escuchar a todos. Tuve la oportunidad de estar a solas con él en bastantes ocasiones, tanto por asuntos de la Congregación como por otras cuestiones. En esos encuentros nunca era él quien daba por terminada la conversación, o hacía notar que le esperaban otros asuntos. Edificaba percibir la gran consideración que le merecían las opiniones de los demás, aunque en ocasiones fueran distintas a las suyas. Se le podían exponer con toda tranquilidad pareceres contrarios y no se molestaba, a pesar de que vinieran de un interlocutor de menor edad, preparación o experiencia. Lo que realmente le importaba era la verdad; así llevaba grabada en su lema episcopal unas palabras de san Juan: Cooperatores veritatis (Juan 3, v. 8).
Era ejemplar su amor a la Iglesia y al Papa, que iba más allá de lo afectivo. Recuerdo, por ejemplo, cuando Mons. Lefebvre aceptó lo que se le propuso y poco después se echó para atrás. Ante este hecho, al cardenal Ratzinger le salió del alma exclamar con pena: “¡Cómo no se dan cuenta de que sin el Papa no son nada!”.
Su humildad y su amor al Señor le hicieron capaz de responder con un “sí” a lo que el Señor y la Iglesia le pedían. Es conocido que, en varias ocasiones, presentó su renuncia a san Juan Pablo II, para que lo sustituyera por otra persona más joven y con más vitalidad física. Ante la petición del Papa de que siguiera en el cargo, el cardenal Ratzinger no dudó.
Al poco de ser elegido para la sede de Pedro, contó que cuando falleció san Juan Pablo II pensó que ya podría retirarse a su Alemania natal para dedicarse a la oración y al estudio. Pero el Señor tenía otros planes, y tuvo que escuchar, referidas a sí mismo, las palabras del capítulo 21 del evangelio de san Juan: “Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”.
De la misma manera, supo hacerse a un lado cuando, en la presencia de Dios, vio que ya no podría ejercer de manera adecuada las exigentes responsabilidades que conlleva la misión de sucesor de Pedro. Como todos, recibí la noticia de su renuncia con una mezcla de pena y de cariño hacia este gran sucesor de san Pedro. En los últimos meses se veía cómo iban disminuyendo sus fuerzas físicas, pero no así su lucidez mental y su serenidad de espíritu, su sencillez y su amabilidad.
Ese saber desaparecer, sirviendo a la Iglesia con su oración silenciosa, ha sido la nota característica de estos últimos años después de su renuncia. He tenido la oportunidad de visitarle en algunas ocasiones en su residencia en los jardines vaticanos: se le notaba interesado por los demás y centrado en la oración. Como él mismo dijo, se sentía un peregrino en camino a la casa del Padre, hacia el abrazo de Cristo, objeto de su amor y de sus largos años de estudio.
En sus casi ocho años de pontificado, Benedicto XVI nos ha dejado un gran patrimonio espiritual y doctrinal, formado por las encíclicas, Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate; además de abundantes exhortaciones apostólicas y homilías. Es enormemente rico el magisterio realizado a través de las audiencias de los miércoles, como el referido a la Iglesia, a los Apóstoles y a los Padres de la Iglesia, o el ciclo de audiencias sobre la oración, que constituye un tratado de gran belleza y profundidad sobre el diálogo con Dios.
Toda su vida podría recapitularse en una preciosa frase que pronunció en la misa de inicio de su ministerio petrino: “No hay nada más bello que dejarse alcanzar por el Evangelio, por Cristo”. Para él, la felicidad “tiene un nombre, tiene un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía”.
Benedicto XVI condujo la barca de la Iglesia por el mar de la historia con los ojos puestos en Jesucristo, en los “días de sol y de brisa suave, días en los que la pesca ha sido abundante y momentos en los que las aguas se agitaban, el viento era contrario, y el Señor parecía dormir”. Pero sabía que la barca era de Cristo.
Benedicto XVI ha sido “una de esas luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo orientación para nuestras vidas”, como tan bellamente expresaba en la encíclica Spe Salvi.
Su trabajo en la viña de la Iglesia le habrá hecho merecedor de las amorosas palabras de Cristo: “Ven, siervo bueno y fiel, entra en la casa de tu Señor”.
Mensaje del Prelado (7 enero 2023)
El prelado del Opus Dei felicita el nuevo año y comunica que el Congreso General extraordinario tendrá lugar del 12 al 16 de abril.
07/01/2023
Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Está terminando el tiempo litúrgico de Navidad. Os sugiero pedir al Señor que, como fruto de la contemplación del misterio de un Niño que es Dios y que “ha nacido para nosotros” (Is 9, 5), con su gracia se incremente nuestro deseo eficaz de vivir para los demás.
Como sabéis, en este nuevo año que comienza, tendrá lugar el Congreso General extraordinario, para estudiar –como ha pedido el Papa- oportunos cambios en los Estatutos de la Prelatura: os comunico que tendrá lugar en la semana de Pascua, del 12 al 16 de abril.
Naturalmente, deberán ser cambios que no afecten a nada esencial de la Obra tal como nos la ha transmitido san Josemaría; precisamente, se trata, como el Santo Padre ha indicado, de proteger, tutelar, el carisma (Ad charisma tuendum).
A todos os pedí que me enviarais las sugerencias que consideraseis oportunas sobre los Estatutos, a la luz de lo señalado por el Papa. Aunque –tratándose de un documento jurídico preciso- muchos no habréis enviado sugerencias, han sido numerosas las que han llegado hasta ahora. También me llegan todos los días –y es para dar muchas gracias a Dios- vuestros deseos de fidelidad y de ir todos a una para hacer el Opus Dei en estas circunstancias.
Ahora se ordenarán todas esas sugerencias, para preparar el material que se presentará para el estudio y aprobación del Congreso; después, el resultado será enviado a la Santa Sede.
Cuento con vuestra oración para llevar a término este trabajo del mejor modo posible.
Os envío mi bendición más cariñosa para este nuevo año,
vuestro Padre
Roma, 7 de enero de 2023
Carta de san Josemaría sobre la caridad en la transmisión de la fe
Gracias a Ediciones Rialp y a la Fundación Studium publicamos en formato digital la carta número 4 del volumen Cartas I, en la que san Josemaría escribió sobre la caridad en la transmisión de la fe.
06/01/2023
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Sobre esta edición
Recogemos en este libro electrónico una carta de san Josemaría sobre la caridad en la transmisión de la fe. Está fechada el 16 de julio de 1933. Expone cómo debe ser el diálogo evangelizador con los hombres y mujeres que se quieren acercar a la fe de la Iglesia, conjugando el espíritu de comprensión y de respeto a la libertad de las conciencias, con la fidelidad al depósito de la fe.
Está publicada con el n. 4 en el libro Cartas I, editado por Ediciones Rialp en 2020. San Josemaría no puso título a estas cartas; el título que lleva en esta edición es el que le pusieron los editores de la edición crítica.
