Ideas Claras
DE INTERES PARA HOY sábado, 09 de julio de 2022
Indice:
Francisco: La tolerancia cero contra los abusos es irreversible
AMOR A LA VERDAD : Francisco Fernandez Carbajal
Evangelio del sábado: no temáis, contamos con nuestro Padre Dios
“No descuides la práctica de la corrección fraterna” : San Josemaria
“Todos estamos muy unidos por la comunión de los santos”
Retiro de julio #DesdeCasa (2022)
La liturgia es verdadero encuentro con Cristo. Las ideas centrales de «Desiderio desideravi»
El cáncer de la sociedad resulta ser la ignorancia : José Ramón Talero Islán
La belleza de la liturgia (1). Nos llega una Carta : José Martínez Colín.
La belleza de las desigualdades armónicas : Plinio Corrêa de Oliveira
BUSCAR LA VERDAD : J.R. Ayllón
El católico ante la política : Jordi Rivero
La incoherencia por ley : Javier Rodriguez
El esplendor de la caridad : Redacción de es.romana
La argucia de la conciencia errónea: Pedro Beteta López
Qué hacer cuando los hijos hacen pataleta por las pantallas: guía por edades : Ana Mas Villaseñor
Transformados»: víctimas y expertos cuentan toda la verdad sobre la «transición de género» : Carmelo López-Arias
OTAN: Orden del día… ¡A comprar armas! : Antonio García Fuentes
Francisco: La tolerancia cero contra los abusos es irreversible
En la quinta parte de la entrevista con Phil Pullella, de la agencia de noticias Reuters, el Papa habla de la lucha contra la pederastia: "Hoy es un problema que no se puede discutir”.
VATICAN NEWS
La lucha contra los abusos en la Iglesia comenzó lentamente, pero hoy es un camino irreversible. El Papa Francisco dijo esto en una entrevista con Reuters: "La Iglesia comenzó la tolerancia cero lentamente, y ha avanzado. En este sentido, creo que la dirección tomada es irreversible. Es irreversible. Hoy es un tema que no se puede discutir".
Respondiendo a una pregunta sobre la resistencia que en algunos casos se encuentra a nivel local en la aplicación de las medidas contra los abusos, el Pontífice sostuvo: "Hay resistencia, pero cada vez hay más conciencia de que este es el camino". Francisco recordó la división del Dicasterio para la Doctrina de la Fe en dos secciones, dedicando una de ellas a los juicios por abusos, y comentó: "Las cosas van bien".
07/07/2022El Papa confía en que las reformas financieras evitarán nuevos escándalos
El Obispo de Roma citó entonces un reciente encuentro con visitantes que le recordaron que en su país un 46% de los abusos se producen en el seno de la familia y expresó que "esto es terrible". Tras recordar lo que muestran las estadísticas, el Papa añadió: "Pero esto no justifica nada. Aunque sólo hubiera un caso, sería vergonzoso. Y tenemos que luchar por un solo caso. Esto no va, porque (el abuso) está matando a la persona que tengo que salvar. Yo, como sacerdote, debo ayudar a levantar y salvar a estas personas. Si abuso, las mato. Esto es terrible".
"Tolerancia cero", concluyó el Sucesor de Pedro, elogiando la labor del cardenal arzobispo de Boston y de la Comisión para la Protección de Menores: "Y aquí, chapeau al cardenal O'Malley, que es un hombre valiente. Tiene el valor de un capuchino, justo, un gran hombre. Y también a la Comisión de Protección de Menores, que está trabajando bien, ahora con el Padre Small, que es otro hombre valiente, trabaja bien. Lo apoyo totalmente".
06/07/2022El Papa anuncia que nombrará a dos mujeres en el Dicasterio de los Obispos
Hace nueve años, Francisco visitó Lampedusa, la isla que simboliza el drama de los migrantes en el Mediterráneo. En aquel memorable primer viaje del Pontificado, el Papa insistió en la cuestión decisiva de la fraternidad. Una advertencia que hoy parece aún más urgente en un mundo desfigurado por las guerras, mientras luchamos por superar la crisis pandémica.
Alessandro Gisotti
Hay acontecimientos en este Pontificado, decisiones tomadas por Francisco que, con el paso de los años, adquieren cada vez más fuerza y una dimensión que, en algunos casos, no es exagerado calificar de profética. El 8 de julio de hace nueve años, pocos meses después del inicio de su ministerio petrino, realizó su primer viaje apostólico, dirigiéndose a Lampedusa. Un viaje que fue también un mensaje porque en esas pocas horas pasadas en la isla que simboliza el drama de los migrantes en el Mediterráneo, Francisco testimonió con gestos y signos lo que entiende por "Iglesia en salida". Y mostró por qué es necesario partir, concreta y no metafóricamente, de las "periferias existenciales" si queremos construir un mundo más justo y solidario, una humanidad reconciliada consigo misma.
De aquella visita aún llevamos el recuerdo imborrable de algunas imágenes: el Papa celebrando la misa en un altar hecho con barcas de migrantes, la corona de flores lanzada al mar desde una embarcación, el abrazo con los jóvenes que sobrevivieron a esos viajes llamados de la esperanza, pero que tantas veces, por desgracia, se convierten en viajes de la desesperación. Así pues, el núcleo de la visita fue claramente la situación de los inmigrantes. Sin embargo, en esa ocasión, Francisco pronunció una homilía que amplió su mirada, pasando de esa isla y de lo que significaba en ese momento. Una homilía que hoy llama la atención releer (y más aún volver a escuchar) a la luz de lo que está ocurriendo en los últimos meses en Ucrania bajo el ataque de Rusia, así como en todos los rincones más o menos remotos de la Tierra donde las guerras desatan -liberan de sus cadenas- ese "espíritu cainista de matar, en lugar del espíritu de paz".
En esa homilía, el Papa ofreció su meditación personal sobre el diálogo que el Señor mantiene con Caín inmediatamente después de matar a su hermano Abel. Dios hace la pregunta que hoy y siempre debe resonar como una advertencia para cada uno de nosotros: "Caín, ¿dónde está tu hermano?". Seis veces repite Francisco esa pregunta punzante: "¿Dónde está tu hermano?". Tu hermano emigrante, tu hermano postrado por la pobreza, tu hermano aplastado por la guerra. En los años transcurridos desde aquel viaje, el Pontífice ha vuelto en numerosas ocasiones a la antinomia decisiva hermandad-fraticidio. El 13 de febrero de 2017, en una misa en la Casa Santa Marta, hablando una vez más de Caín y Abel, pronunció fuertes palabras de condena para quienes deciden que "un pedazo de tierra es más importante que el vínculo de la hermandad". Francisco advirtió a los poderosos de la tierra que se atreven a decir: 'Me importa este pedazo de tierra, este otro, si la bomba cae y mata a doscientos niños, no es mi culpa: es la culpa de la bomba'.
El Papa de la Fratelli Tutti, Declaración de Abu Dhabi sobre la fraternidad, el Obispo de Roma que tomó el nombre de hermano Francisco, advierte que esta misma lucha entre la fraternidad y el fratricidio es el tema de los temas de nuestro tiempo. A medida que pasan los años, ve trágicamente cómo se va definiendo el sombrío contorno de lo que él llamaría "la Tercera Guerra Mundial en pedazos". Y qué es esto sino también un "Fratricidio mundial en pedazos", pues toda guerra lleva en sí misma precisamente esa raíz maligna que impulsa a Caín a matar a su hermano y luego a responder despectivamente a Dios que le pregunta al respecto: "¿Soy yo el guardián de mi hermano?
En la Statio Orbis del 27 de marzo de 2020, en la vacía Plaza de San Pedro, el Papa afirmó que, con la tormenta de la pandemia, "se ha vuelto a descubrir esa bendita pertenencia común de la que no podemos escapar: la pertenencia como hermanos". Impresiona yuxtaponer estas palabras con las, amargas y angustiadas, que pronunció en el Urbi et Orbi de este año en Semana Santa. "Era el momento de salir juntos del túnel de la mano" -subrayó, refiriéndose a Covid 19- aunando nuestras fuerzas y recursos. Y en cambio estamos mostrando que en nosotros todavía no está el espíritu de Jesús, todavía está el espíritu de Caín, que mira a Abel no como un hermano, sino como un rival, y piensa en cómo eliminarlo".
Francisco ha dicho en repetidas ocasiones que de las crisis se sale mejor o peor, nunca igual. Hoy en día, la humanidad se enfrenta a una de las crisis más profundas y con más niveles que jamás haya tenido que afrontar. Para salir mejor parados, por tanto, debemos invertir el rumbo, nos exhorta el Papa, alejándonos del poderoso imán de Caín y orientando la brújula de nuestras vidas decididamente hacia la estrella polar de la fraternidad.
— Hablar de Dios y de su doctrina con claridad y firmeza, sin miedos.
— Actuar según la conciencia. Sinceridad con uno mismo.
— Decir siempre la verdad: en lo importante y en lo que parece pequeño.
I. El Evangelio de la Misa1 es una nueva invitación del Señor a llevar una vida veraz, resultado de la fe que llevamos en el corazón, sin miedo a los contratiempos y a las murmuraciones que en ocasiones llevará consigo el seguir de cerca a Cristo. Le basta al discípulo llegar a ser como su maestro y al siervo como su señor. Si al amo de la casa le han llamado Beelzebul, cuánto más a los de su casa. No les tengáis miedo...
Puede ocurrir que en algunas situaciones tengamos que sufrir la calumnia o la difamación –o sencillamente una contrariedad– por ser veraces, por ser fieles a la verdad; en otras, serán quizá mal interpretadas nuestras palabras o nuestras actuaciones. Y el Señor quiere de sus discípulos, de nosotros, que hablemos siempre con claridad, abiertamente: Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz; y lo que escuchasteis al oído, pregonadlo desde los terrados. Con una pedagogía divina, Jesús había hablado a las muchedumbres en parábolas y les había descubierto poco a poco su verdadera personalidad y las verdades del Reino. Jamás disfrazó su doctrina. Después de la venida del Espíritu Santo, quienes le sigan han de proclamar la verdad a plena luz, desde los terrados, sin temor a que la doctrina que enseñan sea opuesta a las que están de moda o imperan en el ambiente. ¿De qué otra forma vamos a convertir el mundo en el que estamos inmersos?
Algunos piensan, por táctica o por cobardía, que la vida de los cristianos y su concepción del mundo, del hombre y de la sociedad, deberían pasar inadvertidas cuando las circunstancias son adversas o comprometidas; estos cristianos quedarían entonces como «emboscados» en medio de una sociedad que parece haber orientado sus objetivos en otro sentido radicalmente distinto; no tendría entonces ninguna resonancia el hecho de ser hombres y mujeres que miran a Cristo como el ideal supremo. No es esa la doctrina del Señor. «“Ego palam locutus sum mundo”: Yo he predicado públicamente delante de todo el mundo, responde Jesús a Caifás, cuando se acerca el momento de dar su vida por nosotros.
»—Y, sin embargo, hay cristianos que se avergüenzan de manifestar “palam” –patentemente– veneración al Señor»2.
En la sociedad en la que vivimos habremos de hablar con seguridad, con la firmeza que da siempre la verdad, de muchos temas de gran trascendencia para la familia, la sociedad y la dignidad de la persona: indisolubilidad del matrimonio, libertad de enseñanza, doctrina de la Iglesia sobre la transmisión de la vida humana, dignidad y belleza de la pureza, sentido grandioso de la virginidad y del celibato por amor a Cristo, consecuencias de la justicia social en relación a gastos inconsiderados, a salarios injustos... Quizá en alguna ocasión, por prudencia o por caridad, deberemos callar. Pero ni la prudencia ni la caridad nacen de la cobardía o de la comodidad. Nunca será prudente callar cuando se da lugar al escándalo o al desconcierto, o cuando esa postura debilita la fe de otros.
Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz... El Señor se está dirigiendo a nosotros, pues son muchos los enemigos de Dios y de la verdad, que desearían, y ponen los medios para conseguirlo, que los cristianos no seamos ni sal ni luz en medio de las tareas seculares.
II. Hay un episodio en el Evangelio3 que nos presenta la manera de actuar de unos fariseos que no se caracterizaban por su amor a la verdad. Mientras pasaba Jesús por los atrios del Templo, se le acercaron los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos para preguntarle: ¿Con qué potestad haces esas cosas? ¿Quién te ha dado poder? El Señor está dispuesto a contestar a su pregunta si ellos muestran sinceridad de corazón. Les pide su opinión acerca del bautismo de Juan: si era del Cielo, y por tanto gozaba de la aprobación divina, o si solo era de los hombres, y como tal no merecía mayor consideración. Pero ellos no le dan su opinión auténtica, su opinión en conciencia. No se preguntan la verdad sobre esta cuestión, el juicio que merece en su corazón. Analizan más bien las consecuencias de sus posibles respuestas, procurando la que más convenga a la situación presente: «Si decimos del Cielo –piensan– dirá: ¿por qué no habéis creído en él? Pero si decimos que el bautismo del Precursor era de los hombres, la muchedumbre se nos echaría encima», porque todos tenían a Juan por un verdadero profeta.
A pesar de ser líderes religiosos, no son hombres de principios firmes capaces de informar sus palabras y sus obras. «Son hombres “prácticos”, se dedican a hacer “política”. En lo que atañe a su interés o comodidad, su razonamiento es inteligente. Pero no están dispuestos a ir más allá en su razonar: son hombres en quienes la comodidad ha sustituido a la conciencia»4. Su norma de conducta era seguir lo más oportuno y lo más conveniente en cada ocasión. No actúan según verdad. Por eso dicen: No lo sabemos. No les interesaba saberlo y mucho menos decirlo. La reacción de Jesús es muy significativa: Entonces tampoco Yo os digo con qué autoridad hago estas cosas. Es como si les dijera: si no estáis dispuestos a ser sinceros, a mirar en vuestros corazones y enfrentaros con la verdad, es inútil el diálogo. Yo no puedo hablar con vosotros ni vosotros conmigo. No nos entenderíamos. Lo mismo ocurre cada día. «La persona cuya vida no esté regida por la sinceridad, por una disposición habitual de enfrentarse con la verdad o con las exigencias de la conciencia –por incómodas o duras que sean–, se aparta rotundamente de toda posibilidad de comunicación divina. El que tiene miedo a enfrentarse a su conciencia tiene miedo de enfrentarse a Dios, y solo los que afrontan el estar cara a cara con Dios pueden tener verdadero trato con Él»5. No es posible encontrar a Dios sin este amor radical a la verdad. Tampoco es posible entenderse con los hombres en una auténtica convivencia.
El amor a la verdad nos llevará a ser sinceros en primer lugar con nosotros mismos, a mantener una conciencia clara, sin engaños, a no permitir que se empañe con errores admitidos, con ignorancias culpables, con miedos a profundizar en las exigencias personales que la verdad lleva consigo. Si, con la ayuda de la gracia, somos sinceros con nosotros mismos, lo seremos con Dios, y nuestra vida se llena de claridad, de paz y de fortaleza. «Leías en aquel diccionario los sinónimos de insincero: “ambiguo, ladino, disimulado, taimado, astuto”... —Cerraste el libro, mientras pedías al Señor que nunca pudiesen aplicarte esos calificativos, y te propusiste afinar aún más en esta virtud sobrenatural y humana de la sinceridad»6.
