Ideas Claras
DE INTERES PARA HOY lunes, 26 de septiembre de 2022
Indice:
El Papa confía Myanmar, Ucrania, Camerún y los migrantes a María
El Papa: La Eucaristía es profecía de un mundo nuevo convertido del egoísmo al amor
Cambiar el modelo de desarrollo antes de que sea demasiado tarde
EL SENTIDO CRISTIANO DEL DOLOR : Francisco Fernandez Carbajal
Evangelio del lunes: aspirar a algo grande
“El que ama a Dios se da él mismo” : San Josemaria
¿Qué es la conciencia? ¿Qué es la objeción de conciencia?
La mujer y el cuidado de la vida. Comprensión histórica y perspectivas de futuro : M. Carmen Massé García
El amor de san Josemaría Escrivá a los religiosos : José Miguel Cejas
¿Se extiende la cristiano fobia? : Sheila Morataya
Educar ¿En qué? : Rosario Prieto
Hoy, que difícil es ser católico, pero es muy gratificante. : Francisco Gras
Un alcalde para la eternidad : Jorge Hernández Mollar
Una ley para imponer la inmadurez : JD Mez Madrid
La tarea que desempeña Cáritas : JD Mez Madrid
El disparate de la Ministra : Pedro García
El domingo : Jesús D Mez Madrid
Desordeno y mando: nuevo asalto a la libertad : Julio Tudel
El Papa confía Myanmar, Ucrania, Camerún y los migrantes a María
En Matera, antes del Ángelus con el que concluyó la misa del Congreso Eucarístico Nacional, Francisco pidió a la Virgen María para que en Italia haya "más nacimientos, más hijos", por el consuelo "del atormentado pueblo ucraniano" y por la violencia y los secuestros desde Asia hasta África. Sobre la matanza de niños en Myanmar afirmó: "Estas tragedias no deben ocurrir"
Alessandro Di Bussolo - Vatican News
Italia, donde nacen pocos hijos; Myanmar, en llamas tras el golpe de Estado, y los 11 niños muertos en el ataque a una escuela; Ucrania, donde los líderes mundiales deben conseguir detener la guerra; Camerún y el llamamiento de los obispos a la liberación de los sacerdotes, religiosos y laicos secuestrados en una iglesia; y también los migrantes y refugiados, para que en la Jornada dedicada a ellos se renueve el compromiso de todos "para construir un futuro más inclusivo y fraterno". Son las "necesidades más urgentes del mundo" para las que el Papa Francisco, en Matera, invoca la "intercesión maternal" de la Virgen María, "mujer eucarística", antes de cerrar la celebración que concluye el 27º Congreso Eucarístico Nacional con la oración del Ángelus.
No más tragedias como la masacre de niños en Myanmar
Y luego dirige su pensamiento a Myanmar, el "noble país" de Asia atormentado "desde hace más de dos años por graves enfrentamientos armados y violencia, que han causado tantas víctimas y desplazados". Y recuerda haber escuchado esta semana "el grito de dolor por la muerte de niños en una escuela bombardeada". Y añade espontáneamente: "¡Se ve que está de moda bombardear las escuelas, hoy, en el mundo! ¡Que el grito de estos pequeños no quede sin ser escuchado! Estas tragedias no deben ocurrir". El dramático ataque, realizado con helicópteros, según algunos testimonios del gobierno, tuvo lugar el 16 de septiembre, en la región de Sagaing.
Paz en Camerún tras secuestros en la iglesia
Ese mismo día, en el suroeste de Camerún, donde desde el 2016 está en curso un conflicto entre separatistas y ejército regular, algunas personas, entre ellas cinco sacerdotes y una monja, fueron secuestradas en la diócesis de Mamfe, mientras se encontraban en la iglesia de Santa María, en la aldea de Nchang. Según los obispos, que han lanzado un llamamiento para su liberación, se trata de un secuestro con fines de extorsión. Francisco en el Ángelus reza por los secuestrados "y por las poblaciones de la provincia eclesiástica de Bamenda: que el Señor conceda paz a los corazones y a la vida social de ese querido país".
Fin de la guerra en Ucrania, llamamiento a los líderes mundiales
A María, Reina de la Paz, el Pontífice se dirige para que "consuele al martirizado pueblo ucraniano" y obtenga "de los jefes de las naciones", reunidos estos días en Nueva York para la Asamblea de las Naciones Unidas, "la fuerza de voluntad para encontrar inmediatamente iniciativas eficaces que lleven al fin de la guerra".
25/09/2022El Papa: La Eucaristía es profecía de un mundo nuevo convertido del egoísmo al amor
Un futuro más inclusivo y fraterno para migrantes y refugiados
Por último, en el domingo en que la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, sobre el tema "Construir el futuro con los migrantes y los refugiados", el Papa Francisco llama a renovar "el compromiso de construir el futuro según el designio de Dios: un futuro en el que cada persona encuentre su lugar y sea respetada; en el que los migrantes, los refugiados, los desplazados y las víctimas de la trata puedan vivir en paz y con dignidad". Porque, añade, "el Reino de Dios se realiza con ellos, sin excluidos.
Es también gracias a estos hermanos y hermanas que las comunidades pueden crecer a nivel social, económico, cultural y espiritual; y compartir las diferentes tradiciones enriquece al Pueblo de Dios. ¡Comprometámonos todos a construir un futuro más inclusivo y fraterno! Los migrantes deben ser acogidos, acompañados, promovidos e integrados". Y recuerda los cuatro compromisos para ayudar a quienes se ven obligados a abandonar su país: "Los migrantes deben ser acogidos, acompañados, promovidos e integrado
El Papa: La Eucaristía es profecía de un mundo nuevo convertido del egoísmo al amor
El Papa Francisco presidió esta mañana la misa de clausura del XXVII Congreso Eucarístico Nacional en el Estadio Municipal XXI Septiembre de Matera. En su homilía, el Pontífice recordó el desafío permanente que la Eucaristía ofrece a nuestra vida: "adorar a Dios y no al yo". E invitó a soñar con una Iglesia Eucarística, que adora al Señor presente en el pan pero que también sabe inclinarse con compasión ante las heridas de los que sufren
Vatican News
La Eucaristía nos recuerda la primacía de Dios y nos llama al amor a nuestros hermanos: lo recordó hoy el Papa Francisco durante la misa de clausura del XXVII Congreso Eucarístico Nacional en el Estadio Municipal XXI Septiembre de Matera. Desde la “ciudad del pan”, el Pontífice reflexionó sobre el texto del Evangelio de la liturgia de hoy, la parábola que presenta por un lado al rico que hace alarde de opulencia y festeja profusamente, y por otro lado al pobre, Lázaro, que cubierto de llagas yace a la puerta esperando que caigan algunas migajas de esa mesa para alimentarse.
“El pan no siempre se comparte en la mesa del mundo; no siempre emana la fragancia de la comunión; no siempre se parte en justicia”, recuerda el Papa y, ante la dramática escena descrita por Jesús en esta parábola, insta a preguntarse: “¿a qué nos invita el sacramento de la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida del cristiano?”
La primacía es de Dios
“La Eucaristía nos recuerda la primacía de Dios” afirma el Obispo de Roma. El hombre rico, de hecho, no está abierto a una relación con Dios: no hay lugar en su vida para Dios porque sólo se adora a sí mismo, sólo piensa en su propio bienestar, en satisfacer sus necesidades, en disfrutar de la vida. Se le llama “rico", porque ha perdido su nombre, su identidad en el texto viene dada sólo por los bienes que posee, explica el Papa y añade:
Qué triste es esta realidad aún hoy, cuando confundimos lo que somos con lo que tenemos, cuando juzgamos a las personas por la riqueza que tienen, los títulos que ostentan, los papeles que desempeñan o la marca de ropa que llevan. Es la religión del tener y del parecer, que a menudo domina la escena de este mundo, pero que al final nos deja con las manos vacías.
Poner a Jesús en el centro
Por el contrario, el pobre tiene un nombre, Lázaro, que significa "Dios ayuda". “A pesar de su condición de pobreza y marginación, - observa Francisco - puede mantener su dignidad intacta porque vive en relación con Dios”. “Dios es la esperanza inquebrantable de su vida”.
He aquí, pues, el desafío permanente que la Eucaristía ofrece a nuestra vida: adorar a Dios y no al yo. Ponerlo a Él en el centro y no a la vanidad del yo. Para recordar que sólo el Señor es Dios y que todo lo demás es un regalo de su amor. Porque si nos adoramos a nosotros mismos, morimos en la asfixia de nuestro pequeño yo; si adoramos las riquezas de este mundo, se apoderan de nosotros y nos hacen esclavos; si adoramos al dios de la apariencia y nos embriagamos en el despilfarro, tarde o temprano la vida misma nos pedirá la cuenta.
El Papa Francisco preside en Matera la misa conclusiva del XXVII Congreso Eucarístico Nacional
Redescubrir la oración de adoración
En cambio, cuando adoramos al Señor Jesús presente en la Eucaristía, recibimos también una nueva mirada sobre nuestra vida:
Yo no soy las cosas que poseo y los éxitos que consigo alcanzar; el valor de mi vida no depende de lo mucho que pueda presumir, ni disminuye cuando fracasé y fallé. Soy un hijo amado; estoy bendecido por Dios; Él ha querido revestirme de belleza y me quiere libre de toda esclavitud. Recordemos esto: el que adora a Dios no se convierte en esclavo de nadie. Redescubramos la oración de adoración: nos libera y nos devuelve nuestra dignidad de hijos.
Un momento de la misa conclusiva del XXVII Congreso Eucarístico Nacional, presidida por el Papa Francisco
Jesús nos pide una conversión efectiva
La Eucaristía – recuerda el Santo Padre – nos llama además al amor de nuestros hermanos. Una tarea en la que el hombre rico del Evangelio fracasa. Sólo al final de su vida, cuando el Señor invierte su suerte, se fija por fin en Lázaro, pero Abraham le dice: "Entre nosotros y tú se ha abierto un gran abismo" (Lc 16,26). “Fue el hombre rico – precisa el Papa – quien cavó un abismo entre él y Lázaro durante su vida terrenal y ahora, en la vida eterna, ese abismo permanece”. De hecho, nuestro futuro eterno depende de esta vida presente: “si cavamos un abismo con nuestros hermanos ahora, ‘cavamos nuestra propia tumba’ para después; si levantamos muros contra nuestros hermanos ahora, quedamos presos en la soledad y la muerte incluso después”. "Esta parábola sigue siendo también la historia de nuestro tiempo", recuerda Francisco:
Las injusticias, las desigualdades, los recursos de la tierra injustamente repartidos, los abusos de los poderosos contra los débiles, la indiferencia ante el grito de los pobres, el abismo que cavamos cada día generando marginación, no pueden dejarnos indiferentes. Por eso, hoy, juntos, reconozcamos que la Eucaristía es una profecía de un mundo nuevo, es la presencia de Jesús que nos pide que nos comprometamos para que se produzca una conversión efectiva: de la indiferencia a la compasión, del derroche al reparto, del egoísmo al amor, del individualismo a la fraternidad.
Soñar una Iglesia eucarística
El Pontífice invita a soñar una “Iglesia eucarística”, “una Iglesia que se arrodilla ante la Eucaristía y adora con admiración al Señor presente en el pan; pero que también sabe inclinarse con compasión ante las heridas de los que sufren, levantando a los pobres, enjugando las lágrimas de los que padecen, haciéndose pan de esperanza y alegría para todos”. Y desde Matera, "ciudad del pan", exhorta:
Volvamos al sabor del pan, porque mientras tenemos hambre de amor y de esperanza, o estamos rotos por las fatigas y los sufrimientos de la vida, Jesús se convierte en alimento que nos alimenta y nos sana. Volvamos al gusto por el pan, porque mientras la injusticia y la discriminación de los pobres siguen produciéndose en el mundo, Jesús nos da el Pan de Compartir y nos envía cada día como apóstoles de la fraternidad, la justicia y la paz.
Volver a Jesús
El Papa invita a volver a Jesús, adorarlo y acogerlo “cuando la esperanza se apaga y sentimos la soledad del corazón, el cansancio interior, el tormento del pecado, el miedo a no triunfar”. Volver “al sabor del pan”. “Porque Él vence a la muerte y renueva siempre nuestra vida”.
El Papa Francisco saluda a una familia durante la misa conclusiva del XXVII Congreso Eucarístico Nacional en Matera
El Congreso Eucarístico en Matera
El Papa Francisco fue recibido en la “ciudad del pan”, a distancia de 31 años de la visita de San Juan Pablo II, por el presidente de la CEI, el cardenal Matteo Zuppi, por el arzobispo de Matera-Irsina, monseñor Antonio Giuseppe Caiazzo y por las autoridades locales.
El Congreso Eucarístico, desarrollado del 22 a 24 de septiembre, tuvo como tema “Volver al gusto del pan. Por una Iglesia eucarística y sinodal”. Unos 800 delegados, llegados de 166 diócesis italianas compartieron con 80 obispos cuatro días de oración, reflexión sobre la centralidad de la Eucaristía.
Cambiar el modelo de desarrollo antes de que sea demasiado tarde
Palabras del Papa a los jóvenes de Economy of Francesco
Andrea Tornielli
Ya en noviembre de 2013, en la exhortación Evangelii gaudium que representa la "hoja de ruta" del pontificado, Francisco había hablado de una economía "que mata". "Hoy -escribía el Papa- todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. El mismo ser humano se considera como un bien de consumo, que se puede utilizar y luego desechar. Hemos iniciado la cultura del 'descarte' que incluso se promueve... Los excluidos no son 'aprovechados' sino desechos, 'sobrantes'".
Estas palabras, que habían hecho recaer sobre el Pontífice la acusación burda como infundada de marxismo que le lanzaron los comentaristas ignorantes de la Doctrina Social de la Iglesia, siguen siendo igualmente actuales. Y Francisco volvió a hablar de forma clara e inequívoca desde Asís, dirigiéndose a los jóvenes, para pedir con urgencia un cambio en el modelo de desarrollo si queremos salvar a la humanidad amenazada por las pandemias, las guerras y el cambio climático.
"Una economía que se deja inspirar por la dimensión profética se expresa hoy en una nueva visión del medio ambiente y de la tierra. Son muchas las personas, las empresas y las instituciones que están haciendo una conversión ecológica. Debemos avanzar por este camino, y hacer más. Este 'más' ustedes lo están haciendo y lo están pidiendo a todos. No basta hacer el maquillaje, hay que cuestionar el modelo de desarrollo. La situación es tal que no podemos sólo esperar a la próxima cumbre internacional: la tierra arde hoy, y es hoy cuando debemos cambiar, en todos los niveles".
Así que no basta con unas cuantas acciones superficiales, no bastan los interesados expedientes de “greenwashing” para hacer continuar todo como antes. El modelo de desarrollo debe ser cuestionado inmediatamente. El llamamiento del Papa va a la raíz del problema y no ha sido adecuadamente recibido, entendido y apoyado en los últimos años. Con respecto al 2013, la situación es aún más trágica, debido a la guerra que estalló en el corazón de Europa con la agresión rusa a Ucrania, que ha servido de motivación a los gobiernos para cerrar sus ya tibias políticas ecológicas en los cajones. El Papa Francisco, que en su encíclica Laudato si' había mostrado cómo el hambre, las guerras, las migraciones y el cambio climático estaban interconectados, recordó desde Asís que "el grito de los pobres y el grito de la tierra son el mismo grito", llamando a preferir, entre las soluciones medioambientales, aquellas que "reducen la miseria y las desigualdades".
Pero aunque el futuro del mundo actual parece sombrío debido a la alocada amenaza nuclear que cierna y a la no menos alocada carrera al rearme, lo que llega desde Asís es un mensaje de esperanza: hay jóvenes decididos a comprometerse con creatividad con una economía nueva, con una economía diferente y más humana, con una finanza nueva que no tenga como centro al "dios dinero" sino al ser humano. El modelo de desarrollo sólo puede cambiarse con la participación desde abajo y con gobiernos convencidos de la necesidad de elecciones visionarias para garantizar un futuro a la tierra y a quien la habita.
EL SENTIDO CRISTIANO DEL DOLOR
— Las pruebas y padecimientos de Job.
— El sufrimiento de los justos.
— El dolor y la Pasión de Cristo.
I. A lo largo de esta semana, una de las lecturas de la Misa1 recoge las enseñanzas del Libro de Job, siempre actuales, pues la desgracia y el dolor son una realidad con la que nos tropezamos frecuentemente.
Vivía en tierra de Hus –leemos en la Sagrada Escritura– un hombre temeroso de Dios, llamado Job, que había recibido incontables bendiciones del Señor: era rico en rebaños, ganado y productos de la tierra, y le había sido concedida una numerosa descendencia. Según una concepción generalizada en aquellos tiempos, existía relación entre vida virtuosa y vida próspera en bienes. Esta situación de bienestar material era considerada como un premio que Dios otorgaba a la virtud y a la fidelidad. En un diálogo figurado entre Dios, que se siente contento por el amor de su siervo, y Satán, este insinúa que la virtud de Job es interesada y que desaparecería con la destrucción de sus riquezas. ¿Acaso teme Job a Dios en balde? ¿No le has rodeado de un vallado protector a él, a su casa y a todo cuanto tiene? Has bendecido el trabajo de sus manos, y sus ganados se esparcen por todo el país. Pero extiende tu mano y tócale en lo suyo, veremos si no te maldice en tu rostro2.