Este documento forma parte de un género literario particular de san Josemaría. No es un tratado: su estilo se parece más al de una conversación familiar que el fundador mantiene con los miembros del Opus Dei de todos los tiempos. El tono es semejante al que empleaba en las tertulias con personas de la Obra, en las que les transmitía de viva voz el espíritu, la historia y las tradiciones de la Obra.
Ideas principales de esta carta sobre la caridad
La carta, dirigida a los miembros del Opus Dei, trata del «camino que hemos de seguir en nuestra labor apostólica» (n.º 1a). Concretamente, expone cómo debe ser el diálogo evangelizador con los hombres y mujeres que se quieren acercar a la fe de la Iglesia, conjugando el espíritu de comprensión y de respeto a la libertad de las conciencias, con la fidelidad al depósito de la fe. O para decirlo con expresiones acuñadas por Escrivá, practicar la “santa transigencia” con las personas y al mismo tiempo la “santa intransigencia” con el error.
El tema aparece ya en los primeros escritos de Escrivá, durante los años treinta, pero cobra una especial actualidad en el contexto de 1966, cuando hizo llegar este texto a los miembros del Opus Dei. En momentos de crisis teológica y disciplinar en algunos sectores eclesiásticos, san Josemaría llama a la tolerancia con las personas —a evitar todo fanatismo o rigidez integrista— pero también a la fortaleza y a la claridad en la exposición de la doctrina.
Enlace relacionado: Las cartas de san Josemaría. Entrevista al historiador Luis Cano (podcast y texto)
La carta describe el talante con el que debe desarrollarse la nueva evangelización —por usar una expresión actual— en medio de un mundo cada vez menos cristiano. El mensaje de Escrivá es de optimismo, de amor a todas las gentes —incluidos los que rechazan a Dios y a la religión— de comprensión y convivencia, y al mismo tiempo de gran claridad: la fe y la moral son intangibles y no se pueden rebajar sus exigencias, pensando que los no creyentes se sentirán más atraídos por una versión edulcorada del cristianismo.
Su contenido se puede estructurar en varias partes, aunque las divisiones no son del todo netas. La primera (n.º 1-5) explica cómo se desenvuelve en el mundo el apostolado del Opus Dei, que es de amistad y confidencia con todos, lleno de comprensión, sin sentirse enemigos de nadie, procurando imitar a Cristo.
Pasa a continuación a explicar en qué consiste la “santa transigencia” y la “santa intransigencia” (n.º 6-12). La fidelidad a la Revelación pide no ceder en la doctrina, manteniéndose firmes en la verdad. Pero al mismo tiempo, esa firmeza requiere el ejercicio de varias virtudes y un deseo de no rechazar a nadie, derrochando caridad y abominando del fanatismo.
En los siguientes números (n.º 13-15) se extiende sobre ese último tema, insistiendo en la actitud de no rehuir a nadie, de convivir con todos, respetando y amando la libertad de cada uno, aunque se encuentren en el error; en un apostolado universal que se extiende a todas las criaturas.
Continúa hablando del ejemplo de Jesucristo, al que todo discípulo debe imitar, siendo alter Christus, otro Cristo. Comenta varios ejemplos evangélicos, en los que se advierte en el Salvador la actitud que está describiendo en esta Carta (n.º 16-18); prosigue con otros ejemplos del Nuevo Testamento (n.º 19-21) en ese mismo sentido.
Termina ocupándose del tema de la comprensión y el diálogo con los que se han apartado de la religión católica, la ignoran o incluso están en contra de ella (n.º 22-26). Su enseñanza es que hay que saber perdonar, tener espíritu universal, abrir «las puertas de nuestras casas a personas de todas las ideologías y de todas las condiciones sociales, sin distinción ninguna, con el corazón y los brazos dispuestos a acoger a todos» (n.º 25a).
Cartas de san Josemaría anteriormente publicadas en la página web
En enero de 2022 publicamos la carta número 3 del volumen Cartas I, en la que san Josemaría escribió sobre la misión del cristiano en la vida social. Según el historiador Luis Cano, que trabaja en el Istituto Storico San Josemaría Escrivá, se trata de un texto que “es un canto a la libertad y a la responsabilidad de los cristianos (...) Al mismo tiempo, también es una carta que hace un canto al trabajo”.
El 14 de noviembre del mismo año publicamos la carta número 2 del volumen Cartas I, en la que san Josemaría escribió sobre la importancia de la humildad en la vida espiritual.
Diez maneras de conocer mejor a san Josemaría
Biografías, aplicaciones, vídeos que inspiran a miles de personas, lugares relacionados con la vida de san Josemaría —nacido el 9 de enero de 1902 en Barbastro (España)— que se pueden recorrer con el móvil, decenas de podcast con sus homilías, etc.
07/01/2023
1. Biografía gratuita de San Josemaría
“Que solo Jesús se luzca” es una biografía del fundador del Opus Dei ilustrada con más de 300 fotos (varias inéditas), mapas, infografías y textos autógrafos. Se puede descargar gratuitamente en versión digital para smartphones y tablets en diversas plataformas o directamente. También puede adquirirse en papel. Y se han preparado cuatro concursos en la plataforma Kahoot.
2. eScrivaLite: el Evangelio del día con comentarios de San Josemaría
Una app que combina el evangelio del día con los escritos publicados de san Josemaría. Es gratis, fácil de usar y está disponible en siete idiomas.
3. San Josemaría, en las redes sociales
4. Vídeos breves de san Josemaría
La sección “Vídeos breves del fundador” recoge 52 vídeos agrupados en varios temas: la familia, los sacramentos, el dolor y la enfermedad, la vida ordinaria, etc. Se trata de extractos breves de las tertulias que mantuvo san Josemaría con muchos grupos durante los viajes que hizo a la Península Ibérica y Sudamérica en 1972 y 1974.
El fundador del Opus Dei escribió numerosas homilías y realizó largos viajes de catequesis por diversos países del mundo. Hemos agrupado más de 50 archivos en audio: las homilías de Amigos de Dios, de Es Cristo que pasa, Dentro del Evangelio, Vía Crucis, Textos y audios de San Josemaría sobre los misterios del Rosario y San Josemaría en los viajes de catequesis.
También se pueden escuchar varios consejos breves de san Josemaría en nuestro canal de Soundcloud.
'El Evangelio con san Josemaría' es una aplicación para asistentes de voz que permite escuchar el Evangelio del día acompañado de escritos del fundador del Opus Dei relacionados con los versículos. Está disponible en los dispositivos para Alexa y Google Home.
6. Libros del fundador del Opus Dei
Los libros publicados de Josemaría Escrivá se pueden consultar en varios idiomas. La dirección www.escrivaobras.org permite el acceso a ‘Camino’ y a otros libros: ‘Surco’, ‘Forja’, ‘Es Cristo que pasa’, ‘Amigos de Dios’, ‘Santo Rosario’, ‘Via Crucis’, ‘Amar a la Iglesia’ y ‘Conversaciones’.
Por otra parte, la editorial Rialp puso a la venta la primera edición de “En diálogo con el Señor”. En este volumen se recogen veinticinco textos procedentes de la predicación de san Josemaría entre los años 1954 y 1975.
En 2020 se publicó Cartas I (edición crítico-histórica), que se están publicando en la página web, una a una.