III. En un mundo en que tantas veces la mentira y el disimulo es el modo de comportamiento habitual de muchos, debemos los cristianos ser hombres veraces, que huyen siempre hasta de la mentira más pequeña. Así nos han de conocer quienes nos tratan: hombres y mujeres que no mienten jamás, ni en asuntos de poca importancia, que rechazan de sus vidas lo que tiene sabor de disimulo, de hipocresía, de falsedad, que saben rectificar cuando se han equivocado. Nuestra vida será entonces de una gran fecundidad apostólica, pues se confía siempre en la persona íntegra, que sabe decir la verdad con caridad, sin herir, con comprensión hacia todos.
«¡Cuántas debilidades, cuánto oportunismo, cuánto conformismo, cuánta vileza!»7, decía el Papa Pablo VI refiriéndose «a esas buenas personas, que olvidan la belleza y la gravedad de los compromisos que les unen a la Iglesia». Esta misma situación, que quizá en estos años se ha puesto más de manifiesto, nos llevará a aborrecer la falsedad, por pequeña que nos pueda parecer, porque «la mentira se opone a la verdad como la luz se opone a las tinieblas, la piedad a la impiedad, la justicia a la iniquidad, la bondad al pecado, la salud a la enfermedad y la vida a la muerte. Por tanto, cuanto más amemos la verdad, tanto más debemos aborrecer la mentira»8. No se trata de saber hasta qué punto se pueden decir cosas falsas sin incurrir en falta grave. Se trata de aborrecer la mentira en todas sus formas, de decir la verdad entera; y cuando por prudencia o caridad no se pueda, entonces callaremos, pero no inventaremos recursos formalistas que tranquilicen falsamente la conciencia9. Debemos amar la verdad en sí misma y por sí misma, y no solo en cuanto afecta al daño o al provecho propio o del prójimo. Debemos aborrecer la mentira como algo torpe e innoble, cualquiera que sea el fin con que se la emplee. Debemos aborrecerla porque es una ofensa a Dios, suma Verdad.
Fácilmente se cree lo que se desea. Y así, por ejemplo, muchos enemigos de la Iglesia se encuentran siempre inclinados a tener por ciertos todos los rumores injuriosos, juzgando sin indicios suficientes, informando incluso a la opinión pública sobre esa base. Lo que, en definitiva, se equipara a la mentira, por su origen y por sus consecuencias. Contra la mentira, fríamente empleada tantas veces, nosotros tenemos la verdad, la claridad, la sinceridad sin equívocos ni ambigüedades: la práctica firme de una veracidad en las relaciones personales diarias, en los negocios, en la familia, en los estudios y en los órganos de la opinión pública cuando tengamos acceso a ellos. No sabemos responder a una mentira con otra mentira.
La oración litúrgica nos invita a clamar: que nuestra voz, Señor, nuestro espíritu y toda nuestra vida sean una continua alabanza en tu honor...10. Que nuestra conversación sea siempre veraz, propia de un hijo de Dios.
1 Mt 10, 24-33. — 2 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 50. — 3 Mc 11, 27-33. — 4 C. Burke, Conciencia y libertad, Rialp, Madrid 1976, p. 51, nota 7. — 5 Ibídem. — 6 San Josemaría Escrivá, o. c., n. 337.— 7 Pablo VI, Alocución 17-II-1965. — 8 San Agustín, Contra la mentira, 3, 4. — 9 Cfr. San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, III, 30. — 10 Liturgia de las horas, Oración de Laudes de la 2ª. Semana.
Evangelio del sábado: no temáis, contamos con nuestro Padre Dios
Comentario del sábado de la 14.ª semana del tiempo ordinario. Nuestros miedos afloran en el día a día. Miedo a dar testimonio de Jesús, miedo a las personas que van contra nuestra fe. Ante los posibles miedos a dar a conocer nuestra fe, Jesús nos enseña a buscar al Padre como hijos de Dios.
09/07/2022
Evangelio (Mt 10, 24-33)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos “No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus criados! «No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no llegue a descubrirse, ni oculto que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde la azotea.
«No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un céntimo? Pues bien, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre.
En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. «Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.
Comentario
En este pasaje, Jesús nos habla de nuestros miedos. “No tengáis miedo” de proclamar el Evangelio. Nos llama a no ser cristianos en la oscuridad, sino cristianos a plena luz. Hoy día, existe el peligro de reducir la fe al ámbito privado, a pensar que mi fe la practico por mi cuenta, desvinculada de mi relación con los demás. La sociedad moderna nos presiona para que no difundamos el Evangelio, que lo mantengamos en nuestro fuero interno. Tenemos el peligro de convertirnos en cristianos de puertas adentro, de que nuestra vida cristiana no se vea reflejada en nuestra vida social y profesional. Jesús, en cambio, nos muestra un camino muy diverso “Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz”. Nos llama a ser testigos suyos en el mundo, a llevar su mensaje a todos los lugares de la tierra. A dar luz a los hombres, a llevar a Cristo en medio de todas nuestras circunstancias ordinarias del día a día, a todas las personas que nos rodean.
Otro de nuestros miedos, es el miedo a las personas que pretenden arrinconarnos a los cristianos. “No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”. Los dueños de nuestra alma somos nosotros mismos, gobernamos nuestra propia vida, nuestro propio camino. Tan solo, debemos temer a los que buscan que caigamos en el pecado.
Jesús nos da la clave para superar nuestros miedos: el valor de ser hijos de Dios. No solo somos valiosos por ser imagen y semejanza de Dios, sino que Él nos ha hecho Sus hijos. Y al ser hijos, somos amados de forma absoluta por Dios. Queridos no por lo que hacemos, ni por cómo lo hacemos, sino por lo que somos: hijos amadísimos de Dios.
Esa confianza con nuestro Padre Dios, nos hace capaces de llevar a la oración con Dios todas nuestras realidades: nuestras fatigas, nuestros sufrimientos, nuestro compromiso cotidiano por ser cristianos. Todas nuestras actividades ordinarias son importantes para Dios “hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados”. Con esa cercanía de un hijo con Su Padre, los miedos desaparecen. Esa certeza de ser amados nos lleva a ser capaces de dar testimonio de Jesús en el mundo.
“No descuides la práctica de la corrección fraterna”
No descuides la práctica de la corrección fraterna, muestra clara de la virtud sobrenatural de la caridad. Cuesta; más cómodo es inhibirse; ¡más cómodo!, pero no es sobrenatural. -Y de estas omisiones darás cuenta a Dios. (Forja, 146)
9 de julio
Cuando en nuestra vida personal o en la de los otros advirtamos algo que no va, algo que necesita del auxilio espiritual y humano que podemos y debemos prestar los hijos de Dios, una manifestación clara de prudencia consistirá en poner el remedio oportuno, a fondo, con caridad y con fortaleza, con sinceridad. No caben las inhibiciones. Es equivocado pensar que con omisiones o con retrasos se resuelven los problemas.
La prudencia exige que, siempre que la situación lo requiera, se emplee la medicina, totalmente y sin paliativos, después de dejar al descubierto la llaga. Al notar los menores síntomas del mal, sed sencillos, veraces, tanto si habéis de curar como si habéis de recibir esa asistencia. En esos casos se ha de permitir, al que se encuentra en condiciones de sanar en nombre de Dios, que apriete desde lejos, y a continuación más cerca, y más cerca, hasta que salga todo el pus, de modo que el foco de infección acabe bien limpio. En primer lugar hemos de proceder así con nosotros mismos, y con quienes, por motivos de justicia o de caridad, tenemos obligación de ayudar: encomiendo especialmente a los padres, y a los que se dedican a tareas de formación y de enseñanza. (Amigos de Dios, 157)
“Todos estamos muy unidos por la comunión de los santos”
El prelado del Opus Dei ha comenzado un viaje pastoral por Galicia, Castilla y León y Asturias, que le llevará, hasta el 7 de julio, a reunirse con fieles de la prelatura, cooperadores y otras personas que participan de los medios de formación.
03/07/2022
Santiago 1 de julio - Santiago 2 y 3 de julio
El sábado 2 de julio, a las doce del mediodía, tuvo lugar el segundo encuentro de Mons. Ocáriz con personas del Opus Dei, bajo la carpa situada en la zona deportiva del Colegio Mayor La Estila. Los asistentes recibieron al Prelado con fuertes aplausos al son del pandeiro. Al llegar al estrado, le entregaron una capa de la tuna, bordada con los escudos de ciudades universitarias y que lucía en las cintas de colores los nombres de varios centros del Opus Dei.
En sus primeras palabras, D. Fernando manifestó su alegría por estar con tantas personas de la Obra y próximas a ella, y animó a pensar que “todos tenemos el mismo espíritu y estamos -cada uno en nuestro sitio- muy unidos por la comunión de los santos”. Recordó cómo san Josemaría también se llenaba de alegría al ver a sus hijos y a sus hijas y les animaba a ser más y a servir a la Iglesia, siempre “con la esperanza y la seguridad de que Dios nos ayuda a cada uno con fuerza y nos da la alegría para salir adelante”.
En el rato de tertulia surgieron temas variados: las redes sociales, la santificación del trabajo, la amistad y la vocación de los hijos. Hubo también ocasión para escuchar a la familia Braña, de la que habían venido tres generaciones para amenizar el encuentro con un popurrí de canciones gallegas.
Por la mañana recibió a varias familias
Ángela, que vive en A Coruña, le refirió cómo había superado dos enfermedades y manifestó su agradecimiento por el cariño de tantas personas. El Prelado, además de animarle a entender el sentido del sufrimiento, añadió que “a veces las personas tendemos sin querer a fijarnos en algo que nos preocupa o que nos hace sufrir (...) y nos olvidamos de que en eso mismo hay algo positivo, nunca todo es pura oscuridad”.
Para terminar Teresa y su hija Carmen, de Vigo, le regalaron unas flores que se llaman "alegrías". Mons. Ocáriz comentó que hay que esforzarse en sonreír y desterrar las caras largas. Definió el sentido del humor como “la capacidad de encontrar el lado bueno de las cosas y de descubrir el matiz divertido que nos puede ayudar a reírnos de nosotros mismos”.
Le regalaron una capa de la tuna
Con el arzobispo en la Catedral de Santiago
A las cinco de la tarde el prelado del Opus Dei concelebró la Santa Misa con el arzobispo de Santiago y ochenta sacerdotes en la catedral compostelana. El templo lucía sus mejores galas tras la restauración. Los cantos fueron interpretados por el coro vigués Montecastelo-Acacias, que ya tiene renombre internacional.
Saludo entre Mons. Fernando Ocáriz y Mons. Julián Barrio, arzobispo de Santiago
En su homilía, el Prelado pidió una mentalidad universal para acercar a muchas almas a Dios: “Se puede peregrinar de muchos modos. Sin embargo, el Camino ordinariamente se hace más alegre y llevadero en compañía. Algo similar ocurre en la vida cristiana, porque la Iglesia, Cuerpo de Cristo, es al mismo tiempo Pueblo y familia de Dios. Por eso, qué bueno es recordar que, en el camino de la vida, debemos ir con todos nuestros seres queridos, ir con toda la Iglesia, ir con todo el mundo, con mentalidad grande y universal. San Josemaría, antes de emprender el primer viaje que hizo a la tumba del Apóstol en 1938, escribió a uno de los jóvenes que trataba: «Dentro de unos días, iré a León de paso para Santiago, para ganar el Jubileo. Ya me acordaré de pedir por ti junto al Apóstol. Procura tú, en cambio, pedir por mí: dile que haga todo lo que Él quiera, cueste lo que cueste».
Recordó también a san Juan Pablo II: “Pedimos al Señor apóstoles dispuestos a ir a los confines del mundo, pero también a los «pueblos y lugares» cercanos, aquí, en Galicia, y también por toda esa Europa a la que san Juan Pablo II exhortó desde aquí justamente, junto a la tumba de Santiago, que volviera a Dios”.
El prelado del Opus Dei, durante la homilía en la Catedral de Santiago de Compostela
Finalizó su homilía pidiendo “que el Apóstol Santiago nos ayude en nuestro caminar, yendo de la mano de la Virgen, para que nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad sean cada vez más firmes y alegres”.
Antes de la homilía, una fiel de la Prelatura leyó, en gallego, la petición al Apóstol que es ya tradicional realizar en los Años Santos. Recordó que san Josemaría acudió a este lugar santo en varias ocasiones y que ahora, sus hijas y sus hijos, se sienten beneficiarios de aquellas peregrinaciones. “Desde hace 74 años de su estancia, se extiende la llamada a la santidad en la vida ordinaria por toda Galicia. Nosotros, que somos ya la segunda y tercera generación, queremos perseverar en esta aventura ilusionante. Afrontamos el primer centenario de la fundación dentro de seis años y agradecemos a Dios la semilla echada en nuestras vidas en Galicia, que permitieron recoger frutos de santidad, para el bien de la Iglesia y del mundo. Miles de fieles de la Prelatura, cooperadores y amigos han entrado en esta catedral para honrar a Dios y pedir la intercesión del señor Santiago. Renovamos ese mismo agradecimiento y esa misma petición en la Misa de hoy, acompañados del señor arzobispo y del prelado de la Obra”.
Lectura de la tradicional petición al Apóstol en los Años Santos
Después de la bendición final, el arzobispo, don Julián Barrio, quiso agradecer al Prelado y a todos los asistentes su presencia en la catedral: “De manera especial quiero agradecer a monseñor Fernando Ocáriz, prelado de la Obra, que haya querido estar esta tarde con nosotros, acompañado de tantos fieles de la Prelatura. Por mi parte también ha sido una gran satisfacción poder encontrarme con vosotros y contar con vuestro afecto. Rezaré por vosotros y por vuestras intenciones o preocupaciones. De manera especial, hoy encomiendo a los fieles de la Obra que el Señor ha llamado a su presencia. De modo particular queremos encomendar a don José, hermano de monseñor Ocáriz, a quien el Señor ha llamado a su presencia esta noche. Que el apóstol Santiago, con la intercesión de nuestra Madre Santa María y de san Josemaría, los haya acompañado al Pórtico definitivo de la Gloria”.
La ceremonia finalizó con el funcionamiento del espectacular botafumeiro, que produce particular impacto a quienes lo ven por primera vez.
No perder la esperanza
El domingo por la mañana la música de la tuna recibió al Prelado en el último encuentro que tuvo lugar en Santiago y al que asistieron más de 700 personas.
Tras saludar a los asistentes hizo referencia al Evangelio de la Misa del domingo y recordó que "Dios nos quiere muchísimo. Y quiere que colaboremos con Él, que seamos instrumentos en sus manos".