Con la autorización de Dios, fue Job despojado de todos sus bienes, pero su virtud demostró estar profundamente enraizada: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo tornaré allá. Yahvé me lo dio, Yahvé me lo ha quitado. ¡Bendito sea el nombre de Yahvé!3, exclama en medio de su pobreza. Su conformidad con la voluntad divina fue total, tanto en la abundancia como en la indigencia. La miseria de Job se convirtió en enorme riqueza espiritual.
Una segunda y más violenta prueba no pudo debilitar esa fe y confianza en Dios. Esta vez todo su cuerpo fue herido con una úlcera que le cubría desde la planta de los pies a la cabeza. Perder la salud es un mal peor que perder los bienes materiales. La fe de Job, sin embargo, se mantuvo firme, a pesar de la enfermedad y de los ataques hirientes de su mujer: Si recibimos de Dios los bienes, ¿por qué no también los males?4, contestó Job.
Hoy puede ser una buena oportunidad para que examinemos nuestra postura ante el Señor cuando, en nosotros o en aquellos que más queremos, se hacen presentes la desgracia y el dolor. Dios es siempre Padre. También cuando nos visitan la aflicción y el pesar. ¿Nos comportamos como hijos agradecidos en la abundancia y en la escasez, en la salud y en la enfermedad?
II. Tres amigos, pertenecientes a tribus y lugares diferentes, al enterarse de la situación de Job se propusieron ir juntos para hacerle compañía y animarle. Cuando los tres, Elifaz, Bildad y Sofar, llegaron y vieron a Job en un estado tan lamentable, toda su compasión desapareció, convencidos de que se hallaban en presencia de un hombre maldecido por Dios. Ellos compartían la creencia de que la prosperidad es el premio que Dios da a la virtud, y las tribulaciones son castigo de la iniquidad. La conducta de sus amigos, la prolongación de sus sufrimientos, la soledad en medio de tanto dolor, pesaron demasiado sobre Job, que rompió su silencio en una queja amarga. Los amigos, convencidos de la existencia de algún pecado oculto de Job, también ignorantes del premio o castigo después de esta vida, se dirigen duramente contra él, pues no encuentran otra explicación a las desgracias de Job. Este, convencido de su propia inocencia, admite ciertamente la existencia de pequeñas transgresiones, comunes a todo hombre5, pero no hasta el punto de ser proporcionales al castigo. Recuerda igualmente el mucho bien que llevó a cabo. De aquí nace una gran lucha dentro de su alma.
Él sabe que Dios es justo, y sin embargo todo parece hablar de injusticia en relación a él. También él creía que el Señor trata al hombre según sus méritos o deméritos. ¿Cómo podría conciliarse la justicia divina con su amarga experiencia? Los amigos tienen una respuesta, pero él, en conciencia, la cree falsa. Estas dos convicciones, aparentemente contradictorias, la justicia divina y su propia inocencia, le causan a Job una angustia y un desgarro interior más penoso que sus mismas enfermedades físicas y la ruina material6. Es el desconcierto que fuera de la fe produce el sufrimiento del inocente: niños que mueren pronto o con enfermedades que los dejarán inútiles para una vida normal, personas que han sido generosas y han servido fielmente a Dios y que se encuentran en la ruina económica, sin trabajo, o con una enfermedad difícil..., mientras que a otros que han vivido a espaldas de Dios parece que la vida les sonríe.
El Libro de Job «pone con toda claridad el problema del sufrimiento del hombre inocente: el sufrimiento sin culpa. Job no ha sido castigado, no había razón para infligirle una pena, aunque haya sido sometido a una prueba durísima»7. Después de esta prueba, Job saldrá fortalecido en su virtud, que no dependía de su situación acomodada ni de los grandes beneficios que había recibido de Dios. Con todo, «el libro de Job no es la última palabra sobre este tema. En cierto modo es un anuncio de la Pasión de Cristo»8, la única que puede dar luz a este misterio del sufrimiento humano, de modo particular al dolor del inocente.
Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna9. El dolor cambia radicalmente de signo con la Pasión de Cristo. «Parece como si Job la hubiera presentido cuando dice: Yo sé que mi Redentor vive, y al fin... yo veré a Dios (Job 19, 25); y como si hubiese encaminado hacia ella su propio sufrimiento, el cual, sin la redención, no hubiera podido revelarle la plenitud de su significado. En la Cruz de Cristo no solo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido. Cristo –sin culpa alguna propia– cargó sobre sí el mal total del pecado»10. Los padecimientos de Jesús fueron el precio de nuestra salvación11. Desde entonces, nuestro dolor puede unirse al de Cristo y, mediante él, participar en la Redención de la humanidad entera. «Esta ha sido la gran revolución cristiana: convertir el dolor en sufrimiento fecundo; hacer, de un mal, un bien. Hemos despojado al diablo de esa arma...; y, con ella, conquistamos la eternidad»12.
III. Nunca pasa el dolor a nuestro lado dejándonos como antes. Purifica el alma, la eleva, aumenta el grado de unión con la voluntad divina, nos ayuda a desasirnos de los bienes, del excesivo apego a la salud, nos hace corredentores con Cristo..., o, por el contrario, nos aleja del Señor y deja el alma torpe para lo sobrenatural y entristecida. Cuando Simón de Cirene fue reclamado para ayudar a Jesús a llevar su Cruz aceptó al principio con disgusto. Fue forzado13, escribe el Evangelista. En un primer momento solo miraba la cruz, y la cruz era un simple madero pesado y molesto, Después no se fijó ya en el madero, sino en el reo, aquel hombre del todo singular que iba a ser ajusticiado. Entonces todo cambió: ayudó con amor a Jesús y mereció el premio de la fe para él y para sus dos hijos, Alejandro y Rufo14. También nosotros hemos de mirar a Cristo en medio de nuestras pruebas y tribulaciones. Nos fijaremos menos en la Cruz y daremos paso al amor. Encontraremos que cargar con la Cruz tiene sentido cuando la llevamos junto al Maestro. «Su más ardiente deseo es encender en nuestros corazones esa llama de amor y de sacrificio que abrasa al suyo, y por poco que correspondamos a este deseo, nuestro corazón se convertirá pronto en un foco de amor que consumirá poco a poco esas escorias acumuladas por nuestras culpas y nos convertirá en víctimas de expiación, dichosos de lograr, a costa de algunos sufrimientos, una mayor pureza, una más estrecha unión con el Amado; dichosos también de completar la Pasión del Salvador por el bien de la Iglesia y de las almas (Col 1, 24) (...). A los pies del Crucificado, allí es donde comprenderemos que en este mundo no es posible amar sin sacrificio, pero el sacrificio es dulce al que ama»15.
Al terminar nuestra oración contemplamos a Nuestra Señora en la cima del Calvario, participando de modo singular en los padecimientos de su Hijo. «Admira la reciedumbre de Santa María: al pie de la Cruz, con el mayor dolor humano –no hay dolor como su dolor–, llena de fortaleza.
»—Y pídele de esa reciedumbre, para que sepas también estar junto a la Cruz»16. Junto a Ella entendemos bien que «el sacrificio es dulce al que ama», y ofreceremos a través de su Corazón dulcísimo los fracasos, las incomprensiones, las situaciones difíciles en la familia o en el trabajo, la enfermedad y el dolor... «Y una vez hecho el ofrecimiento, tratemos de no pensar más, sino de cumplir lo que Dios quiere de nosotros, allí donde estemos: en la familia, en la fábrica, en la oficina, en la escuela... Sobre todo, tratemos de amar a los demás, a los prójimos que están a nuestro alrededor.
»Si hacemos esto, podremos experimentar un efecto insólito e insospechado: nuestra alma estará llena de paz, de amor, y también de alegría pura, de luz. Podremos encontrar en nosotros una nueva fuerza. Veremos cómo, abrazando las cruces de cada día y uniéndonos por ellas a Jesús crucificado y abandonado, podremos participar ya desde aquí de la vida del Resucitado.
»Y, ricos de esta experiencia, podremos ayudar más eficazmente a todos nuestros hermanos a encontrar la bienaventuranza entre las lágrimas, a transformar en serenidad lo que les preocupe. Seremos así instrumentos de alegría para muchos, de felicidad, de esa felicidad que ambiciona todo corazón humano»17.
1 Primera lectura. Año II. — 2 Job 1, 9-11. 3 Job 1, 21. — 4 Job 2, 10. — 5 Cfr. Job 13, 26; 14, 4. — 6 Cfr. B. Orchard, Verbum Dei, Herder, Barcelona 1960, vol. II, pp. 104 ss. — 7 Juan Pablo II, Carta Apost. Salvifici doloris, 11-II-1984, 11. — 8 Ibídem. — 9 Jn 3, 16. — 10 Juan Pablo II, loc. cit., 19. — 11 Cfr. 1 Cor 6, 20. — 12 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 887. — 13 Mt 27, 32. — 14 Cfr. Mc 15, 21. — 15 A. Tanquerey, La divinización del sufrimiento, Rialp, Madrid 1955, pp. 203-204. — 16 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 508. — 17 Ch. Lubich, Palabra que se hace vida, Ciudad Nueva, Madrid 1990, p. 39.
Evangelio del lunes: aspirar a algo grande
Comentario del lunes de la 26.ª semana del tiempo ordinario. “El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado”. La grandeza de los hijos de Dios comienza por hacerse pequeños para ser levantados por los brazos de Dios Padre.
26/09/2022
Evangelio (Lc 9,46-50)
Les vino al pensamiento cuál de ellos sería el mayor. Pero Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, acercó a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
—El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado: pues el menor entre todos vosotros, ése es el mayor.
Entonces dijo Juan:
—Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y se lo hemos prohibido, porque no viene con nosotros.
Y Jesús le dijo:
—No se lo prohibáis, pues el que no está contra vosotros con vosotros está.
Comentario
En el Evangelio de la Misa de hoy, Jesús nos propone un camino privilegiado para poder tratarlo: es el camino de la sencillez. Mientras sus discípulos se enredan con pensamientos sobre quién sería el mayor entre ellos, el Señor realiza el pequeño pero significativo gesto de abrazar a un niño. Los discípulos aprenderían, así, que quien es sencillo como un niño puede ser levantado por los brazos de Dios y alcanzar la grandeza de sus hijos.
Jesús no quiere apagar el deseo de plenitud de sus discípulos, de aspirar a algo grande. Sin embargo, les hace ver que si se dejan atrapar por las comparaciones perderán inútilmente sus energías, porque para ser grandes no necesitamos que los demás sean más pequeños que nosotros.
Tampoco nos ayuda dejarnos llevar por el afán de controlar la actividad de los demás o perder la paz si realizan una buena labor fuera de la nuestra, ya que «el que no está contra vosotros, con vosotros está» (v. 50). La nueva lógica que propone el Señor nos ayuda a sanear las relaciones en el seno de nuestras familias, del trabajo y, especialmente, de la vida de la Iglesia. Por eso, san Josemaría animaba: «Alégrate, si ves que otros trabajan en buenos apostolados»[1].
Todos somos pequeños delante de Dios y los dones que Él distribuye entre sus hijos son una riqueza para todos nosotros. Recordar esto nos ayudará a superar las rivalidades sin sentido, y a ver en la persona de al lado más que a un competidor, a un hermano, a alguien con el que podemos crecer juntos para alcanzar la gloria del Cielo.
“El que ama a Dios se da él mismo”
El tiempo es nuestro tesoro, el “dinero” para comprar la eternidad. (Surco 882)
26 de septiembre
¡Qué pena vivir, practicando como ocupación la de matar el tiempo, que es un tesoro de Dios! No caben las excusas, para justificar esa actuación. Ninguno diga: dispongo sólo de un talento, no puedo lograr nada. También con un solo talento puedes obrar de modo meritorio. ¡Qué tristeza no sacar partido, auténtico rendimiento de todas las facultades, pocas o muchas, que Dios concede al hombre para que se dedique a servir a las almas y a la sociedad!
Cuando el cristiano mata su tiempo en la tierra, se coloca en peligro de matar su Cielo: cuando por egoísmo se retrae, se esconde, se despreocupa. El que ama a Dios, no sólo entrega lo que tiene, lo que es, al servicio de Cristo: se da él mismo. No ve -con mirada rastrera- su yo en la salud, en el nombre, en la carrera. (Amigos de Dios, 46)
¿Creo en Dios, Uno y Trino?
La Santísima Trinidad es el misterio de Dios en sí mismo, el misterio central de la fe y de la vida cristiana. ¿Qué significa en la práctica decir “Creo en Dios Uno y Trino”? ¿Cómo distinguir y tratar a cada una de las Tres Personas divinas?
Sumario
1. ¿Qué significa “Creo en Dios”?
2. ¿Cómo es Dios?
3. ¿Qué significa el misterio de la Santísma Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo?
4. ¿Qué consecuencias tiene creer en un solo Dios?
5. Si Creer es tener fe en Dios, ¿qué es la fe?
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1. ¿Qué significa “Creo en Dios”?
La afirmación “Creo en Dios” es la más importante: la fuente de todas las demás verdades sobre el hombre y sobre el mundo y de toda la vida del que cree en Dios. Creer en Dios, significa creer lo que Dios ha revelado.
Dios, en su bondad y sabiduría, se revela al hombre. Por medio de acontecimientos y palabras, se revela a sí mismo y especialmente se ha dado a conocer a través del Verbo encarnado, su Hijo Jesucristo, hecho Hombre, para abrir el camino que lleva a gozar definitivamente de Dios en el Cielo.
En la práctica creer en Dios significa para el hombre adherirse a Dios mismo, confiando plenamente en Él y dando pleno asentimiento a todas las verdades por Él reveladas, porque Dios es la Verdad.
Significa creer en un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Textos de san Josemaría para meditar
Es necesario dejar que esas verdades de nuestra fe vayan calando en el alma, hasta cambiar toda nuestra vida. ¡Dios nos ama!: el Omnipotente, el Todopoderoso, el que ha hecho cielos y tierra.
Dios se interesa hasta de las pequeñas cosas de sus criaturas: de las vuestras y de las mías, y nos llama uno a uno por nuestro propio nombre. Esa certeza que nos da la fe hace que miremos lo que nos rodea con una luz nueva, y que, permaneciendo todo igual, advirtamos que todo es distinto, porque todo es expresión del amor de Dios.
Nuestra vida se convierte así en una continua oración, en un buen humor y en una paz que nunca se acaban, en un acto de acción de gracias desgranado a través de las horas Es Cristo que pasa, 144.
2. ¿Cómo es Dios?
Dios es Uno y Trino. Un solo Dios y tres Personas divinas: Padre, Hijo y Espiritu Santo. La Santísima Trinidad es el misterio de Dios en sí mismo, el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina.
Sólo Dios es, desde siempre y por siempre, el que transciende el mundo y la historia. Él es el creador de todas las cosas, quien ha hecho cielo y tierra. Él es el Dios fiel, siempre cercano a su pueblo para salvarlo. Él es el Santo por excelencia, «rico en misericordia» (Ef 2, 4), siempre dispuesto al perdón. Dios es el Ser espiritual, trascendente, omnipotente, eterno, personal y perfecto. Él es la verdad y el amor.
Textos de san Josemaría para meditar
Si recorréis las Escrituras Santas, descubriréis constantemente la presencia de la misericordia de Dios: ‘llena la tierra’, se extiende a todos sus hijos, ‘super omnem carnem; nos rodea, nos antecede, se multiplica para ayudarnos’, y continuamente ‘ha sido confirmada’. Dios, al ocuparse de nosotros como Padre amoroso, nos considera en su misericordia: una misericordia ‘suave, hermosa como nube de lluvia’.
¡Qué seguridad debe producirnos la conmiseración del Señor! ‘Clamará a mí y yo le oiré, porque soy misericordioso’. Es una invitación, una promesa que no dejará de cumplir Es Cristo que pasa, n. 7.
Parece que el mundo se te viene encima. A tu alrededor no se vislumbra una salida. Imposible, esta vez, superar las dificultades.
Pero, ¿me has vuelto a olvidar que Dios es tu Padre?: omnipotente, infinitamente sabio, misericordioso. El no puede enviarte nada malo. Eso que te preocupa, te conviene, aunque los ojos tuyos de carne estén ahora ciegos.
Omnia in bonum! ¡Señor, que otra vez y siempre se cumpla tu sapientísima Voluntad! Vía Crucis.
3. ¿Qué significa el misterio de la Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo?
La fe católica es ésta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las Personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad.
No hay más que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo.
Textos de san Josemaría para meditar
El corazón necesita distinguir y adorar a cada una de las Personas divinas. De algún modo, es un descubrimiento, el que realiza el alma en la vida sobrenatural, como los de una criaturica que va abriendo los ojos a la existencia. Y se entretiene amorosamente con el Padre y con el Hijo y con el Espíritu Santo; y se somete fácilmente a la actividad del Paráclito vivificador, que se nos entrega sin merecerlo: ¡los dones y las virtudes sobrenaturales! Amigos de Dios, 306.
Aprende a alabar al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Aprende a tener una especial devoción a la Santísima Trinidad: creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo; espero en Dios Padre, espero en Dios Hijo, espero en Dios Espíritu Santo; amo a Dios Padre, amo a Dios Hijo, amo a Dios Espíritu Santo. Creo, espero y amo a la Trinidad Beatísima.
—Hace falta esta devoción como un ejercicio sobrenatural del alma, que se traduce en actos del corazón, aunque no siempre se vierta en palabras Forja, 296.