Y, por último, Ediciones Rialp editó las obras de san Josemaría en un libro digital -San Josemaría. Sus libros-, que incluye un índice general por materias y un índice de búsqueda de comentarios a textos del Antiguo y Nuevo Testamento en todos sus libros. Puede adquirirse en versión Kindle, iTunes y en Google Play.
San Josemaría abraza a la madre de una chica del Opus Dei.
7. Galerías de imágenes e iconografía
• Galería fotográfica en alta calidad (Flickr).
• Iconografía de san Josemaría.
8. Mapa interactivo sobre los primeros años del Opus Dei
La aplicación Google maps ha servido para preparar un mapa sobre los primeros años del Opus Dei, y así ilustrar mejor la biografía de san Josemaría. Se ha dividido su actividad y los comienzos del Opus Dei en cinco apartados: primeros meses en Madrid, fundación del Opus Dei, atención de enfermos, primeros pasos de la Obra y refugios en la guerra civil española.
Mapa interactivo sobre los primeros años del Opus Dei
9. 30 cuestiones históricas: Los primeros años del Opus Dei
Con el asesoramiento del Centro de Documentación y Estudios Josemaría Escrivá de Balaguer (CEDEJ), respondemos a una serie de cuestiones históricas sobre la vida del fundador del Opus Dei y de su familia, el origen del Opus Dei, el contexto político y social en el que comenzó a desarrollarse el Opus Dei, la actitud de Josemaría Escrivá ante la guerra civil de España, Franco y otras muchas preguntas.
San Josemaría con Isidoro Zorzano, uno de los primeros miembros del Opus Dei.
Historia del Opus Dei y de san Josemaría Escrivá de Balaguer
Gracias a Studia et Documenta, la revista del Instituto Histórico San Josemaría Escrivá de Balaguer (ISJE), están disponibles treinta artículos sobre la historia del Opus Dei y de san Josemaría, descargables en formato PDF.
10. Un homenaje al “santo de la vida ordinaria”
En 2019 los monjes benedictinos del monasterio de Leyre, en Navarra, quisieron celebrar al “santo de la vida ordinaria”, al que tanto quieren, con la especialidad de la casa: el canto gregoriano del Oficio Divino.
Y para rezar a Dios a través de su intercesión
Estampa de san Josemaría (audio y texto)
Estampa de san Josemaría para niños, y varios juegos y anécdotas.
Novenas para pedir a Dios por intercesión del fundador del Opus Dei
∙ Novena a san Josemaría Escrivá de Balaguer (18-26 de junio), compuesta por Mons. Juan Larrea Holguín.
∙ Novena a san Josemaría por la familia.
∙ Novena a san Josemaría para la curación de los enfermos.
∙ Novena a san Josemaría sobre el trabajo.
EL SENTIDO DE LA NAVIDAD. LAS ENSEÑANZAS DEL PESEBRE
José Martínez Colín
1) Para saber
Una familia puso un nacimiento en la sala. Todos colaboraban. El niño pequeño puso una hamaca y en ella al niño Jesús. Su mamá le recordó que lo habían recostado en un pesebre, pero el niño defendió su decisión: “Sí, en un pesebre, pero en la hamaca está más cómodo”.
Nada en el nacimiento de Jesús es casualidad. El Ppapa Francisco señaló en su homilía de Navidad que el pesebre tampoco fue casual, sino un signo, y que incluso este pequeño objeto, aparentemente insignificante, nos ayuda a reencontrar el verdadero significado de la Navidad para no distraernos con lo superfluo. El Evangelio lo menciona varias veces: Nos dice que María colocó a Jesús «en un pesebre» (Lc 2,7); los ángeles anuncian a los pastores que encontrarán al niño recién nacido acostado en un pesebre (v. 12); y los pastores encuentran «al recién nacido acostado en el pesebre» (v. 16). Dios quiso decirnos algo con ese signo. Al menos podemos descubrir tres cosas: la cercanía, la pobreza y lo concreto.
2) Para pensar
Lo primero que significa el pesebre de Belén es la cercanía. La función del pesebre es presentar la comida de modo inmediato. Pero el hombre, en cambio, fomenta sus hambres de poder, de dinero y de placer desordenado devorando a sus hermanos débiles, especialmente a los niños y a los pobres, como en la guerra. Pero Jesús se hace muy cercano en el pesebre para saciarnos con el verdadero alimento de su propio cuerpo en el pan de la Eucaristía. No olvidemos que la palabra “Belén” proviene del hebreo que significa: “Casa del pan”.
El pesebre es incómodo, pero Dios se acomoda allí para hacernos sus hijos y nutrirnos de ternura. No permanece distante y potente; Él, que estaba sentado en el Cielo, se deja recostar en un pesebre. Dice el Papa que desde el pesebre nos habla: “Si sientes que los acontecimientos te superan…, si tienes hambre de justicia, yo, Dios, estoy contigo. Sé lo que vives… Conozco tus miserias y tu historia. He nacido para decirte que estoy y estaré siempre cerca de ti”.
3) Para vivir
En segundo lugar, señala el papa, el pesebre nos habla de la pobreza. Jesús no tuvo a nadie alrededor, sino a quienes lo querían: María, José y los pastores; todos pobres, unidos por el afecto y el asombro; no por riquezas. El humilde pesebre saca a relucir las verdaderas riquezas de la vida: no el dinero o el poder, sino las personas. Y la primera persona y riqueza es Jesús. El papa pregunta: ¿Amamos su pobreza, o preferimos quedarnos cómodos en nuestros intereses? ¿Lo visitamos en los pobres pesebres del mundo?
En tercer lugar, el pesebre nos habla de lo concreto. Un niño en un pesebre es una escena que impacta: Dios se ha hecho verdaderamente carne. Jesús, pobre, no hizo muchos discursos sobre la pobreza, sino la vivió en concreto hasta las últimas consecuencias. La Navidad significa el amor de Dios por nosotros en concreto, con obras, hasta su muerte. No nos amó en broma. Jesús no quiere sólo buenos propósitos, busca que vivamos nuestra fe y amor de modo concreto, con hechos de adoración y de caridad. No dejemos pasar esta Navidad sin hacer algo de bueno. Ya que es su fiesta de cumpleaños, hagámosle regalos que le agraden.
LA EPIFANÍA, TIEMPO DE MANIFESTAR A JESÚS CON NUESTRO TESTIMONIO
Silvia Del Valle
Epifanía significa manifestación, es así que la Solemnidad de la Epifanía es cuando celebramos la manifestación del Señor a los gentiles representados en los magos de oriente. Ellos, lo reconocen como el Mesías y le ofrecen regalos.
En nuestros días nos toca hacer lo mismo, reconocer a Jesús como el Señor de nuestra vida y darle regalos, por eso aquí te dejo mis 5Tips para vivir esta fiesta al máximo.
PRIMERO. Que nuestra familia sepa el sentido trascendente de la Epifanía.
Y es que la sociedad nos invita a darle un sentido superficial y hasta falso a esta solemnidad.
Es muy fácil que nos dejemos llevar por estas ideas si no tenemos claro lo que verdaderamente significa la Epifanía.
