Las Noticias de hoy 21 Enero 2023

Enviado por adminideas el Sáb, 21/01/2023 - 12:09

Benedicto XVI: ¿Qué nos pide el Señor para contribuir a la unidad de los  cristianos? Orar constantemente, practi...

Ideas Claras

DE INTERES PARA HOY    sábado, 21 de enero de 2023  

Indice:

ROME REPORTS

El Papa: El servicio implica la gratuidad, el cuidar de los demás

Semana de Oración por la unidad de los cristianos: “Haz el bien; busca la justicia”

Videomensaje del Papa a los jóvenes que se preparan para la JMJ de Lisboa 2023

“El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón”

LA ALEGRÍA : Francisco Fernandez Carbajal

Evangelio del sábado: incomprendidos por los cercanos

Octavario por la unidad de los cristianos (día 4, 21 de enero)

“¿Estás triste, hijo mío?” : San Josemaria

Establecer puentes para dialogar con aquellos que piensan diferente

La ternura de Dios (III): El corazón abierto de Dios: misericordia y apostolado : Carlos Ayxelá

SERVIDORES DE LA ALEGRÍA DE DIOS : Alberto García-Mina Freire

EL BAUTISMO TRANSFORMA. LA BELLA Y LA BESTIA : José Martínez Colín

Tras los pasos de san Juan Pablo II : Fundación CARF.

España en venta : Jorge Hernández Mollar

¿Ofrecer una ecografía a la embarazada antes de abortar es manipulación o coacción? : Julio Tudela

¿En qué semana comienzan los fetos a sentir dolor? : Julio Tudela

Inflación: una amenaza a la competitividad exterior de los países : José Luis Álvarez

Unción de enfermos. Al hilo de la muerte de Benedicto XVI. :  Josefa Romo

Desaparición de las FN : Jesús Domingo Martínez

Las ambigüedades : Pedro García

Pablo Blanco: «La unidad hace más creíble el mensaje evangélico»

 

ROME REPORTS

 

El Papa: El servicio implica la gratuidad, el cuidar de los demás

Palabras del Santo Padre antes del Ángelus

 

Ángelus 15 de enero de 2023 © Vatican Media

Este domingo, 15 de enero de 2023, el Papa Francisco se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, en la festividad del Bautismo del Señor, para recitar el Ángelus, con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro para la cita habitual de los domingos.

 

Estas fueron las palabras del Papa al introducir la oración mariana:

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buen domingo!

El Evangelio de la liturgia de hoy (cfr. Jn. 1,29-34) recoge el testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús después de haberlo bautizado en el río Jordán. Dice así: “A Él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo” (vv. 29-30).

Esta declaración, este testimonio, revela el espíritu de servicio de Juan. Él fue enviado a preparar el camino al Mesías, y lo hizo sin ahorrar esfuerzos. Humanamente, se podría pensar que le será entregado un “premio”, un puesto relevante en la vida pública de Jesús. En cambio, no. Una vez cumplida su misión, Juan sabe hacerse a un lado, se retira de la escena para dejar el sitio a Jesús. Ha visto al Espíritu descender sobre Él (cfr. vv. 33-34), lo ha señalado como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y ahora se dispone a escucharlo humildemente. De ser profeta pasa a ser discípulo. Ha predicado al pueblo, ha reunido discípulos y los ha formado durante mucho tiempo. Y, sin embargo, no ata a nadie a sí. Esto es difícil, pero es el signo del verdadero educador: no atar a las personas a uno mismo. Juan sitúa a sus discípulos sobre las huellas de Jesús. No está interesado en tener seguidores, en obtener prestigio y éxito, sino que presenta su testimonio y luego da un paso atrás para que muchos tengan la alegría de encontrar a Jesús. Podríamos decir: abre la puerta y se va.

Con este espíritu de servicio, con su capacidad de hacer sitio a Jesús, Juan el Bautista nos enseña una cosa importante: la libertad respecto a los apegos. Sí, porque es fácil apegarse a roles y posiciones, a la necesidad de ser estimados, reconocidos y premiados. Y esto, aunque es natural, no es algo bueno, porque el servicio implica la gratuidad, el cuidar de los demás sin ventajas para uno mismo, sin segundos fines, sin esperar algo a cambio. Nos hará bien cultivar, como Juan, la virtud del hacernos a un lado en el momento oportuno, testimoniando que el punto de referencia de la vida es Jesús. Hacerse a un lado, aprender a despedirse: he cumplido esta misión, he realizado este encuentro, me hago a un lado y dejo sitio al Señor. Aprender a hacerse a un lado, no pretender algo a cambio para nosotros.

Pensemos en lo importante que es esto para un sacerdote, que está llamado a predicar y celebrar no por afán de protagonismo o por interés, sino para acompañar a los demás hacia Jesús. Pensemos en lo importante que es para los padres, que crían a los hijos con muchos sacrificios y luego deben dejarlos libres de emprender su propio camino en el trabajo, en el matrimonio, en la vida. Es hermoso y justo que los padres sigan asegurando su presencia diciendo a los hijos: “no os dejamos solos”; pero con discreción, sin intromisión. La libertad de crecer. Y lo mismo vale para otros ámbitos como la amistad, la vida de pareja, la vida comunitaria. Liberarse de los propios apegos y saber hacerse a un dado cuesta, pero es muy importante: es el paso decisivo para crecer en el espíritu de servicio sin pretender nada a cambio.

Hermanos, hermanas, probemos a preguntarnos: ¿somos capaces de hacer sitio a los demás? ¿De escucharlos, de dejarlos libres, de no atarlos a nosotros pretendiendo gratitud? También, a veces, de dejarlos hablar. No decir: “¡Tú no sabes nada!”, sino dejar hablar, hacer sitio a los demás. ¿Atraemos a los demás hacia Jesús o hacia nosotros mismos? Y aún más, siguiendo el ejemplo de Juan: ¿sabemos alegrarnos de que las personas emprendan su propio camino y sigan su llamada, incluso si eso implica un poco de desapego respecto a nosotros? ¿Nos alegramos de sus logros, con sinceridad y sin envidia? Esto es dejar crecer a los demás.

Que María, la sierva del Señor, nos ayude a librarnos de los apegos para hacer sitio al Señor y dar espacio a los demás.

 

 

Semana de Oración por la unidad de los cristianos: “Haz el bien; busca la justicia”

Palabras del Santo Padre después de la oración mariana

 

Ángelus 15 de enero de 2023 © Vatican Media

El Papa Francisco invitó  a orar  por la Semana de Oración por la unidad de los cristianos: “Haz el bien; busca la justicia”  que tendrá lugar del 18 al 25 de enero, dijo después de la oración del Ángelus de  este domingo, 15 de enero de de 2023, festividad del Bautismo del Señor, a los peregrinos y fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.

Estas fueron las palabras del Papa después de la oración mariana, ofrecidas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas:

del 18 al 25 de enero tendrá lugar la tradicional Semana de Oración por la unidad de los cristianos. El tema de este año está tomado del profeta Isaías: “Haz el bien; busca la justicia” (1, 17). Demos gracias al Señor que con fidelidad y paciencia guía a su pueblo hacia la plena comunión, y pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine y nos sostenga con sus dones.

El camino hacia la unidad de los cristianos y el camino de conversión sinodal de la Iglesia están vinculados. Por eso, aprovecho esta ocasión para anunciar que el sábado 30 del próximo mes de septiembre, en la plaza de San Pedro, tendrá lugar una Vigilia ecuménica de oración, con la que encomendaremos a Dios los trabajos de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Para los jóvenes que acudan a la Vigilia habrá un programa especial para todo ese fin de semana, a cargo de la Comunidad de Taizé. Desde ahora, invito a los hermanos y hermanas de todas las confesiones cristianas a participar en esta reunión del Pueblo de Dios.

Hermanos y hermanas, ¡no nos olvidemos del martirizado pueblo ucraniano, que sufre tanto! Permanezcamos junto a ellos con nuestros sentimientos, con nuestra ayuda, con nuestra oración.

Y ahora os saludo a vosotros, romanos y peregrinos reunidos aquí. En especial, saludo a los fieles españoles de Murcia y a los de Sciacca, en Sicilia. Que la visita a la tumba de Pedro fortalezca vuestra fe y vuestro testimonio.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta la vista.

 

 

Videomensaje del Papa a los jóvenes que se preparan para la JMJ de Lisboa 2023

“Paredes no, horizontes sí”

 

(C) Vatican Media

(C) Vatican Media

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El Papa Francisco manda un video mensaje a todos los jóvenes que se están preparando para Jornada Mundial de la Juventud (JMJ2023) en Lisboa. A continuación el mensaje y el video completo.

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Queridos jóvenes,

Estamos acercándonos, aunque faltan todavía varios meses, a la Jornada de la Juventud, y ya
hay 400 mil jóvenes inscriptos. A mí me llama a la atención y me alegra que tantos jóvenes vienen
porque necesitan participar. Pero algunos dicen que «yo voy por turismo». Pero el joven que viene
es porque, en el fundo, tiene sed de participar, de con dividir, de contar su experiencia y recibir la
experiencia del otro. Tienen sed de horizontes.

Ustedes jóvenes, que ya hay 400 mil de ustedes inscritos, tienen sed de horizonte. En este
encuentro, en esta Jornada, aprendan a mirar siempre el horizonte, a mirar siempre más allá. No
levanten una pared delante de la vida de ustedes. Las paredes te cierran, el horizonte te hace crecer.
Miren siempre el horizonte con los ojos, pero lo miren sobre todo con el corazón. Abran el corazón
a otras culturas, a otros muchachos, a otras chicas, que vienen también a esta Jornada.
Prepárense para esto: para abrir horizontes, para abrir el corazón. Y gracias por haberse
anotado ya con tanta anticipación. Esperemos que otros más sigan el ejemplo de ustedes.

Que Dios los bendiga, que la Virgen los cuide. Recen por mí, que yo rezo por ustedes.

Y no se olviden: paredes no, horizontes sí. Gracias.

 

 

“El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón”

2ª catequesis sobre “la pasión por la evangelización”

 

Señor sufre corazón

Audiencia general, 18 enero 2023 © Vatican Media

“El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón”, ha indicado el Papa Francisco en la audiencia general de este miércoles.

Hoy, 18 de enero de 2023, el Santo Padre ha continuado con su ciclo de catequesis dedicado a “la pasión por la evangelización”, es decir, “el celo apostólico”. En esta ocasión, Francisco ha reflexionado sobre la figura de “Jesús como modelo del anuncio”, es decir, sobre el corazón pastoral de Jesús que “sufre y arriesga” por el rebaño.

Jesús modelo del anuncio

El Papa describe que si queremos representar con una imagen el estilo de vida de Jesús “no tenemos dificultad en encontrarla: Jesús mismo nos la ofrece, lo hemos escuchado, hablando de sí como del buen Pastor, aquel que ―dice― ‘da su vida por las ovejas’ (Jn 10,11), este es Jesús”. En este sentido, explica que, “ser pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús no hace algo por nosotros, sino que da todo, da su vida por nosotros. El suyo es un corazón pastoral (cfr. Ez 34,15). Es pastor con todos nosotros”.

De hecho, destaca el Pontífice “para resumir en una palabra la acción de la Iglesia se usa a menudo precisamente el término ‘pastoral’ y que “para valorar nuestra pastoral, debemos compararnos con el modelo, compararse con Jesús, Jesús buen Pastor.” Así,  “en primer lugar, “podemos preguntarnos: ¿lo imitamos bebiendo de las fuentes de la oración, para que nuestro corazón esté en sintonía con el suyo? La intimidad con Él es, como sugería el bonito volumen del abad Chautard, ‘el alma de todo apostolado’. Jesús mismo lo dijo claramente a sus discípulos: ‘separados de mí no podéis hacer nada’ (Jn 15,5). Si se está con Jesús se descubre que su corazón pastoral late siempre por quien está perdido, alejado. ¿Y el nuestro?”.

El corazón pastoral sufre y arriesga

El Sucesor de Pedro remite entonces a la lectura realizada al principio de la audiencia general: “Hemos escuchado la parábola de la oveja perdida, contenida en el capítulo 15 del Evangelio de Lucas (cfr. vv. 4-7). Jesús habla también de la moneda perdida y del hijo pródigo. Si queremos entrenar el celo apostólico, el capítulo 15 de Lucas hay que tenerlo siempre presente. Leedlo a menudo, ahí podemos entender qué es el celo apostólico. Ahí descubrimos que Dios no está para contemplar el recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se vayan. Más bien, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: ‘¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!’”.

En contraposición, “el corazón pastoral reacciona de otra manera: el corazón pastoral sufre, el corazón pastoral arriesgaSufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más. El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo. Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que se han ido. La nostalgia por aquellos que se han ido es continua en Jesús”.

Un corazón pastoral abierto, cerca de todos

Y prosigue: “Cuando escuchamos que alguien ha dejado la Iglesia ¿qué decimos? “Que se las arregle”. No, Jesús nos enseña la nostalgia por aquellos que se han ido; Jesús no tiene rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Jesús tiene nostalgia de nosotros y esto es el celo de Dios”.

Finalmente, el Papa Francisco llama a plantearse “¿tenemos sentimientos similares?”. “Pidamos en la oración la gracia de un corazón pastoral, abierto, que se pone cerca de todos, para llevar el mensaje del Señor y también sentir por cada uno la nostalgia de Cristo. Porque, nuestra vida sin este amor que sufre y arriesga, no va: si los cristianos no tenemos este amor que sufre y arriesga, corremos el riesgo de apacentarnos solo a nosotros”, concluye.

A continuación, sigue el texto de la catequesis completa, el saludo y las palabras en español del Santo Padre.

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Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 2. Jesús modelo del anuncio

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos todos!

El miércoles pasado iniciamos un ciclo de catequesis sobre la pasión de evangelizar, es decir sobre el celo apostólico que debe animar a la Iglesia y a todo cristiano. Hoy miramos al modelo insuperable del anuncio: Jesús. El Evangelio del día de Navidad lo definía “Verbo de Dios” (cfr. Jn 1,1). El hecho de que Él sea el Verbo, es decir la Palabra, nos indica un aspecto esencial de Jesús: Él está siempre en relación, en salida, nunca aislado, siempre en relación, en salida; la palabra, de hecho, existe para ser transmitida, comunicada. Así es Jesús, Palabra eterna del Padre dirigida a nosotros, comunicada a nosotros. Cristo no solo tiene palabras de vida, sino que hace de su vida una Palabra, un mensaje: es decir, vive siempre dirigido hacia el Padre y hacia nosotros. Siempre mirando al Padre que le ha enviado y mirando a nosotros a quienes Él ha sido enviado.

De hecho, si miramos a sus jornadas, descritas en los Evangelios, vemos que en el primer lugar está la intimidad con el Padre, la oración, por la que Jesús se levanta temprano, cuando todavía está oscuro, y se dirige a zonas desiertas a rezar (cfr. Mc 1,35; Lc 4,42) a hablar con el Padre. Todas las decisiones y las elecciones más importantes las toma después de haber rezado (cfr. Lc 6,12; 9,18). Precisamente en esta relación, en la oración que le une al Padre en el Espíritu, Jesús descubre el sentido de su ser hombre, de su existencia en el mundo porque Él está en misión por nosotros, enviado por el Padre a nosotros.