4. ¿Qué consecuencias tiene creer en un solo Dios?
Creer en Dios, el Único, comporta: conocer su grandeza y majestad; vivir en acción de gracias; confiar siempre en Él, incluso en la adversidad; reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres, creados a imagen de Dios; usar rectamente de las cosas creadas por Él.
Textos de san Josemaría para meditar
Esa es la gran osadía de la fe cristiana: proclamar el valor y la dignidad de la humana naturaleza, y afirmar que, mediante la gracia que nos eleva al orden sobrenatural, hemos sido creados para alcanzar la dignidad de hijos de Dios. Osadía ciertamente increíble, si no estuviera basada en el decreto salvador de Dios Padre, y no hubiera sido confirmada por la sangre de Cristo y reafirmada y hecha posible por la acción constante del Espíritu Santo Es Cristo que pasa, 133.
5. Si Creer es tener fe en Dios, ¿qué es la fe?
La fe, don gratuito de Dios, accesible a cuantos la piden humildemente, es la virtud sobrenatural necesaria para salvarse. El acto de fe es un acto humano, es decir un acto de la inteligencia del hombre, el cual, bajo el impulso de la voluntad movida por Dios, asiente libremente a la verdad divina. Además, la fe es cierta porque se fundamenta sobre la Palabra de Dios; «actúa por medio de la caridad» (Ga 5,6); y está en continuo crecimiento, gracias, particularmente, a la escucha de la Palabra de Dios y a la oración. Ella nos hace pregustar desde ahora el gozo del cielo.
Textos de san Josemaría para meditar
La historia no está sometida a fuerzas ciegas ni es el resultado del acaso, sino que es la manifestación de las misericordias de Dios Padre. Los pensamientos de Dios están por encima de nuestros pensamientos, dice la Escritura, por eso, confiar en el Señor quiere decir tener fe a pesar de los pesares, yendo más allá de las apariencias. La caridad de Dios –que nos ama eternamente– está detrás de cada acontecimiento, aunque de una manera a veces oculta para nosotros.
Cuando el cristiano vive de fe –con una fe que no sea mera palabra, sino realidad de oración personal–, la seguridad del amor divino se manifiesta en alegría, en libertad interior. Esos nudos que atenazan a veces el corazón, esos pesos que aplastan el alma, se rompen y se disuelven. Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? . Y la sonrisa viene enseguida a los labios. Un hijo de Dios, un cristiano que viva vida de fe, puede sufrir y llorar: puede tener motivos para dolerse; pero, para estar triste, no. Las riquezas de la fe
Para saber más
Catecismo de la Iglesia Católica: Dios Padre, Dio Hijo y Dios Espíritu Santo
¿Qué es la conciencia? ¿Qué es la objeción de conciencia?
¿Qué es la conciencia? ¿Cómo funciona? ¿Cómo se forma la conciencia? ¿Qué es la objeción de conciencia? Algunas preguntas y respuestas sobre el "espacio interior de diálogo" entre Dios y los hombres.
04/06/2021
Sumario
1. ¿Qué es la conciencia?
2. ¿Cómo funciona la conciencia?
3. ¿Cómo se forma la conciencia?
4. Conciencia y verdad
5. Conciencia y libertad
6. ¿Qué es la objeción de conciencia?
“El espíritu humano es lámpara del Señor, que examina todo lo más hondo del ser”. Proverbios 20,27
“Cuando los paganos, que no tienen la Ley, guiados por la naturaleza, cumplen las prescripciones de la Ley, aunque no tengan la Ley, ellos son ley para sí mismos, y demuestran que lo que ordena la Ley está inscrito en sus corazones. Así lo prueba el testimonio de su propia conciencia, que unas veces los acusa y otras los disculpa, hasta el Día en que Dios juzgará las intenciones ocultas de los hombres por medio de Cristo Jesús, conforme a la Buena Noticia que yo predico”. Carta a los Romanos 2, 14- 16
1. ¿Qué es la conciencia?
La conciencia es el espacio interior de diálogo entre Dios y el hombre. Se le llama conciencia moral porque a través de ella, el hombre identifica el bien y el mal en su propia vida. Se habla de ella en dos sentidos: en sentido global y más amplio, es el conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos. En sentido estricto, es el juicio práctico que actúa para discernir la bondad o maldad de cada acción singular.1
En definitiva, “La conciencia es el testigo exclusivo de lo que sucede en la intimidad de la persona, de su esencial rectitud o maldad moral.”2 A través de ella, el hombre entra en un diálogo consigo mismo, pero sobre todo con Dios, que es el autor de la ley moral, a la que el hombre se orienta y aspira para alcanzar su felicidad.
En la constitución pastoral Gaudium et spes se afirma que “es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo.” (n. 16)
En palabras del Papa Francisco: La conciencia es el espacio interior de la escucha de la verdad, del bien, de la escucha de Dios; es el lugar interior de mi relación con Él, que habla a mi corazón y me ayuda a discernir, a comprender el camino que debo recorrer, y una vez tomada la decisión, a seguir adelante, a permanecer fiel.3
Meditar con San Josemaría
Ruega al Señor que te conceda toda la sensibilidad necesaria para darte cuenta de la maldad del pecado venial; para considerarlo como auténtico y radical enemigo de tu alma; y para evitarlo con la gracia de Dios. Forja, 114
De acuerdo, has obrado mal por debilidad. —Pero no entiendo cómo no reaccionas con clara conciencia: no puedes hacer cosas malas, y decir —o pensar— que son santas, o que carecen de importancia. Forja, 164
2. ¿Cómo funciona la conciencia?
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la conciencia moral está presente en el interior de cada persona y actúa en el momento oportuno ordenándole a practicar el bien y evitar el mal. Cuando la persona se encuentra ante distintas opciones en su actuar, la conciencia juzga la bondad o maldad de todas ellas y llama a elegir el bien, al cual el hombre se siente atraído por estar vinculado a su verdadera felicidad. “El hombre prudente, cuando escucha la conciencia moral, puede oír a Dios que le habla.”4
Esto implica que el hombre tiene obligación de seguir lo que su conciencia le dicta. Tiene además la obligación de formarla de manera tal que sus dictámenes sean juicios rectos que le acerquen al bien verdadero. El Catecismo afirma: “ante la necesidad de decidir moralmente, la conciencia puede formular un juicio recto de acuerdo con la razón y con la ley divina, o al contrario un juicio erróneo que se aleja de ellas.”5
Meditar con San Josemaría
Te preguntaron —inquisitivos— si juzgabas buena o mala aquella decisión tuya, que ellos consideraban indiferente.
Y, con segura conciencia, contestaste: “sólo sé dos cosas: que mi intención es limpia y que... conozco bien lo que me cuesta”. Y añadiste: Dios es la razón y el fin de mi vida, por eso me consta que nada hay indiferente. Surco, 583
3. ¿Cómo se forma la conciencia?
“Dios hace partícipe al hombre de su ley, de manera que el hombre, [...], puede conocer más y más la verdad inmutable. Por lo tanto, cada cual tiene la obligación y por consiguiente también el derecho de buscar la verdad en materia religiosa, a fin de que, utilizando los medios adecuados, se forme, con prudencia, rectos y verdaderos juicios de conciencia.” Dignitatis Humanae n. 3
Algunos medios concretos que ayudan al hombre a tener una conciencia que formule juicios rectos son la formación moral y religiosa, la amistad y el consejo de personas formadas, la práctica de las virtudes que facilitan la elección del bien moral, y la oración, lugar específico de diálogo con Dios. Es importante tener en cuenta que las amistades y la elección de los ambientes que frecuentamos también tienen un rol en la formación de nuestra conciencia. En definitiva, pueden contribuir positivamente a su formación si en ellos encontramos un sincero deseo de búsqueda del bien común y personal; o bien deformarla si, por el contrario, fomentan la toma de malas decisiones que generen daños personales o al entorno.
Respecto a estos medios, la Dignitatis Humanae nos invita a buscar la verdad “de modo apropiado a la dignidad de la persona humana y a su naturaleza social, es decir, mediante una libre investigación, sirviéndose del Magisterio [es decir, de las enseñanzas de la Iglesia Católica] o de la educación, de la comunicación y del diálogo, por medio de los cuales unos exponen a otros la verdad que han encontrado o creen haber encontrado, para ayudarse mutuamente en la búsqueda de la verdad; y una vez conocida ésta, hay que aceptarla firmemente con asentimiento personal.”6
En la medida en que el hombre se esfuerza por alcanzar una conciencia formada siguiendo estos medios, su conciencia tendrá más luz y claridad para discernir y actuar más rectamente en las situaciones concretas y singulares en las que por su libertad se encuentra.
Meditar con San Josemaría
Estudiante: fórmate en una piedad sólida y activa, destaca en el estudio, siente anhelos firmes de apostolado profesional. —Y yo te prometo, con ese vigor de tu formación religiosa y científica, prontas y dilatadas expansiones. Camino, 346
4. Conciencia y verdad
El Papa Francisco nos invita a oír más nuestra conciencia, pero también nos advierte: “¡cuidado! Esto no significa seguir al propio yo, hacer lo que me interesa, lo que me conviene, lo que me apetece... ¡No es esto!”7
Entonces, ¿cuál es la relación entre conciencia y verdad? “En lo profundo de su conciencia —afirma el Concilio Vaticano II—, el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, pero a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándolo siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia está la dignidad humana y según la cual será juzgado.” Veritatis Splendor n. 54
Meditar con San Josemaría
«Sancta Maria, Sedes Sapientiae» —Santa María, Asiento de la Sabiduría. —Invoca con frecuencia de este modo a Nuestra Madre, para que Ella llene a sus hijos, en su estudio, en su trabajo, en su convivencia, de la Verdad que Cristo nos ha traído. Surco, 607
5. Conciencia y libertad
En la medida en que el hombre forma su conciencia y es capaz de conocer la ley inscrita por Dios en su corazón, conoce más profundamente la verdad a la que está llamado y esto lo hace más libre. Jesús en su paso por la tierra, vivía en constante diálogo con su Padre, y al hacerlo, sabía cuál era su voluntad y la seguía aunque esto le supusiera dar su vida en la Cruz. La Pasión de Jesús se nos presenta como una elección libre de amor, consecuencia de descubrir la voluntad del Padre y reconocer en ella el bien.
“Jesús nos quiere libres, ¿y esta libertad dónde se hace? Se hace en el diálogo con Dios en la propia conciencia. Si un cristiano no sabe hablar con Dios, no sabe oír a Dios en la propia conciencia, no es libre, no es libre.”8
Meditar con San Josemaría
Con agradecimiento, porque percibimos la felicidad a que estamos llamados, hemos aprendido que las criaturas todas han sido sacadas de la nada por Dios y para Dios: las racionales, los hombres, aunque con tanta frecuencia perdamos la razón; y las irracionales, las que corretean por la superficie de la tierra, o habitan en las entrañas del mundo, o cruzan el azul del cielo, algunas hasta mirar de hito en hito al sol. Pero, en medio de esta maravillosa variedad, sólo nosotros, los hombres —no hablo aquí de los ángeles— nos unimos al Creador por el ejercicio de nuestra libertad: podemos rendir o negar al Señor la gloria que le corresponde como Autor de todo lo que existe.
Esa posibilidad compone el claroscuro de la libertad humana. El Señor nos invita, nos impulsa —¡porque nos ama entrañablemente!— a escoger el bien. “Fíjate, hoy pongo ante ti la vida con el bien, la muerte con el mal. Si oyes el precepto de Yavé, tu Dios, que hoy te mando, de amar a Yavé, tu Dios, de seguir sus caminos y de guardar sus mandamientos, decretos y preceptos, vivirás... Escoge la vida, para que vivas” (Dt 30, 15-16. 19).
¿Quieres tú pensar —yo también hago mi examen— si mantienes inmutable y firme tu elección de Vida? ¿Si al oír esa voz de Dios, amabilísima, que te estimula a la santidad, respondes libremente que sí? Volvamos la mirada a nuestro Jesús, cuando hablaba a las gentes por las ciudades y los campos de Palestina. No pretende imponerse. Si quieres ser perfecto..., dice al joven rico. Aquel muchacho rechazó la insinuación, y cuenta el Evangelio que abiit tristis, que se retiró entristecido. Por eso alguna vez lo he llamado el ave triste: perdió la alegría porque se negó a entregar su libertad a Dios. Amigos de Dios, 24
6. ¿Qué es la objeción de conciencia?
Por respeto a su conciencia y dignidad humana, el hombre tiene la obligación y el derecho de seguir su propia conciencia, incluso cuando una ley civil pretende obstaculizarla. La declaración Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa, afirma que “el hombre percibe y reconoce por medio de su conciencia los dictámenes de la ley divina; conciencia que tiene obligación de seguir fielmente, en toda su actividad, para llegar a Dios, que es su fin. Por tanto, no se le puede forzar a obrar contra su conciencia. Ni tampoco se le puede impedir que obre según su conciencia…” (Dignitatis Humanae n. 3)
Meditar con San Josemaría
“Libertad de conciencia: ¡no! —Cuántos males ha traído a los pueblos y a las personas este lamentable error, que permite actuar en contra de los propios dictados íntimos.
Libertad “de las conciencias”, sí: que significa el deber de seguir ese imperativo interior..., ¡ah, pero después de haber recibido una seria formación!” Surco, 389
Cuando, durante mis años de sacerdocio, no diré que predico, sino que grito mi amor a la libertad personal, noto en algunos un gesto de desconfianza, como si sospechasen que la defensa de la libertad entrañara un peligro para la fe. Que se tranquilicen esos pusilánimes. Exclusivamente atenta contra la fe una equivocada interpretación de la libertad, una libertad sin fin alguno, sin norma objetiva, sin ley, sin responsabilidad. En una palabra: el libertinaje. Desgraciadamente, es eso lo que algunos propugnan; esta reivindicación sí que constituye un atentado a la fe.
Por eso no es exacto hablar de libertad de conciencia, que equivale a avalorar como de buena categoría moral que el hombre rechace a Dios. Ya hemos recordado que podemos oponernos a los designios salvadores del Señor; podemos, pero no debemos hacerlo. Y si alguno tomase esa postura deliberadamente, pecaría al trasgredir el primero y fundamental entre los mandamientos: amarás a Yavé, con todo tu corazón (cfr. Dt 6,5).
Yo defiendo con todas mis fuerzas la libertad de las conciencias, que denota que a nadie le es lícito impedir que la criatura tribute culto a Dios. Hay que respetar las legítimas ansias de verdad: el hombre tiene obligación grave de buscar al Señor, de conocerle y de adorarle, pero nadie en la tierra debe permitirse imponer al prójimo la práctica de una fe de la que carece; lo mismo que nadie puede arrogarse el derecho de hacer daño al que la ha recibido de Dios.
- Cfr. Elegidos en Cristo para ser santos. Enrique Colom- Ángel Rodríguez Luño, pág 281
- Elegidos en Cristo para ser santos. Enrique Colom- Angel Rodríguez Luño,pág 287
- Papa Francisco, Ángelus del 30 de junio de 2013.
- Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1777
- Ibidem,1786
- Dignitatis Humanae, 3
- Papa Francisco, Ángelus del 30 de junio de 2013
- Ibidem.
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La mujer y el cuidado de la vida. Comprensión histórica y perspectivas de futuro
Escrito por M. Carmen Massé García
Publicado: 18 Septiembre 2022
La mujer ha establecido una especial relación con el cuidado de la vida más vulnerable durante toda la historia de la humanidad hasta nuestros días. Siempre ha habido y hay, aunque en proporciones muy desigualmente repartidas, mujeres dedicadas al cuidado profesional y también al cuidado no remunerado domiciliario de las personas enfermas, ancianas, con alguna discapacidad, de los niños. En este estudio se ha llevado a cabo una constatación histórica y actual de esta realidad, marcando sus rasgos más característicos y significativos. Y, a partir de ahí, intenta responder a las cuestiones clave que surgen: las causas que han motivado este hecho, sus consecuencias sociales y, finalmente, las más importantes implicaciones de futuro para todos, hombres y mujeres que, tarde o temprano, seremos tanto cuidadores como necesitados de los cuidados en nuestra enfermedad.
1. Introducción
Desde los inicios de la humanidad, se ha constatado una inseparable relación que, a priori, no parece responder a ninguno de los motores que rigen el devenir de los pueblos: es la relación que ha vinculado a la mujer a toda vida vulnerable, enferma, en riesgo, dependiente. En un mundo en el que todo cambia, la especial relación de la mujer con la vida más necesitada de cuidados trasciende cualquier frontera geográfica o histórica.
En el presente estudio abordaremos esta cuestión con un doble objetivo. Por un lado, ofrecer datos que respalden esta afirmación que, para algunos, puede resultar meramente intuitiva o arbitraria. Datos de ayer y de hoy que nos hagan reconocer que esta relación trasciende toda contingencia histórica, política o social. Por otro lado, nos preguntaremos a qué puede deberse tal relación, qué consecuencias sociales ha tenido y, desde ahí, proponer algunas perspectivas de futuro que pueden incorporarse a la construcción social.