Es bueno también que lo podamos compartir con nuestros hijos al nivel de cada uno. Para eso tenemos material didáctico, videos, cantos, etc. en los que nos podemos apoyar.
Y por supuesto que podamos asistir a Misa juntos es básico.
SEGUNDO. Si tienes hijos pequeños que hagan su cartita a los Reyes pidiendo lo que más anhele su corazón.
Una de las tradiciones más lindas en nuestra sociedad es que los niños le escriban cartas a los Reyes Magos para pedirle regalos como los que le llevaron a Jesús.
Nosotros debemos explicarles a nuestros hijos el sentido más profundo de esta tradición y, dependiendo de la edad, ayudarles a que sepan pedir adecuadamente lo qué hay en su corazón.
Es bueno que pidan juguetes, que pidan ropa, que pidan lo que más les hace falta o les ilusiona, pero también es bueno que aprendan a pedir lo que más le hace falta a la familia, aquello que no necesariamente es material pero que traerá grandes bienes a la familia.
TERCERO. Preparemos regalos para Jesús.
También es bueno ponernos en el lugar de los Magos de oriente y prepararle regalos a Jesús que le podemos ofrecer para expresarle nuestro cariño y reconocerlo como el Rey de nuestra vida y de nuestra familia.
Estos regalos no tienen que ser materiales, es mejor si son espirituales y de actitudes, por ejemplo, si me cuesta mucho trabajo no enojarme le puedo ofrecer tratar de no hacerlo por amor a Él.
Podemos comenzar a trabajar en esto desde ya, pero como tenemos poco tiempo, también podemos ofrecerle hacerlo en el futuro, puede ser un número determinado de día o un número concreto de veces.
Podemos hacer una tarjeta para ofrecerla en misa, llevarla al Santísimo o ponerla en el altar familiar o podemos hacer algún dibujo o carta, no importa el formato, lo importante es que le expresemos nuestros regalos.
Jesús aprecia mucho los regalos salidos del corazón y por lo tanto los toma con mucho cariño.
CUARTO. Compartamos con lo que nos rodean.
Cuando estamos felices hacemos fiesta e invitamos a nuestros conocidos, familiares y vecinos.
Podemos organizar una pequeña cena familiar, una convivencia con los vecinos o amigos y compartir el sentido real de la Epifanía y también un rico café y la tradicional rosca de reyes.
En realidad no importa que tan grande o pequeña es nuestra celebración, lo importante es que podamos compartir los regalos que le preparamos a Jesús con los más cercanos y así dar testimonio de que tenemos a Jesús como nuestro Rey y Señor y así lo reconocemos tanto en privado como en público.
Y QUINTO. Oremos por los que en es tiempo, no reconocen a Jesús como e Mesías.
Sabemos qué hay personas que no tienen la gracia de poder reconocer a Jesús como el Rey de su vida, pero debemos orar por ellos para que, con la gracia de Dios y quizá con nuestro testimonio vayan cambiado su forma de ver las cosas y comprendan que Jesús ha venido a salvarnos a todos.
La oración por alguien es la caridad más grande que se puede tener y también es como abrazarle con el alma, es por esto que debemos ser generosos y hacer oración por las personas que están alejadas de la Verdad, unas por ignorancia otras por tradición y otras porque aún no les ha llegado la Buena Nueva.
No importa cuál sea el motivo, nuestras oraciones les van acercando poco a poco y así ponemos un granito de arena para que abran sus corazones a la gracia de Dios.
Al final de cuentas, nuestras oraciones por ellos también son un regalo para Jesús pues estamos buscando acercar a más personas a Él.
Bendecida Epifanía.
La rebeldía de los jóvenes: ¿Defecto o virtud?
Escrito por Gerardo Castillo Ceballos
Publicado: 12 Diciembre 2022
Como los motivos y las formas de rebelarse pueden ser muy diferentes en cada caso, no hay rebeldía, sino rebeldías y rebeldes.
Tradicionalmente la rebeldía ha sido considerada sólo como un defecto, por acentuar excesivamente el significado de una de sus acepciones: insumisión, desacato y desafío a la autoridad. En cambio apenas se suele mencionar otra acepción: “Rebelde se llama también al indócil, duro, fuerte y tenaz”. Se sobreentiende que estas actitudes son vinculables a algún bien que se quiere preservar o defender.
En la adolescencia inicial la rebeldía es un rasgo de inmadurez abierto a una posible madurez posterior que puede alcanzar la categoría de virtud.
La actitud de la rebeldía es ambivalente: puede producirse con causa y sin causa; por algo que vale la pena o por algo intrascendente; para ayudar o para obtener una ventaja personal (la propia conveniencia); como reacción desde la inseguridad o en función de algún valor.
La rebeldía surge en la pubertad (12-14 años) como mecanismo de defensa de una personalidad insegura que necesita autoafirmarse. Nace del miedo a actuar tras salir de la dependencia de la infancia. Los momentos de ingenua prepotencia se alternan con los de reclusión en sí mismo. Es una rebeldía “regresiva”. El púber, en algunas ocasiones,pierde la confianza en sí mismo y siente nostalgia de la niñez, a la que regresa mentalmente.
Un ejemplo de la rebeldía incoherente del púber:
-A ver si queda claro: ¡ya no soy un niño! Soy un adulto capaz de tomar mis propias decisiones y de resolver por mí mismo mis problemas. Así que mamá ¡hazme las maletas!, porque yo no puedo seguir viviendo en esta casa.
En la adolescencia media (14-16 años) se produce una crisis interna o de personalidad que se manifiesta como inconformismo radical. Puede conllevar actitudes agresivas. El adolescente se siente mal por dentro y proyecta su insatisfacción contra padres y profesores. Es la “rebeldía agresiva”, que es “propia de la persona débil, de quien no sabiendo soportar la dureza de la vida diaria intenta aliviar su sufrimiento haciendo sufrir a los demás. Se expresa de forma violenta”. (Yela, M.) .
En algunos casos evoluciona hacia la transgresión. La “rebeldía transgresiva” va directamente contra las normas de la sociedad, de la familia y de la escuela, por el simple placer de romperlas. Puede haber sido provocada tanto por influencia de una subcultura del entorno como por errores en la educación familiar, especialmente el autoritarismo y la indiferencia de los padres.
Conozco un padre que tras reconocer que no estaba dedicando tiempo al hijo rebelde quiso rectificar:
-Hijo mío, me gustaría pasar más tiempo contigo. ¿Me aceptas como amigo de Facebook y te sigo en Twitter?
Hasta aquí las rebeldías inmaduras de la inseguridad, propias de quienes no saben todavía qué es lo que quieren en la vida. En cambio, en la adolescencia superior o edad juvenil (a partir de los 17 años), fase del “despertar del yo mejor” y de los grandes ideales, suele surgir una rebeldía más evolucionada.