A tal propósito es interesante el primer gesto público que Él realiza, después de los años de la vida oculta en Nazaret. Jesús no hace un gran prodigio, no lanza un mensaje con efecto, sino que se mezcla con la gente que iba para ser bautizada por Juan. Así nos ofrece la clave de su acción en el mundo: entregarse por los pecadores, haciéndose solidario con nosotros sin distancias, en el compartir total de la vida. De hecho, hablando de su misión, dirá que no ha venido “a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mc 10,45). Cada día, después de la oración, Jesús dedica toda su jornada al anuncio del Reino de Dios y la dedica a las personas, sobre todo a los más pobres y débiles, a los pecadores y a los enfermos (cfr. Mc 1,32-39). Es decir, Jesús está en contacto con el Padre en la oración y después está en contacto con toda la gente para la misión, para la catequesis, para enseñar el camino del Reino de Dios.

Entonces, si queremos representar con una imagen su estilo de vida, no tenemos dificultad en encontrarla: Jesús mismo nos la ofrece, lo hemos escuchado, hablando de sí como del buen Pastor, aquel que ―dice― “da su vida por las ovejas” (Jn 10,11), este es Jesús. De hecho, ser pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús no hace algo por nosotros, sino que da todo, da su vida por nosotros. El suyo es un corazón pastoral (cfr. Ez 34,15). Es pastor con todos nosotros.

De hecho, para resumir en una palabra la acción de la Iglesia se usa a menudo precisamente el término “pastoral”. Y para valorar nuestra pastoral, debemos compararnos con el modelo, compararse con Jesús, Jesús buen Pastor. En primer lugar, podemos preguntarnos: ¿lo imitamos bebiendo de las fuentes de la oración, para que nuestro corazón esté en sintonía con el suyo? La intimidad con Él es, como sugería el bonito volumen del abad Chautard, “el alma de todo apostolado”. Jesús mismo lo dijo claramente a sus discípulos: “separados de mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5). Si se está con Jesús se descubre que su corazón pastoral late siempre por quien está perdido, alejado. ¿Y el nuestro? Cuántas veces nuestra actitud con gente que es un poco difícil o que es un poco complicada se expresa con estas palabras: “Es un problema suyo, que se las arregle…”. Pero Jesús nunca ha dicho esto, nunca, sino que ha ido siempre al encuentro de todos los marginados, los pecadores. Lo acusaban de esto, de estar con los pecadores, porque les llevaba precisamente la salvación de Dios.

Hemos escuchado la parábola de la oveja perdida, contenida en el capítulo 15 del Evangelio de Lucas (cfr. vv. 4-7). Jesús habla también de la moneda perdida y del hijo pródigo. Si queremos entrenar el celo apostólico, el capítulo 15 de Lucas hay que tenerlo siempre presente. Leedlo a menudo, ahí podemos entender qué es el celo apostólico. Ahí descubrimos que Dios no está para contemplar el recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se vayan. Más bien, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: “¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!”. El corazón pastoral reacciona de otra manera: el corazón pastoral sufre, el corazón pastoral arriesgaSufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más. El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo. Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que se han ido. La nostalgia por aquellos que se han ido es continua en Jesús. Y cuando escuchamos que alguien ha dejado la Iglesia ¿qué decimos? “Que se las arregle”. No, Jesús nos enseña la nostalgia por aquellos que se han ido; Jesús no tiene rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Jesús tiene nostalgia de nosotros y esto es el celo de Dios.

Y yo me pregunto: nosotros, ¿tenemos sentimientos similares? Quizá vemos como adversarios o enemigos a los que han dejado el rebaño. “¿Y este? ― Se ha ido a otro lado, ha perdido la fe, le espera el infierno…”, y nos quedamos tranquilos. Encontrándoles en la escuela, el trabajo, en las calles de la ciudad, ¿por qué no pensar más bien que tenemos una bonita ocasión de testimoniarles la alegría de un Padre que los ama y que nunca les ha olvidado? No para hacer proselitismo, ¡no! Sino para que les llegue la Palabra del Padre y caminar juntos. Evangelizar no es hacer proselitismo: hacer proselitismo es una cosa pagana, no es religiosa ni evangélica. Hay una buena palabra para aquellos que han dejado el rebaño y nosotros tenemos el honor y la carga de decir esa palabra. Porque la Palabra, Jesús, nos pide esto, acercarnos siempre, con el corazón abierto, a todos, porque Él es así. ¡Quizá seguimos y amamos a Jesús desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado si compartimos los sentimientos, si sufrimos y arriesgamos en sintonía con el corazón de Jesús, con este corazón pastoral, cerca del corazón pastoral de Jesús! No se trata de hacer proselitismo, ya lo he dicho, para que los otros sean “de los nuestros”, no, esto no es cristiano: se trata de amar para que sean hijos felices de Dios. Pidamos en la oración la gracia de un corazón pastoral, abierto, que se pone cerca de todos, para llevar el mensaje del Señor y también sentir por cada uno la nostalgia de Cristo. Porque, nuestra vida sin este amor que sufre y arriesga, no va: si los cristianos no tenemos este amor que sufre y arriesga, corremos el riesgo de apacentarnos solo a nosotros. Los pastores que son pastores de sí mismos, en vez de ser pastores del rebaño, son peinadores de ovejas “exquisitas”. No hay que ser pastores de sí mismos, sino pastores de todos.

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a Jesús, Buen Pastor, que nos conceda un corazón semejante al suyo, dispuesto a cuidar con ternura de todos los hermanos y hermanas que Él mismo nos confía, de modo especial los que se sienten perdidos o están alejados de su Presencia, que alegra y da vida. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

En el ciclo de catequesis dedicadas a la pasión por evangelizar —que comenzamos el miércoles pasado—, hoy reflexionamos sobre la persona de Jesús, que es el modelo insuperable de todo evangelizador. Jesús anunció el Reino de Dios con gestos y palabras, pero sobre todo con la propia vida. Él es el Buen Pastor que no se conforma con cuidar a las ovejas que están en el rebaño; sino que, sin medir los sacrificios, va en busca de las que están alejadas y están perdidas. También nosotros estamos llamados a imitar ese modo “pastoral” de vivir.

El primer paso para poder imitar a Jesús es rezar, es decir, tener momentos de intimidad con Dios, para que nuestro corazón se configure con el suyo y vayamos adquiriendo sus mismos sentimientos. Si somos verdaderos testigos de la alegría del Evangelio, descubriremos dos verbos propios de la tarea pastoral: sufrir y arriesgar. Sufriremos porque Dios no es conocido y amado, y tendremos que tomar decisiones arriesgadas, para que todos puedan encontrarse con Él y experimentar su amor.

© Librería Editora Vaticana

 

 

LA ALEGRÍA

— Tiene su fundamento en la filiación divina.

— Cruz y alegría. Causas de la tristeza. Remedios.

— El apostolado de la alegría.

I. Cuando el mundo surgió de las manos de Dios, todo desbordaba bondad, y esta tuvo su punto culminante con la creación del hombre1. Pero con el pecado llegó al mundo el mal, y como hierba mala arraigó en la naturaleza humana. Unida siempre al bien, la alegría verdadera vino plenamente a la tierra aquel día en que Nuestra Señora dio su consentimiento y en su seno se encarnó el Hijo de Dios. En Ella ya reinaba un profundo gozo, porque había sido concebida sin el pecado de origen y su unión con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo era plena. Con su respuesta amorosa a los designios divinos se convierte en causa, en todo el sentido de la palabra, de la nueva alegría del mundo, pues en Ella nos llegó Jesucristo, que es el júbilo pleno del Padre, de los ángeles y de los hombres: en quien Dios Padre tiene puestas todas sus complacencias2, y la misión de Santa María, entonces y ahora, es darnos a Jesús, su Hijo. Por eso llamamos a Nuestra Señora Causa de nuestra alegría.

Hace pocas semanas contemplábamos el anuncio del Ángel a los pastores: No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David...3. La alegría verdadera, la que perdura por encima de las contradicciones y del dolor, es la de quienes se encontraron con Dios en las circunstancias más diversas y supieron seguirle: es la alegría colmada del anciano Simeón al tener en sus brazos al Niño Jesús4; o el inmenso gozo –gaudio magno valde5– de los Magos al encontrar de nuevo la estrella que les conducía hasta Jesús, María y José; y la de todos aquellos que un día inesperado descubrieron a Cristo: ¿Por qué no le habéis prendido?, preguntarán más tarde los príncipes de los sacerdotes y los fariseos a los servidores, que posiblemente se ganaron un arresto o un despido al desobedecer: Es que jamás hombre alguno -dijeron- habló nunca como este hombre6; es la dicha de Pedro en el Tabor: Señor, bueno es quedarnos aquí7; o el júbilo que recuperan, al reconocer a Jesús, dos discípulos que caminaban hacia Emaús con profundo desaliento...8; y el alborozo de los Apóstoles cada vez que ven a Cristo Resucitado...9. Y, entre todas, la alegría de María: Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu está transportado de alegría en Dios, salvador mío10. Ella posee a Jesús plenamente, y su alegría es la mayor que puede contener un corazón humano.

La alegría es la consecuencia inmediata de cierta plenitud de vida. Y para la persona, esta plenitud consiste ante todo en la sabiduría y en el amor11. Por su misericordia infinita, Dios nos ha hecho hijos suyos en Jesucristo y partícipes de su naturaleza, que es precisamente plenitud de Vida, Sabiduría infinita, Amor inmenso. No podemos alcanzar alegría mayor que la que se funda en ser hijos de Dios por la gracia, una alegría capaz de subsistir en la enfermedad y en el fracaso: Yo os daré una alegría -había prometido el Señor en la Última Cena- que nadie os podrá quitar12. Cuanto más cerca estamos de Dios, mayor es la participación en su Amor y en su Vida; cuanto más crezcamos en la filiación divina, mayor y más tangible será nuestra alegría. ¿Es alegre, positivo, optimista, mi modo habitual de ser y de comportarme? ¿Pierdo fácilmente la alegría por una contradicción, por un contratiempo? ¿Me dejo llevar con frecuencia por los estados de ánimo?

II. ¡Qué distinta es esta felicidad de aquella que depende del bienestar material, de la salud ¡tan frágil!, de los estados de ánimo ¡tan cambiantes!, de la ausencia de dificultades, del no padecer necesidad...! Somos hijos de Dios y nada nos debe turbar; ni la misma muerte.

San Pablo recordaba a los primeros cristianos de Filipos: Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos13. Y les señalaba enseguida la razón: El Señor está cerca. En medio del ambiente difícil, a veces duro y agresivo, en el que se movían, el Apóstol les indica la mejor medicina: estad alegres. Y es admirable este mandato del Apóstol, pues cuando él escribe esa Carta está encadenado en la cárcel. Y en otra ocasión, en circunstancias extraordinariamente difíciles, escribirá: abundo y sobreabundo de gozo en todas mis tribulaciones14. Para la verdadera alegría nunca son definitivas ni determinantes las circunstancias que nos rodeen, porque está fundamentada en la fidelidad a Dios, en el cumplimiento del deber, en abrazar la Cruz. «¿Cómo es posible estar alegres ante la enfermedad y en la enfermedad, ante la injusticia y sufriendo la injusticia? ¿No será esa alegría una falsa ilusión o una escapatoria irresponsable?: ¡no! La respuesta nos la da Cristo: ¡solo Cristo! Solo en Él se encuentra el verdadero sentido de la vida personal y la clave de la historia humana. Solo en Él –en su doctrina, en su Cruz Redentora, cuya fuerza de salvación se hace presente en los Sacramentos de la Iglesia– encontraréis siempre la energía para mejorar el mundo, para hacerlo más digno del hombre, imagen de Dios, para hacerlo más alegre.

«Cristo en la Cruz: esta es la única clave auténtica. En la Cruz, Él acepta el sufrimiento para hacernos felices; y nos enseña que, unidos a Él, también nosotros podemos dar un valor de salvación a nuestro sufrimiento, que así se transforma en gozo: en la alegría profunda del sacrificio por el bien de los demás y en la alegría de la penitencia por los pecados personales y los pecados del mundo.

»A la luz de la Cruz de Cristo, por tanto, no hay lugar para el temor al dolor, porque entendemos que en el dolor se manifiesta el amor: la verdad del amor, de nuestro amor a Dios y a todos los hombres»15.

En el Antiguo Testamento ya había dicho el Señor por boca de Nehemías: No os entristezcáis, porque la alegría de Yahvé es vuestra fortaleza16. En efecto, la alegría es uno de los más poderosos aliados que tenemos para alcanzar la victoria17, un admirable remedio para todos los males. Este gran bien solo lo perdemos por el alejamiento de Dios (el pecado, la tibieza, la desgana en el trato con Dios, el egoísmo de pensar en nosotros mismos), o cuando no aceptamos la Cruz, que nos llega de formas tan diversas: dolor, enfermedad, fracaso, contradicción, cambio de planes, humillaciones... La tristeza hace mucho daño en nosotros y a nuestro alrededor. Es una planta dañina que debemos arrancar en cuanto aparece: Anímate, pues, y alegra tu corazón, y echa lejos de ti la congoja; porque a muchos mató la tristeza. Y no hay utilidad alguna en ella18.

En cualquier circunstancia que tienda a abatirnos podemos recuperar la alegría si sabemos abrir el corazón: hablar, airear el alma. Cuando acudimos a la oración o vamos con corazón contrito a la Confesión tomamos una actitud eficaz para encontrar el camino de la alegría, sobre todo cuando se perdió a causa del pecado o de descuidos culpables en el trato con el Señor. El olvido de sí mismo, el no andar excesivamente preocupados de las propias cosas, la humildad, en definitiva, es condición imprescindible para abrirnos a Dios como buenos hijos, fundamento de toda alegría verdadera. En la oración confiada –que es hablar con Dios– surgirá la aceptación de una contrariedad (quizá la causa oculta de ese estado triste), o la decisión de abrir el alma en la dirección espiritual –para decir aquello que nos preocupa–, o de ser generosos en eso que Dios nos pide y que quizá –por nuestras escasas luces– nos cuesta darle.

III. El apostolado que nos pide el Señor es, en buena parte, sobreabundancia de alegría sobrenatural y humana, transmitir la alegría de estar cerca de Dios. Cuando esta «se derrama en los demás hombres, allí engendra esperanza, optimismo, impulsos de generosidad en la fatiga cotidiana, contagiando a toda la sociedad.

»Hijos míos –decía el Papa Juan Pablo II–, solo si tenéis en vosotros esta gracia divina, que es alegría y paz, podréis construir algo válido para los hombres»19.

Un campo importante, donde debemos sembrar mucha alegría, es en la familia. La nota dominante en el propio hogar ha de ser la sonrisa habitual –aunque estemos cansados, aunque tengamos asuntos que nos preocupen–, y entonces esta manera optimista, cordial, afable, de comportarnos es también «la piedra caída en el lago»20, que provoca una onda más amplia, y esta otra más: acaba creando un clima grato en el que es posible convivir y en el que, con naturalidad, se desarrolla un apostolado fecundo con los hijos, con los padres, con los hermanos... Por el contrario, un gesto adusto, intolerante, pesimista, reiterativo.... aleja a los demás de uno mismo y de Dios, crea nuevas tensiones y con facilidad se falta a la caridad. Dice Santo Tomás que nadie puede aguantar ni un solo día a una persona triste y desagradable; y, por tanto, todo hombre está obligado, por un cierto deber de honestidad, a convivir amablemente (con alegría) con los demás21. Vencer los estados de ánimo, el cansancio, las preocupaciones personales, será siempre una mortificación muy grata al Señor.

Este espíritu alegre, optimista, sonriente, que tiene como fundamento hondo la filiación divina, hemos de extenderlo al trabajo, a los amigos, a los vecinos, a esas personas con las que quizá solo vamos a tener un breve encuentro en la vida: al cliente que ya no veremos más, al enfermo que una vez sano ya no deseará ver al médico, a esa persona que nos ha preguntado la dirección de una calle... Se llevarán de nosotros un gesto cordial, y el haberles encomendado a su Ángel Custodio... Y muchos encontrarán en la alegría del cristiano el camino que conduce al Señor, que quizá de otra manera no hallarían.