Antes de comenzar, es importante distinguir dos ámbitos claramente diferenciados en el cuidado de las personas enfermas y dependientes: el ámbito profesional y el domiciliario [1]. Dos ámbitos muy diferentes y con ciertas paradojas. Es claro que el cuidado del enfermo en el hogar ha sido y sigue siendo una tarea asumida mayoritariamente por la mujer. Por el contrario, la asistencia profesional de los enfermos por parte de las mujeres ha sido una realidad constante pero francamente minoritaria y una difícil conquista apenas integrada pacíficamente en la cultura en los últimos decenios del siglo XX. Sin embargo, la mayor parte de la atención política, económica y sanitaria ha estado centrada en el ámbito profesional del cuidado del enfermo; mientras tanto, la atención domiciliaria, altruista, callada, solidaria y constante apenas ha comenzado a tenerse en cuenta en algunos sistemas sanitarios. Se estima que el cuidado profesional de la salud supone un 12% del total del tiempo dedicado anualmente, mientras que el 88% restante lo emplean los familiares o cuidadores más cercanos [2] . Pero, paradójicamente, el eje de la asistencia sanitaria y social lo siguen constituyendo los profesionales y los cuidados ofrecidos en instituciones sanitarias, ámbito en el que se invierten la gran mayoría de los recursos económicos destinados a la salud.
Finalmente, quiero hacer una última aclaración sobre la finalidad de este trabajo. No trato de hacer un panegírico de la mujer y su labor social, no hay voluntad alguna de ensalzar el papel de ésta respecto del varón, ni de hacer valoraciones morales comparativas, tan molestas como estériles. Sólo pretendo visibilizar y sistematizar una realidad escondida en el interior de tantos hogares, al mismo tiempo que hacer un subrayado al logro común –de varones y de mujeres– que ha supuesto la incorporación de la mujer al ámbito profesional de las ciencias bio-sanitarias. Sin duda, éstas se han visto enriquecidas por la presencia de la mujer y el modo que ellas tienen de comprender la salud y su cuidado. Esperemos que también el cuidado domiciliario de las personas más vulnerables pueda verse igualmente enriquecido por la progresiva incorporación del varón a estas tareas, en una proporción mayor a la que ya, de hecho, está haciendo.
2. La mujer y el cuidado de la vida: Un acercamiento a la realidad actual
Comenzaremos este análisis con una fotografía que refleje de forma más o menos fiel la realidad actual en este ámbito. La fotografía tendrá un doble enfoque: el cuidado profesional de la salud desde una perspectiva hombre-mujer y el creciente papel de la mujer en el mismo; y, al mismo tiempo, el sujeto que cuida en el ámbito privado de los hogares. La superposición de ambas imágenes nos ofrecerá un panorama más completo de tan compleja y apasionante realidad.
2.1. La mujer al cuidado profesional de la salud
El acceso de la mujer a la profesión médica ha sido una conquista en la cultura occidental del último siglo. La incorporación de la mujer a la Medicina ha pasado de ser casi anecdótica en la primera mitad del siglo, a ser mayoritaria en nuestros días. En 2016, el 70,71% de los estudiantes de todas las disciplinas que conforman las Ciencias de la Salud en España eran mujeres [3]. Si miramos el número de colegiados, la incorporación de la mujer a la profesión médica es también un hecho más que patente, pues ha pasado de ser el 1,06% de los colegiados en España en 1955 al 49,11% en 2015 [4].
El caso de los cuidados enfermeros es muy diferente. La profesionalización de la enfermería para la mujer se llevó a cabo en el pasado siglo, siendo una profesión prioritariamente femenina desde entonces hasta nuestros días. Los datos en España son llamativos: las mujeres enfermeras son un 84,24% del total en 2015; y cuando se trata de colegiados con título de matrona, llega a alcanzar en ese mismo año el 94,04% [5].
Pero no cualquier modo de ejercicio de la profesión médica es objeto de atención preferencial de la mujer. Un estudio evidenció que las especialidades más demandadas por las mujeres eran Pediatría (19,5%), Cardiología (8,9%) y Obstetricia y Ginecología (8,6%) [6]. Opciones muy diferentes a las de los varones al preferir Medicina Interna (12,6%) o Cirugía General (6,2%). Y la diferencia va más allá. Se ha cuantificado que las médicas de atención primaria dedican un 10% más de tiempo en la consulta que sus compañeros varones [7] o tienen una mayor predisposición a ofrecer consejos preventivos [8]. Las ginecólogas también dedican más tiempo a la educación en la prevención de enfermedades de transmisión sexual [9] o practican menos cesáreas que los ginecólogos [10].
Y algo parecido ocurre en la profesión enfermera. Un estudio realizado en el ámbito de la medicina intensiva puso de manifiesto importantes diferencias [11]. Los enfermeros valoran más la independencia y la autonomía que se alcanza por medio de un mayor dominio y nivel de conocimientos, lo que les reporta mayor competencia profesional y reconocimiento de su profesión que repercute en la calidad de la asistencia. Sin embargo, las enfermeras destacan más la importancia de la atención, la vigilancia, la seguridad y la protección, teniendo en cuenta –por supuesto– la competencia, pero sin otorgarle mayor relevancia. Sin embargo, en las encuestas de satisfacción de los enfermos y familiares suele valorarse más la calidad de la atención, el hecho de sentirse seguros, la relación de confianza, y no tanto la información sobre el proceso y la tecnología. Es lo que habitualmente más preocupa a las enfermeras, al incorporar más la valoración de la calidad asistencial que la toma de decisiones o el nivel de conocimientos.
Parece que, efectivamente, el cuidado profesional de los enfermos y vulnerables es diferente en la mujer respecto del varón en sus focos de interés, en sus motivaciones, en sus modos de ejercerlo e incluso en los factores determinantes de sus decisiones.
2.2. La mujer al cuidado de la salud en el hogar
Pero el papel fundamental de la mujer al cuidado de la vida más vulnerable no se juega en su ejercicio profesional remunerado. La mujer ha sido, es y previsiblemente seguirá siendo quien cuide de los niños, los ancianos, los enfermos y las personas con discapacidad en los hogares. En España, el perfil del cuidador de personas mayores dependientes es: mujer de 57 años, casada, hija o cónyuge de la persona cuidada, con la cual vive, con bajo nivel de estudios y poca actividad laboral, y con dedicación prácticamente exclusiva al hogar y al cuidado [12]. Las cifras hablan solas: las mujeres suponen el 60% de los cuidadores principales de personas mayores, del 75% de las personas con alguna discapacidad y del 92% de quienes precisan cualquier tipo de atención y cuidado [13].
En las mujeres, se observan unos valores especialmente significativos respecto a los señalados por los cuidadores varones. Existe en nuestro medio una experiencia generalizada –tanto en mujeres como en varones– de satisfacción por el deber cumplido. Se entiende que la familia es el ámbito “natural” para el cuidado de las personas dependientes, por lo que se genera una obligación moral inherente que debe asumirse de forma responsable. A ello se le suman en la mujer cuidadora los valores integrados como propios del cuidado femenino: el sacrificio y la entrega que se expresan con una mayor calidad emocional, frente a un cuidado menos emocional pero más práctico y solidario en los cuidadores varones [14]. Los cuidados que prestan las mujeres son, en general, más continuos y extenuantes respecto a los realizados por los varones [15]. Ellas trabajan más horas en el cuidado, se dedican a los cuidados más íntimos e integran estas tareas con otras responsabilidades familiares.
Pero todo esto tiene un precio vital. En un estudio realizado con más de mil cuidadores en Andalucía se pusieron de manifiesto las graves consecuencias que la entrega continuada al cuidado de la salud de los seres queridos enfermos o con alguna discapacidad tiene sobre las mujeres [16]: las cuidadoras mencionaban problemas de depresión o ansiedad en un 22%, de irritabilidad o tensión en un 23%, se sentían tristes y agotadas en un 32%; en más de 60% se aprecian problemas físicos crónicos, más frecuentemente invalidantes de tipo articular o circulatorio; y, a nivel laboral, se asume que el hecho de ser cuidadora principal ha condicionado en un 35% de ellas la exclusión definitiva del mercado laboral y en un 43% la exclusión temporal.
Efectivamente, la mujer es la clave de bóveda sobre la que sostener, en la mayoría de las ocasiones, un sistema deficitario de salud: deficitario a la hora de llegar a todos los que necesitan atención profesional y cuidados, y deficitario también en humanidad
3. La mujer al cuidado de la vida en la historia
La mujer siempre ha estado presente de manera significativa en el cuidado de la vida vulnerable. Su figura ha sido fuente de esperanza para los desesperanzados en figuras femeninas como diosas de la salud o protectoras de muchas enfermedades o de trances importantes en la vida del ser humano. También han sido mujeres las que se han dedicado casi en exclusiva a la atención de la salud de otras mujeres y de quienes no podían pagar un médico. Y, finalmente, tampoco han faltado nunca mujeres que se han formado para poder servir desde lo mejor que los conocimientos médicos de su época y cultura podían ofrecer, si bien de forma minoritaria.
3.1. Diosas, curanderas y doctoras: la mujer al cuidado de la salud en la época pre-cristiana
Las figuras femeninas de sanación no han faltado a lo largo de la historia, siendo más significativas en las culturas imperantes en la era pre-científica de las ciencias de la salud [17]. El número de deidades femeninas de sanación es incontable, si bien merece la pena destacar algunas por su relevancia en la historia o la cultura [18]: Inanna o Ishtar, diosa más importante de la cultura sumeria; Isis y Sekhmet en la cultura egipcia; en la cultura griega destacan Démeter, Perséfone, Genetilis, Afrodita, Artemisa y Atenea, entre otras; y, finalmente, en la cultura romana, cabe subrayar las figuras de Minerva, Diana y Bona Dea [19].
Pero la presencia femenina en el ámbito de la salud en las antiguas civilizaciones también incluye a madres, esposas, hijas o esclavas que han prestado sus habilidades o conocimientos sanadores a todos aquellos que a ellas acudían. Hay testimonio de mujeres sanadoras también en todas las culturas. En Egipto encontramos la primera mujer doctora de la que hay constancia escrita, grabado en la tumba de un sacerdote cuya madre era “Doctora Jefe”, en 2730 a.C. [20]. A partir de ahí, los testimonios egipcios de mujeres operando, circuncidando o curando son numerosos. En Grecia sí encontramos mujeres dedicadas a las artes médicas o sanadoras: Agameda (s. XII a.C.), experta en plantas medicinales con fines curativos; Phanostrate (350 a. C), conocida como “partera y médico”; Agnodike (s. IV a.C.) y Antioquia de Tlos [21].
En Roma, el papel de la mujer en el cuidado de la salud se reduce prácticamente al cuidado gineco-obstétrico de las mujeres. Sorano de Éfeso (s. I d.C.) define a la obstetrix como “mujer conocedora de todas las causas de las señoras y también experta en el ejercicio de la medicina” [22]. Hay también hasta diecinueve inscripciones de tumbas de mujeres romanas con referencias a su labor como médicas, la mayoría esclavas o libertas, también algunas mujeres libres, todas ellas dedicadas sobre todo a la ginecología. Hay constancia por Plinio el Viejo –en su obra Historia Natural– de trescientas veintisiete autoras griegas y cuarenta y seis romanas que practicaban la medicina en el s. I d.C. También encontramos a Olimpia de Tebas, Salpe, Sotira y Lais; y más tardea Metrodora, Origenia, Eugerasia, Margareta, Aspasia... sin duda muchas menos que las mujeres anónimas que en cada población atendieron a mujeres, niños y pobres en sus encuentros con el nacimiento, la enfermedad, el dolor o la muerte.
Para concluir, podemos sistematizar cómo en estos primeros siglos aparecen ya algunos rasgos significativos de la atención de la mujer hacia el mundo de la enfermedad y el dolor:
a) La mujer en el horizonte de esperanza de los enfermos: es la presencia ininterrumpida de diosas que han representado la esperanza de quienes no podían comprender las causas ni tampoco vislumbrar una salida posible a sus muchos sufrimientos.
b) La mujer preocupada por una formación adecuada en el arte de curar: aunque en menor número que los varones, no han faltado en este periodo mujeres que se han formado al más alto nivel –religiosa o profesionalmente– en el cuidado y curación de los enfermos.
c) Presencia casi exclusiva de la mujer en el nacimiento de una nueva vida: siempre ha habido matronas en todas las culturas y en todos los siglos. Es la mujer la que recibe la semilla de vida y otra mujer la que ayuda a traer a la vida al nuevo ser humano. También en la despedida de la vida, en sus cuidados, en su mortaja, la presencia femenina cobra un especial protagonismo.
3.2. Al cuidado de los des-cuidados: La mujer al cuidado de la salud en el cristianismo
Con el cristianismo, la mujer cobra un protagonismo especial en el cuidado de los enfermos, los pobres y menesterosos. Este protagonismo no le viene dado por sus conocimientos, por su especial formación en el arte curativo, ni siquiera por su especialización en partos o enfermedades ginecológicas. El rasgo diferenciador es, ante todo, la caridad. Son muchas las novedades que el cristianismo aporta al cuidado de la salud [23]: los cristianos no abandonaban a sus enfermos de peste o lepra, cuidaban de forma heroica a los enfermos, poniendo en riesgo sus propias vidas al exponerse al contagio; cuidaban no sólo a los suyos, sino a todos sin distinción de credos, nación o condición; y fueron los primeros en crear los llamados nosocomios, hospitales donde poder prodigar todos los cuidados necesarios a los enfermos.
En este contexto, las viudas y las vírgenes tenían un especial cometido: visitar a los enfermos, alimentarlos, asearlos y ofrecer todo tipo de cuidados para mejorar su salud [24]. San Jerónimo reflejó la importancia que tenía la formación médica para ciertas mujeres, destacando en la Roma de los siglos IV y V las figuras de Marcela, Fabiola, Paula y Eustaquia.
Los nombres de mujeres dedicadas en cuerpo y alma, y también con sus propios recursos económicos, a los enfermos son numerosos y sus ejemplos ciertamente heroicos [25]: Olimpia, al frente de una comunidad dedicada al cuidado de los enfermos; Antusa, madre de San Juan Crisóstomo, a quien ayudó a coordinar más de trescientos hospitales (s. IV); Mónica, madre de San Agustín, que cuidaba a enfermos ofreciendo sus propios medicamentos (s. IV); Escolástica, hermana de San Benito, que fundó hospitales y formó enfermeras (s. VI); la emperatriz Teodora, esposa de Justiniano, que fundó hospitales por todo el imperio bizantino (s. VI); así como reinas pusieron sus bienes al servicio de los enfermos, como Clotilde de Burgundia, esposa del rey franco Clodoveo I (s. V), o Radegunda, esposa del rey franco Clotario (s. VI).
Durante la Edad Media, la mujer siguió teniendo el protagonismo que siempre había tenido en el cuidado y la atención de los enfermos y desvalidos: cuidadora principal en el hogar y también en las enfermerías gestionadas en los miles de conventos que poblaron Europa, donde las embarazadas, los pobres y los enfermos tenían un lugar al que acudir. A nivel académico, bien conocida fue la Escuela de Salerno, fundada en torno al año 1000, donde estudiaban tanto varones como mujeres de cualquier origen, religión o lengua. Algunas graduadas fueron: Abella, Rebeca, Mercuria, Constanza y, la más famosa, Trota o Trótula. Otros nombres de mujeres relevantes en la atención profesionalizada a los enfermos son: Hildegarda de Bingen, que escribió importantes obras médicas en el s. XII; Eloísa, dedicada –entre otras cosas– al cuidado de los enfermos tras el infortunio con Abelardo; y Herrade de Ladsberg, abadesa de Alsacia, que escribió una enciclopedia sobre plantas.
Pero la presencia profesional de la mujer en el ámbito médico ha sido minoritaria. Se estima que en todo ese tiempo apenas ha supuesto el 2% de las personas dedicadas al cuidado de la salud profesionalmente [26]. Añadimos la persecución que han sufrido las mujeres sanadoras en la Edad Media, acusadas de brujería por el simple hecho de realizar prácticas curativas.
En definitiva, con la irrupción del cristianismo en la cultura en Occidente, han aparecido nuevos factores que han ido perfilando el rol femenino en la atención a los enfermos:
a) La atención a los enfermos como ministerio y envío: fue la tarea principal de viudas y vírgenes consagradas, de madres y hermanas de insignes fundadores y obispos con especial sensibilidad hacia los enfermos y despreciados, y de reinas que pusieron sus bienes y esfuerzos al servicio de los menesterosos.
b) El cuidado de los enfermos pobres: las mujeres sanadoras en conventos o en muchas poblaciones son la única esperanza de quienes no pueden permitirse los elevados honorarios de los médicos profesionales, reservados para las clases más pudientes de la sociedad.
c) La atención experta y profesional hacia las propias mujeres: en estos siglos muchos profesionales varones se preocuparon de la preparación rigurosa de mujeres para que pudieran ofrecer a otras mujeres los cuidados apropiados, a la altura de los conocimientos de la época.
d) El miedo social ante un poder sin control: son las sombras de un largo periodo de fecundidad sanadora para la mujer. Aunque en los conventos y en los hogares seguían cuidando enfermos, la sociedad y los poderes imperantes rechazaron sistemáticamente todo lo que no podían controlar ni explicar, como los conocimientos médicos sin formación reglada o las curaciones con remedios no descritos en los tratados convencionales.