Esa rebeldía se ha denominado “progresiva”. Es la que “se siente como deber más que como derecho. No es propia del asustado, ni del débil, ni del amoral. Es, al contrario, el signo del que se atreve a vivir, pero quiere vivir dignamente; del que sabe soportar el peso de la realidad, pero no el de la injusticia; del que acepta las reglas de los hombres, pero las discute y critica para mejorarlas” (Yela)
Se trata de una rebeldía constructiva frente a comportamientos de deslealtad, hipocresía, insolidaridad, injusticia social, falta de respeto a la naturaleza y a la vida humana.
Para Marañón la rebeldía es el deber y la virtud fundamental de la juventud. La actitud rebelde debe mostrarse tanto en la vida privada como en la vida pública: “Siendo el estado actual de las sociedades una estructura transitoria necesitada de constante renovación, la fuerza legítimamente impulsora de ese cambio tiene que ser la juventud. Con los años el espíritu se endurece para las injusticias; se acaba por aceptar lo que de joven era incomprensible”.
En una sociedad permisiva la mejor rebeldía es la práctica de las virtudes. La virtud de la sobriedad es una rebeldía frente al ambiente consumista; las virtudes de la castidad y del pudor son una rebeldía frente a la escalada del erotismo.
Gerardo Castillo Ceballos
Las diferencias entre ricos y pobres no son solo de dinero
Escrito por David Hermoza
Publicado: 26 Diciembre 2022
Menos de 100 personas acumulan la riqueza de 3.500 millones. La falta de acceso a servicios básicos agranda la brecha.
La aritmética es brutalmente simple. Si menos de 100 personas controlan la misma cantidad de riqueza que los 3.500 millones más pobres del planeta, el resultado puede expresarse con una sola palabra: Desigualdad.
Y no se define únicamente por la brecha entre los que tienen más y los que tienen menos. También se evidencia en el acceso a agua potable, electricidad, saneamiento, educación, salud y otros servicios básicos.
La expansión de la economía a comienzos de este siglo ayudó a millones de personas a salir de la pobreza extrema. Y si bien América Latina registró las tasas más altas de crecimiento en su historia, la región sigue siendo la más desigual del mundo, según la Cepal.
La ONU y otras organizaciones internacionales se han propuesto el objetivo de acabar con la pobreza para 2030. Pero eso implica que cada año 50 millones de personas deberían comenzar a tener ingresos por encima de US$1,90 al día.
Es decir, cada semana aproximadamente 1 millón de personas tendrían que salir de la pobreza durante los próximos 15 años. ¿Es posible?
¿Dónde está la desigualdad?
La clave para poner fin a la pobreza está no solo en el crecimiento económico, sino también en la importancia de reducir las desigualdades entre los que tienen más y los que menos tienen (el 40% más pobre).
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 10 muestra que reducir la desigualdad implica tener en cuenta la variedad de sus contextos. Además de la desigualdad de ingresos en la etapa de la adultez, existe también la desigualdad por género, edad, discapacidad, raza, clase, etnia, religión, y en oportunidades, que usualmente se manifiesta durante diferentes etapas, empezando por la niñez, según los Indicadores de Desarrollo del Banco Mundial.
Para Naciones Unidas, en promedio –y teniendo en cuenta el tamaño de la población–, la desigualdad de los ingresos en los países en desarrollo aumentó un 11% entre 1990 y 2010.
Si bien el crecimiento económico ha sido clave para mejorar la vida de los más pobres y ha permitido que los ingresos del 40% más vulnerable de América Latina haya mejorado más que el total de la población -en comparación con otras regiones- la distribución no ha sido del todo equitativa.
Reducir las desigualdades latentes y erradicar la pobreza extrema implica analizar por qué para el 40% más pobre es tan difícil aumentar sus ingresos y salir del círculo de la pobreza.
Una de las formas de medir la desigualdad es el índice de Gini, que permite identificar hasta qué punto la distribución del ingreso se aleja de un reparto perfectamente equitativo. El indicador demuestra que América Latina es una de las regiones con el grado más alto de desigualdad en el mundo.
" El Índice de Oportunidades Humanas permite evaluar cuan diferente puede ser, por ejemplo, el futuro de un niño nacido de padres pobres en un entorno rural frente al de uno nacido de padres educados y en un entorno urbano. "
La mayor parte de la desigualdad en el ingreso de los adultos de América Latina –y del mundo- se debe a circunstancias personales sucedidas durante su niñez, que escapan a su control y responsabilidad. Según los expertos, estas circunstancias están ligadas a la raza, el género, el lugar de nacimiento, y el nivel educativo y de educación de los padres.
Estos factores son tan importantes para determinar el futuro de un ser humano, que se ha creado un indicador denominado “Índice de Oportunidades Humanas” que permite evaluar cuan diferente puede ser, por ejemplo, el futuro de un niño nacido de padres pobres en un entorno rural frente al de uno nacido de padres educados y en un entorno urbano.
El nivel de formación de los padres y el ingreso de la familia condicionan fuertemente el futuro de los niños, haciendo que la falta de oportunidades no sea aleatoria, sino sistemática. Gran parte de ese futuro se forma mientras estamos en el vientre y en nuestros primeros cinco años.
Para acelerar el crecimiento y mejorar los ingresos del 40% más pobre, se cesitanne más trabajos y programas de protección social bien diseñados. Sin embargo, una de las claves está en invertir en los niños que viven en los hogares más pobres y expandir las oportunidades disponibles para ellos. Esta herramienta, por ejemplo, permite ver qué está pasando con esos niños y cuántos son, para así contribuir a cortar la transmisión intergeneracional de la pobreza, mejorar la economía e impulsar el desarrollo.
David Hermoza
Varón y mujer los creó: Vaticano se pronuncia sobre ideología de género en educación
Por: Aciprensa
El Vaticano se pronunció sobre la ideología de género en la escuela con un documento de la Congregación para la Educación Católica titulado “Varón y mujer los creó. Para una vía de diálogo sobre la cuestión del gender en la educación”.
En el documento se explica que “se difunde cada vez más la conciencia de que estamos frente a una verdadera y propia emergencia educativa, en particular por lo que concierne a los temas de afectividad y sexualidad”.
El Vaticano advierte que “la desorientación antropológica, que caracteriza ampliamente el clima cultural de nuestro tiempo, ha ciertamente contribuido a desestructurar la familia, con la tendencia a cancelar las diferencias entre el hombre y la mujer, consideradas como simples efectos de un condicionamiento histórico-cultural”.
En este contexto, “la misión educativa enfrenta el desafío que surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer”.
Esta ideología “presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo”.
Por el contrario, “la visión antropológica cristiana ve en la sexualidad un elemento básico de la personalidad, un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los demás, de sentir, de expresar y de vivir el amor humano”.
Por ello, “la Congregación para la Educación Católica, dentro de sus competencias, tiene la intención de ofrecer algunas reflexiones que puedan orientar y apoyar a cuantos están comprometidos con la educación de las nuevas generaciones a abordar metódicamente las cuestiones más debatidas sobre la sexualidad humana, a la luz de la vocación al amor a la cual toda persona es llamada”.
De esta manera, “se quiere promover una metodología articulada en las tres actitudes de escuchar, razonar y proponer, que favorezcan el encuentro con las necesidades de las personas y las comunidades”.