Mar, que vive en Ferrol, arrancó con la primera pregunta. Le contó a D. Fernando que es madre de 12 hijos y escritora, además de instagramer y bloguera, le regaló su último libro y le habló del café con amigas que ahora, gracias a las redes sociales, tienen ya con personas de más 50 ciudades. Además, le contó al Prelado que celebra los 25 años de matrimonio. Mons. Ocaríz le felicitó por sus años de matrimonio y por sus hijos.
Celia, que trabaja como psiquiatra en Santiago, pidió consejo para saber tratar con cariño a personas cercanas pero distantes en el modo de pensar. El Prelado le recordó que los cristianos podemos encontrar la fuerza que necesitamos en la Eucaristía.
Jessi es de Uganda y trabaja en el colegio Las Acacias en Vigo. Le contó a Mons. Ocáriz su conversión al catolicismo gracias al cariño y buen ejemplo de una amiga suya. Preguntó cómo ayudar a sus amigos y amigas a liberarse de prejuicios hacia la fe. De nuevo el Prelado recordó cómo la verdadera amistad acerca a todas las personas y así se rompen los recelos porque se transmite la propia vida, no como quien da una lección sino con nuestro cariño y amistad.
Rebeca, médico de Vigo y de la Junta directiva de un club juvenil, madre de cinco hijos, quería recibir unos consejos para impulsar mejor la formación con gente joven, consciente de la responsabilidad que tienen esas tareas, y con las dificultades de horarios por sus trabajos y familias. El Prelado le animó a trabajar con orden. Y añadió que no deben perder la esperanza: “Lo que se ha sembrado queda en el alma… y vuelve a salir a flote”.
Con ocasión de la última pregunta que realizó Rosa, escritora, profesora en Vigo y madre de acogida de dos ucranianos, el Prelado pidió rezar por la paz en Ucrania y también por otras guerras que pasan inadvertidas.
Primer día del viaje del Prelado a Galicia, Castilla y León y Asturias
El primer día, 1 de julio, el prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, ha participado en algunos encuentros en el Colegio Mayor La Estila, obra corporativa del Opus Dei en Santiago de Compostela. Saludó a directivos y padres de algunos colegios y a responsables y familias de las EFAs -Escuelas Familiares Agrarias- de Galicia (As Neves, Fonteboa y Piñeiral), a quienes agradeció vivamente su labor y los detalles que le ofrecieron.
El Prelado recibió a varios directivos de centros educativos
El estrado de la tertulia lucía un mural con dibujos santiagueses como la fachada de la catedral, la del hostal de los Reyes Católicos, la esquina y acera del propio Colegio Mayor, además del perfil de la imagen del apóstol Santiago. Se trataba, pese a la multitud, de una reunión familiar. El encuentro estuvo presentado por Adrianey. Mons. Ocáriz, meditando en la liturgia del día, animó a los asistentes a considerar la necesidad -”el hambre de Dios”- que tienen tantas personas.
A Arturo -periodista jubilado pero muy activo, que le contó diversas iniciativas de comunicación-, el Prelado le recordó que el espíritu joven se mantiene con proyectos y buscando la presencia de Dios en todo momento.
Giancarlo relató su historia a Mons. Fernando Ocáriz
Un joven que frecuenta el Colegio Mayor La Estila, Giancarlo, estudiante de medicina de origen venezolano, le contó al Prelado su historia: emigró a España con sus padres por las dificultades que vivían en su país. Decidió cursar la carrera en Santiago, a donde vino a vivir toda la familia. Contactó con La Estila y el ambiente humano le llevó a sacar un buen rendimiento en el estudio. Empezó a participar en las actividades que le ofrecía el Colegio y, con el tiempo, solicitó ser admitido como supernumerario del Opus Dei.
José Luis, un padre de familia que coordina las actividades de un club juvenil, le pidió consejo sobre qué medios podía poner para implicar más a otros padres. Don Fernando le recordó la importancia de la amistad profunda con todos ellos, sean cuales sean sus formas de pensar y sus actitudes. La amistad, dijo, lo arregla todo.
Adrianey presentando a Ovidio, un ganadero de una localidad gallega
En un momento determinado de la tertulia, Adrianey presentó a Ovidio, de Monterroso, que se dedica a la cría de ovejas y cabras. Hace pocos días ha sido galardonado con dos premios por los mejores ejemplares de raza gallega. Ovidio ofreció al Padre esos reconocimientos en medio del aplauso general.
Antes de terminar el encuentro, Mons. Ocáriz animó a todos a rezar mucho por el Papa y a seguir sus enseñanzas, porque la labor que tiene es muy dura y no le faltan incomprensiones.
Retiro de julio #DesdeCasa (2022)
Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
04/07/2022
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1. Introducción.
2. Meditación I. Parábola del fariseo y del publicano.
3. Meditación II. Marta y María: unidad de vida.
4. Charla.
5. Lectura espiritual.
6. Examen de conciencia.
Retiro de julio #DesdeCasa (2022) from Opus Dei
Mirarnos a la luz de Dios para ser coherentes en nuestra vida
Introducción
Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad».
Dejémonos estimular por los signos de santidad que el Señor nos presenta a través de los más humildes miembros de ese pueblo que «participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad». Pensemos, como nos sugiere santa Teresa Benedicta de la Cruz, que a través de muchos de ellos se construye la verdadera historia: «En la noche más oscura surgen los más grandes profetas y los santos. Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible. Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que solo sabremos el día en que todo lo oculto será revelado».
Si bien el Señor nos habla de modos muy variados en medio de nuestro trabajo, a través de los demás, y en todo momento, no es posible prescindir del silencio de la oración detenida para percibir mejor ese lenguaje, para interpretar el significado real de las inspiraciones que creímos recibir, para calmar las ansiedades y recomponer el conjunto de la propia existencia a la luz de Dios. Así podemos dejar nacer esa nueva síntesis que brota de la vida iluminada por el Espíritu.
Sin embargo, podría ocurrir que en la misma oración evitemos dejarnos confrontar por la libertad del Espíritu, que actúa como quiere. Hay que recordar que el discernimiento orante requiere partir de una disposición a escuchar: al Señor, a los demás, a la realidad misma que siempre nos desafía de maneras nuevas. Solo quien está dispuesto a escuchar tiene la libertad para renunciar a su propio punto de vista parcial o insuficiente, a sus costumbres, a sus esquemas. Así está realmente disponible para acoger un llamado que rompe sus seguridades pero que lo lleva a una vida mejor, porque no basta que todo vaya bien, que todo esté tranquilo. Dios puede estar ofreciendo algo más, y en nuestra distracción cómoda no lo reconocemos.
Papa Francisco, Ex. Ap. Gaudete et exultate, nn. 7-8, 171-172
Primera meditación
Opción 1: Parábola del fariseo y del publicano.
Opción 2: La humildad, fuente de alegría.
Segunda meditación
Opción 1: Marta y María: unidad de vida.
Opción 2: Cómo tratar a Dios mientras se trabaja o se realiza otra actividad. (Texto)
Charla
Somos apóstoles, por José Manuel Antuña (Texto y Audio).
Para un cristiano el apostolado no es simplemente un encargo que supone ciertas horas; ni siquiera un trabajo importante: es una necesidad que brota de un corazón que se ha hecho «un solo cuerpo y un solo espíritu» con el Señor.
Lectura espiritual
Homilía de San Josemaría, Vivir cara a Dios y cara a los hombres (Texto y audio).
Examen de conciencia
Acto de presencia de Dios.
1. «El publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador”» (Lc 18, 13). ¿Qué actitud tengo al dirigirme al Señor? ¿Fomento el dolor de amor y el agradecimiento?
2. «El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres”» (Lc 18, 11). ¿El conocimiento de Dios y de mí mismo me lleva a ver a los demás con comprensión y sin superioridad? ¿Procuro aprender de todos y, en primer lugar, de mi cónyuge, de mis hijos, de las personas más cercanas?
3. «Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» (Lc 18, 14). Cuando me pongo en la presencia de Dios y reconozco la verdad sobre mí, ¿considero que la misericordia de Dios cura mis faltas y fortalece aquello que es más débil?
4. San Josemaría, al contemplar la vida de Marta y María, nos enseñaba: «Trabajemos, y trabajemos mucho y bien, sin olvidar que nuestra mejor arma es la oración. Por eso, no me canso de repetir que hemos de ser almas contemplativas en medio del mundo, que procuran convertir su trabajo en oración» (Surco, n. 497).
5. ¿De qué manera mi día a día, mi trabajo, mis pensamientos, mi carácter, mis obras… son coherentes con mi fe?
6. ¿Es mi familia mi prioridad? ¿Hablo con frecuencia con mi cónyuge para tratar de compaginar el trabajo de ambos con la dedicación de los dos a la familia?
7. «Mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación» (2 Co 6, 2). ¿Me ayuda a vivir en el «¡hoy, ahora!» la consideración de que es en el presente donde el Señor me espera?
Acto de contrición.
La liturgia es verdadero encuentro con Cristo. Las ideas centrales de «Desiderio desideravi»
El 29 de junio de 2022, el Santo Padre Francisco ha publicado la Carta apostólica Desiderio desideravi sobre la formación litúrgica del pueblo de Dios. Es una carta extensa, 65 puntos, con la que el Romano Pontífice no pretende tratar de forma exhaustiva la liturgia, sino ofrecer algunos elementos de reflexión para contemplar la belleza y la verdad de la celebración cristiana.
Juan José Silvestre·30 de junio de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos
@CNS photo/Bob Roller
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Un primer punto que desarrolla el documento es la Liturgia en el hoy de la historia de la salvación. En este primer epígrafe el Papa nos sitúa en el Misterio pascual, verdadero centro de la teología litúrgica de la Constitución conciliar sobre la liturgia, la Sacrosanctum Concilium. La Última Cena, la Cruz de Cristo y la Resurrección, el Misterio pascual, aparecen como el único y verdadero culto perfecto y agradable al Padre.
La liturgia es el medio que el Señor nos ha dejado para tomar parte en este acontecimiento único y admirable de la historia de la Salvación. Y es un medio que vivimos en la Iglesia. “Desde los inicios, la Iglesia ha comprendido, iluminada por el Espíritu Santo, que aquello que era visible de Jesús, lo que se podía ver con los ojos y tocar con las manos, sus palabras y sus gestos, lo concreto del Verbo encarnado, ha pasado a la celebración de los sacramentos” (Carta, n. 9).
Encuentro con Cristo
En relación directa con lo que hemos dicho hasta ahora está el segundo epígrafe de la Carta: La Liturgia, lugar del encuentro con Cristo. Nos recuerda este subtítulo una expresión muy significativa de la Carta que Juan Pablo II escribió a los 25 años de la publicación de la Sacrosanctum Concilium: “La liturgia es el lugar privilegiado de encuentro con Dios y con quien Él envió, Jesucristo” (san Juan Pablo II, Carta apost. Vicesimus quintus annus, n. 7). Aquí está toda la poderosa belleza de la liturgia, dirá Francisco: es un encuentro con Cristo, pues no podemos olvidar que “la fe cristiana, o es un encuentro vivo con Cristo, o no es” (Carta, n. 10).
La liturgia constituye un verdadero encuentro con Cristo, no es un simple vago recuerdo. Encuentro que empezó en el Bautismo, acontecimiento que marca la vida de todos nosotros. Y este encuentro con Cristo en el Bautismo, verdadera muerte y resurrección, nos hace hijos de Dios, miembros de la Iglesia y así experimentamos la plenitud del culto a Dios. “De hecho, uno solo es el acto de culto perfecto y agradable al Padre, la obediencia del Hijo cuya medida es su muerte en cruz. La única posibilidad de participar en su ofrenda es ser hijos en el Hijo. Este es el don que hemos recibido. El sujeto que actúa en la Liturgia es siempre y solo Cristo-Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo” (Carta, n- 15).
Beber de la liturgia
A renglón seguido, el Papa quiere recordarnos, como ya hicieran el Concilio Vaticano y el movimiento litúrgico que lo precedió, que la liturgia es la “fuente primaria y necesaria de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente cristiano” (Sacrosanctum Concilium, n. 14). Por eso “con esta carta quisiera simplemente invitar a toda la Iglesia a redescubrir, custodiar y vivir la verdad y la fuerza de la celebración cristiana. Quisiera que la belleza de la celebración cristiana y de sus necesarias consecuencias en la vida de la Iglesia no se vieran desfiguradas por una comprensión superficial y reductiva de su labor, o peor aún instrumentalizadas al servicio de alguna visión ideológica” (Carta, n. 16). El objetivo de la Carta, más allá de algunos titulares sensacionalistas, es claro leyendo estas palabras de Francisco.
Frente al peligro del gnosticismo y del pelagianismo, al que el Santo Padre se ha referido por extenso en su carta programática Evangelii gaudium, la Carta pone ante nuestros ojos el valor de la belleza de la verdad de la celebración cristiana. “La liturgia es el sacerdocio de Cristo revelado y entregado a nosotros en su Pascua presente y activo hoy a través de los signos sensibles (agua, aceite, pan, vino, gestos, palabras) para que el Espíritu, sumergiéndonos en el misterio pascual, transforme toda nuestra vida, conformándonos cada vez más a Cristo” (Carta, n. 21).
En este párrafo se encierra toda la belleza y profundidad de la liturgia: el misterio en el que participamos, que se hace presente por medio de signos sensibles, que nos configura a Cristo muerto y resucitado, transformándonos en Él. Belleza que, como recuerda el Romano Pontífice, no es un simple esteticismo ritual, o el cuidado únicamente de una formalidad exterior del rito o de las rúbricas.
Cuidar la liturgia
Lógicamente, esto es necesario para no “confundir lo sencillo con una dejadez banal, lo esencial con la superficialidad ignorante, lo concreto de la acción ritual con un funcionalismo práctico exagerado” (Carta, n. 22). Por eso hay que cuidar todos los aspectos de la celebración, observar todas las rúbricas, pero sin olvidar que es necesario fomentar “el asombro ante el misterio pascual, parte esencial de la acción litúrgica” (Carta, n. 24). Un asombro que va más allá de la expresión sentido del misterio. “La belleza, como la verdad, siempre genera asombro y, cuando se refiere al misterio de Dios, conduce a la adoración” (Carta, n. 25). El asombro es parte esencial de la acción litúrgica, porque es la actitud de quien sabe que está ante la peculiaridad de los gestos simbólicos.
Después de esta primera parte introductiva, el Papa se pregunta: ¿cómo recuperar la capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica? Y la respuesta es clara: “La reforma del Concilio tiene este objetivo” (Carta, n. 27). Pero el Papa no quiere que la no aceptación de la reforma, así como una comprensión superficial de la misma, distraiga de encontrar la respuesta a la pregunta que hacíamos antes: ¿cómo podemos crecer en la capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica?, ¿cómo podemos seguir asombrándonos de lo que ocurre ante nuestros ojos en la celebración? Y la respuesta clara de Francisco: “Necesitamos una formación litúrgica seria y vital” (Carta, n 31).