3.3. La profesionalización del cuidado: la mujer al cuidado de la salud en la modernidad
A partir del s. XVI se produce el despertar de los conocimientos médicos en muchos ámbitos. Únicamente en las universidades italianas tenían acceso las mujeres al estudio de la Medicina y, en Inglaterra, podían ser nombradas ayudantes de médicos, sin ser reconocidas como médicos hasta tres siglos después [27]. Y mientras, la labor callada de sanadoras en pueblos y ciudades, atendiendo a los más pobres continuaba en toda Europa, incluso regulada en ciertos lugares como Inglaterra, donde se promulgó una ley en la que se permitía a las mujeres practicar la medicina únicamente entre los pobres [28].
Durante el s. XVII, el ejercicio sanador de las mujeres se redujo a tres ámbitos: (1) las que ofrecían cuidados enfermeros básicamente, monjas o mujeres que practicaban sencillas curas o cuidados; (2) las matronas, siempre presentes; y (3) las escasas mujeres doctoras que sólo podían ejercer su profesión entre pobres y sin recibir compensación económica. Y así fue hasta el s. XIX.
En el s. XIX se produce el despertar de la profesionalización biosanitaria de la mujer, cuya incorporación fuel lenta, gradual y, en no pocas ocasiones, traumática. Un primer paso fue la fundación de las Sociedades Fisiológicas Femeninas en Estados Unidos, con el objeto de enseñar a las mujeres conocimientos básicos de anatomía, higiene, dietas e incluso sobre control de la natalidad. En el ámbito preventivo y de higiene las mujeres encontraron el lugar más adecuado para su competencia [29]. Mientras, la formación médica académica estaba vetada a las mujeres en ese país [30]. Sólo a finales del s. XIX pudieron acceder a los estudios reglados en Medicina, pero fue muy minoritario, de forma que entre 1914 y 1960 apenas se pasó de un 4% de presencia femenina en las aulas de Medicina a un 5,8% [31].
En España, la primera mujer licenciada lo fue precisamente en Medicina, en 1882, en la Universidad de Barcelona, María Dolores Aleu Riera [32]. Pero en las décadas siguientes, el número de mujeres médicos seguía siendo anecdótico. En un primer momento, se pensó que la mujer quizá no tuviera capacidad suficiente para estudiar una carrera universitaria. Salvada esa cuestión con las primeras licenciadas, con rendimiento similar o incluso superior al de los varones, se planteó si el ejercicio de la medicina no atentaría contra el pudor de las mujeres y sus familiares, por lo que las escasas licenciadas no llegaban a ejercer la carrera.
Ha sido un largo recorrido que no está finalizado. Todavía queda mucho camino hasta alcanzar una sana igualdad en el ejercicio de la profesión, el acceso a los ámbitos de responsabilidad o gestión, la toma de decisiones o la investigación.
4. ¿Especificidad de la mujer en el cuidado de la vida?
Después de lo visto anteriormente, hay dos cuestiones que debemos preguntarnos. Por un lado, la pregunta que podría dotar de cierto sentido al análisis del tema del cuidado de la salud desde esta perspectiva: ¿existe realmente una especificidad en la mujer en lo concerniente al cuidado de la vida? ¿responde la historia y el presente analizados a una simple explicación de tipo sociocultural? Por otro lado, todos nosotros, varones y mujeres, pertenecemos a la especie humana, homo sapiens, moralis et liber, por tanto, ¿qué podemos aprender de esta actitud ancestral e inherente de la mujer ante el cuidado de la vida? Será lo que intentaré sistematizar de forma sencilla en las próximas páginas.4.1.
4.1. La voz de la mujer, ¿una voz diferente? Caroll Gilligan
Las reflexiones en torno a la «ética del cuidado» serán el eje vertebrador de este análisis. El punto de partida lo tomaremos del fecundo debate establecido a raíz de la publicación de la obra de Carol Gilligan, In a different voice [33], como respuesta y complemento a la teoría del desarrollo moral de Lawrence Kohlberg. El psicólogo estadounidense había descrito seis etapas en el desarrollo moral del hombre, desarrollo en el que parece haber una primacía de la justicia por el cumplimiento de los deberes y el ejercicio de los derechos, sostenidos en la universalidad y el respeto. Carol Gilligan, colaboradora de Kohlberg en su trabajo de investigación, hizo notar que muchas de las preocupaciones, actitudes, formas de relacionarse, empatizar o actuar de las mujeres quedaban directamente fuera del estudio. Y esto era así por una razón muy simple: la investigación se había realizado exclusivamente con varones. Desde esa constatación, enfoca su trabajo a partir de entrevistas a hombres y mujeres con el objeto de establecer las diferencias concretas –si es que las hubiera– a la hora de afrontar distintos conflictos morales.
Los resultados fueron claros: varones y mujeres afrontan de modos diferentes las cuestiones morales fundamentales. Ellos tienden a regir sus decisiones y comportamientos desde parámetros de imparcialidad y justicia, mientras que ellas lo hacen atendiendo al contexto desde la compasión y la empatía [34].
Con cierta cautela por el sesgo que esconde toda generalización, podríamos caracterizar la «ética de cuidado», más presente en el desarrollo moral de las mujeres , con los siguientes rasgos: se sostiene ante todo en el contexto, teniendo en cuenta las circunstancias concretas de cada caso más que los principios universales; entre estos principios, prioriza el conocido primum non nocere, entendido como evitar en todo caso hacer daño a la persona tanto por las propias acciones como por las omisiones; y, finalmente, cobra especial relevancia el sentido de la solidaridad, la colaboración y la promoción del individuo, frente a otros modelos basados en la igualdad y el respeto [35].
No es éste el lugar para hacer un desarrollo exhaustivo de la ética del cuidado, simplemente quisiera hacer un especial subrayado a las diferencias de entre hombre y mujer que pudieran estar detrás de tan grandes diferencias históricas y sociales en la atención al cuidado de la vida más vulnerable [36]. También es importante tener en cuenta una cuestión: ni la «ética de la justicia», por así llamarla, es privativa de varones; ni la «ética del cuidado» es de uso exclusivo de la mujer. Son dos modos de afrontar las grandes cuestiones éticas que interpelan a la vida de todo ser humano antes o después, dos modos presentes en mayor o menor medida en varones y mujeres y que han sido valorados y tenidos en cuenta en la comprensión social de la realidad de forma muy desigual.
Pero las conclusiones a las que llegó Caroll Gilligan no fueron ni mucho menos el punto final de tan difícil cuestión, sino simplemente el punto de partida para que psicólogos y psicólogas, filósofos y filósofas, varones y mujeres desde cualquier ámbito del pensamiento, abordaran estos estudios enriqueciendo en buena medida el debate. Más allá de las cuestiones metodológicas, de los interminables debates acerca de la desigualdad entre varones y mujeres, sigue estando la pregunta que nos ocupa en estas breves páginas: ¿es la voz de las mujeres realmente diferente? Tal y como se ha desarrollado en los apartados precedentes, parece ser una evidencia, pero ¿es una respuesta identitaria de lo femenino o una respuesta socio-histórica elaborada en una sociedad que así nos ha configurado?
4.2. Unas relaciones diferentes. Otras reflexiones en torno a la ética del cuidado
Encontrar una única respuesta satisfactoria e incluyente sobre el carácter identitario o sociohistórico del comportamiento de la mujer ante la vida vulnerable será una tarea ciertamente difícil. Algunos, como Linda Kerber, han criticado que en el trabajo de Gilligan se ha obviado la historicidad, no ha entrado en la construcción social del ser hombre y mujer, suponiendo directamente la diferencia de ellos en su construcción actual. Al parecer, el desarrollo de los estadios superiores de razonamiento moral está vinculado directamente a las oportunidades que se tienen para integrar diferentes roles y responsabilidades sociales, de tal forma que los roles que deben asumir varones y mujeres en una sociedad fuertemente marcada por las diferencias de género son francamente diversos, lo que constituiría un factor decisivo [37].
Otras autoras han abordado la ética del cuidado también desde la perspectiva de la mujer, elaborando propuestas incluyentes que pueden ser un punto de partida para romper los grandes debates sobre las diferencias entre el hombre y la mujer. Nel Nodding parte de la experiencia primigenia de cuidado que se basa en el «natural caring» o inclinación natural al cuidado [38]. Esta experiencia –según la autora- nace en la respuesta afectiva aprendida en el seno familiar y que se extiende al cuidado de otras personas, siendo más propia de la experiencia de la mujer como consecuencia de la asistencia que ha recibido en el hogar [39]. Aunque sea una experiencia más propiamente femenina, puede decirse que no es exclusivamente femenina, por lo que tanto varones como mujeres que hemos crecido en una infancia colmada de cuidados maternos y paternos podemos desarrollar igualmente esta inclinación natural al cuidado de los más vulnerables.
Otro acercamiento femenino a la ética del cuidado es el desarrollado por Sahara Ruddick [40]. Para esta autora, el hecho de cuidar suscita un verdadero cuidado materno en el que la razón y el sentimiento se unen, de tal manera que el cuidado de los hijos proporciona algo que va más allá de la mera ética y que tiene que ver con nuevos modelos de resolución de conflictos que evitan las actividades violentas. Ha sido un enfoque muy debatido por otras autoras que ponen en cuestión la visión idealizada de la maternidad. Más allá de estos debates, podemos preguntarnos si no cabe influencia alguna en el hecho diferenciador de la maternidad en el modo de establecer relaciones de cuidado con nuestros semejantes. Parece incuestionable que –al menos por ahora– sólo las mujeres tenemos la oportunidad de engendrar la vida en nuestro cuerpo, gestarla durante un periodo no pequeño, nueve meses de crecimiento y grandes cambios en la propia corporalidad y, finalmente, poder alimentar a la vida nacida de nuestras entrañas. Y esta posibilidad nos es recordada puntualmente cada mes durante un largo e importante periodo de nuestra vida. ¿Es posible que este hecho no configure de alguna manera nuestras relaciones con la vida más vulnerable? El dato de que las escasas incursiones en el cuidado a la vida en el ámbito profesional a lo largo de la historia haya sido fundamentalmente como matronas y pediatras no parece que sea casual o producto exclusivo de una convención social y cultural.
En esa misma línea, desarrolla su pensamiento filosófico Virginia Held, partiendo de una hipótesis moral: cómo pensar la construcción social si ésta se basara en una moralidad estrictamente femenina, en la que el paradigma de la economía y el poder fuera sustituido por las relaciones del tipo materno-filial [41]. Más allá del reduccionismo de llegar a proponer un único modelo de referencia para las relaciones interpersonales y sociales, la propuesta de Virginia Held señala una realidad que trasciende la mera biología: quien gesta, amamanta, cuida, educa a un niño está transformando la realidad social, comenzando por el mismo sujeto moral que lo ejerce y por quien lo recibe, de tal forma que genera un tipo de vínculos y comportamientos constructores de la sociedad [42]. La autora llega a afirmar que una “ética del cuidado, esencial como componente y quizá también como estructura portadora de moralidad, es insuficiente... si no se tiene en cuenta la justicia” [43]. Sin embargo, afirma que es necesario superar la primacía de la razón sobre los sentimientos. En este mundo cambiante, son muchas las muestras culturales que indican que algo está cambiando en la cultura en este sentido y, sin duda, las décadas venideras serán testigo de este difícil y lento tránsito pero prácticamente imparable en las sociedades occidentales.
Esta última reflexión en torno a la capacidad transformadora social de las relaciones desde la ética del cuidado desarrolladas por las madres apunta hacia una propuesta ética concreta. Se trata de una propuesta que no es ni mucho menos novedosa, sino que hunde sus raíces en la ancestral respuesta que tantas mujeres a lo largo de la historia han dado al sufrimiento, al dolor, a la discapacidad, desde sus mismos inicios en sus entrañas hasta el final en sus brazos. Dicen los expertos que el 90% de la violencia en el mundo es ejercida por los varones [44]. Independientemente de las consideraciones acerca de los mayores o menores niveles de testosterona, de la educación o la estructura patriarcal de la humanidad, conviene preguntarse si hay algo que, como seres humanos –racionales y libres, responsables y morales– podemos modificar en nuestro comportamiento y decisiones éticas, más allá de nuestro ser hombre o mujer. Las relaciones de cuidado, la mirada empática que se hace cargo de la realidad sufriente, la contextualización de los problemas en su abordaje, posiblemente no faciliten la redacción de depuradas constituciones nacionales con vocación de perpetuidad, ni pueda sostener una nueva declaración de derechos de la humanidad y para la humanidad. Pero, en todo caso, sí es un modo de enfrentar la vida y las relaciones que seguramente hará más viable y reconciliadora la vida familiar, laboral, profesional y social de todos nosotros.
5. Conclusiones
Desde que la humanidad tiene conciencia de sí misma y recoge su propia historia compartida, puede constatarse una realidad que trasciende a la geografía y a la cultura: allí donde hay dolor, enfermedad y sufrimiento, ha habido, hay y seguirá habiendo previsiblemente una mujer preocupada y ocupada en su cuidado y bienestar. La relación de la mujer con la vida y su cuidado, desde su misma concepción hasta la muerte, parece presentarse como una suerte de simbiosis capaz de dar esperanza y salud a unos e identidad y gratificación a otras.
Así lo ha mostrado la historia, con figuras femeninas que han encarnado la esperanza de los enfermos, con mujeres que han atendido sistemáticamente a otras mujeres en el momento de dar vida, con más mujeres consagradas al cuidado no remunerado de enfermos, ya sea en el ámbito privado del hogar o en las múltiples instituciones y obras de caridad para con los más pobres y necesitados y, finalmente, con mujeres que se has esforzado por formarse profesionalmente con los mejores medios a su alcance.
Comprobada la realidad intuida, subrayada la novedad histórica que vivimos en este ámbito, nos hemos hecho la pregunta ineludible, ¿qué significa este ancestral interés de la mujer por cuidar la vida más vulnerable? Varones y mujeres respondemos de forma diferente a las cuestiones que éticamente nos interpelan. Diferente no significa mejor, ni mayor, ni más importante, sino que la respuesta es simplemente eso, distinta, con otros acentos que enriquecen el ya de por sí complejo y vasto tejido social. Del mismo modo que no puede concebirse una sociedad que no se rija por principios universales, por los valores de justicia e igualdad, que no sea capaz de tomar distancia de la realidad para emitir juicios imparciales, no debiera poder concebirse una sociedad en la que la solidaridad, la contextualización, los afectos, la promoción del individuo o la colaboración no se privilegien en las relaciones humanas.
No podemos contemplar de forma dilemática la alternativa de seguir una «ética de la justicia» frente a una «ética del cuidado». Todos nosotros, varones o mujeres, hemos de aprender todos y todas a armonizar en nuestras opciones éticas la justicia con la solidaridad, la igualdad con la preferencia por los más desfavorecidos, la imparcialidad con el contexto. Y mucho más cuando abordamos el mundo de las relaciones establecidas desde la desigualdad intrínseca que hay entre cuidador y cuidado, entre sano y enfermo, entre profesional y paciente.
Ojalá, algún día, propuestas como ésta carezcan de sentido porque todos, varones y mujeres, del norte y del sur, sanos o enfermos, somos capaces de acercarnos a la vida vulnerable para ofrecerle los cuidados, la atención y la acogida que necesitan. Porque, no lo olvidemos, todos nosotros nos encontraremos algún día al otro lado de esta reflexión, esperando una mano amiga que nos cuide, sea hombre o mujer, su edad, su procedencia o su cultura.
M. Carmen Massé García: aebioetica.org
Notas:
1 Hernández, A. «El trabajo no remunerado de cuidado de la salud: naturalización e inequidad». Revista Gerencia y Políticas de Salud. 2009; 8(17), 175.
2 Durán, M. A. «Las demandas sanitarias de las familias». Gaceta Sanitaria. 2004; 18(1): 196.
3 Tomado del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. 2016.[Publicación en línea] <http://www.mecd.gob.es/educacion-mecd/areas-educacion/universidades/estadisticas-informes/estadisticas/alumnado/2015-2016_Av/Grado-y-Ciclo.html> [Consulta: 7/03/2017]
4 INE. 2016. [Publicación en línea] <http://www.ine.es/jaxi/Datos.htm?path=/t15/p416/a2015/l0/&file=s01002.px> [Consulta: 7/03/2017]
5 INE. 2016. [Publicación en línea] <http://www.ine.es/jaxi/Datos.htm?path=/t15/p416/a2015/l0/&file=s08002.px> [Consulta:7/03/2017]
6 Estudio realizado Barcelona en octubre de 2010 con 538 estudiantes de todos los cursos de medicina que asistieron a clase los días de la encuesta. En: Mena, G. et al. «Formación sanitaria especializada: preferencias y percepciones de los estudiantes de medicina». Medicina Clínica. 2013; 140(3); 135-138.
7 Roter, D. L., Hall, J. A., Aoki, Y. «Physician gender effects inmedical communication: a meta-analytic review». JAMA. 2002; 288,756-764.
8 Franks, P., Bertakis, K. D. «Physician gender, patient gender,and primary care». Journal of Women’s Health. 2003; 12: 73-80.
9 Maheux, B., Haley, N., Rivard, M., Gervais, A. «Do womenphysicians do more STD prevention than men? Quebec study of recently trained family physicians». Canadian Family Physician. 1997;43, 1089-1095.
[1]0 Mitler, L. K., Rizzo, J. A., Horwit, S. M. «Physician genderand cesarean sections». Journal of Clinical Epidemiology. 2005; 3,1030-1035.