Escuchar
El documento plantea una serie de puntos de encuentro, como “la educación de niños y jóvenes a respetar a cada persona en su particular y diferente condición, de modo que nadie, debido a sus condiciones personales (discapacidad, origen, religión, tendencias afectivas, etc.) pueda convertirse en objeto de acoso, violencia, insultos y discriminación injusta”.
“Otro punto de crecimiento en la comprensión antropológica son los valores de la feminidad que se han destacado en la reflexión del gender”.
Sin embargo, también plantea varias críticas, como el hecho de que, sobre todo las teorías más radicales de la ideología de género, indique “un proceso progresivo de desnaturalización o alejamiento de la naturaleza hacia una opción total para la decisión del sujeto emocional”.
“Con esta actitud, la identidad sexual y la familia se convierten en dimensiones de la ‘liquidez’ y la ‘fluidez’ posmodernas: fundadas solo sobre una mal entendida libertad del sentir y del querer, más que en la verdad del ser; en el deseo momentáneo del impulso emocional y en la voluntad individual”.
“Las presuposiciones de estas teorías son atribuibles a un dualismo antropológico: a la separación entre cuerpo reducido y materia inerte y voluntad que se vuelve absoluta, manipulando el cuerpo como le plazca”, se señala en el documento.
Esta ideología “induce proyectos educativos y pautas legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente libres de la diferencia biológica entre el hombre y la mujer”.
Razonar
En el documento, se presentan una serie de “argumentos racionales que aclaran la centralidad del cuerpo como un elemento integral de la identidad personal y las relaciones familiares”.
Recuerda que “desde un punto de vista genético, las células del hombre (que contienen los cromosomas XY) son diferentes a las de las mujeres (cuyo equivalente es XX) desde la concepción”.
El proceso de identificación de la persona “se ve obstaculizado por la construcción ficticia de un ‘género’ o ‘tercer género’. De esta manera, la sexualidad se oscurece como una calificación estructurante de la identidad masculina y femenina. El intento de superar la diferencia constitutiva del hombre y la mujer, como sucede en la intersexualidad o en el transgender, conduce a una ambigüedad masculina y femenina, que presupone de manera contradictoria aquella diferencia sexual que se pretende negar o superar”.
Proponer
Finalmente, el Vaticano aborda la introducción de la ideología de género en la educación y señala que “sin una aclaración satisfactoria de la antropología sobre la cual se base el significado de la sexualidad y la afectividad, no es posible estructurar correctamente un camino educativo que sea coherente con la naturaleza del hombre como persona, con el fin de orientarlo hacia la plena actuación de su identidad sexual en el contexto de la vocación al don de sí mismo”.
El primer paso para esa aclaración antropológica “consiste en reconocer que también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo”.
Explica que “la antropología cristiana tiene sus raíces en la narración de los orígenes tal como aparece en el Libro del Génesis, donde está escrito que ‘Dios creó al hombre a su imagen […], varón y mujer los creó’. En estas palabras, existe el núcleo no solo de la creación, sino también de la relación vivificante entre el hombre y la mujer, que los pone en una unión íntima con Dios”.
Defiende que “es necesario reiterar la raíz metafísica de la diferencia sexual: de hecho, hombre y mujer son las dos formas en que se expresa y se realiza la realidad ontológica de la persona humana”.
“Esta es la respuesta antropológica a la negación de la dualidad masculina y femenina a partir de la cual se genera la familia. El rechazo de esta dualidad no solo borra la visión de la creación, sino que delinea una persona abstracta que después elije para sí mismo, autónomamente, una u otra cosa como naturaleza suya”.
También “se niega a hombres y mujeres su exigencia creacional de ser formas de la persona humana que se integran mutuamente. Ahora bien, si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la creación, entonces tampoco existe la familia como realidad preestablecida por la creación. Pero, en este caso, también la prole ha perdido el puesto que hasta ahora le correspondía y la particular dignidad que le es propia”.
Subraya que “la familia es el lugar natural en donde esta relación de reciprocidad y comunión entre el hombre y la mujer encuentra su plena actuación”.
Hace hincapié en que en la familia “se fundan dos derechos fundamentales que siempre deben ser respaldados y garantizados”.
“El primero es el derecho de la familia a ser reconocida como el principal espacio pedagógico primario para la formación del niño”.
El segundo derecho “es el del niño a crecer en una familia, con un padre y una madre capaces de crear un ambiente idóneo para su desarrollo y su madurez afectiva. Seguir madurando en relación, en confrontación, con lo que es la masculinidad y la feminidad de un padre y una madre, y así armando su madurez afectiva”.
El documento del Vaticano explica que “a la acción educativa de la familia se une la de la escuela, que interactúa de manera subsidiaria”.
“La escuela católica debe convertirse en una comunidad educativa en la que la persona se exprese y crezca humanamente en un proceso de relación dialógica, interactuando de manera constructiva, ejercitando la tolerancia, comprendiendo los diferentes puntos de vista y creando confianza en un ambiente de auténtica armonía”.
“La educación a la afectividad necesita un lenguaje adecuado y moderado. En primer lugar, debe tener en cuenta que los niños y los jóvenes aún no han alcanzado la plena madurez y empiezan a descubrir la vida con interés. Por lo tanto, es necesario ayudar a los estudiantes a desarrollar un sentido crítico ante una invasión de propuestas, ante la pornografía descontrolada y la sobrecarga de estímulos que pueden mutilar la sexualidad”.
Por estas razones, “no se puede dejar a la familia sola frente al desafío educativo. Por su parte, la Iglesia continúa ofreciendo apoyo a las familias y a los jóvenes en las comunidades abiertas y acogedoras”.
Agricultores y ganaderos en números rojos
Un año de “números rojos” para el sector agrario y ganadero. De nuevo el látigo de la sequía ha esquilmado producciones y pastos, a lo que hay que sumar el caos de los mercados a raíz de la guerra en Ucrania, que ha encarecido hasta niveles desconocidos costes de producción fundamentales para el campo, como los abonos, la energía o los piensos. Con la inflación instalada en los precios de los alimentos, ha quedado claro que los beneficios del campo se los quedan otros, puesto que el agricultor y ganadero ha visto reducirse drásticamente la rentabilidad de su trabajo.
Las cifras que arroja el sector en el balance 2022 confirman el análisis negativo. Cinco millones de toneladas de cereal, lo que significa un 32 por ciento menos que en 2021, “y que por primera vez España ha tenido que importar más cereal del que produce”. Las siembras agudizan esta tendencia, puesto que se puede pasar de los casi dos millones de hectáreas habituales a apenas un millón y medio, porque los agricultores no han podido asumir los costes de producción, “y más cuando se ve estos días la inestabilidad de los mercados y las presiones de intermediarios que hacen caja a nuestra costa. Compramos caro y quieren que vendamos regalado”.
Lo mismo está ocurriendo con la ganadería, puesto que muchos profesionales han ajustado sus cabañas, e incluso cerrado sin sucesión, porque los costes de mantenimiento son muy superiores a lo que se obtiene. “Lo que está pasando con la leche, que por primera vez ha retrocedido en producciones, puede ser la punta del iceberg, y seguir con otros sectores: avicultura, porcino… Recordemos que sin rentabilidad no hay sostenibilidad”.