Formación litúrgica
Formación para la liturgia y formación desde la liturgia son los dos aspectos que trata a carta a continuación. En esta formación para la liturgia el estudio es solo el primer paso para poder entrar en el misterio celebrado, ya que para poder guiar en el camino hay que recorrerlo antes. Tampoco hay que olvidar que la formación para la liturgia “no es algo que se pueda conquistar de una vez para siempre: puesto que el don del misterio celebrado supera nuestra capacidad de conocimiento, este compromiso deberá ciertamente acompañar la formación permanente de cada uno, con la humildad de los pequeños, actitud que abre al asombro” (Carta, n. 38).
Por lo que se refiere a la formación desde la liturgia, ser formados por ella, conlleva una real implicación existencial con la persona de Cristo. “En este sentido, la liturgia no tiene que ver con el conocimiento, y su finalidad no es primordialmente pedagógica (aunque tiene su valor pedagógico) sino que es la alabanza, la acción de gracias por la Pascua del Hijo, cuya fuerza salvadora llega a nuestra vida” (Carta, n. 41). Por eso la celebración tiene que ver con la “realidad de ser dóciles a la acción del Espíritu, que actúa en ella, hasta que Cristo se forme en nosotros. La plenitud de nuestra formación litúrgica es la conformación con Cristo. Repito: no se trata de un proceso mental y abstracto, sino de llegar a ser Él” (Carta, n. 41).
Unión de cielo y tierra
Esta implicación existencial tiene lugar por vía sacramental. A través de los signos creados que han sido asumidos y puestos al servicio del encuentro con el Verbo encarnado, crucificado, muerto, resucitado, ascendido al Padre. Es muy bonita la frase del Papa cuando recuerda que la “liturgia da gloria a Dios porque nos permite, aquí en la tierra, ver a Dios en la celebración de los misterios” (Carta, n. 43). ¿Y cómo volver a ser capaces de símbolos? ¿Cómo volver a saber leerlos para vivirlos? Ante todo, dirá Francisco, recuperando la confianza en la creación. Además, otra cuestión será la educación necesaria para adquirir la actitud interior que permitirá situar y comprender los símbolos litúrgicos.
Un aspecto que señala la Carta para custodiar y para crecer en la comprensión vital de los símbolos de la liturgia será el ars celebrandi: el arte de celebrar. Arte que conlleva comprender el dinamismo que describe la liturgia, estar en sintonía con la acción del Espíritu, así como conocer la dinámica del lenguaje simbólico, su peculiaridad y su eficacia (cfr. Carta, nn. 48-50).
Silencios litúrgicos
El Papa Francisco recuerda que este tema concierne a todos los bautizados y supone un hacer común (caminar en procesión, sentarse, estar de pie, arrodillarse, cantar, estar en silencio, mirar, escuchar…), que educa a cada fiel a descubrir la auténtica singularidad de su personalidad, no con actitudes individualistas, sino siendo conscientes de ser un solo cuerpo de la Iglesia.
Un gesto particularmente importante es el silencio. Está previsto expresamente por las rúbricas (en los ritos iniciales, en la liturgia de la Palabra, en la plegaria eucarística, después de la comunión. El silencio no es un refugio para esconderse en un aislamiento intimista, padeciendo la ritualidad como si fuera una distracción, sino que es el símbolo de la presencia y de la acción del Espíritu Santo.
Ars celebrandi
Si bien el ars celebrandi concierne a todos los bautizados, el Papa señala que los ministros ordenados deben cuidarlo especialmente. Hay diversos modelos de presidencia, pero lo fundamental es evitar el exagerado personalismo en el estilo celebrativo. Para que este servicio de presidencia se haga bien, con arte, es de fundamental importancia que el presbítero sea consciente de que él es, en sí mismo, uno de los modos de presencia del Señor.
Esto le llevará a no olvidar que el Resucitado tiene que seguir siendo el protagonista, como en la Última Cena y en la Cruz y Resurrección. Se trata de mostrar en la celebración que el Señor, y no el celebrante, es el protagonista. “El presbítero está formado para presidir mediante las palabras y los gestos que la Liturgia pone en sus labios y en sus manos” (Carta, n. 59). Conviene tener siempre presente que las palabras y los gestos de la liturgia son expresión madurada a lo largo de los siglos de los sentimientos de Cristo y ayudan a configurarse a Él (cfr. Instr. Redemptionis sacramentum, n. 5).
Finalidad del documento
El Papa Francisco, como hicieron en repetidas ocasiones san Juan Pablo II y Benedicto XVI, concluye animando a redescubrir la riqueza de la constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium. Al mismo tiempo reitera, como hizo al inicio y en diversos momentos de la carta constituyendo su Leitmotiv, su filo rosso, el deseo de que esta carta ayude a “reavivar el asombro por la belleza de la verdad de la celebración cristiana, a recordar la necesidad de una auténtica formación litúrgica y a reconocer la importancia de un arte de la celebración, que esté al servicio de la verdad del misterio pascual y de la participación de todos los bautizados, cada uno con la especificidad de su vocación” (Carta, n. 62). Estas, y no otras, son las motivaciones de fondo de esta bonita Carta. Un broche de oro para recordar la importancia del año litúrgico y del domingo.
“Abandonemos las polémicas para escuchar juntos lo que el Espíritu dice a la Iglesia, mantengamos la comunión, sigamos asombrándonos por la belleza de la Liturgia” (Carta, n. 65).
El cáncer de la sociedad resulta ser la ignorancia
Escrito por José Ramón Talero Islán
Jul 07, 2022
Verdaderamente estamos en una sociedad llena de etiquetas, poder, miedo, dominación de una minoría hacia el resto, que fomentan y aceptan calumnias y engaños.
Hace unos días participando en una charla con un antiguo alumno, me quedé verdaderamente admirado de las opiniones tan coherentes y lúcidas, ante la situación de debilitamiento o declive de nuestras sociedades supuestamente democráticas.
Me decía:
“En una era en la que todo el conocimiento lo tenemos al alcance de la mano. El cáncer de la sociedad resulta ser la ignorancia”.
Y más delante apostillaba:
“Es más fácil gobernar a ciudadanos sin cultura, sin educación, sin valores y enfrentados bajo falsos dilemas, que mirar al futuro y trabajar para construir una sociedad avanzada”.
Es un verdadero orgullo para mí, haber participado en la tarea educativa durante casi cuarenta años en la formación de cientos de alumnos, bien formados en una amplísima gama de profesiones y que ocupan puestos de responsabilidad en cualquier punto de nuestro planeta, ellos hacen que nuestra sociedad avance transmitiendo esas enseñanzas y formación que recibieron, para que permanezca la libertad que tanto costó conseguir a principios del siglo XX. No olvidemos nunca que las dos guerras mundiales dejaron más de cien millones de muertos en todos los escenarios del mundo.
¿Y ahora que nos está ocurriendo? ¿Volvemos a la insensatez, egoísmo e imposiciones dictatoriales?
Esta sociedad desmesuradamente expresiva en las redes sociales y que, en el contexto próximo, está falto de relaciones y cada vez más de cariño. Es impropio adherirse a lo material y ficticio. Inculquemos e invirtamos en fomentar el conocimiento en todos los medios a nuestro alcance, impulsemos el deporte, y, sobre todo, el diálogo entre familias y amistades.
Verdaderamente estamos en una sociedad llena de etiquetas, poder, miedo, dominación de una minoría hacia el resto, que fomentan y aceptan calumnias y engaños. Estamos faltos de una atención y apego, que haría que nuestra avenencia y trato con los demás fuera más humano.
La belleza de la liturgia (1). Nos llega una Carta
Escrito por José Martínez Colín.
La liturgia nos enseña a tratar del modo apropiado y correcto a Dios mismo, nos enseña a ser “educados” con Dios.
1) Para saber
Se cuenta que un empleado le reclamó a su jefe: ¿Cree usted que es justo que me pague el salario mínimo?”. El jefe le respondió: “Ya sé que no es justo que le pague eso, pero la ley me obliga a pagárselo”.
A veces creemos que merecemos más, pero pensándolo bien, tal vez recibimos más de lo justo. Eso mismo nos acontece con Dios, en particular en la liturgia, donde recibimos mucho más de lo que damos. La desproporción entre la inmensidad del don y la pequeñez de quien lo recibe es infinita y no puede dejar de sorprendernos esa misericordia del Señor, señala el papa Francisco.
En la pasada Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio, el Papa Francisco publicó una Carta apostólica sobre la formación litúrgica del pueblo de Dios. La tituló: “Desiderio desideravi” —Ardientemente he deseado— (Lc 22,15), refiriéndose a las palabras de Jesús al manifestar su deseo de celebrar la Pascua con sus Apóstoles. El papa quiere que reflexionemos sobre la Liturgia, la cual es una dimensión fundamental para la vida de la Iglesia: “Quiero ofrecer simplemente algunos elementos de reflexión para contemplar la belleza y la verdad de la celebración cristiana” (n.1).
2) Para pensar
En una ocasión una señora, que no era partidaria de las ceremonias religiosas, le reclamaba a su párroco, quien la escuchaba pacientemente. Le decía que en el futuro desaparecerían, pues no conducen a nada, son exterioridades que parecen supersticiones. Al fin el sacerdote, que había estado muy correcto, se levantó y en plan muy campechano, le dio una gran palmada en la espalda a la señora, como si fuera un viejo amigo en un bar. A la vez le dijo unas sorprendentes palabras: “¡Hay que ver qué cosas se le ocurren a este pedazo de alcornoque…!”.
La dama se puso muy colorada, e indignada le exigió: “Usted está faltando a las más elementales normas de educación…”
El sacerdote sonrió y le contestó: “De acuerdo, usted exige que se le trate con buenas maneras. Pero si se trata de Dios, le parece demasiado una simple ceremonia y las muestras de respeto. ¿Comprende ahora la necesidad de esas ‘exterioridades’ para con Dios?”
La liturgia nos enseña a tratar del modo apropiado y correcto a Dios mismo, nos enseña a ser “educados” con Dios.
3) Para vivir
Al decirnos el Señor que desea ardientemente comer la Pascua, nos está mostrando el deseo ferviente de Dios mismo de compartir esos momentos con nosotros. Por ello, en la liturgia tenemos la posibilidad de vislumbrar la profundidad del amor de las Personas de la Santísima Trinidad hacia nosotros (n. 2).
En la “Última Cena”, Jesús sabe que Él es el Cordero que muere. Esa Cena es única, irrepetible y verdadera novedad de la historia. El infinito deseo de Dios de restablecer la comunión con nosotros, que era y sigue siendo su proyecto original, no se podrá saciar hasta que todo hombre, de toda lengua y nación haya comido su Cuerpo y bebido su Sangre: por eso, esa misma Cena se hace presente en cada celebración de la Eucaristía. El Señor sigue deseando ardientemente celebrar la Misa, su Sacrificio, con nosotros. Que no dejemos de seguir asombrándonos por la belleza de la Liturgia bajo la mirada de María, Madre de la Iglesia.
La belleza de las desigualdades armónicas
Santo Tomás enseña que Dios no podría haber creado todas las criaturas iguales, porque ninguna criatura tiene la posibilidad de reflejar adecuadamente la belleza de Dios, porque la criatura es limitada y Dios es infinito.
Collar de perlas Gradue o chute
Hace muchos años leí una noticia de periódico que me dejó un poco sorprendido. Porque hace muchos, muchos años atrás, naturalmente, tenía una cierta inexperiencia de algunas cosas, y no atinaba con otras. Leí la historia de una princesa rusa que con ocasión de la revolución bolchevique logró escapar (de Rusia) llevando escondido sólo un collar enorme con magníficas perlas. Eran perlas que se llaman «chute», – quiere decir, «en caída» – en que las menores atrás eran pequeñitas y luego iban creciendo, creciendo, iguales de los dos lados hasta llegar a un perla central enorme.
La belleza de este tipo de collar es que es muy difícil hacer una colección con perlas iguales de ambos lados y todas ellas teniendo ‒cada una en relación a la anterior y la posterior‒ la misma diferencia. Con perlas falsas, de fábrica, se hace con facilidad, incluso con las perlas cultivadas japonesas no es difícil. Pero la perla verdadera de Oriente; coger miles de perlas para escoger en medio de ellas las que constituyen una “chute” evidentemente es una cosa muy difícil. Sobre todo si todas las perlas son de la misma blancura, de la misma claridad, etc., etc. ¡Eso tiene un valor extraordinario!
Entonces contaba allí que la princesa ‒ella necesitaba vivir‒ fue a Suiza y tenía la esperanza de que el régimen comunista cayera pronto. Era una princesa aburguesada naturalmente, y esperaba que el comunismo cayera pronto.
Entonces ella buscó un joyero judío de la ciudad donde ella vivía y ella hacía así: iba cortando las perlas de dos en dos. Y cada vez, por ejemplo, 15 días, ella gastaba una perla. En un mes había gastado el producto de dos perlas. Ella vendía dos perlas y siempre al mismo joyero. Y el joyero pagaba perla por perla y pagaba el precio corriente, perla por perla.
Pero el joyero era muy sagaz, mucho mejor político que la princesa. Basta decir que era judío y la princesa no era. El resultado, él sabía que el comunismo no iba a caer y comprendió que el collar entero iba a parar en su mano.
Cuando la princesa vendió la última perla, la perla grande, él reconstituyó el collar, fue a un centro de joyeros grande de Suiza y vendió por una fábula, más caro de lo que había comprado. Entonces le acusaron de chantaje, de robo.
‒ «Usted explotó la inocencia, la falta de expediente comercial de esa señora».
‒ «No, no exploté, fue un negocio que hicimos con base en la política. Ella tenía una opinión política y organizó la venta de su collar de acuerdo a su opinión. Yo tenía otra opinión política y organicé la compra en base a mi opinión. Si el comunismo hubiera caído, ella habría hecho un buen negocio, porque durante mucho tiempo salvó parte importante de su collar. Como el comunismo no caía quien hizo el buen negocio fui yo”.
La majestuosa rosa
Quedé medio intrigado. ¿Cómo el conjunto de las perlas puede valer tanto más que la suma de las perlas? Porque ese era el caso: sumadas todas las perlas no valía lo mismo que las perlas vendidas como colección.
Es precisamente por la extraordinaria rareza de encontrar las perlas que hicieran esa armonía. Aquí estaba lo principal, lo mejor, lo más artístico, y lo que valía más dinero y era donde el beneficio del joyero estaba. Él había pagado perla por perla por su verdadero valor, el conjunto valía mucho más que perla por perla. Esta es la belleza.
Una pequeña perla en el collar, ¿qué belleza hay en que esa perla sea pequeña? ¿No sería más bonito que ella fuera grande también? Los entendidos creen que esos collares así como el «chute», «en caída», son mucho más poéticos que de los collares en que todas las piedras son iguales y forman aquellas bolas iguales. Es intuitivo que es así
De manera que llegamos hasta esa paradoja: – un collar con 50 perlas armónicamente desiguales es un collar más bonito que un collar con 50 perlas iguales; incluso con 50 perlas iguales pero más grandes. Puede ser que valga más uno de 50 perlas iguales a las más grandes, pero como belleza artística el collar con perlas desiguales tiene una belleza artística mayor.