[1]1 Via, G., Sanjuán, M., Martínez, et al. «Identidad de género y cuidados intensivos: influencia de la masculinidad y la feminidad en la percepción de los cuidados enfermeros». Enfermería Intensiva.2010; 21(3): 110-111
[1]2 Bover-Bover, A. «El impacto de cuidar en el bienestar percibido por mujeres y varones de mediana edad: una perspectiva de género». Enfermería Clínica. 2006; 16(2): 69-76.
[1]3 El 20,7% de los adultos españoles convive con algún familiar mayor al que cuida prestándole los cuidados necesarios para la vida diaria, pero con una diferencia importante: mientras que el 24,5% de las mujeres prestan esos cuidados, sólo el 16,6% de los varones lo hace. En: García-Calvente, M. M., y cols., op. cit. 85-86.
[1]4 Bover-Bover, A., op. cit. 70.
[1]5 Armstrong, P. “Las mujeres, el trabajo y el cuidado de los demás en el actual milenio”. En: Organización Panamericana de la Salud, La economía invisible y las desigualdades de género. La importancia de medir y valorar el trabajo no remunerado, OPS, Washington, 2008, 196.
[1]6 García-Calvente, M. M., y cols., op. cit. 87-89.
[1]7 Se considera inaugurada la medicina como téchnes a partirde Alcmeón de Crotona (540 a.C.), del que no se conservan sus escritos pero que influyó en gran medida en el pensamiento de Hipócrates, cuya obra, desarrollada entre los siglos V y IV a.C., constituye el inicio de la medicina contemporánea.
[1]8 Iglesias, P. Mujer y Salud: las Escuelas de Medicina de Mujeres de Londres y Edimburgo, Tesis doctoral de la Universidad de Málaga. Director: Dr. Juan Jesús Zaro Vera, 2003.
[1]9 Puede establecerse una legítima relación con la figura de María en el cristianismo, invocada hasta nuestros días como “salud de los enfermos” y venerada en santos lugares por enfermos que esperan de ella su curación.
20 Bernis, C. y Cámara, C. “La mujer en la constitución histórica de la Medicina”. En: Durán, M. A., Liberación y Utopía, Akal, Madrid, 1982, 207.
2[1] Furst, L. R. Women Healers and Physicians Climbing a LongHill. The University Press of Kentucky, 1997, 133.
22 Hoyo Calleja, J. «La mujer y la medicina en el Mundo Romano». Asclepio.1987; 39, 137.
23 Jonsen, A. R. Breve historia de la ética médica. San Pablo-U.P. Comillas, Madrid, 2011, 51-52.
24 Rivas, F. La vida cotidiana de los primeros cristianos. Verbo Divino, Estella, 2011, 88-90.
25 Iglesias, P., op. cit., 168-170.
26 Ibid., 178.
27 Ibid., 181.
28 Ibid.
29 Ortiz-Gómez, T., Birriel-Salcedo, J., Ortega del Olmo, R. «Género, profesiones sanitarias y salud pública». Gaceta Sanitaria. 2004;18 (1): 191.
30 Iglesias, P. op. cit., 185.
31 Arrizabalaga P. y Valls-Llobet, C. «Mujeres médicas: de la incorporación a la discriminación». Medicina Clínica. 2005; 125(3):103.
32 Ibid.
33 Gilligan, C. In a different voice: psychological theory and women’s development, Harvard University Press, 1982.
34 Feito, L. Ética y enfermería. San Pablo-U. P. Comillas, Madrid, 2009, 145-150.
35 Ibid., 147.
36 Para un estudio detallado, remito al estudio sistematizado y exhaustivo de la Dra. Marta López: López Alonso, M. El cuidado: un imperativo para la Bioética. U. P. Comillas, Madrid, 2011.
37 Benhabib, S. «Una revisión del debate sobre las mujeres y la teoría moral». Isegoría. 1992; 6: 37-63.
38 Noddings, N. Caring: a Femenine Approach to Ethics and Moral Education, University of California Press, Berkeley, 1984.
39 López Alonso, M., op.cit. 29-30. Texto que seguiré en este análisis.
40 Ruddick, S. Maternal Thinking: Toward a Politics of Peace.Beacon. Press, Boston 1989
4[1] Held, V. Etica femminista. Trasformazioni della coscienza efamiglia post-patriarcale, Feltrinelli, Milan, 1997.
42 López Alonso, M., op. cit. 33.
43 Held, V., op. cit. 50.
44 Cfr. Sánchez, X., Redolar, D., Bufill, E. y cols. ¿Somos una especia violenta? Universidad de Barcelona, Barcelona, 2014
El amor de san Josemaría Escrivá a los religiosos
Escrito por José Miguel Cejas
Publicado: 25 Agosto 2022
San Josemaría siempre amó y veneró a los religiosos. Recogemos un autógrafo suyo dirigido a los miembros del Opus Dei, donde les decía: "Una gran misión nuestra es hacer amar a los religiosos".
Devoción a santos religiosos
San Josemaría tenía mucha devoción a fundadores de órdenes religiosas como San José de Calasanz, con quien le unían lejanos vínculos de parentesco, ya que su abuelo paterno había nacido en el mismo pueblo que el fundador de las Escuelas Pías, en Peralta de la Sal, a 20 kilómetros de Barbastro.
En su predicación y en sus escritos citaba con frecuencia a Teresa de Ávila, a Juan de la Cruz, a Teresa de Lisieux y otros santos del Carmelo. Tenía un gran afecto y devoción por san Juan Bosco.
En su familia, profundamente cristiana, además de contar con varios sacerdotes, había varias religiosas.
Como tantas personas de su tiempo, Escrivá recibió formación cristiana en dos colegios de religiosos. A los tres años comenzó a ir al Parvulario en el Colegio de las Hijas de la Caridad de Barbastro, el primer colegio de niñas que tuvo en España la Congregación fundada en 1633 por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. Estuvo allí de 1905 a 1908 y tuvo siempre un profundo agradecimiento hacia las Hijas de la Caridad; y sufrió profundamente —hasta llegar a las lágrimas—cuando supo que una de esas religiosas, que había sido amiga y compañera de su madre, había sido asesinada durante la persecución religiosa.
A los siete años pasó al Colegio de los PP. Escolapios de Barbastro. Curiosamente, también fue el primero que estos religiosos abrieron en España. Un religioso escolapio, el P. Manuel Laborda de la Virgen del Carmen, (Borja Zaragoza, 1848 — Barbastro, 1929), fue su profesor de Religión, Historia, Latín y Caligrafía, le preparó para la Primera Comunión, y le enseñó una oración de comunión espiritual que recitó durante toda su vida y transmitió a miles de personas:
–«Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre; con el espíritu y fervor de los santos».
Su vocación
Dios se sirvió, para mostrarle la llamada al sacerdocio, de un piadoso carmelita. Al joven Escrivá le conmovió ver las pisadas en la nieve de un religioso, José Miguel de la Virgen del Carmen, durante las Navidades de 1917-1918 en Logroño.
Fue a conversar con él para discernir qué le estaba pidiendo Dios y determinó hacerse sacerdote. Guardó siempre gran amor hacia la Orden del Carmelo y un grato recuerdo de este religioso, con el que se encontró de nuevo en Burgos en 1938. El P. José Miguel murió el 23 de septiembre de 1942.
Ya en Madrid, tuvo relación con religiosas de vida santa, como la fundadora de las Damas Apostólicas o Mercedes Reyna O´Farril, religiosa del Patronato de Enfermos, nacida en la Habana, que murió en olor de santidad el 23 de enero de 1929. El Fundador se sintió inclinado a confiarse a su protección, a raíz de su muerte, pues la atendió en su última enfermedad.
Un agustino, Eduardo Zaragüeta, dejaba constancia de estas realidades en La Voz de España de San Sebastián (8 de julio de 1975): “Los agustinos sabemos de su carácter y de su sencillez cordial cuando dio ejercicios en el monasterio de San Lorenzo el Real, de El Escorial. Escrivá amaba a San Agustín y la rica tradición de la Orden que él fundara hace dieciséis siglos, en circunstancias muy parecidas a las actuales”.
Fray Joaquín Sanchis Alventosa, franciscano, que ocupó puestos de gobierno relevantes en su Orden, y participó activamente en el Concilio Vaticano II, no ha olvidado los primeros pasos del Opus Dei en Valencia, allá por el año 1939. La casa de la calle de Samaniego, sede de una residencia de estudiantes, estaba cerca de su convento de San Lorenzo, y el director de la residencia les encargó que celebrasen allí diariamente una Misa y oficiasen los sábados la Bendición con el Santísimo. Surgió así una relación muy amistosa, de la que Fray Joaquín elogia “el cariño y las deferencias que tenían con nosotros, religiosos franciscanos, aquellos universitarios que empezaban a vivir una espiritualidad seglar. Esta veneración era muestra del amor al estado religioso que Mons. Escrivá infundía en esos hijos suyos, que buscaban la santificación en medio de sus afanes profesionales”.
Quedaba claro –como la Iglesia universal sancionaría andando los años– que la vida en el Opus Dei es muy diversa de la vocación religiosa. Pero esta nítida diferencia, lejos de ser motivo de separación, lleva a la admiración y al cariño mutuos. Si a Fray Joaquín le encantaba que unos jóvenes universitarios le tratasen con tanto cariño, emociona también la grandeza de espíritu –magnanimidad cristiana– con que este fraile franciscano se alegra al ver la misericordia de Dios en las actividades del Opus Dei: “Muchos ex–alumnos de nuestros colegios franciscanos me han contado el papel decisivo que para ellos ha tenido el apostolado de la Obra a su llegada a la Universidad. No pocos han recibido la vocación al Opus Dei. Me viene ahora a la memoria el gozo que me produjo encontrar, en Roma, a uno de mis queridos ex–alumnos, que había recibido la ordenación como sacerdote del Opus Dei”.
Llamada universal a la santidad
El Fundador del Opus Dei difundió por todo el mundo la llamada universal a la santidad, también y sobre todo para los seglares. Pero, como reconoce el P. Aniceto Fernández, que fue Maestro General de los Dominicos, esta realidad nunca significó en él, ni en los socios de la Obra, “una minusvaloración o censura de la vida religiosa, ni disminuir en nada la excelencia de la vocación religiosa”.
Otra manifestación práctica de su amor a los religiosos aparece en la decisiva ayuda que prestó para la restauración de la Orden de los Jerónimos, en el Parral (Segovia), desde 1940. José María Aguilar Collados, monje jerónimo, testifica que debe su vocación de jerónimo a Mons. Escrivá de Balaguer, y amplía con los nombres de algunos estudiantes, a los que también el Fundador del Opus Dei confirmó en su camino de religiosos.
Se desvivió, en la medida que le dejaron sus obligaciones, por atender espiritualmente a los religiosos que se lo pedían. Recuerda el beato Álvaro del Portillo los Ejercicios que predicó en el Escorial:
“Del 3 al 11 de octubre de 1944, nuestro Fundador predicó los ejercicios a los Agustinos del Monasterio de El Escorial, con su salud muy maltrecha: tenía un antrax enorme en el cuello, y una fiebre altísima. Fue entonces cuando le diagnosticaron la diabetes; sin embargo, cumplió su compromiso de predicarles. El Provincial de los Agustinos, Padre Carlos Vicuña, me escribió el 26 de octubre: voy a darle una breve impresión de los ejercicios espirituales dados por don José María Escrivá a los religiosos agustinos del Real Monasterio de El Escorial en este mes de octubre".
Todos coinciden en que superó todas las esperanzas y satisfizo plenamente los deseos de los Superiores; ahora esperamos de Dios que el fruto sea muy abundante. Todos sin excepción (Padres, teólogos, filósofos, hermanos y aspirantes) estaban pendientes de sus labios sin respirar, como suele decirse; sus conferencias de 30 y 35 minutos les parecían de sólo diez, cautivados por aquel torrente de fervor, entusiasmo, sinceridad y efusión de corazón.
'Le sale de dentro, habla así porque tiene vida y fuego interior'; 'es un santo, un apóstol; si le sobrevivimos muchos de nosotros le hemos de ver en los altares...', son las expresiones que he escuchado de los oyentes.
Es muy de notar la rara unanimidad en los elogios, sobre todo tratándose de un auditorio de intelectuales y especialistas en gran proporción. No se ha oído una sola voz menos favorable. Es verdad que venía precedido de una aureola de santo, pero no es menos cierto que, lejos de defraudarla, la ha confirmado".
El milagro para la beatificación
Durante los últimos años de su vida, siempre que podía, visitaba algún monasterio de clausura para pedir oraciones y testimoniar su amor por los religiosos como sucedió, por ejemplo, en los viajes de catequesis que realizó por España y América.
San Josemaría predicó la llamada universal a la santidad
Una feliz coincidencia: el milagro que la Iglesia reconoció para la beatificación de este fundador, que abrió caminos nuevos de renovación eclesial, y que recordó a los laicos la llamada universal a la santidad, recayó en una religiosa anciana, Sor Concepción Bouillón Rubio. Fue como una confirmación más de la veneración y el amor a los religiosos de este santo que trajo a la iglesia un carisma genuinamente laical.
José Miguel Cejas, en opusdei.org/es-es/
El valor de la familia
El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad y alegría el papel que le ha tocado desempeñar en la familia.
Al hablar de familia podemos imaginar a un grupo de personas felices bajo un mismo techo y entender la importancia de la manutención, cuidados y educación de todos sus miembros, pero descubrir la raíz que hace a la familia el lugar ideal para forjar los valores, es una meta alcanzable y necesaria para lograr un modo de vida más humano, que posteriormente se transmitirá naturalmente a la sociedad entera…
El valor de la familia va más allá de los encuentros habituales e ineludibles, los momentos de alegría y la solución a los problemas que cotidianamente se enfrentan. El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad y alegría el papel que le ha tocado desempeñar en la familia, procurando el bienestar, desarrollo y felicidad de todos los demás.
Formar y llevar a la familia en un camino de superación constante no es una tarea fácil. Las exigencias de la vida actual pueden dificultar la colaboración e interacción porque ambos padres trabajan, pero eso no lo hace imposible, por tanto, es necesario dar orden y prioridad a todas nuestras obligaciones y aprender a vivir con ellas. Debemos olvidar que cada miembro cumple con una tarea específica y un tanto aislada de los demás: papá trabaja y trae dinero, mamá cuida hijos y mantiene la casa en buen estado, los hijos estudian y deben obedecer.
Es necesario reflexionar que el valor de la familia se basa fundamentalmente en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y enseñarlos. En un ambiente de alegría toda fatiga y esfuerzo se aligeran, lo que hace ver la responsabilidad no como una carga, sino como una entrega gustosa en beneficio de nuestros seres más queridos y cercanos.
Lo primero que debemos resolver en una familia es el egoísmo: mi tiempo, mi trabajo, mi diversión, mis gustos, mi descanso… si todos esperan comprensión y cuidados ¿quién tendrá la iniciativa de servir a los demás? Si papá llega y se acomoda como sultán, mamá se encierra en su habitación, o en definitiva ninguno de los dos está disponible, no se puede pretender que los hijos entiendan que deben ayudar, conversar y compartir tiempo con los demás.
La generosidad nos hace superar el cansancio para escuchar esos problemas de niños (o jóvenes) que para los adultos tienen poco importancia; dedicar un tiempo especial para jugar, conversar o salir de paseo con todos el fin de semana; la salida a cenar o al cine cada mes con el cónyuge… La unión familiar no se plasma en una fotografía, se va tejiendo todos los días con pequeños detalles de cariño y atención, sólo así demostramos un auténtico interés por cada una de las personas que viven con nosotros.
Otra idea fundamental es que en casa todos son importantes, no existen logros pequeños, nadie es mejor o superior. Se valora el esfuerzo y dedicación puestos en el trabajo, el estudio y la ayuda en casa, más que la perfección de los resultados obtenidos; se tiene el empeño por servir a quien haga falta, para que aprenda y mejore; participamos de las alegrías y fracasos, del mismo modo como lo haríamos con un amigo… Saberse apreciado, respetado y comprendido, favorece a la autoestima, mejora la convivencia y fomenta el espíritu de servicio.
Sería utópico pensar que la convivencia cotidiana estuviera exenta de diferencias, desacuerdos y pequeñas discusiones. La solución no está en demostrar quien manda o tiene la razón, sino en mostrar que somos comprensivos y tenemos autodominio para controlar los disgustos y el mal genio, en vez de entrar en una discusión donde por lo general nadie queda del todo convencido. Todo conflicto cuyo resultado es desfavorable para cualquiera de las partes, disminuye la comunicación y la convivencia, hasta que poco a poco la alegría se va alejando del hogar.
Es importante recalcar que los valores se viven en casa y se transmiten a los demás como una forma natural de vida, es decir, dando ejemplo. Para esto es fundamental la acción de los padres, pero los niños y jóvenes -con ese sentido común tan característico- pueden dar verdaderas lecciones de cómo vivirlos en los más mínimos detalles.
En una reunión pasó un pequeño de tres o cuatro años de edad frente a un familiar adulto, después de saludarle en dos ocasiones y no recibir respuesta, se dirigió a su madre y le preguntó: «¿Por qué tío (…) no me contestó cuándo le saludé?» La respuesta pudo ser cualquiera, así como los motivos para no recibir respuesta, pero imaginemos el desconcierto del niño al ver como las personas pueden comportarse de una manera muy distinta a como se vive en casa. Se nota que está aprendiendo a cultivar la amistad, a ser sociable y educado, seguramente después de este incidente le enseñarán a ser comprensivo…
Por otra parte, muchas son las familias que han encontrado en la religión y en las prácticas de piedad, una guía y un soporte para elevar su calidad de vida, ahí se forma la conciencia para vivir los valores humanos de cara a Dios y en servicio de los semejantes. Por tanto, en la fe se encuentra un motivo más elevado para formar, cuidar y proteger a la familia.