También preocupan los continuos ataques políticos principalmente de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que ha convertido a agricultores y ganaderos en los enemigos públicos a perseguir, lo mismo la ministra de Trabajo, acusando al sector de explotador, o el ministro de Consumo, que quiere repartir tortilla para todos, pero sin romper los huevos, y encima que los alimentos sean gratis.
Jesús Domingo Martínez
Acaba de empezar a vivir Benedicto XVI. No es errata: “para un cristiano, la muerte no existe, es el principio de la vida”: así se expresaba el Venerable Padre Tomás Morales, s.j., y así nos presenta, la fe cristiana, la realidad de la muerte. Muere el cuerpo, transitoriamente, para unirse a su alma un día del que no conocemos la fecha. Al hilo de la entrada de Benedicto en la vida eterna, me viene a la memoria aquella canción que aprendí de niña: “Tengo un alma que no muere, tengo un alma que salvar. ¡Ay de mí si se perdiere, ay de e mí, perdido ya!...” Benedicto vivió preparado para este instante sublime, decisivo y perpetuo, aunque más intensamente, si cabe, desde los últimos años de su vida orante y contemplativa en el silencio de un monasterio. Este Pontífice de la Iglesia, de una talla intelectual incomparable, que “ni sus detractores más acérrimos la discuten”, hombre sabio que hablaba diez idiomas, autor de innumerables libros de filosofía y de teología, de tres maravillosas encíclicas, etc., se preparó para la eternidad inexcusable no sólo con su trabajo bien hecho desde su juventud, sino, sobre todo, con su ardiente caridad, emanada de su corazón misericordioso, que refleja el de Cristo, al que amó y siguió hasta el final ( sus últimas palabras: “Jesús te amo”). Me impresionó su gesto como profesor, de cambio de Universidad a favor de un alumno suyo para salvarle de la injusticia de otros profesores: dejó al descubierto la calidad humana de este hombre de fe viva (libro autobiográfico “ Mi vida”).
Josefa Romo
Benedicto XVI, un profeta en Israel
Benedicto XVI es una figura que acaparó titulares, inspiró a alumnos y movió a millones de personas, pero siempre con una humildad y serenidad que resaltan quienes conocieron al Papa emérito.
5 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 6 minutos
Benedicto XVI en Italia (CNS photo/Reuters/Vatican Pool)
Entre los varios encuentros que tuve con el profesor, más tarde cardenal y luego Papa Benedicto, destaca uno: el inesperado honor de hablar sobre la Nueva Evangelización en las conversaciones con su “Círculo de estudiantes” en la residencia de verano de Castel Gandolfo en agosto de 2011. Uní mi experiencia con la audiencia predominantemente agnóstica en la Universidad Técnica (TU) de Dresden a una mirada a desarrollos filosóficos alentadores, pues precisamente en la era postmoderna muchos pensadores se sirven (de nuevo) del “Thesaurus” bíblico. Mi tema, “Atenas y Jerusalén”, estaba dedicado al Papa como “teórico de la razón”.
En el bello, pero sencillo marco de Castel Gandolfo volvíamos a encontrarnos con el Profesor quien, todavía algo cansado y encorvado por la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, seguía sin embargo con atención las conferencias y dirigía a los 60 estudiantes, contenía con humor sus disquisiciones intelectuales más largas y las reconducía al tema, y corregía también especulaciones filológicas o de otro tipo. Había un ambiente alegre de amistad, impregnado también por la atmósfera de un seminario universitario, cuando el Santo Padre animaba a sus “alumnos” a tomar postura o planteaba objeciones. Sobre todo, impresionaba la notable sencillez de su comportamiento, como ya había experimentado en varias ocasiones. No había ninguna “corte”, y uno podía moverse libremente por las salas designadas y disfrutar de la maravillosa vista del lago Albano y de los jardines de regadío, hasta una Roma difuminada en la bruma.
El carácter de Benedicto XVI
El domingo a mediodía tenía lugar el clásico rezo del Ángelus con un breve discurso del Papa. Ya una hora antes, el patio interior de Castel Gandolfo estaba abarrotado de peregrinos. El entusiasmo era ya palpable, como una ola, mucho antes de que apareciera el Papa y de que, con cierta dificultad, restableciera la calma. Se notaba la naturalidad y la gran alegría con que le saludaban, y pensaba con vergüenza en los medios de comunicación centroeuropeos, que habían desarrollado verdadera maestría en la minusvaloración incluso de los éxitos grandes y visibles, como en la Jornada Mundial de la Juventud. Uno se preguntaba por qué no pocos medios de comunicación deforman, quieren deformar, su imagen. Su carisma inconfundible y tranquilo, su profundidad y sabiduría llegaban sin duda a quienes tenían los ojos abiertos. Cuando relaciono estos encuentros con el primero, en el castillo de Rothenfels (Burg Rothenfels) en 1976, siguen teniendo algo en común: la tranquilidad, la profunda amabilidad, la serenidad.
En las últimas impresiones prevaleció algo aún más: la humildad. Y esta actitud es probablemente lo más sorprendente para un Papa. Quizá parezca extraño subrayar esta impresión acudiendo a Goethe: “Las personas más grandes que he conocido, y que tenían el cielo y la tierra libres ante su mirada, eran humildes y sabían lo que tenían que apreciar gradualmente” (Artemis Gedenkausgabe 18, 515). “Gradualmente” significa conocer una jerarquía de los bienes, haber desarrollado una capacidad de discernir en la diversidad lo importante. Y de nuevo, en otro tono: “Todas las personas dotadas de fuerza natural, tanto física como espiritual, son por regla general modestas” (Ibid. 8, 147).
El Papa y la opinión pública
El Papa emérito fallecido no necesita tales juicios, pero es notable cómo esta impresión inmediata de humildad y reserva a menudo se pasa por alto, tal vez incluso se retuerce precipitada o deliberadamente. Esta alusión puede aplicarse a lo que posiblemente sean los reproches mediáticos más tontos que se le hicieron, desde “Panzerkardinal” a “rottweiler de Dios” (en realidad, uno se resiste a repetir estas tonterías). Estos errores son una nueva confirmación de una estupidez que es maldad, o de una malicia que es estupidez (o quizá sólo desesperación). Pero también son signo de un clima que intuía algo invencible en este hombre y en su ministerio, y por eso quería intervenir, con un instinto de distorsión y deseo de malentender que, sin embargo, y por eso, duele.
Esto sitúa en una gran cercanía al hombre y a su tarea. Está implícito cada vez que se encuentran la aprobación y la contradicción. Hans Urs von Balthasar escribió con impresionante agudeza sobre el primer Papa: “Pedro debió parecer bastante ridículo cuando fue crucificado con los pies en alto; era simplemente una buena broma …, y la forma en que su propio jugo goteaba constantemente por su nariz. … Está muy bien que la crucifixión sea aquí cabeza abajo; evitar cualquier confusión, y a pesar de ello, se crea un reflejo evocador de lo único, puro, recto, en las turbias aguas de lo cristiano-demasiado cristiano. Se hace penitencia por culpas impensables, amontonadas hasta que el sistema se derrumbó”.