¿Por qué Dios estableció desigualdades en la sociedad?
Entonces cuál es la belleza de la pequeña perla? La belleza de la pequeña perla en ese collar consiste exactamente en la desigualdad. Ella forma parte de un todo desigual armónico. En ese todo desigual armónico la belleza de ella es de ella ser exactamente tan pequeña que ella vaya bien después de una y tan grande que ella vaya bien después de la otra. Y en esa armonía, en ese trazo de unión que forma entre dos perlas de tamaño más violentamente desigual que está el pulchrum de ella. Es un pulchrum todo hecho de correlaciones.
Si lo aplicamos al universo que Dios creó, Santo Tomás de Aquino enseña exactamente eso. Y lo que los joyeros y los artistas piensan acerca de esos collares de perlas desiguales, es precisamente lo que Santo Tomás de Aquino enseña acerca del mundo.
Él enseña que Dios no podría haber creado todas las criaturas iguales, porque ninguna criatura tiene la posibilidad de reflejar adecuadamente la belleza de Dios, porque la criatura es limitada y Dios es infinito. Y para dar una idea de la belleza de Dios sería preciso que hubiera criaturas desiguales, cada una reflejando a Dios a su manera. Pero siendo desiguales, para reflejarlo tendría que formar una jerarquía, porque toda diferencia da en desigualdad. Donde el pulchrum de la jerarquía consiste en que la desigualdad armónica, sin saltos, sin desproporciones, sino una desigualdad proporcionada, por esa desigualdad armónica se afirma la belleza de Dios en la Tierra.
La pequeña miosotis
Entonces, por ejemplo, en el reino de las flores. La belleza de Dios no podría expresarse igualmente en una enorme rosa y en un pequeño miosótis porque el miosótis tiene un cierto encanto por el que la gente mira aquello y sonríe. Una rosa majestuosa no provoca la misma sonrisa. Ahora bien, algo de la belleza de Dios, por donde Dios es infinitamente gracioso no se puede expresar en la rosa, se puede expresar en el miosótis. Era necesario que existiera la rosa y el miosótis en el mundo vegetal para tener una idea de conjunto de los predicados de Dios.
Así podemos hablar sobre todas las otras flores que hay. Y esto se aplica también a los hombres. Los hombres deben ser desiguales porque es así como expresan mejor a Dios. Si ustedes desean tomar la mentalidad del hombre más inteligente de nuestro siglo, Winston Churchilll, ustedes lo comparan con el hombre más tonto de nuestro siglo, uno que sea sin culpa propia casi un débil mental, la razón está en un estado de crepúsculo. Pero cada uno refleja a Dios a su modo, incluso el que es tonto, en lo que no es tonto, refleja a Dios de alguna manera que Churchilll no expresaba. Él es un miosótis del reino humano, que expresa a Dios de un modo que Churchilll no expresaba.
¿Cuál es la belleza del menor? Es que junto con otro da la belleza de Dios.
Plinio Corrêa de Oliveira
De pequeña me decían: ¿Por qué no vas a jugar en vez de hacer preguntas más grandes que tú? Pero yo quería la verdad. Quería la verdad de mi vida y en mi vida. Quería una verdad que me hiciese comprender también la verdad de todas las demás vidas. Después, cuando crecí, me dijeron que la verdad no existía o, mejor dicho, que existían tantas como hombres hay en el mundo, y que buscar la verdad era una pretensión infantil, ingenua e inútil (Susanna Tamaro).
Por J.R. Ayllón
La duda, la opinión y la certeza
¿Qué hace bueno el diagnóstico de un médico? ¿Qué hace buenas la decisión de un árbitro y la sentencia de un juez? Sólo esto: la verdad. Por eso, una vida digna sólo se puede sostener sobre el respeto a la verdad. Pero conocer la verdad no es fácil. De hecho, la credibilidad que otorgamos a nuestros propios conocimientos admite tres grados: la duda, la opinión y la certeza. En la duda fluctuamos entre la afirmación y la negación de una determinada proposición. Por encima de la duda está la opinión: adhesión a una proposición sin excluir la posibilidad de que sea falsa. El hombre se ve obligado a opinar porque la limitación de su conocimiento le impide alcanzar a menudo la certeza: puede llover o no llover, puedo morir antes o después de cumplir setenta años. La libertad humana es otro claro factor de incertidumbre: hablar sobre la configuración futura de la sociedad o de nuestra propia vida, es entrar de lleno en el terreno de lo opinable. Lo cual no significa que todas las opiniones valgan lo mismo. Si así fuera, se ha dicho maliciosamente que habría que tener muy en cuenta la opinión de los tontos, pues son mayoría. Séneca aconsejaba que las opiniones no debían ser contadas sino pesadas.
Llamamos escéptico al que niega toda posibilidad de ir más allá de la opinión. Por tanto, el escepticismo es la postura que niega la capacidad humana para alcanzar la verdad. La palabra procede del griego sképtomai, que significa examinar, observar detenidamente, indagar. En sentido filosófico, escepticismo es la actitud del que reflexiona y concluye que nada se puede afirmar con certeza, por lo que más vale refugiarse en la abstención de todo juicio. Por fortuna, no todo es opinable. Lo que se conoce de forma inequívoca no es opinable sino cierto. Y no se debe tomar lo cierto como opinable, ni viceversa: no puedes opinar que la Tierra es mayor que la Luna, ni asegurar con certeza que la república es la mejor forma de gobierno.
La certeza se fundamenta en la evidencia, y la evidencia no es otra cosa que la presencia patente de la realidad. La evidencia es mediata cuando no se da en la conclusión sino en los pasos que conducen a ella: no conozco a los padres de Antonio, pero la existencia de Antonio evidencia la de sus padres, la hace necesaria. La existencia de Antonio, al que veo todos los días, es para mí una certeza inmediata; la existencia actual o pasada de sus padres, a los que nunca he visto, también me resulta evidente, pero con una evidencia no directa sino mediata, que me viene por medio de su hijo.
La condición limitada del hombre hace que la mayoría de sus conocimientos no se realicen de forma inmediata. Son pocos los hombres que han visto las moléculas, los fondos marinos, la estratosfera o Madagascar. La mayoría de los hombres tampoco han visto jamás, ni verán nunca, a Julio César o a Carlomagno. Sin embargo, conocen con certeza la existencia de esas y otras muchas personas y realidades. Su certeza se apoya en un tipo de evidencia mediata: la proporcionada por un conjunto unánime de testigos. En un caso, la comunidad científica; en otro, las imágenes de todos los medios de comunicación; y si se trata de hechos o personajes del pasado, los testimonios elocuentes de la historia y de la arqueología.
Estas evidencias mediatas se apoyan no en propios razonamientos sino en segundas o terceras personas. Si no admitiéramos su valor, si no creyéramos a nadie, nuestros padres no podrían educarnos, la ciencia no progresaría, no existiría la enseñanza, leer no tendría sentido... Es decir, si sólo concediésemos valor a lo conocido por uno mismo, la vida social, además de estar integrada por individuos ignorantes, sería imposible. Por tanto, es necesario y razonable dar crédito, creer.
¿Puede tener certeza quien cree? Sabemos que la certeza nace de la evidencia. ¿Qué evidencia se le ofrece al que cree? Sólo una: la de la credibilidad del testigo. El que no ha estado en América cree en los que sí han estado y atestiguan su existencia. El que nunca ha visto a Hitler cree a los que sí lo vieron. Y antes que Hitler, Napoleón, el Cid o Nerón. En todos estos casos es evidente la credibilidad de los testigos. Y entre esos casos debemos incluir los que dan origen a algunas creencias religiosas. Por eso, la fe -creer el testimonio de alguien- es una exigencia racional, y su exclusión es una reducción arbitraria de las posibilidades humanas.
52. La inclinación subjetiva
Si la verdad es la adecuación entre el entendimiento y la realidad, depende más de lo que son las cosas que del sujeto que las conoce. Ese sentido tienen los versos de Antonio Machado:
¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
Es el sujeto quien debe adaptarse a la realidad, reconociéndola como es, de forma parecida a como el guante se adapta a la mano. Pero no siempre sucede así. El subjetivismo surge precisamente cuando la inteligencia prefiere colorear la realidad según sus propios gustos: entonces la verdad ya no se descubre en las cosas sino que se inventa a partir de ellas.
La causa más frecuente del subjetivismo son los intereses personales. Con frecuencia, la atracción de la comodidad, de la riqueza, del poder, de la fama, del éxito, del placer o del amor, pueden tener más peso que la propia verdad. Por eso, si suspendo un examen, nunca será por no haberlo estudiado sino por mala suerte o por exigencia excesiva del profesor. Y si el suspendido es un niño, mamá jamás dudará de la capacidad de la criatura: antes pondrá en duda la idoneidad del profesor o del libro de texto, o asegurará que su hijo es listísimo aunque "algo" vago y despistado.
El subjetivismo, además de afectar a lo más trivial, también deforma las cuestiones más graves: el terrorista está convencido de que su causa es justa; la mujer que aborta quiere creer que sólo interrumpe el embarazo; el suicida se quita la vida bajo el peso de problemas no exactamente reales, agigantados por su enfermiza subjetividad; al antiguo defensor de la esclavitud y al moderno racista les conviene pensar que los hombres somos esencialmente desiguales.
Para que la verdad sea aceptada es preciso que encuentre una persona habituada a reconocer las cosas como son, y el que vive según sus exclusivos intereses suele carecer de la fortaleza necesaria para afrontar las consecuencias de la verdad. Pero al hombre no le resulta fácil hacer o pensar lo que no debe. Por eso, para evitar esa violencia interna, si se vive de espaldas a la verdad se acaba en la autojustificación. La historia humana es una historia plagada de autojustificaciones más o menos pobres. Ya decía Hegel que todo lo malo que ha ocurrido en el mundo, desde Adán, puede justificarse con buenas razones. Al menos, puede intentarse.
El peso de la mayoría
Por su identificación con la realidad, la verdad no consiste en la opinión de la mayoría, ni el el común denominador de las diferentes opiniones. Por eso, elegir como criterio de conducta lo que hace o piensa la mayoría de la gente constituye una pobre elección, y suele ser la coartada de la propia falta de personalidad o del propio interés. Además, invocar la mayoría como criterio de verdad equivale a despreciar la inteligencia. En este sentido, E. Fromm piensa que el hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios no convierte esos vicios en virtudes; el hecho de que compartan muchos errores no convierte éstos en verdades; y el hecho de que millones de personas padezcan las mismas formas de patología mental no hace de estas personas gente equilibrada.
Es un gran error confundir la verdad con el hecho puro y simple de que un determinado número de personas acepten o no una proposición. Si se acepta esa identificación entre verdad y consenso social, cerramos el camino a la inteligencia y la sometemos a quienes pueden crear artificialmente ese consenso con los medios que tienen a su alcance. Es como decir que ya no existe la verdad, y que se debe considerar como tal aquello que decide quien tiene poder para imponer mayoritariamente su opinión. "Por suerte, la opinión pública todavía no se ha dado cuenta de que opina lo que quiere la opinión privada", decía el director de una importante empresa de comunicación.
La mentira se puede imponer de muchas maneras, y no sólo con la complicidad de los grandes medios de comunicación. Sin ellos, Sócrates fue calumniado hace más de dos mil años: "Sí, atenienses, hay que defenderse y tratar de arrancaros del ánimo, en tan corto espacio de tiempo, una calumnia que habéis estado escuchando tantos años de mis acusadores. Y bien quisiera conseguirlo, mas la cosa me parece difícil y no me hago ilusiones. Intrigantes, activos, numerosos, hablando de mí con un plan concertado de antemano y de manera persuasiva, os han llenado los oídos de falsedades desde hace ya mucho tiempo, y prosiguen violentamente su campaña de calumnias" (Platón, Apología de Sócrates).
Sócrates representa la situación del hombre aislado por defender verdades éticas fundamentales. Pertenece a esa clase de hombres apasionados por la verdad e indiferentes a las opiniones cambiantes de la mayoría. Hombres que comprometieron su vida en la solución a este problema radical: ¿es preferible equivocarse con la mayoría o tener razón contra ella?
La pregunta de Pilatos
¿Qué es la verdad? La famosa pregunta de Pilatos es el gran interrogante de toda la humanidad, porque la vida humana es un laberinto que sólo puede recorrer con seguridad quien conoce sus caminos. Con metáfora parecida al laberinto, se nos sugiere que lo que vemos de la realidad podría ser solamente la primera planta de un enorme edificio con innumerables pisos por encima y bajo tierra. No es mala imagen, pero nos gustaría un poco más de rigor y acudimos a Stephen Hawking, uno de los astrofísicos sucesores de Einstein, tristemente famoso por su condena a silla de ruedas por esclerosis múltiple. Al final de su ensayo Breve historia del tiempo, se atreve a decir que la ciencia jamás será capaz de responder a la última de las preguntas científicas: por qué el universo se ha tomado la molestia de existir.
¿Eso significa que moriremos en nuestra ignorancia? Pascal reconoce que apenas sabemos lo que es un cuerpo vivo; menos aún lo que es un espíritu; y no tenemos la menor idea de cómo pueden unirse ambas incógnitas formando un sólo ser, aunque eso somos los hombres. Otro matemático y filósofo como Pascal, Edmund Husserl, afirma que la ciencia nada tiene que decir sobre la angustia de nuestra vida, pues excluye por principio las cuestiones más candentes para los hombres de nuestra desdichada época: las cuestiones sobre el sentido o sinsentido de la existencia humana.
No sabemos muy bien quiénes somos ni quién ha diseñado un mundo a la medida del hombre, pero sospechamos que detrás de esa ignorancia se esconde el fundamento de lo real. Los grandes pensadores de todos los tiempos han sido personas obsesionadas por esa curiosidad. Todas sus soluciones han sido siempre provisio-nales, pero han nacido de la experiencia dolorosa de la gran ausencia. Pues al salir al mundo y contemplarlo, se les ha hecho patente lo que Descartes llamaba el sello del Artista.
La ciencia nació para explicar racionalmente el mundo, pero descubrió con sorpresa que la explicación racional del mundo conduce muy lejos. Así surgió la filosofía, para explicar lo que hay más allá de lo que vemos. Con otras palabras: cuando la ciencia se asomó a las profundidades de la realidad material, descubrió que la realidad material no era toda la realidad: había algo más. Ese algo más se esconde dentro y fuera de la materia. Dentro de todos los seres aparecen dos cualidades inmateriales: el orden y la finalidad. Pero es el ser humano quien acapara en su interioridad el mayor número de aspectos inmateriales: sensaciones y sentimientos, razonamientos y elecciones libres, responsabilidad y autoconciencia. El cuerpo humano es estudiado por la Medicina y la Biología, pero la interioridad humana exige una ciencia diferente. Fueron los griegos quienes se plantearon por primera vez estas cuestiones de alcance metafísico.