Aunque son los padres quienes tienen la responsabilidad en la formación y educación de los hijos, estos últimos no quedan exentos. Los jóvenes solteros, y aún los niños, compartes esa misma responsabilidad pues en este camino todos necesitamos ayuda para ser mejores personas. Actualmente triunfan aquellos que se distinguen por su capacidad de trabajo, responsabilidad, confianza, empatía, sociabilidad, comprensión, solidaridad, etc. etc., valores que se aprenden en casa y se perfeccionan a lo largo de la vida según la experiencia y la intención personal de mejorar.
Pensemos que todo a nuestro alrededor cambiaría y la relaciones serían más cordiales si los seres humanos se preocuparan por cultivar los valores en familia. Cada miembro, según su edad y circunstancias personales sería un verdadero ejemplo, un líder en el ramo, capaz de comprender y enseñar a los demás la importancia y trascendencia que tiene para sus vidas la vivencia de los valores, los buenos hábitos y las costumbres.
Para que una familia sea feliz no hace falta calcular el número de personas necesarias e indispensables para lograrlo, mientras en ella todos participen de los mismos intereses, compartan gustos y aficiones y se interesen unos por otros.
Podríamos preguntarnos ¿cómo saber si en mi familia se están cultivando los valores? Si todos dedican parte de su tiempo para estar en casa y disfrutar de la compañía de los demás, buscando conversación, convivencia y cariño, dejando las preocupaciones y el egoísmo a un lado, sin lugar a dudas la respuesta es afirmativa.
Toda familia unida es feliz sin importar la posición económica, los valores humanos no se compran, se viven y se otorgan como el regalo más preciado que podemos dar. No existe la familia perfecta, pero si aquellas que luchan y se esfuerzan por lograrlo.
¿Se extiende la cristiano fobia?
«Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos,. Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» (Juan 8)
EWTN es una famosa cadena de televisión católica fundada la Madre M. Angélica, una religiosa de clausura de orden de Clarisas Pobres y dedicada a la adoración perpetua al Santísimo Sacramento. Inició sus operaciones el 15 de agosto de 1981 y se ha convertido en la mayor cadena multimedios religiosa del mundo, con programas 24 horas al día que llegan a más de 160 millones de hogares en 144 países.
La Agencia católica de noticias ACIPRENSA ha informado una increíble noticia en detrimento de los católicos del mundo:
“YouTube penalizó este 1 de abril al canal de EWTN Español por la publicación de unos programas provida, decisión con la cual impide transmitir en vivo las actividades del Papa Francisco en Semana Santa. Debido a esto, EWTN no puede ofrecer a su audiencia hispanohablante la posibilidad de ver en vivo los eventos del Papa Francisco en Roma durante el Triduo Pascual”.
Hagamos un alto. Mira a tu alrededor. Satanás está más activo que nunca y quiere acabar con la vida porque la vida está ganando la batalla. Y es lo que puedes esperar de él.
Las Escrituras nos dicen estas fuertes palabras, a ver si despertamos de una vez por todas: “Ustedes tienen por padre al diablo y quieren realizar los malos deseos de su padre. Ha sido un asesino desde el principio, porque la verdad no está en él, y no se ha mantenido en la verdad. Lo que le ocurre decir es mentira, porque es un mentiroso y padre de toda mentira.” (Juan 8)
No pensé que mi generación viviría este ataque tan directo contra los valores morales, contra la fe y contra la Iglesia de Cristo. No seamos ingenuos, a quien quieren matar es otra vez a Cristo.
Quedamos nosotros, los católicos del mundo, para defender a Cristo del derrumbe de los valores y principios morales, de la espiritualidad libre que no lo reconoce como Dios, de la infiltración de la superficialidad en las iglesias. Eres un soldado de Cristo. Nunca lo olvides.
Éste es un momento histórico donde tú y yo cómo bautizado tenemos el deber de defender la fe, el deber de gritar: “Soy católico. EWTN es un canal católico, por tanto, lo defenderemos. Señores de YouTube, exigimos que lo regresen a su pueblo, que no censuren programas que proclaman el derecho y la dignidad de la vida humana.”
“Señor, en estos momentos de adversidad, quédate con nosotros, que sin ti nos perderemos”.
Sheila Morataya
Los padres y madres comprometidos con su familia, están llamados a darse enteramente, a donar su persona en favor del bien del otro, en concreto, primero el esposo a la esposa y la esposa al esposo; después ambos de modo individual y en conjunto buscar con todo el amor el bienestar y el bienser de sus hijos, de cada uno de ellos, los primogénitos, los niños “sándwich” o los de en medio, y los benjamines o pilones, los más pequeños de casa.
Hoy más que nunca se tienen una cantidad de recursos, casi infinitos sobre cada tema y cuando hablamos de educación, no es la excepción, al contrario, es de lo que más hay en el mercado, en las librerías, páginas en internet de cómo ser padres, artículos hay millones de la educación a los hijos; pero mucho ojo ¡Eh! Porque ni todos los libros, ni todas las páginas, ni artículos, son los mejores consejeros… Hay mucha basura y es preciso tener cuidado, recordemos que se trata de la educación de tus hijos, tus tesoros, tus herederos, las luces de tus ojos y querrás por supuesto lo mejor para ellos, para que sean felices siempre.
Así es, queremos todos los padres y madres, que nuestros hijos crezcan sanos y salvos, sean felices y exitosos, y para ello la mejor educación que podemos darles es educarles en todo, y particularmente enseñarles a ser buenos, a través de la educación de las virtudes.
Esta palabra “virtud”, como que no nos suena mucho, o si creemos que la hemos escuchado, tal vez fue al sacerdote, a la religiosa, en algún retiro, en la Santa Misa; pero a ciencia cierta no sabemos ni qué es una virtud.
Una virtud, es un hábito operativo bueno, que al repetirlo va configurando al ser de la persona de modo que empieza siendo una persona que ejerce la virtud, a una persona virtuosa. Por ejemplo, una persona que hace orden en su escritorio, y lo hace cada día implicando un esfuerzo intencionado, aunque le cueste trabajo, aunque le dé flojera, aunque sea tarde… es una persona que se está ejercitando en la virtud del orden y con el paso del tiempo, se configura como una persona ordenada al adquirir el hábito del orden y lo aplica no sólo en su escritorio, sino en todas las áreas de su vida; claro, que se dice rápido y se lee fácil, pero ganarse el título de persona virtuosa es tarea de toda la vida.
Por eso a los padres nos toca como tarea importantísima y urgente, enseñar y enamorar a los hijos de lo que son las virtudes, pero no solo eso, sino mostrarles lo que es vivir una vida virtuosa. A través de su ejemplo primero y también en coherencia con sus palabras; para que sepan y vivan los hijos, el qué y el cómo de cada virtud.
La mejor educación es la educación en virtudes, porque de esa manera educamos para madurar, para la felicidad que no se acaba, para ser personas de bien, siendo personas de bien y esforzándonos por transmitir eso de generación en generación.
Rosario Prieto
Hoy, que difícil es ser católico, pero es muy gratificante.
Hoy, es muy difícil ser católico practicante por innumerables motivos, pero máxime cuando se está rodeados de leyes civiles anticatólicas, totalmente injustas, que chocan frontalmente contra la libertad religiosa y la Objeción de Conciencia de los católicos. Los que no obedecen esas leyes injustas, pueden ser condenados con multas exorbitantes o hasta con la cárcel, para disuadirles de la desobediencia o insumisión a esas leyes. Este artículo se relaciona principalmente, con la obligación del cumplimento o no de esas leyes.
Algunos se denominan católicos, porque fueron bautizados cuando eran niños, su primer y casi único Sacramento, pero luego no han practicado ninguna o casi ninguna de las enseñanzas que predican la Iglesia Católica. Ser católico practicante, supone practicar continuamente y en todos los sentidos, las normas de la Iglesia Católica.
Hoy, es muy difícil ser católico, pero es muy gratificante. También es exigente y difícil mantenerse, aunque esto supere con creces los enormes privilegios que se tienen. Siéndolo se tienen a la mano, todas las herramientas necesarias para llevar una vida muy feliz, interna y externamente, aunque esté llena de dificultades. Muy feliz con la familia, los amigos y la sociedad.
Ser un buen católico practicante, tiene la ventaja de que ya se tienen resueltas todas las posibles dudas, sobre el hacer o no hacer bien las cosas. Estas situaciones están resueltas, por la enseñanza milenaria de la Iglesia Católica. No hay que romperse la cabeza, en ponerse a adivinar y luego equivocarse o acertar. Solamente hace falta tener, una excelente formación católica, y las dudas consultarlas a los sacerdotes expertos. Es cierto que todos tenemos el libre albedrío, para escoger hacer, lo que queramos. Es nuestra libertad ir por un camino u otro.
El hombre tiene el libre albedrío, para elegir lo que quiere y debe hacer. Ningún gobierno le puede imponer, que haga cosas contrarias a su conciencia. Tiene que respetar las leyes civiles, pero siempre que sean justas, no sean inmorales y no vayan contra la Ley Natural. Estas y otras razones hacen que por muy respaldada que se encuentre esta idea, sigue siendo una mala idea, pues las mayorías en la promulgación de las leyes, no deciden lo que es falso o verdadero, bueno o malo, justo o injusto.
En algunos países, aunque sean muy modernos y democráticos, los católicos viven cercados y bajo asedio de las leyes civiles, y de algunos grupos protegidos por dichas leyes, que se convierten en activistas extremistas, que obligan selectivamente a otros, a que cumplan expresamente con ellos, lo que dice esa ley injusta, aunque él no cumplirla, no produzca ninguna daño a su grupo social. No quieren solamente ellos cumplir la ley, sino obligar y forzar a los demás, mediante denuncias y extorsiones, a que otros la cumplan, a pesar de que saben que van en contra de los derechos y libertades religiosas, protegidos constitucionalmente.
Es el caso de los profesionales o comerciantes, que se niegan a hacer determinadas actividades supuestamente legales, debido a que chocan contra su rectitud de conciencia, aunque no hagan daño a nadie por no hacerlas. Esos posibles clientes, denuncian a los tribunales a los que no quieren plegarse a sus demandas.
Algunos grupos sociales, amparándose en determinadas leyes injustas, hacen peticiones de servicio a profesionales o negocios católicos, a sabiendas que les están torciendo el brazo, para que renuncien a sus creencias religiosas católicas o que cedan, y les realicen el servicio pedido. Si se niegan a suministrar determinados servicios a esos colectivos, les amenazan con presentar una demanda judicial en su contra, por discriminación.
Estas peticiones insistentes de servicios, asustan a algunos católicos que temen por los costosos gastos de defensa ante los tribunales, las multas, los cierres de negocios o las inhabilitaciones de funcionarios públicos. Suelen hacerlo rotativamente por sectores, para dejar constancia del poderío que les dan esas leyes injustas.
Hay algunos profesionales o negocios, que no quieren entrar en esa guerra religiosa y pactan con los grupos de presión, creyendo que por eso, les van a dejar vivir en paz con sus creencias. Se lo creen, porque prefieren practicar el buenismo e ignorar a esos grupos, aunque ellos no les ignoren. No quieren darse cuenta, que ellos cada día, dan un paso más al frente, para luchar contra los católicos, ya que se sienten molestos, porque no aceptan las leyes injustas, diciendo que primero son las leyes civiles injustas y después las religiosas.
El Conformismo con lo que está sucediendo con las leyes injustas y los grupos de presión que las urden, practican y quieren acorralar a los católicos, es la etapa inicial de la cuesta abajo, en la formación de una sociedad donde desaparece la libre práctica religiosa. Los católicos tienen que acostumbrarse a decir que no, cuando hay que decirlo, y a decir que sí, cuando es necesario. Las medias tintas en la definición de las actitudes, demuestran una gran falta de entrenamiento, en el ejercicio de la virtud de la fortaleza y de la voluntad.
Las naciones deberían ser comunidades, donde todas las personas pudieran vivir su Fe, sin el temor de ser llevadas a prisión, por incumplir lo que su conciencia les impide realizar.
El ser católico practicante alarga la vida, pues evita muchas situaciones de alto riesgo, como son las enfermedades relacionadas con las prácticas sexuales fuera del matrimonio, el consumo de drogas, la dependencia de productos embriagantes, las posibilidades de suicidio, la ludopatía, etc.
Todos tenemos que tomar conciencia a la hora de hacer decisiones, cuando nos enfrentamos a situaciones, donde hay que poner sobre la balanza de la conciencia, los sentimientos de la Fe católica o mirar para otro lado, cuando hay que tomar una decisión, que por acción u omisión, sabemos que va en contra de la Ley de Dios. No vale decir, soy católico, pero me mantengo en esta grave situación irregular.
Dejar un empleo o un negocio, porque se está colaborando con cosas contrarias a la Fe católica, es una decisión que cuesta tomar, pero que no tiene doble rasero para medir. El rasero del que lo hace y el rasero del que colabora o mira para otro lado, no es católico.
11 Ejemplos donde se pone a prueba, lo difícil que es hoy ser católico para los particulares, profesionales, empresarios o empleados, que se enfrentan a situaciones, que requieren una gran claridad religiosa, cabeza muy fría y la toma de riesgos relacionados con las graves consecuencias religiosas y civiles, en las que puedan incurrir, al cumplir o no las leyes civiles.
1. Los abogados: Cuando tienen que dar consejos o redactar documentos, que por su inmoralidad, van en contra de la Fe católica, aunque estén autorizados por las leyes civiles o se aproveche un hueco que haya en ellas, como adopciones de niños entre matrimonios de homosexuales, contratos para vientres de alquiler, asesorar financieramente para evasiones de impuestos, lavado de dinero, etc.
2. Los banqueros o asesores financieros, que se acogen a determinadas leyes, las tuercen o las ignoran, para obtener beneficios en relación con los blanqueos de capitales provenientes del narcotráfico, venta de armas, ocultación de sobornos, tráfico humano, evasión de impuestos, etc.
3. Los católicos en algunas sociedades: Cuando estando en una reunión familiar o social, dicen que se tienen que ausentar, pues quieren asistir a Misa. Se complica también cuando es difícil acoplar el horario de la Misa, por distancias u otros compromisos y tratar de no molestar los planes de otros, que no habían contado con que cada persona, deba hacer lo que su conciencia le dicte y no lo que esté de moda. O cuando tienen que defender públicamente, las ignominias o calumnias habladas o escritas sobre la Iglesia Católica. Es cuando esos católicos practicantes, tiene que soportar las burlas o comentarios jocosos de otros.
4. Los empleados, que cuando en la empresa donde trabajan, decide entrar en un negocio o mercado, que aunque sea legal, va en contra de la ley moral y de los principio de la religión católica. Los empleados infieles, que dejan de realizar sus obligaciones para con la empresa, o que con fines propios o ajenos, desvían o impiden la marcha normal de la empresa.
5. Los empresarios que anteponen sus justificados deseos de ganar dinero, a los principios morales de su conciencia, basados en su compromiso católico.
6. Los farmacéuticos: Cuando producen y venden medicamentos, que a sabiendas son perjudiciales para salud de los que los consumen, pero les dejan muchos beneficios.
7. Los jueces: Cuando tienen que dictar sentencias, basadas en leyes inmorales o injustas, alegando para su interior, que se comprometieron ante la sociedad y por un sueldo, a cumplir y hacer cumplir esas leyes.
8. Los médicos y personal sanitario: Cuando un paciente les pide que hagan determinados procedimientos quirúrgicos, incluyendo los que directa o indirectamente se llevan a cabo, para la anticoncepción, el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido, etc. El suministro de determinados anticonceptivos, drogas prohibidas, etc.
9. Los políticos que algunas veces de amparan, en que han sido elegidos democráticamente, y creyendo el sentir de sus votantes, con su voto o su silencio, algunas leyes que van en contra de la moral o se someten a las coacciones, influencias o recomendaciones de los grupos de presión, que fomentan la corrupción.
10. Los soldados, policías y servidores públicos, que por haber convenido un salario, se obligan a cumplir órdenes inmorales o que rozan el cumplimiento de la ley.
11. Los educadores que tienen que enseñar, bajo la presión de las leyes que les impiden educar en las virtudes y valores humanos.
Para un buen católico, es muy difícil entender, que tenemos que rezar y amar también a los que nos ofenden, incluyendo a los terroristas criminales. Hay que tratar de analizar sus causas y encontrar la forma y los medios, para que no vuelvan a ocurrir sus actos terroristas. Amar y perdonar a los terroristas, no es buenismo, es seguir la doctrina de la Iglesia Católica, que ruega a Dios por las víctimas, sus familiares y sus pueblos, y también por los terroristas, para que les llegue el perdón de Dios, porque no saben lo que hacen, y puedan abrirse al don de Dios, que es misericordia.
Un católico practicante, sin ninguna excusa, tiene que actuar de acuerdo con su creencias religiosas y emplear, si es necesario, los mecanismo de la objeción de conciencia, incluso si es necesario sufrir las consecuencias legales de la insumisión, a determinadas leyes inmorales. Aunque la ley civil le asegure que tiene, sobre el papel, pero no en la práctica, la garantía del pleno derecho a su libertad religiosa, para expresarla y seguirla.