Y Balthasar expresa el tremendo pensamiento de que el ministerio en la Iglesia, desde su primer representante, tiene que ver con soportar vicariamente la culpa. “Ay de nosotros, si ya no existe el punto donde el pecado de todos nosotros se reúne para manifestarse, igual que el veneno que circula por el organismo se concentra en un lugar y estalla como un absceso. Y por eso bendito el oficio -sea Papa, obispos o simples sacerdotes que se mantienen firmes, o cualquiera que se dé por aludido cuando se dice ‘la Iglesia debería’- que se entrega a esta función de ser el foco de la enfermedad” (Aclaraciones. Sobre el examen de los espíritus, Friburgo 1971, 9).
Para quienes estas declaraciones les parezcan demasiado amargas, ahí están los frutos de esta amargura. Provienen de la lucha incesante de Jacob, sin la cual el antiguo y el nuevo Israel son impensables. Este entrelazamiento de desafío y bendición, de resistencia y victoria, de noche y final amanecer, es un mensaje de la esencia de Dios y de la esencia de los elegidos. El poder de Dios no llega destrozando. Exige un máximo de fuerza, un “optimum virtutis”, pero no abruma. En cuanto resistencia incluso quiere ser captado como amor. Lo que llega como resistencia y aparente contrapoder, llega -cuando se libra la buena batalla- como bendición. Por eso hay algo de acero y de inalcanzable en la figura tranquila y vulnerable del Papa. Precisamente sus viajes al extranjero, considerados por anticipado un fracaso, por ejemplo el viaje a Inglaterra, o también a la difícil Alemania, se convirtieron en notables victorias. Una cantante de rock italiana lo consideraba “cool”. Puede que sea una palabra de moda poco sutil, pero da en el clavo.
Me disculpo por citar a Goethe por tercera vez, en esta ocasión en aras de una profundidad que comparable en estos dos alemanes. La cita procede del gran ensayo geológico de Goethe sobre las rocas de granito, una imagen que -en mi opinión- también es descubre algo simbólico de la manera de ser de Joseph Ratzinger: “Tan solitario, digo, se siente el hombre que sólo quiere abrir su alma a los sentimientos más antiguos, primeros y profundos de la verdad”.
Benedicto XVI y el Logos
Así que el último pensamiento va hacia la verdad que está por encima de este pontificado. ¿Cuándo fue defendida por última vez por un Papa la reivindicación de la razón de forma tan implacable, y a la vez atractiva? ¿Y cuándo la razonabilidad de la fe y el ecumenismo de la razón, existente ya desde la antigüedad griega, que puede reunir filosofías, teologías y ciencias? El Cantar de los Cantares del Logos por parte de Benedicto XVI accede precisamente al “atrio de los gentiles”, y ha estimulado una conversación que abandona el estancamiento del posmoderno vacío de sentido. Jerusalén “tiene que ver” con Atenas, y eso pese a todos los veredictos, sean de una ortodoxia sectaria, por un lado, o de una ciencia sectaria, por otro. “No se puede tensar una cuerda si sólo se sujeta por un lado”, decía Heiner Müller, el dramaturgo de la República Democrática Alemana, en relación con el (aparentemente perdido) más allá (Lettre international 24, 1994). Así, con Joseph Ratzinger la patrística despierta a una nueva vida inesperada, que debe al Logos el discernimiento de los espíritus, para implantar la sabiduría del mundo antiguo en la joven cristiandad. De este modo, no sólo se “salva” a la antigüedad y a los primeros tiempos de la Iglesia para la nueva era, sino que también rescata el momento presente de su contradictorio encogimiento de hombros acerca de la verdad. Hay una piedad del pensamiento, que es al mismo tiempo conversión a la realidad.
Esta capacidad de aclarar lo no abarcable, lo controvertido, con fe en la posibilidad de la verdad, ya estaba planteada desde el principio, y se hizo visible muy pronto. Escuchemos la voz de Ida Friederike Görres (1901-1971), la incorruptible. En una carta del 28 de noviembre de 1968 a Paulus Gordan, benedictino de Beuron, escribe sobre la “congoja eclesiástica” que se observa en todo el país ante el rápido hundimiento de cierto catolicismo provinciano como consecuencia de la propaganda del 68. Pero ahora, añade, ha encontrado a su “profeta en Israel”, un joven Profesor Ratzinger en Tubinga, desconocido para ella hasta entonces, que podría convertirse en “la conciencia teológica de la Iglesia alemana”.
“Ecce, unus propheta in Israel”. Con estos trazos quiero expresar mi más sincero agradecimiento al difunto Papa emérito Benedicto XVI.
EL AUTORHanna-Barbara Gerl-Falkovitz
Premio Ratzinger 2021
Preghiera a Nostra Signora di She Shandi Papa Benedetto XVI
Vergine Santissima, Madre del Verbo incarnato e Madre nostra,
venerata col titolo di "Aiuto dei cristiani" nel Santuario di She Shan,
verso cui guarda con devoto affetto l'intera Chiesa che è in Cina,
veniamo oggi davanti a te per implorare la tua protezione.
Volgi il tuo sguardo al Popolo di Dio e guidalo con sollecitudine materna
sulle strade della verità e dell'amore, affinché sia in ogni circostanza
fermento di armoniosa convivenza tra tutti i cittadini.
Con il docile "sì" pronunciato a Nazaret tu consentisti
all'eterno Figlio di Dio di prendere carne nel tuo seno verginale
e di avviare così nella storia l'opera della Redenzione,
alla quale cooperasti poi con solerte dedizione,
accettando che la spada del dolore trafiggesse la tua anima,
fino all'ora suprema della Croce, quando sul Calvario restasti
ritta accanto a tuo Figlio che moriva perché l'uomo vivesse.
Da allora tu divenisti, in maniera nuova, Madre
di tutti coloro che accolgono nella fede il tuo Figlio Gesù
e accettano di seguirlo prendendo la sua Croce sulle spalle.
Madre della speranza, che nel buio del Sabato santo andasti
con incrollabile fiducia incontro al mattino di Pasqua,
dona ai tuoi figli la capacità di discernere in ogni situazione,
fosse pur la più buia, i segni della presenza amorosa di Dio.
Nostra Signora di She Shan, sostieni l'impegno di quanti in Cina,
tra le quotidiane fatiche, continuano a credere, a sperare, ad amare,
affinché mai temano di parlare di Gesù al mondo e del mondo a Gesù.
Nella statua che sovrasta il Santuario tu sorreggi in alto tuo Figlio,
presentandolo al mondo con le braccia spalancate in gesto d'amore.
Aiuta i cattolici ad essere sempre testimoni credibili di questo amore,
mantenendosi uniti alla roccia di Pietro su cui è costruita la Chiesa.
Madre della Cina e dell'Asia, prega per noi ora e sempre.
Amen.
Benedetto XVI, 27 maggio 2007
Immagine di Nostra Signora della Cina.
Sua Santità Benedetto XVI
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