Fuera de la materia también hay algo más, como una tercera realidad. Lo mismo que el arqueólogo sabe que las ruinas son huellas de espléndidas civilizaciones, cualquier hombre puede interpretar toda la realidad como una huella: la de un artista anterior y exterior a su obra. En ese momento empieza a filosofar. El historiador puede preguntarse quién pulió el sílex o escribió la Odisea. El que filosofa se pregunta algo mucho más decisivo: quién ha diseñado el universo.
Así, el intento de comprensión del laberinto nos lleva a Dios. El tema de Dios quizá no esté de moda, y quizá no sea políticamente correcto. Pero es que Dios tampoco es un tema, y está muy por encima de las trivialidades de la espuma política. La razón humana llega a Dios en la medida en que pregunta por el fundamento último de lo real. En esa misma medida podemos afirmar, como Kant, que Dios es el ser más difícil de conocer, pero también el más inevitable. De hecho, aunque está claro que Dios no entra por los ojos, tenemos de Él la misma evidencia racional que nos permite ver detrás de una vasija al alfarero, detrás de un edificio al constructor, detrás de una acuarela al pintor, detrás de una página escrita al escritor. Esto lo expresa de forma magnífica San Agustín:
Pregunta a la hermosura de la tierra, del mar, del aire dilatado y difuso. Pregunta a la magnificencia del cielo, al ritmo acelerado de los astros, al sol -dueño fulgurante del día- y a la luna -señora esplendente y temperante de la noche-. Pregunta a los animales que se mueven en el agua, a los que moran en la tierra y a los que vuelan en el aire. Pregunta a los espíritus, que no ves, y a los cuerpos, que te entran por los ojos. Pregunta al mundo visible, que necesita de gobierno, y al invisible, que es quien gobierna. Pregúntales a todos, y todos te responderán: "míranos; somos hermosos". Su hermosura es una confesión. ¿Quién hizo, en efecto, estas hermosuras mudables sino el que es la hermosura sin mudanza?
La pregunta de Pilatos era retórica y no esperaba respuesta. Por eso no la recibió. Pero si el gobernador romano se hubiera tomado la molestia de informarse un poco más sobre el acusado, quizá hubiera temblado al saber que aquel judío ya se había pronunciado al respecto con una afirmación jamás oída a ningún hombre: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".
Estamos comprometidos a ejercer nuestra libertad siempre para hacer el bien y nunca para violar los derechos ajenos
Jordi Rivero
Responsabilidad Social
El católico, como todo ciudadano, tiene una responsabilidad social. Es cierto que en la política hay mucha corrupción y que algunos grupos cristianos se han descarriado al abandonar la fe en favor de un mesianismo político. Pero la solución a estos errores no es desentenderse de la política sino servirse de ella para el bien a la luz del Evangelio.
Ningún político, ningún partido, es El Camino, La Verdad y La Vida. Pero todos están llamados a ser instrumentos. Es la responsabilidad del ciudadano discernir con objetividad, sometiéndolos constantemente a la prueba. La medida es siempre Cristo a quien todo debe someterse.
La Iglesia, inspirada por el Espíritu Santo, nos enseña fundamentos sólidos para discernir y actuar en el campo social. La deplorable condición en que se encuentran nuestros países del continente Americano demuestra la urgencia. Trabajemos pues con confianza para expandir el Reino de Dios.
Algunos puntos importantes:
Ningún gobierno, partido o político se puede confundir con el Reino de Dios. Todos deben someterse a Dios de manera que reciban de Él la luz y la gracia necesarias para ejercer su misión. Toda autoridad legítima procede de Dios y debe someterse totalmente a Dios.
Debemos discernir los gobiernos y los políticos a la luz de su obediencia a las leyes de Dios. Los gobernantes, como todo ciudadano, están sujetos a las leyes de la moral. Estas leyes son parte de la ley natural, son accesibles a la razón cuando se buscan con sincero corazón. Ejemplo: El respeto a la vida humana, salarios justos, etc. «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». (Hch 5, 29)
La doctrina social de la Iglesia expone las obligaciones de los gobernantes y de los ciudadanos de promover y defender todos los derechos humanos y buscar el bienestar de todos en especial los pobres.
Examinar la verdad. Se deben estudiar las propuestas antes de apoyarlas. Hablar es fácil, obrar en la verdad cuesta la vida. Hay que buscar la verdad con la mayor objetividad posible. Más que basarse en lo que dicen los políticos, hay que analizar lo que han hecho para ver si son coherentes, íntegros y honestos. El malvado siempre disfraza sus intenciones con argumentos hermosos.
Evitar la demagogia. Los políticos saben que teclas tocar para encender las emociones, muchas veces irresponsablemente. Cuidado con la manipulación de los sentimientos hacia la patria, la raza, el sufrimiento de los pobres, la libertad, etc. Con frecuencia se crea un mito en torno a un político o se destruye su reputación en base a la repetición de falacias. El cristiano no se debe llevar por las emociones ni por la fiebre que incita a las masas. No debe dejarse engañar por promesas. La prosperidad de los pueblos requiere un largo proceso de construcción y fortalecimiento de un sistema de gobierno, de educación, de trabajo, etc., bajo un estado de derecho que proteja justamente a todos los ciudadanos. Esto no se consigue con la demagogia. Hay que estar preparado para tomar opciones que no sean populares pero que sean justas. Recordemos cómo Jesucristo fue condenado por las masas porque matarlo "era conveniente".
El fin no justifica los medios. Nunca será aceptable utilizar un medio, en sí mismo perverso, para lograr un bien. Por eso debemos condenar, por ejemplo, el terrorismo, el aborto, el secuestro, la mentira y la difamación.
Ordenar las prioridades. El bien común de la nación debe estar por encima de intereses personales. Al mismo tiempo, no se deben violar los derechos naturales de ninguna persona. No se debe votar por quien viola la ley natural aunque por otra parte tenga buenas propuestas. Un católico no debe votar por candidatos que favorecen la inmoralidad, tal como es, por ejemplo, el aborto. En casos, como ocurre con frecuencia, en que todos los candidatos carecen de una clara posición moral que cubra todos los campos, el votante debe decidirse por el que al menos promueva los valores fundamentales.
Obligación de participar en la política. En una democracia los gobernantes son elegidos por el voto popular. Es por eso que todo ciudadano tiene la responsabilidad de votar habiendo seriamente estudiado los temas y conocido la posición de los candidatos. Un católico no puede ausentarse de su responsabilidad civil ya que eso sería cederle el paso al mal. El hecho de que haya mucha corrupción en la política no exonera al cristiano de su responsabilidad. Más bien, le debe retar a trabajar por un mundo mejor. El que no vota o vota sin atención a las leyes de Dios es culpable del mal político.
Los obispos de Estados Unidos declararon en 1995: "En la tradición católica, la ciudadanía es una virtud y la participación en el proceso político es una obligación" (Documento "Political Responsibility")
La libertad. La libertad es un don que conlleva una gran responsabilidad. Como católicos estamos comprometidos a ejercer nuestra libertad siempre para hacer el bien y nunca para violar los derechos ajenos.
En su visita a Estados Unidos en 1987, Juan Pablo II retó a los Estados Unidos a vivir completamente los nobles preceptos de su Constitución respetando la dignidad de todo ser humano:
"Por esta razón, América, tu más profunda identidad y verdadero carácter como nación se revela en la postura que tomes como nación hacia la persona humana. La prueba máxima de tu grandeza está en la forma que trates a cada ser humano, pero especialmente a los más débiles y más indefensos". (Juan Pablo II en Estados Unidos, 1987)
Algunos dicen que no se debe votar basado en un solo tema. Aunque es cierto que se deben considerar los diferentes temas que afectan a la nación, hay temas que son más importantes que otros y en los que se fundamentan los demás. Hay algunas posiciones políticas que por si solas son tan graves que deberían ser suficiente para no votar por el candidato que las sostenga. Por ejemplo: No podemos votar, en buena conciencia, por un candidato que promueva la "limpieza étnica", aunque tuviese un gran plan para la economía. Es por esta razón que un católico no debe votar por un candidato que promueva el aborto.
Escrito por Javier Rodriguez
Publicado: 07 Junio 2022
La ley que fomenta la desigualdad entre seres humanos, la discriminación por motivo de la fase de desarrollo vital
El anuncio de la reforma de la «Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo» por parte del Ministerio de Igualdad es toda una oda al fracaso, a la deshumanización de nuestra sociedad y, por supuesto, a la incoherencia.
Ya desde el propio título de la Ley queda de manifiesto dicha incoherencia, ya que no promueve la salud en ninguna de sus formas; tampoco la reproducción, sino lo opuesto -la anticoncepción-, y vuelve a caer en el mismo error terminológico para expresar la erradicación involuntaria e irreversible de vidas humanas en el seno materno. También el propio nombre de la cartera ministerial que la promueve hace mención a lo contrario de su significado, ya que fomenta la desigualdad entre seres humanos, la discriminación por motivo de la fase de desarrollo vital.
Llama especialmente la atención que dicha reforma anuncie medidas para fomentar el aborto violento a la vez que anuncia medidas para penalizar la maternidad subrogada -medidas estas últimas que aplaudimos, dicho sea de paso-. Me explico: en la práctica de la maternidad subrogada, los principales motivos que llevan al Ministerio de Igualdad a pretender erradicarla son la cosificación de la mujer y el comercio con vidas humanas. Es decir, que en la maternidad subrogada se presenta a la mujer no como una persona dotada de una dignidad inviolable y cuya vida tiene un valor absoluto en sí misma, sino como un medio para obtener un fin deseado. Tres cuartos de lo mismo ocurre con el hijo concebido, quien es presentado como un objeto sujeto a la lógica de mercado para satisfacer un deseo de terceros. Insisto, aplaudimos la condena a dicha práctica por estos motivos, entre otros.
Por lo que llama la atención es por la incoherencia de perseguir está práctica con una mano, mientras que con la otra se promueve el aborto violento. ¿Por qué es incoherente? Porque en el aborto también se promueve la cosificación de la mujer, presentándola como un objeto de satisfacción sexual al servicio del hombre, eximiendo a éste último de cualquier atisbo de responsabilidad para con las consecuencias de sus actos sexuales. Y, por supuesto, el hijo concebido tampoco se presenta como lo que es: una vida humana de valor absoluto e inviolable. De ahí que, en una expresión de barbarie impropia de cualquier sociedad humana -mucho menos de cualquier sociedad que se autodenomine progresista-, se plantee su erradicación como si de un quiste se tratase.
«Mi cuerpo, mi decisión», reza un eslógan que sustenta esta reforma. Dicho eslógan que se emplea para fomentar el aborto, aplicaría también para fomentar la maternidad subrogada, pero sin embargo, en este último caso se condena.
Los hijos concebidos y no nacidos no son parte del cuerpo de sus madres, sino que son vidas humanas independientes que están en el cuerpo de sus madres. No es un matiz sin importancia.
Cuando la ideología se impone por ley, cualquier consecuencia encaminada al bien común y a la construcción de una sociedad más justa, cohesionada y próspera será simplemente pura coincidencia.
Javier Rodriguez
Escrito por Redacción de es.romana
Publicado: 22 Junio 2022
«Con el corazón grande y los brazos abiertos, dispuestos a ahogar el mal en abundancia de bien»
El 6 de octubre de 2002, el Papa Juan Pablo II incluyó a Josemaría Escrivá de Balaguer en el número de los santos. A partir de ese día, se comenzó a escuchar un comentario que se ha hecho después habitual: San Josemaría ya no pertenece solamente al Opus Dei, sino a toda la Iglesia. Su ejemplo, sus enseñanzas, su intercesión están abiertos más que nunca a todos los católicos y a todos los hombres de buena voluntad, allí donde estén.
En lo humano, los hijos son el retrato de sus padres. En lo sobrenatural sucede también que muchas personas descubren a San Josemaría a través del trato con sus hijos. Parientes, amigos y colegas entienden el mensaje de la santificación del trabajo cuando los fieles del Opus Dei logran expresarlo en obras de caridad, que guardan el más alto grado de elocuencia. El descubrimiento intelectual viene precedido no pocas veces de un encuentro personal: muchos aprenden a querer a San Josemaría y llegan a interesarse por la profundidad de sus palabras cuando notan el cariño de sus hijos.
A veces, el interés por la Obra surge con ocasión de episodios aparentemente negativos. Falsedades que circulan de vez en cuando, que no son algo nuevo, porque forman parte de la vida de las personas y de las instituciones. Las leyendas acompañan siempre a la Iglesia, que es signo de contradicción desde sus primeros pasos. San Josemaría explicaba con una metáfora bien expresiva la misteriosa relación entre el crecimiento de la labor apostólica y las contrariedades: «han hecho con la Obra —comentaba en una tertulia— como con un saco de trigo: le han dado golpes, lo han maltratado, pero la semilla es tan pequeña que no se ha roto; al contrario, se ha esparcido a los cuatro vientos, ha caído en todas las encrucijadas humanas donde hay corazones hambrientos de Verdad, bien dispuestos...» [1]. Por eso, las circunstancias aparentemente negativas no sorprenden, ni roban la serenidad. Más bien recuerdan aquel punto de Surco: «Todo lo que ahora te preocupa cabe dentro de una sonrisa, esbozada por amor de Dios» [2]. Problemas en la vida siempre hay, lo importante es que la reacción sea sobrenatural, cristiana, llena de caridad. Es posible desde la fe, con la certeza de la filiación divina y, por lo tanto, de que la victoria ya es del cristiano. «En el mundo tendréis sufrimientos, pero confiad: yo he vencido al mundo» [3].
Las falsedades no forman la imagen de la Iglesia. Más bien ayudan a comprender mejor su belleza, por contraste con su santidad, y las iniciativas de caridad que difunden sus fieles. Algo similar sucede con la Obra: su imagen es la que damos los miembros de la Prelatura. La belleza del Opus Dei se expresa también en el interés con que procuramos tratar a quienes nos rodean, incluso en momentos de contradicción o cuando es necesario aclarar malentendidos. Exponer la verdad con caridad es el mejor modo de desarmar a la mentira. Como enseña San Pablo, «noli vinci a malo, sed vince in bono malum» [4]: no te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien. Sólo la luz de la caridad es capaz de iluminar las tinieblas del rencor.
La caridad está unida al trabajo positivo de comunicar la verdad, de poner todos los talentos al servicio de la difusión de la buena doctrina. La misión de los cristianos incluye una labor argumentativa: acompañar a colegas y amigos hacia la verdad, de manera que la descubran con su propia inteligencia, y se adhieran a ella con libertad. Benedicto XVI lo ha señalado en su primera encíclica: en la tarea de «realizar la sociedad más justa posible», la Iglesia desea contribuir «a través de la argumentación racional», a la vez que se propone «despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar». A la Iglesia «le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien» [5].