«¡Cómo sería la mirada alegre de Jesús!: la misma que brillaría en los ojos de su Madre, que no puede contener su alegría —“Magnificat anima mea Dominum!” —y su alma glorifica al Señor, desde que lo lleva dentro de sí y a su lado.

»¡Oh, Madre!: que sea la nuestra, como la tuya, la alegría de estar con Él y de tenerlo»22. Junto a Ella hacemos hoy un «propósito sincero: hacer amable y fácil el camino a los demás, que bastantes amarguras trae consigo la vida»23.

1 Cfr. Prov 8, 30-31. — 2 Cfr. Mt 3, 17. — 3 Lc 2, 10. — 4 Cfr. Lc 2, 29-30. — 5 Cfr. Mt 2, 10. — 6 Jn 7, 46. — 7 Mc 9, 5. — 8 Cfr. Lc 24, 13-35. — 9 Cfr. Jn 16, 22. — 10 Lc 1, 46-47. — 11 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 28, a. 4 ss. — 12 Jn 16, 22. — 13 Flp 4, 4. — 14 2 Cor 7, 4. — 15 A. del Portillo, Homilía en la Misa para los participantes en el Jubileo de la juventud, 12-IV-1984. — 16 Neh 8, 10. — 17 Cfr. 1 Mac 3, 2 ss.— 18 Eclo 30, 24-25. — 19 Juan Pablo II, Discurso 10-IV-1979. — 20 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 831. — 21 Santo Tomás, o. c., 2-2, q. 114, a. 2 ad 2. — 22 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 95. — 23 Ibídem, n. 63.

 

Evangelio del sábado: incomprendidos por los cercanos

Comentario del sábado de la 2.ª semana del tiempo ordinario. “Entonces llegó a casa; y se volvió a juntar la muchedumbre, de manera que no podían ni siquiera comer”: es la fuerza arrolladora de la santidad, de la vida divina, esa misma de la que el Señor nos quiere hacer partícipes a todos.

21/01/2023

Evangelio (Mc 3,20-21)

Entonces llegó a casa; y se volvió a juntar la muchedumbre, de manera que no podían ni siquiera comer. Se enteraron sus parientes y fueron a llevárselo porque decían que había perdido el juicio.


Comentario

La sobria pero cuidada narración de Marcos dice mucho con pocas palabras: Jesús llega a casa, pero ni en ella puede descansar. La muchedumbre tiene necesidad de oírle y de pedirle sanación cuanto antes, como si fuera a desaparecer pronto de sus vidas. ¡Qué fuerza de atracción tenía la mera presencia de Jesús! ¡Cómo debía ser su palabra! ¡Qué transformación interior debían experimentar los que le escuchaban con el corazón abierto! Es la fuerza arrolladora de la santidad, de la vida divina, esa misma de la que el Señor nos quiere hacer partícipes a todos.

El cuerpo humano no puede resistir mucho sin alimento. El texto bíblico nos dice que Jesús no tenía fácil ni satisfacer una necesidad tan perentoria. Pero él no tenía problema en acudir antes a otro tipo de alimento. Qué bien encajan aquí estas palabras suyas: “Jesús les dijo: —Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra. ¿No decís vosotros que faltan cuatro meses para la siega? Pues yo os digo: levantad los ojos y mirad los campos que están dorados para la siega; el segador recibe ya su jornal y recoge el fruto para la vida eterna, para que se gocen juntos el que siembra y el que siega” (Jn 4,34-36).

No podemos saber cómo experimentaba Jesús el paso del tiempo. Pero sabemos de su ardor: “Fuego he venido a traer a la tierra, y ¿qué quiero sino que ya arda?” (Lc 12,49). Esto a algunos se les hacía incomprensible. Entre ellos, a algunos de sus parientes. Es duro que entre las personas que no comprenden ese fuego de amor que bulle en nuestro corazón se encuentren algunos de nuestros parientes. Pero, del mismo modo que nos imaginamos a Jesús siempre acogedor y cercano con ellos, nosotros vivimos nuestra fe con la convicción de que como más podemos ayudarlos es estando cada día un poco más cerca del Señor, haciéndoles así partícipes, con nuestro amor y nuestra oración, de los dones que Jesús nos ofrece y a los que intentamos corresponder con humildad y agradecimiento.

 

 

Octavario por la unidad de los cristianos (día 4, 21 de enero)

Cuarta meditación del octavario por la unidad de los cristianos (21 de enero). Temas: La Iglesia es santa por su origen y fines; la lucha por la santidad en sus miembros; los santos son un vínculo de unidad.

18/01/2022

Día 4. 21 de enero

► La Iglesia es santa por su origen y fines.

► La lucha por la santidad en sus miembros.

► Los santos son un vínculo de unidad.

LA IGLESIA ha sido querida y fundada por Cristo, cumpliendo así la voluntad de su Padre. Además, está asistida continuamente por el Espíritu Santo. En definitiva, se trata de una obra constante de la Trinidad Santísima. Sobre esta realidad –su origen trinitario– se fundamenta la segunda nota de la Iglesia, que consideraremos en este cuarto día del octavario por la unidad de los cristianos: su santidad. El Papa Francisco señala que la confianza en la santidad de la Iglesia «es una característica que ha estado presente desde los inicios en la conciencia de los primeros cristianos, quienes se llamaban sencillamente los santos (cfr. Hch 9,13.32.41; Rm 8,27; 1Co 6,1), porque tenían la certeza de que es la acción de Dios, el Espíritu Santo quien santifica a la Iglesia» [1].

Efectivamente, la Iglesia es santa porque procede de Dios, que es santo. La Iglesia es santa porque santo es Jesucristo nuestro Señor, que por medio de su sacrificio en la cruz «amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla» (Ef 5,25-26). Es santa porque está guiada por el Espíritu Santo, fuente inagotable de su santidad, que fue enviado «el día de Pentecostés a fin de santificar indefinidamente la Iglesia» [2]. También decimos que es santa porque su fin es la gloria de Dios y busca la verdadera felicidad de los hombres. Y por último, la Iglesia es santa porque los medios que emplea para lograr su fin también lo son: la Palabra de Dios y los Sacramentos.

Toda esta alentadora realidad de la Iglesia no nos oculta, sin embargo, que a pesar de su origen trinitario y de sus medios salvíficos, su santidad visible puede quedar oscurecida por los pecados de sus hijos. Nos hacía notar también san Josemaría que la Sagrada Escritura «aplica a los cristianos el título de gens sancta (1P 2,9), pueblo santo, compuesto por criaturas con miserias: esta aparente contradicción marca un aspecto del misterio de la Iglesia» [3]. Considerar la belleza del Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia, y de todas las razones por las que es santa, nos puede impulsar a renovar nuestros deseos por manifestar, en nuestra vida, esa luz de su santidad de origen, de medios y de fines.


ES NECESARIA una mirada de fe ante el misterio de la Iglesia. «Demostraría poca madurez –señalaba san Josemaría refiriéndose a esta esencial visión sobrenatural– el que, ante la presencia de defectos y de miserias, en cualquiera de los que pertenecen a la Iglesia —por alto que esté colocado en virtud de su función—, sintiese disminuida su fe en la Iglesia y en Cristo. La Iglesia no está gobernada ni por Pedro, ni por Juan, ni por Pablo; está gobernada por el Espíritu Santo, y el Señor ha prometido que permanecerá a su lado todos los días hasta la consumación de los siglos (Mt 28,20)» [4].

No es extraño, sin embargo, que las personas con anhelos de acercarse a la Iglesia se fijen en sus miembros, ya que son quienes están llamados a encarnar el mensaje de alegría que se nos ha confiado. Es cierto que muchas veces los mismos católicos no hemos sabido reflejar la santidad de nuestra Madre la Iglesia y hemos «velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios» [5]. Nuestra fe en la santidad de la Iglesia nos lleva a pedirla con mayor insistencia al Señor para cada uno de nosotros, reconociéndonos profundamente necesitados de su ayuda. Como señalaba Benedicto XVI durante un encuentro ecuménico: nuestra santidad de vida debe ser el corazón del encuentro y del movimiento ecuménico [6].

En este sentido, los defectos de los miembros de la Iglesia –nuestras propias faltas y pecados– fomentan nuestros deseos de conversión personal, y nos llevan a reparar y a rezar con mayor insistencia. Todo ello sin perder de vista que la santidad de la Iglesia se encuentra, principalmente, en el mismo Cristo. «La Iglesia católica sabe que, en virtud del apoyo que le viene del Espíritu, las debilidades, las mediocridades, los pecados y a veces las traiciones de algunos de sus hijos, no pueden destruir lo que Dios ha infundido en ella en virtud de su designio de gracia» [7]. Por eso, con una firme confianza en los designios de Dios, san Josemaría nos recordaba que «nuestra Madre es Santa, porque ha nacido pura y continuará sin mácula por la eternidad. Si en ocasiones no sabemos descubrir su rostro hermoso, limpiémonos nosotros los ojos; si notamos que su voz no nos agrada, quitemos de nuestros oídos la dureza que nos impide oír, en su tono, los silbidos del Pastor amoroso» [8].


ES FUENTE de esperanza saber que «a lo largo de toda la historia, también en la actualidad, ha habido tantos católicos que se han santificado efectivamente: jóvenes y viejos, solteros y casados, sacerdotes y laicos, hombres y mujeres. Pero sucede que la santidad personal de tantos fieles –antes y ahora– no es algo aparatoso. Con frecuencia no reconocemos a la gente común, corriente y santa, que trabaja y convive en medio de nosotros» [9]. La santidad es el rostro más bello de la Iglesia y resplandece, discretamente, en muchas personas que nos rodean: en quienes se esfuerzan por servir y hacer la vida más agradable a los demás; en quienes trabajan infatigablemente por llevar lo imprescindible a sus casas; en quienes dan un importante testimonio de fe al sobrellevar con paz muchas dificultades, la enfermedad o la vejez. Todos estos esfuerzos, aunque permanecen invisibles, son verdadera fuerza de la Iglesia, también para impulsar su unidad.

Al mismo tiempo, muchos cristianos ya han sido beatificados o canonizados, y nos sirven de estímulo a quienes todavía estamos en camino. Al formar parte todos juntos de la misma Iglesia, miembros de un mismo Cuerpo, esa muchedumbre de santos nos protege, nos sostiene y nos conduce [10]. Entre ellos se encuentran muchos que, por inspiración divina, se empeñaron de distintos modos en impulsar la unidad entre todos los cristianos: san John Henry Newman que, antes de su conversión, fue anglicano; santa Elizabeth Hesselblad de Suecia que, perteneciente a una familia luterana, refundó la orden de las brigidinas; san Josafat, ucraniano, que murió buscando la unidad de los cristianos en tierras eslavas; la beata María Sagheddu, que ofreció su vida a Dios por la unidad de los cristianos muriendo a los veinticinco años cerca de Roma; san Juan Pablo II, que fue un infatigable luchador por el ecumenismo durante su pontificado; y tantos mártires católicos y no católicos que han testimoniado juntos su fe, como sucedió en Uganda con el catequista Carlos Lwanga y sus compañeros. El descubrimiento de ejemplos de santidad también entre nuestros hermanos separados será un inestimable impulso en la búsqueda de la unidad.

El Concilio Vaticano II, precisamente en su Constitución dogmática sobre la Iglesia, señala que sus miembros, al sentirse llamados a promover la unidad, «luchan todavía por crecer en santidad, venciendo enteramente al pecado, y por eso levantan sus ojos a María, que resplandece como modelo de virtudes para toda la comunidad de los elegidos» [11]. Amar a María, Mater Ecclesiae, nos encaminará a amar más a la Iglesia. Ella nos enseñará a sentirnos responsables de la santidad de todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, camino imprescindible para alcanzar la unidad entre todos los cristianos.


[1] Francisco, Audiencia general, 2-X-2013.

[2] Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 4.

[3] San Josemaría, Lealtad a la Iglesia, 4-VI-1972.

[4] San Josemaría, Lealtad a la Iglesia, 4-VI-1972.

[5] Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, n. 19.

[6] Cfr. Benedicto XVI, Discurso, 19-VIII-2005.

[7] San Juan Pablo II, Encíclica Ut unum sint, n. 11.

[8] San Josemaría, Lealtad a la Iglesia, 4-VI-1972.

[9] Ibid.

[10] Cfr. Benedicto XVI, Homilía, 24-IV-2005.

[11] Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 65.

 

 

“¿Estás triste, hijo mío?”

Nunca te desanimes si eres apóstol. -No hay contradicción que no puedas superar. -¿Por qué estás triste? (Camino, 660)

21 de enero

La verdadera virtud no es triste y antipática, sino amablemente alegre. (Camino, 657)

Si salen las cosas bien, alegrémonos, bendiciendo a Dios que pone el incremento. -¿Salen mal? -Alegrémonos, bendiciendo a Dios que nos hace participar de su dulce Cruz. (Camino, 658)

Para poner remedio a tu tristeza me pides un consejo. -Voy a darte una receta que viene de buena mano: del apóstol Santiago. -"Tristatur aliquis vestrum?" -¿Estás triste, hijo mío? -"Oret!" -¡Haz oración! -Prueba a ver. (Camino, 663)

No estés triste. -Ten una visión más... "nuestra" -más cristiana- de las cosas. (Camino, 664) "Laetetur cor quaerentium Dominum" -Alégrese el corazón de los que buscan al Señor.

-Luz, para que investigues en los motivos de tu tristeza. (Camino, 666)

 

 

Establecer puentes para dialogar con aquellos que piensan diferente

Los días 17 y 18 de enero se ha celebrado la 58 Jornadas de Cuestiones Pastorales de Castelldaura, con el lema “La fe en el debate cultural”. Alrededor de un centenar de sacerdotes de Cataluña han reflexionado sobre el diálogo entre fe, razón y cultura. Los ponentes han recordado al difunto Papa emérito Benedicto XVI y su gran aportación intelectual en el campo del diálogo entre fe y razón.

20/01/2023

En todas las intervenciones de las jornadas, se ha mostrado la importancia de una sólida formación intelectual para entender la sociedad en la que vivimos y dar respuesta a los retos que plantea. Se han analizado los rasgos fundamentales de la sociedad moderna y una de las conclusiones destacadas en las jornadas es la de la necesidad de una sólida formación para dar respuesta a los retos que plantea la sociedad actual.

Corrientes culturales contemporáneas en el marco de la modernidad

La primera de las intervenciones corrió a cargo de Mariano Fazio, vicario auxiliar del Opus Dei, quien habló de las corrientes culturales contemporáneas en el marco más amplio de la modernidad. Repasó las características de la cultura actual vinculadas a la ideología de género, transhumanismo, ecologismo profundo y cultura woke o de cancelación. Según Fazio, toda la Edad Moderna ha sido una lucha entre dos bandos: a favor o en contra de la secularización.

En su intervención alerto sobre cierta nostalgia que podría tentar a quien considere la Edad Media como una supuesta edad de oro de la Iglesia. Advirtió, sin olvidar tantas cosas positivas del mundo medieval, que no supo siempre interpretar correctamente la máxima evangélica: “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.


Conferencia de Mons. Mariano Fazio


En este sentido, consideró que la secularización iniciada en la Baja Edad Media, entendida como desclericalización, debe entenderse como un hecho positivo. Más tarde, en el Siglo de las Luces, contempló el recorrido de la secularización. Consideró que la secularización moderna y contemporánea, que produjo una positiva desclericalización, trajo como consecuencia una actitud laicista no deseada, que no responde a la armonía que debe existir entre lo natural y lo sobrenatural, que aunque son diferentes no deben separarse. Mariano Fazio recordó que la perspectiva sobrenatural debe valorar en el punto justo la autonomía de lo natural. La verdadera secularización sería lo que algunas personas han llamado la “laicidad sana” -tal y como lo hizo Benedicto XVI- o laicidad positiva, frente a los excesos del laicismo.