Algunas leyes injustas e inmorales de obligado cumplimiento:
- Las que obligan a los médicos y al personal sanitario, a practicar abortos quirúrgicos o químicos. (Obama Care. Ley FOCA Freedom of Choice Act)
- Las que impiden la necesidad de un permiso paternal, para abortar a las menores de edad.
- Las que obligan a vender o entregar píldoras abortivas y medios anticonceptivos. (Escuelas, empresas, farmacias, etc.)
- Las que obligan a abortar, a pesar de la oposición de los padres.
- Las que permiten el consumo de mariguana.
- Las que permiten los matrimonios homosexuales y que estos adopten niños.
- Las que permiten la realización de la eutanasia y el suicidio asistido.
El Católico practicante, nunca debe callar ante las injusticias, ni tiene porque estar agradando al poder. Su actitud debe invitar a los demás, a afrontar las situaciones difíciles, sin tener miedo a las consecuencias. Tiene que hablar sin miedo y con el ejemplo de sus hechos, que demuestren su entrega generosa a los demás. Tiene que conocer y amar profundamente a religión y seguirla en su concreta vida cotidiana, en los momentos fáciles y difíciles, del día a día.
El católico practicante, tiene que enfrentarse a las desoladoras injusticias, para intentar cambiarlas, recuperarlas al bien común y devolverlas a sus verdaderos contenidos. Cuando se trata de la esencia de las cosas católicas, tiene que actuar con rapidez y eficacia. Si algo material o inmaterial, se ha deteriorado o destruido, hay que levantarlo de nuevo, no puede cruzarse de brazos, ante las profanaciones realizadas a la Iglesia Católica, tiene que reaccionar con urgencia.
El católico practicante no tiene que sentir que el serlo, suponga un esfuerzo ímprobo, ni una tarea penosa, si tiene capacidad para ver y descubrir agua en las proximidades de un manantial. Tiene un mensaje breve, claro, sencillo y emocionante. No se tiene que dejarse invadir por la angustia o el miedo. El catolicismo es más fuerte que todo lo demás. La crítica y las penalizaciones sociales, harán que la vida y los actos realizados, se ensalcen internamente por la satisfacción del deber cumplido y el desafío del ejemplo, en función de la perseverancia. Es posible que la persecución política no los acoja bien, sobre todo, si choca con los intereses de los poderosos, que han hecho las leyes.
El ejemplo de los católicos practicantes no tienen como fin el tranquilizar conciencias, sino simbolizar la entrega de sus creencias. No cuenta la cantidad ni la calidad de los actos realizados, lo que cuenta es el corazón que se vuelca y vacía por completo ante una certeza consolidada por la Fe. Todo acto del católico practicante se convierte en una ofrenda generosa del corazón a los demás, que puede ser en tiempo, tesoro o talento. (Las 3 famosas T’s)
Hoy, que difícil es ser católico practicante, en un mundo tan anticatólico, ya que supone luchar interna y externamente contra infinidad de tentaciones y hacerlo también contra una mayoría de personas e instituciones que, por maldad o por ignorancia, atacan a la Iglesia Católica, a sus enseñanzas y a los que las practican. Hace falta tener mucho coraje para vivir como católicos practicantes, pero vale la pena. Muchos gobiernos y sociedades se declaran laicos, cuando son laicistas contundentes, al ir en contra de la libertad religiosa de las personas, incluso no permitiendo utilizar la objeción de conciencia.
Solución a la dificultad de ser católico hoy: Una formación profunda y contínua en la religión Católica, el examen de conciencia diario, la confianza de tener un buen director espiritual, como consejero para la toma de decisiones personales y externas, etc. Hay veces que se piensa que el esfuerzo no vale la pena, pero siembra, siembra, que algo queda.
Se agradece que personas expertas y templadas como Francisco de la Torre lleven el timón de la gobernabilidad de un ayuntamiento.
Francisco de la Torre, desde su libérrima libertad, ha tomado la decisión de optar una vez más a regir los destinos de la ciudad de Málaga. Ha dedicado más de dos décadas de su vida al gobierno de su querida ciudad, al frente de la Alcaldía. Y de nuevo asume, en el albor de sus ochenta cumpleaños, el meritorio compromiso de seguir sacrificando su familia, sus aficiones, sus amigos por el incansable, generoso y arduo trabajo de servir al ciudadano.
He tenido el gran privilegio de colaborar con Francisco de la Torre durante los años de mi mandato como representante del Gobierno de España en Málaga hace ya diez años y he de confesar que esa cercanía me ayudó a comprender las razones por las que ha superado los límites de resistencia física y mental en el ejercicio de cualquier cargo público. Es envidiable su constante preparación física, su potente capacidad intelectual y especialmente su tesón y constancia para la consecución de aquellos objetivos que ha considerado beneficiosos para los malagueños y su querida Málaga.
Pero me voy a permitir destacar una cualidad que hoy se echa de menos en el ejercicio de la política y no es otro que el respeto por la institución que representa. Siempre ha procurado mantener su independencia y criterio personal cuando ha tenido que adoptar relevantes decisiones o cuando se ha visto obligado a dialogar y consensuar los equilibrios de poder con todas las fuerzas políticas del consistorio. Ha actuado anteponiendo los intereses del municipio a los partidistas, lo que le ha producido a veces no pocas tensiones e incomprensiones.
Su anuncio de volver a intentar una nueva reelección a su avanzada edad, demuestra que ésta no representa ningún obstáculo para la administración y buen gobierno de los intereses de los ciudadanos. Personajes de la vida pública nacional e internacional como Manuel Fraga, Konrad Adenauer o la propia Reina Isabel II recientemente fallecida, son claros ejemplos de que la vocación por el servicio público mantienen viva la ilusión de la permanencia en el poder, incluso hasta la extenuación física.
En los tiempos convulsos que vivimos, se agradece que personas expertas y templadas como Francisco de la Torre lleven el timón de la gobernabilidad de un ayuntamiento. La austeridad en sus costumbres, la racionalidad y sentido común en las decisiones y la capacidad de diálogo son cualidades que le adornan y de las que lamentablemente hoy adolece quien dirige los destinos de nuestra nación,
Si el pueblo de Málaga le revalida su mandato para otros cuatro años y todo indica que así puede ser, le esperan retos de gran trascendencia para el futuro de una de las capitales más atractivas y admiradas de España y Europa. No es fácil hoy concitar confianza y credibilidad en quien o quienes lideran nuestra sociedad y él lo ha conseguido desde hace muchos años.
Jorge Hernández Mollar
Una ley para imponer la inmadurez
Entre los puntos clave de la ley del aborto a la carta está la educación sexual obligatoria en todas las etapas escolares. La justificación ofrecida por el Ministerio de Igualdad es “asegurar un derecho de los niños y niñas y de los adolescentes, que es el acceso a una educación sexual integral”, pero no resulta creíble. El adoctrinamiento no educa a los niños, sino que los atrapa en una telaraña de impresiones confusas y contradictorias. Tampoco el enfoque puede ser integral, pues los ideólogos no tienen la capacidad de enjuiciar la realidad desde una perspectiva que la explique de modo coherente. Plantear la educación sólo desde las emociones o los afectos -cuando por emociones o afectos desordenados se puede maltratar, incluso matar- es contrario a la pedagogía; por otro lado, afrontar la sexualidad como un intercambio de cuerpos o una sucesión de prácticas que la voluntad no registra es falsearla.
Llama la atención ver reunidas en un mismo texto ambas premisas, una coincidencia (o no) macabra en la medida en que trasluce una aniquilación de la infancia, bien físicamente con el aborto, bien robando a los niños su inocencia con una educación sexual que no es tal. Este segundo aspecto no despierta las mismas contestaciones que el primero porque la sociedad ha claudicado ante la llamada “adolescencia adelantada”, tan extendida como inquietante. Se acepta sin tapujos que se desangre la infancia desde distintos frentes, también en la escuela, donde los padres consienten la ambigüedad manipulativa de sesiones “formativas” con la que se corrompe el corazón de los niños y que provocan, además, el efecto contrario al deseado, pues se les condena a la inmadurez. El mayor escollo que encuentra una persona en el camino hacia la madurez es la superación del egocentrismo y una educación sexual encerrada en uno mismo es una dificultad para el crecimiento, cuando no deriva en una patología (la prensa diaria está llena de ejemplos). Estos programas quieren convertir al niño en adulto con propuestas grotescas y no naturales para su edad (para ninguna edad) y, sin embargo, llegan a la adultez cada vez más infantilizados. Resulta paradójico: niños de ocho años consumen pornografía, los adolescentes aprenden a chapotear en sus hormonas y saben más sobre prácticas sexuales variadas que nuestros abuelos cuando se casaron, y a los treinta años aún son incapaces de comprometerse, conformándose con intercambios sexuales con desconocidos concertados por Apps.
JD Mez Madrid
La tarea que desempeña Cáritas
La tarea que desempeña Cáritas a través de acciones significativas que promueven un verdadero cambio en las personas, sin caer en una dinámica asistencialista, y siendo con todo ello cauce de comunidad eclesial, es ejemplar. La caridad no puede ser un pretexto para una siempre necesaria gestión de los recursos de forma más ordenada, sino que supone la donación de la propia vida; una experiencia única a la que el Señor nos invita cuando nos pregunta si queremos saber quién es nuestro prójimo y nos invita a ponernos al lado y a acompañar con la propia vida la vida del que sufre.
Ese es el camino, que hoy nos permite echar con orgullo la vista atrás, felicitar a Cáritas España por estos primeros 75 años y tomar conciencia de que, en buena parte, depende de cada uno de nosotros el que siga cumpliendo muchos más.
JD Mez Madrid
Las recientes declaraciones de la ministra Irene Montero en la Comisión de Igualdad del Congreso, en mi opinión demandan una rectificación inmediata o su salida del gobierno. Su afirmación de que cualquier niño puede tener relaciones sexuales con un adulto, siempre que haya consentimiento por parte del menor, es algo más que una irresponsabilidad política. Estamos ante un disparate moral y legal que no tiene excusa en alguien que forma parte del Consejo de ministros.
Sólo una profunda ceguera ideológica puede impedir a Montero saber que los niños no tienen capacidad para un juicio consciente y libre, por tanto, no puede hablarse en su caso de libre consentimiento. Uno de los fundamentos del derecho occidental es la protección del desarrollo de la conciencia de los niños dentro de su proceso de maduración. Esa conciencia será la base del ejercicio de su libertad. Máxime en lo que se refiere a la sexualidad, que no es solo una función biológica, sino que afecta al núcleo íntimo de la identidad personal.
Pedro García
“El domingo ha de volver a ser el día del Señor, de la adoración y de la glorificación de Dios, del santo Sacrificio, de la oración, del descanso, del recogimiento, del alegre encontrarse en la intimidad de la familia” (Pio XII, Aloc. 7-IX-1947).
El domingo es día sagrado, día de familia, en el que se deben poner los medios para que todos, los hijos pequeños o los mayores, entiendan lo que significa. Esto es fácil si lo viven desde pequeños. Los niños salen endomingados, o sea vestidos de un modo distinto, con más elegancia, con más cuidado, porque van a misa. Se sale de casa con tranquilidad, todos juntos, como quien va a una visita importante, porque es eso y mucho más.
“El domingo tiene una importancia muy grande en la vida cristiana, sobre todo en estos tiempos en los que los hombres, por varias razones, viven distraídos de las cosas celestiales [...]. Por tanto, la santificación del día del domingo, o lo que es lo mismo, la celebración de la Pascua semanal hace que los dones celestiales entonces recibidos influyan con misteriosa fecundidad en la vida privada y pública” (Pablo VI, Carta al Cardenal Colombo, 4-VIII-1977).
La vida de piedad de los hijos y de los padres depende, en primer lugar, de cómo se vive algo tan grande como participar en el sacrificio eucarístico. La piedad familiar depende de cómo valoren los padres la posibilidad de comulgar y, entonces, los hijos, si son pequeños, palpan la devoción de los padres, y si son mayores valoran mucho poder comulgar. Esto es vida cristiana y, por lo tanto, algo que hay que cuidar cada semana, en invierno durante el curso y en las vacaciones. Si lo niños ven que en vacaciones no se organizan bien las cosas para ir a misa, pierden la devoción, y tarde o temprano la fe.
Preguntémonos por lo tanto: ¿es Dios lo primero y más importante en el domingo?
Jesús D Mez Madrid
Desordeno y mando: nuevo asalto a la libertad
Las secuelas de una ley injusta, muy imperfecta y sectaria, van emergiendo preocupantemente. Se trata de la ampliación de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, o sea, la ley del aborto.
Las prisas en su elaboración, las carencias en cuanto a la incorporación de opiniones y valoraciones procedentes de órganos consultivos, asociaciones profesionales y expertos, y el marcado sesgo ideológico que la inspira, han alumbrado un mal instrumento.
Y es malo porque hace daño al nasciturus al que no se le permite nacer, a la mujer a la que se le facilita enormemente la peor opción, la más lesiva para ella y para su hijo, la de abortar, y a la sociedad en general para la que se promocionan políticas antinatalistas que la conducen a una lenta pero inexorable extinción.
Pero también es un fatídico instrumento para la salvaguarda de las libertades. En primer lugar, la de la mujer a la que ya no debe suministrársele información completa sobre el aborto, sus alternativas, sus opciones de elección, las ayudas que pueden facilitársele si quiere seguir con su embarazo o los riesgos que contrae si decide abortar, que pueden afectarle tras el aborto tal como evidencian muchos estudios relacionados.
En segundo lugar, es liberticida para los profesionales implicados en la práctica de los abortos o la administración de tratamientos que pueden terminar con la vida del embrión humano, como es el caso de las píldoras abortivas o la contracepción postcoital.
La libertad de conciencia de los ciudadanos siempre se erige como un enorme obstáculo para los gobernantes que imponen y pretenden dirigir las vidas de sus súbditos, marcándoles con nitidez los límites de lo que deben o no deben hacer, lo que pueden y no pueden elegir; límites que son señalados con amenazas de fuertes sanciones o persecución de cualquier tipo.
La libertad de conciencia de los profesionales y los ciudadanos puede motivarles a objetar al cumplimiento de una ley que consideran injusta, por atentar contra sus convicciones más íntimas y arraigadas.
No matar es la primera de ellas. No matar al embrión en el seno de su madre implica no practicar abortos, no cooperar con ellos o no facilitar fármacos que pueden matarlo. Pero si el gobernante sectario, aquejado de derivas absolutistas, ha decidido que se puede matar en ciertas circunstancias, como ocurre actualmente en España y otros países con el aborto y la eutanasia, se siente incomodado por aquellos que, habiendo construido una conciencia bien armada que les muestra con nitidez el valor de la vida humana en toda circunstancia, deciden objetar a la imposición liberticida, desobedeciendo la ley que les obliga a lo contrario. Y arremete contra ellos, tratando de limitar su derecho a pensar, a elegir, a actuar si lo hacen en la dirección contraria a la marcada por el gobernante sectario.
Pero hay más: esta mala ley promueve que los farmacéuticos acepten sumisos que el gobernante sectario e ignorante en la materia, les diga como ejercer su labor profesional que – no debe olvidarse- consiste entre otras cosas en velar por el uso racional de los medicamentos y no arbitrario o imprudente, para salvaguardar la salud de los ciudadanos.
La dispensación sin control alguno de las píldoras de contracepción postcoital, que promueve esta ley, va en contra de este uso racional porque se trata de preparados hormonales con una concentración de progestágeno diez veces superior a la de las píldoras contraceptivas hormonales orales de administración diaria que sí requieren -como todos los preparados hormonales- prescripción médica y farmacovigilancia, por la necesidad de salvaguardar la seguridad de las pacientes.
La contracepción postcoital es menos eficaz que la hormonal oral de administración regular y está indicada solo como medida excepcional, no repetida en el mismo mes, debiendo priorizarse la instauración de métodos más seguros y también mejor controlados. Pues ahora la mala ley que se nos impone, lo que promueve es dispensar la contracepción postcoital cuanto más, mejor, sin control alguno y gratis, amenazando con multas astronómicas a todo que el que ponga pegas a los tics absolutistas de sus promotores, como es el caso de los farmacéuticos que decidan no hacerlo.
No se puede disentir, ni en el terreno científico -es injustificable que la contracepción postcoital escape a todo control farmacoterapéutico de prescripción y dispensación- ni en el ético, pues las conciencias deben alinearse con lo que marca la ley.
Por último, en contra de lo que figura en los prospectos de las píldoras de contracepción postcoital, según muestran numerosos trabajos publicados, la mayoría de las veces en las que impiden un embarazo no lo hacen evitando la fecundación sino terminando tempranamente con la vida del embrión impidiendo su implantación en el endometrio uterino y provocando su expulsión.
Esto significa que si un médico o farmacéutico orientan sus actos profesionales según una conciencia formada en el respeto a la vida humana en toda circunstancia, desde la concepción hasta la muerte natural, y son consecuentes con ello, y además quieren ejercer su labor profesional según la buena praxis, se negarán a facilitar un tratamiento embriocida que puede también comprometer la salud de la mujer porque escapa a todo control farmacoterapéutico, irrenunciable para un profesional del medicamento.
Dejen, a los profesionales hacer bien su trabajo y hacer el bien con su trabajo, para mejorar la salud de las mujeres y preservar la vida de sus hijos. Ustedes deberían hacer lo propio.
Julio Tudela
Observatorio de Bioética
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