La labor de abrir las inteligencias y mover las voluntades, en un contexto de libertad, requiere de los cristianos un esfuerzo de explicaderas, por usar una palabra que gustaba a San Josemaría, que esté a la altura de los problemas, con frecuencia complejos, que es preciso esclarecer. Mostrar que la fe es razonable, que la moral conduce a la felicidad, que Cristo ha venido a liberarnos, son algunas de las convicciones que nuestro tiempo necesita con urgencia, porque hay muchas personas que anhelan esos descubrimientos en el fondo de su corazón.
Para los católicos, el mejor argumento es la propia vida. La Iglesia convence cuando acierta a mostrar las maravillas que la gracia ha operado a lo largo de su historia. En ese sentido, la mejor forma de responder a las falsedades sobre la Iglesia y sobre la Prelatura del Opus Dei es precisamente poner de manifiesto la realidad, con modestia, con sencillez. Con humildad personal y colectiva, buscando sólo la gloria de Dios. «Éste es el juicio: que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra mal odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no le acusen. Pero el que obra según la verdad viene a la luz, para que sus obras se pongan de manifiesto, porque han sido hechas según Dios [6]. En distintos lugares del Evangelio, el Señor se refiere a sus discípulos como los hijos de la luz, que no tienen miedo a la verdad, y que saben que es Dios el autor de todo bien».
La caridad es el mejor modo de informar sobre la Iglesia y sobre el Opus Dei: querer es una forma de conocer y de darse a conocer. Estamos ante una labor eminentemente práctica y positiva, propia de personas «con el corazón grande y los brazos abiertos, dispuestos a ahogar el mal en abundancia de bien: porque el Opus Dei no es antinada: es afirmación, juventud, optimismo, victoria siempre, y caridad con todos» [7].
Redacción de es.romana.org/
Notas:
[1] SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Apuntes tomados en una tertulia, 29-XII-1970.
[2] SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Surco, n. 89.
[3] Jn 16, 33.
[4] Rm 12, 21.
[5] BENEDICTO XVI, Litt. enc. Deus Caritas est, n. 28.
[6] Jn 3, 19-21.
[7] SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Instrucción, mayo 1935/14-IX-1950, n. 88.
La argucia de la conciencia errónea
A mí mi conciencia me dicta que no tiene sentido creer. Así de simple argumentaba una persona a quien tienen algunos por erudito. Seguía justificando su decisión, tomada a priori, acudiendo a la necesidad que tiene el hombre de libertad. Si crees te sientes encadenado o encorsetado por los principios que admites y pierdes libertad. En definitiva, la fe quita libertad, insistía.
Abordar esta cuestión hoy, en un clima social y cultural tan pobre intelectualmente no es fácil. Lo sería si la lógica racional no estuviera adulterada. Desde luego si se entiende la libertad sólo como indeterminación –eso es lo que vendría a ser la fe; es decir, ignorancia– desconocer la verdad ya no obligaría moralmente, lo cual es verdad pero no es razonable.
Es cierto que la libertad hace alusión a una cierta indeterminación, puesto que es capacidad de tomar o no una opción –acción u omisión– y de ejecutarla llevarla a cabo de una manera o de otra. Pero la libertad no es esencialmente eso, indeterminación. Si la libertad fuera sólo y exclusivamente indeterminación sería más libre el que no sabe nada de nada. No saber redactar sería poseer más libertad que el escritor consumado ya que al no saber que palabra escribir para expresarse y tachar dos de cada tres posee más “indeterminación”. Otro caso de incongruencia al identificar indeterminación con libertad sería la del ciego que por no ver en la encrucijada los letreros de las diversas direcciones todas le sirven de posible camino sin saber dónde va. No. La pura indeterminación, de suyo, no ayuda al ejercicio de la libertad. Se necesita “conocer” para tomar una opción entre esa gama de posibilidades que ofrece la vida y tomar la adecuada, la que me conduzca al fin escogido. La libertad viene a ser una singular síntesis de determinada indeterminación a la que acude en su ayuda las reglas del juego humano.
El que conoce y la fe es conocimiento verdadero y cierto es auténticamente libre. Es más libre el escritor que escribe de corrido con perfección y el vidente que conoce los destinos de los caminos merced a su conocimiento de ellos o al mapa por el que se orienta. Dios respeta la libertad de su criatura, que al ser creada “a su imagen y semejanza” participa de Quien es libertad absoluta. Habrá quien muera la Teresa de Lissieux a los 23 años en un convento de Carmelitas, tuberculosa, sufriendo por amor a Dios y quien lo haga a la misma edad de sobredosis de droga. Son diversos modos de ejercitar la libertad.
Aquello del principio: “A mí mi conciencia me dicta que no tiene sentido creer” es una majadería pues también el erudito puede ser majadero. La conciencia es un juicio por el tomamos decisiones constantemente y vamos escribiendo la historia de nuestra propia vida ante las situaciones que suceden a nuestro alrededor. La conciencia procede a escribir la historia de la vida. Con nuestras decisiones escribimos nuestra biografía personal día a día que está inédita. Por poseer la persona humana naturaleza universal a todos los hombres también es universal la ley moral que los rige. Actuar de acuerdo con esa ley moral –universal– es la “medida” correcta a tomar.
En esa biografía personal que escribimos libremente con la conciencia de nuestras decisiones hay unas reglas. ¡Las hay hasta en el juego! Las hay en la redacción, en la narrativa: ortografía, morfología, sintaxis, etc. Del correcto empleo de dichas reglas en este lenguaje vital cada persona compone el “discurso narrativo de su propia vida”. La conciencia debe aceptar esas reglas de juego pero de ningún modo las puede crear, pues le vienen dadas por los elementos de la naturaleza humana. Podría decirse que la conciencia es como el “órgano” que escribe la propia biografía pero la conciencia no es un órgano físico como si se tratara del oído. Es sólo un modo de hablar. Y no es un órgano ya que no está en contacto inmediato con su objeto, como es lo propio de estos, por ejemplo el ojo con los colores. Si la conciencia fuera un órgano no habría dictámenes o juicios puesto que el modo de conocer propio del órgano es inmediato y sin posibilidad de equivocarse. Si el ojo ve un color como verde no hay vuelta de hoja, lo ve verde; y no hay razonamiento que valga para que lo vea rojo.
Las cosas son como son y no como yo las veo. Como Dios es el Creador las cosas sí son como las ve Dios. De ahí que para conocer la verdad de las cosas, de la realidad sea tan importante la fe, aceptar el obsequio de la inteligencia a lo que Dios revela. En un pasaje interesante, en el que Ratzinger abordaba de la fe, que como él mismo dice “de una forma narrativa” contando la historia de su acercamiento personal a este problema por primera vez, captó conscientemente la cuestión en toda su urgencia. Fue al principio de su actividad académica y tuvo una experiencia terrible.
La describe así: “Un colega de más edad, muy interesado en la situación del ser cristiano en nuestro tiempo, en una conversación (discusión) la opinión de que debíamos dar gracias a Dios por conceder a muchos hombres la posibilidad de ser no creyentes siguiendo su conciencia. Si les abriéramos los ojos y se hicieran creyentes, no serían capaces de soportar en este mundo nuestro la carga de la fe y sus obligaciones morales. Pero como todos siguen un camino distinto de buena fe, podrán alcanzar la salvación. Lo que más me chocaba de esta afirmación no era la idea de una conciencia errónea concedida por el mismo Dios para poder salvar a los hombres mediante esa argucia, es decir, la idea, por decir así, de una ceguera enviada por Dios para la salvación de estas personas. Lo que me perturbaba era la idea de que la fe fuera una carga insoportable que sólo las naturalezas fuertes podrían aguantar, casi un castigo, o en todo caso una exigencia difícil de cumplir.
“La fe no facilitaría la salvación, sino que la dificultaría. Feliz debería ser aquél al que no se le cargara con la necesidad de creer y de doblegarse al yugo de la moral de la fe de la Iglesia Católica. La conciencia errónea, que permite una vida más fácil y muestra un camino más humano, sería la verdadera gracia, el camino normal de la salvación. La falsedad y el alejamiento de la verdad serían mejores para el hombre que la verdad. La verdad no lo liberaría, sino que sería él el que debería ser liberado de ella. La morada del hombre sería más la oscuridad que la luz, y la fe no sería un don benéfico del buen Dios, sino una maldición. ¿Cómo podría, de ser así las cosas, surgir la alegría de la fe? ¿Quién tendría el coraje de transmitirla a los demás? ¿No sería mejor dejarlos en paz y mantenerlos alejados de ella? Ideas así han paralizado en los últimos años, con fuerza mayor cada vez, el ahínco evangelizador. Quien ve en la fe una pesada carga o una exigencia moral excesiva no puede invitar a los demás a abrazarla. Prefiere dejarlos en la supuesta libertad de su buena fe”[1].
Ratzinger parece que nunca defrauda yendo al meollo de los problemas del hombre de todos los tiempos. La oscuridad, las tinieblas no fueron creadas porque es ausencia de luz. Dios es Luz, es Verdad y dónde Él está se ve la realidad y se ha hecho Hombre para alejar toda traza de duda acerca del infinito amor que profesa por su criatura y además erige figuras insignes que sirven de mojones o hitos en nuestro caminar humano y divino. ¿Cómo van a hacer apostolado, cómo van dar la buena doctrina del criterio cristiano –las reglas para alcanzar una vida realizada con plenitud– si ven en la fe una atadura en lugar del camino que conduce a ser verdaderamente felices en la libertad?
El hombre necesita “modelos” de vida sin endiosar o elevar a un pedestal a nadie movido por una propaganda mediática. Sirve de ayuda el hecho de que haya quienes con su comportamiento marquen “hitos” históricos con carácter emblemático. La creatividad absoluta de la vida biográfica “desde cero”, es decir, sin ningún modelo o ejemplo de referencia puede darse en algunos espíritus fuertes excepcionales que la historia ofrece. Pero casi siempre, la gran mayoría de los hombres se proyectan en las diversas posibilidades ya existentes y abiertas por otros. Pretender que cada persona decida y construya “desde cero” su propio proyecto vital es una pretensión antropológica excesiva. En lo espiritual, el ejemplo de los santos es una clara referencia. El cristiano encuentra en los santos, en esos modelos de vida de fe, los focos luminosos que le indican el camino.
Esta es la verdad del hombre, la ley de Cristo, la imitación del Dios-Hombre que tenemos en Jesucristo. Ahí radica el conocimiento verdadero de la libertad. Nosotros conocemos y amamos pero no creamos nada: ni la verdad, ni el bien ni la belleza; sólo lo podemos reconocer. Dios, en cambio, crea con su Sabiduría y Amor. Por eso se puede decir que el ser y la verdad son convertibles. La verdad nos hace libres; la doctrina, la ley de Cristo, la gracia divina nos hace libres.
Pedro Beteta López
Doctor en Teología y en Bioquímica
[1] JOSEPH RATZINGER, Ser cristiano en la era neopagana; Ediciones Encuentro, 1995, p. 31, “Conciencia y verdad”.
Qué hacer cuando los hijos hacen pataleta por las pantallas: guía por edades
Por Ana Mas Villaseñor / Empantallados.com
Resulta que tu hijo(a) ya lleva un buen tiempo frente a la pantalla (tablet, móvil, tv...) y le dices: "bueno, ya es suficiente, apaga ya", y a continuación estalla en llanto y aparece la temida pataleta o rabieta.
Pues eso se llama frustración y los padres de hoy debemos aprender a manejarla, sobretodo con el tema del uso de las pantallas. Por eso este artículo de la Dra. Ana Mas Villaseñor, te será de gran ayuda.
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¿Qué es la frustración? ¿Cómo puedo manejarla? ¿Puede la frustración traumatizar a mi hijo? Seguro que te has preguntado esto muchas veces. Y cuando se trata de limitar el uso de las pantallas, encontramos que esta emoción aflora en nuestros hijos con más frecuencia de la que nos gustaría. Como en otras áreas de la educación, las pantallas nos brindan una buena oportunidad para seguir educando las emociones.
La frustración, una emoción necesaria
Hemos desarrollado la creencia de que las emociones negativas son malas. Creemos que el sufrimiento nos vuelve personas taciturnas y oscuras, pero esto no siempre es verdad. Todas las emociones son necesarias y cada una tiene su función, también las menos agradables.
La frustración es una sensación desagradable que aparece cuando algo se interpone entre mis objetivos y yo. Este malestar nos impulsa al cambio, nos motiva para encontrar la solución que nos permitirá alcanzar el objetivo; es decir, la frustración tiene una función y nos puede resultar útil si aprendemos a manejarla.
Algunas estrategias adecuadas para manejar la frustración son:
Hablar de ello: las personas encontramos alivio en la expresión de las emociones negativas porque nos sentimos comprendidas y apoyadas. Esta respuesta del entorno nos hace sentir seguros ante lo que percibimos como una amenaza del bienestar. Contar nuestras cosas y recibir una respuesta acogedora, contrarresta el malestar provocado por la frustración. Por otra parte, al compartir mi preocupación tengo más posibilidades de encontrar una solución adecuada ya que ‘dos cabezas piensan más que una’.
Analizar el problema y buscar una solución: como ya hemos visto, la aparición de un sentimiento negativo puede estimularnos positivamente. Nuestras facultades se centran en remediar el conflicto, aumentando la probabilidad de encontrar una solución adecuada.
Templar la emoción: a veces la frustración genera tal impacto emocional, que lo más adecuado es dejar que se enfríe antes de decidir qué hacer.
La anticipación: una estrategia eficaz para las rabietas y reacciones desproporcionadas por pantallas
La rabieta o reacción desproporcionada por el contrario no puede considerarse una estrategia adecuada para manejar la frustración porque:
- Lejos de obtener la comprensión y el apoyo del entorno, generamos desconcierto y enfado, añadiendo más conflictos a la situación inicial.
- Ante la agresividad es habitual que los que me rodean huyan, evitándo el peligro que supone alguien fuera de control, lo que me hace sentir solo e incomprendido.
- Pierdo la oportunidad de que los demás quieran ayudarme.
- Normalmente, cuando perdemos el control, nos sentimos culpables y esto aumenta nuestra frustración.
Es decir, con la rabieta lo único que consigo es continuar con el mismo conflicto añadiéndole incomprensión, culpabilidad, soledad y más frustración.
En la medida en la que las rabietas aumentan el sufrimiento del niño, lo más indicado es evitarlas y lo mejor para ello es la ANTICIPACIÓN: el niño va a sentirse frustrado al dejar de utilizar la pantalla; por lo que contamos con una oportunidad de oro para enseñar a nuestros hijos a manejar la frustración.
Pautas por tramos de edad
Niños sin dominio del lenguaje (hasta los 3 años)
La exposición a pantallas debe ser mínima. En este periodo, es difícil trabajar habilidades para manejar la frustración por su escaso dominio del lenguaje. Lo mejor es tener rutinas claras que el niño puede aprender. Esto le permite predecir lo que va a ocurrir y, al disminuir la incertidumbre, disminuimos la ansiedad y la probabilidad de rabietas en general.