En la denominada “dictadura del relativismo”, en palabras de Benedicto XVI, la principal víctima es la Verdad. D. Mariano platea que la salida de esta dictadura -una crisis moderna- es el diálogo entre razón y fe, pues “hay que superar la visión cientificista”. Por eso, afirmó que “en la tarea pastoral que nos corresponde, es necesario ayudar a las personas a pensar, dado que podemos llegar a las verdades que orientan la propia vida”.

Preguntado por la aportación del Papa emérito Benedicto XVI y el Papa Francisco, compartió su visión de que los dos pontificados se pueden “unir, el del Papa emérito Benedicto XVI que fue más intelectual y el del Papa Francisco, más social”, y que cada uno necesita del otro, dado que es necesaria una Verdad para llevarla a la vida. Por último, hizo un llamamiento a “buscar puntos de unión, establecer puentes, con aquellos que piensan diferente para poder dialogar”.

El uso de la razón amable

Ignasi Fuster, decano de la Facultad de Filosofía de Catalunya, el segundo de los ponentes de las jornadas, ofreció argumentos para el uso de la razón amable, que da sentido a los grandes interrogantes del hombre. En este sentido afirmó que “los grandes pensadores no son elucubradores, sino que dan respuesta a un tiempo y a unos interrogantes como hizo san Agustín con la crisis de su tiempo, santo Tomás, mostrando la esplendidez de la verdad o san Juan Pablo II”.

También ha afirmado que “estamos en tiempo de apostasía: la religiosa que se pone de manifiesto con el ateísmo; la biológica; y la apostasía de los orígenes, según la cual no es necesario pensar o se cree que el pensar no transforma. Estamos frente a la crisis de la razón especulativa frente a la razón instrumental” que impera en la sociedad. Por ello, también propueso que “hay que buscar las certezas, defenderlas sin levantar la voz, dar testimonio de vida que es testigo de belleza y saber vivir la diferencia en la tolerancia y el respeto”.

El debate posterior a las ponencias del primer día dejó como conclusión la idea de que las verdades intangibles son y deben ser pocas y claras y la necesidad de crear puentes para su comunicación.

“Es necesaria una profunda experiencia de la fe cristiana”

Redescubrir la novedad del anuncio del Evangelio fue una de las ideas principales de la ponencia de Mons. Francisco Conesa, obispo de Solsona, en su participación en las Jornadas de Castelldaura. 

Ante la pregunta de cómo vivir la fe en una sociedad plural, señaló que “no podemos vivirla como hace 40 o 50 años. Actualmente, es necesaria una profunda experiencia de la fe cristiana, arraigada en la oración; una formación sólida de los contenidos de la fe, teniendo en cuenta aspectos intelectuales, pastorales, humanos y espirituales porque, cuando no se tiene esta formación, uno acaba siendo asimilado por la cultura dominante. Se necesitan cristianos que vivan su fe unidos a la Iglesia, ya que es indispensable andar juntos”.

 

 

En esta sesión, Mons. Conesa afirmó que “la Iglesia camina con la sociedad hacia la plenitud de la verdad, y, por eso, necesita dialogar con el compañero de camino”. Este diálogo lo ha definido como abierto a todo el mundo mientras no caiga ni en el fundamentalismo ni en el relativismo. “El estilo de cómo proponemos la fe es importante -recalcó- y hay que respetar la conciencia de los demás actuando con apertura de miras y empatía”, porque la fe crece por atracción, no por imposición. Por este motivo, finalizó, “tenemos que ir al corazón del Evangelio, evitando que se identifique el mensaje cristiano con elementos que resultan secundarios”.

La importancia de la lectura de los clásicos

José María Torralba, uno de los últimos ponentes, catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Navarra, reflexionó sobre la importancia educativa de introducir la lectura de los clásicos, de los buenos libros, en el plan formativo personal.

“La lectura comporta la comprensión de los retos culturales actuales e introduce a quien lo hace en el mundo de la sabiduría”, afirmó el profesor Torralba. Y añadió que “vivimos en un contexto social en el que los jóvenes echan de menos tener conversaciones intelectuales, y hablar de los temas importantes, como la libertad” que se plantean con buenas lecturas. Por eso defendió la necesidad de “un cambio educativo y de pasar de un modelo pasivo, que es escuchar, a un modelo más activo, que es el que lleva a leer. El segundo es una forma de introducir a los jóvenes en la cultura”.


Conferencia de José María Torralba


Según Torralba, “se puede decir que el tipo de cristianismo que se vive en el ámbito mediterráneo es un cristianismo moralista. Para muchas personas, lo importante o esencial es la moral, lo que se considera ser buena persona”. El profesor Torralba consideró que esto es una reducción y simplificación, que conduce a una falta de interés por el estudio y el saber, por tanto, a estar ausente en los debates culturales. Abogó por aprovechar la oportunidad que ofrece la literatura para abrir horizontes y crear un espacio de esperanza.

Jornadas de Castelldaura, punto de encuentro intelectual

Las 58 Jornadas de Castelldaura fueron inauguradas por Lluís Tusquellas, director del Centro Sacerdotal Rosselló, entidad organizadora, quien explicó que las Jornadas son “punto de encuentro intelectual desde hace 58 años, para discutir temas de actualidad, con el buen deseo de favorecer nuestra labor ministerial, renovar nuestra preparación y disfrutar de horas de fraternidad sacerdotal”. Y recordó una idea de san Juan Pablo II para dar razón del tema escogido para este año: “Una fe que no se hace cultura, todavía no ha sido plenamente acogida”.

Ignasi Font, vicario del Opus Dei para Cataluña y Andorra, quiso mostrar en su intervención el agradecimiento al Papa emérito Benedicto XVI “por los numerosos textos magisteriales que nos ha regalado en los que se ha ocupado del tema objeto de reflexión de las jornadas , el gran reto que supone para la fe católica la impresionante aceleración de la cultura contemporánea”. 

 

 

La ternura de Dios (III): El corazón abierto de Dios: misericordia y apostolado

Cuando rechaza la tentación de someter los reinos de la tierra, Jesús deja entrever cómo es su dominio de la historia. Aunque a los ojos humanos pueda parecer una ingenuidad, Dios reina con su misericordia. Y así quiere que sus enviados, los cristianos, le hagamos presente en el mundo.

156/2016

DIOS NO SABRÍA QUÉ HACER CON UNA SUMISIÓN FORMAL, EXTERNA, PERO HUECA. ÉL BUSCA A CADA HOMBRE, LLAMA A LA PUERTA DE CADA UNO

«Mi reino no es de este mundo», responde Jesús, cuando Pilato le pregunta acerca de las acusaciones del Sanedrín. Él es Rey, pero no como dicen rey los hombres: «si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí»[1]. Pocas horas antes, en Getsemaní, había hablado en términos parecidos a Pedro, para hacerle envainar la espada: «¿O piensas que no puedo acudir a mi Padre y al instante pondría a mi disposición más de doce legiones de ángeles?»[2] No es con la fuerza de las armas de los hombres que Dios irrumpe en el mundo, sino con la «espada de doble filo» de su Palabra, que «descubre los sentimientos y pensamientos del corazón»[3]. Jesús «no combate para consolidar un espacio de poder. Si rompe cercos y cuestiona seguridades es para abrir una brecha al torrente de la Misericordia que, con el Padre y el Espíritu, desea derramar sobre la tierra. Una Misericordia que procede de bien en mejor: anuncia y trae algo nuevo: cura, libera y proclama el año de gracia del Señor»[4].

Dios mira el corazón

«En el mundo tendréis sufrimientos, pero confiad: yo he vencido al mundo, ego vici mundum»[5]. Desde el cenáculo, la oración sacerdotal de Jesús conforta a los discípulos de todos los tiempos: el Señor vence, aun cuando el anuncio del Evangelio encuentra dificultades grandes, hasta el punto de parecer que la causa de Dios va a fracasar. Christus vincit, pero según un designio que no responde a la lógica del poder humano: «mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos»[6].

«Te daré todo este poder y su gloria, porque me han sido entregados y los doy a quien quiero»[7]. Cuando el demonio mostró a Jesús todas las naciones de la tierra, no le ofrecía tanto lujo y posesiones como la sumisión de los hombres a su voluntad, a través de un control mundano. El diablo desfigura la promesa del Padre al Hijo recogida en el Salmo II: «pídeme y te daré en herencia las naciones»[8]; la mundaniza: le propone una redención sin sufrimiento. Pero «Jesús tiene bien claro que no es el poder mundano lo que salva al mundo, sino el poder de la cruz, de la humildad, del amor»[9].

Al rechazar esa tentación, y trazar ese mismo camino para todos los cristianos, Jesús deja entrever cómo es su dominio de la historia, aunque a los ojos humanos pueda parecer necedad: Dios reina con su misericordia. Si su reino no es de este mundo, tampoco lo es su misericordia; pero precisamente por eso, porque nace «desde lo alto»[10], puede abrazarlo, y salvarlo.

«El hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón»[11] Dios no sabría qué hacer con una sumisión formal, externa, pero hueca. Él busca a cada hombre, llama a la puerta de cada uno[12]: «dame, hijo, tu corazón, y que tus ojos guarden mis caminos»[13]. Así es el dominio de Dios, que vence porque logra desarmarnos; vence, no porque reprime nuestras ansias de felicidad, sino porque nos hace ver que esas ansias, sin Él, son una vía muerta.

"TENER UN CORAZÓN MISERICORDIOSO NO SIGNIFICA TENER UN CORAZÓN DÉBIL: QUIEN DESEA SER MISERICORDIOSO NECESITA UN CORAZÓN FUERTE, FIRME, CERRADO AL TENTADOR, PERO ABIERTO A DIOS" (PAPA FRANCISCO)

«Cuanto más los llamaba, tanto más se alejaban de mí», se lamenta el Señor a través del profeta Oseas[14]. Pero aunque los hombres podamos resistirnos a las llamadas de Dios, los cristianos sabemos que al final, a poco que dejemos un resquicio en la puerta del alma, Dios se abre camino en nuestra vida, y nos rendimos ante su amor incansable: la suya es «una Misericordia en camino, una Misericordia que cada día busca el modo de dar un paso adelante, un pasito más allá, avanzando sobre las tierras de nadie, en las que reinaba la indiferencia y la violencia»[15]. Por eso el apostolado, que nace de la fe, rebosa serenidad: «tu vida, tu trabajo, no debe ser labor negativa, no debe ser “antinada”. Es, ¡debe ser!, afirmación, optimismo, juventud, alegría y paz»[16].

Amar con el Amor de Dios

«Al ver a las multitudes se llenó de compasión por ellas, porque estaban maltratadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor»[17]. La mirada de Dios sobre las almas no es una mirada angustiada, sino compasiva: quiere llegarse a todos, a través de sus hijos. «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado»[18]: Él nos hace vivir inmersos en ese Amor divino, que es el clima vital, el ambiente familiar en el que Dios quiere introducirnos, ya ahora en la tierra y, después, por toda la eternidad. «Nuestro amor -dice san Josemaría- no se confunde con una postura sentimental, tampoco con la simple camaradería, ni con el poco claro afán de ayudar a los otros para demostrarnos a nosotros mismos que somos superiores. Es convivir con el prójimo, venerar (…) la imagen de Dios que hay en cada hombre, procurando que también él la contemple, para que sepa dirigirse a Cristo»[19] Se trata, pues, de dejar que Dios, que vive en mí, ame a través de mí: amar con el amor de Dios.

CUANTO MÁS CAPACES SEAMOS DE RECIBIR DE LOS DEMÁS, MÁS BRILLO ADQUIRIRÁ TODO LO QUE DIOS HA PUESTO EN NUESTRA ALMA

«El Amor... ¡bien vale un amor!»[20] En estas palabras que paladeaba san Josemaría, se miran el Corazón infinito de Dios y el corazón de los hombres, pequeño pero capaz de ensancharse para acometer cosas grandes. El Amor de Dios bien vale el amor de una vida dedicada a llenarse de Él y a repartir su misericordia a manos llenas. Es esta una llamada para magnánimos, una invitación a emprender un vuelo alto, escondido la mayor parte de las veces en la trama prosaica de la vida de todos los días «Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro»[21].

 

Quitarse las sandalias ante la tierra del otro

Un corazón pobre no es un pobre corazón. Quien «conoce sus propias pobrezas» es capaz de llenarse de la riqueza del amor de Dios. «El Dios que comparte nuestras amarguras, el Dios que se ha hecho hombre para llevar nuestra cruz, quiere transformar nuestro corazón de piedra y llamarnos a compartir también el sufrimiento de los demás; quiere darnos un “corazón de carne” (…) que sienta compasión y nos lleve al amor que cura y socorre»[22] Nos pondremos entonces al lado de cada uno, no solo como quien tiene mucho que enseñar, sino también como quien tiene mucho que aprender. Cuanto más capaces seamos de recibir de los demás, más brillo adquirirá todo lo que Dios ha puesto en nuestra alma. Es el corazón el que habla de verdad al corazón -cor ad cor loquitur-, como percibió agudamente el Beato John Henry Newman[23]: quien se quita «las sandalias ante la tierra sagrada del otro»[24], quien se deja sorprender por él, puede entonces ayudarle de verdad. «Si ven un amigo o una amiga que se pegó un resbalón en la vida y se cayó, andá y ofrecele la mano, pero ofrecésela con dignidad. Ponete al lado de él, al lado de ella, escuchalo (…). Dejalo hablar, dejalo que te cuente, y entonces, poquito a poco, te va a ir extendiendo la mano, y vos lo vas a ayudar en nombre de Jesucristo. Pero si vas de golpe y le empezás a predicar, y a darle y a darle, pues, pobrecito, lo vas a dejar peor que como estaba»[25].

"SI TE ALEJAS DE ÉL POR CUALQUIER MOTIVO, REACCIONA CON LA HUMILDAD DE COMENZAR Y RECOMENZAR; DE HACER DE HIJO PRÓDIGO TODAS LAS JORNADAS" (SAN JOSEMARÍA)

Hoy día un cristiano se encuentra con personas en las situaciones más variadas. Si de verdad se acerca al otro con el corazón abierto, podrá dejar en su alma algo de «la paz de Dios que supera todo entendimiento»[26]; y, cada uno a su modo, le dejará también una huella en el alma. En ocasiones se tratará de cristianos que no han practicado nunca su fe, que la abandonaron poco después de la primera Comunión; o que, quizá después de años de práctica religiosa e incluso de fervor, han sucumbido a las solicitaciones de la comodidad, del relativismo, de la tibieza. Otras muchas veces, se tratará de personas que nunca han oído hablar de Dios en una conversación de tú a tú. Algunos quizá al inicio se mostrarán reticentes, porque creen tener que defenderse de una invasión de su libertad. Nuestra serenidad de hijos de Dios será entonces, como siempre, la mejor arma: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra comprensión sea patente a todos los hombres. El Señor está cerca»[27]. La misericordia de Dios nos llevará a acoger a todos, como Jesús[28]; y, también como Jesús, a dejarnos acoger por todos[29], a estar con la gente; a hacernos cargo de sus perplejidades, sin pasar por encima de los problemas; a esforzarnos por abrirles horizontes, partiendo del lugar en el que se encuentran; a exigirles con decisión pero con suavidad, sin dejar de tenderles la mano.

«La Iglesia, unida a Cristo, nace de un Corazón herido. De ese Corazón, abierto de par en par, se nos trasmite la vida»[30]. Todo auténtico apostolado es también siempre apostolado de la Confesión: ayudar a los demás a experimentar el desbordarse de la misericordia de Dios, que nos espera como el padre del hijo pródigo, deseoso de darnos el abrazo paternal que nos purifica y nos permite volver a mirarle a la cara a Él y a los demás. «Si te alejas de Él por cualquier motivo, reacciona con la humildad de comenzar y recomenzar; de hacer de hijo pródigo todas las jornadas, incluso repetidamente en las veinticuatro horas del día; de ajustar tu corazón contrito en la Confesión, verdadero milagro del Amor de Dios. En este Sacramento maravilloso, el Señor limpia tu alma y te inunda de alegría y de fuerza para no desmayar en tu pelea, y para retornar sin cansancio a Dios, aun cuando todo te parezca oscuro. Además, la Madre de Dios, que es también Madre nuestra, te protege con su solicitud maternal, y te afianza en tus pisadas»[31].

Podría parecer superfluo decirlo, pero sabemos que no lo es: los predilectos de la misericordia de Dios son nuestros hermanos en la fe. «Pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve»[32]. Nuestro primer apostolado está en nuestro propio hogar, y entre los que forman la casa de Dios que es la Iglesia. Nuestro celo por las almas sería una ficción si nuestro corazón fuese insensible a los demás cristianos. Dios quiere que reciban mucho amor, para poder darlo a su vez. Por eso es necesario sobreponerse, por ejemplo, al acostumbramiento que a veces se produce en la convivencia con las personas más cercanas, a las distancias que se crean cuando solo nos guiamos por nuestra afinidad natural, o a las pequeñas tensiones del día a día. «De los primeros seguidores de Cristo se afirmaba: ¡mirad cómo se quieren! ¿Cabe decir lo mismo de ti, de mí, a toda hora?»[33]. Mucho espera Dios del amor fraterno de los cristianos para que el torrente de su Misericordia[34] se abra camino entre los hombres, para que, con la fuerza del Espíritu, el mundo conozca que el Padre envió a su Hijo y nos amó como a Él[35].

Carlos Ayxelá


[1] Jn 18, 36.

[2] Mt 26, 53.

[3] Hb 4, 12.

[4] Francisco, Homilía, 24-III-2016.

[5] Jn 16, 33.

[6] Is 55, 8.

[7] Lc 4, 5-6.

[8] Sal 2, 8.

[9] Benedicto XVI, Audiencia, 13-III-2013.

[10] Lc 1, 78.

[11] 1 S 16, 7.

[12] Cfr. Ap 3, 20.

[13] Pr 23, 26.

[14] Os 11, 2.

[15] Francisco, Homilía, 24-III-2016.

[16] San Josemaría, Surco, 864.

[17] Mt 9, 36.

[18] Rm 5, 5.

[19] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 230.

[20] San Josemaría, Camino, n. 171.

[21] Francisco, Mensaje para la Cuaresma, 4-X-2014.

[22] Card. Joseph Ratzinger, Presentación del Via Crucis, 25-III-2005.

[23] Se trata del lema que el Beato escogió cuando fue creado Cardenal.

[24] Francisco, Ex. Ap. Evangelii Gaudium, 24-XI-2013, 169

[25] Francisco, Discurso, 16-II-2016.

[26] Flp 4, 7.

[27] Flp 4, 4-5.

[28] Cf. Mt 9, 10-1; Jn 4, 7 ss

[29] Cfr. Lc 7, 36; 19, 6-7.

[30] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 169.

[31] Amigos de Dios, n. 214.

[32] 1 Jn 4, 20.

[33] Surco, n. 921.

[34] Cfr. Francisco, Homilía, 24-III-2016.

[35] Cfr. Jn 17, 23.

 

SERVIDORES DE LA ALEGRÍA DE DIOS

 

El título recuerda una idea de la homilía de Benedicto XVI en la Misa de inicio de su pontificado[1]. Calificaba su tarea, la del pastor, de gozosa y grande, aunque a veces pueda parecer gravosa, “porque en definitiva es un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere hacer su entrada en el mundo. Es sumarse a la tarea de transformar este valle de lágrimas en el jardín de Dios”. Ha pasado la Navidad en la que hemos revivido esa alegría colosal. En la contemplación del Belén con la luz de la Palabra de Dios, hemos comprobado que los protagonistas[2] del nacimiento del Hijo de Dios compartieron un júbilo inmenso; ese “contagio” de alegría fue producido por el desbordamiento de gracias del Cielo que trajo el Mesías esperado durante siglos. Ese Niño es Dios-con-nosotros, el Emmanuel, y vive; y “no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre su dicha”[3]. Como confesó el Papa alemán en esa mañana del 2005, “nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con él”.

 

Una muestra valiosa del empeño del difunto pontífice en invitarnos a una íntima amistad con Jesús, “de la que todo depende”, fue su obra “Jesús de Nazaret” en tres tomos. Como escribió en el Prólogo: “es fruto de un largo camino interior”. Nos hará mucho bien leerla o releerla… para conocer mejor el rostro del Señor y acoger su amor inimaginable por mí. Jesucristo es el profeta de la felicidad, el consolador de nuestras desgracias, el que abre toda vida humana a la verdadera alegría, porque es nuestro Salvador y nuestra Esperanza. En la Última Cena, Jesús prometió a los Apóstoles, y a los que vendríamos después, hacerles partícipes de su alegría: "Yo os daré una alegría que nadie os podrá quitar" (Juan 16, 22).

 

Acudamos a la intercesión de Benedicto XVI, ahora que contempla a Dios cara a cara y disfruta de esa alegría plena y definitiva, pidiendo ser humildes servidores de la alegría de Dios como lo fue él. Dios desea contar con cada uno de los cristianos para comunicar esta alegría. “Así es, en verdad: nosotros existimos para enseñar Dios a los hombres”, proclamó al inicio de su pontificado. Esa propuesta la encontramos también en su sucesor: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. Esta cita es el comienzo de la exhortación “Evangelii Gaudium”[4] (29.06.2013), en la que Francisco nos invitaba “a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría”. No extraña que en su exhortación “Gaudete et exultate” sobre la santidad en el mundo actual (19.03.2018), eligiera “la alegría y el sentido del humor” (n. 122-128) como una de las cinco notas “que, a su juicio, no deben faltar para entender el estilo de vida al que el Señor nos llama”. A continuación expondré algunas ideas que nos faciliten entender y ser servidores de la alegría de Dios.

 

La alegría de Dios

 

Si quiero estar alegre tendré que buscar su fuente, de la misma manera que si quiero una manzana necesito de un manzano. Si cultivamos un manzano seguro que podremos degustar una manzana. ¿Cuál es la fuente de la alegría? El amor. La alegría es el amor disfrutado. Si amamos estaremos alegres. Por eso Dios es infinitamente alegre, porque “Dios es amor” (1 Juan 4, 8). Es una comunidad perfecta de tres personas que se aman sin medida: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cada una es para las otras. Y crea al hombre por amor, a su imagen y semejanza, y por eso siempre nos mira con alegría, como miran el padre, la madre, a su hijo, y nos desea la felicidad. Nos crea para que participemos de su alegría, fruto del amor. Esa alegría la perdimos en el paraíso, Adán y Eva desconfiaron de Dios y rechazaron su amor, y la tristeza entró en el mundo. Pero Dios no nos dejó de amar y envió a su Hijo unigénito. Jesús nos revela la bondad de Dios y restablece el amor. Este amor, creído, conocido, disfrutado y compartido, engendra una alegría inmensa e inmerecida. Es el Espíritu Santo quien suscita en el alma este gozo sobrenatural, el más genuino; es la dicha que Jesús nos regaló con su Encarnación y ganó en la Cruz; la que gozaron los Apóstoles al encontrarse con el Resucitado, que viviremos plenamente en el Cielo.

 

“La alegría es consecuencia necesaria de la filiación divina, de sabernos queridos con predilección por nuestro Padre Dios, que nos acoge, nos ayuda y nos perdona. -Recuérdalo bien y siempre”[5]. Cuando experimentamos que Dios siempre ha estado y está a nuestro lado, que es Padre bueno y todopoderoso, fiel a sus promesas como exclama el profeta: “¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré” (Isaías 49, 15), nacerá en nuestro interior una esperanza confiada y alegre. La vida cristiana “es sentirse, en Jesús, hijos amados del Padre. Es vivir la alegría de esta bienaventuranza, es entender la vida como una historia de amor, la historia del amor fiel de Dios que nunca nos abandona y quiere vivir siempre en comunión con nosotros”[6].

 

Dios nos llama a que le ayudemos a mostrarse a los demás, de manera que se dejen cautivar por su amor, reconozcan su identidad de hijo amado y se llenen de alegría. Con la gracia del Espíritu Santo renovemos el propósito de esforzarnos en amar a los otros de verdad, con verdadero interés procuremos su bien, más a quienes nada o muy poco saben de su misericordia, o sufren “el sentimiento de no ser reconocido, amado y protegido”, que, a juicio de santa Teresa de Calcuta, es la enfermedad más grave de hoy en día. Jesús se servirá de nuestro amor humano y cristiano para mostrarles su rostro y llenarles de alegría. No tenemos excusas ya que Dios nos manda amar a los demás como Él nos ama y nos ha demostrado en Jesús. “Es lo que había comprendido muy bien santa Teresa de Calcuta: <Sí, tengo muchas debilidades humanas, muchas miserias humanas… Pero Él baja y nos usa, a usted y a mí, para ser su amor y su compasión en el mundo, a pesar de nuestros pecados, a pesar de nuestras miserias y defectos. Él depende de nosotros para amar al mundo y demostrarle lo mucho que lo ama>”[7].

 

El cristiano es como el muñeco del tentempié

 

No hay excusas para no estar alegre. No es que el cristiano sea un superhombre, no. Nuestra vida es como la de los demás, habitualmente tendremos muchas razones para estar tristes; pero, por cristianos, siempre tendremos una para permanecer alegres: Dios nos ama con locura y está con nosotros, somos sus hijos siempre. Y esta causa existe por sí misma, independientemente de las circunstancias que atravesemos. Acaso un buen padre en la tierra se quedaría cruzado de brazos si ve a su hijo triste. Pues, Dios, que es nuestro Padre y el mejor de los padres, ha dispuesto todo para que sus hijos sean felicísimos, aunque permita el sufrimiento. La voluntad divina puede ser en algunos momentos dolorosa y enigmática, pero quien confía en Dios intuye que es siempre lo mejor. Es el consejo que recibieron asombrados los primeros cristianos en medio de las persecuciones: “Alegraos siempre en el Señor: de nuevo os digo: alegraos” (Filipenses 4, 4); y san Pablo les da la razón para ello: “El Señor está próximo” (ídem 4, 5), nos cuida y nos quiere alegres. “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan” (Salmo 22, 4). Siempre podemos afirmar: “Confío porque Dios está conmigo”. Por lo dicho, el cristiano es como el muñeco del tentempié. Son esas figuras con un fuerte contrapeso en su base, que es imposible tumbarlos. Aunque pierdan la vertical por los golpes recuperan su posición.

 

Pero, ¿por qué tantas veces las circunstancias nos tumban? El problema radica en que nos olvidamos de la presencia de Dios, dejamos de recordar lo que ha hecho, hace y hará por mí. Perdemos la visión sobrenatural. Esta ceguera es progresiva y poco a poco nos roba la esperanza. Afecta especialmente al cristiano que descuida la oración, quien no reza o reza mal; quien no abre la puerta al amor de Dios o solo la abre para que Dios haga lo que él desea o para quedarse tranquilo por haber cumplido. En cambio, cuánto bien nos trae “hacer un ejercicio de memoria: ¡cuántas cosas bellas ha hecho Dios por cada uno de nosotros! ¡Qué generoso es nuestro Padre Celestial! ¿Cuántas cosas hermosas ha hecho Dios por mí? Esta es la pregunta”[8], apuntaba el Papa. Cuánto ayuda conocer la historia de la Salvación, recogida en la Biblia, y concretamente en los Evangelios, las palabras y obras de Salvación de Jesús. Cuánto consuelo hallamos en la aceptación amorosa del dolor, del sufrimiento cuando nos unimos a la Cruz de Cristo, convencidos de que Jesús nos ayuda a llevarla.

 

En una ocasión, una persona preguntó a san Josemaría[9]: <Padre, usted que es maestro de buen humor,…él le interrumpió: <Gracias por lo de maestro ¡Anda!>... enséñenos a no perder el nuestro en las contrariedades de cada día>. La fórmula que ofreció fue: <Ya os he enseñado. Ponte en la presencia de Dios y, si estás solo, dile en voz alta: “hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la amabilísima Voluntad de Dios sobre todas las cosas”. Procura entender que, por lo menos, Dios permite aquello que te molesta, y verás que se te va marchando el dolor, que te serenas, que te alegras de llevar un poquito de aquella Cruz de Cristo. Acepta la voluntad de Dios. En cuanto lo aceptes, el dolor no es dolor, porque esa Cruz la lleva Él. Pruébalo, y verás que es una gran receta>. Se entiende que el fundador del Opus Dei hablará de la oración como “el quitapesares”[10]. Al pasar todo por la oración, por el sagrario… encontraremos paz y alegría. Al refugiarnos en el corazón de Dios, recurrir a su intercesión, confiaremos: Dios es mi padre y me quiere, por tanto, omnia in bonum: todo es para bien[11]. Y me dará la fuerza y la alegría para vivir esa circunstancia.

 

Guardar el corazón de la tristeza

 

“Saber ver el aspecto divertido de la vida y su dimensión alegre, sin tomarse todo de forma trágica -dijo una vez Benedicto XVI-, es algo muy importante, diría que necesario, para mi ministerio. Un escritor dijo que los ángeles pueden volar porque no se toman demasiado en serio. Y nosotros quizá podríamos volar un poco más si no nos diéramos tanta importancia”[12]. No solo es un argumento antropológico sino sabiduría cristiana: mirarse con los ojos con que nos mira Dios. Sin perder de vista cómo soy, recordar que Dios me quiere así, sino me hubiera creado distinto, y que contaré con su gracia para ser mejor hijo, para crecer en santidad pareciéndome más a Jesús. Dios nos ama no porque seamos buenos sino para hacernos buenos… Si se lo permitimos nos bendecirá y nos transformará.

 

Por eso debemos guardar el corazón de la tristeza, evitar que la imaginación vague de aquí para allá, revolviendo recuerdos, rumiando rencores, agrandando agravios, inventándose sufrimientos con cosas que pueden o no suceder, buscando falsas excusas para no enfrentar las situaciones, forjando fantasías, murmurando por dentro y quejándose por fuera… Cuando nos dejamos arrastrar por el egoísmo, la soberbia, la vanidad, la envidia, la codicia, la pereza, la lujuria, el pesimismo… acabamos tristes. “Que estés contento: la tristeza es un enemigo molesto, que, además, nos hace la vida imposible”[13]. Y hace la vida insufrible a los demás.

 

Brindar alegría a los demás, un servicio inigualable

 

Cuenta la Madre Teresa de Calcuta que, en una ocasión, catorce profesores universitarios americanos visitaron su casa en Calcuta. Les llevó a la Casa del Moribundo. Hasta ese momento, en ese lugar las hermanas de la Caridad habían recogido más de 36.000 personas de las calles de Calcuta, y la mitad había muerto en paz. Al regresar, los profesores empezaron a hablar del amor y de la misericordia. Uno de ellos le invitó: <Madre, díganos algo que podamos recordar>. Ella le respondió: “Sonreíos los unos a los otros, dedicaos recíprocamente vuestro tiempo en familia. Sonreíos”[14]. Este consejo lo prodigaba: a las hermanas de la caridad, que muchas veces no tenían motivos para sonreír, les decía lo mismo: “si no sonríes, ¡haz una sonrisa!”[15]. En varias ocasiones el Papa ha citado esta enseñanza de la Madre Teresa: “Posiblemente no nos encontraremos en situación de dar mucho, pero siempre podemos dar la alegría de un corazón que ama a Dios”. Podríamos resumir nuestros deberes respecto a los demás en brindar alegría, sembrar paz y alegría donde estemos. Con qué gozo la Madre Teresa contaba un suceso muy sencillo: “alguien preguntó a un hindú quien era, para él, un cristiano. El hindú contestó: <El cristiano es alguien que se da>”. Recordaba que el santo y seña de los primeros cristianos era la alegría. Y animaba a servir a Dios y a los demás con alegría.