Si aparece la rabieta permanerecemos firmes pero calmados; no podemos devolverle la pantalla ni negociar con él porque estaríamos dando por buena la rabieta, pero tampoco podemos gritar ni perder el control porque estaríamos validándola (si mis papás hacen ‘rabietas’ yo también) . Es importante comprender que el niño no ‘me esta montando la rabieta’ sino que me está expresando su frustración.
Niños no adolescentes (3-9 años)
Es bueno anticiparles la aparición de la frustración y elaborar un plan para manejarla cuando aparezca. Evitaremos frases del tipo ‘¿pero te vas a poner insoportable cuando toque apagar la tele?’ Lo mejor es validar la emoción y normalizarla, mostrando nuestra comprensión y ofreciendo estrategias adecuadas para gestionarla.
Por ejemplo: puedes ver un capítulo de la serie (delimitamos el uso) pero es posible que cuando termine el capitulo te sientas enfadado. Esto es normal, a mí también me ocurre (planteo la aparición de la emoción, la causa de la misma y la normalizo al hacerle ver que a mí también me ocurre). Decirle que si se siente frustrado y tienes ganas de gritar, puede:
- Cerrar los ojos muy fuerte y hacerte el invisible hasta que pase el enfado.
- Meter las manos en los bolsillos y apretar los puños hasta que pase el enfado.
- Tomar mucho aire y soltarlo despacito hasta que pase el enfado.
Estas estrategias son técnicas que recomendamos a los padres en la consulta y ayudan al niño a templar la emoción, dándole tiempo para pensar, permitiéndole gestionar la situación de manera adecuada.
Pre-adolescentes y adolescentes (a partir de 10 años)
El objetivo en los adolescentes, en relación con la limitación de las pantallas, es doble. Por una parte debemos trabajar el manejo de la frustración; y en segundo lugar, la autonomía.
Una estrategia interesante para fomentar la autonomía es negociar con el adolescente el tiempo de utilización del dispositivo, para hacerle corresponsable de los limites y las consecuencias. El objetivo es que él aprenda a ordenar su conducta basándose en argumentos razonables y no en sus emociones o apetencias.
No debemos perder de vista que, el fin último de la educación es ayudar a nuestros niños a ser felices. Esto exige alcanzar el equilibrio entre: la autoafirmación, que se manifiesta en la defensa de mi identidad y mis intereses; y la necesidad de sentirnos integrados socialmente, que requiere el cumplimiento de las normas y una relación respetuosa con los demás. Para obtener dicho equilibrio es preciso conocer las propias emociones y gestionarlas adecuadamente, construyendo una personalidad única que nos permitirá conquistar nuestra libertad.
*Ana Mas Villaseñor es graduada en Medicina por la universidad de Navarra y actualmente está en su cuarto año de formación como Médico Interno Residente de psiquiatría. Desde su perfil de Instagram @anamasvilla (Maravillosa.Mente) escribe sobre psiquiatría y ofrece tips de salud mental y educación. Es madre de dos hijos.
«Transformados»: víctimas y expertos cuentan toda la verdad sobre la «transición de género»
Carmelo López-Arias / ReL - 29.06.2022
Andrés Molina, uno de los testimonios del documental «Transformados»
Más de un millón de órganos sexuales sanos se tiran a la basura cada año en todo el mundo, y son extirpados de cuerpos cada vez más jóvenes.
Testículos, úteros, mamas... son sacrificados supuestamente para llevar la felicidad a personas que sufren lo que hasta hace muy poco se consideraba un trastorno de identidad de género, ahora rebautizado como "disforia de género". Crece como la pólvora porque las aulas, los medios de comunicación y las redes sociales lo hacen crecer. Los niños son conducidos artificiosamente a una vida inesperada de sexualización y medicalización. Y el número de quienes se arrepienten se dispara.
El documental Transformados aborda esta realidad con testimonios de víctimas de esas 'transiciones' y de expertos que las tratan en consulta. Se ha estrenado este 28 de junio, en el llamado Día del Orgullo Gay. Dirigido por Marta Sanz Lovaine para Media Salud Comunicación, Transformados sigue la estela de Camino abierto, anterior producción de esta periodista que atesora catorce años de experiencia como coordinadora de la sección de sanidad en Antena 3 TV y que posteriormente ha trabajado once años en programas televisivos en el ámbito científico.
Con rigor y objetividad -lo cual no significa una imposible neutralidad ante el drama que viven personas concretas con nombre y rostro-, la reportera pregunta y pone el micrófono, y quienes tienen algo que decir lo dicen. El espectador es quien juzga.
Experiencias complejas
Kathy Grace Dunkan dedica hoy buena parte de su tiempo a asesorar a personas transgénero en Portland (Oregón, Estados Unidos), intentando evitarles buena parte de los sufrimientos que ella vivió. Nació en un hogar disfuncional y sufrió abusos sexuales en la infancia. Su percepción de sí misma estaba totalmente alterada. A los 19 años empezó un tratamiento hormonal para convertirse en hombre, iniciando un proceso que remató con una doble mastectomía.
Leah Grey echa la vista atrás en su propia vida y se encuentra una niña que quería ser un niño y que en su juventud se inició en las relaciones lésbicas y en una promiscuidad que no fueron precisamente puertas a su felicidad.
También Andrés Molina, de Tarragona (España), contempla su pasado desde un presente muy distinto. A los 10 años, la pornografía trastocó su visión de su propia masculinidad, lo qu le preparó para introducirse en la adolescencia en las relaciones homosexuales.
El venezolano Carlos Eduardo Catari sufrió de niño el rechazo de su padre a sus formas amaneradas, unidas a un abuso sexual por parte de alguien cercano que empezó a los 5 años y acabó cuando tenía 12, ya con su visión de sí mismo totalmente deformada. A los 15 empezó a prostituirse en ámbitos gay y confiesa que le gustaba.
En torno a estas cuatro vidas, contadas por sus protagonistas con sencillez desde un presente distinto y sorprendente tras un cambio en el que Dios apareció de formas imprevistas y diversas, se articula la investigación de Transformados en torno a un fenómeno que cada vez preocupa más: el "incremento masivo de niños y adolescentes que afirman haber nacido en el cuerpo equivocado".
Un fenómeno nuevo y rápido
Solamente en la plataforma GoFundMe hay 39.000 adolescentes recaudando fondos para extirparse su senos sanos. Pero la moneda tiene otra cara: solamente en la plataforma Reddit hay 17.000 jóvenes arrepentidos de su 'transición' que desean volver a su condición biológica natural.
Hasta 2010, explica a cámara Ann Gillies, profesora de Psicología en la Universidad de Ontario (Canadá) y fundadora de Restoring the Mosaic, el trastorno de la identidad de género era extremadamente raro, un 0,014% de la población total. Pero a partir de esa fecha comenzó un auténtico asalto a la infancia a través de la escuela y las redes sociales: "Les hemos metido ideas en la cabeza y los niños son muy susceptibles a la información. Lo absorben todo y empiezan a cuestionar sus pensamientos y sus sentimientos". Al mismo tiempo, continúa, lo que antes era considerado profesionalmente como "un trastorno", pasó a contemplarse como "un malestar" gracias a las modificaciones introducidas en 2013 en el manual diagnóstico DSM-5, principal referencia para los especialistas.
"Todo el concepto ha salido de la nada", abunda Jon K. Uhler, psicoterapeuta y fundador de Survivor Support, y sin él "todas estas prácticas médicas no se habrían desarrollado". Niños que necesitan una evaluación psicológica y, en su caso, psiquiátrica para determinar las causas de la discordancia entre lo que son y lo que querrían ser, se convierten en carne de cañón de "productos farmacéuticos que tendrán que soportar el resto de su vida, porque si dejan de tomar las hormonas, el cuerpo vuelve a su género". Un negocio "en el que tienes un cliente de por vida", ironiza.
Tratamientos irreversibles sobre personas vulnerables
Por su parte, el doctor Quentin van Meter, presidente del Colegio Americano de Pediatras, profesor de Pediatría en la Universidad de Atlanta y endocrinólogo pediátrico, alerta de la irreversibilidad de estos tratamientos en "una población muy vulnerable de niños que buscan aceptación". Desde hace más de treinta años se sabe que "el 98% de los niños y el 86% de las niñas que experimentan cierto grado de incongruencia de género en la infancia volverán a aceptar la concordancia entre su sexo biológico y su identidad de género al final de la pubertad". Por el contrario, el tratamiento con hormonas cruzadas "es muy perjudicial porque detiene el proceso de las hormonas de la pubertad, que crean las respuestas que el cuerpo biológico está esperando... Cuando eso no sucede, los sistemas no maduran... Se habla de que los bloqueadores de la pubertad son totalmente reversibles y la respuesta es que no lo son". Y alerta: "¡Por favor, no permita que esto le pase a su hija! No es la respuesta correcta. No es lo que se anuncia que es. No resolvió los poblemas de salud mental, creó más poblemas de salud mental de los que resolvió".
El mayor estudio realizado hasta la fecha sobre la relación entre disforia de género y trastornos previos determinó que el 63% de las personas que solicitaron un cambio de sexo después de la pubertad habían tenido uno o más diagósticos de trastorno psiquiátrico antes de anunciar que eran transgénero. No eran hormonas o cirugía lo que necesitaban, sino atención de esa naturaleza en vez de 'reafirmación', sostienen los especialistas en Transformados.
*Publicado originalmente en ReL
OTAN: Orden del día… ¡A comprar armas!
Tras las “parafernalias en Madrid”; eso es lo que me suena con más claridad; “el negocio es el negocio y todo lo demás es mentira”; veamos lo que se puede creer y lo que es increíble.
Viendo cómo se administran “los bienes mundiales” y quienes lo hacen; yo dudo que en mayoría, sean capaces de administrar “y vivir”, de la administración de un negocio propio; y menos modesto, como puede ser, un quiosco de prensa o venta de chucherías, puesto de “perritos calientes”, u otra cualquier cosa que en los mercados del mundo, en ellas se buscan sus vidas, millones y millones de terrícolas, que de su modesta inventiva, viven y vivieron siempre.
El mayor negocio material que hay en este perro mundo, no es otro que la venta de armas, pertrechos de guerra y todo lo que de anexo, lleva consigo, este criminal negocio, que sobre todos, explotan las denominadas “grandes potencias”; las que fabrican continuamente armamentos cada vez más perfeccionados y costosos, los que van almacenando como soporte de su poder material.
Pero como en ello se avanza constantemente, van quedando inmensas cantidades de material, anticuado el que hay que vender; y se vende… “se vende de grado o a la fuerza, haya guerra o no, puesto que si no la hay se provoca o como mínimo el miedo a la misma, para que siga, la maldita máxima, de… “si quieres la paz prepárate para la guerra” (1)
Si un tanque, avión, barco o helicóptero; “lo vuelan, lo hunden o es destruido”; hay que renovarlo y poner otro igual o similar; “y eso cuesta mucho dinero”; aumentemos todo lo demás, hasta el proyectil de menor calibre, que portan o disparan los “soldados de a pie” (soldados o mercenarios que de todo hay) y encontraremos las imaginarias y enormes cantidades de dinero, que son necesarias para mantener una guerra del tipo que sea, aunque hoy nos podemos fijar sólo en la que el indeseable del nuevo zar ruso, ha iniciado destruyendo a Ucrania. Pero hay muchas más en el planeta.
Todo ese material que se destruye y se renueva se nos da a entender que “nace de la nada y que como ayuda se le facilita al que lo necesita”; horrenda mentira puesto que “nadie regala nada a nadie”, todo se facilita previo pago de su importe o a crédito a más o menos largo plazo; así pues esa es una deuda o un gasto, que va contra todo país que lo provoca (“incluso lo sufren los que se dicen vencedores”) ¿Y quién paga al final todo ese inmenso gasto? ¡Pues usted o yo, o cualquier habitante que produce bienes en el lugar que sea! O sea y más claro, lo pagan los impuestos que pagamos y que ya confiscadamente nos imponen, los inútiles mangoneadores de los bienes públicos, que en vez de emplearlos en construir bienestar, lo emplean en destruir el que hay y crear los desastres que crean “con sus guerras”; puesto que no dudemos que son “sus guerras” y que de ellas, sólo se benefician determinados “monos humanos”, que son los que las provocan y mantienen, siempre en beneficio propio, de nadie más.
De los pocos países que supieron salirse de este infernal sistema que envuelve a casi todo el mundo, sólo uno merece admiración y respeto; se trata de Costa Rica (2), que dicho sea de paso, es uno de los pocos países americanos, que goza de un estado de paz y prosperidad notables.
¿Qué estoy diciendo que “sobran” los ejércitos militares; no en absoluto, ejércitos militares o militarizados son necesarios o imprescindibles, pero situándolos y dotándolos de todo lo que hoy es necesario en un ejército que de verdad, se forma y conforma para la paz y el progreso mundial, que desde luego con las armas necesarias hay que emplear para eliminar a “tanto bandido como organizadamente pulula por el mundo”; pero también con toda la maquinaria y utillaje, que esos ejércitos deben contar para auxiliar a la población de cualquier lugar del mundo y que sufre, desde los terribles ataques “naturales”, que provocan volcanes, terremotos, maremotos, incendios, inundaciones, etc.; hasta situaciones extremas de hambre o incluso sed, que hoy mismo asolan a partes de ese mundo que, “no es propiedad de unos pocos que lo explotan”, sino de todo el que “por lo que sea”, nacimos en él, y que por nuestra debilidad individual, e incluso social, necesitamos verdadera ayuda, de los mejor organizados, de los que ya y por su propio esfuerzo llegaron a metas que otros muchos no han sabido llegar y a los que por simple lógica, verdaderamente HUMANA; hay que ayudar.
Y una de las ayudas es establecer un “verdadero intercambio de materias primas, a precios justos y ajustados, para que todos vivan y prosperen”.
Con las infinitas y “eternas guerras que conocemos por nuestra propia historia”; nada positivo se ha conseguido en milenios de “luchas criminales”; por tanto, alguna vez habrá que pensar y meditar en ello, cambiando sistemas (todos fracasados al día de hoy) y remodelando la marcha de este “pobre mono humano”, que somos todos y esa es la verdad inamovible y que debe hacernos pensar. Amén.
(1) Si vis pacem, para bellum es una máxima latina que significa «Si quieres la paz, prepara la guerra». Aunque a veces se atribuye erróneamente a Julio César, en realidad deriva de un pasaje del escritor romano de temas militares, Vegecio.
(2) La abolición del ejército de Costa Rica se refiere a la supresión de todas las fuerzas armadas de Costa Rica llevada a cabo el 1 de diciembre de 1948 tras darse por finalizada la guerra civil de ese año. El evento en el cual se suprimieron las fuerzas armadas fue llevado a cabo en el antiguo Cuartel Bellavista, hoy Museo Nacional de Costa Rica, y fue encabezado por el presidente de la Junta Fundadora de la Segunda República, José Figueres Ferrer.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (Aquí mucho más)
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