 

San Tomás de Aquino señalaba la dificultad que supone aguantar un solo día a una persona triste y desagradable. Y a partir de ese hecho, concluía que todo hombre está obligado, por un cierto deber de justicia, a convivir amablemente, alegremente, con los demás. Por eso, esforzarse en cultivar las pequeñas alegrías que hacen la vida más amable y fácil a los otros es un ingrediente del consejo de san Pablo: “Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo” (Gálatas 6, 2). Hacer esto posible, decía san Josemaría, en muchas ocasiones es el mejor sacrificio, agradabilísimo a Dios. Y lo practicaba. En junio de 1971, san Josemaría recibió la visita de un médico argentino, miembro de la Obra. Ese día estaba muy cansado. Antes de pasar a la visita, el que le acompañaba le oyó decir en alta voz: “Señor, te ofrezco la mortificación de sonreír por este hijo que viene a verme”. Al encontrarle sonriente, una de las primeras cosas que esa persona le comentó fue: <No sabe hasta qué punto, durante todos estos años en que no le he visto, el recuerdo de su sonrisa y de su buen humor han sido para mí un consuelo espiritual>[16].

 

Cultivar la simpatía, el optimismo, el agradecimiento, el elogio, la confianza, la disculpa, la comprensión, la sonrisa, ser acogedores… desterrar la cara larga, los modales bruscos, el aire antipático, el afán desmedido de controlar, los cambios de humor, las impaciencias, los gritos, el cotilleo… cuando una persona brinda alegría, anima y ayuda, arrastra. Llenar de calidad nuestra presencia, así viviremos la caridad y los que estén con nosotros saldrán con el corazón contento. “Jesús es la sonrisa. Acojámoslo, dejemos que nos purifique y así también podremos regalar también a los demás una sonrisa humilde y sincera”[17]. Así Jesús nos manifiesta su amor. El Papa sugería prodigarse en la sonrisa: “Sonreír es acariciar, acariciar con el corazón, con el alma”.

 

Con nuestra alegría cambiaremos las personas y el mundo… se lo debemos a Jesús

 

Nuestra alegría es un cauce privilegiado para Dios: se revela al mundo, se hacer presente en la vida de otros, habla a los demás a través de la alegría de la vida cristiana. Se entiende que el Papa recuerde que: “los cristianos tienen el deber de anunciarlo (El Evangelio, la buena nueva) sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría”[18]. Cuando esto no es así, se lo ponemos a Dios más difícil. Lo expresaba Nietzsche crudamente: “Más salvados tendrían que parecer (los cristianos) para creer yo en su Salvador”. El cristiano debe ser luz y no cruz. Es lógico que Francisco diga siempre que “un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral[19]. Ya que poseemos una alegría honda que pasa por encima de los estados de ánimo, del sufrimiento, de la decepción, de la contrariedad… siempre que no perdamos de vista a Dios. “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. Él es la fuente inagotable de la alegría y desea que todos los hombres beban, sean felices.

 

“Alguien ha dicho que el cristianismo se contagia por envidia. Las personas que se acercan a la Iglesia, al ver la alegría de los católicos, se tienen que sentir removidos, hasta poder decir: <quiero ser parte de esto>. Se trata de una clave muy importante de la comunicación de la fe. Los católicos experimentan a Dios, tocan a Dios, confían en Dios y de ahí surge la alegría. No son optimistas por las estadísticas, por sus virtudes personales, ni por la situación del mundo. La alegría nace de saber que forman parte de algo más grande que ellos”. Estas palabras de Juan Manuel Mora[20] nos dan pistas para ser protagonistas de “la Iglesia en salida”, que el Papa nos pide a todos los cristianos. Nuestra alegría es nuestra deuda con Jesús. Él cuenta con nosotros para que la belleza de su amor salvador llegue a muchos. No le defraudemos. Pongámonos al servicio de la alegría de Dios.

 


[1] Se celebró en la Plaza de san Pedro el domingo 24 de abril de 2005.

[2] Imaginamos el gozo inmenso de María y José al contemplar asombrados al recién nacido; Juan, el Bautista, saltó de alegría en el seno de Isabel al sentir la presencia de Jesús en el vientre de María (ref. Lucas 1, 45); los ángeles anuncian a los pastores “una gran alegría, que lo será para todo el pueblo” y rompen a cantar alabando a Dios por esta maravilla: “ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lucas 2, 10-14); los Magos, al volver a ver la estrella que les conducía al Rey de los Judíos, “se llenaron de inmensa alegría” (Mateo 2, 10); los ancianos Simeón y Ana bendijeron a Dios llenos de contento por ver al Salvador y tenerlo en sus brazos, al encontrarle en el Templo de Jerusalén al cumplir sus padres lo prescrito para los primogénitos (ref. Lucas 2, 25-38).

[3] Catecismo de la Iglesia católica n. 30.

[4] La Alegría del Evangelio (Evangelii Gaudium), sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual (24.11.2013). Fue su primer escrito en solitario, en la que Francisco expuso los objetivos de su pontificado. Antes publicó la encíclica Lumen Fidei (29.06.2013), que fue escrita “a dos manos”, ya que Benedicto XVI había hecho prácticamente la primera redacción antes de su renuncia.

[5] San Josemaría Escrivá de Balaguer, Forja n. 332.

[6] Francisco, homilía (5.02.2019).

[7] Francisco, exhortación apostólica Gaudete et exultate sobre la santidad n. 107.

[8] Francisco, Audiencia (27.06.2018).

[9] Está recogida en “Maestro de buen humor”, libro de José Luis Soria.

[10] Ref. Forja n. 756.

[11] Ref. Romanos 8, 28-30.

[12] Entrevista de Benedicto XVI a la prensa alemana (5.08.2006). El escritor al que se refiere es Chesterton.

[13] san Josemaría, carta 29.VIII.38 recogida en “Maestro de buen humor”.

[14] Relato recogido en Orar con Teresa de Calcuta, libro de José Pedro Manglano.

[15] Leo Maasburg, La Madre Teresa de Calcuta

[16] Relato del sacerdote Guy Leonardon, que le acompañaba, recogido en “Maestro de buen humor”.

[17] Francisco, saludo de Navidad a los empleados de la santa Sede y sus familias (21.12.2019).

[18] Francisco, exhortación La Alegría del Evangelio n. 14.

[19] Francisco, exhortación La Alegría del Evangelio n. 10.

[20] Recogidas en su artículo “Siete lecciones del Papa Francisco para comunicar la fe”.

 

EL BAUTISMO TRANSFORMA. LA BELLA Y LA BESTIA

José Martínez Colín

1)  Para saber

El tiempo de Navidad concluye con la fiesta del Bautismo del Señor. Es tradición que en esa fiesta el papa bautice a algunos recién nacidos y este año no fue la excepción. En su homilía el papa Francisco se detuvo a considerar las palabras que Jesús le dijo a Juan el Bautista cuando este se resistía a bautizarlo: «Deja ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia» (cap 2, v. 15). Pero, ¿qué significa ‘Cumplir toda justicia’?

Hay que evitar tener una idea limitada de la justicia, y pensar que solo significa que el que se equivoca, la debe pagar. Jesús nos viene a desvelar que la justicia de Dios es mucho más grande y supera la justicia humana: no pretende la condena del culpable, sino su salvación y su regeneración, volverlo justo: de injusto a justo. Es una justicia que proviene del amor, de la compasión y misericordia que son el corazón mismo de Dios Padre que se compadece del hombre caído bajo el peso de sus pecados. La justicia de Dios consiste en hacernos justos a nosotros, sus hijos (cfr. Rm 3,22-31), liberándonos de las ataduras del mal, levantándonos.

En el Bautismo, Jesús nos revela el sentido de su misión: Él ha venido para llevar a cabo la justicia divina, es decir, para hacernos justos y así salvar a los pecadores; ha venido para tomar sobre sus hombros el pecado del mundo y la muerte. Él nos muestra que la verdadera justicia de Dios es la misericordia que salva.

2)  Para pensar

“La Bella y la Bestia” es un cuento de hadas tradicional europeo con múltiples variantes. La escritora francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve publicó el cuento en 1740, aunque investigadores datan su origen varios siglos antes. El cuento se ha popularizado al ser llevado a la pantalla varias veces. Como recordamos, trata sobre un príncipe apuesto que fue convertido en una horrible bestia por un hechizo, el cual sólo podría deshacerse cuando fuese amado. Conoce a Bella, una hermosa mujer de noble corazón, que acaba por amarlo, rompiéndose el hechizo y recuperando su figura humana. Y “se casaron y vivieron felices” …

Podemos decir que algo semejante nos sucede al ser bautizados. Siendo pecadores, Dios nos ama y ofrece ser bautizados, y entonces recuperamos la condición divina. Recordemos que el hombre fue creado por Dios “a su imagen y semejanza”, pero al pecar se desfiguró. Pero gracias a la redención que nos ganó Jesucristo, en el bautismo recuperamos la imagen divina, somos “justificados”, es decir, nos convertimos en “justos”, por la misericordia de Dios.

3)  Para vivir

San Pablo nos recuerda que aun siendo pecadores, Dios nos demuestra su amor, al morir Cristo por amor a nosotros (cfr. Rom 5,8). El papa Francisco nos llama a imitar el amor de Dios y amar a los demás aunque creamos que no son dignos. En vez de chismorrear y destruir, dice el papa, mirémonos con compasión, ayudándonos mutuamente.

El papa Francisco invita a celebrar la fecha en que fuimos bautizados y nos hicimos cristianos. Si no sabemos la fecha de nuestro Bautismo, nos sugiere preguntarle a los padres, familiares o padrinos, para que luego cada año lo celebremos como nuestro cumpleaños, pues ciertamente fue nuestro nacimiento a la fe, a la vida de la gracia.

 

 

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Museo de Auschwitz

Declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Este complejo de campos de concentración de Auschwitz fue el mayor de los establecidos durante la Segunda Guerra Mundial. Un guía local nos hará el recorrido. Auschwitz, es un símbolo particular del propio sufrimiento y de martirio de Santa Edith Stein y de San Maximiliano María Kolbe.

cracovia

Casco antiguo de Cracovia

Ciudad ligada al Papa San Juan Pablo II y considerada una de las ciudades más bellas de Europa, parece anclada en el tiempo. Declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1978. Su pasado medieval está presente por toda la ciudad como en sus murallas o la Plaza del Mercado, centro neurálgico de la ciudad.

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Minas de sal de Wieliczka

Las minas de sal de Wieliczka, cerca de Cracovia, llevan en funcionamiento desde el siglo XIII continuando, hoy en día, produciendo sal de mesa. Acrecienta su valor la cantidad de cámaras y capillas excavadas. Es una ciudad subterránea con todas sus estructuras. Visitaremos uno de los monumentos de cultura material y espiritual más valioso que hay en Polonia, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1978. Y visita a Łagiewniki, capital de la Divina Misericordia. 

Itinerario

Haz tu peregrinación con CARF con una planificación muy cuidada. Tiempo para rezar, tiempo para pasear, tiempo para disfrutar.

Icono avión

Viernes, 26 de mayo: Madrid - Pamplona - Zaragoza

06.00 h. Encuentro del grupo en el punto acordado -Santiago Bernabéu-, y salida en bus hacia Pamplona (4 horas de trayecto aproximadamente).

11.00 h. Recepción y celebración de la sesión inaugural del Encuentro Anual de Benefactores en las Facultades Eclesiásticas de la Universidad de Navarra.

13.00 h. Santa Misa solemne en el Seminario Bidasoa con los seminaristas, formadores y autoridades. Recorrido por el colegio y foto de familia.

14.00 h. Comida en compañía de formadores y seminaristas de más de 20 países.

15.00 h. Café y actuación musical de los seminaristas.

16.00 h. Adoración al santísimo y bendición.

17.00 h Traslado a la ermita de Nuestra Señora del Amor Hermoso, a la entrada del campus de la Universidad de Navarra. Oración del Rosario.

18.30 h Traslado hacia Zaragoza (2 horas aproximadamente). Check in y cena en el alojamiento.

Sábado, 27 de mayo: Zaragoza - Barcelona - Varsovia

Domingo, 28 de mayo: Varsovia - Częstochowa

Lunes, 29 de mayo: Częstochowa - Auschwitz - Cracovia

Martes, 30 de mayo: Cracovia – Łagiewniki - Wieliczka – Cracovia

Miércoles, 31 de mayo: Cracovia - Varsovia - Madrid

Información del viaje

  • Del 26 al 31 de mayo de 2023.
    Precio/persona, para 40 pax. 1.280 €. Precio/persona, para 35 pax. 1.305 €. Precio/persona, para 30 pax. 1.335 €. Precio/persona, para 25 pax. 1.380 €. Precio/persona, para 20 pax. 1.455 €.
  • Reserva y señalización de 600 € obligatoria con la inscripción. Resto del pago, antes del 26 de abril. 
  • Salida desde Madrid. Otras opciones, consultar con la agencia de viajes.
  • Plazas máximas limitadas.

El precio incluye:

  • Vuelos de ida y vuelta con tasas incluidas (Vuelos Barcelona – Varsovia y Cracovia – Madrid) con franquicia de equipaje 23 kg. y 1 pieza de mano de 8 kg.
  • Traslados Madrid, Pamplona, Zaragoza y al aeropuerto El Prat y durante el viaje en autobús privado.
  • Alojamiento y desayuno en hoteles de 4*. Comidas y cenas, según programa en pensión completa.
  • Entradas a las visitas y monumentos, con coordinador y guía de habla hispana y auriculares.
  • Seguro de viaje con RACE. Gastos de cancelación: hasta 1.800 €. Equipaje: hasta 1.500 €. Asistencia médica en Europa: hasta 50.000 €. Responsabilidad civil: 60.000 €.

El precio no incluye:

  • Segunda bebidas en las comidas/cenas (agua con gas, vino, refrescos, etc.).
  • Entradas a sitios no mencionados en el programa.
  • Gastos personales.
  • Propinas del guía y chofer.
  • Nada que no aparezca en el apartado incluye.

Más información:

  • Forma de pago: Ingreso en cuenta IBERCAJA de la Fundación CARF – ES75 2085 9513 7103 3034 5348.
  • La vigencia mínima de la documentación: DNI en vigor.
  • Sin la transferencia bancaria, su inscripción no tiene valor alguno como reserva de plaza. Según vaya pagando cada peregrino, se asegura su viaje hasta completar el cupo de plazas máximo.
  • Para cualquier duda relativa al viaje: vuelos, alojamiento, circunstancias especiales, etc. contactar con Ana Lucía de Red Peregrina (polonia2023carf@redperegrina.org teléfono:+34 664 357 826).

 

 

España en venta

Vaciar la Constitución de contenido presagia unos años de gran inestabilidad política y social.

Como si de un centro comercial se tratara este gobierno que padecemos, ha puesto España en venta a precio de saldo. Los enemigos de la Nación española, léase independentistas catalanes, herederos de ETA y fenicios vascos, han descubierto que Sánchez era el mercader apropiado para que, a cambio de unos votos ignominiosos, se las sirviera en bandeja para poder trocearla y humillarla.

Solo leer el artículo 1 de la Constitución española de 1978 es suficiente para demostrar el acoso y derribo al que está siendo sometida por este gobierno sanchista: los valores constitucionales de la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político han sido y siguen siendo permanentemente atacados desde una legislación autoritaria y dictatorial.

Pero lo que resulta más preocupante, es que no les importa la declaración del artículo 2 de la Carta Magna sobre la unidad e indivisibilidad de la Nación española, fundamento y razón de ser de la Constitución. Que desde el propio Congreso y desde sus territorios amenacen con la independencia y la ruptura constitucional, avalada por miembros del propio Gobierno, evidencia que todos los españoles padecemos una alarmante degradación política y moral.

Que una formación política tenga como objetivo la independencia del territorio que dice representar, no debe ser motivo de rechazo político si sus pretensiones se sujetan a los cauces democráticos previstos en la Constitución. Pero desgraciadamente no es así. Los líderes del procés, cometieron un grave delito de sedición y malversación como consecuencia de los dramáticos sucesos del 2017 en Cataluña y por esto fueron sentenciados y condenados a prisión. Hasta aquí todo es normal en lo que es propio de un Estado de Derecho: la aplicación de la ley, su interpretación y ejecución por los tribunales de justicia.

Lo realmente escandaloso es la incomprensible actuación del presidente del gobierno y sus compañeros de viaje que, con nocturnidad y alevosía, han eliminado de Vaciar la Constitución de contenido presagia unos años de gran inestabilidad política y social.

Solo leer el artículo 1 de la Constitución española de 1978 es suficiente para demostrar el acoso y derribo al que está siendo sometida por este gobierno sanchista: los valores constitucionales de la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político han sido y siguen siendo permanentemente atacados desde una legislación autoritaria y dictatorial.

Pero lo que resulta más preocupante, es que no les importa la declaración del artículo 2 de la Carta Magna sobre la unidad e indivisibilidad de la Nación española, fundamento y razón de ser de la Constitución. Que desde el propio Congreso y desde sus territorios amenacen con la independencia y la ruptura constitucional, avalada por miembros del propio Gobierno, evidencia que todos los españoles padecemos una alarmante degradación política y moral.

Que una formación política tenga como objetivo la independencia del territorio que dice representar, no debe ser motivo de rechazo político si sus pretensiones se sujetan a los cauces democráticos previstos en la Constitución. Pero desgraciadamente no es así. Los líderes del procés, cometieron un grave delito de sedición y malversación como consecuencia de los dramáticos sucesos del 2017 en Cataluña y por esto fueron sentenciados y condenados a prisión. Hasta aquí todo es normal en lo que es propio de un Estado de Derecho: la aplicación de la ley, su interpretación y ejecución por los tribunales de justicia.

Lo realmente escandaloso es la incomprensible actuación del presidente del gobierno y sus compañeros de viaje que, con nocturnidad y alevosía, han eliminado del Código Penal el delito de sedición y rebajado la malversación para beneficiar a los condenados del procés. A partir de ahora ¿Dónde quedan los principios de igualdad, seguridad jurídica y legalidad proclamados en la Constitución?. Lo cierto es que todo esto forma parte de una estrategia diseñada por el gobierno con sus socios para abrir un nuevo proceso constituyente.

Vaciar la Constitución de contenido y rebajarla a la mínima expresión es el camino que se han trazado para la próxima legislatura. El deterioro de la Corona, el secuestro del Parlamento, el abuso de los decretos-leyes o el haber dinamitado el principio de la división de poderes con el grave ataque a la independencia del poder judicial, además del reciente asalto al Tribunal Constitucional, presagian unos años de gran inestabilidad política y social. Nuñez Feijóo está obligado a recuperar con determinación y firmeza la España que Sánchez ha vendido a sus enemigos a precio de saldo.

Jorge Hernández Mollar

 

¿Ofrecer una ecografía a la embarazada antes de abortar es manipulación o coacción?

Por OBSERVATORIO DE BIOETICA UCV|18 enero, 2023|AbortoBIOÉTICA PRESSInformes

El Gobierno autonómico de Castilla y León ha anunciado que obligará a los sanitarios a ofrecer tres opciones a las embarazadas que quieran abortar: La posibilidad de escuchar el latido del feto, que los progenitores puedan tener una ecografía en 4D y un apoyo a la atención psicológica. No obstante, según el vicepresidente Juan García Gallardo, a la mujer que acude a abortar «no se le va a obligar a escuchar el latido de su bebé si no quiere», criticando asimismo la persecución a la que se está sometiendo a los facultativos que se niegan a practicar interrupciones voluntarias del embarazo, asegurando que en su región estarán protegidos.

Por su parte, el Ministerio de Igualdad ha calificado de «coacción» la medida y ha manifestado su «profunda preocupación» por una iniciativa que consideran «un retroceso» en un «derecho esencial para las mujeres, el derecho al aborto, que es un hito en la lucha feminista de nuestro país».

Una propuesta que no es nueva 

Debe matizarse que esta propuesta no es nueva. Otros países la han implementado desde hace tiempo de diferentes maneras: en Europa, Hungría y Eslovaquia, y, en Estados Unidos los estados de Georgia, Idaho, Indiana, Kansas, Michigan, Missouri, Montana, Nebraska, New Hampshire, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Oklahoma, Texas, Utah y Wisconsin. Aunque en algunos de estos estados es obligatorio que el facultativo muestre y describa la imagen ecográfica a la mujer que solicita practicarse un aborto, en la mayoría de los casos simplemente se ofrece la posibilidad de hacerlo previamente a la práctica abortiva.

Conviene aclarar que pretender imponer a cualquier paciente la realización de una prueba diagnóstica, en cualquier caso, constituye una violación del principio de autonomía y del ejercicio de su libre decisión, por lo que resulta reprobable bioéticamente. Pero, sin embargo, implementar medidas que ofrezcan la posibilidad, siempre que el paciente acepte, de suministrar información complementaria y trascendental sobre la naturaleza de la intervención que pretende realizársele, no solo no es una violación de sus derechos, sino que constituye un deber inscrito en el proceso de información previa que todo paciente debe recibir antes de tomar una decisión sobre cualquier intervención médica.

No debe confundirse, como algunos han hecho, el hecho de facilitar información ante una intervención, con una forma de “tutela”Duración del embarazo. En un reciente estudio se comprueba una asociación entre algunos genes (EBF1, EEFSEC, AGTR 2, WNT4, ADCY5 Y RAP2C) y la duración del embarazo. hacia la mujer, que supondría un menosprecio a su capacidad de decisión autónoma. Contrariamente, facilitar datos a quien tiene que tomar una decisión, con el objetivo de que lo haga desde la posición más ventajosa, conociendo las opciones, sus alternativas y consecuencias posibles, no supone un acto de paternalismo médico sino todo lo contrario. Desde posiciones favorables al aborto parecen favorecerse las posiciones que refuerzan la opción de abortar, ocultando o dificultando el acceso a otras que, ofreciendo alternativas, tratan de evitarlo. Y esto sí es una forma de paternalismo. Así se han implementado cambios en la última reforma de la ley del aborto que suprimen el periodo de reflexión o eliminan la obligatoriedad de suministrar información sobre alternativas y ayudas en el caso de decidir finalmente no abortar.

Pretender limitar la información que debería recibir una mujer que acude a practicarse un aborto, para evitar que pudiera replantearse su decisión, es atentar contra su autonomía, su capacidad de decisión libre y, en última instancia, su dignidad y sus derechos.

Ocultar información sobre la técnica a realizar, sobre la naturaleza del feto que va a abortarse, sobre alternativas disponibles al hecho de abortar o sobre efectos secundarios y riesgos asociados a esta práctica, constituye un atentado al deber de suministrar al paciente todos los datos necesarios para que pueda tomar una decisión informada, contrastada, correctamente evaluada en sus consecuencias posibles y libre.

Y esto es así para cualquier intervención médica, diagnóstica o terapéutica. Pero lo es mucho más en el caso del aborto, donde la consecuencia más dramática de la decisión de abortar es provocar la muerte de un ser humano en sus etapas iniciales de desarrollo.

Los que se oponen a informar, manipulan. Y los que manipulan atentan contra la libertad y los derechos de las mujeres implicadas.

Julio Tudela

Instituto Ciencias de la Vida

 

¿En qué semana comienzan los fetos a sentir dolor?

Por OBSERVATORIO DE BIOETICA UCV|10 enero, 2023|AbortoBioéticaBIOÉTICA PRESSInformes

Tratar de utilizar el argumento de que el feto no experimenta dolor hasta bien avanzado el embarazo para restar dramatismo a la práctica del aborto, constituye una manipulación intolerable. Hoy hay quien defiende que matar sin dolor es más humano, menos reprobable, más compasivo.

El doctor Carlo Bellieni, pediatra experto, afirma en Bioethics Today que “negar el dolor fetal en la segunda mitad del embarazo puede socavar el derecho a la analgesia de los bebés prematuros”.

Según comenta Bellieni, en los últimos meses hay quien argumenta en contra del aborto diciendo que los fetos pueden sentir dolor en el primer trimestre del embarazo, mientras que otros dicen lo contrario (ver más AQUÍ) .

En un artículo publicado en Nature Neuroscience, los autores señalan que no se puede decir que el feto siente dolor entre las 12 y las 14 semanas de gestación, afirmación con la que Bellieni está de acuerdo, y también que esta sensación no se puede sentir antes de las 24 semanas, lo que, según su criterio es difícil de demostrar.

Según el American College of Obstetricians and Gynecologists, la corteza cerebral, que es esencial para sentir dolor, se desarrolla después de la semana 24 o 25, mientras que en otro artículo argumentan que “es poco probable que la percepción del dolor fetal sea posible antes de las semanas 29 o 30 de embarazo”. Según afirma Bellieni “Este umbral tardío del dolor ha sido muy criticado, por sus frágiles bases fisiológicas, y porque todos los pacientes menores de esa edad, que están siendo atendidos, no recibirían en consecuencia ningún tratamiento analgésico”.

Dado que hay bebés que nacen muy prematuramente y algunos sobreviven con solo 22 semanas de embarazo y que fetos menores de 24 o 30 semanas de gestación pueden someterse a cirugía prenatal para curar algunas anomalías congénitas, estos bebés prematuros y fetos no recibirían analgesia si se aplicara el umbral del dolor tardío.

Merece destacar dos aspectos:

El primero es que según un artículo, la maduración del cerebro humano comienza en la tercera semana de gestación y crece y madura rápidamente durante el embarazo, por lo que sería imposible encontrar un umbral que estableciera los periodos en los que el feto experimenta o no  el dolor. Aunque, según otro artículo las conexiones entre los receptores periféricos y el tálamo en el cerebro fetal humano, que aparecen entre las 19 y las 22 semanas de gestación, permiten la percepción de dolor.

Recientemente Bellieni publicó un artículo en que asevera que el dolor fetal “es un fenómeno neuroadaptativo que surge en la mitad del embarazo, alrededor de las 20 a 22 semanas de gestación, y se vuelve cada vez más evidente para los espectadores y significativo para el feto durante el resto del embarazo“.

El segundo punto a comentar son las consecuencias que pueden derivarse de un umbral de dolor fetal estricto, como que los fetos sometidos a cirugía prenatal y los prematuros no tendrían acceso a los analgésicos durante las intervenciones quirúrgicas.

Actualmente, los neonatólogos y anestesistas administran medicamentos analgésicos a los fetos o recién nacidos durante la cirugía, pero ¿lo seguirán haciendo si se cuestionara la evidencia de la posibilidad de experimentar dolor en sus pacientes? Frente al dolor, siempre debemos usar el principio de precaución, por supuesto respaldado por la evidencia científica.

Valoración bioética

El planteamiento de si el feto puede o no experimentar dolor, que tal como se ha afirmado es muy difícil de resolver, no puede obviar la necesidad de actuar prudentemente en cualquier intervención sobre él que pudiera causarle sufrimiento. No utilizar analgesia ante una intervención que admite su uso, y justificarlo en la creencia de que el paciente no experimenta dolor, constituye una mala praxis y un acto maleficente inaceptable bioéticamente.

Por otro lado, tratar de utilizar el argumento de que el feto no experimenta dolor hasta bien avanzado el embarazo para restar dramatismo a la práctica del aborto, constituye una manipulación intolerable. Hoy hay quien defiende que matar sin dolor es más humano, menos reprobable, más compasivo. Matar sin dolor en la eutanasia, en la pena de muerte o en el aborto provocado. Atentar contra la vida siempre es reprobable, independientemente de que se haga con analgesia o no. En el aborto sufre la madre que aborta, sufre el feto abortado y, si no experimenta dolor, sufre la violencia de quien termina con su vida sin más.

Julio Tudela

Ester Bosch

Observatorio de Bioética

 

 

Inflación: una amenaza a la competitividad exterior de los países

15/01/2023

Publicado en

The Conversation

 

José Luis Álvarez

Vicedecano de estudiantes, Facultad de Económicas

La inflación, uno de los grandes males económicos, puede dañar la economía de cualquier país. Y también su competitividad exterior.

La inflación es injusta

La subida generalizada de precios conlleva muchos problemas. El más evidente es la pérdida de poder adquisitivo. Pero le acompañan otras importantes dificultades, incluso aunque suban nuestros ingresos.

La inflación obliga a dedicar recursos a defendernos de sus efectos. Tenemos que pensar dónde poner nuestros ahorros para evitar su depreciación. Tenemos que dedicar más tiempo a informarnos sobre los precios que pagaremos. Porque, cuando los precios bailan continuamente, resulta más difícil comparar entre alternativas.

Algo similar ocurre para quienes venden sus productos. En un entorno con inflación e incertidumbre tienen que decidir frecuentemente a qué precios vender. Se tienen que ocupar también de informar a su clientela, sabiendo que a esta no le van a gustar esas decisiones.

Todo lo anterior ocurre, además, de forma injusta. La inflación golpea más duro a quienes tienen menos recursos para protegerse. También nos obliga a pagar más impuestos, aunque nuestra capacidad económica real no haya aumentado.

 

La inflación provoca ineficiencia

Además de ser injusta, la inflación hace que la economía funcione peor. ¿Por qué? Porque las señales que los mercados nos transmiten vía precios resultan más confusas, más inciertas. Nos complican la toma de decisiones. Estos efectos se agravan cuanto mayor y más variable es la inflación, porque la incertidumbre crece.

En los casos extremos de hiperinflación, los resultados son dramáticos y pueden acabar con la confianza en el dinero. Es muy difícil fiarse de tu moneda si ves que los precios suben cada día, como pasa en Venezuela. O como ocurrió en Ecuador, donde sustituyeron oficialmente su moneda, el sucre, por el dólar estadounidense para evitar más problemas.

 

La inflación afecta a la competitividad exterior

Siempre que una economía sufre inflación, y la consiguiente pérdida de eficiencia, se resiente su competitividad exterior. La explicación es sencilla. Cuando los precios aumentan, los clientes buscan proveedores más baratos en otros lugares y, por tanto, bajan las exportaciones.

Pensemos en el turismo. Supongamos que una familia alemana quiere irse de vacaciones al Mediterráneo. Si ve que los precios en España se han disparado, tal vez elija entonces irse a Croacia. España perdería las exportaciones correspondientes al gasto de esa familia durante sus vacaciones.

Asimismo, con los precios al alza, los españoles tratarían de comprar más barato en el extranjero. Aumentarían entonces las importaciones y empeoraría el saldo de la balanza comercial: la diferencia entre el valor de las exportaciones y el de las importaciones sería menos favorable para España.

 

¿Cómo medir la competitividad exterior?

Para medir la competitividad no basta con fijarnos en la inflación. España tiene una alta tasa de inflación pero también la tienen otros países. Ahora mismo, sin ir más lejos, la española es la inflación más baja de la eurozona. Como los precios al consumo crecen más fuera, España estaría ganando competitividad, tras meses de pérdidas.

El indicador de competitividad de una economía simplemente compara la evolución de la inflación dentro y fuera del país. Hay más índices con los que se podría calcular la inflación para medir la competitividad de las empresas españolas. Como el índice de precios industriales (IPRI), que mide los precios de venta de los productos industriales a salida de fábrica.

 

Según este indicador, con respecto al inicio de 2021, las empresas españolas aún pierden competitividad con sus competidoras de la eurozona. Este es un buen ejemplo de que distintos indicadores pueden dar resultados diferentes. Observarlos todos en conjunto da una mejor imagen de lo que está sucediendo en una economía.

Pero, ¿y si queremos comparar los resultados españoles con los de países que no usan el euro? En ese caso, no basta con comparar los niveles de inflación, sino también tener en cuenta qué sucede con el tipo de cambio.

Imaginemos que el dólar se aprecia frente al euro. Eso equivale a decir a que las exportaciones serán más baratas para quien las pague en dólares. En cambio, será más caro salir al mercado exterior a comprar productos facturados en dólares. El resultado es, por tanto, que los productos nacionales (vendidos en dólares pero producidos en euros) ganan competitividad. Así, combinando las tasas de inflación con los tipos de cambio, obtenemos otro indicador de competitividad exterior.

El gráfico muestra que las dos versiones de este indicador están comportándose como los dos anteriores. Esto ocurre porque para su cálculo se pondera que gran parte del comercio español se realiza con otros países de la eurozona.

 

¿Qué está ocurriendo con el sector exterior?

En el comercio exterior de España influyen más factores que la competitividad de precios. Influyen desde el crecimiento económico hasta las preferencias de la gente, pasando por las políticas económicas. En cualquier caso, los últimos datos disponibles indican cierto empeoramiento del saldo comercial. Están creciendo más las importaciones que las exportaciones.

Habrá que prestar atención a estos acontecimientos. Tal vez sean algo pasajero. Pero el comercio exterior estaba tirando del crecimiento. Perder competitividad sería una muy mala noticia para la economía española.

 

Unción de enfermos. Al hilo de la muerte de Benedicto XVI.

 Cuando se quiere a una persona, interesan sus últimos momentos. Está demostrado que Benedicto XVI era muy querido en el mundo católico. Su Secretario personal, Monseñor Gänswein, dijo que “el miércoles le administré el sacramento de la Unción de enfermos” (tres días antes de partir de este mundo). Hay parroquias que determinan una fecha para administrar la unción a sus feligreses de edad avanzada (en torno al día del enfermo- febrero- o en Cuaresma). ¿No sería oportuno que lo hicieran todas, e, incluso, avisar para que puedan recibirla, en su domicilio, los impedidos? ¿Tiene mucho sentido llamar al sacerdote cuando el enfermo ya ha expirado? Como la separación del alma y el cuerpo puede no ser inmediata, cabe recibir la extremaunción hasta dos o tres horas después del último suspiro; pero, en caso de gravedad, mejor llamar al sacerdote antes de que el enfermo pierda la conciencia. Muchos enfermos no son conscientes de su cercanía a la muerte, y son sus familiares más cercanos quienes deben procurarle los auxilios espirituales.  El Catecismo de la Iglesia Católica señala: “Es una gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. […] Esta asistencia del Señor, por la fuerza de su Espíritu, quiere conducir al enfermo a la curación del alma, pero también a la del cuerpo, si tal es la voluntad de Dios” (Nº 1520). En mi familia, he podido comprobar los efectos positivos también en el cuerpo. La palabra de Dios enseña: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que recen por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún pecado, le será perdonado” (Santiago 5: 14- 15).

 Josefa Romo

 

 

Desaparición de las FN

La Federación Española de Familias Numerosas ha presentado un paquete de importantes alegaciones al anteproyecto de ley de familias que pretende sacar adelante el Gobierno de Pedro Sánchez. Alegaciones que se han tenido que hacer a toda velocidad dado el escaso tiempo para presentarlas en medio de este período navideño.

La principal reivindicación de esta Federación es la de que se mantenga el concepto de “Familia Numerosa” (FN), que en la ley es sustituido por el de “Familias necesitadas de un apoyo especial en la crianza”. La pretensión del Gobierno es unir lo que se entiende por familia numerosa con otras circunstancias familiares especiales, como las monoparentales. Una vez más, el cambio en el lenguaje encierra una propuesta ideológica en la que se pretende eliminar el concepto clásico de familia numerosa, una familia con un número mayor de hijos e hijas, por un concepto indeterminado que signifique lo que el legislador quiera.

Jesús Domingo Martínez

 

Las ambigüedades

Por ahí se explican –aunque no se compartan- el rechazo o las ambigüedades acerca de la relación de autoridad entre padres e hijos, con las consiguientes dificultades que con frecuencia experimenta la familia en la transmisión de valores. Y por ahí va, muy probablemente, el no pequeño conjunto de patologías familiares, incluidas las letales.

Sin duda, la conciencia de la libertad es uno de los grandes valores humanos subrayados por la Ilustración, desde su propia esencia secular, no necesariamente secularizadora. Más bien, para superar la hipertrofia de un libre albedrío desarraigado de la profunda condición humana, se impone profundizar en la existencia y características del proyecto divino sobre el hombre, que transforma aparentes limitaciones o condicionamientos en cauce de plenitud antropológica.

Aunque parezca paradójico ante las múltiples manifestaciones de progreso, el mundo contemporáneo refleja un serio déficit de libertad, que aflora en la diversidad y amplitud de conflictos, también en el plano familiar. Se impone reconstruir y amplificar con visión de futuro esa paz radical e íntima, con la ilusión de proyectarla en toda acción humana.

Y para quienes querrían hoy borrar o difuminar la esencia de la Navidad, citaré unas palabras antiguas y luminosas de Joseph Ratzinger: en esta época del año, se hace “visible el amor indefenso de Dios, su humildad y su bondad, que se exponen a nosotros en medio de este mundo y nos quieren enseñar en su propia manifestación una nueva forma de vivir y de amar. En el Niño Jesús se manifiesta de la forma más patente la indefensión del amor de Dios: Dios viene sin armas porque no quiere conquistar desde lo exterior, sino ganar desde el interior, transformar desde dentro. Si acaso hay algo que puede vencer al hombre, su arrogancia, su violencia y su codicia, es la indefensión del niño. Dios la asumió para sí a fin de vencernos y conducirnos así a nosotros mismos”.

Pedro García

 

 

Pablo Blanco: «La unidad hace más creíble el mensaje evangélico»

En la semana de la oración por la unidad de los cristianos el teólogo y profesor de la Universidad de Navarra, Pablo Blanco, señala que "la unión de golpe -por así decir- hoy por hoy es una utopía".

Maria José Atienza·18 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 6 minutos

El Papa junto a representantes de confesiones cristianas en una jornada de oración ecuménica el 7 de octubre de 2021 ©CNS photo/Vatican Media

La Semana de oración por la unidad de los cristianos pone en la palestra, un año más, el panorama de las distintas confesiones cristianas que existen en el mundo. Los avances en materia de ecumenismo y relación con las Iglesias ortodoxas, anglicana y protestantes han sido notorios en los últimos años.

Pablo Blanco, profesor de Teología Dogmática en la Universidad de Navarra y colaborador de Omnes, recoge en su libro «Ecumenismo hoy», una interesante síntesis de la situación actual de este diálogo entre la Iglesia católica y el resto de confesiones cristianas, la realidad de estas confesiones así como los avances hacia la unidad que la Iglesia ha vivido, especialmente, en las últimas décadas.

Aunque Blanco no esconde que «la unión de golpe -por así decir- hoy por hoy es una utopía», su apuesta se centra en anunciar, con palabra y vida el mensaje íntegro de Jesucristo, ya que es quien «conquista la mente y los corazones de la gente».

Cada año, la Iglesia celebra no un día, sino una Semana por esta unidad de los cristianos. ¿Qué importancia tiene o cómo podemos destacar la actualidad de esta intención?  

–Sí, es el Octavario por la Unidad de los Cristianos. Antes se celebraba en la víspera de Pentecostés, para invocar al Espíritu la unidad.

Pablo Blanco Sarto

Más adelante se fijó en los ocho días anteriores a la fiesta de la Conversión de san Pablo, para expresar que -sin conversión, nuestra y de los demás cristianos- no hay unidad.

El concilio Vaticano II afirma que el «ecumenismo espiritual» (Unitatis Redintegratio 4) es el «alma del ecumenismo»: sin conversión, sin oración, sin santidad no habrá esa unidad que solo el Espíritu santo nos puede traer.

¿No iría esta intención de unidad en contra de un bien como es la pluralidad, también para la Iglesia? ¿Cómo conjugar esta diversidad (dones, carismas…) en una unidad de los cristianos? 

–La unidad de la Iglesia es como la unidad de la Trinidad: tres Personas distintas y un solo Dios verdadero. En la Iglesia, tiene que haber esa diversidad que se convierte en una riqueza que mira hacia el bien de trabajar y rezar unidos. Eso es vivir la comunión desde la propia diferencia, sea uno oriental, o de distintas tradiciones occidentales; asiático, africano o americano. La diferencia nos enriquece cuando sabemos sumar. 

La anécdota ocurrida en la Conferencia misionera mundial de Edimburgo, en 1910, nos puede servir también en nuestros días. Allí se levantó un oriental y dijo: «ustedes nos han traído a Cristo y les estamos agradecidos». «Pero también nos han traídos sus divisiones», continuó. «Por favor, tráigannos a Cristo, pero nos sus divisiones». La unidad hace más creíble el mensaje evangélico y, por eso, los movimientos misionero y ecuménico han estado unidos desde el origen.

En su libro Ecumenismo hoy, realiza un descriptivo mapa de los cristianos en la actualidad así como los pasos claves en el diálogo ecuménico ¿Qué destacaría de este camino? 

–Hay otros muy buenos libros de ecumenismo en nuestra lengua, pero en el caso de Ecumenismo hoy, he intentado ofrecer una lectura actualizada de las enseñanzas de la Iglesia católica sobre el ecumenismo. En primer lugar, los documentos del Vaticano II, pero también las enseñanzas de los últimos papas y el nuevo Vademécum de ecumenismo

Todos esto permite trazar un mapa, donde se pueden situar la situación de la Iglesia católica respecto a los ortodoxos, los anglicanos y los protestantes.

Para cada uno hay un tema de conversación y diálogo distintos, pero con todos se debe rezar, hablar y trabajar. En este camino hemos de trabajar juntos por la paz, los pobres y el medio ambiente, por ejemplo. Es el llamado «ecumenismo de las manos». Pero también hay que abordar las cuestiones doctrinales para ver qué nos une y qué nos separa todavía. Es este el «ecumenismo de la cabeza», y un ecumenismo sin cabeza sería un ecumenismo sin norte, sin orientación, sin un horizonte común.

Pero sobre todo es necesario el «ecumenismo del corazón»: el ecumenismo espiritual del que hablábamos; el de la conversión, la oración, la santidad. Hemos de rezar más, unos por otros y unos con otros. Entonces el Espíritu nos concederá el don de la unidad.

El papa Francisco nos habla también del «ecumenismo de la sangre», por cómo los cristianos -de una y otra confesión- mueren por dar testimonio de su fe. Esto también nos une. Suelo añadir el «ecumenismo de la lengua»: el procurar hablar bien los unos de los otros.

Los tres últimos Papas han sido claves en el avance del diálogo con las demás confesiones cristianas. Recordamos a Benedicto XVI: ¿Cómo valora los gestos de Benedicto XVI en particular con lefevbrianos y anglicanos que tantas críticas, dentro y fuera de la Iglesia, acarrearon?

–Sí, Benedicto XVI dio importantes pasos en primer lugar con los ortodoxos, restableciendo el diálogo con estas iglesias hermanas en 2000 y estudiando el tema del primado petrino con el Documento de Rávena, en 2007, tal como había pedido Juan Pablo II en la encíclica Ut unum sint.

Con los lefevbrianos se hizo todo lo posible para buscar una fórmula de comunión con Roma, pero su rechazo de la doctrina del Vaticano II -precisamente sobre ecumenismo y diálogo interreligioso- no ha conseguido desbloquear las conversaciones.

En cuanto a los protestantes, Ratzinger intervino en primera persona en la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación, de 1999, suscrita ya por luteranos, metodistas, anglicanos y reformados. Es un buen comienzo que debe propiciar las futuras conversaciones sobre la idea de Iglesia, sobre los sacramentos y el ministerio. Está también pendiente la cuestión metodológica sobre el modo de leer la Escritura.

Con los anglicanos se ensayó un modo de alcanzar la unidad que tal vez podría dar sus frutos en el futuro: con los ordinariatos personales creados en 2009, estas comunidades alcanzaron la plena comunión con Roma, a la vez que esta reconocía la legitimidad del Libro de la oración común propio de la liturgia anglicana. Una fórmula que, si alcanza el éxito, podría propiciar nuevos pasos con otras confesiones cristianas.

Es cierto que, a nivel de las grandes confesiones el diálogo está muy avanzado pero, ¿no es utópico pensar en la futura unidad con la diversidad existente en las confesiones nacidas de las sucesivas Reformas? 

–Sí, una unión de golpe -por así decir- hoy por hoy es una utopía. Por eso esta fórmula de alcanzar la plena comunión comunidad por comunidad permite respetar la conciencia de cada creyente, a la vez que no acelera innecesariamente los tiempos.

El ecumenismo requiere paciencia, afirmaba Walter Kasper, y tiene algo del lento ascenso a la montaña. Hay que alimentar la paciencia y la esperanza, y seguir por supuesto dando pasos. Algún día, cuando Dios quiera, llegaremos a la cima y nos daremos ese abrazo de unidad.

Las relaciones con la Iglesia ortodoxa se encuentran ahora en un punto delicado, especialmente con el patriarcado de Rusia ¿Ve signos de esperanza entre ambas confesiones? 

–En efecto, el problema de la Iglesia católica con los ortodoxos es en primer lugar un problema entre ortodoxos.

Sin embargo, el papa Francisco está promoviendo el diálogo a distintos niveles con todos los patriarcados, sin dejarse influir por cuestiones políticas. Ha dirigido palabras duras contra el patriarca Kiril de Moscú con motivo de la guerra en Ucrania, que hacen pensar en una corrección de hermano, como la que hizo también Pablo a Pedro por la cuestión de Antioquía.

En este caso, es Pedro quien corrige pero, al igual que ocurrió en los primeros años del cristianismo, si sabemos acoger fraternalmente esas correcciones, la Iglesia alcanzará los vuelos que logró en los primeros siglos.

¿Cómo establecer un diálogo ecuménico fructífero sin «diluir» los principios fundantes de la Iglesia, especialmente en lo que refiere a moral y vida sacramental?

–La plenitud de la fe es fundamental para alcanzar la verdadera unidad. A veces tenemos la tentación de diluir el mensaje para conseguir más adeptos, pero la experiencia nos ha mostrado precisamente lo contrario.

Lo que conquista la mente y los corazones de la gente es Cristo, y por eso nosotros hemos de predicar su mensaje de modo íntegro. También en lo que se refiere a cuestiones morales y sacramentales, siempre más controvertidas.

Cuestiones como la defensa de la vida y la familia, el género, en qué consiste la fe eucarística o la naturaleza del propio ministerio tienen que ser también abordados, con la seriedad y delicadeza que requieren.